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Muy apreciados Sres. Capellanes:
Reciban un sincero y cordial saludo en Cristo y su Santísima Madre.
Un día como hoy, por medio de una nota de la Nunciatura Apostólica, la Santa
Sede me notificaba que debía ejercer desde ese momento el oficio de Administrador
Diocesano Sede Vacante. Han transcurrido ya 5 años.
Con la constante ayuda Divina y la cooperación de Uds., pese a la ausencia de
un Pastor, a lo largo de todo este tiempo hemos podido continuar trabajando y
profundizando nuestra labor pastoral en beneficio de los más de un millón de fieles que
peregrinan junto a nosotros en esta porción del Pueblo de Dios; mujeres y hombres de
las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad que con dedicación sirven a la Patria
y a sus ciudadanos.
Pido disculpas por todas aquellas tareas que no he sabido o no he podido realizar
con pericia, a pesar de mi firme propósito de servir fielmente a Cristo y a su Iglesia.
Por muchas razones damos gracias al Señor. Es dable mencionar, por ejemplo, la
consolidación de una Instrucción Pastoral, los planes sistemáticos de formación para
capellanes y fieles laicos, la profundización de la pastoral vocacional, y la mayor
integración del clero.
No obstante las dificultades, la labor apostólica no se ha interrumpido, y las
obligaciones a las que esta llamado un capellán se han cumplido y se cumplen con
libertad. Éste es un tesoro muy valorado que no debemos desperdiciar. Nuestra conducta
como sacerdotes de Cristo al servicio de los hermanos debe ser cada vez más ejemplar.
Ésa es la mejor defensa de la tarea que se nos ha encomendado. No olvidemos que
somos verdaderos párrocos en aquella unidad, regimiento, escuela, instituto de
formación, centro asistencial, base, agrupación, zona, misión de paz o campaña en la
que nos toca la cura de almas.
En este camino, y hasta que la Santa Sede provea un nuevo Obispo, la labor debe
continuar sin pausa.
Como todos están debidamente notificados, Su Santidad Benedicto XVI, por
medio de la Carta Apostólica en forma Motu Proprio PORTA FIDEI, ha convocado al
Año de la Fe. Comenzará el 11 de octubre próximo, en el cincuenta aniversario de la
apertura del Concilio Vaticano II y culminará en la Solemnidad de Cristo Rey, el 24 de
noviembre de 2013.
Este Obispado ha adherido con fervor a esta convocatoria del Santo Padre. El
mes pasado, en el marco del XXII Encuentro General de Clero Castrense, tuvimos
nuestra primera introducción a cargo del Sr. Arzobispo de la Plata. Asimismo, fue
entregada a los Sres. Capellanes la Nota con Indicaciones Pastorales para el Año de la
Fe, publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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El Punto III de dicha Nota se detiene en el ámbito diocesano:
1. Se auspicia una celebración de apertura del Año de la Fe y de su solemne
conclusión en el ámbito de cada Iglesia particular, para “confesar la fe en el Señor
Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo.
La apertura del Año de la Fe la hemos previsto en ocasión de la Peregrinación
Castrense Anual a un Santuario Mariano. La Zona Buenos Aires lo hará el 12 de
octubre a la Basílica de Luján. Se predicará sobre el sentido de la convocatoria
pontificia y se rezará especialmente el Credo. Del mismo modo se procederá en las
distintas peregrinaciones a santuarios marianos del interior del país. De ser posible, se
ruega encaminar los esfuerzos para celebrar dicha peregrinación también el 12 de
octubre.
La solemne conclusión tendrá lugar en la Iglesia Catedral Stella Maris, iglesia
madre de la Diócesis, como signo de unión de la Iglesia particular en una misma Fe. A
fin de facilitar la mayor concurrencia de fieles laicos, con carácter único y excepcional,
se trasladará la celebración de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, al viernes
inmediatamente anterior, es decir el 22 de noviembre de 2013.
