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Prof. Dr. Víctor B. Penchaszadeh
Profesor de Pediatría y Genética, Albert Einstein C ollege of Medicine y Jefe de Genética Médica, Beth Israel Medical
C enter, Nueva York, EE.UU. Miembro del Panel de Expertos en Genética Humana de la Organización Mundial de la
Salud.
Introducción
El conjunto de las características genéticas de cada ser humano es único para cada persona y, con
excepción de los gemelos idénticos, no existen dos individuos con la misma constitución genética. El
conocimiento de este fenómeno y los avances de la genética humana en los últimos decenios han sido la
base del desarrollo de técnicas de identificación genética. Estas se han aplicado en medicina, para
transfusiones sanguíneas, trasplante de órganos e identificación de restos humanos. Además, como las
características genéticas son heredadas, han servido de base para probar relaciones de parentesco,
como en el caso de determinar paternidad de un niño en casos de disputa legal.
C uando la última dictadura militar argentina se dedicó a secuestrar y desaparecer a disidentes, las
víctimas incluyeron niños cuyos padres fueron asesinados o que nacieron en cautiverio de mujeres que
estaban embarazadas en el momento de su secuestro y desaparición, y que fueron asesinadas luego del
parto. Estos niños fueron entregados por los militares como "botín de guerra" a individuos conectados de
alguna manera con el poder: personal de seguridad, médicos militares, amigos de jueces venales, etc.
La organización Abuelas de Plaza de Mayo se dedicó a buscar el paradero de estos niños y a investigar
las posibilidades de que los que fueran hallados pudieran ser adecuadamente identificados, estableciendo
su relación con sus familias biológicas. En esta gesta las Abuelas solicitaron ayuda a varios genetistas de
diversos países.
Entre los genetistas que colaboraron y desarrollaron la tecnología para identificar a esos niños
desaparecidos se contaron el autor de este artículo; el Dr. C ristian Orrego, entonces con la American
Association for the Advancement of Sciences, de Estados Unidos; la Dra. Marie-C laire King, de la
Universidad de Berkeley; el Dr. Fred Alien, del New York Blood C enter; el Dr. Pierre Darlu, de la
Universidad de París; y la Dra. Ana María Di Lonardo, del Laboratorio de Inmunología del Hospital Durand
de Buenos Aires. El resultado de este trabajo colaborativo fue la aplicación de las técnicas de
identificación genética para estimar la probabilidad de que un niño determinado, cuyos padres se
encuentran desaparecidos, sea nieto de un determinado set de abuelos.
Desde 1984 estas técnicas se han empleado en un número grande de casos por mandato judicial y han
permitido la identificación de por lo menos 30 niños hijos de desaparecidos por la dictadura militar.
Algunos de estos casos resultaron en controversias de diverso tipo, por razones políticas, familiares,
psicológicas y/o sociales. En estas controversias lo primero en cuestionarse ha sido la validez de las
pruebas de identificación genética y la certeza de sus conclusiones. El seguimiento de estos temas en los
medios de difusión evidenció una gran ignorancia y confusión pública sobre el significado e interpretación
de estas pruebas. Uno de los objetivos de este trabajo es facilitar la comprensión, por parte del público
no especializado, de un tema en sí muy complejo.
Lo que sigue a continuación está basado en la experiencia propia del autor y en las presentaciones de los
Dres. Wilma Bias, José Antonio Ocariz, Daniel C orach y Marie-C laire King en el Panel de Genética del
Seminario de Identificación, Localización y Restitución realizado en Buenos Aires del 18 al 20 de abril de
1992.
La genética en pocas palabras
El material hereditario está constituido por genes. Los genes son segmentos de la molécula hereditaria
ácido desoxirribonucleico o ADN, que contiene la información necesaria para que las células del cuerpo
ácido desoxirribonucleico o ADN, que contiene la información necesaria para que las células del cuerpo
fabriquen productos con función biológica, tales como enzimas, hormonas, grupos sanguíneos y otras
proteínas.
