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Renovación Carismática Católica en España
Material de Formación
CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA (II)
Vosotros, en cambio, sois una raza elegida,
un sacerdocio real, una nación santa, un
pueblo adquirido para anunciar las
maravillas de aquel que los llamó de las
tinieblas a su admirable luz: vosotros, que
antes no eráis un pueblo, ahora sois el
Pueblo de Dios. (1 P 2,9)
El Vaticano II para hacernos comprender la
naturaleza íntima del misterio de la Iglesia nos
presenta las diversas imágenes que emplea la
Sagrada Escritura "tomadas de la vida pastoril, de la
agricultura, de la edificación, como también de la
familia y de los esponsales" (LG 6). Estas imágenes
tienen una idea de fondo, la de Pueblo de Dios
LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS
El Concilio Vaticano II dedica todo el segundo
capítulo de la Constitución dogmática sobre la Iglesia
a la consideración de la Iglesia como el Pueblo de
Dios.
Esta imagen está tomada del Antiguo
Testamento y nos ayuda a captar bajo otros aspectos
el misterio de comunión de Dios con los hombres en
su Hijo, del cual ya nos han hablado las imágenes
anteriores de la Iglesia, y la unidad que existe en
todo el plan de salvación realizado por Dios a lo largo
de toda la historia.
Características del Pueblo de Dios
El Pueblo de Dios tiene características que le
distinguen claramente de todos los grupos religiosos,
étnicos, políticos o culturales de la historia:
o
Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en
propiedad a ningún pueblo. Pero Él ha
adquirido para sí un pueblo de aquellos que
antes no eran un pueblo: "una raza elegida,
un sacerdocio real, una nación santa" (1 P 2,
9).
o
Se llega a ser miembro de este cuerpo no
por el nacimiento físico, sino por el
"nacimiento de arriba", "del agua y del
Espíritu" (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en
Cristo y el Bautismo.
o
Este pueblo tiene por Cabeza a Jesús el
Cristo (Ungido, Mesías): porque la misma
Unción, el Espíritu Santo fluye desde la
Cabeza al Cuerpo, es "el Pueblo mesiánico".
o
"La identidad de este Pueblo, es la dignidad
y la libertad de los hijos de Dios en cuyos
corazones habita el Espíritu Santo como en
un templo" (LG 9).
o
"Su ley, es el mandamiento nuevo: amar
como el mismo Cristo mismo nos amó (cf. Jn
13, 34. Esta es la ley "nueva" del Espíritu
Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
o
Su misión es ser la sal de la tierra y la luz del
mundo ( Mt 5, 13-16). "Es un germen muy
seguro de unidad, de esperanza y de
salvación para todo el género humano" (LG
9).
o
"Su destino es el Reino de Dios, que él
mismo comenzó en este mundo, que ha de
ser extendido hasta que él mismo lo lleve
también a su perfección" (LG 9)
LA IGLESIA COMO COMUNIDAD
La Iglesia es entonces comunidad de los hombres con
Dios y de los hombres entre sí, comunidad en la que
por la acción del Espíritu Santo, Cristo se hace
presente y se comunica a los hombres.
Esta comunidad se realiza también bajo la forma de
una comunidad sacramental, en el sentido en que
antes hemos dicho, porque siempre es signo visible
de esa comunión de vida (realidad invisible) entre
Dios y los creyentes, y también porque cuando toda
asamblea de creyentes se reúne para celebrar los
sacramentos, y de manera especial la Eucaristía,
Creo en la Santa Iglesia Católica (II)
Objetivos
o Reconocer nuestra pertenencia a la Iglesia,
como pueblo elegido de Dios
o Avivar nuestra conciencia e identidad de
discípulo y seguidor de Cristo: ser la sal de la
tierra y la luz del mundo.
o Vivir en comunión con mis hermanos en la fe y
misión
1
Renovación Carismática Católica en España
Material de Formación
constituye una comunidad, comunidad sacramental
reunida en Cristo.
LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO
Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su
vida (cf. Mc. 1,16-20; 3, 13-19); les reveló el Misterio
del Reino (cf. Mt 13, 10-17); les dio parte en su
misión, en su alegría (cf. Lc 10, 17-20) y en sus
sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30). Jesús habla de una
comunión todavía más íntima entre Él y los que le
sigan: "Permaneced en mí, como yo en vosotros [...]
Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" (Jn 15, 4-5).
Anuncia una comunión misteriosa y real entre su
propio cuerpo y el nuestro: "Quien come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Jn 6,
56).
Cuando fueron privados los discípulos de su
presencia visible, Jesús no los dejó huérfanos (cf. Jn
14, 18). Les prometió quedarse con ellos hasta el fin
de los tiempos (cf. Mt 28, 20), les envió su Espíritu
(cf. Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso, la comunión con
Jesús se hizo en cierto modo más intensa: "Por la
comunicación de su Espíritu a sus hermanos,
reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye
místicamente en su cuerpo" (LG 7).
Creo en la Santa Iglesia Católica (II)
Los creyentes que responden a la Palabra de Dios y
se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan
estrechamente unidos a Cristo: "La vida de Cristo se
comunica a los creyentes, que se unen a Cristo,
muerto y glorificado, por medio de los sacramentos
de una manera misteriosa pero real" (LG 7). Esto es
particularmente verdad en el caso del Bautismo por
el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrección de
Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el caso de la
Eucaristía, por la cual, "compartimos realmente el
Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión
con él y entre nosotros" (LG 7).
2
La unidad del cuerpo no ha abolido la diversidad de
los miembros: "En la construcción del Cuerpo de
Cristo existe una diversidad de miembros y de
funciones. Es el mismo Espíritu el que, según su
riqueza y las necesidades de los ministerios,
distribuye sus diversos dones para el bien de la
Iglesia". La unidad del Cuerpo místico produce y
estimula entre los fieles la caridad: "Si un miembro
sufre, todos los miembros sufren con él; si un
miembro es honrado, todos los miembros se alegran
con él" (LG 7).
Esta imagen hace resaltar la unidad de los miembros
entre sí y su unión vital con Cristo por medio del
bautismo, hasta el punto de que el mismo Señor se
identifica con los cristianos.
Esto nos ayuda a profundizar en el punto anterior: la
Iglesia en su misma esencia es la comunidad de vida
que resulta de los hombres incorporados a Cristo,
como miembros unidos a la Cabeza, los cuales
reciben de Ella vida divina, por lo cual resulta que la
Iglesia es también la culminación del misterio de
Cristo: el Cristo total, y todo es "para edificación del
Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la
unidad de la fe y el conocimiento pleno del Hijo de
Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de
la plenitud de Cristo" (Ef 4, 12-13).
"La Cabeza de este Cuerpo es Cristo. Él es la Cabeza
de su Cuerpo que es la Iglesia... Es necesario que
todos los miembros se hagan conformes a Él hasta el
extremo de que Cristo quede formado en ellos. Por
eso somos incorporados a los misterios de su vida,
configurados con El, muertos y resucitados con El,
hasta que con El reinemos... "(LG 7).
Cristo posee la gracia, la vida del Espíritu en plenitud,
nosotros en cambio la conseguimos como miembros
y por un don gratuito. San Agustín decía: "El cuerpo y
los miembros ¿no forman un solo Cristo? ¿Qué es la
Iglesia?: el Cuerpo de Cristo. Añadidle la cabeza, y
tendréis un solo hombre: la cabeza y el cuerpo
forman un solo hombre".
Esta unión entre Cristo y nosotros, sus miembros, no
es una unidad física, pero tampoco una unidad
moral: se la llama unidad mística, por esto se dice de
la Iglesia que es la plenitud de Cristo, la consumación
de su misterio, el Cristo total: "la Iglesia que es su
Cuerpo, Plenitud del que lo llena todo en todo"(Ef
1,22-23; 4, 13; Col 2. 10).
LA IGLESIA, TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO
San Agustín dice: “Lo que nuestro espíritu, es decir,
nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo
es el Espíritu Santo para los miembros de Cristo, para
el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”
Sin el Espíritu Santo la Iglesia no es más que una
institución humana, eso es lo que ven los no
creyentes. Por el contrario, si tenemos experiencia
del Espíritu Santo vemos la Iglesia de otro modo,
somos capaces de comprender su misterio, sabemos
que habita en ella y en cada uno de nosotros como
en un templo. Cuando nos dejamos guiar por el
Espíritu Santo vemos que él es el construye la unidad
del Cuerpo de Cristo.
