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Exclusión social: Indicadores
para su estudio y aplicación
para el trabajo social
ESTHER RAYA DIEZ*
INTRODUCCIÓN: MARCO GENERAL
DEL ESTUDIO
E
n este artículo se presentan de forma
resumida las conclusiones del trabajo de investigación sobre Indicadores
de Exclusión Social1 cuya finalidad ha consistido en profundizar en la construcción de
herramientas para la medición de la exclusión social. El objetivo general del proyecto se
ha definido en los siguientes términos: «establecer un sistema de medición de los procesos
de exclusión y de incorporación social que permita obtener un visión multidimensional de
la problemática objeto de estudio; a su vez que
sirva como herramienta de trabajo para la
* Profesora titular de Trabajo Social en la Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La
Rioja.
1
Indicadores de Medición de los Procesos de Exclusión – Incorporación Social, financiado por la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
(UPV0018.160-H-15427/2003) en el periodo 20032005, El informe completo puede consultarse en Raya
Diez, E. (2005) Indicadores de Exclusión Social. Una
aproximación al estudio aplicado de la exclusión, ed.
Universidad del País Vasco, Leioa.
realización de diagnósticos profesionales en el
ámbito de la intervención social.» Y lo hemos
estructurado en tres objetivos específicos, el
primero consistía en definir operativamente
las variables e indicadores intervinientes en
los procesos de exclusión e incorporación
social. Para ello hemos analizado diferentes
estudios sobre exclusión social realizados en
España en el periodo 1999-2004. Hemos realizado una revisión de los indicadores utilizados, lo que nos ha permitido extraer conclusiones en torno a las dimensiones sobre las
que se asientan las baterías de indicadores en
cada uno de los ámbitos vitales. También nos
ha permitido comprobar la existencia de
ámbitos en los que se observa una amplia
convergencia de indicadores mientras que en
otros sería necesario realizar un esfuerzo de
concreción y consenso para delimitar y perfilar el universo de la exclusión con mayor
homogeneidad.
El segundo objetivo específico ha consistido
en ponderar el peso específico de cada uno de
los indicadores, para obtener un sistema que
permita medir la interrelación de los factores
objeto de estudio y su grado de intensidad en
los procesos de exclusión y de incorporación
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ESTUDIOS
social. Para ello, a partir del análisis de los
indicadores observados en los estudios recientes hemos realizado una consulta a expertos
en exclusión social2. Esta consulta nos ha permitido establecer un orden de prioridad de los
ámbitos vitales sobre los que gira la exclusión,
identificar el grado de consenso respecto a los
ámbitos vitales en general y sobre cada uno de
los indicadores en particular.
El problema de la exclusión social ha generado en los últimos años una nueva línea de
investigación sociológica, en la doble vertiente de aproximaciones teóricas al concepto y de
estudios sobre los grupos sociales en situación o riesgo de exclusión. No obstante, se
observa un limitado número de estudios que
se hayan preocupado de la definición operativa de las dimensiones del concepto y particularmente de su interrelación para un estudio
completo de la misma. De ahí que nuestro primer objetivo pretenda profundizar en las
variables e indicadores intervinientes en los
procesos de exclusión y de incorporación y, en
el segundo objetivo, tratemos de interrelacionar los factores intervinientes mediante la
ponderación que nos permitan medir operativamente el carácter multidimensional del
tema objeto de estudio.
Establecíamos un tercer objetivo operativo
que trataba de diseñar un sistema de recogida de información dirigido a la realización de
diagnósticos profesionales que incluya los
indicadores relevantes y significativos en
relación a los procesos objeto de estudio. Se
ha optado por no realizar una propuesta de
herramienta, ante la falta de consenso de los
indicadores principales para medir la exclusión pensamos que el reto pendiente consiste
en crear una herramienta de consenso y para
2
Se ha consultado a expertos procedentes del ámbito universitario con actividad docente y/o investigadora
en Trabajo Social y Ciencias Políticas; del ámbito profesional tanto de la Administración Pública como del Tercer Sector con funciones de dirección y gestión de proyectos y también en atención directa con población en
situación o riesgo de exclusión.
156
ello es necesario profundizar en los indicadores sobre los que hemos detectado una elevada proporción de discrepancia; depurar las
ponderaciones y en definitiva definir qué se
entiende operativamente por exclusión social
y por qué. Puesto que a nadie se le puede
pasar por alto que estamos ante un concepto
no sólo complejo por su carácter dinámico y
multidimensional, sino sobre todo por su
carácter político. En los procesos de incorporación social serán objeto de intervención
aquellas personas o colectivos que se definan
como tales, en función de los intereses concretos de las políticas sociales. Por ello pensamos
que en esta tarea debe implicarse un mayor
número de instancias tanto desde la Administración Pública como del Tercer Sector,
objetivo que escapa a las posibilidades del
presente proyecto.
INDICADORES EN CIENCIAS SOCIALES
El uso de los indicadores sociales como
metodología de aproximación a la realidad en
las Ciencias Sociales se ha desarrollado desde una doble vertiente. Por un lado, a partir
del «movimiento de los indicadores sociales»
(Duncan, 1969) que trata de obtener informaciones rigurosas sobre el punto de partida y
las consecuencias de diferentes actuaciones
sociales, derivadas de decisiones políticas. Y
por otro lado, desde una vertiente más conceptual y menos empírica aparece la cuestión
de los indicadores entendidos como «pista
precientífica» para aprehender los conceptos
que no son directamente observables. En esta
línea se sitúa Lazarsfeld, quien identifica el
indicador con los datos observables relacionados con la estructura latente de un concepto.
La diferencia sustancial entre los autores
vinculados al movimiento y estos últimos
podemos representarla gráficamente a través
de su visión de la relación entre indicador y
objeto indicado. Mientras que para los primeros el objeto indicado es la Realidad para los
segundos consiste en el Concepto, puesto que
la realidad no puede aprehenderse de forma
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ESTHER RAYA DIEZ
directa sino a través de construcciones conceptuales de la misma.
