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Libreria Editrice Vaticana
[CATECISMO DE LA IGLESIA
CATOLICA]
A los Venerables Hermanos Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos, Presbíteros, Diáconos y a
todos los miembros del pueblo de Dios.
VATICANO
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
-ÍNDICE GENERAL-
CARTA APOSTÓLICA
«LAETAMUR MAGNOPERE»
CON LA QUE SE APRUEBA Y PROMULGA
LA EDICIÓN TÍPICA LATINA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA « FIDEI DEPOSITUM » PARA LA PUBLICACIÓN DEL CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
PRÓLOGO
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
La vida del hombre : conocer y amar a Dios
Transmitir la fe: la catequesis
Fin y destinatarios de este Catecismo
La estructura de este Catecismo
Indicaciones prácticas para el uso de este Catecismo
Las adaptaciones necesarias
PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
PRIMERA SECCIÓN: «CREO» - «CREEMOS»
CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS
I.
El deseo de Dios
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II.
III.
IV.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Las vías de acceso al conocimiento de Dios
El conocimiento de Dios según la Iglesia
¿Cómo hablar de Dios?
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE
Artículo 1: La Revelación de Dios
I.
II.
III.
Dios revela su designio amoroso
Las etapas de la Revelación
Cristo Jesús, «mediador y plenitud de toda la Revelación»
Resumen
Artículo 2: La transmisión de la Revelación divina
I.
II.
III.
La Tradición apostólica
La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura
La interpretación del depósito de la fe
Resumen
Artículo 3: La Sagrada Escritura
I.
II.
III.
IV.
V.
Cristo - Palabra única de la Sagrada Escritura
Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura
El Espíritu Santo, intérprete de la Escritura
El canon de las Escrituras
La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia
Resumen
CAPÍTULO TERCERO: LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS
Artículo 1: Creo
I.
II.
III.
La obediencia de la fe
"Yo sé en quién tengo puesta mi fe" (2 Tm 1, 12)
Las características de la fe
Artículo 2: Creemos
I.
II.
III.
"Mira, Señor, la fe de tu Iglesia"
El lenguaje de la fe
Una sola fe
Resumen
El Credo
SEGUNDA SECCIÓN: LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
Los Símbolos de la fe
CAPÍTULO PRIMERO: CREO EN DIOS PADRE
Artículo 1: « Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra »
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Párrafo 1: Creo en Dios
I.
II.
III.
IV.
« Creo en un solo Dios »
Dios revela su nombre
Dios, « el que es », es verdad y amor
Consecuencias de la fe en el Dios único
Resumen
Párrafo 2: El Padre
I.
II.
III.
IV.
« En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo »
La revelación de Dios como Trinidad
La Santísima Trinidad en la doctrina de la fe
Las obras divinas y las misiones trinitarias
Resumen
Párrafo 3: El Todopoderoso
Resumen
Párrafo 4: El Creador
I.
II.
III.
IV.
V.
La catequesis sobre la Creación
La Creación: obra de la Santísima Trinidad
“El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”
El misterio de la Creación
Dios realiza su designio: La divina Providencia
Resumen
Párrafo 5: El cielo y la tierra
I.
II.
Los ángeles
El mundo visible
Resumen
Párrafo 6: El hombre
I.
II.
III.
IV.
« A imagen de Dios »
« Corpore et anima unus »
« Hombre y mujer los creó »
El hombre en el Paraíso
Resumen
Párrafo 7: La caída
I.
II.
III.
IV.
Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia
La caída de los ángeles
El pecado original
« No lo abandonaste al poder de la muerte »
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
Artículo 2: « Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor »
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I.
II.
III.
IV.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Jesús
Cristo
Hijo único de Dios
Señor
Resumen
Artículo 3: «Jesucristo fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa
María Virgen»
Párrafo 1: El Hijo de Dios se hizo hombre
I.
II.
III.
IV.
Por qué el Verbo se hizo carne
La Encarnación
Verdadero Dios y verdadero hombre
Cómo es hombre el Hijo de Dios
Resumen
Párrafo 2: « ...Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen »
I.
II.
Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...
...nacido de la Virgen María
Resumen
Párrafo 3: Los misterios de la vida de Cristo
I.
II.
III.
Toda la vida de Cristo es misterio
Los misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús
Los misterios de la vida pública de Jesús
Resumen
Artículo 4: « Jesucristo padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado »
Párrafo l: Jesús e Israel
I.
II.
III.
Jesús y la Ley
Jesús y el Templo
Jesús y la fe de Israel en el Dios único y Salvador
Resumen
Párrafo 2: Jesús murió crucificado
I.
II.
III.
El proceso de Jesús
La muerte redentora de Cristo en el designio divino de salvación
Cristo se ofreció a su Padre por nuestros pecados
Resumen
Párrafo 3: Jesucristo fue sepultado
Resumen
Artículo 5: « Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resuscitó de entre los muertos »
Párrafo 1: Cristo descendió a los infiernos
Resumen
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Párrafo 2: Al tercer día resucitó de entre los muertos
I.