El organismo humano cuenta con aproximadamente 50.000-100.000 genes, que en conjunto constituyen
el genoma del individuo. Los genes existen de a pares llamados alelos. C ada par de genes alelos es
responsable de la fabricación de un producto determinado: por ejemplo, insulina, hormona de
crecimiento, grupo sanguíneo Rh, etc. De cada par de alelos, un ejemplar proviene del padre y el otro de
la madre. En el ejemplo anterior, todo individuo tiene un par de genes alelos del grupo Rh: un alelo Rh
materno y otro alelo Rh paterno.
Los genes están ubicados en estructuras llamadas cromosomas, que se encuentran, también en pares,
en el núcleo de cada célula del cuerpo. El sitio en el cromosoma que le corresponde a cada gen se llama
locus (del latín: lugar; plural: loci): así, existe un locus para el gen de la insulina, un locus para el gen del
grupo Rh, etc. Una característica esencial del genoma es su variación. Es decir que los genes alelos que
constituyen una pareja no siempre son idénticos entre sí. Un ejemplo de este fenómeno es el grupo
sanguíneo AB0. Los grupos sanguíneos están determinados por sustancias adheridas a la superficie de
los glóbulos rojos. Estas sustancias se llaman antígenos y son producidas por genes. Existe un locus
génico en un par cromosómico con dos genes alelos que determinan el grupo sanguíneo AB0. Se conocen
por lo menos tres variantes de genes alelos que pueden ocupar el locus AB0: el A, el B, y el 0. O sea que
el par de alelos en el locus AB0 puede estar constituido por dos A (AA), dos B (BB), dos 0 (00), un A y un
B (AB), un A y un 0 (A0), o un B y un 0 (B0). C ada una de esas combinaciones se llama genotipo. Este
término se puede usar en forma particular, para describir la combinación de alelos en un locus, o en
forma general, refiriéndose a las combinaciones de varios loci, o del total del genoma. Los genotipos AA
y A0 determinan el grupo sanguíneo "A", los genotipos BB y B0 determinan el grupo "B", mientras que el
genotipo 00 determina el grupo "0". C uando los dos alelos son idénticos (p. ej. AA, BB, 00) se dice que el
individuo es homocigota en ese locus; si los alelos son diferentes (p. ej. AB, A0, B0), se dice que el
individuo es heterocigota en ese locus.
La transmisión hereditaria del material genético se hace a través de las células reproductivas: el
espermatozoide en el varón y el óvulo en la mujer. A diferencia de las demás células del organismo, las
células reproductivas poseen una sola copia de cada gen. Para cada par de alelos, el azar determina cuál
de los dos va a cada óvulo o espermatozoide. Es decir que un progenitor transmite a su hijo un miembro
de cada par de genes alelos de su genoma. En el ejemplo del grupo sanguíneo AB0, una persona con el
genotipo AB puede transmitir el alelo A o el B; un individuo A0 puede transmitir el A o el 0, etc.
