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1 Crónicas 21:15 Y envió Jehová el ángel a
Jerusalén para destruirla; pero cuando él
estaba destruyendo, miró Jehová y se
arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que
destruía: Basta ya; detén tu mano. El ángel de
Jehová estaba junto a la era de Ornán jebuseo.
16 Y alzando David sus ojos, vio al ángel de
Jehová, que estaba entre el cielo y la tierra,
con una espada desnuda en su mano,
extendida contra Jerusalén. Entonces David y
los ancianos se postraron sobre sus rostros,
cubiertos de cilicio.
1 Crónicas 21:17 Y dijo David a Dios: ¿No soy
yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo
soy el que pequé, y ciertamente he hecho
mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho?
Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra
mi, y contra la casa de mi padre, y no venga
la peste sobre tu pueblo. 18 Y el ángel de
Jehová ordenó a Gad que dijese a David que
subiese y construyese un altar a Jehová en la
era de Ornán jebuseo. 19 Entonces David
subió, conforme a la palabra que Gad le había
dicho en nombre de Jehová.
El victimismo: El victimismo o victimización es la
tendencia de una persona a considerarse víctima o a
hacerse pasar por tal. El victimista se disfraza por
tanto de víctima, consciente o inconscientemente,
simulando una agresión o menoscabo inexistente; y/o
responsabilizando erróneamente al entorno o a los
demás.
En Lógica es una retórica demagógica que busca
desprestigiar de una forma falaz la argumentación del
adversario denotándola como impuesta o autoritaria.
Para ello, el sujeto victimista posiciona a su adversario
de forma implícita como atacante al adoptar una
postura de víctima en el contexto de la discusión.
En Psicología una personalidad victimista o
tendencia psicológica victimista que puede llegar a
desembocar en una conducta patológica como
trastorno paranoide, consiste en una tendencia a
culpar a otros de los males que uno padece y
resguardarse en la compasión ajena. Esta tendencia
se caracteriza por una deformación pesimista de la
realidad en la que el sujeto se regodea en el lamento
y queda incapacitado para realizar cualquier tipo de
autocrítica. Es uno de los pilares de la cultura de la
queja.
Trastorno victimista: El victimismo es un trastorno
paranoide de la personalidad muy común en la que el sujeto
adopta un rol de víctima a fin de, por un lado, culpar a otros
de conductas propias, y por otro, enarbolar la compasión de
terceros como defensa a supuestos ataques.
Mediante una proyección, en el sentido de Sigmund Freud,
el victimista recurre a la estrategia mental de colocar fuera
de sí la responsabilidad o los males que realmente le
pertenecen. En este sentido, la personalidad de víctima o
victimismo, consiste entonces en defenderse de posibles
situaciones de malestar a través del no reconocimiento y la
proyección externa de una determinada situación. Estos se
muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de
otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su
situación de vida, natural o adquirida les requiere.
Como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los
objetivos ésta conduce a su vez con facilidad a la
desesperación, el conformismo ante el infortunio e
incluso el resentimiento, la ira o el deseo de venganza
contra lo que le rodea; formando un victimismo
agresivo, una forma rabiosa de victimismo que
consiste en molestarse por que otros no son como
nosotros o como deseamos que sean. En estos casos la
tendencia es a atacarlos, acusarlos, etiquetarlos para
dañarlos moral, emocional o físicamente en una
demostración de intolerancia excluyente. Por ello en
ocasiones surge junto con la megalomanía, ya que el
sujeto, donde no se ve continuamente elogiado y
aceptado, se ve víctima de supuestas conspiraciones y
hostilidades (victimismo integrupal).
Deformación de la realidad: El sujeto cree que es sólo
una víctima del entorno o los demás, por lo que la culpa
en todo caso es del entorno o los demás.