Por su parte, las dependencias del interior del país podrán unirse a las
celebraciones conclusivas de las respectivas diócesis territoriales.
2. Será oportuno organizar en cada diócesis una jornada sobre el Catecismo de la
Iglesia Católica, invitando a tomar parte de ella sobre todo a sacerdotes, personas
consagradas y catequistas. En esta ocasión, por ejemplo, las eparquías católicas
orientales podrán tener un encuentro con los sacerdotes para dar testimonio de su
específica sensibilidad y tradición litúrgicas en la única fe en Cristo; así, las Iglesias
particulares jóvenes de las tierras de misión podrán ser invitadas a ofrecer un
testimonio renovado de la alegría de la fe que las distingue.
3.
Cada Obispo podrá dedicar una Carta pastoral al tema de la fe, recordando la
importancia del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, teniendo
en cuenta las circunstancias específicas de la porción de fieles a él confiada.
El XXIII Encuentro General de Clero Castrense, que tendrá lugar entre el 8 y 12
de abril y al que concurren la inmensa mayoría de los capellanes, será el momento para
redescubrir y profundizar en el estudio del Concilio Vaticano II unido íntimamente al
Catecismo de la Iglesia Católica. Se invitará a hermanos sacerdotes de Eparquías o
Exarcados para que den testimonio de su fe y compartan don nosotros sus vivencias y
preocupaciones.
4.
Se espera que en cada Diócesis, bajo la responsabilidad del obispo, se
organicen eventos catequísticos para jóvenes y para quienes buscan encontrar el
sentido de la vida, con el fin de descubrir la belleza de la fe de la Iglesia,
aprovechando la oportunidad de reunirse con sus testigos más reconocidos.
5.
Será oportuno verificar la recepción del Concilio Vaticano II y del Catecismo
de la Iglesia Católica en la vida y misión de cada Iglesia particular, especialmente en
el ámbito catequístico. En tal sentido, se espera un renovado compromiso de parte
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de los departamentos de catequesis de las diócesis, que sostenidos por las
comisiones para la catequesis de las Conferencias Episcopales, tiene en deber de
ocuparse de la formación de los catequistas en lo relativo a los contenidos de la fe.
Evaluamos oportuno elegir como ámbito especial para desarrollar los puntos
precedentes al Movimiento de Acampadas. A éste, a nivel de nuestro Obispado, se le ha
dado un nuevo impulso con la conformación de un Equipo Diocesano que posee la
misión de coordinar la actividad en todas las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad,
bajo una directiva y metodología común. Por tanto, a lo largo del Año de la Fe, las
Acampadas deberán profundizar en el camino de la fe. Como señala Benedicto XVI:
“Para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del
encuentro con Cristo” (Porta Fidei, n. 2).
Del mismo modo, las misiones pastorales que se organizan anualmente desde
hace tiempo, estarán concentradas en ayudar a los fieles misionados “a redescubrir el
don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la
vocación cristiana por su misma naturaleza es también vocación al apostolado” (Porta
Fidei IV, 6).
6. La formación permanente del clero podrá concentrarse, particularmente en este
Año de la fe, en los documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la
Iglesia Católica, tratando, por ejemplo, temas como “el anuncio de Cristo
resucitado”, “la Iglesia sacramento de salvación”, “la misión evangelizadora en el
mundo de hoy”, “fe e incredulidad”, “fe, ecumenismo y diálogo interreligioso”, “fe
y vida eterna”, “hermenéutica de la reforma en la continuidad”, y “el Catecismo en
la atención pastoral ordinaria”.
Durante este año, además del ya consolidado programa de formación
permanente para el clero de la Zona Buenos Aires, hemos afianzado dicho programa
para dos grandes zonas del país: Zona Centro, con sede en Córdoba, y Zona Sur, con
sede en Puerto Belgrano. A los tres centros concurren capellanes de las cinco Fuerzas.
