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Qué es la artritis
reumatoide
Literalmente, el término artritis significa inflamación de las articulaciones
(artr-: articulación, -itis: inflamación). Actualmente, se estima que existen más de 100 tipos diferentes de artritis y
enfermedades reumáticas asociadas.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica, de naturaleza autoinmune, caracterizada por la afectación
simétrica de múltiples articulaciones y la presentación de manifestaciones extraarticulares.
¿A quién afecta la AR?
La AR es una enfermedad relativamente frecuente. Según datos estadísticos globales, afecta a entre el 0,3 y el 1% de la población.
En España, la AR afecta aproximadamente al 0,5% de la población adulta, con lo cual habría, en total, más de 200.000 afectados.
Cada año se diagnostican unos 10.000-20.000 nuevos casos.
La AR suele manifestarse entre los 40 y 60 años de edad y afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque en las mujeres es hasta
tres veces más frecuente que en los varones.
¿Qué sucede en la AR?
Las articulaciones permiten el movimiento del cuerpo, ya que son estructuras de unión entre los componentes del esqueleto, los huesos.
Existen diversos tipos, siendo las móviles las que se afectan en la AR. Están formadas por los extremos de dos o más huesos y otros
componentes no menos importantes, como son el cartílago articular, la cápsula articular y la membrana sinovial. Los extremos de los
huesos están recubiertos por el cartílago articular, el cual reduce la fricción y absorbe los choques y las vibraciones.
La cápsula articular es una envoltura que, a modo de saco, engloba toda la articulación y está tapizada por la membrana sinovial que
tiene la misión de fabricar un fluido viscoso, el líquido sinovial o articular, que actúa como un lubricante que reduce el roce entre las
estructuras de la articulación. Además, la membrana sinovial contiene células inmunitarias y, por lo tanto, tiene un papel destacado en la
defensa de la articulación, por lo que constituye el lugar donde se producen las reacciones inflamatorias.
Cartílago
Permite el movimiento fluido de las articulaciones
Membrana sinovial
Envuelve la articulación
Inflamación de la
membrana sinovial
Produce dolor
Destrucción del
cartílago y del hueso
Articulación sana
Articulación con AR
¿Artritis y artrosis, es lo mismo?
No.
ARTRITIS REUMATOIDE
ARTROSIS
Origen
Es una enfermedad inflamatoria que afecta
primariamente a la membrana sinovial.
Es una patología no inflamatoria, se produce
por un trastorno degenerativo del cartílago
articular.
Inflamación
Se produce inflamación persistente y
mantenida de varias articulaciones.
En ocasiones, puede aparecer inflamación como
consecuencia de la degeneración del cartílago,
pero es una patología no inflamatoria.
Factores de riesgo
Ambos trastornos comparten algunos factores
de riesgo (sexo femenino, predisposición
genética, menopausia, obesidad) si bien el
tabaquismo, el estrés y las infecciones pueden
contribuir a la aparición y progresión de la AR.
La edad, la ocupación y la actividad profesional,
así como la actividad física intensa, favorecen
el desgaste del cartílago articular.
Lesiones
No sólo se desarrollan en las articulaciones, sino
que a menudo afectan a otros órganos y tejidos,
como los pulmones, el corazón, la piel y los ojos.
Las articulaciones más comúnmente afectadas
son las de las extremidades (en particular, las de
los dedos de manos y pies, los tobillos, las rodillas,
los hombros y los codos), que suelen afectarse de
forma simétrica a ambos lados del cuerpo.
Sólo se producen en las articulaciones, siendo
comunmente las rodillas y las caderas las más
afectadas, aunque prácticamente todas las
articulaciones grandes y pequeñas pueden
sufrir esta alteración.
¿Qué quiere decir que la AR es autoinmune?
Significa que existe una alteración de las células del sistema inmune (encargadas de defendernos y protegernos contra agentes
patógenos extraños) que, de forma errónea, “atacan” al propio cuerpo sano. Concretamente, en la AR las células inmunitarias
“atacan” a la membrana sinovial de la articulación, provocando inflamación, calor , rigidez y dolor.
Básicamente, estas células invaden y se acumulan en los tejidos de las articulaciones, a la vez que producen sustancias químicas
(enzimas, anticuerpos, citocinas, etc.) que, acabarán deteriorando y dañando la articulación.
La inflamación crónica, sostenida en el tiempo, conllevará la destrucción del hueso y del cartílago, así como a la aparición de
deformaciones irreversibles o luxaciones.
