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Paceño, yo
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Paceño, yo
El proceso de construcción de identidad colectiva
en La Paz, Baja California Sur
Mauricio Guillén Monsalvo
Instituto Sudcaliforniano de Cultura
Gobierno del Estado de Baja California Sur
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
5
GOBIERNO DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA SUR
MARCOS ALBERTO COVARRUBIAS VILLASEÑOR
Gobernador Constitucional
ARMANDO MARTÍNEZ VEGA
Secretario General de Gobierno
INSTITUTO SUDCALIFORNIANO DE CULTURA
JESÚS SILVESTRE FABIÁN BARAJAS SANDOVAL
Director General
SANDINO GÁMEZ VÁZQUEZ
Coordinador de Fomento Editorial
CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES
RAFAEL TOVAR Y DE TERESA
Presidente
MARCO ANTONIO VERA CRESTANI
Director General de Vinculación Cultural
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Este libro se lo dedico a Jessica, mi esposa
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Primera edición, 2014
D.R. © 2014 Mauricio Guillén Monsalvo ­
D.R. © 2014 Instituto Sudcaliforniano de Cultura
Unidad Cultural Jesús Castro Agúndez
Antonio Navarro y Héroes de Independencia s/n,
La Paz, Baja California Sur, C.P. 23000,
tel. +52 612 122 91 01
culturabcs.gob.mx
Diseño de páginas interiores y forros: Alejandra Barrera
ISBN: 978-607-9314-37-8
IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO
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Prólogo
(A manera de diálogo con mi yo interior)
Míster Mauricio:
Octavio Paz dice en La llama doble: “No hay sujeto, sino estados transitorios y evanescentes”. El hombre es una sombra, un ser sin ser,
un ente que deambula entre las cosas, sin saber, ni saberse. Sin lugar
a dudas lo que te mueve es el deseo de saberte, de poderte decir
quién eres. Esa búsqueda tú ya la iniciaste. En un delirio etílico te
perdiste a ti, y tal vez por ello decidiste salir en tu búsqueda. Pero,
¿por quién preguntamos?, ¿a quién buscamos? Te escribo porque
intento recuperar esa parte de nosotros que no se dice, de la que no
se habla. El tiempo nos develó como unos jóvenes-viejos borrachos
y arrogantes, que no han terminado de lidiar con su pubertad infantil. El tiempo encarnó en cada uno de nosotros, se desparramó en
las barrigas, se extendió por la frente, y terminó por petrificar los
recuerdos. De nosotros sólo hay y sólo quedarán imágenes, signos
sin significado, sombras sin contornos. Nosotros, como la mayoría
de los jóvenes de este país, estamos a la deriva. Huérfanos, sin identidad, sin ideologías, sin creencias, sin fe, deambulamos por la aldea
global, comprando lo que no necesitamos. Buscando la cosa o el ente
que nos aminore la sensación de vacío. El vacío como un todo que
nos envuelve y nos deja hartos de nada. Sin que lo supiéramos, tú y
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yo somos hinduistas, nuestra vida se mira y encuentra en la vacuidad. El mundo moderno huye del dolor y del displacer. Narciso es
demasiado susceptible, no tolera otra imagen que no sea la suya. En
fin, faltan las citas. Falta especificar los temas, pero la idea esencial es que otra vez, como dijo Octavio Paz, los poetas ya no creen
en las ninfas, ni en las musas. En su lugar hay drogas, televisión,
cine. Ellas nos donan las visiones. El goce del imbécil —ésta es una
idea lacaniana— es el paradigma de la época. La nada —herencia
hinduista— nos habla y nos narra. El boom latinoamericano explotó
y de aquello no germinó mucho. Los actuales escritores describen
sus propias carencias, a veces crean y otras veces desacralizan los
paraísos artificiales. La realidad se teje desde la visión de un hombre, de una palabra por inventar. El hecho es que el mundo objetivo
se ha extinguido y de él sólo queda una representación subjetiva.
