Download impulsos sanadores
Document related concepts
Transcript
MEDICINA NUEVAS NEUROTECNOLOGÍAS IMPULSOS SANADORES LA ESTIMULACIÓN TRANSCRANEAL permite tratar en forma no invasiva la depresión, las migrañas, ciertas secuelas del accidente cerebrovascular y hasta la compulsión a comer dulces o fumar. Además, el innovador método se está ensayando para mejorar el aprendizaje y la memoria en personas sanas. ¿Se podrán manipular los recuerdos en el futuro? POR ALEJANDRA FOLGARAIT P arece magia, pero está lejos de serlo. La estimulación magnética transcraneal es una herramienta científica que utiliza poderosos campos magnéticos para revertir procesos patológicos y mejorar funciones cognitivas y motoras. En principio, cabe aclarar que existen dos grandes tipos de estimulación transcraneal. Por un lado, la magnética (TMS, por sus siglas en inglés) utiliza ondas de distinta frecuencia para generar cambios eléctricos en las neuronas del cerebro. Por el otro, la TDCS (estimulación por corriente eléctrica directa) emplea dos electrodos que se colocan a los lados de la cabeza para transmitir una pequeña corrien- te –equivalente a una batería de 9 volts– a un área específica de la corteza cerebral. Ambas generan cambios neuronales, pero mientras la TMS es un procedimiento médico complejo y costoso, la TDCS es económica y no está regulada por las autoridades sanitarias. Tanto la TMS como la TDCS son técnicas no invasivas que se ensayan en la actualidad para tratar diversos trastornos, desde secuelas del accidente cerebrovascular hasta la ansiedad, la esclerosis múltiple, el dolor crónico, los problemas de memoria y los desórdenes del movimiento ligados al Parkinson. Y si bien la estimulación magnética transcra- neal surgió en Alemania, hoy se ha extendido por los Estados Unidos, Gran Bretaña y varios países latinoamericanos, incluida la Argentina. En 2008, la Oficina de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) la aprobó para tratar la depresión que no responde al tratamiento farmacológico y, el año pasado, hizo lo mismo con la TMS para tratar migrañas. Por otra parte, estudios canadienses e ingleses mostraron recientemente que la estimulación magnética de la corteza prefrontal dorsolateral –vinculada con las funciones ejecutivas de la mente– reduce el impulso a ingerir chocolates y papas fritas en mujeres jóvenes. ¿Será la solución indolora para controlar el apetito? Todavía hay que hacer muchos estudios para confirmarlo. AMEJORAMIENTO COGNITIVO Peligrosamente cerca de la frenología decimonónica –que asociaba cada función mental a una localización cerebral específica y, también, al carácter– y de las supersticiones ligadas al “poder curativo” de los imanes, la estimulación magnética transcraneal lucha hoy por ganar un espacio en el territorio contrastable de la ciencia. Por lo pronto, parece tener éxito no solo en el terreno neuropatológico, sino también a la hora de mejorar las funciones cognitivas en sujetos sanos (en lo que se conoce como neuroenhancement). En Alemania, por ejemplo, se está ensayando para mejorar la performance de músicos y, muy pronto, se probará también en futbolistas. Recientemente, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, otorgó 46 millones de dólares para financiar los primeros estudios de la famosa “BRAIN Initiative”, una iniciativa que se propone develar en los próximos 12 años los misterios del cerebro y que será a la neurociencia lo que fue el Proyecto Genoma Humano al ADN. Una buena parte de esos fondos se destinará al desarrollo de neurotecnologías no invasivas para estudiar el cerebro sano y enfermo. Como adelanto de lo que vendrá, el ejército de los Estados Unidos está ensayando la TMS tanto para entrenar a pilotos de drones para mejorar su sensibilidad visual y motora, como para tratar a veteranos con traumas de guerra. En ese sentido, la agencia de Defensa DARPA ya prometió 20 millones de dólares para desarrollar una neuroprótesis implantable que ayude a los soldados con síndrome de estrés postraumático a recuperar la memoria. Por otra parte, en un estudio publicado por Science en agosto pasado, científicos estadounidenses mostraron por primera vez que la NO INVASIVO Con ondas magnéticas de distinta frecuencia se