El sujeto muestra un pesimismo exacerbado frente a la
realidad que le rodea, sobredimensionando lo negativo,
recelando de lo que surge a su alrededor y
presumiendo mala fe. De esta actitud surge un morboso
afán por descubrir agravios nimios para sentirse
discriminado o maltratado con el fin de achacar a
instancias exteriores una supuesta actitud perversa y
agresiva que representa todo lo malo que le sucede. De
esta forma, su susceptibilidad les lleva a reaccionar con
crispación ante la más mínima crítica, elevada
inmediatamente a la consideración de grave ofensa.
Consuelo en el lamento: El sujeto cree que es sólo una
víctima del entorno o los demás, por lo que no merece
sentirse culpable.
El sujeto encuentra placer en manifestarse como una
víctima ante los demás. Esta cultura de la queja en
realidad es una forma de llamar la atención,
mendigando protagonismo mediante una estrategia de
lamentos y forzando la compasión de los que le rodean.
De esta forma, en vez de luchar por mejorar las cosas el
sujeto compite en la exhibición de sus supuestas
desdichas.
Incapacidad de autocrítica: El sujeto cree que es sólo una
víctima del entorno o los demás, por lo que no tiene la
culpa de nada de lo que hace.
El sujeto victimista es incapaz de extraer una crítica
constructiva de lo que le rodea, tendiendo a considerar
como enemigo a cualquiera que se atreva a hacerle
alguna corrección. A lo sumo será capaz de aceptarla
cuando provenga de alguien que le resulte afín. De esta
forma, el victimista se auto-contempla con indulgencia,
eludiendo su verdadera responsabilidad, sintiendo que
su posición de víctima justifica todos sus actos. Para las
personas que caen en esta actitud, todo lo que les hacen a
ellos es intolerable, mientras que sus propios errores o
defectos son sólo simples futilezas sin importancia que
sería una falta de tacto señalar.
Génesis 3:9 Mas Jehová Dios llamó al
hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él
respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve
miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de
que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre
respondió: La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí. 13
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es
lo que has hecho? Y dijo la mujer: La
serpiente me engañó, y comí.
Éxodo 14:8 Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey
de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de
Israel habían salido con mano poderosa. 9 Siguiéndolos,
pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de
Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los
alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot,
delante de Baal-zefón. 10 Y cuando Faraón se hubo
acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que
los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel
temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. 11 Y
dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos
has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué
has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?
12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo:
Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera
servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.
Job 23:1 Respondió Job, y dijo: 2 Hoy también
hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga
que mi gemido. 3 ¡Quién me diera el saber dónde
hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. 4 Expondría mi
causa delante de él, Y llenaría mi boca de
argumentos. 5 Yo sabría lo que él me respondiese, Y
entendería lo que me dijera. 6 ¿Contendería
conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él me
atendería. 7 Allí el justo razonaría con él; Y yo
escaparía para siempre de mi juez. 8 He aquí yo iré
al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo
percibiré; 9 Si muestra su poder al norte, yo no lo
veré; Al sur se esconderá, y no lo veré. 10 Mas él
conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro.
Lucas 15:3 Entonces él les refirió esta parábola,
diciendo: 4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien
ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y
nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta
encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre
sus hombros gozoso; 6 y al llegar a casa, reúne a sus
amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo,
porque he encontrado mi oveja que se había
perdido. 7 Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por
noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento.
Lucas 18:9 A unos que confiaban en sí mismos como
justos, y menospreciaban a los otros, dijo también
esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a
orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El
fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta
manera: Dios, te doy gracias porque no soy como
los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas
el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar
los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os
digo que éste descendió a su casa justificado antes
que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será
humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Lucas 15:16 Y deseaba llenar su vientre de las
algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le
daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos
jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia
de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy
digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno
de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su
padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre,
y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó
sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no
soy digno de ser llamado tu hijo.
1 Samuel 25:23 Y cuando Abigail vio a David,
se bajó prontamente del asno, y postrándose
sobre su rostro delante de David, se inclinó a
tierra; 24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor
mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego
que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y
escucha las palabras de tu sierva. 25 No haga
caso ahora mi señor de ese hombre perverso,
de Nabal; porque conforme a su nombre, así
es. El se llama Nabal, y la insensatez está con
él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú
enviaste.