Además de la lesión en las articulaciones, también son comunes las lesiones en la piel, los vasos sanguíneos, los huesos, los ojos y
órganos tales como los pulmones y el corazón.
¿Qué quiere decir que la AR es crónica?
Significa que, por el momento, no existe un tratamiento curativo definitivo y que los pacientes, habitualmente, deben seguir un
tratamiento farmacológico continuado para mantener los síntomas controlados e, incluso, conseguir la ausencia de los mismos.
Paralelamente, la incorporación de una serie de medidas generales relacionadas con el estilo de vida, el reposo y el ejercicio pueden
ayudar a alcanzar este fin.
La detección precoz de la enfermedad y la instauración temprana de un tratamiento efectivo son objetivos esenciales para evitar el
deterioro físico y la disminución de la calidad de vida.
¿Cuáles son los síntomas de la AR?
La AR se manifiesta típicamente por dolor, tumefacción y rigidez o dificultad
de movimiento en diversas articulaciones, siendo las más frecuentes las de
los dedos de manos y pies, los tobillos, las rodillas, los hombros y los codos,
que suelen afectarse de forma simétrica a ambos lados del cuerpo.
Los síntomas generales, que a veces preceden a las manifestaciones
articulares y tienden a persistir durante toda la evolución del trastorno,
incluyen básicamente cansancio, sensación de malestar, fiebre ligera,
inapetencia y pérdida de peso corporal.
Las posibles manifestaciones extraarticulares, que suelen presentarse
cuando la enfermedad ya está establecida, afectan principalmente a la piel,
los vasos sanguíneos, el corazón, los pulmones, los ojos y la sangre.
La evolución del trastorno es muy variable, ya que en algunas personas el
avance de las lesiones se detiene de forma espontánea, mientras que en
otras progresa a lo largo de toda la vida. Lo más habitual, sin embargo, es
que el trastorno evolucione durante muchos años o a lo largo de toda la
vida, con alternancia de períodos de exacerbación sintomática –o «brotes
sintomáticos»– que suelen durar unas cuantas semanas o unos pocos meses y
períodos de calma relativa o absoluta.
¿Por qué ocurre la AR?
Actualmente se desconoce la causa específica de la
enfermedad. Lo que sí se sabe es que es una enfermedad
compleja, en el que en su origen intervienen factores
genéticos, así como no genéticos, como son los factores
ambientales y hormonales, que actúan combinadamente
para desdesencadenar la enfermedad.
Se considera que los antecedentes familiares de AR –
el hecho de que padres, abuelos, hermanos o familiares
cercanos de una persona hayan padecido o padezcan
AR– constituyen un factor de riesgo a tener en cuenta.
Esta predisposición, al interaccionar con algún factor
desencadenante de tipo ambiental todavía no bien definido
(hábito tabáquico, estrés, infección bacteriana o vírica,
etc.) y/o hormonales (hormonas femeninas), inducen
que el sistema inmune ataque, de forma equivocada, a las
articulaciones del cuerpo.
?
¿Cómo se diagnostica la AR?
El diagnóstico de la AR se basa en el juicio o criterio clínico del facultativo, puesto que aún no se cuenta con una prueba que
establezca con certeza el padecimiento de la enfermedad. Su diagnóstico puede resultar difícil, sobre todo en etapas tempranas de
la enfermedad, pero generalmente se realiza en base a la historia clínica y la exploración física pero para avanzar en el proceso de
diagnóstico se solicitan diversas pruebas y exploraciones complementarias, en particular análisis de sangre y
radiografías de los segmentos esqueléticos presuntamente afectados.
• Articulaciones inflamadas y dolorosas: un examen físico identificará las articulaciones dolorosas, así
como la pérdida de movilidad, crujidos articulares, deformidad, etc.
• Análisis de sangre: algunas medidas sanguíneas pueden ayudar al diagnóstico de la AR, como la presencia
anemia, de anticuerpos contra péptidos citrulinados y del factor reumatoide y ciertas anomalías en la velocidad de
sedimentación globular y en la proteína C reactiva,
entre otras.
• Radiografías: suelen solicitarse radiografías simples de los
segmentos esqueléticos en los que se ha notado la presencia de
artritis, como asimismo, por rutina, de las manos y de los pies.
