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•el
escaparate•
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n mundo lleno de máquinas que piensan puede ser una pesadilla o un sueño.
En cualquier caso es, de momento, una utopía. La mayoría de los científicos considera
que, aunque se ha avanzado mucho, todavía
queda un camino larguísimo por recorrer: el
que separa a una máquina de la vida y a un
procesador de textos, por muy listo que sea,
de Cervantes.
U
Inteligencia
artificial
CECILIA GUERRA
na de las grandes fantasías del ser humano ha
sido siempre la posibilidad de que, un día, las máquinas
pudiesen llegar a pensar como
un hombre. Pero lo que se plantean los científicos hoy ya no son
pesadillas de ciencia ficción tipo
"2001: Odisea del espacio", donde
un potente ordenador era más
inteligente que la especie humana y quería destruirla, o como la
reciente "Inteligencia artificial",
un filme en el que los niños-robots con sentimientos y deseos
suplantan a los hijos. Lo que la
ciencia persigue realmente es
utilizar los avances técnicos para que estos ingenios realicen las
U
tareas más complejas para el ser
humano. ¿Podrán los robots sustituir a los seres humanos?
ROBOTS HUMANOS
En los años setenta, el prestigioso científico y divulgador Isaac
Asimov se hizo la misma pregunta. "Ni siquiera la computadora
más complicada construida hasta ahora por el hombre puede
compararse en complejidad con
el cerebro. Las conexiones y componentes de las computadoras ascienden a miles, no a miles de
millones. Es más, los conmutadores de una computadora son sólo
dispositivos on-off, mientras que
las células cerebrales poseen ya
de por sí una estructura compleja", asegura Asimov en su libro
Inteligencia
de película
ásicamente, hay dos tipos
de películas sobre
Inteligencia Artificial. Unas en
las que las máquinas acaban
por imponerse al hombre como
"2001: odisea del espacio", de
Stanley Kubrick, en la que el
potente ordenador Hal conduce
una misión a Júpiter e intenta
hacerse con el poder, o
"Terminator", de James
Cameron, donde las máquinas
dominan el mundo y sólo unos
pocos hombres resisten, al
igual que ocurre con la más
reciente "Matrix", ideada por
los hermanos Wachosky. En el
otro tipo de filmes, los robots
acaban por confundirse con el
ser humano. Así ocurre en
"Blade runner", de Ridley
Scott, un clásico del género,
protagonizado por un policía
cuya misión es descubrir a
replicantes sólo distinguibles
de los hombres corrientes
mediante un complejo test o
en "Inteligencia artificial", de
Spielberg, en la que el niñoandroide tiene los mismos
sentimientos que uno normal.
B
La ciencia persigue que los
robots sean capaces de realizar
los trabajos más complejos para
el ser humano.
El robot siempre se diferenciará del hombre
en dos aspectos: no posee experiencia vital
que le permita saber si hace frío o calor y
tampoco siente emociones
"Cien preguntas básicas sobre la
ciencia".
Esto, que era cierto en el siglo
pasado, sigue siendo válido hoy,
pese a los espectaculares avances
de la robótica. El cerebro humano
pesa unos 1.350 gramos, apenas un
kilo y medio, pero dentro hay
10.000 millones de neuronas y cientos de miles de millones de otras
células menores, que sólo ahora la
ciencia está empezando a desentrañar. "Los robots del futuro no
serán como hombres, aunque puedan hacer lo que ellos hacen. Es
como un avión: no es un ave, pero
vuela. El robot del futuro siempre
se diferenciará del hombre en dos
aspectos: no posee experiencia vital que le permita saber si hace
frío o calor y tampoco sentirá emociones como la tristeza, la frustra-
ción o la melancolía", ha explicado
Ramón López de Mántaras, científico del Instituto de Investigación
de Inteligencia Artificial del Centro Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC).
En un número especial publicado con motivo del comienzo del siglo XXI, la prestigiosa revista británica "The Economist" escribía en
el mismo sentido: "Este año ya podemos decir que 2001 no nos ha
traído a Hal [el ordenador inteligente de la película de Kubrick], ni
nada parecido a él. Los ordenadores pueden jugar bastante bien al
ajedrez, traducir discursos y reconocer rostros o escrituras. Pero su
inteligencia no alcanza nuestro ser
y nunca lo logrará. No existirá David, el niño androide la película de
Kubrick. Después de medio siglo
En un prestigioso instituto de Inteligencia
Artificial de Boston se ha diseñado un
perro robot con diez funciones diferentes.
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Tras medio siglo de investigaciones en
Inteligencia Artificial, ésta se ha
convertido en famosa más por sus fracasos
que por sus éxitos.
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de frustraciones y callejones sin salida, la investigación en IA se ha
convertido en famosa no por su
éxito, sino por su fracaso". En otro
amplio informe, la misma revista
explica que "millones de años de
evolución han permitido a la naturaleza ser extremadamente eficaz
en las formas para sacar información del entorno" y que reproducir
esto desde un laboratorio no es una
tarea precisamente sencilla.