pueden generar cambios eléctricos en ciertas áreas del cerebro. Así se tratan patologías y se mejora el funcionamiento cognitivo. TMS fue capaz de mejorar la memoria en personas sanas. Los investigadores, liderados por Joel Voss, de la Universidad Northwestern, les pidieron a 16 voluntarios jóvenes que asociaran palabras a imágenes faciales mientras recibían pulsos magnéticos durante 20 minutos diarios. Al cabo de cinco días, los que habían recibido esta estimulación magnética recordaban muchas más palabras que los que no habían pasado por este tratamiento. La capacidad de las ondas magnéticas para sincronizar los impulsos eléctricos de las neuronas fue confirmada mediante resonancia magnética funcional. “Hemos mostrado por primera vez que se pueden modificar las funciones del cerebro adulto sin cirugía ni drogas”, se entusiasmó Voss, que señaló que el efecto benéfico de las ondas magnéticas sobre la memoria se mantuvo durante al menos 24 horas. “Esta estimulación no invasiva –agrega– mejora la capacidad de aprender nuevas cosas y tiene APLICACIÓN MILITAR Estados Unidos ensaya la estimulación craneal para mejorar las habilidades de los pilotos de drones y también para tratar a soldados con síndrome de estrés postraumático. James Giordano advierte sobre efectos adversos. 36 m SEGÚN UN ESTUDIO PUBLICADO POR SCIENCE, LA TMS ES CAPAZ DE MEJORAR LA MEMORIA EN PERSONAS SANAS un enorme potencial para tratar alteraciones de la memoria”. La clave para utilizar la TMS reside en identificar con precisión el área cerebral a estimular. En el caso de la memoria, el centro operativo más importante es el hipocampo, una estructura ubicada dentro del lóbulo temporal donde –a diferencia del resto del sistema nervioso– se generan nuevas neuronas. Pero, ¿cómo se puede llegar con las ondas magnéticas al interior del cerebro, si ellas solo penetran hasta dos centímetros y medio dentro de la corteza? Los científicos aseguran que no hace falta estimular el hipocampo directamente para fomentar la plasticidad de la memoria. Basta con detectar, mediante una resonancia, el área superficial de la corteza que forma parte del circuito neuronal de este y aplicar allí la estimulación magnética. De esa manera, el mensaje llega al hipocampo y un recuerdo resulta modificado o consolidado. AUN ARGENTINO EN HAMBURGO El neurólogo argentino Máximo Zimerman, que utiliza técnicas no invasivas en la Universidad de Hamburgo para investigar el cerebro normal y patológico, publicó en 2013 un estudio que demuestra que cinco sesiones (de 20 minutos diarios) de estimulación eléctrica transcraneal pueden mejorar el aprendizaje de habilidades motoras en los ancianos, y que el efecto se prolonga entre 24 horas y dos meses. “Un nuevo estudio multicéntrico, que publicaremos próximamente, nos confirma ahora que los resultados se mantienen hasta un año”, anticipa el investigador, que se declara “ciento por ciento tucumano” y planea regresar a la Argentina el año próximo para continuar con sus estudios científicos y trabajar en la neurorehabilitación de pacientes con ACV y esclerosis múltiple. Zimerman, además, está interesado en la aplicación de toxina botulínica con apoyo ecocardiográfico para tratar la espasticidad motora. La posibilidad de estimular el cerebro de pacientes con Parkinson o con Alzheimer en forma no invasiva –con TMS o TDMS– atrae a muchos especialistas. Hasta ahora, los pacientes con Parkinson solo cuentan con un puñado de fármacos que tienen muchos efectos adversos y se tornan ineficaces a largo plazo. En los casos más graves, existe la posibilidad de implantar electrodos profundamente dentro del cerebro para estimular en forma permanente los centros subtalámicos afectados por la enfermedad. “Si bien la TMS no va a reemplazar los implantes de electrodos, sí puede funcionar en el futuro para atemperar los movimientos anormales producidos por algunos de los fármacos que toman los pacientes con Parkinson”, se ilusiona Zimerman. Sin embargo, el neurólogo Marcelo Merello, director del departamento de Neurociencias de FLENI, pone paños fríos. “La estimulación magnética transcraneal puede servir para la depresión y tal vez para tratar el síndrome de Tourette y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), pero