Lógicamente, una persona homocigota (AA, BB, 00) sólo puede transmitir un sólo tipo de alelo. Una
persona sólo puede transmitir a sus hijos los alelos de que dispone, y un hijo sólo puede heredar alelos
que estén presentes en sus padres. Por ello, conociendo qué alelos de un locus determinado están
presentes en los padres, se pueden predecir los alelos posibles en los hijos. Y viceversa, conociendo los
alelos de un locus en una persona, se sabe que cada progenitor debe tener uno de ellos. La variación
genética descripta para el locus ABO está presente en la mayoría de los miles de loci que componen el
genoma. Algunos de los genes con mayor variedad son aquellos que determinan los antígenos de
histocompatibilidad HLA. Estos antígenos son sustancias adheridas a la superficie de los glóbulos blancos
que determinan la respuesta inmunológica a los trasplantes. Los antígenos HLA son producidos por
células inmunes de acuerdo a información de varios genes HLA, denominados con letras: el A, el B, el C
y el D son los que se analizan más comúnmente. C ada gen de HLA ocupa un locus específico y existen
decenas de alelos diferentes para cada uno. Las combinaciones posibles de alelos de HLA en un individuo
son tantas que es casi imposible que dos personas no emparentadas puedan tener la misma
combinación. Por eso los antígenos HLA se usan tanto en identificación humana (Dupont, 1989). C on
50.000 a 100.000 genes que constituyen el genoma, y con la posibilidad de muchas variantes alternativas
en la mayoría de ellos, las combinaciones posibles de alelos en cada célula reproductiva, y por ende en
cada individuo, son prácticamente infinitas. De hecho, no existen dos personas con un set idéntico de
todos los genes del genoma (excepto los mellizos idénticos).
C on el desarrollo de la genética se ha descubierto que no todo el ADN contiene información que se
traduce en la fabricación de productos con función biológica. En efecto, existen segmentos de ADN entre
y dentro de los genes que no codifican para ningún producto. Significativamente, son estos segmentos
los que presentan la mayor variabilidad genética.
A esta altura, podemos preguntarnos: ¿cuál es la base molecular de la variación genética? El ADN es una
cadena formada por cuatro bases: adenina (A), guanina (G), citosina (C ) y timina (T). La identidad de la
molécula de ADN está dada por la secuencia específica de estas cuatro bases a lo largo de la cadena. La
variación genética está dada por cambios en la secuencia y/o número de bases: puede faltar una base,
puede haber un cambio de una base por otra, puede haber una secuencia repetitiva de una base de
mayor o menor longitud, etc. C uando estos cambios ocurren en segmentos de ADN que codifican
determinados productos, se observa un cambio correspondiente en el producto. Por ejemplo, los
diferentes tipos de HLA obedecen a modificaciones en la secuencia de ADN en cada uno de los loci
correspondientes. Ya hemos visto que la variación genética es la base de la identificación genética y del
establecimiento de lazos de parentesco. Los rasgos genéticos que se prestan para este objetivo son
aquellos que tienen un alto grado de variabilidad (número alto de alelos alternativos) y que son
relativamente fáciles de detectar en la sangre. Por eso se llaman marcadores genéticos. Los marcadores
genéticos se pueden analizar de dos maneras: se puede estudiar la variación en los productos (por
ejemplo, determinando los grupos AB0, HLA, etc.), o en el propio ADN.
Análisis genético de productos
Los productos cuyas variaciones se estudian para análisis de filiación son numerosos y su utilización ha
variado con el desarrollo de esta disciplina. Entre estos se cuentan: los grupos sanguíneos de los glóbulos
rojos de los cuales hay varios (AB0, Rh, Kelly, Lewis, etc.), ciertas proteínas séricas, y los antígenos de
histocompatibilidad HLA-A, HLA-B, HLA-C y HLA-DR. Estos últimos han reemplazado a todos los demás
pues son los más variables: hay más de 20 alelos diferentes de HLA-A, más de 40 alelos de HLA-B, más
de 40 alelos para HLA-DR, etc. (Dupont. 1989). La combinación de los alelos en los loci de HLA se
denomina haplotipo: cada persona tiene dos haplotipos: uno heredado del padre y el otro heredado de la
madre. Un ejemplo de haplotipo sería: A1-B18-DR4. La probabilidad de que dos individuos no
emparentados compartan los mismos dos haplotipos de HLA es bajísima. La técnica tradicional de análisis
de tipo de HLA se basa en la tipificación serológica. Algunos alelos de estos marcadores genéticos son
más frecuentes en la población y otros son menos frecuentes; además, la frecuencia de los distintos
alelos varía según los diversos grupos étnicos. C omo veremos más adelante, el conocimiento de la
frecuencia poblacional de los diferentes marcadores genéticos es fundamental en las pruebas de
parentesco.