II.
III.
El acontecimiento histórico y transcendente
La Resurrección, obra de la Santísima Trinidad
Sentido y alcance salvífico de la Resurrección
Resumen
Artículo 6: « Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso »
Resumen
Artículo 7: « Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos »
I.
II.
Volverá en gloria
Para juzgar a vivos y muertos
Resumen
CAPÍTULO TERCERO: CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
Artículo 8: « Creo en el Espíritu Santo »
I.
II.
III.
IV.
V.
La misión conjunta del Hijo y del Espíritu
El nombre, los apelativos y los símbolos del Espíritu Santo
El Espíritu y la Palabra de Dios en el tiempo de las promesas
El Espíritu de Cristo en la plenitud de los tiempos
El Espíritu y la Iglesia en los últimos tiempos
Resumen
Artículo 9: « Creo en la Santa Iglesia Católica »
Párrafo l: La Iglesia en el designio de Dios
I.
II.
III.
Los nombre y las imágenes de la Iglesia
Origen, fundación y misión de la Iglesia
El misterio de la Iglesia
Resumen
Párrafo 2: La Iglesia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo
I.
II.
III.
La Iglesia, Pueblo de Dios
La Iglesia, Cuerpo de Cristo
La Iglesia, Templo del Espíritu Santo
Resumen
Párrafo 3: La Iglesia es una, santa, católica y apostólica
I.
II.
III.
IV.
La Iglesia es una
La Iglesia es santa
La Iglesia es católica
La Iglesia es apostólica
Resumen
Párrafo 4: Los fieles de Cristo: jerarquía, laicos, vida consagrada
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I.
II.
III.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
La constitución jerárquica de la Iglesia
Los fieles laicos
La vida consagrada
Resumen
Párrafo 5: La comunión de los santos
I.
II.
La comunión de los bienes espirituales
La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra
Resumen
Párrafo 6: María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia
I.
II.
III.
La maternidad de María respecto de la Iglesia
El culto a la Santísima Virgen
María, icono escatológico de la Iglesia
Resumen
Artículo 10: « Creo en el perdón de los pecados »
I.
II.
Un solo bautismo para el perdón de los pecados
El poder de las llaves
Resumen
Artículo 11: « Creo en la resurrección de la carne »
I.
II.
La resurrección de Cristo y la nuestra
Morir en Cristo Jesús
Resumen
Artículo 12: « Creo en la vida eterna »
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
El juicio particular
El cielo
La purificación final o Purgatorio
El infierno
El Juicio final
La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva
Resumen
« Amén »
SEGUNDA PARTE LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
PRIMERA SECCIÓN: LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
CAPÍTULO PRIMERO: EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
Artículo 1: La liturgia, obra de la Santísima Trinidad
I.
II.
El Padre, fuente y fin de la Liturgia
La obra de Cristo en la Liturgia
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III.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
El Espíritu Santo y la Iglesia en la Liturgia
Resumen
Artículo 2: El misterio pascual en los sacramentos de la Iglesia
I.
II.
III.
IV.
V.
Los sacramentos de Cristo
Los sacramentos de la Iglesia
Los sacramentos de la fe
Los sacramentos de la salvación
Los sacramentos de la vida eterna
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: LA CELEBRACIÓN SACRAMENTAL DEL MISTERIO PASCUAL
Artículo 1: Celebrar la Liturgia de la Iglesia
I.
II.
III.
IV.
¿Quién celebra?
¿Cómo celebrar?
¿Cuándo celebrar?
¿Dónde celebrar?
Resumen
Artículo 2: Diversidad litúrgica y unidad del misterio
Resumen
SEGUNDA SECCIÓN: « LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA »
CAPÍTULO PRIMERO: LOS SACRAMENTOS DEL LA INICIACIÓN CRISTIANA
Artículo l: El sacramento del Bautismo
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
El nombre de este sacramento
El Bautismo en la economía de la salvación
La celebración del sacramento del Bautismo
Quién puede recibir el Bautismo
Quién puede bautizar
La necesidad del Bautismo
La gracia del Bautismo
Resumen
Artículo 2: EI sacramento de la Confirmación
I.
II.
III.
IV.
V.
La Confirmación en la economía de la salvación
Los signos y el rito de la Confirmación
Los efectos de la Confirmación
Quién puede recibir este sacramento
El ministro de la Confirmación
Resumen
Artículo 3: El sacramento de la Eucaristía
I.
II.
III.
La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial
El nombre de este sacramento
La Eucaristía en la economía de la salvación
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IV.
V.
VI.
