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DE
HISTORIA
321
NATURAL
proceso de la fecundación para formar embrión, es decir, lo con­
trario de lo que ocurre en Thalictrum
purpurascens.
La comprobación del estado de las semillas que habíamos dado
por buenas y las desechadas por malas la realizamos con la cose­
cha de varias cabezuelas de las plantas 23 A, 86 y 115 A P , con r e ­
sultado satisfactorio.
O t r a p a r t e de nuestro trabajo tenía por objeto investigar la in­
fluencia d é l a fecha en que las semillas s e habían desarrollado, ca­
racterizada por una alimentación diferente que pudiera ocasionar
una marcada diferencia entre los tantos por ciento de semillas nor­
males correspondientes a las cabezuelas primeramente desarrolla­
das con respecto a las que lo hicieron después.
La mayoría de las plantas dan un tanto por ciento de semillas
hueras, un poco más elevado en las cabezuelas desarrolladas pri­
meramente, pero los resultados en conjunto de las 20 plantas no
autorizan a tener en cuenta tal diferencia. Lo mismo ocurre con
las semillas dudosas, y como es natural, las semillas normales son
más en las cabezuelas desarrolladas posteriormente (85,9 % ) que
en la primera mitad (80,3 ° / ) .
Q
Finalmente, agrupadas las cabezuelas según el número abso­
luto de semillas, para cada planta por separado, con objeto de ver
si una alimentación defectuosa en las cabezuelas ricas en semillas
acusaba un aumento de hueras, nos dio un resultado negativo. Las
cabezuelas con menor número de semillas tienen 83,0 ° / de fértiles,
y las con un número mayor de semillas, 83,2 % . Las plantas 56,94
y 115 A J dieron un tanto por ciento de hueras dudosas y fértiles,
exactamente igual en ambas mitades primeras según fecha y según
número de semillas y , naturalmente, también las segundas. La
planta 77, que s e distingue por otras muchas particularidades de
las demás, dio concordancia entre la primera mitad, según fecha
y la segunda según número d e semillas, y recíprocamente.
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Juel, en el citado trabajo, da como seguro 13 cromosomas para
la fase haploide en el Taraxacum vulgare, según puede verse en
las t e t r a d a s de polen y describe la partición anormal, y, desde
luego, no heterotípica, como correspondía a la célula madre del
embriosaco. De esta manera, resulta una oosfera diploide con 26
cromosomas. El estudio de j u e l prueba, además, que, a la primera
división, terminada en forma parecida a una división homeotípica,
no sigue otra. La célula basal c r e c e y comprime la superior, for­
mando el saco embrionario.
TOMO xxn.—JULIO, 1 9 2 2 .
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