Análisis genético directo del ADN nuclear
C omo se dijo arriba, el ADN es la molécula hereditaria que se transmite de padres a hijos, cuyas
unidades de información, llamadas genes, codifican la producción de proteínas en las células. El 99% del
ADN se encuentra en los cromosomas, en el núcleo de las células. Por eso se denomina ADN nuclear.
C ada hijo recibe el 50% de su ADN nuclear de cada progenitor. Una pequeña fracción del ADN se
encuentra en organelas del citoplasma de las células llamadas mitocondrias, y contiene genes que
codifican enzimas relacionadas con la respiración celular: este es el ADN mitocondrial. C uando se forman
los espermatozoides en el varón, las mitocondrias desaparecen; es decir, no hay transmisión de
mitocondrias del padre a los hijos. En cambio, las mitocondrias maternas sí permanecen en los óvulos y
son transmitidas a los hijos de ambos sexos. Es decir que las mitocondrias de un individuo se heredan
por vía materna: madre, abuela materna, bisabuela materna, etc.
La variación detectada en todos los productos génicos (los grupos sanguíneos, antígenos HLA, enzimas,
etc.) se debe a variaciones en la secuencia de ADN en los genes que los codifican. Los avances en la
tecnología del ADN en la década de 1970 allanaron el camino para la detección de la variación genética
en secuencias específicas de ADN, y determinaron un cambio en la dirección del estudio de la variación
genética, de los productos del ADN al ADN mismo.
Las investigaciones han demostrado gran variación entre individuos en la secuencia de bases del ADN,
tanto en regiones (genes) que codifican proteínas como en regiones que no codifican productos (National
Research C ouncil, 1992). Un tipo de variación en el ADN se debe a cambios en una base (por ejemplo,
en un sitio determinado, una adenina en lugar de una guanina). Se estima que dos individuos no
emparentados tienen una diferencia en la secuencia de ADN cada 500 bases (el total de bases del
genoma se estima en 3 mil millones). Otro tipo de variación se basa en que ciertas regiones del ADN,
particularmente aquellas que no codifican productos, contienen secuencias de bases repetidas en
tándem. Estos segmentos se llaman repeticiones numéricas variables en tándem (VNTR, por las iniciales
en inglés). La unidad repetida puede ser de sólo dos bases (p. ej., timina-guanina, repetida numerosas
veces) o tan grande como de 30 bases o más. La variación entre individuos radica en la longitud del
segmento repetido: una persona en un sitio determinado puede tener un segmento repetido 3 veces,
mientras que otra persona puede tener en ese mismo sitio una repetición de 20 veces. Dado que estas
repeticiones ocurren generalmente en zonas que no codifican productos, la longitud de la repetición no
tiene trascendencia alguna para la salud. Sin embargo, aportan un elemento muy valioso para la
identificación genética, y ya se están usando en medicina forense, por ejemplo para asignar una muestra
de sangre, semen, u otro tejido a un individuo determinado en situaciones criminales Además, dado que
todas las variaciones en el ADN son hereditarias, también se utilizan para determinar relaciones de
parentesco, como veremos pronto. Estas dos formas principales de variación del ADN (cambios de a una
base y VNTRs) pueden detectarse analizando el ADN de cualquier célula de un individuo, mediante
técnicas especiales. En primer lugar, se debe extraer el ADN de las células. El paso siguiente es someter
el ADN a la acción de enzimas de restricción, que tienen la facultad de "cortar" la molécula en segmentos
cortos. La longitud de estos segmentos varía en función de si hay o no cambios en la secuencia de bases
(es decir, si hay o no variación genética). Luego se somete la muestra a electroforesis, con lo cual los
segmentos de ADN se separan de acuerdo a su tamaño, apareciendo en forma de bandas ubicadas a
distintas alturas en relación con su tamaño. Esta técnica se conoce con el nombre técnica de Southern, y
cuando se la aplica para determinar genotipos de loci altamente variables se habla de tipeo de ADN por
"huellas digitales de ADN" (fingerprinting) (Jeffreys et al., 1985). Esta denominación no es muy feliz, pues
si bien no hay dos individuos con exactamente las mismas huellas digitales, la variación en estas tiene un
origen predominantemente no genético, mientras que el ADN es obviamente genético y hereditario.
