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LA SAGRADA FAMILIA, ICONO DE LA IGLESIA DOMÉSTICA
“Cuando nosotros solo encontramos al
Señor, somos nosotros, entre comillas, digámoslo, los señores de este encuentro; pero
cuando nosotros nos dejamos encontrar por Él,
es Él es que entra dentro de nosotros, el que lo
hace todo nuevo, porque esta es la Venida, es
lo que significa cuando viene el Cristo: vuelve
a hacer todo nuevo, reconstruye el corazón, el
alma, la vida, la esperanza, el camino.
Nosotros estamos en camino con fe, con la fe
de este centurión, para encontrar al Señor y,
principalmente, ¡para dejarnos encontrar por
Él!
Para eso es necesario tener el corazón abierto:
Corazón abierto, ¡para que Él me encuentre! Y
me diga lo que quiere decirme, ¡que no es
siempre lo que yo quiero que me diga! Él es el
Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque
el Señor no nos mira a todos juntos, como una
multitud. No ¡no! Nos mira a cada uno a la
cara, a los ojos, porque el amor no es algo así,
abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a
persona: el Señor, persona, me mira a mí, persona. Dejarnos encontrar por el Señor es exactamente esto: ¡dejarnos amar por el Señor!”
Papa Francisco, felicitación de Navidad 2015
El Señor, persona, me mira a mí, persona. Dejarnos encontrar por el Señor es
exactamente esto:
¡dejarnos amar por el Señor!”
Recordamos hoy unas palabras del
Papa emérito Benedicto XVI sobre esta
fiesta de la Sagrada Familia: "La casa de
Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de
oración en que se aprende a escuchar, a
meditar"
"La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una
escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar, a penetrar en el significado
profundo de la manifestación del Hijo de
Dios, a través del ejemplo de María, José y
Jesús".
"La contemplación de Cristo alcanza su
modelo insuperable en María" que "vive con
los ojos puestos en Cristo y atesora cada
palabra suya (...) El evangelista Lucas nos
hace conocer el corazón de María, su fe, su
esperanza y obediencia, su interioridad y su
oración, así como su libre adhesión a Cristo.
Y todo ello procede del Espíritu Santo que
descenderá sobre ella como sobre los apóstoles según la promesa de Cristo. Esta imagen de María la presenta como el modelo de
los creyentes que conserva y confronta las
palabras y las acciones de Jesús, una confrontación que es siempre un progresar en el
conocimiento de Cristo ".
La capacidad de María para vivir de la mirada
de Dios es "contagiosa". Y el primero que lo
experimenta es José. "Efectivamente con María
-explicó el Santo Padre- y sobre todo después,
con Jesús, comienza una forma nueva de relacionarse con Dios, de acogerlo en su vida, de
entrar en su proyecto de salvación, cumpliendo
su voluntad".
"La familia de Nazaret es el primer modelo de
la Iglesia en que, en torno a la presencia de
Jesús y gracias a su mediación, todos viven en
relación filial con Dios que transforma también
las relaciones interpersonales".
"La Sagrada Familia -concluyó- es un icono de
la Iglesia doméstica, llamada a rezar unida. La
familia es la primera escuela de oración. En ella
los niños, desde pequeños, aprenden a percibir
el sentido de Dios, gracias a las enseñanzas y al
ejemplo de los padres (...). Una educación
auténticamente cristiana no puede prescindir de
la experiencia de la oración. Si no se aprende a
rezar en la familia, será difícil después colmar
este vacío. Por eso invito a todos a redescubrir
la belleza de rezar juntos como familia siguiendo la escuela de la Sagrada Familia de Nazaret".
Papa emérito Benedicto XVI
Adviento, tiempo de preparación
Una vez más, la Iglesia Santa nos
muestra en la liturgia el modo de recorrer
con fruto estas semanas que preceden a la
Natividad del Señor. Oh Dios omnipotente, concede a tus fieles la voluntad de ir
con obras al encuentro de Cristo que viene,
para que colocados a su derecha, merezcan
poseer el reino de los cielos.
A lo largo de estos días volveremos a escuchar las voces de los Profetas que anunciaron hace siglos la venida del Redentor.
Reviviremos con alegría la expectación y
la esperanza de todos los justos de la antigua Ley, la fe de quienes asistieron más de
cerca a tan gran acontecimiento —san
José, Juan el Bautista, Isabel, Zacarías—
y, de modo especialísimo y único, la
humildad, la fe y el amor de María, que
con su entrega hizo posible la Encarnación
del Hijo de Dios.
