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Contemporánea
Este ensayo sobre la historia de la iglesia protestante en Santo Domingo fue publicado por Alej
andro Paulino Ramos
en la revista
Vetas
. "Recién iniciado el siglo XX, Adolfo Alejandro Nouel (Monseñor Nouel), escribió un artículo
que tituló
“El Movimiento Religioso en la República Dominicana: refutación al periódico “Oiga!”
, en el que rechazaba el auge, que decía el editorialista del referido periódico, había alcanzado
el movimiento protestante en aquellos años. Aunque en la polémica sólo se tocaron
informaciones del siglo XIX, es del conocimiento de historiadores y especialistas en esta
materia, que el protestantismo comenzó a enraizarse en Santo Domingo desde el siglo XVI.
El editorialista de “Oiga!”, periódico que apareció el 7 de diciembre de 1903 y circuló hasta
1910, fue Enrique Deschamps, su primer director, mientras que Nouel se destacó como
Arzobispo de Santo Domingo y llegó a ser presidente de la República. El editorial y la
respuesta a este aparecieron en el mes de diciembre de 1903.
La Iglesia Católica llegó a Santo Domingo con el descubrimiento en 1492 y desde entonces se
extendió en el tiempo orientada por los Franciscanos, Dominicos, Jesuitas y Mercedarios. Fue
en el segundo viaje del Cristóbal Colón cuando llegaron a Santo Domingo la primera docena de
franciscanos.
Muy pronto, en el primer cuarto del siglo XVI, las actividades públicas anticatólicas de Martín
Lutero, iniciadas desde 1517, dieron impulso a un intenso movimiento de crítica contra los
abusos y corrupción de la Iglesia Católica de entonces. Una parte importante de la cristiandad
occidental se alejó de la misma y se apegó al movimiento anticatólico de La Reforma,
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encabezada primero por Lutero y más tarde por Juan Calvino. Europa fue estremecida por las
luchas entre una España católica tradicional y las potencias mercantilistas que le eran
adversas, cuya feligresía comenzó a convertirse al protestantismo.
La respuesta institucional de la Iglesia tradicional fue la Contrarreforma Católica, para oponerse
al protestantismo en los años treinta y cuarenta del mismo siglo. El objetivo principal de la
contrarreforma fue el enfrentamiento de la herejía de los protestantes, y la exigencia para que
estos juraran sumisión al poder papal.
En Santo Domingo la división acontecida en la iglesia se sintió con insistencia a partir del
surgimiento y propagación del contrabando de los pobladores de la isla de Santo Domingo con
los corsarios y comerciantes de los países enemigos de España, en los que se había
fortalecido la disidencia católica; en especial en Inglaterra, Francia y Holanda.
La presencia de las ideas religiosas luteranas en Santo Domingo, aparecen en documentos de
la época. Por ejemplo, Joan Malgarejo en carta al Rey, del 6 de febrero de 1587, se refiere a
las intenciones del monarca de enviar Audiencia de la Inquisición a Santo Domingo, para poner
fin al contrabando con corsarios y comerciantes herejes. Malgarejo consideraba el contrabando
como un “negocio diabólico”. El licenciado Acedo, otro que se refirió preocupado sobre las
actividades anticatólicas en la isla, llegó a decir que los españoles de Santo domingo parecen
que han “perdido el temor a Dios y al Rey”, creyendo que con su practica ganan el cielo al
tratar con los luteranos, y recomendó que si los contrabandistas son herejes, el único remedio
era castigarlos.
La Biblia y las ideas luteranas germinaban en medio del comercio ilegal en la Isla de Santo
Domingo. El castigo ejecutado y recomendado por algunas autoridades, desató el
despoblamiento y devastación de una parte importante de la Isla, entre 1605-1606; todos los
territorios sospechosos de estar implicados en el referido rescate fueron incendiados y los
pobladores llevados contra su voluntad a las proximidades de la ciudad de Santo Domingo,
rompiendo así los vínculos entre esos habitantes de la “banda norte” con la fe y los negocios de
los enemigos de España.