La tecnología de análisis de ADN para identificación humana y establecimiento de relaciones de
parentesco entre individuos se está desarrollando a pasos acelerados. Hay muchas variaciones en las
técnicas y cada laboratorio se especializa en un tipo de técnica. Algunos usan "sondas" de ADN para
identificar segmentos de ADN ubicados en varios sitios del genoma, mientras que otros determinan la
variación en unos pocos loci seleccionados. Estas técnicas recién ahora están comenzando a
estandarizarse en los Estado Unidos por el Federal Bureau of Investigations (FBI) para su uso en
medicina forense.
Análisis genético directo del ADN mitocondrial
C omo se explicó arriba, las mitocondrias se heredan sólo por vía materna y contienen genes que
codifican diversas enzimas respiratorias. A diferencia del ADN nuclear, que existe por duplicado (diploide)
y que varía entre hermanos, el ADN mitocondrial existe en una sola copia (haploide) y cada individuo
tiene exactamente el mismo patrón que sus hermanos, su madre, tíos maternos, abuela materna, primos
por vía de las hermanas de la madre, y así de seguido. El ADN mitocondrial ha sido secuenciado en su
totalidad (es decir que se conoce toda su secuencia de bases), y se ha evidenciado que existe una
altísima variación entre individuos no emparentados. En particular, la región de control del ADN
mitocondrial, que no codifica ningún producto, es altamente variable entre individuos. Las investigaciones
de varios autores (Aquadro y Greenberg, 1983; Orrego y King, 1990; DiRienzo y Wilson, 1991) han
demostrado que analizando una zona hipervariable de 347 bases de la región de control, la probabilidad
de que dos individuos no emparentados puedan tener una secuencia idéntica por azar es de 1 en 370.
Esta probabilidad depende de dos factores principales. En primer lugar, qué región y longitud del ADN
mitocondrial se analice. Obviamente, cuanto más variable sea la región analizada y cuantas más bases
se secuencien, menor será la chance de que dos individuos no emparentados tengan idéntica secuencia
(es decir, mayor será la probabilidad de que una secuencia idéntica indique parentesco por vía materna).
El otro factor que influye en la probabilidad de que una secuencia idéntica indique parentesco materno
directo, está relacionado con aspecto complejos de genética poblacional, cuya explicación en detalle no
cabe aquí (tasa de endogamia en la población, grupos étnicos, etc.).
Uso de marcadores genéticos en pruebas de filiación
La identificación positiva de relaciones de parentesco en base al análisis de marcadores genéticos
depende de cuántos y qué tipos de marcadores estudiemos de las personas investigadas, es decir,
cuántos loci estudiemos en ellos. C omo ya se explicó arriba, hay marcadores más discriminantes que
otros. Hoy en día, los análisis directos del ADN, ya sea nuclear o mitocondrial, brindan mucha más
seguridad a las conclusiones. Es claro que dos individuos que poseen un mismo patrón de alelos en un
solo locus no necesariamente están emparentados. Sin embargo, cuanto mayor sea el número de loci
analizados, mayor será la probabilidad de que dos personas que compartan los mismos marcadores de
acuerdo con los patrones de herencia pertenezcan a la misma familia. Por otra parte, hay loci más aptos
que otros para ser usados en identificación. La regla es que cuanto más variación exista en un locus,
menor será la probabilidad de que dos individuos tengan un mismo alelo por azar, y entonces más apto
será ese locus para revelar filiación. Además, en cada locus hay alelos más frecuentes y alelos menos
frecuentes. Si dos individuos comparten un alelo que tiene una frecuencia muy baja en la población, es
más probable que sean parientes que si comparten un alelo muy frecuente.