• Líquido sinovial: la extracción de líquido sinovial de las
articulaciones afectadas por artrocentesis y su análisis posterior,
puede ser de utilidad para establecer el diagnóstico diferencial con
¿Cuál es el tratamiento de la AR?
Existen numerosos tratamientos de la AR cuyo objetivo es conseguir la ausencia de síntomas, disminuyendo la inflamación,
eliminando el dolor y evitando, en lo posible, el daño articular. Todo ello logrará favorecer el bienestar de los pacientes y mejorar su
calidad de vida.
El tratamiento de la AR incluye:
Tratamiento farmacológico
Muchos medicamentos para tratar la AR están dirigidos a reducir el dolor y paliar los síntomas de la enfermedad. La
aparición de nuevas terapias, especialmente las biológicas, dirigidas particularmente a actuar sobre el sistema inmune,
hacen que sea posible controlar y reducir, incluso frenar la progresión de la enfermedad en un porcentaje elevado de
pacientes.
Fármacos antiinflamatorios y analgésicos
Medicamentos dirigidos a sobrellevar el dolor a corto plazo y a disminuir la inflamación, aunque en ningún caso pueden
modificar el curso de la enfermedad.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINES) y los corticoides son los más utilizados. En general se administran por vía oral,
aunque los corticoides se pueden inyectar dentro de la articulación.
El facultativo tratará de buscar la dosis efectiva mínima para evitar posibles efectos adversos.
Fármacos Antirreumáticos Modificadores de la Enfermedad (FAME)
Este grupo de fármacos no sólo mejora los síntomas del paciente, sino que también frenan el avance del daño articular.
Son de acción lenta, y los hay de dos tipos, los FAMES tradicionales y los FAMES biológicos, una nueva generación de
FAMES que han supuesto un avance determinante en el tratamiento de la AR.
Fármacos biológicos
Actúan bloqueando proteínas (citoquinas: TNF, IL-6, etc.) del sistema inmune o bien inactivando moléculas relacionadas
con la activación de los linfocitos que intervienen en los procesos inflamatorios (linfocitos B o los linfocitos T).
En los últimos tiempos, la introducción de estas terapias ha modificado en gran medida la historia natural de la
enfermedad y frenado el daño estructural que ésta desencadena.
El reumatólogo será quien se encargará de indicarlos y combinarlos con los FAMES tradicionales cuando lo estime
oportuno.
Tratamiento NO farmacológico
Evitar el estrés psíquico y las actividades físicas extremas son medidas generales recomendadas.
Descanso y cuidado de las articulaciones afectadas, evitando doblar las mismas durante los
periodos de reposo.
Realización de ejercicios moderados, que no precisen contacto físico o choques bruscos, para favorecer la flexibilidad de
las articulaciones y ayudar a mantener los músculos fuertes.
El uso de calor o frío superficial (termoterapia) aplicado sobre las articulaciones puede ser indicado por su acción
analgésica y relajante del músculo.
Aparatos ortopédicos o férulas especiales pueden proveer de apoyo a la articulación afectada.
La cirugía para reparar o reemplazar una articulación dañada es recomendable cuando la enfermedad provoca un dolor
limitante o una incapacitación funcional.
¿A qué médico acudir?
Es probable que el médico de cabecera a quién visita habitualmente pueda identificar la sospecha de AR, pero éste le derivará al
reumatólogo, que será el especialista que establezca el diagnóstico definitivo e instaure el tratamiento adecuado.
La atención del paciente con AR está en manos de un equipo asistencial compuesto básicamente por el reumatólogo –que es
el médico de referencia–, el médico de cabecera, el personal de enfermería, el médico rehabilitador, el psicólogo, el terapeuta
ocupacional, el fisioterapeuta,y el asistente social.
El manejo de la AR debe realizarse en estrecha colaboración entre el paciente y el equipo de profesionales sanitarios para lograr el
control óptimo de la enfermedad.
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· Carbonell J, Cobo T, Balsa A, et al. The incidence of rheumatoid arthritis in Spain: results from a nationwide primary care registry. Rheumatology 2008;47(7):1088-92.
Sanofi Genzyme y Regeneron están comprometidas en proveer recursos para mejorar la comprensión de la patogénesis de la
artritis reumatoide, e investigar en las necesidades no cubiertas de los pacientes que sufren esta enfermedad.
SAES.SARI.16.09.0590b/Sep.2016
· http://www.conartritis.org/todo-sobre-artritis/que-es-la-ar/(último acceso 5 de julio 2016)