Renovación Carismática Católica en España
Material de Formación
ES
UNA,
SANTA,
CATÓLICA
Y
"Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que
confesamos en el Credo que es una, santa, católica y
apostólica" (LG 8). Estos cuatro atributos,
inseparablemente unidos entre sí (cf. DS 2888),
indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión
Cuando confesamos en el Credo que la Iglesia es una,
santa, católica y apostólica afirmamos aquellas
propiedades esenciales por las que exteriormente
puede ser reconocida y discernida como la Iglesia de
Cristo.
o
o
o
o
UNA quiere decir: única. La Iglesia de Cristo es
una sola, aunque "fuera de su estructura se
encuentran muchos elementos de santidad y
verdad que, como bienes propios de la Iglesia de
Cristo, impelen hacia la unidad católica: 2)
unidad en la fe y unidad de régimen, como
expresión de la unidad de comunión.
SANTA, porque: 1) en sus principios
constitutivos, como institución de salvación o
medio por el que Dios comunica su vida, lleva la
santidad de Dios, y 2) porque, aunque en este
mundo está integrada por pecadores, es la
Iglesia de los santos. La Iglesia perfectamente
santa sólo existe en el cielo. En este mundo "la
Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y
siendo al mismo tiempo santa y necesitada de
purificación, avanza continuamente por la senda
de la penitencia y de la renovación" (LG 8).
CATÓLICA quiere decir universal, más que por la
catolicidad cuantitativa, o geográfica, lo es, por
el carácter universal de su doctrina y de los
medios de salvación que ofrece a "todos los
hombres, que están llamados a formar parte del
nuevo Pueblo de Dios.... Este carácter de
universalidad que distingue al Pueblo de Dios es
un don del mismo Señor con el que la Iglesia
Católica tiende, eficaz y perpetuamente, a
recapitular toda la humanidad, con todos sus
bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad "de su
Espíritu". (LG 13).
APOSTÓLICA quiere decir que hasta nuestros
días y hasta el fin del mundo se dará una
sucesión directa de los Apóstoles en los Obispos,
y de Pedro, como jefe y cabeza visible, en el
Romano Pontífice. Esto asegura a su vez una
sucesión ininterrumpida en doctrina, en medios
de salvación, en culto.
El motivo de la misión. Del amor de Dios por todos
los hombres la Iglesia ha sacado en todo tiempo la
obligación y la fuerza de su impulso misionero:
"porque el amor de Cristo nos apremia..." (2 Co 5, 14;
cf AA 6; RM 11). En efecto, "Dios quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno
de la verdad" (1 Tm 2, 4). Dios quiere la salvación de
todos por el conocimiento de la verdad. La salvación
se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la
moción del Espíritu de verdad están ya en el camino
de la salvación; pero la Iglesia a quien esta verdad ha
sido confiada, debe ir al encuentro de los que la
buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio
universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera.
Por la apostolicidad y por la asistencia del Espíritu
Santo se asegura a lo largo de la historia la
transmisión del mensaje auténtico de Cristo y el que
todos los elementos esenciales de su Iglesia lleguen
hasta nosotros partiendo de Cristo y a través de los
Apóstoles.
APLICACION PRÁCTICA

Creemos en la Iglesia, decimos en el Credo.

Debo darme cuenta de que siendo la Iglesia un
Misterio, no puedo llegar a conocer su realidad
más profunda y verdadera si no es a través de la
fe

¿Miro a la Iglesia siempre con mirada de fe?

Cuando digo Creo en la Iglesia afirmo que ella es
la prolongación de Cristo en el tiempo y en el
espacio, que de ella recibo la fe y que en ella
llego a entrar en posesión de la salvación y del
don del Espíritu.
.
Ministerio de Formación.
Bibliografía:
Catecismo de la Iglesia Católica 781-851
PREGUNTAS PARA LA REFLEXION
1.
2.
3.
4.
¿Rechazar a la Iglesia es rechazar a Cristo?
¿Debo avivar la conciencia de mi pertenencia a
este Pueblo?
¿Encuentro en la Iglesia mi identidad de
discípulo y seguidor de Cristo?
¿Vivo en comunión con mis hermanos en la fe?
Creo en la Santa Iglesia Católica (II)
LA IGLESIA
APOSTÓLICA
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