Contra el timo del euro
ay cosas en las que las máquinas son efectivamente más listas que
los hombres. Un equipo de investigación sobre sistemas
inteligentes de la Universidad Pontificia de Comillas ha ideado un
sistema para evitar los fraudes con las monedas en las máquinas
expendedoras. El sistema, basado en complejos algoritmos de redes
neuronales, árboles de decisión y lógica borrosa impedirá que, como
ocurre ahora, las monedas tailandesas de 10 baths inunden las
máquinas de venta automática. Estas monedas de tamaño y peso
similares a la actual divisa europea, tienen un valor ocho veces
inferior. El hecho de que las piezas de euro se acuñen en diferentes
fábricas obligaba a que estos ingenios tuvieran que aceptar mayores
variaciones en los parámetros, lo que facilitaba los timos más
insospechados.
H
ÚTILES SÍ, INTELIGENTES NO
La inteligencia artificial es un término que se acuñó en 1956, cuando empezaron a surgir los primeros ordenadores. Entonces se
pensó que llegaría algún día en
que las máquinas realizarán automáticamente todas las labores humanas, sobre todo aquellas que
parecen desagradables. Y parte de
eso se ha conseguido: existen lavadoras "inteligentes", edificios
"inteligentes"... Se trata de máquinas capaces de aprender de sus
errores, de efectuar programas
muy complejos con numerosas variables; pero calificarlas de inteligentes es dejar en muy mal lugar
al ser humano. Una pequeña traductora de bolsillo o un traductor
de Internet pueden pasar un texto
del alemán al persa, o del chino al
castellano; pero no pueden y, según todos los científicos, nunca
podrán escribir "El Quijote", ni siquiera redactar un artículo. La
complejidad de la vida, del pensamiento, de los sentimientos no se
encuentran en una máquina... Sin
embargo, no todos los científicos
son tan pesimistas. Cuando le preguntaron si alguna vez los robots
serán capaces de reemplazar a los
seres humanos, Enric Trillas, catedrática de Inteligencia Artificial
de la Universidad Politécnica de
Ni siquiera la computadora más avanzada
construida hasta ahora por el hombre puede
compararse en complejidad con el cerebro humano
Las redes
neurales, un sistema
de conexiones que
imita el
funcionamiento de
las células del
cerebro, podrían
lograr que los robots
tuvieran emociones
parecidas a las
humanas
Madrid, respondió: "¿Y por qué
no? Hasta ahora cada vez que alguien ha predicho que algo jamás
lo conseguiría la informática o los
robots se ha equivocado". Pero
Trillas está hablando del futuro:
en el presente las cosas son muy
diferentes.
Es verdad que el ordenador
"Deep Blue", capaz de realizar 200
millones de posiciones de ajedrez
por segundo, logró ganar al campeón mundial de ajedrez Gary
Kasparov; pero fue una cuestión
de memoria, de gigas, de megas.
Deep Blue nunca podrá realizar
una genialidad, salirse del camino que le han marcado. Kasparov
sí. Un ordenador puede componer
música, pero jamás llegará a ser
Mozart, Bach o los Beatles. Incluso existe un programa informático de creación literaria llamado
Brutus1, en el que trabajó durante siete años un equipo dirigido
por el especialista en IA Selmer
Brinsjord, del Instituto Politécnico Rensselaer de Nueva York. Según sus creadores, utilizando
combinaciones de todos los recursos narrativos, Brutus1 es capaz
de crear resultados imprevisibles.
Pero ninguna máquina podrá
igualar su memoria a la del ser
humano. Es verdad que ni siquiera Borges fue capaz de retener toda la Enciclopedia británica en su
cabeza y que un ordenador puede
hacerlo. Pero los recuerdos de los
olores, los rostros, las sensaciones, los sentimientos no cabrían
nunca en ningún disco. La magdalena mojada en la tila que hace
recordar al narrador de "En busca
del tiempo perdido" todo su pasado es una sensación que ningún
chip podrá tener. Eso es inteligencia humana, no artificial.
"Quizás llegará el momento en el
que se pueda hablar con los ordenadores de economía, política, física o cualquier campo del conocimiento, aunque el conocimiento
de los ordenadores nunca podrá
ser comparable al de los seres humanos debido a la razón", dijo López de Mántaras en un curso de
verano sobre IA titulado, no sin
ironía, Hal 9.000.
Los que han visitado el Media
Lab, el centro de investigación en
Inteligencia Artificial del prestigioso Massachusetts Institute of
Techonology (MIT) de Boston, hablan de un terrier digital o de un
perro que tiene diez tipos de movimientos diferentes para reaccionar ante una situación. Allí
trabajan 400 investigadores que
pueden dar rienda suelta a sus
fantasías y que, sobre todo, cuentan con medios para hacerlo. Su
objetivo es reproducir en objetos
la inteligencia biológica.