Aunque este hecho fortaleció el catolicismo tradicional, este volvió a erosionarse a partir del
Tratado de Basilea, firmado entre Francia y España el 22 de julio de 1795. Con este acuerdo
quedó completada la posesión total de la Isla en manos de Francia, por lo que en 1796, un año
después del Tratado, informa el historiador Gustavo Adolfo Mejía Ricart, “todo el Clero regular
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había emigrado”. Las comunidades de Franciscanos, Dominicos, Mercedarios, las monjas
Clarisas y Dominicas, en éxodo angustioso se fueron a La Habana”.
En el año de1800 ya no había, formalmente, Iglesia Católica en Santo Domingo, pero
quedaban algunos sacerdotes católicos españoles y se mantenía la fe de los dominicanos en
esta religión; pero una importante emigración de españoles de Santo Domingo había salido en
aquellos años hacia Cuba, Puerto Rico y Venezuela. La invasión de Toussaint contra la parte
española de la Isla y la guerra de emancipación de los haitianos, produjo la ocupación francesa
de la parte española de la Isla. La constitución que Toussaint intentó establecer en Santo
Domingo, recogía de Francia y consagraba como religión oficial la católica, apostólica y
romana, pero establecía la tolerancia de cultos, y la libertad religiosa, espacio aprovechado por
los disidentes de la religión católica. .
Ferrand, el católico gobernador francés de Santo Domingo, ayudo en parte a la protección de la
fe católica de los dominicanos, aunque desde 1801 habían comenzado a llegar sacerdotes
franceses. Están registrados en textos y documentos de la “Era de Francia” los conflictos
religiosos entre franceses y dominicanos. La guerra de la “Reconquista” puso fin, con el triunfo
de las tropas de Juan Sánchez Ramírez, el predominio español y católico.
En 1810 se restableció el Cabildo Eclesiástico y en 1811 Pedro Valera y Jiménez fue
encargado de su gobierno. En 1812 se proclamó la Constitución de Cádiz la que perduró hasta
1814’ abolida fue nuevamente restablecida en 1820. En esta constitución quedó claro, en su
articulo 12, que la religión de España y sus posesiones en ultramar, era la católica, apostólica y
romana, única y verdadera, prohibiendo de paso el ejercicio de cualquiera otra. Aunque esta
constitución abolió el Tribunal de la Inquisición, lo que daba un respiro a los que no profesaban
la fe de Roma, determinó la persecución y censura del delito de imprenta contra los escritos
anticatólicos. Al ser abolida esta constitución la horca y el azote volvieron a ser parte de los
castigos contra los herejes. La Inquisición era un organismo oprobioso, que castigaba y
perseguía con saña esos delitos.
En tiempos más cercanos Santo Domingo vivió “la España Boba” que se inició con el triunfo de
la Reconquista y terminó con la Independencia Efímera de 1821, pero dos meses después, el 9
de febrero de 1822, fue ejecutada la ocupación haitiana del territorio dominicano provocando
nuevas emigraciones de españoles dominicanos y una nueva crisis en la Iglesia Católica, la
que fue perseguida y expropiada por su actitud contra la dominación extranjera. El gobierno
haitiano mantuvo y promovió la libertad de culto, lo que era contrario al interés de la iglesia
dominicana.
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Un hecho vino a reforzar la presencia de sectores religiosos no católicos en Santo Domingo: en
1824 la política migratoria del entonces presidente Boyer obtuvo, de común acuerdo con
sociedades filantrópicas de los Estados Unidos, la llegada de grupos de inmigrantes de
procedencia africana. El proyecto contemplaba (ver E. Rodríguez Demorizi, Samaná: pasado y
porvenir, 1945), la inmigración de unas 6,000 personas, los que iban a ser repartido de la
siguiente forma: tres cientos irían a poblar Las Caobas, Las Matas de Farfán e Hincha, mil
serían repartidos entre Altamira y Santiago, Moca, San Francisco de Macorís y La Vega, y
doscientos en Samaná. Mil doscientos entre la ciudad de Santo Domingo, El Seibo, Monte
Plata, Boya, Bayaguana, San Cristóbal y Baní. No existen cifras claras de cuantos finalmente
llegaron a la parte española de Santo Domingo, pero sí de que se destacaron por su honradez
y laboriosidad, aunque se le acusaba de tener ideas “exclusivistas, mal avenidas con los
intereses nacionales..” Los inmigrantes llegados eran considerados protestantes, fortaleciendo
esa religión en las ciudades de Samaná y Puerto Plata.