Si definimos los indicadores como instrumento útil para aproximarnos al conocimiento de algún fenómeno empírico,
podemos señalar que el uso de los indicadores
está vinculado al estudio de los fenómenos
sociales más complejos y de conceptualización
más abstracta. Un procedimiento metodológico riguroso de investigación científica utilizando indicadores nos permite aproximarnos procesualmente al conocimiento de estas realidades, procurando establecer relaciones progre-
EL CONCEPTO DE EXCLUSIÓN SOCIAL
En los últimos años se ha avanzado en la
realización de estudios sobre el fenómeno de
la exclusión social, aceptándose una cierta
aproximación conceptual, en cuanto a su vin-
sivamente más sólidas entre los datos disponibles y las dimensiones y conceptos que se pretenden estudiar (Casas, 1989:116).
Lazarsfeld señala que la construcción de
indicadores requiere partir de la representación literaria del concepto, para identificar las dimensiones relevantes, que permitan establecer los indicadores observables
de cada dimensión y finalmente determinar los índices que en mayor medida sintetizan el concepto estudiado. Esto puede
representarse gráficamente de la siguiente
manera:
culación con los procesos de cambio en
el mercado de trabajo, en las políticas
sociales y en los sistemas de relación
interpersonal. Ahora bien, se trata de un
concepto y un fenómeno relativamente
reciente sobre el que las Ciencias Sociales y
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en particular la Sociología están construyendo y reconstruyendo sus marcos teóricos y
analíticos. Se puede decir que todo está por
construir (Marco, 2000; Mateo y Penalva,
2000; Brugué, Gomá y Subirats, 2002). Prueba de ello es que bajo el mismo término se
denotan diferentes realidades sociales: la
exclusión equiparable a otras formas históricas de desigualdad y estratificación; la exclusión como concepto equivalente al de marginación; o, finalmente, la exclusión enmarcada en los procesos postindustriales.
Desde nuestro planteamiento consideramos que en el nuevo contexto postindustrial y
de globalización de las sociedades occidenta-
les avanzadas la exclusión, como forma de
desigualdad social, muestra nuevas formas
de fractura de la integración y la cohesión
social, que parten del mundo del trabajo y
alcanzan diferentes formas de participación
social. En este contexto ubicamos el concepto
de exclusión social, cuya definición encierra
una doble dificultad: su complejidad, dado el
carácter dinámico y multidimensional del
mismo por un lado y por otro lado, la intencionalidad, o ambigüedad interesada, para
generar la sensación de que cualquier medida
de política social es válida para atender un
problema tan complejo. En el siguiente (Cuadro 1) recogemos algunas definiciones «oficiales» sobre exclusión social:
CUADRO 1
«Existe exclusión social cuando (los menos favorecidos): a) sufren desventajas generalizadas en términos de educación, formación profesional, empleo, recursos de financiación de
vivienda, etc.; b) sus oportunidades de acceder a las principales instituciones sociales que
distribuyen estas oportunidades de vida son sustancialmente inferiores que las del resto de
la población; c) estas desventajas persisten en el tiempo.» (Comisión Europea en el marco del
Tercer programa de Pobreza, 1990-1994, conocido como Pobreza 3)
«El fracaso de, al menos una de las cuatro integraciones civil, económica, social o interpersonal, correspondientes a cada uno de los sistemas legal y democrático; mercado de trabajo; estado de bienestar, familia y comunidad». (Observatorio de Políticas Nacionales para
combatir la exclusión social3)
«La ruptura del vínculo social, una desconexión social por sus graves dificultades para
incorporarse a la participación» y aclaran que se trata de un término más reducido que el de
pobreza (Subcomisión para el estudio de la exclusión social en España4)
Finalmente, una definición de síntesis
puede ser la facilitada por Estivill, en su
informe titulado «Panorama de lucha contra
la exclusión social» donde destaca que «la
exclusión social puede ser entendida como
El Observatorio de Políticas Nacionales para combatir la exclusión social fue creado por la Comisión en
1990 y eliminado en 1994.
4
Informe de la Subcomisión para el estudio de la
exclusión social en España, para el estudio de sus causas
y consecuencias, así como de las medidas de todo tipo
de apoyo que es preciso adoptar para desarrollar políticas específicas tendentes a solucionar este problema, en
Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los
Diputados, Serie D, 18 de noviembre de 1997, nº 26.
una acumulación de procesos concluyentes
con rupturas sucesivas que, arrancando del
corazón de la economía, la política y la sociedad, van alejando e «interiorizando» a personas, grupos, comunidades y territorios con
respecto a los centros de poder, los recursos y
los valores dominantes» (Estivill, 2003:20).
3
158
Lo que nos interesa subrayar en este apartado, además de la variedad de definiciones
para delimitar el concepto que nos ocupa, es
reconocer por un lado la noción dinámica del
concepto, que atraviesa al sujeto modificando
y reorientando su conducta en función de su
situación y, por tanto, generando una historia personal de sujeto excluido, susceptible de
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ESTHER RAYA DIEZ
variación. Y por otro lado, destacar su carácter multidimensional que se manifiesta no
sólo en la escasez de recursos económicos,
sino en la exclusión de la participación en los
intercambios, prácticas y derechos sociales
que constituyen la integración social y, por
tanto la ciudadanía. Ambos aspectos deben
ser tomados en consideración en cualquier
intento de análisis y conceptualización de
este fenómeno que afecta a nuestras sociedades planteando un reto para las políticas
sociales en todos sus niveles de intervención,
desde el ámbito local hasta el internacional.
Considerando la exclusión social como un
fenómeno específico de las sociedades postindustriales, enmarcada en los procesos de
cambio anteriormente señalados, nos encontramos por tanto ante un fenómeno complejo,
tanto por la propia naturaleza del mismo,
como por una cierta intencionalidad o cuando
menos, conveniencia política de mantener la
ambigüedad del mismo para dar la sensación
de que cualquier política que se encamine
hacia la lucha contra la exclusión social responde a un objetivo «políticamente correcto»
por escaso que sea, puesto que difícilmente
puede solventar el problema en su conjunto
(Estivill, 2003).
El avance en la regulación de políticas y
programas sociales para combatir la exclusión social contrasta con la insuficiencia
de los sistemas conceptuales y analíticos en torno al problema. «Cada aproximación científica intenta construir un campo
propio haciendo bascular la exclusión hacia
él» (Estivill, 2003:51)5.