Las pruebas genéticas de parentesco se han utilizado desde hace muchos años en disputas legales de
paternidad. Hasta hace poco era universal el uso exclusivo de los marcadores de antígenos HLA
determinados serológicamente. En casos de duda, se agregaban marcadores de ADN nuclear. En Estados
Unidos, hoy se tiende cada vez más a analizar directamente los marcadores de ADN nuclear, pues son
más fáciles de determinar y dan una mayor certeza. La demora en incorporar estas pruebas se debe a la
falta de experiencia de los tribunales en estos métodos y a problemas técnicos que se han ido
superando. A continuación se explicarán los conceptos básicos del análisis de paternidad tradicional, pues
son los mismos en los que se basan los estudios para identificar a los abuelos de los niños secuestrados
en la Argentina. Los conceptos son los mismos ya sea que se trate de marcadores clásicos de productos
(HLA) o marcadores de ADN nuclear. Al final haremos consideraciones con respecto al uso del ADN
mitocondrial, que tiene características especiales.
En las disputas de paternidad la pregunta que se formula es: ante un niño de quien no se conoce el
padre, ¿cuál es la probabilidad de que un individuo determinado sea el padre? Aquí el concepto clave es
el de probabilidad, que estará siempre presente en todas las consideraciones que siguen. En teoría,
nunca se puede probar con un 100% de certeza que un individuo es el padre de otro. Sin embargo, sí se
puede llegar a establecer que la probabilidad de que lo sea es, por ejemplo, 99,99%. El primer paso es
analizar marcadores genéticos en la madre, el niño y el supuesto padre. Si este individuo no es el
verdadero padre, el niño poseerá marcadores genéticos paternos que no se encuentran en él. Si los
marcadores del individuo incriminado no se encuentran en el niño, es prueba de que no es el padre. En la
práctica, usando marcadores de HLA es posible excluir paternidad en la casi totalidad de casos en los que
el padre supuesto no es el padre verdadero. Esto quiere decir que cuando no hay exclusión, la
probabilidad de que el individuo incriminado sea el padre es altísima. En un ejemplo con marcadores de
HLA, supongamos que el niño es A 1,18; B3,9 (es decir en el locus HLA-A tiene los alelos 1 y 18, y en el
locus HLA-B tiene los alelos 3 y 9) y la madre es Al ,4; B3,12. En este caso el niño recibió de su madre al
alelo Al y el B3, o sea que el padre debe necesariamente tener los alelos A 18 y B9. Si el individuo
incriminado no posee ambos alelos no es el padre. La exclusión es siempre absoluta con una certeza del
100%, y basta para probarla que haya discordancia en un solo locus, aun cuando haya concordancia en
los demás. Ahora supongamos en ese caso que el padre supuesto tiene marcadores HLA A4,18; B 7.9. En
este caso no hay exclusión, y este individuo podría ser el padre verdadero pues posee los alelos A 18 y
B9, pero esto también podría ocurrir por coincidencia. La probabilidad de que este individuo sea
efectivamente el padre se denomina probabilidad de inclusión de paternidad o índice de paternidad. La
probabilidad de inclusión se determina por cálculos matemáticos complejos que generalmente requieren
la ayuda de programas de computación, y que tienen en cuenta el número y tipo de marcadores
analizados, su variabilidad, y la frecuencia de sus diferentes alelos en la población. Este último dato es
crucial para saber cuál es la probabilidad de que una concordancia dada pueda ser producto del azar.