VII.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
La celebración litúrgica de la Eucaristía
El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia
El banquete pascual
La Eucaristía, « Pignus futurae gloriae »
Resumen
CAPÍTOLO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN
Artículo 4: El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
El nombre de este sacramento
Por qué un sacramento de la reconciliación después del bautismo
La conversión de los bautizados
La penitencia interior
Diversas formas de penitencia en la vida cristiana
El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación
Los actos del penitente
El ministro de este sacramento
Los efectos de este sacramento
Las indulgencias
La celebración del sacramento de la Penitencia
Resumen
Artículo 5: La Unción de los enfermos
I.
II.
III.
IV.
V.
Fundamentos en la economía de la salvación
Quién recibe y quién administra este sacramento
La celebración del sacramento
Efectos de la celebración de este sacramento
El viático, último sacramento del cristiano
Resumen
CAPÍTULO TERCERO: LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Artículo 6: El sacramento del Orden
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
El nombre de sacramento del Orden
El sacramento del Orden en la economía de la salvación
Los tres grados del sacramento del Orden
La celebración de este sacramento
El ministro de este sacramento
Quién puede recibir este sacramento
Lo efectos del sacramento del Orden
Resumen
Artículo 7: El sacramento del Matrimonio
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
El Matrimonio en el plan de Dios
La celebración del Matrimonio
El consentimiento matrimonial
Los efectos del sacramento del Matrimonio
Los bienes y las exigencias del amor conyugal
La Iglesia doméstica
Resumen
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
CAPÍTULO CUARTO: OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS
Artículo 1: Los sacramentales
Resumen
Artículo 2: Las exequias cristianas
I.
II.
La última Pascua del cristiano
La celebración de las exequias
TERCERA PARTE LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN: LA VOCACIÓN DEL HOMBRE: LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO PRIMERO: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
Artículo 1: El hombre, imagen de Dios
Resumen
Artículo 2: Nuestra vocación a la bienaventuranza
I.
II.
III.
Las bienaventuranzas
El deseo de felicidad
La bienaventuranza cristiana
Resumen
Artículo 3: La libertad del hombre
I.
II.
Libertad y responsabilidad
La libertad humana en la economía de la salvación
Resumen
Artículo 4: La moralidad de los actos humanos
I.
II.
Las fuentes de la moralidad
Los actos buenos y los actos malos
Resumen
Artículo 5: La moralidad de las pasiones
I.
II.
Las pasiones
Pasiones y vida moral
Resumen
Artículo 6: La conciencia moral
I.
II.
III.
IV.
El dictamen de la conciencia
La formación de la conciencia
Decidir en conciencia
El juicio erróneo
Resumen
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Artículo 7: Las virtudes
I.
II.
III.
Las virtudes humanas
Las virtudes teologales
Dones y frutos del Espíritu Santo
Resumen
Artículo 8: El pecado
I.
II.
III.
IV.
V.
La misericordia y el pecado
Definición de pecado
La diversidad de pecados
La gravedad del pecado: pecado mortal y venial
La proliferación del pecado
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: LA COMUNIDAD HUMANA
Artículo 1: La persona y la sociedad
I.
II.
El carácter comunitario de la vocación humana
La conversión y la sociedad
Resumen
Artículo 2: La participación en la vida social
I.
II.
III.
La autoridad
El bien común
Responsabilidad y participación
Resumen
Artículo 3: La justicia social
I.
II.
III.
El respeto de la persona humana
Igualdad y diferencias entre los hombres
La solidaridad humana
Resumen
CAPÍTULO TERCERO: LA SALVACIÓN DE DIOS: LA LEY Y LA GRACIA
Artículo 1: La ley moral
I.
II.
III.
La Ley moral natural
La Ley antigua
La Ley nueva o Ley evangélica
Resumen
Artículo 2: Gracia y justificación
I.
II.
III.
IV.
La justificación
La gracia
El mérito
La santidad cristiana
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Resumen
Artículo 3: La Iglesia, madre y educadora
I.
II.
III.
Vida moral y magisterio de la Iglesia
Los Mandamientos de la Iglesia
Vida moral y testimonio misionero
Resumen
Los Diez Mandamientos
SEGUNDA SECCIÓN: LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Resumen
CAPÍTULO PRIMERO: « AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA
TU ALMA Y CON TODAS TUS FUERZAS »
Artículo 1: El primer mandamiento
I.
II.
III.
IV.
« Adorarás al Señor tu Dios, y le servirás »
« A Él sólo darás culto »
« No habrá para ti otros dioses delante de mí »
« No te harás escultura alguna... »
Resumen
Artículo 2: El segundo mandamiento
I.
II.
III.
El nombre del Señor es santo
Tomar el nombre del Señor en vano
El nombre cristiano
Resumen
Artículo 3: El tercer mandamiento
I.
II.
El día del sábado
El día del Señor
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: « AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO »
Artículo 4: El cuarto mandamiento
I.
II.
III.
IV.
V.
La familia en el plan de Dios
La familia y la sociedad
Deberes de los miembros de la familia
La familia y el Reino de Dios
Las autoridades en la sociedad civil
Resumen
Artículo 5: El quinto mandamiento
I.
II.
III.