5
Prueba de ello es que desde 1998 se ha avanzado
en la elaboración de Planes de lucha contra la Exclusión
Social, tanto a nivel europeo como estatal y autonómico, sin que se disponga de una definición homogénea
sobre este concepto. En los últimos años se ha avanzado
lentamente en la construcción de indicadores macrosociales que permitan comparar las políticas europeas en
este ámbito, sin determinar qué es la exclusión desde un
punto de vista microsocial.
ESTUDIO EMPÍRICO DE LA EXCLUSIÓN
SOCIAL
En este apartado vamos a presentar los
principales resultados obtenidos a partir del
trabajo de investigación realizado en torno a
los indicadores de exclusión social. En primer
lugar, a partir del análisis comparativo de
estudios sobre exclusión social realizados en
España desde 1998 a 2005; y, en segundo
lugar, a través de la consulta a expertos sobre
una batería de indicadores propuesta.
En relación a la primera parte del trabajo,
nuestro interés se ha centrado en analizar el
sistema de indicadores utilizados en diferentes estudios sobre exclusión social, buscando
los puntos de convergencia y divergencia con
la finalidad de extraer conclusiones que permitan proponer una batería de indicadores
que sirvan como base de herramienta de análisis y/o diagnóstico de los procesos de exclusión social6. Los criterios para la selección de
estos trabajos han sido principalmente su
accesibilidad, son estudios publicados o consultables a través de los servicios de documentación; parten de un concepto de exclusión social vinculado a los procesos de cambio
y transformación social en las sociedades pos-
LAPARRA, M. (1999) El espacio social de la exclusión.
El caso de Navarra, Tesis doctoral.
Gobierno de Navarra (1999). Plan de Lucha contra la
Exclusión Social en Navarra 1998-2005, dpto de Bienestar Social, Deporte y Juventud.
Comunidad de Madrid (2002) La exclusión multidimensional en el espacio urbano. Investigaciones de base
para la elaboración del Plan de Lucha contra la Exclusión
Social en la Comunidad de Madrid, Consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid.
Federación Sartu (2002) Estudio de Trayectorias de
Incorporación Social del Observatorio de procesos de
Exclusión y de incorporación social, Federación SARTU,
Fondo Social Europeo, BBK Gaztelanbidea.
Diputació de Barcelona (2003) Situacions de pobresa i exclusió social a la provincia de Barcelona, Institut
d’estudis regionals i metropoltans.
SUBIRATS, J. (dir.) (2004), Pobreza y exclusión social, un
análisis de la realidad española y europea, Colección de
Estudios Sociales, nº 16, Fundación La Caixa.
6
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ESTUDIOS
tindustriales y la metodología de aproximación al problema se realiza a través de indicadores sociales a nivel microsociológico. Por
tanto, se trata de estudios comparables entre
sí y coherentes con nuestra conceptualización
del fenómeno objeto de estudio.
En primer lugar, hemos considerado la
definición del concepto de exclusión (Cuadro
2), como punto de partida para el análisis de
los indicadores, siguiendo el esquema de
Lazarsfeld, anteriormente comentado.
En el análisis comparativo de las diferentes definiciones aportadas por los estudios
(Cuadro 2), cabe subrayar en primer lugar
diferencias en cuanto al grado de concreción
del concepto. Los estudios de Laparra, 1999;
Comunidad de Madrid, 2003 y Subirats, 2004
ofrecen una definición descriptiva del concep-
to de exclusión social, situándose en lo que
Lazarsfeld denomina la fase de representación literaria del concepto. Por su parte, el
estudio del Gobierno de Navarra, 1999, el del
Observatorio de Procesos de Exclusión e
incorporación social, 2002 y el de la Diputación de Barcelona ofrecen un definición más
operativa para la aprehensión del concepto,
siendo los dos primeros los que en mayor
medida establecen criterios predeterminados
para identificar las situaciones de exclusión.
Desde el punto de vista del contenido, se
observan mayores disimilitudes en las definiciones, si bien todos los estudios convergen en
considerar la exclusión social como un fenómeno enmarcado en los procesos sociales de
cambio de las sociedades postindustriales y
sus consecuencias en términos de integración
y ciudadanía social. La más llamativa de las
CUADRO 2. DEFINICIONES DE EXCLUSIÓN SOCIAL
Fuente: Elaboración propia.
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divergencias se produce entre Laparra, 1999
y Mur i Petit, autora del estudio de la exclusión social en Barcelona. Ambos señalan la
relación entre el concepto de exclusión social
y los de pobreza absoluta y relativa. Ahora
bien, mientras que para Laparra, el concepto
de exclusión se asimilaría al de pobreza absoluta, y el de vulnerabilidad al concepto de
pobreza relativa; Mur i Petit plantea la vinculación del concepto de exclusión en su
dimensión económica con un enfoque relativo, asociado a la insuficiencia o carencia de
ingresos, y considera el resto de situaciones
de exclusión desde un enfoque absoluto.
El carácter gradual o dinámico de los procesos de exclusión aparece en el conjunto de
las definiciones analizadas. En Laparra, 1999
y Observatorio, 2002 se plantea de forma
explícita. El primero diferencia tres situaciones en el espacio social de la exclusión (vulnerabilidad, exclusión y marginación) y en el
segundo se identifican tres niveles de intensidad de la exclusión social (grave, moderada y
leve) para cada ámbito vital y para la variable
de conjunto (posición social). También en el
estudio sobre pobreza y exclusión social (Subirats, et al, 2004) se plantean teóricamente las
diferencias de grado entre exclusión y vulnerabilidad, aunque no en el estudio empírico,
donde se centran en determinar los factores
de exclusión social propiamente dichos.
Respecto a la cuestión de la multidimensionalidad, puede observarse a partir de la
consideración de los ámbitos vitales que cada
estudio incluye en su análisis la exclusión
social (Cuadro 3).
CUADRO 3. ÁMBITOS VITALES DEL CONCEPTO DE EXCLUSIÓN SOCIAL
Fuente: Elaboración propia.
En general, se observa una confluencia de
ámbitos vitales. En todos los estudios se consideran los relacionados con las formas de
integración social primarias, como son el
empleo, los recursos económicos, la vivienda
y la educación. La salud es considerada en
todos los casos, excepto en el estudio de la
Diputación de Barcelona, y la cuestión de la
integración social y familiar y las relaciones
sociales recibe un tratamiento diferente de
unos estudios a otros, como veremos posteriormente.