En principio, la probabilidad de inclusión nunca llega a 100%, pues la chance del azar nunca se puede
excluir absolutamente. En casos de no-exclusión, sin embargo, se usa un gran número de marcadores
excluir absolutamente. En casos de no-exclusión, sin embargo, se usa un gran número de marcadores
para disminuir al mínimo la probabilidad de coincidencias al azar. Es decir, la concordancia para decenas
de marcadores "vale" más que la concordancia para uno solo. Además, hay marcadores que "valen" más
que otros: cuanto más variable sea un marcador en la población, más valioso será para discriminar entre
coincidencia y prueba. Además, como se describió arriba, cuando la concordancia es de un alelo muy
raro en la población, la probabilidad de parentesco es mayor que si el alelo es muy frecuente. Para los
marcadores tradicionales, los tribunales suelen requerir probabilidades de inclusión por encima del 95%
para determinar paternidad. Hay que recordar que además de las pruebas genéticas, existen evidencias
circunstanciales que también son tomadas en cuenta por los jueces. C on el advenimiento de los
marcadores de ADN, la certeza que adquieren estas pruebas es mucho mayor, y cuando no hay
exclusión la probabilidad de inclusión de paternidad no baja del 99%.
Ahora bien, ¿cómo utilizar estas pruebas para probar relaciones de parentesco cuando los padres están
desaparecidos, como es el caso de los nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo? Obviamente, todas las
características genéticas de los niños en cuestión provienen de sus padres, y los genes de estos, a su
vez, provienen de los abuelos. Por lo tanto, se pueden probar estas relaciones familiares analizando a los
abuelos supuestos de los niños localizados. La suposición de que determinados individuos pueden ser los
abuelos de niños de padres desaparecidos, surge de evidencias circunstanciales. Este es el tipo de
evidencias en que la Abuelas se han hecho expertas por necesidad: denuncias anónimas, parecidos
físicos, coincidencias de fechas y lugar, adopciones dudosas, etc. En caso de que los padres supuestos
estén desaparecidos es necesario hacer una modificación de las formulaciones matemáticas de la
probabilidad de inclusión de paternidad para tener en cuenta esa situación. En estos casos, no se habla
de probabilidad de inclusión de paternidad, sino de probabilidad de inclusión de abuelidad, o índice de
abuelidad, es decir la probabilidad, expresada en porcentaje, de que un set de abuelos supuestos sean
efectivamente los abuelos reales de un niño determinado. Los principios son exactamente los mismos
que en las pruebas de paternidad. Lo que varía es que los genotipos de los desaparecidos que podrían
ser los padres del niño deben inferirse del estudio de los genotipos de sus padres, es decir de los abuelos
supuestos del niño. Acá aparecen más incertidumbres, pues no se tiene la certeza de los genotipos de los
padres, sino una inferencia. Las mejores situaciones son cuando los cuatro supuestos abuelos están
disponibles para estudio, y hay además parientes colaterales como hermanos de los padres supuestos
desaparecidos y sus descendientes (posibles tíos y primos del niño). En estos casos se pueden deducir
los genotipos de los padres supuestos con casi la misma certeza que si se los analizara directamente. Sin
embargo, en varios casos reales de niños localizados, la familia biológica supuesta dista mucho de estar
completa, por desaparición de hermanos de los supuestos padres o por fallecimiento de abuelos. C omo
siempre, el primer paso en cada caso es intentar la exclusión de abuelidad de aquellos abuelos
supuestos, cuya posibilidad de ser los abuelos del niño ha surgido de evidencias circunstanciales. Si se
excluye la relación de parentesco directa, se debe calcular la probabilidad de inclusión.
C ada caso que se estudia representa un desafío a las técnicas de identificación genética y al poder de la
metodología estadística que establece la probabilidad de inclusión de abuelidad. El primer caso de
identificación positiva de un niño localizado fue el de Paula Logares, efectuado en 1984 gracias al estudio
de antígenos de HLA con una probabilidad de inclusión de 99,8% (DiLonardo AM y col., 1984).