El respeto de la vida humana
El respeto de la dignidad de las personas
La defensa de la paz
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Resumen
Artículo 6: El sexto mandamiento
I.
II.
III.
IV.
« Hombre y mujer los creó... »
La vocación a la castidad
El amor de los esposos
Las ofensas a la dignidad del matrimonio
Resumen
Artículo 7: El séptimo mandamiento
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
El destino universal y la propiedad privada de los bienes
El respeto de las personas y de sus bienes
La doctrina social de la Iglesia
La actividad económica y la justicia social
Justicia y solidaridad entre las naciones
El amor de los pobres
Resumen
Artículo 8: El octavo mandamiento
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
Vivir en la verdad
« Dar testimonio de la verdad »
Las ofensas a la verdad
El respeto de la verdad
El uso de los medios de comunicación social
Verdad, belleza y arte sacro
Resumen
Artículo 9: El noveno mandamiento
I.
II.
La purificación del corazón
El combate por la pureza
Resumen
Artículo 10: El décimo mandamiento
I.
II.
III.
IV.
El desorden de la concupiscencia
Los deseos del Espíritu
La pobreza de corazón
« Quiero ver a Dios »
Resumen
CUARTA PARTE LA ORACIÓN CRISTIANA
PRIMERA SECCIÓN: LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA
¿Qué es la oración?
CAPÍTULO PRIMERO: LA REVELACIÓN DE LA ORACIÓN
La llamada universal a la oración
Artículo 1: En el Antiguo Testamento
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Resumen
Artículo 2: En la plenitud de los tiempos
Resumen
Artículo 3: En el tiempo de la Iglesia
I.
II.
III.
IV.
V.
La bendición y la adoración
La oración de petición
La oración de intercesión
La oración de acción de gracias
La oración de alabanza
Resumen
CAPÍTULO SEGUNDO: LA TRADICIÓN DE LA ORACIÓN
Artículo 1: Las fuentes de la oración
Resumen
Artículo 2: El camino de la oración
Resumen
Artículo 3: Maestros y lugares de oración
Resumen
CAPÍTULO TERCERO: LA VIDA DE ORACIÓN
Artículo 1: Las expresiones de la oración
I.
II.
III.
La oración vocal
La meditación
La oración de contemplación
Resumen
Artículo 2: El combate de la oración
I.
II.
III.
IV.
V.
Las objeciones a la oración
Necesidad de la humilde vigilancia
La confianza filial
Perseverar en el amor
La oración de la hora de Jesús
Resumen
SEGUNDA SECCIÓN: LA ORACIÓN DEL SEÑOR: « PADRE NUESTRO »
Artículo 1: « Resumen de todo el Evangelio »
I.
II.
III.
Corazón de las Sagradas Escrituras
« La oración del Señor »
Oración de la Iglesia
Resumen
Artículo 2: « Padre nuestro que estás en el cielo »
I.
Acercarse a Él con toda confianza
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II.
III.
IV.
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
« ¡Padre! »
Padre « nuestro »
« Que estás en el cielo »
Resumen
Artículo 3: Las siete peticiones
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
« Santificado sea tu nombre »
« Venga a nosotros tu reino »
« Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo »
« Danos hoy nuestro pan de cada día »
« Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
»
« No nos dejes caer en la tentación »
« Y líbranos del mal »
La doxología final
Resumen
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CARTA APOSTÓLICA
« LAETAMUR MAGNOPERE »
CON LA QUE SE APRUEBA Y PROMULGA
LA EDICIÓN TÍPICA LATINA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
JUAN PABLO II OBISPO
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A PERPETUA MEMORIA
A los Venerables Hermanos Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos,
Presbíteros, Diáconos y a todos los miembros del pueblo de Dios
Es motivo de gran alegría la publicación de la edición típica latina del Catecismo de la Iglesia Católica,
que apruebo y promulgo con esta Carta apostólica, y que se convierte así en el texto definitivo de
dicho Catecismo. Esto sucede a casi cinco años de distancia de la constitución Fidei depositum , del
11 de octubre de 1992, que acompañó, en el trigésimo aniversario de la apertura del concilio Vaticano
II, la publicación del primer texto, en lengua francesa, del Catecismo.
Todos hemos podido constatar felizmente la acogida positiva general y la vasta difusión que el
Catecismo ha tenido durante estos años, especialmente en las Iglesias particulares, que han
procedido a su traducción en las respectivas lenguas, para hacerlo lo más accesible posible a las
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
diversas comunidades lingüísticas del mundo. Este hecho confirma el carácter positivo de la petición
que me presentó la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los obispos en 1985, de que se redactara
un catecismo o compendio de toda la doctrina católica, tanto para la fe como para la moral.
Con la citada constitución apostólica, que conserva aún hoy su validez y actualidad, y encuentra su
aplicación definitiva en la presente edición típica, aprobé y promulgué el Catecismo, que fue elaborado
por la correspondiente Comisión de cardenales y obispos instituida en 1986.