Con la independencia de 1844 se profundizó nuevamente el catolicismo, quedando
establecido desde entonces que este sería la religión del Estado y las sectas (dice Wenceslao
Vega, en Historia del derecho dominicano), sólo podrían actuar con cierta libertad, si lo “hacían
dentro de algún domicilio”. En aquellos tiempos y décadas después, se vinculaba la masonería
con actividades protestantes. La libertad de culto reapareció en la liberal Constitución de Moca,
de 1858.
La Anexión a España en 1861 impone y corrige a la fuerza la fe católica en Santo Domingo. La
Iglesia Católica, con el apoyo del Papa Pío IX, se reorganizo bajo el mando de quien había sido
Obispo de Toledo, Bienvenido Monzón, quien se destacó como príncipe dictatorial de la Iglesia
Católica, apresando, persiguiendo y hasta expulsando del país a los violadores de los
preceptos de su religión..
La represión de Monzón alcanzo a Fernando Arturo de Meriño, quien se desempeñó antes de
su llegada como Arzobispo Provisional y fue acusado de no permitir que se rezase en la Santa
Misa oraciones para implorar al Santísimo la conservación y vida de los Reyes Católicos de
España. Fue expulsado del país el 14 de abril de 1862,
Monzón prohibió las logias y presionó para que el Gran Consejo Masónico cerrara sus templos.
Persiguió a los protestantes de Puerto Plata y Samaná porque, decía él, cuando ven entrar en
sus capillas a algún católico le dan libros en idioma castellano para pervertirlos. Monzón insistía
en denunciar que los protestantes de Samaná habían levantado capillas, “y lo que es más
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doloroso, una escuela publica para imbuir en las mentes de la herejía a los niños inocentes” y
los acusaba de invitar a los católicos a sus ceremonias y a escuchar sus sermones y
“repartirles por las casas discursos impresos, libros y folletos impregnados en el veneno del
horror y de la herejía.”
El fin de la dominación colonial española dio paso nuevamente a la libertad de culto
contemplada en la constitución de 1865 y al resurgir de las logias masónicas. Un nuevo hecho,
esta vez económico, va a permitir la consolidación de la iglesia protestante en Santo Domingo:
el comienzo de la industria azucarera en los años setenta del siglo XIX.
El inicio de la industria azucarera al comienzo de esos años se combinó con la llegada de los
inmigrantes cocolos, trabajadores que procedían de las islas caribeñas inglesas, muchos de
ellos de fe protestante, lo que va a provocar el fortalecimiento de esas iglesias en las zonas de
los ingenios. La Iglesia Episcopal practicaba en 1898 algunas actividades religiosas de ese
tipo, especialmente en los puntos de concentración de los braceros ingleses.
Por último, la presencia de los protestantes va a reforzarse con la llegada al gobierno del
Partido de Gregorio Luperón en 1879, y la presencia de Eugenio María de Hostos en la
educación dominicana. El primero promovía la libertad de culto, mientras que el segundo era
acusado por la alta jerarquía católica de practicar una “educación sin Dios”. Su presencia
desatará la polémica de los católicos contra los que entendían que era un derecho ciudadano
profesar libremente la religión con la que más se sentían identificados.
El texto que a continuación presentamos a los lectores de Vetas, escrito por Monseñor Nouel
en 1903, y aparecido en un libro mecanografiado* de principio de siglo XX, lo entendemos un
aporte para el estudio de la historia de las religiones en República Dominicana.