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ESTUDIOS
La segunda parte del estudio ha consistido
en la realización de una consulta a un grupo
de expertos7 sobre los indicadores seleccionados a partir del análisis comparativo comentado anteriormente. Se le pedía que se posicionaran sobre dos aspectos. En primer lugar,
la priorización de los ámbitos vitales en relación a las situaciones de exclusión, en una
escala de 1 a 7, donde 1 significa mayor
influencia y 7 menor influencia. El objetivo de
esta cuestión es conocer en qué medida se
puede dar mayor peso a un ámbito vital sobre
el resto en el estudio e intervención en los
procesos de inserción e incorporación social.
Los resultados obtenidos en relación con esta
cuestión se ofrecen en la tabla 1.
La situación económica seguida de la
situación laboral aparecen como los ámbitos
vitales que mayor repercusión tienen en los
procesos de exclusión social. Por su parte, el
ámbito denominado de brecha digital y en
menor medida el ámbito de la educación aparece en último lugar de prioridad, es decir,
con menor incidencia en los procesos de
exclusión. El resto de los ámbitos vitales considerados queda situado en las posiciones
intermedias, con ligeras variaciones en función del estadístico de aproximación. La brecha digital no es percibida como una situación de exclusión social propiamente dicha.
De forma unánime la puntuación es de 7, es
decir, mínima incidencia. En el caso de la
educación se observa mayor dispersión en las
respuestas, con puntuaciones que oscilan
entre la posición 4 y la posición 6, siendo esta
última la más determinante. Por su parte, los
ámbitos de relaciones sociales, salud y vivienda, estarían en zona de alerta con respecto a
7
Se invitó a participar a 25 expertos procedentes de
diferentes instituciones cuya actividad o trayectoria profesional estuviera vinculada con el tema de la exclusión
social. Se han recogido 15 cuestionarios. 7 de los cuales
proceden del ámbito universitario, 7 del tercer sector y
1 de la Administración pública; la actividad principal de
las personas es docencia (6 casos), investigación (3), gestión de programas y proyectos (3) y atención directa (3).
162
los procesos de exclusión. Y son la situación
económica y laboral, las que se perciben como
de mayor incidencia.
El segundo aspecto a considerar por parte
de los expertos consistía en la ponderación
que darían a una batería compuesta por 153
indicadores distribuidos por ámbitos vitales
en una escala de 1 a 10, donde 10 es el máximo valor y 1 mínimo valor del indicador respecto a dicho ámbito. Asimismo podían dar
valor 0 a los indicadores que considerasen sin
relevancia para el tema objeto de estudio.
Antes de describir las respuestas obtenidas en cada uno de los ámbitos vitales conviene hacer un balance general de las respuestas
obtenidas del cuestionario, que permitan contextualizar el análisis individualizado de
cada ámbito. En la tabla 2 se ofrece un resumen de los datos extraidos del cuestionario:
El ámbito de la salud presenta el mayor
número de indicadores propuestos para su
valoración, seguido de vivienda y empleo, y
después la situación económica; a cierta distancia se sitúan los indicadores de brecha
digital y de educación. Teniendo en cuenta el
número de indicadores propuestos se ha calculado la ratio de respuestas de acuerdo al
grado de consenso. Este ratio lo hemos definido a partir del coeficiente de variación8. En la
tabla se expresa la relación entre el número
de indicadores según el grado de consenso y
los indicadores totales correspondientes a
cada uno de los ámbitos vitales considerados.
Los ámbitos vitales de situación económica y vivienda presentan un amplio consenso,
8
Coeficiente de variación es el cociente entre la
desviación típica y la media e indica la dispersión de las
respuestas del grupo. Cuanto menor es el porcentaje
menor es la dispersión y, por tanto, es mayor el consenso del grupo. Hemos considerado Unanimidad en las
respuestas, cuando el porcentaje es inferior al 10%;
Consenso, cuando se sitúa entre 10 y 25%, Mayoría,
para los indicadores que obtienen entre un 25 y un 40%
de las respuestas y divergencia en los que presentan un
coeficiente superior al 40%.
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TABLA 1. PRIORIZACIÓN DE LOS ÁMBITOS VITALES
Fuente: Elaboración propia.
TABLA 2. RESUMEN DE DATOS DEL CUESTIONARIO
Fuente: Elaboración propia.
considerando de forma conjunta las respuestas de unanimidad y consenso supera en el
primer caso el 70% de los indicadores y en el
segundo el 56%.
tran valores más bajos, e incluso de 0 (indicador rechazable).
Los ámbitos de empleo, salud y educación
presentan unas tasas de consenso aceptables,
si tenemos en cuenta la adición entre las respuestas de consenso y las de mayoría. Finalmente, los ámbitos de relaciones sociales y
brecha digital, especialmente este último,
presentan elevadas tasas de divergencia, que
apuntan la necesidad de una revisión en profundidad de las baterías de indicadores utilizadas.
DIMENSIONES E INDICADORES
DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL
POR ÁMBITOS VITALES
También del análisis de conjunto cabe destacar como los indicadores que obtienen
mayor grado de consenso son los que tienden
a puntuarse con los valores superiores en la
escala de exclusión (1-10), mientras que los
indicadores con posiciones divergentes mues-
En las próximas páginas se exponen los
principales resultados obtenidos de la investigación para cada uno de los ámbitos vitales
considerados.
El primer ámbito analizado ha sido el relativo a la situación económica, por ser éste el
que aparece como prioritario en la consulta
realizada a los expertos. Los estudios plantean indicadores respecto a tres dimensiones
relacionadas con la situación económica: el
volumen de ingresos, la procedencia de los
mismos y los hábitos de consumo. La primera
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ESTUDIOS
dimensión vincula claramente el concepto de
exclusión con el de pobreza y con las metodologías de aproximación a la misma a partir
del cálculo de los ingresos del hogar en relación a los ingresos medios (o medianos) de la
sociedad en su conjunto. Se observan diferentes escalas, desde quienes plantean únicamente dos situaciones hasta quienes diferencian cuatro intervalos. La dimensión de la
procedencia de los ingresos estima la situación de exclusión a partir de la naturaleza de
los ingresos, considerando tanto los procedentes del Sistema de protección social público como de asistencial o comunitario y/o familiar. La tercera dimensión identifica hábitos
de consumo, en términos de recensiones o privaciones a las que se ha visto sometido el
hogar como consecuencia de la situación
económica.