Esta edición la ha preparado una Comisión interdicasterial, que constituí con dicha finalidad en 1993.
Presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, dicha comisión ha trabajado asiduamente para cumplir el
mandato recibido. Ha dedicado particular atención al examen de las numerosas propuestas de
modificación de los contenidos del texto, que durante estos años han llegado de varias partes del
mundo y de diferentes componentes del ámbito eclesial.
A este respecto, se puede notar oportunamente que el envío tan considerable de propuestas de
mejora manifiesta, en primer lugar, el notable interés que el Catecismo ha suscitado en todo el mundo,
también en ambientes no cristianos. Confirma, además, su finalidad de presentarse como una
exposición completa e íntegra de la doctrina católica, que permite que todos conozcan lo que la Iglesia
misma profesa, celebra, vive y ora en su vida diaria. Al mismo tiempo, muestra el gran esfuerzo de
todos por querer ofrecer su contribución, para que la fe cristiana, cuyos contenidos esenciales y
fundamentales se resumen en el Catecismo, pueda presentarse hoy al mundo del modo más
adecuado posible. A través de esta colaboración múltiple y complementaria de los diversos miembros
de la Iglesia se realiza así, una vez más cuanto escribí en la constitución apostólica Fidei depositum:
«El concurso de tantas voces expresa verdaderamente lo que se puede llamar ―sinfonía‖ de la fe» (1).
También por estos motivos, la Comisión ha tomado en seria consideración las propuestas enviadas,
las ha examinado atentamente a través de las diversas instancias, y ha sometido a mi aprobación sus
conclusiones. Las he aprobado en cuanto permiten expresar mejor los contenidos del Catecismo
respecto al depósito de la fe católica, o formular algunas verdades de la misma fe de modo más
conveniente a las exigencias de la comunicación catequística actual; por tanto, han entrado a formar
parte de la presente edición típica latina. Ella repite fielmente los contenidos doctrinales que presenté
oficialmente a la Iglesia y al mundo en diciembre de 1992.
Con esta promulgación de la edición típica latina concluye, pues, el camino de elaboración del
Catecismo, comenzado en 1986, y se cumple felizmente el deseo de la antes nombrada Asamblea
extraordinaria del Sínodo de los obispos. La Iglesia dispone ahora de esta nueva exposición
autorizada de la única y perenne fe apostólica, que servirá de «instrumento válido y legítimo al servicio
de la comunión eclesial», de «regla segura para la enseñanza de la fe», así como de «texto de
referencia seguro y auténtico» para la elaboración de los catecismos locales (2) .
En esta presentación auténtica y sistemática de la fe y de la doctrina católica la catequesis encontrará
un camino plenamente seguro para presentar con renovado impulso al hombre de hoy el mensaje
cristiano en todas y cada una de sus partes. Todo agente catequístico podrá recibir de este texto una
valiosa ayuda para transmitir, a nivel local, el único y perenne depósito de la fe, tratando de conjugar,
con la ayuda del Espíritu Santo, la maravillosa unidad del misterio cristiano con la multiplicidad de las
exigencias y de las situaciones de los destinatarios de su anuncio. La entera actividad catequística
podrá conocer un nuevo y difundido impulso en medio del pueblo de Dios, si sabe usar y valorar
adecuadamente este Catecismo posconciliar.
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VATICANO
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Todo esto es más importante aún hoy, que estamos en el umbral del tercer milenio. En efecto, es
urgente un compromiso extraordinario de evangelización, para que todos puedan conocer y acoger el
mensaje del Evangelio, y cada uno pueda llegar «a la madurez de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13).
Por tanto, dirijo una apremiante invitación a mis venerados hermanos en el episcopado, principales
destinatarios del Catecismo de la Iglesia católica, para que, aprovechando la valiosa ocasión de la
promulgación de esta edición latina, intensifiquen su compromiso en favor de una mayor difusión del
texto y, sobre todo, de su acogida positiva, como don privilegiado para las comunidades
encomendadas a ellos, que así podrán redescubrir la inagotable riqueza de la fe.
Ojalá que, gracias al compromiso concorde y complementario de todos los sectores que componen el
pueblo de Dios, el Catecismo sea conocido y compartido por todos, para que se refuerce y extienda
hasta los confines del mundo la unidad en la fe, que tiene su modelo y principio supremo en la unidad
trinitaria.
A María, Madre de Cristo, a quien hoy celebrarnos elevada al cielo en cuerpo y alma, encomiendo
estos deseos, a fin de que se realicen para el bien de toda la humanidad.
Castelgandolfo, 15 de agosto de 1997, decimonoveno de mi pontificado.
(1) Cf Juan Pablo II, Cost. ap. Fidei depositum, 2.
(2) Cf Juan Pablo II, Cost. ap. Fidei depositum, 4.