es muy difícil que sirva para los pacientes con Parkinson, ya que estos necesitan una estimulación continua, no sesiones esporádicas”. Según Merello, especialista en Parkinson, “con estimulación magnética se puede LA TMS SE BASA EN LA EMISIÓN DE ONDAS MAGNÉTICAS AL INTERIOR DE LA CORTEZA CEREBRAL CÓMO FUNCIONA ESTIMULACIÓN MAGNÉTICA TRANSCRANEAL Una bobina colocada sobre la superficie del cráneo emite ondas magnéticas, estimulando en forma no dolorosa la corteza y ciertos núcleos cerebrales. ESTRUCTURAS DEL SISTEMA LÍMBICO Se cree que controlan las emociones y los patrones de comportamiento Pulsos cortos de energía magnética se enfocan en las estructuras del sistema límbico. El pulso dispara cargas eléctricas que activan las neuronas. NEURONAS La TMS se basa en la emisión de ondas magnéticas al interior de la corteza cerebral para producir una despolarización eléctrica de las neuronas. Requiere de un aparato grande –equivalente al tamaño de dos heladeras- que cuesta entre 45.000 y 200.000 dólares, y puede incluir un sistema de navegación semejante a un GPS para identificar el área cerebral que se quiere modificar. Una pequeña bobina colocada sobre el cráneo es la encargada de transmitir los pulsos magnéticos en diferentes frecuencias. El paciente está despierto y no siente más que unos ruidos repetitivos en la zona de la cabeza donde se aplican las ondas. De acuerdo con su frecuencia, las ondas magnéticas pueden producir una excitación o una inhibición de los impulsos neuronales. Con un patrón determinado de pulsos magnéticos se pueden sincronizar distintas regiones de la corteza cerebral o estimular estructuras puntuales ligadas a funciones motoras, sensoriales y cognitivas. Si bien se han demostrado los efectos de la TMS sobre la depresión y las migrañas, aún no se conocen los mecanismos moleculares que intervienen. Se supone que las ondas magnéticas generan cambios en algunos neurotransmisores, como el GABA. MÁXIMO ZIMERMAN El neurólogo argentino investiga el uso de la estimulación magnética transcraneal para mejorar las habilidades motoras en ancianos. El objetivo es entrenar al cerebro para funcionar mejor. lograr que en el momento desaparezcan los movimientos involuntarios que producen algunos fármacos, pero estos reaparecen cuando el paciente vuelve a tomar la droga, porque la estimulación magnética no tiene un efecto residual. Lo que sí podría revolucionar el tratamiento del Parkinson –agrega– es una nueva técnica israelí que permite regular la descarga de los electrodos implantados mediante un electroencefalograma. La idea es disparar o frenar la estimulación eléctrica de acuerdo con la necesidad del paciente, medida por sensores de ondas eléctricas colocados en su cerebro. “Esta técnica aún se experimenta en animales y está lejos de la clínica”, dice. m 37 ARIESGOS Y NEUROÉTICA Zimerman reconoce que la estimulación transcraneal no es una panacea ni una solución definitiva para las enfermedades neurológicas, pero está convencido de que puede colaborar significativamente en la neurorehabilitación de pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular y otros problemas. No obstante, uno de los riesgos de estas nuevas tecnologías no invasivas es su uso hogareño, sin supervisión médica, ya que muchas veces los electrodos para TDCS se promocionan para mejorar la performance en videojuegos bajo slogans como “Deje que la fuerza de INCEPTION El film de Christopher Nolan juega con la posibilidad de implantar recuerdos falsos en la mente de personas. Si bien esto aún no es posible, los avances en la manipulación de la memoria son inquietantes. OPTOGENÉTICA RECUERDOS DEL FUTURO LA TMS NO ES UNA PANACEA, PERO PUEDE COLABORAR EN LA NEUROREHABILITACIÓN DE PACIENTES QUE HAN SUFRIDO UN ACCIDENTE CEREBROVASCULAR la electricidad excite sus neuronas para disparar más rápido”. En este sentido, Zimerman subraya que la TDCS y la TMS pueden tener efectos adversos que van desde los destellos luminosos y el dolor de cabeza hasta las crisis epilépticas, afasia o ceguera transitoria y movimientos anormales. “Por eso es importante que estas técnicas se apliquen en ámbitos hospitalarios y que los jóvenes no usen los electrodos que se venden por Internet”, alerta el médico desde Alemania. Merello coincide en las advertencias: “La estimulación eléctrica es molesta, mientras que la magnética transcraneal puede generar convulsiones, dolores de cabeza y hasta impotencia”, afirma el neurólogo en Buenos Aires. SUSUMU TONEGAWA Tras activar mediante la luz un recuerdo falso en una rata, el Premio Nobel del MIT anticipa que en el futuro habrá métodos para recordar más los sucesos placenteros que los traumáticos. 