Mauricio, ahora que estás leyendo esto, ¿en qué piensas?, ¿en quién
piensas?, ¿estarás bebido, o estás debido? A través de la ebriedad se
vive la experiencia de lo infinito. Los vicios nos hunden o nos salvan.
Dices que naufragas en los mares de lo incierto, ¿acaso es eso todo lo
que puedes hacer? No te conviertas en tus temores, que se recrean
en una duda: la de tu identidad.
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Introducción
El objetivo principal de la investigación, que terminó siendo una tesis,
que posteriormente se convirtió en este libro, fue el de realizar un
análisis del proceso de construcción de la identidad colectiva paceña.
Saber si soy paceño, si alguien lo es, y lo que eso pueda significar.
Para llegar a ese punto —mismo que pareciera ser en cierta medida
demasiado genérico, debido a que hay que considerar una multitud
de aspectos y dimensiones susceptibles de análisis— fue necesario
concretar objetivos más específicos que nos permitan a su vez
alcanzar la comprensión del proceso enunciado en el objetivo general.
Somos absolutamente conscientes de que el proceso de construcción
de la identidad colectiva en cualquier contexto puede implicar otros
factores aparte de los aquí considerados, pero debemos marcarnos
unos límites en nuestra investigación, aspecto que asumimos, como
las consecuencias que ello conlleva.
La finalidad de este texto, sin embargo, es relatar lo que es la paceñidad, por lo que dejaremos a un lado la metodología estricta1 e intentaremos ahondar un poco en el proceso de construcción de la identidad paceña.
1 Para la metodología detallada, ver la tesis: ¿Paceño yo? El proceso de
construcción de identidad colectiva en La Paz, Baja California Sur, uabcs, 2009, disponible
en la biblioteca de la universidad.
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I
Breve explicación a modo de inicio
Es un hecho evidente que el mundo actual está inmerso en un
continuo proceso de cambio y transformación. Hoy en día las posibilidades que se abren ante nuestros ojos en unos instantes, y en
multitud de ámbitos, superan ampliamente las que podrían haber
surgido en toda una vida a nuestros abuelos. En un solo día podemos
hablar con personas que están a miles de kilómetros de nosotros,
discutir con nuestros vecinos, leer la prensa de otros países, hacer
un zapping2 sobre cuarenta canales de televisión, viajar hasta el continente africano y allí cenar con un amigo procedente de Asia.
Estas condiciones han producido —y están produciendo—
unos cambios significativos en nuestro contexto social pero, al mismo
tiempo, afectan de manera directa nuestra vida personal. También se
debe considerar que los cambios en el ámbito personal, y la lucha que
ellos conllevan a nivel del individuo, ayudan activamente a reconstruir
el universo de actividad social que los rodea. Es cierto que siempre ha
existido una importante relación entre lo social y lo personal, pero la
2 Es la acción de cambiar constantemente de canal con el control remoto.
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forma que adopta esta relación en la actualidad difiere en gran medida
de la que adquiría en épocas anteriores.3
Tanto los rasgos como la conceptualización y denominación
que se realizan para definir la sociedad actual, varían según
corrientes teóricas y autores. Así, encontramos posturas que enfocan
los cambios y procesos sociales como una crisis de la modernidad,
y se plantea que la comprensión del mundo actual pasa por una
redefinición de esa misma modernidad.
Sea como fuere no es nuestro objetivo aquí el hacer un repaso
exhaustivo de todas las teorías que sobre la sociedad actual se han
desarrollado, pero sí analizar algunos aspectos que se señalan desde
diferentes perspectivas y que son significativos para la comprensión
del mundo social actual y la relación que se establece entre lo
personal y lo social.
En la actualidad los seres humanos nos enfrentamos a fenómenos
como la globalización, la migración, el auge de las tecnologías de
la información y el desarrollo de la sociedad red.4 Evidentemente,
todos estos procesos sociales están interrelacionados y se influyen
mutuamente de tal modo que debemos conceptualizarlos como un
proceso global en el que todos participan y del que todos son causa y
consecuencia en mayor o menor medida.