(El libro a que hacemos referencia, del cual fotocopiamos hace ya algunos años el presente
trabajo que preparamos para Vetas, al parecer es inédito, y contiene escritos breves de Adolfo
Alejandro Nouel. Pero es un ejemplar que aparece en raras bibliotecas)". ALEJANDRO
PAULINO RAMOS
"EL MOVIMIENTO RELIGIOSO EN LA REPUBLICA: REFUTACION AL PERIÓDICO “OIGA!”.
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"Hace pocos días, publicó con este titulo nuestro estimado colega “Oiga!” dos artículos
tendentes a hacer resaltar el progreso del protestantismo en nuestro país, y el deber que
tenemos de poner atención a ese movimiento religioso.
No queremos establecer comparaciones entre nuestra santa religión católica y el
protestantismo; nos proponemos simplemente hacer notar algunos errores, que podríamos
llamar de estadística, y hacer algunas observaciones de otro orden, para que resplandezca la
verdad y no sufran engaño los incautos.
“En Moca hay secciones, -dice el articulista- en las cuales más de un setenta y cinco por ciento
de sus habitantes se ha convertido al protestantismo. ¿Quién conocía que en la laboriosa
provincia de Espaillat una gran parte (sic) de sus habitantes profesaba la religión protestante?”.
No hay tal cosa, señor editorialista de “Oiga!”. Crea usted que lo que los informes que le han
suministrado son falsos. Lea la estadística que anualmente publica el BOLETIN
ESCLESIATICO de esta Arquidiócesis y compare desde el año 1885 hasta la fecha el
movimiento religioso en el Cibao, y se convencerá de que el aumento de nuestra población
corre parejas con el incremento religioso católico.
Hablen los números: en el año 1683 había en la Arquidiócesis 29 parroquias (no contamos las
feligresías de Occidente que forman hoy la Republica de Haití). En el año 1851, vale decir, en
ciento sesenta y ocho años, se aumentó en cuatro el número de las parroquias. Del año 1851
al 1877 (en veintiséis años) se aumentó en seis, y del 1877 a la fecha (esto es, en treinta y tres
años) se crearon quince parroquias más. Hoy, pues, existen cincuenta y cuatro parroquias y
más de doscientas ermitas o capillas en los campos, casi todas edificadas del año 1851 a esta
fecha. Lo que prueba que con el aumento de población, se han multiplicado proporcionalmente
los centros religiosos, y estos precisamente en el Cibao. Moca es una de las provincias en
donde el sentimiento religioso católico más ha progresado, pus es en donde se ha erigido en
estos últimos años mayor numero de parroquias y capillas.
Con el setenta y cinco por ciento de los habitantes convertidos al protestantismo en la provincia
Espaillat ya no habría católicos ni para servir de sacristanes.
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En la provincia Espaillat se crearon en los últimos años dos importantes parroquias: la del
Sagrado Corazón de Jesús y la de Salcedo. Ambas iglesias parroquiales han sido construidas
y embellecidas de un todo, gracias a las limosnas espontáneas de los fieles. Actualmente se
construye una magnifica iglesia en la parroquia del Rosario, también en Moca. I todo eso, ¿Qué
denota?
“El desarrollo comercial de nuestros principales núcleos de población ha sido la verdadera
causa que ha traído la religión protestante a nuestro suelo. Como era natural, a medida que el
país iba aumentando su fuerza productora y que las transacciones comerciales ensanchaban
su esfera de acción, de los lugares más próximos, o sea, de las islas vecinas, inicióse cierta
corriente de inmigración que bien pronto supo instalarse en nuestros puertos. Esta inmigración,
compuesta en su mayor parte de raza negra, entregase inmediatamente a las labores
marítimas y a los trabajos ordinarios. Súbditos ingleses, lo primero que hicieron estos
inmigrantes, fue reunirse en sus templos provisionales, como medio para asociarse y
hermanarse lo más posible. Así surgió el protestantismo en el país.