38 m Los científicos hoy pueden “encender” o “apagar” neuronas con una luz. ¿Se podrán implantar de este modo memorias o transmitir mensajes con la mente? Conformado por alrededor de 100.000 millones de células que mantienen más de un billón de conexiones entre sí, el cerebro fue una caja negra hasta cien años atrás. El electroencefalograma (EEG), primero, y la tomografía computada y la resonancia magnética, después, abrieron poderosas ventanas a la anatomía del cerebro. Hoy, la técnica más revolucionaria en el campo de las neurociencias es la optogenética (ver Muy Interesante Nº 343). Mediante la combinación de ingeniería genética y luz, los científicos logran manipular las respuestas cerebrales en un pestañeo. Básicamente, la optogenética consiste en introducir dentro de las neuronas un gen de una familia de proteínas (“opsinas”) que reaccionan ante la luz. Basta luego con “iluminar” esas neuronas a voluntad para que las proteínas ordenen la apertura o cierre de canales químicos, disparando impulsos eléctricos. “A través de la optogenética –y ahora también a través de la quimiogenética, que utiliza moléculas químicas en lugar de luz para estimular las células- se logra una enorme precisión en el estudio de cada población de neuronas”, explica Alejandro Schinder, investigador en neuroplasticidad del Instituto Leloir de Buenos Aires. Es que no todas las neuronas del cerebro son iguales ni producen los mismos neurotransmisores. Para entender la función de un área específica del cerebro hay que estudiar cómo opera cada población de neuronas dentro de esa área. Y eso se logra activándolas mediante una fuente de luz colocada dentro del cerebro. Si bien utilizar la optogenética en seres humanos actualmente no es posible –ya que requeriría introducir genes en neuronas y, además, insertar una fibra óptica dentro del cerebro para activarlos–, los investigadores apuestan a utilizar esta técnica en ratas y monos para descubrir las bases neurales del comportamiento y de las funciones cognitivas, para luego aplicar esos conocimientos al cerebro humano. La gran apuesta de la optogenética gira hoy en torno de la memoria. El famoso investigador Susumu Tonegawa, premio Nobel del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), consiguió activar mediante la luz ciertos recuerdos guardados en el cerebro de animales. Además, mediante flashes de luz y descargas eléctricas, les generó un recuerdo falso de miedo. En un experimento que dio la vuelta al mundo, Tonegawa logró transformar, en ratas, ciertos recuerdos emocionalmente negativos en positivos. “Algún día seremos capaces de desarrollar métodos para que la gente recuerde más lo placentero que lo traumático”, anticipó Tonegawa. Si tal manipulación se usará en el futuro solo para tratar a enfermos o también para controlar a individuos mediante el implante de recuerdos falsos –al modo de la película Inception– es un tema abierto al debate ético. Por el momento, “la optogenética solo es una técnica para estudiar el cerebro en animales”, enfatiza Schinder, quien utiliza la optogenética para mapear los circuitos neuronales de la memoria y para comprender cómo se generan nuevas neuronas en un área precisa del hipocampo. Con todo, algunos científicos intentan llevar la optogenética más allá. Por ejemplo, investigadores suizos encabezados por Martin Fusseneger acaban de publicar un estudio revolucionario en el que activaron neuronas del cerebro de ratas mediante pensamientos disparados por sujetos humanos. El complejo experimento de “telepatía” consistió en registrar mediante un electroencefalograma las ondas eléctricas del cerebro de sujetos humanos mientras experimentaban tres estados mentales diferentes. Luego, los científicos usaron esas señales eléctricas para activar en forma remota