Tomado del sitio de web del vaticano: www.vatican.va
CONSTITUCION APOSTOLICA
FIDEI DEPOSITUM
PARA LA PUBLICACION DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA,
REDACTADO DESPUES DEL CONCILIO ECUMENICO VATICANO II
A los Venerables Hermanos
Cardenales, Arzobispos, Obispos, Presbiteros, Diaconos
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
y a todos los miembros del Pueblo de Dios
JUAN PABLO II, OBISPO,
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
PARA PERPETUA MEMORIA
1.
INTRODUCCIÓN
Guardar el depósito de la fe es la misión que el Señor confió a su Iglesia y que ella realiza en todo
tiempo. El concilio ecuménico Vaticano II, inaugurado solemnemente hace treinta años por nuestro
predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, tenía como intención y finalidad poner de manifiesto la misión
apostólica y pastoral de la Iglesia, a fin de que el resplandor de la verdad evangélica llevara a todos
los hombres a buscar y aceptar el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento (cf. Ef 3, 19).
A ese Concilio el Papa Juan XXIII había asignado como tarea principal custodiar y explicar mejor el
precioso depósito de la doctrina católica, para hacerlo más accesible a los fieles y a todos los hombres
de buena voluntad. Por consiguiente, el Concilio no tenía como misión primaria condenar los errores
de la época, sino que debía ante todo esforzarse serenamente por mostrar la fuerza y la belleza de la
doctrina de la fe. "Iluminada por la luz de este Concilio -decía el Papa-, la Iglesia crecerá con riquezas
espirituales y, sacando de él nueva energía y nuevas fuerzas, mirará intrépida al futuro... A nosotros
nos corresponde dedicarnos con empeño, y sin temor, a la obra que exige nuestra época,
prosiguiendo así el camino que la Iglesia ha recorrido desde hace casi veinte siglos" (1).
Con la ayuda de Dios, los padres conciliares, en cuatro años de trabajo, pudieron elaborar y ofrecer a
toda la Iglesia un notable conjunto de exposiciones doctrinales y directrices pastorales. Pastores y
fieles encuentran en él orientaciones para llevar a cabo aquella "renovación de pensamientos y
actividades, de costumbres y virtudes morales, de gozo y esperanza, que era un deseo ardiente del
Concilio" (2).
Después de su conclusión, el Concilio no ha cesado de inspirar la vida de la Iglesia. En 1985 quise
señalar: "Para mí, que tuve la gracia especial de participar y colaborar activamente en su
desenvolvimiento, el Vaticano II ha sido siempre, y es de modo particular en estos años de mi
pontificado, el punto de referencia constante de toda mi acción pastoral, con el compromiso
responsable de traducir sus directrices en aplicación concreta y fiel, a nivel de cada Iglesia y de toda la
Iglesia. Hay que acudir incesantemente a esa fuente" (3)
Con esa intención, el 25 de enero de 1985 convoqué una asamblea extraordinaria del Sínodo de los
obispos, con ocasión del vigésimo aniversario de la clausura del Concilio. Objetivo de esa asamblea
era dar gracias y celebrar los frutos espirituales del concilio Vaticano II, profundizar su enseñanza para
lograr una mayor adhesión a la misma y difundir su conocimiento y aplicación.
En esa circunstancia, los padres sinodales afirmaron: "Son numerosos los que han expresado el
deseo de que se elabore un catecismo o compendio de toda la doctrina católica, tanto en materia de fe
como de moral, para que sirva casi como punto de referencia para los catecismos o compendios que
se preparan en las diversas regiones. La presentación de la doctrina debe ser bíblica y litúrgica, y ha
de ofrecer una doctrina sana y adaptada a la vida actual de los cristianos" (4). Después de la clausura
del Sínodo, hice mío ese deseo, al considerar que respondía "realmente a las necesidades de la
Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (5).
Por ello, damos gracias de todo corazón al Señor este día en que podemos ofrecer a toda la Iglesia,
con el título de Catecismo de la Iglesia católica, este "texto de referencia" para una catequesis
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
renovada en las fuentes vivas de la fe.
Tras la renovación de la Liturgia y la nueva codificación del Derecho canónico de la Iglesia latina y de
los cánones de las Iglesias orientales católicas, este Catecismo contribuirá en gran medida a la obra
de renovación de toda la vida eclesial, que quiso y comenzó el concilio Vaticano II.
2.
ITINERARIO Y ESPÍRITU DE LA REDACCIÓN DEL TEXTO
El Catecismo de la Iglesia católica es fruto de una amplísima cooperación: ha sido elaborado en seis
años de intenso trabajo, llevado a cabo con gran apertura de espíritu y con celo ardiente.
El año 1986 confié a una Comisión de doce cardenales y obispos, presidida por el cardenal Joseph
Ratzinger, el encargo de preparar un proyecto del catecismo solicitado por los padres del Sínodo. Un
Comité de siete obispos diocesanos, expertos en teología y catequesis, colaboró con la Comisión en
ese trabajo.