A su vez, y en contraposición a las tendencias homogeneizadoras de la vida social que suponen algunos de estos aspectos,
cada día con mayor frecuencia nos encontramos con una multiplicación de los colectivos que se basan en pertenencias comunes más
3 Manuel Castells, 1997.
4 Manuel Castells, op. cit.
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o menos localistas, más o menos particulares.5 Movimientos que se
fundamentan en una pertenencia común, relativamente restringida,
colectivos particularistas, en los que priman los valores simbólicos,
como las culturas, tradiciones, religiones o mitos, en contra de los
valores globalizantes que supone la dinámica socioeconómica del
mundo actual. Entre estos colectivos tienen primacía los valores
sobre las técnicas, las tradiciones sobre las innovaciones, lo particular frente a lo universal.6 Los fundamentalismos religiosos, el
movimiento ecologista, los colectivos de gays y lesbianas, el refuerzo
de los sentimientos autonomistas (País Vasco o Cataluña en el
Estado español, las aspiraciones de corsos y bretones en Francia, el
desmembramiento de la Unión Soviética en Estados independientes,
las movilizaciones de raíz religiosa en Irlanda, los más sangrantes del
conflicto de la ex Yugoslavia, o el movimiento zapatista chiapaneco)
son algunos de los innumerables movimientos de esta naturaleza que
nos encontramos en la actualidad en nuestro planeta.
El modelo de la modernidad clásica hegemónico desde el
siglo xvii hasta mediados del xx permitió articular estos dos universos bajo el imperio de la razón y el progreso. Este modelo parece
haber entrado en crisis tanto por la propia evolución de la concepción modernista y del modelo de producción capitalista7 como por
el desarrollo de nuevas corrientes de pensamiento, tal como sucedió con la concepción idealista y romántica del mundo en el siglo
xix. De este modo los individuos parecemos abocados a sufrir una
falta de referentes claros, una sobresaturación de potenciales fuentes
5 Anthony Giddens, op. cit., y Alain Touraine, op. cit.
6 Alain Touraine, op. cit.
7 Anthony Giddens, op. cit., y Alain Touraine, op. cit.
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de sentido en las que fundamentar una identidad coherente, tanto
personal como social. Fuente de sentido que sea lo suficientemente
consistente como para articular la universalidad y la particularidad,
es decir, los valores globalizantes con tendencia cultural e instrumentalmente homogeneizadora y la conservación y respeto de la
diversidad cultural.
En torno a la sociedad actual
Es imprescindible recordar que todos los aspectos que acabamos de
señalar se encuentran interrelacionados y forman parte de un proceso global, y tratarlos aquí de manera parcelaria no implica que
en la realidad social estén aislados; todo lo contrario, se influyen
mutuamente, y utilizar esta estrategia responde a fines de claridad
expositiva.
Además, debemos ser conscientes que dejaremos de lado
algunos aspectos, pero no es nuestro objetivo en este punto realizar un análisis exhaustivo de la sociedad actual, sino señalar algunos
elementos significativos que tienen repercusión en el proceso de
construcción de la identidad. Habría que preguntarnos aquí, para
ejemplificar nuestro objetivo, ¿qué son los paceños que no son los
demás y qué son los demás que no son los paceños? La otredad implacable dentro del proceso de construcción identitario.
Han transcurrido dos décadas desde que la globalización fue
narrada como destino ineludible de la modernidad. Ahora comienza
a estudiarse la variedad de intercambios, desencuentros y desigual-
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dades que provoca; junto con la homogeneidad generada por la
circulación de capitales y bienes, emergen las diferencias culturales. 8
Tenemos sobre nosotros ese destino, al cual la modernidad
arribó. Los antecedentes y las causas de ese periplo las encontramos
en la misma modernidad.