En líneas generales se constata una amplia
similitud en la propuesta de indicadores en
todos los estudios analizados, en las diferentes
dimensiones. No obstante, hay que señalar
que algunos estudios sólo plantean indicadores en la primera dimensión mientras que
otros únicamente utilizan datos procedentes
de la última. Esta variación puede estar relacionada con la disponibilidad de los datos en
los estudios. Desde nuestro punto de vista y en
de cara a plantear una herramienta de análisis / diagnóstico de la exclusión social sería
conveniente considerar indicadores en las tres
dimensiones, puesto que si bien los relativos
al volumen de ingresos pueden ser los más fiables para determinar el grado de exclusión de
una persona o unidad familiar, no siempre
está disponible este dato y el conocer la fuente
de los ingresos por un lado y las privaciones
del hogar por otro, pueden ser informaciones
complementarias. También hay que destacar
cómo de la consulta realizada a los expertos en
este ámbito vital se observa un elevado grado
de consenso, particularmente en lo relativo al
volumen de ingresos, pero también en el resto
de dimensiones.
El alto grado de similitud en los estudios y
de convergencia entre los expertos en el
164
ámbito económico contrasta con la mayor dispersión observada en el ámbito laboral. Cada
estudio plantea una forma particular de
agrupar las variables relacionadas con este
ámbito. Las dimensiones básicas en las que
pueden estructurarse los indicadores son: la
relación entre situación laboral y económica;
relación entre empleo y nivel de estudios;
situación de desempleo y, finalmente, condiciones laborales. Algunos estudios plantean
indicadores para todas las dimensiones aunque la mayoría se centra en los dos últimos
aspectos. También cabe destacar que algunos
estudios plantean indicadores teniendo únicamente en cuenta la situación de la persona
entrevistada mientras que otros consideran
la situación del hogar.
La mayor confluencia en los estudios se
observa en los indicadores relativos a la
situación de desempleo, considerándose como
mayor exclusión la de los hogares donde la
persona sustentadora principal está en situación prolongada de desempleo. La relación
entre exclusión y desempleo es manifiesta.
Sin embargo, como han señalado García
Serrano y Malo (2003:119), el desempleo se
vincula a la exclusión cuando se prolongue
tanto en el tiempo que suponga un grave problema el retorno al empleo, por desgaste del
capital humano y cuando no se disponga de
fuentes alternativas de ingresos suficientes
para no estar en situación de pobreza. También se vincularía en aquéllos casos en los que
aun no prolongándose de forma continuada
en el tiempo, la persona sufre tantos periodos
de desempleo que le impiden desarrollar una
verdadera carrera laboral. La mayor parte de
los estudios niega la asimilación absoluta
entre ambas realidades y plantea también
indicadores que destacan riesgo de exclusión
en función de las condiciones laborales,
poniéndose de manifiesto la existencia de
personas que trabajan y están en situación o
riesgo de exclusión.
La consulta realizada a expertos sobre este
ámbito vital muestra un alto nivel de consenso respecto a un limitado número de indica-
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ESTHER RAYA DIEZ
dores que perfila la exclusión al mercado de
trabajo de todos los miembros del hogar, o al
menos de la persona sustentadora principal.
Este tipo de indicadores son ponderados con
valores altos en la escala, lo que manifiesta
situaciones de exclusión de alta intensidad.
Con un menor grado de consenso y también
con una menor valoración en la escala de
intensidad aparece un grupo de indicadores
que presentan situaciones de vulnerabilidad
o precariedad laboral. Queda un amplio
número de indicadores, (que suponen un 40%
de los indicadores planteados relativos a
dicho ámbito) que deberían ser reformulados
o revisados antes de ser considerados como
indicadores de exclusión. Se trata de indicadores que presentan situaciones de desventaja social o desfavorecida, pero que no implican a priori necesariamente una situación o
riesgo de exclusión, como por ejemplo la de
hogares cuyo sustentador principal no tiene
empleo fijo y a jornada completa o la de hogares sin ningún ocupado con empleo fijo.
El ámbito de la vivienda presenta una
amplia convergencia en cuanto a los indicadores propuestos en los estudios considerados. Generalmente tienden a subrayarse tres
dimensiones: la accesibilidad y el régimen de
tenencia; las características de la vivienda y
el equipamiento. Si se observan algunas
divergencias en indicadores concretos como
es el de hacinamiento, algunos estudios se
refieren al tamaño de la vivienda en general
sin considerar el número de miembros; en
otros se establece un número de metros cuadrados o de huecos por persona. También se
observan diferencias de matiz importante en
cuanto a los equipamientos, en algunos estudios se hace referencia a la carencia de determinados bienes, mientras que otros matizan
el motivo económico de dicha carencia, puesto
que no es equiparable no disponer de coche
por voluntad propia a que sea por falta de
recursos económicos para adquirirlo. Ciertamente estas diferencias que a priori pueden
parecer poco relevantes pueden representar
graves diferencias en el tratamiento que a
posteriori se hace de los datos, incidiendo claramente en los resultados.
La consulta realizada a los expertos en
materia de vivienda muestra también un alto
grado de consenso (56% de los indicadores
propuestos). Contrariamente a lo que cabía
esperar, lo ausencia de vivienda no ha sido la
característica más sobresaliente como indicador de exclusión en este ámbito. Los indicadores que obtienen la unanimidad de las respuestan tienden a reflejar la incapacidad
para manternerla (proceso de expulsión) o
adecuarla a los estándares de calidad de vida
de nuestra sociedad (carencia de servicios
básicos o deterioro). Mientras que los indicadores con un alto consenso se refieren a la
ausencia de vivienda, la carencia de equipamientos básicos que garanticen la salud o
autonomía de las personas y carencias en el
entorno.