La Comisión, encargada de dar las directrices y vigilar el desarrollo de los trabajos, siguió atentamente
todas las etapas de la elaboración de las nueve redacciones sucesivas del texto.
El Comité de redacción, por su parte, asumió la responsabilidad de escribir el texto, aportar las
modificaciones solicitadas por la Comisión y examinar las observaciones de numerosos teólogos, de
exegetas, de expertos en catequesis, de institutos y, sobre todo, de los obispos del mundo entero, con
el fin de mejorar el texto. El Comité fue una fuente de fructuosos intercambios de opiniones y de
enriquecimiento de ideas para asegurar la unidad y homogeneidad del texto.
El proyecto fue sometido a una vasta consulta de todos los obispos católicos, de sus Conferencias
episcopales o de sus Sínodos, así como de los institutos de teología y catequética.
En su conjunto, ha tenido una aceptación muy favorable por parte del Episcopado. Se puede afirmar
que este Catecismo es el fruto de una colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica, que
acogió con generosidad mi invitación a asumir su parte de responsabilidad en esta iniciativa que atañe
de cerca a la vida eclesial. Esa respuesta suscita en mí un sentimiento profundo de alegría, pues la
coincidencia de tantos votos manifiesta de verdad una cierta «sinfonía» de la fe. La elaboración de
este Catecismo muestra, además, la naturaleza colegial del Episcopado: atestigua la catolicidad de la
Iglesia.
3.
DISTRIBUCIÓN DE LA MATERIA
Un catecismo debe presentar con fidelidad y de modo orgánico la doctrina de la sagrada Escritura, de
la Tradición viva de la Iglesia, del Magisterio auténtico, así como de la herencia espiritual de los
Padres, y de los santos y santas de la Iglesia, para dar a conocer mejor los misterios cristianos y
afianzar la fe del pueblo de Dios. Asimismo, debe tener en cuenta las declaraciones doctrinales que en
el decurso de los tiempos el Espíritu Santo ha inspirado a la Iglesia. Y es preciso que ayude también a
iluminar con la luz de la fe las situaciones nuevas y los problemas que en otras épocas no se habían
planteado aún.
Así pues, el Catecismo ha de presentar lo nuevo y lo viejo (cf. Mt 13, 52), dado que la fe es siempre la
misma y, a la vez, es fuente de luces siempre nuevas.
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Para responder a esa doble exigencia, el Catecismo de la Iglesia católica, por una parte, toma la
estructura "antigua", tradicional, ya utilizada por el catecismo de san Pío V, distribuyendo el contenido
en cuatro partes: Credo; sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer lugar; el obrar cristiano,
expuesto a partir del Decálogo; y, por último, la oración cristiana. Con todo, al mismo tiempo, el
contenido se expresa a menudo de un modo "nuevo", para responder a los interrogantes de nuestra
época.
Las cuatro partes están relacionadas entre sí: el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte);
ese misterio es celebrado y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda parte); está presente para
iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte); inspira nuestra oración, cuya
expresión principal es el "Padre nuestro", y constituye el objeto de nuestra súplica, nuestra alabanza y
nuestra intercesión (cuarta parte).
La liturgia es en sí misma oración; la confesión de la fe encuentra su lugar propio en la celebración del
culto. La gracia, fruto de los sacramentos, es la condición insustituible del obrar cristiano, del mismo
modo que la participación en la liturgia de la Iglesia exige la fe. Si la fe carece de obras, es fe muerta
(cf. St 2, 14-26) y no puede producir frutos de vida eterna.
Leyendo el Catecismo de la Iglesia católica, podemos apreciar la admirable unidad del misterio de
Dios y de su voluntad salvífica, así como el puesto central que ocupa Jesucristo, Hijo unigénito de
Dios, enviado por el Padre, hecho hombre en el seno de la bienaventurada Virgen María por obra del
Espíritu Santo, para ser nuestro Salvador. Muerto y resucitado, está siempre presente en su Iglesia,
de manera especial en los sacramentos. Él es la verdadera fuente de la fe, el modelo del obrar
cristiano y el Maestro de nuestra oración.
4.
VALOR DOCTRINAL DEL TEXTO
El Catecismo de la Iglesia católica, que aprobé el día 25 del pasado mes de junio y que hoy dispongo
publicar en virtud de mi autoridad apostólica, es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina
católica, comprobada o iluminada por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la
Iglesia. Yo lo considero un instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial, y una regla
segura para la enseñanza de la fe. Ojalá sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo
incesantemente invita a la Iglesia de Dios, cuerpo de Cristo, peregrina hacia la luz sin sombras del
Reino.
La aprobación y la publicación del Catecismo de la Iglesia católica constituyen un servicio que el
Sucesor de Pedro quiere prestar a la santa Iglesia católica, a todas las Iglesias particulares que están
en paz y comunión con la Sede Apostólica de Roma: es decir, el servicio de sostener y confirmar la fe
de todos los discípulos del Señor Jesús (cf. Lc 22, 32), así como fortalecer los lazos de unidad en la
misma fe apostólica.