INTELIGENCIA BIOLÓGICA
"Queremos que las máquinas elijan entre una selección compleja
de motivaciones, emociones y matices", explicó en un reportaje Damián Isla, del centro en Inteligencia Artificial de Boston. Han sido
capaces de crear objetos realmente
sorprendentes, entre los creadores
hay auténticos visionarios; pero no
han producido ningún ordenador
inteligente en el sentido humano
de la palabra.
También el biólogo estadounidense Thomas Ray ha querido reproducir a través de un complejo
programa informático uno de los
momentos más intensos de la vida
en la tierra: el periodo Cambriano
cuando, hace 570 millones de años,
la vida multicelular apareció en el
planeta. Ray lleva diez años trabajando en ello y, según las revistas
especializadas, ha conseguido interesantes progresos; pero el camino que le queda por delante sigue siendo muy largo.
En total, en todo el mundo y
principalmente en Estados Unidos, se están llevando a cabo experimentos de este tipo con 25
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En la seguridad ferroviaria o en la aviación,
en la medicina o en las investigaciones
policiales… las aplicaciones prácticas para la
inteligencia artificial son enormes
ordenadores extremadamente potentes, en los que se está intentando reproducir lo que conocemos como experiencia humana.
Uno de los campos de investigación donde más se ha avanzado en
materia de inteligencia artificial
es en el de la medicina; pero los
éxitos en este terreno se han producido precisamente porque los
científicos han rebajado mucho
sus ambiciones.
ROBOTS PARA CURAR
"En los principios de la inteligencia
artificial se aspiraba a crear programas capaces de hacer diagnósticos, una computadora a la que los
médicos se dirigieran como un oráculo. Ahora nos conformamos con
desarrollar sistemas que no intentan tomar decisiones por el médico", señaló en declaraciones a la
prensa Víctor Maojo, jefe de Informática Médica de la Universidad
Complutense. Maojo hizo sus declaraciones cuando saltaron a las
primeras páginas de la prensa
mundial informaciones sobre robots capaces de llevar a cabo dificilísimas operaciones de corazón y
cerebro. Pero esos robots no dejaban de ser máquinas: capaces de
hacer cortes mucho más precisos
que un ser humano; al igual que un
coche irá siempre más rápido que
el velocista más entrenado. Sin una
mente humana dirigiendo la operación, ésta hubiese sido un fracaso.
Sin embargo, los científicos
quieren dotarlos de algunas de
esas características humanas, siguen empeñados en descubrir esa
especie de piedra filosofal de los siglos XX y XXI llamada IA. La primera, la capacidad de hacer juicios
de valor no exactos, se conseguiría
con la llamada lógica difusa o borrosa, una rama de la inteligencia
artificial que imita la conducta humana. A diferencia de la lógica binaria que utilizan los ordenadores
actuales y que sólo les permite distinguir entre dos valores (blanco o
negro), la lógica borrosa posibilita
establecer toda una amplia gama
intermedia entre dos estados. Esta
facultad del ordenador le permite
aprender de sus experiencias y ya
es utilizada en programas de reconocimiento de voz y de escritura
manual. Tener emociones parecidas a las humanas y aprender de
los errores es posible a través de
las redes neurales, esto es, un sistema de conexiones que imita el
funcionamiento de las células del
cerebro humano. Una científica
norteamericana, Ayanna Howard,
del Laboratorio de Propulsión a
Chorro de la NASA ha diseñado un
nuevo robot "inteligente" para misiones de exploración a la Luna y
otros planetas. "Queremos darle
instrucciones al robot para que
piense sobre los posibles obstáculos que pueda encontrar, de igual
manera que lo haría un astronauta
en la misma situación. Nuestro trabajo es ayudar al robot para que
piense en términos más lógicos
respecto a girar a la derecha o a la
Un gran logro científico sería
que los robots llegaran a hacer
juicios de valor no exactos.
Los científicos quieren lograr que las
máquinas sean capaces de elegir entre una
selección compleja de motivaciones, emociones
y matices
izquierda, no simplemente cuántos
grados de rotación", asegura Howard en la página web de la agencia espacial estadounidense.
Desde los coches hasta las máquinas para detectar las monedas
falsas, en la seguridad ferroviaria
o en la aviación, en la medicina, en
la seguridad o en las investigaciones policiales, los campos de investigación, en busca de aplicaciones
prácticas para la inteligencia artificial, son enormes. Pero los científicos todavía se encuentra en un estado muy primitivo de la cuestión:
se trata de máquinas, de robots u
ordenadores, que hacen cosas sorprendentes, que son capaces de
aprender de sus errores y de llevar
a cabo operaciones de una complejidad extraordinaria pero todavía
están muy lejos de lo que, durante
miles de años, se ha entendido por
vida y por inteligencia.
Todas estas aplicaciones son
muy útiles. Pero no tienen nada
que ver con la idea de un mundo
dominado por las máquinas que
describen las películas "2001" o
"Terminator", tampoco con los robots convertidos en humanos de
"AI" o "Blade Runner". Son objetos, incapaces de generar o de provocar en los seres humanos sentimientos complejos. Es artificial,
sin duda, pero no es inteligencia. ■