“Más tarde, nuestras relaciones comerciales con los Estados Unidos de América comenzaron a
acentuarse, y de que de esa nación poderosa salieran algunos misioneros protestantes con el
propósito de difundir sus creencias religiosas y a la vez contribuir al acercamiento de las
corrientes económicas de ambos países. De este modo comenzó la influencia de la industria y
del comercio americanos a expandir su fuerza en la República.” Estos párrafos son del
articulista de “Oiga!”…Ahora bien, nada más falso, históricamente hablando.
No ha sido el desarrollo comercial de nuestros principales núcleos lo que ha traído al
protestantismo.
La Historia dice que al principio del siglo XIX la raza negra en los Estados Unidos fue
perseguida (como lo es todavía), y muchos individuos de esa raza tuvieron que emigrar, y
vinieron a establecerse aquí, en la isla, toda entonces bajo la dominación haitiana. El Gobierno
de Boyer acogió, como era natural, a sus perseguidos hermanos, y estos establecieron en
Puerto Plata, en el norte de Samaná y aquí en la Capital sus centros de desenvolvimiento; en
esta ultima ciudad la generosidad, o la mala fe, de aquel gobierno concedió el Convento e
iglesia de San Francisco a unos centenares de protestantes. En aquellos claustros se alojaron
muchas familias, convirtiendo la iglesia en templo de metodistas africanos. Una noche se
hundieron las bóvedas de dicha iglesia, ya muy deterioradas por la artillería que sobre ellas se
habían montado algunos años antes. Atemorizados, no volvieron a aquel lugar, y casi todos se
refugiaron en Santa Bárbara de Samaná, Hace, pues, casi un siglo de la aparición del
protestantismo en la Isla, durante este tiempo no ha tenido expansión alguna: no fue, pues, el
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desarrollo comercial, como dice “Oiga!”, la causa de la implantación del protestantismo en la
República, sino la favorable acogida que el gobierno haitiano dispensó a los pobres negros,
perseguidos por sus conciudadanos los blancos protestantes norteamericanos.
En cuanto a las razones del movimiento religioso protestante en estos últimos años, puede ser
que sean ciertas las indicadas por el vocero refutado: “Más tarde nuestras relaciones
comerciales con los Estados Unidos comenzaron a acentuarse y de ahí quede esa nación
poderosa salieran misioneros con el propósito de difundir sus creencias religiosas y a la vez
contribuir al ACERCAMIENTO de las corrientes económicas de ambos países. De este modo
comenzó la INFLUENCIA de la industria y del comercio americanos a expandir su fuerza en la
República”.
Puede ser, decimos, que la causa apuntada en “Oiga!...” sea la verdadera. Y si es así, muy
cierto es que “este movimiento religioso en la República es digno de atención”. Ya lo creo que
sí! La historia es la gran maestra de la vida; pero, que poco se aprovechan los pueblos como el
nuestro de sus enseñanzas!
La sabia Roma llevaba a los países conquistados, primero sus dioses y sus penates, para
poder más fácilmente llevar después sus águilas y sus legiones! Ningún conquistador
emprendió sus hazañas de sangre y fuerza, sin haber antes fatigado sus músculos y nervios
faciales con la sonrisa hipócrita del que siempre engaña.
Hace pocos años, una gran nación se asociaba espontáneamente a nuestros regocijos
nacionales cada vez que celebrábamos el aniversario de nuestra autonomía política; todavía
repercute en nuestras playas el eco de sus cañones. Una vez obtenido el intento, sus
manifestaciones se disiparon como el humo de su gruesa artillería. Y dice que a veces se oyen
voces como las que decía el poeta en las desiertas calles de Itálica, y que en caracteres de
color oscuro aparecieron escritas en el cielo de la Patria los tristes ayes del valiente Matatías:
“Vae mihi, ut quid natus sum videre contritionem populi ei…? Omnis co, positio ejus ablata est:
quae erat libera facta est ancilla!..."
Adolfo Alejandro Nouel
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