En el transcurso del Año de la Fe se unificará la temática a desarrollar a fin de
que todos los sacerdotes estén orientados en un mismo camino formativo. Las urgencias
son muchas, pero el cómo desarrollar la misión evangelizadora en el mundo de hoy
aparece prioritario frente a los bruscos cambios culturales que se están experimentando.
Debemos estar sólidamente formados en estos aspectos.
7. Se invita a los Obispos a organizar celebraciones penitenciales, particularmente
durante la cuaresma, en las cuales se ponga un énfasis especial en pedir perdón a
Dios por los pecados contra la fe. Este año será también un tiempo favorable para
acercarse con mayor fe y frecuencia al sacramento de la Penitencia.
La invitación se hace extensiva a todos los capellanes, con el objeto de concretar
las mencionadas celebraciones penitenciales a partir del Miércoles de Ceniza y durante
todo el tiempo cuaresmal. A fin de garantizar la participación de los fieles se debe
proceder en forma organizada y coordinada con las autoridades correspondientes de la
unidad.
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Se promueve asimismo la invitación a dichas celebraciones de otros capellanes,
en especial de otras Fuerzas que estuvieran presentes en distancias prontas, de manera
de continuar afianzando el sentido de pertenencia al clero diocesano y como un signo
más de unión en la fe.
8. Se espera la participación del mundo académico y de la cultura en un diálogo
renovado y creativo entre fe y razón, a través de simposios, congresos y jornadas de
estudio, especialmente en las universidades católicas, que muestren “cómo entre la
fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque
por caminos distintos, tienden a la verdad”.
9. Será importante promover encuentros con personas que “aún no reconociendo en
ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último de la verdad definitiva
de su existencia y del mundo”, inspirándose también en los diálogos del Patio de los
Gentiles, iniciados bajo la guía del Consejo Pontifico de la Cultura.
Queremos hacer un llamado a los Sres. Capellanes para que en la medida de sus
posibilidades, además de la participación en la formación permanente, concurran a los
congresos o disertaciones que las diferentes universidades católicas u otros centros de
estudios católicos distribuidos en todo el territorio nacional ofrecerán en oportunidad
del Año de la Fe.
10. El Año de la fe será una ocasión para dar mayor atención a las escuelas
católicas, lugares privilegiados para ofrecer a los alumnos un testimonio vivo del
Señor, y cultivar la fe con una oportuna referencia a uso de buenos instrumentos
catequísticos, como por ejemplo el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica
o el Youcat.
Este último punto toca especialmente la tarea de los capellanes de Institutos de
Formación. Si bien esos centros de educación no son estrictamente católicos, la labor
del sacerdote aparece facilitada por la joven edad de los aspirantes o cadetes.
Desde este Obispado se redoblarán los esfuerzos para obtener ejemplares del Youcat
que lleguen, a través del capellán, a esa comunidad educativa.
También quiero resaltar los puntos sobresalientes referidos al ámbito parroquial
que se encuentran en la Nota con indicaciones pastorales de la Congregación para la
Doctrina de la Fe (Punto IV).
Exhorto vivamente a los Sres. Capellanes a tener muy en cuenta las siguientes
orientaciones para implementarlas concretamente en sus capellanías:
•
Invitar a los fieles a la lectura y meditación de la Carta Apostólica
Porta Fidei de su Santidad Benedicto XVI;
•
Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, de modo especial
en la Eucaristía;
• Proponer un ciclo de homilías sobre la fe;
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•
Guiar a los catequistas y grupos de fieles laicos en la lectura y
profundización del Catecismo de la Iglesia Católica;
• Prourar que cada familia cuente con un ejemplar del Catecismo;
• Promover con renovado esfuerzo una misión popular.
Queridos capellanes, éstas son algunas de las iniciativas que estamos
promoviendo en nuestro Obispado para llevar adelante la concreción efectiva del Año
de la Fe. En el próximo tiempo perfeccionaremos las indicadas y sumaremos nuevas.
Los impulso una vez más a seguir trabajando por el Reino y pido a San Juan
Capistrano nos guíe con su valiosa intercesión.
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