Hijas e hijos míos, salgamos al encuentro
del Redentor del mundo. Pongámonos en
camino una vez más, con renovado amor
en nuestros corazones, con luz nueva en
los ojos, con más vigor en nuestras almas,
fortalecidas por el alimento diario de la
Sagrada Eucaristía. Arrojemos fuera los
fardos —las pequeñas concesiones a la
comodidad, al egoísmo, al amor propio—
que quizá hacen menos airoso nuestro paso
y retardan nuestra marcha hacia Dios.
¡Podemos, con la ayuda del Espíritu Santo!
¡Debemos llevarlo a cabo!, con la intercesión de nuestra dulce Madre María, que
nos trae del Cielo, en este Adviento, una
gracia nueva para renovar a fondo nuestra
entrega. La invitación a mirar a la Virgen,
a ponderar en nuestra oración los sentimientos que llenaban su corazón, a procu-
rar imitarla constantemente, es una recomendación del Magisterio de la Iglesia, que reviste particular actualidad en estas semanas. La actitud y las
respuestas de María Santísima —ya antes del
anuncio del Arcángel y, sobre todo, durante los
meses que median entre la Encarnación y el Nacimiento del Salvador— constituyen la mejor escuela en la que los cristianos nos disponemos para
el nacimiento espiritual de Cristo en nuestras
almas, que Dios desea renovar en cada Navidad.
Agradezcamos a la Trinidad Santísima este don
infinito, y demos gracias también a san Josemaría
por su fiel y heroica correspondencia, con la que
nos ha ayudado a descubrir la dicha incomparable
—incluso desde el punto de vista humano— de
dejar nacer a Cristo en nuestras vidas, de pertenecer tan íntimamente a la Familia de Nazaret.
Basílica Pontificia
de San Miguel
C/ San Justo, 4—28005 Madrid
Tlf.: 91 548 40 11
www.bsmiguel.es - email: [email protected]
SUPLEMENTO MENSUAL DICIEMBRE 2016
Diciembre, el mes del Adviento, de la Inmaculada Concepción de
María, de la preparación inmediata de la Navidad nos lleva a considerar la cercanía del Señor. Presentamos textos del Papa Francisco, del Papa emérito Benedicto XVI y del beato Álvaro del Portillo para ayudarnos en la preparación de la venida del Señor.
Prepararse para la
Navidad.
La humildad, la fe y el amor de Mar-
Papa Francisco
ía, que con su entrega hizo posible la
“Prepararse para la Navidad con la
oración, la caridad y la alabanza: con un
corazón abierto a dejarse encontrar por el
Señor que todo lo renueva”: es la invitación
lanzada por el Papa Francisco en la Misa
presidida en Santa Marta este primer lunes de
Adviento. Comentando el fragmento del
Evangelio del día en el que el centurión romano pide con gran fe a Jesús que cure a su
siervo, el Papa recordó que en estos días
“comenzamos un nuevo camino”, un
“camino de Iglesia… hacia la Navidad”. Vamos hacia el Señor, “porque
la Navidad, precisó, no es solo una
celebración temporal o bien el recuerdo de algo bello”. “La Navidad es
algo más: nosotros vamos por este
camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y
caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón, con la vida;
encontrarlo vivo, como Él está; encontrarlo con fe.
Encarnación del Hijo de Dios.
Ojalá el Señor nos conceda en este Adviento —
así se lo pido lleno de confianza— encarnar de tal
modo el espíritu de su Madre Santísima, que se
cumpla en nosotros aquella afirmación de un
Padre de la Iglesia, que con tanta alegría consideró muchas veces nuestro Fundador: «Que en
cada uno de vosotros esté el alma de María, para
alabar al Señor; que en cada uno esté el espíritu
de María, para gozarse en Dios. Porque si bien
una sola es la Madre del Señor según la carne,
según la fe Cristo es fruto de todos nosotros».
Beato Álvaro del Portillo. (Texto del 1 de diciembre de 1988, publicado en "Caminar con Jesús al
compás del año litúrgico", Ed. Cristiandad, Madrid 2014, pp. 19-25).
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No es fácil vivir con la fe. El Señor, en la palabra
que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había
hecho un camino para encontrar al Señor, pero lo
hizo con fe. Por esto él no solo se encontró con el
Señor, sino que también sintió la alegría de ser
encontrado por el Señor. Este es el encuentro que
nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!”. Y
más que ser nosotros los que encontramos al Señor, destacó el Papa, es importante “dejarnos
encontrar por Él”.
¡La Navidad es un encuentro!