Posteriormente, se efectuaron decenas de pruebas en otros tantos niños sospechados de ser hijos de
desaparecidos y sus abuelos supuestos. En muchos casos, la supuesta "abuelidad" fue excluida, lo que
sin embargo mantiene la posibilidad de que el niño en cuestión sea hijo de otros padres desaparecidos.
En varios casos, la supuesta abuelidad no fue excluida y se obtuvieron altas probabilidades de inclusión,
con posterior restitución de los niños a sus familias biológicas. Un ejemplo de exclusión inicial de
parentesco e inclusión posterior en otra familia es el caso de los mellizos Reggiardo-Tolosa, que
inicialmente se pensó que pudieran ser los hijos del matrimonio Rosetti-Ross. En este tema la posibilidad
de error está presente en cada paso. Desde la selección de los familiares a estudiar, la confusión de
muestras, la selección de los marcadores a analizar, el desconocimiento de la frecuencia de los
marcadores utilizados en la población de nuestro país, etc. Factores adicionales que pueden confundir
incluyen la falta de evidencias circunstanciales, los errores de laboratorio, la falta de informatividad de
las pruebas, la inexistencia de los cuatro abuelos y la necesidad de recurrir a parientes colaterales, con
la consiguiente "rebaja" del poder de discriminación de los análisis, y muchos más. Finalmente, hay que
recordar que la probabilidad de inclusión es siempre una probabilidad, y nunca llega al 100%. El azar
puede intervenir y llevar a una conclusión equivocada. El caso trágico de la niña Juliana, adoptada por la
familia Treviño durante la dictadura militar, y que bien podría ser hija de desaparecidos, sirve para
recordarnos la posibilidad de conclusiones erróneas. Juliana fue identificada erróneamente como hija de
la pareja Sandoval-Fontana, pues la probabilidad de inclusión con marcadores de HLA fue muy alta
(99.8%). Es posible que si se hubieran estudiado otros familiares colaterales en su momento se hubiera
excluido esa posibilidad desde el principio. La exclusión luego se hizo por análisis de ADN. Recientemente
se ha usado el análisis del ADN mitocondrial para el estudio de varios casos (King, 1991). Un caso notorio
fue el de un niño que por evidencias circunstanciales se pensó que podría estar relacionado con las
familias López Guerra, Belaustegui Herrera y Weisberg, varios de cuyos integrantes fueron
desaparecidos por la dictadura, incluyendo dos parejas que estaban embarazadas. El ADN mitocondrial
en esta familia sirvió para excluir parentesco pues se encontraron varias diferencias en la secuencia del
niño con respecto a los supuestos familiares de la rama materna de las parejas desaparecidas.
Conclusión
Los análisis genéticos para determinar identidad y relaciones de parentesco tienen un gran poder de
resolución y bien usados pueden jugar un papel trascendente en la reparación de las injusticias y
violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante la pasada dictadura militar.
Efectivamente, al identificar a niños secuestrados y relacionarlos positiva mente con sus familias
biológicas, se efectiviza uno de los derechos fundamentales del niño que es el derecho a su identidad, a
biológicas, se efectiviza uno de los derechos fundamentales del niño que es el derecho a su identidad, a
su historia y a su familia.
La responsabilidad de la sociedad y los medios de comunicación masiva es que no se usen pretextos
como el de que las pruebas "no sirven", para impedir la acción de la Justicia. Estas pruebas han
demostrado su valor y poder en muchas partes del mundo, donde son reconocidas ampliamente por la
Justicia. Por supuesto que dada la enorme trascendencia que estos análisis tienen para la vida de los
protagonistas (los niños y sus familiares), es imprescindible que sean realizados con la máxima idoneidad
y calidad, y que sean interpretados con suma cautela y sin presiones de ninguna naturaleza.
Bibliografía
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Extraído del libro Filiación, identidad, restitución, 15 años de lucha de Abuelas de Plaza de
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En http://www.conadi.jus.gov.ar , Biblioteca digital