Otras situaciones que son también una
manifestación de la carencia de vivienda,
como la dificultad para la emancipación o
pobreza encubierta de los jóvenes que viven
en el hogar paterno por falta de recursos
económicos, obtienen menor grado de consenso. También dentro de este grupo se incluyen
algunos de los indicadores relativos al hacinamiento. Este aspecto no parece un indicador muy aceptable para establecer la exclusión en relación a la vivienda, si consideramos que otras definiciones de indicadores que
lo incluyen se sitúan en la zona de discrepancia, al igual que algunos de los indicadores
que presentan diferentes formas de ausencia
de vivienda (personas que habitan en viviendas cedidas gratuitamente u ocupadas ilegalmente), y también indicadores que muestran
un elevado grado de endeudamiento o algunos de carencia de equipamiento por motivos
económicos.
La salud como ámbito vital relacionado
con la exclusión es abordada en los estudios
teniendo en cuenta diferentes dimensiones.
La mayoría de los indicadores está relacionada con definiciones descriptivas del estado o
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situación sanitaria a nivel de personas o
colectivos. De forma complementaria, los
estudios también destacan indicadores relacionados con la situación de personas u hogares con problemas de salud que necesitan
apoyo o cuidados para la vida diaria. También se incluirían en este grupo los indicadores que relacionan la situación económica con
el estado de salud de las personas o familias.
Otro grupo de indicadores gira en torno a la
cuestión del acceso al sistema sanitario; se
trata de indicadores que por un lado destacan
la cobertura del mismo y por otro el uso de
servicios sanitarios por parte de la población.
De hecho, en teoría, en sociedades con sistemas sanitarios universales, se supone que no
existe problema de cobertura sanitaria, pero
las diferencias se forjan principalmente en
cuanto a los usos de los servicios sanitarios.
Algunos de los estudios también consideran
el tema desde la perspectiva subjetiva, destacándose por un lado la percepción del estado de salud individual o familiar y por otro
lado, la percepción sobre derechos sociales de
carácter sanitario.
Este apartado que sobresale como el más
fecundo en cuanto al número de indicadores
encontrados muestra también una gran
variedad en la naturaleza de aquéllos. Así
vemos que algunos indicadores son excesivamente amplios y difícilmente discriman
situaciones de exclusión de otros problemas
sociales. Por ejemplo, indicadores relativos al
estado de salud de la población infantil;
población según internamiento en centros,
personas con tuberculosis, personas con
SIDA, etc. Todos estos indicadores responden
más a descriptores de una determinada realidad que a una construcción teórica de un concepto analítico. En el extremo opuesto algunos indicadores son excesivamente restrictivos que por su significado cabe preguntarse si
responden al concepto de exclusión social, por
ejemplo, algunos de los aportados por el estudio de Subirats (2004): «personas con un índice de masa corporal superior a 30, que sufren
obesidad grave o mórbida» o «personas que
166
han visitado a un médico más de diez veces al
año». Ante este tipo de indicadores nos parece necesario interrogarse sobre la existencia
de relación entre un problema de salud (obesidad mórbida) y la exclusión social, o como
en el segundo ejemplo, ¿el número de consultas al médico puede indicar un riesgo de
exclusión social?
La interrelación entre exclusión y salud
debe analizarse más detenidamente, con el
fin de afinar mejor los instrumentos de estudio. Pensamos que la variedad de indicadores
observada en los estudios analizados puede
estar señalando una falta de consenso y de
concreción sobre el significado y las repercusiones de la exclusión respecto a la salud y el
ámbito sanitario.
La afirmación anterior también se confirma con el análisis del grado de consenso entre
los expertos consultados. Los indicadores que
obtienen mayor grado de consenso hacen
referencia a la situación sanitaria de los
hogares o individuos y también en la interrelación entre salud y situación económica, con
índices de exclusión de 7 y 8. Estos índices
harían referencia a situaciones de exclusión
grave pero no de extrema exclusión.
Otra serie de indicadores logra menor grado de consenso entre los expertos, pero obtiene ponderaciones superiores, es decir, se consideran situaciones de mayor exclusión, entre
las que se incluyen indicadores de uso del sistema sanitario, de cobertura y también indicadores que interrelacionan la situación
económica y sanitaria.
Asimismo es destacable que un 43% de los
indicadores propuestos en la consulta obtiene
un coeficiente de variación que los ubica en
zona de discrepancia entre los expertos. Lo
que debería llevarnos a la necesidad de su
revisión o reformulación. En este grupo de
indicadores se incluye la mayor parte de los
indicadores relativos a cobertura y uso. También los que hacen referencia a la tenencia de
determinadas enfermedades así como indica-
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ESTHER RAYA DIEZ
dores hipotéticos sobre la mejora de la situación económica en función de la política sanitaria.
La discrepancia también está presente en
el ámbito de las relaciones sociales, tanto en
el análisis comparativo de los estudios como
en la consulta realizada a los expertos.
Hemos incluido bajo el epígrafe de Relaciones
sociales tanto los enfoques de las relaciones
sociales desde diferentes manifestaciones de
conflicto o anomía (conflictos familiares, conductas asociales, conductas delictivas) como
los enfoques que abordan la cuestión de las
relaciones interpersonales y de participación
social. Pensamos que los diferentes indicadores pueden analizarse desde la teóría de
redes sociales, identificándese algunos con el
concepto de Red Social. Este concepto se asocia con las características estructurales de las
redes sociales. En este primer grupo se incluyen todos aquellos indicadores que tratan de
contabilizar la cantidad de las relaciones
sociales que tiene una persona. Por su parte
el Apoyo Social recoge las funciones que cumplen las personas o grupos que configuran la
red social de un individuo y los efectos que
tienen en el bienestar individual. En este
apartado se incluyen los indicadores que relacionan las situaciones de exclusión con las
problemáticas existentes en la biografía personal o familiar de un individuo, poniéndose
de manifiesto la calidad (o ausencia de calidad) de la misma. Por último, está lo que el
autor denomina Red de Apoyo y se refiere al
subconjunto de esas relaciones con funciones
de apoyo en momentos críticos de necesidad y
demanda de apoyo, en este caso, como indicador de exclusión se incluiría el que hace referencia a la ausencia de red de apoyo.
También, en algunos estudios se destaca
la perspectiva de la participación social como
condición de ciudadanía, y se señalan indicadores de ausencia de participación social por
un lado, y de carencia o limitaciones en participación en actividades lúdicas o de ocio, por
otro lado.