8 Néstor García, 2000.
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ii
El proceso de construcción de la identidad
Como se puede deducir de lo dicho hasta el momento, en un contexto de cambio y crisis de los modelos ideológicos que habían
permanecido en una situación hegemónica hasta hace algunas décadas, el proceso de construcción de la identidad que tradicionalmente
se había llevado a cabo —caracterizado por su construcción basada
en unos valores más o menos claros y más o menos limitados— se
ve igualmente envuelto en una situación de crisis. Una crisis que
se caracteriza no porque estos valores se desechen sino porque los
procesos sociales que se producen en la actualidad los multiplican exponencialmente, disocian el mundo social en el sentido que
separan por un lado la esfera económico-instrumental y por otro la
esfera cultural y simbólica, presentándose ante nuestros ojos como
ámbitos con tendencias ideológicas contradictorias —globalizantes
vs. localistas— generando una situación de falta de referentes lo suficientemente sólidos para construir a partir de ellos una definición
coherente de uno mismo.
De esta manera vivimos en un mundo en el que la crisis de
sentido, la inseguridad y la desorientación es mucho más palpable
que en épocas anteriores.
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Ahora bien, las propuestas de articulación y la repercusión que
pueden tener sobre la manera en la que los individuos se definen han
sido varias. Pero, a grandes rasgos, y centrándonos en las repercusiones que sobre el yo y la identidad están ejerciendo los cambios sociales
que se están produciendo en la actualidad, podemos diferenciar entre
posturas que dan una centralidad significativa a la identidad y el yo
—en Anthony Giddens9 y como veremos más adelante en Manuel
Castells10 —, y otras que postulan que se está produciendo una disolución del yo y que cuestionan la operatividad y significatividad que
tiene actualmente el concepto de identidad —ejemplificada claramente en la postura de Gergen11 —. Este último posicionamiento
teórico es un ejemplo de la corriente posmodernista.
A muy grandes rasgos el postmodernismo contempla la
imposibilidad de la existencia de alguna verdad a la que aferrarse, es
decir, una falta de sentido en la vida humana insuperable así como la
disolución de la identidad como algo único o reconocible.
Centrándonos en el tema de la identidad, como hemos constatado, la postura postmodernista plantea la disolución del yo. Este
fenómeno es debido al fin de las grandes ideologías que en épocas
anteriores daban sentido a la existencia, así como por la reconceptualización del pasado y el futuro y la multiplicación de mensajes que
se reciben en la actualidad.
Muchos de estos mensajes son contradictorios, y sumen
al individuo en una situación en la que es imposible definirse de
ninguna manera, ya que en tales circunstancias se hace dificultoso
9 Anthony Giddens, 1995.
10 11 20
Manuel Castells, 2001.
Kenneth J. Gergen, 1997.
el optar por algún valor sobre el cual basar la construcción de una
identidad sólida y coherente. Ante esta situación, aparece el culto al
presente, a lo inmediato, el auge de lo fragmentario o el hedonismo.
Por esta razón para muchos pensadores postmodernistas hablar de la
identidad y el yo en la actualidad carece de sentido.
Aceptar esta desaparición de la identidad y por ende del actor
social implica una serie de consecuencias. Como señala Touraine,
si se niega la existencia de la identidad se niega implícitamente la
presencia e influencia de lo social en la configuración del ser
humano, ya que al no ser posible definirse bajo ningún discurso social
—porque son tantos, relativos y tan contradictorios— el sujeto se
convierte simplemente en un papel en blanco que se amolda o no a
una serie de valores, sin que ellos influyan en la manera en que se
define, porque es imposible definirse de ninguna manera. El actor se
convierte en un mero espectador pasivo y no le es posible participar
en el proceso de elaboración de su propia autodefinición. Por otro
lado se niega implícitamente la posibilidad de cualquier acción social
por parte del sujeto ya que los procesos sociales escapan a su control
y le es imposible influir sobre ellos como consecuencia de que no se
define socialmente, sin quedarle otra opción que deambular entre
los procesos e instituciones sociales como un barco a la deriva.
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