una luz colocada dentro del cerebro de ratas. Esta luz, a su vez, “encendió” genes manipulados mediante optogenética en las células animales. Como resultado, las ratas fabricaron ciertas proteínas. De esta manera, un “pensamiento” humano se tradujo en una respuesta del organismo animal. ¿Se podría aplicar una interfaz de este tipo –que ya se usa para mover con el pensamiento una silla de ruedas– para controlar la expresión de genes a distancia? Por ahora es imposible en humanos. Pero los experimentos con animales prueban que la activación del ADN por “telepatía luminosa” no es una idea descabellada. Desde Washington, en tanto, James Giordano, profesor de Neurología y Neurociencias de la Universidad de Georgetown, enfatiza que la TDCS “puede ser una herramienta poderosa y tiene el potencial de afectar negativamente a niños y adultos que tienen condiciones psiquiátricas o neurológicas asintomáticas”. Por lo tanto, dice el experto en neuroética, “hay que establecer parámetros claros para su uso”. Giordano aboga por una regulación más estricta sobre la fabricación y distribución de los dispositivos de estimulación eléctrica transcraneal. También reclama notificaciones y advertencias sobre sus posibles efectos adversos. Si bien la estimulación eléctrica que se utiliza actualmente en TDCS no tiene que ver con el temido electroshock, los médicos reconocen que aún no saben si existen riesgos al aplicar una mínima corriente por más de 20 minutos diarios o durante más de 20 días consecutivos. Por lo pronto, la TMS hoy solo está indicada en los pacientes con depresión crónica que no responden a los medicamentos. Aun así, la técnica no funciona siempre. “No todo el mundo responde igual; todavía hay que hacer muchos estudios clínicos para evaluar los alcances de esta técnica”, enfatiza Zimerman. Ahora bien, ¿cuáles son los riesgos de utilizar las neurotecnologías para manipular los recuerdos? “Hay preocupación sobre la pérdida de memoria, las alteraciones de otros dominios cognitivos y los efectos adversos”, reconoce Giordano. Por eso “es importante TODAVÍA HAY QUE HACER MUCHOS ESTUDIOS CLÍNICOS PARA EVALUAR LOS ALCANCES DE ESTA TÉCNICA IMÁGENES CEREBRALES La tomografía computada y la resonancia magnética funcional abrieron poderosas ventanas para mirar el cerebro por dentro. Pero aún resta mucho por saber sobre su funcionamiento. especificar de qué tipo de manipulación de la memoria hablamos. Hay consenso en que se justifica alterar el contenido emocional de ciertos recuerdos, como los que se presentan en el desorden de estrés postraumático y en desórdenes asociados de ansiedad. En cambio, la erradicación de recuerdos pasados o la supresión de la formación de nuevos re- HIPOCAMPO Muchos neurocientíficos se enfocan hoy al estudio de esta región del cerebro ligada a la memoria donde las neuronas se regeneran. El desafío es intervenir en la consolidación de los recuerdos. cuerdos (amnesia retro o anterógrada, respectivamente) es mucho más problemática”. En cuanto al uso de la estimulación transcraneal en soldados, algunos expertos deslizan que podría mejorar una función mental en combate (por ejemplo, la velocidad de respuesta motora o perceptiva), pero inhibir otra actividad (como la toma de decisiones). Giordano ha evaluado numerosas investigaciones militares con TMS y TDCS destinadas tanto a aumentar las habilidades motoras y cognitivas de los soldados como a tratar ciertos tipos de daño cerebral y el síndrome postraumático en heridos de guerra. Y aunque el experto en neuroética señala que el objetivo explícito no es exceder los límites fisiológicos o psicológicos humanos, sino maximizar la efectividad y disminuir el tiempo requerido para entrenar al personal militar en tareas particulares, subraya la necesidad de una guía ética en el uso de las neurotecnologías. “Deberíamos especificar exactamente qué tipo de función emocional, motora o cognitiva y qué actividad será afectada por la estimulación transcraneal, y hasta qué punto se quiere extender la alteración cerebral”, insiste Giordano. Decidir dónde aplicar la estimulación cerebral, cuándo y en quiénes son temas acaso demasiado importantes como para dejarlos exclusivamente en manos de los médicos y los militares. m 39