El análisis comparativo realizado en este
ámbito vital permite afirmar un bajo nivel de
convergencia en la propuesta de indicadores
entre unos estudios y otros, lo que por un lado
no sólo supone dificultades comparativas
entre los resultados de unos estudios y otros
sino también dificultades para establecer
cómo afectan las relaciones sociales a los procesos de exclusión, cuando diferentes experiencias ponen de manifiesto la influencia de
aquéllas para paliar los efectos devastadores
de los procesos de exclusión y, al mismo tiempo, conferir garantías de éxito a los procesos
de incorporación social.
La consulta realizada a los expertos en torno a los indicadores de ámbito relacional nos
lleva a conclusiones similares. Se observan
discrepancias en el 57% de los indicadores
propuestos. Este dato nos debe llevar a pensar en la necesidad de redefinir con mayor
precisión la interrelación entre exclusión y
relaciones sociales. Dentro de este grupo de
indicadores aparecen cuestiones como la
ausencia o carencia de relación con el padre o
la madre, con otros familiares; la falta de participación política o sindical; limitación en el
ocio relacional (salir de vacaciones, ir a restaurantes, etc.). También es destacable la falta de consenso en el indicador que señala el
hecho de «no acudir a nadie en caso de problemas personales o afectivos». A priori parece
ser ésta una manifestación básica de los procesos de exclusión, esto es, cuando una persona se encuentra en situación de aislamiento
social. Sin embargo, un análisis detallado
sobre estos indicadores nos podría aclarar si
la discrepancia reside en la definición del
indicador - que en sí mismo no aclara el motivo de no acudir a nadie, esto puede ser por
problemas de aislamiento social y entonces se
relacionaría con la exclusión social o puede
responder a otros motivos (superación individual de los problemas personales) y, por lo
tanto, estaríamos ante una situación diferente – o, por el contrario, la discrepancia se debe
a la falta de acuerdo en la interrelación entre
aislamiento y exclusión social.
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El ámbito vital de la educación suele ser
considerado como uno de los elementos básicos presentes en los procesos de exclusión. La
consulta realizada a los expertos sobre la
prioridad de los ámbitos vitales nos lleva a
situarlo en las posiciones de menor prioridad,
justo antes del ámbito de la brecha digital.
También hay que destacar la observación de
un mayor nivel de convergencia en relación a
las dimensiones e indicadores propuestos en
los estudios analizados que el constatado en
otros ámbitos, como son el del empleo, la
salud o las relaciones sociales.
Los diferentes analistas de la educación
señalan la amplitud de marcos donde las personas adquieren formación y aprendizaje
para el desarrollo de su vida. El avance de la
sociedad de la información y el conocimiento
reduce el protagonismo esencial del espacio
académico como fuente de saber y conocimiento. Este aspecto aparece bien explícitamente bien implícitamente en las investigaciones sobre exclusión social revisadas en
nuestro trabajo. No obstante, la mayor parte
de los sistemas de indicadores propuestos se
circunscriben a la educación reglada o académica. Los estudios tienden a subrayar el nivel
de competencias alcanzado, y en relación a la
exclusión, las carencias en relación a los
mínimos legalmente obligatorios. También
tienden a señalar la existencia de fracaso
escolar síntoma de exclusión social.
Los otros espacios educativos tienen un
peso residual articulado a través de la formación ocupacional. Todavía no se incluyen indicadores que muestren la interrelación entre
educación y sociedad del conocimiento. Quizá
dentro de unos años nos encontremos con
desarrollos teóricos y metodológicos que
comiencen a incluir también esta dimensión
en los análisis. La construcción de los indicadores de formación académica es bastante
similar entre unos estudios y otros, aunque
varían sensiblemente las edades de corte
para delimitar las situaciones de exclusión
frente a las de vulnerabilidad.
168
Respecto a la formación ocupacional se
considera un complemento educativo directamente relacionado con la posibilidad de acceso al mercado de trabajo. Algunos indicadores
identifican situaciones de exclusión o riesgo
de la misma en función de la ausencia de formación ocupacional en personas desempleadas mientras que otros indicadores describen
la situación de las personas en cuanto a la
realización (o no) de actividades de formación
ocupacional y su situación en el mercado de
trabajo.
De la consulta realizada a expertos cabe
destacar un nivel aceptable de consenso frente a un limitado, pero significativo número de
indicadores con discrepancia. Los indicadores
que consiguen un alto grado de consenso son
los que muestran situación de baja o nula
escolarización y nivel de estudios. Junto a
éstos hay que destacar los que obtienen un
consenso de mayoría, con una mezcla de indicadores tanto de formación reglada como ocupacional. Finalmente, los indicadores con discrepancia describen situaciones que pueden
identificar vulnerabilidad pero no necesariamente exclusión social.
Por último, hemos incluido en el estudio la
dimensión de la Brecha digital, conscientes
de que resulta totalmente novedoso, si nos
atenemos a las dimensiones que se incluyen
en los estudios «clásicos» sobre el tema objeto
de estudio. Sin embargo, nos parece un ámbito sobre el que hay comenzar a trabajar en el
desarrollo de marcos teóricos y analíticos
para que la brecha digital no se convierta en
otra forma de exclusión social adicional. El
avance de la sociedad del conocimiento se
convierte en un riesgo de incremento de la
exclusión social de quienes parten de una
infraposición. Además, si consideramos la
población afectada por la brecha digital como
un todo homogéneo se corre el riesgo de derivar el gasto público en reducir la distancia
social entre los colectivos «conectados» a
Internet y los «desconectados» de Internet,
sin modificar la situación «digital» de la
población excluida socialmente.
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La novedad de este ámbito vital conlleva la
carencia de modelos claros y asentados que
permitan enmarcar el análisis. Los estudios
sobre brecha digital tienden a mezclar los
niveles micro y macrosociales, y a describir
las fronteras entre quienes están conectados
frente a quienes están al margen. No se establecen medidas para conocer cómo están digitalmente hablando quienes están al margen
en otros ámbitos de lo social; qué riesgos son
previsibles de suponer para quienes no están
conectados o alfabetizados digitalmente, y en
particular, para quienes desde una posición
de exclusión social también suman la digital.
Si aceptamos que Internet tiene un potencial igualador al romper fronteras espacio
temporales habrá que explorar los beneficios, las fortalezas y oportunidades para la
población en situación o riesgo de exclusión,
buscar los mecanismos de reducción de las
desigualdades en el acceso y el uso de Internet, haciéndolo extensible de forma particular a este sector de población. La red abre las
puertas a un amplio sector de la población,
pero también se las cierra a los más desfavorecidos, ampliando las diferencias entre los
distintos colectivos. Abogamos porque no
ocurra lo mismo en su estudio, como paso
previo para corregir las diferencias en su
desarrollo.
Las dimensiones e indicadores señalados
acerca de la brecha digital nos muestran pautas a tener en cuenta cuando hacemos referencia a la exclusión en el ámbito citado. La
exclusión social es un fenómeno multidimensional, por tanto, su análisis debe evitar planteamientos unidireccionales, que induzcan a
sesgar el análisis, considerando como excluidas a personas por una única dimensión. Al
igual que toda la población desempleada no
está excluida socialmente, toda la población
excluída digitalmente no está excluída socialmente, ni toda la población excluida socialmente está necesariamente excluida digitalmente. Para realizar un análisis que refleje la
realidad social debemos de tener en cuenta
todo el conjunto de variables, y para ello, es
preciso que avancemos en la construcción
integrada de indicadores, que en este caso
pasan por la definición y redefinición de la
relación entre brecha digital y exclusión
social.
Nuestra propuesta de indicadores pasa
por considerar por un lado, indicadores descriptivos de la brecha digital en relación a la
población en situación de exclusión, a partir
de las dimensiones de equipamiento, acceso,
alfabetización digital y uso de Internet. Por
otro lado, pensamos que también cabe redefinir los indicadores propuestos en cada ámbito vital incluyendo explícitamente aspectos
relativos a la brecha digital. No obstante, en
rigor hay que decir que nos encontramos en
una fase muy temprana en este tema cuyo
principal objetivo se conforma con apuntar
una dirección en la que esperamos surjan
nuevas investigaciones en próximos años.
En la consulta realizada a los expertos
decidimos incluir la cuestión de la brecha digital, aun siendo conscientes de la necesidad
de ahondar en su análisis. Lógicamente los
resultados han sido los esperados. El índice
de discrepancia en las respuestas ha sido elevado, no considerándose los indicadores propuestos como indicadores de exclusion social,
y en su caso, éstos marcarían vulnerabilidad
o exclusión leve.
CONCLUSIONES
Respecto a la primera operación, relativa al
análisis comparativo de los estudios sobre
exclusión social hemos constatado diferencias
en cuanto al grado de concreción del concepto
de exclusión social. Algunos estudios se sitúan
en lo que Lazarsfeld denomina fase de representación literaria del concepto, mientras que
otros ofrecen una definición más operativa
para identificar las situaciones de exclusión
social. En cuanto al contenido del concepto, se
observan algunas diferencias significativas
aunque todos tienden a subrayar el carácter
dinámico y multidimensional de la misma.
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Este último aspecto, desde nuestro punto
de vista, no aparece bien resuelto en las
investigaciones. Creemos que en la medida
que la exclusión social es un fenómeno multicausal es preciso realizar aproximaciones que
interrelacionen los diferentes factores coexistentes en una misma situación, para determinar su situación o grado de exclusión social.
En la mayoría se plantea como una amalgama de problemáticas sin considerar su interrelación. Así se plantean análisis descriptivos para cada una de las dimensiones sobre la
que se estructura la exclusión social, sin establecer criterios explícitos para determinar la
influencia de la multidimensionalidad. Este
aspecto también se observa en los Planes de
Inclusión Social aprobados por el Ministerio
de Trabajo y Asuntos Sociales en los que se
ofrece una visión global de la exclusión social,
a través la descripción de situaciones de diferentes colectivos y grupos susceptibles de
padecer exclusión social.
Por tanto, consideramos preciso y necesario profundizar en el diseño de metodologías
que introduzcan operativa y empíricamente
el carácter multidimensional de la exclusión,
que permitan obtener una fotografía dinámica de los procesos de exclusión y de incorporación social. Este tipo de instrumentos deben
servir al mismo tiempo para el diseño de
herramientas de diagnóstico, que lejos de
complejas operaciones matemáticas y algorítmicas, informen de forma sencilla a los profesionales sobre los procesos de exclusión –
incorporación de las personas con las que trabajan.
En conexión con las consideraciones anteriores, hay que subrayar la necesidad de
avanzar en el diseño de indicadores precisos
que permitan aproximaciones adecuadas al
concepto de exclusión. Hasta el momento,
gran parte de los estudios se basan en indicadores elaborados de acuerdo a la disponibilidad de datos procedentes de fuentes secundarias de información (PHOGUE, Estadísticas
de servicios sociales, EPA, etc.). Este tipo de
indicadores presenta, en ocasiones, dudas
170
respecto a su vinculación con la exclusión
social definida teóricamente; pueden ser indicios, sin embargo, ante la ausencia de datos
más precisos se toman por válidos. Consideramos que es necesario el desarrollo de estudios ad hoc que –partiendo de una batería
consensuada de indicadores– contrasten la
utilidad de los mismos y que a medio plazo
puedan influir en el diseño de indicadores
estadísticos secundarios y no a la inversa,
como parece ser la tendencia actual.
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RESUMEN
172
En el artículo se presentan los resultados de un proyecto de investigación realizado entre
2003-2005 sobre los indicadores de medición de los procesos de exclusión y de incorporación
social. La finalidad de este proyecto ha consistido en plantear una herramienta para el
análisis y el diagnóstico de la exclusión social. El punto de partida consiste en la delimitación de los indicadores de exclusión social. Para ello se ha realizado un análisis comparativo de los estudios realizados en España en el periodo 1998-2005. Esto nos ha permitido
detectar los ámbitos vitales relativos a la exclusión social consolidados y los que muestran
grandes disparidades entre unos autores y otros. Posteriormente se ha realizado una consulta a expertos para determinar el peso de los indicadores en la medición de la exclusión
social. El análisis conjunto de los datos nos permite plantear las líneas básicas para la elaboración de una herramienta de trabajo que sirva como base para la realización de
diagnósticos de exclusión social.
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