Pido, por consiguiente, a los pastores de la Iglesia, y a los fieles, que acojan este Catecismo con
espíritu de comunión y lo usen asiduamente en el cumplimiento de su misión de anunciar la fe y de
invitar a la vida evangélica. Este Catecismo se les entrega para que les sirva como texto de referencia
seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica, y sobre todo para la elaboración de los
catecismos locales. Se ofrece, también, a todos los fieles que quieran conocer más a fondo las
riquezas inagotables de la salvación (cf. Jn 8, 32). Quiere proporcionar una ayuda a los trabajos
ecuménicos animados por el santo deseo de promover la unidad de todos los cristianos, mostrando
con esmero el contenido y la coherencia admirable de la fe católica. El Catecismo de la Iglesia católica
se ofrece, por último, a todo hombre que nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 P
3, 15) y que desee conocer lo que cree la Iglesia católica.
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
Este Catecismo no está destinado a sustituir los catecismos locales aprobados por las autoridades
eclesiásticas, los obispos diocesanos o las Conferencias episcopales, sobre todo si han recibido la
aprobación de la Sede Apostólica. Está destinado a favorecer y ayudar la redacción de los nuevos
catecismos de cada nación, teniendo en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero conservando
con esmero la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica.
5.
CONCLUSIÓN
Al concluir este documento, que presenta el Catecismo de la Iglesia católica, pido a la santísima
Virgen María, Madre del Verbo encarnado y Madre de la Iglesia, que sostenga con su poderosa
intercesión el trabajo catequístico de toda la Iglesia en todos sus niveles, en este tiempo en que está
llamada a realizar un nuevo esfuerzo de evangelización. Ojalá que la luz de la fe verdadera libere a los
hombres de la ignorancia y de la esclavitud del pecado, para conducirlos a la única libertad digna de
este nombre (cf. Jn 8, 32), es decir, a la vida en Jesucristo, bajo la guía del Espíritu Santo, aquí en la
tierra y en el reino de los cielos, en la plenitud de la felicidad de la contemplación de Dios cara a cara
(cf. 1 Co 13, 12; 2 Co 5, 6-8).
Dado en Roma, el día 11 de octubre de 1992, trigésimo aniversario de la apertura del concilio
ecuménico Vaticano II, décimo cuarto año de pontificado.
(1.) Juan XXIII, Discurso de apertura del concilio ecuménico Vaticano II, 11 de octubre de 1962: AAS
54 (1962), pp. 788-791.
(2.) Pablo VI, Discurso de clausura del concilio ecuménico Vaticano II, 8 de diciembre de 1965: AAS
58 (1966), pp. 7-8.
(3.) Juan Pablo II, Homilía del 25 de enero de 1985, cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua
española, 3 de febrero de 1985, p. 12).
(4.) Relación final del Sínodo extraordinario, 7 de diciembre de 1985, II, B, a, n. 4; Enchiridion
Vaticanum, vol. 9, p. 1.758, n. 1.797.
(5.) Juan Pablo II, Discurso en la sesión de clausura de la II Asamblea general extraordinaria del
Sínodo de los obispos, 7 de diciembre de 1985; AAS 78 (1986), p. 435; cf. L'Osservatore Romano,
edición en lengua española, 15 de diciembre de 1985, p. 11.
Tomado del sitio de web del vaticano: www.vatican.va
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
PRÓLOGO
"PADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado
Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro Salvador... quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad" (1 Tim 2,3-4). "No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres
por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12), sino el nombre de JESUS.
I. La vida del hombre: conocer y amar a Dios
1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha
creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo
y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con
todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la
Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los
tiempos. En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por
tanto los herederos de su vida bienaventurada.
2 Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envió a los apóstoles que había escogido,
dándoles el mandato de anunciar el evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo
que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt
28,19-20). Fortalecidos con esta misión, los apóstoles "salieron a predicar por todas partes,
colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban" (Mc
16,20).
3 Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a
ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la
Buena Nueva. Este tesoro recibido de los apóstoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores.
Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe,
viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración (cf. Hch 2,42).
II Transmitir la fe: la catequesis
4 Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer
discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe,
tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de
Cristo (cf. Juan Pablo II, CT 1,2).
5 En un sentido más específico, "globalmente, se puede considerar aquí que la catequesis es una
educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos que comprende especialmente una
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a
iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana" (CT 18).
6 Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un cierto número de elementos de la
misión pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequético, que preparan para la catequesis o que
derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicación misionera para suscitar la fe; búsqueda de
razones para creer; experiencia de vida cristiana: celebración de los sacramentos; integración en la
comunidad eclesial; testimonio apostólico y misionero (cf. CT 18).
7 "La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y
el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia
con el designio de Dios dependen esencialmente de ella" (CT 13).
8 Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis. Así, en la
gran época de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su
ministerio a la catequesis. Es la época de S. Cirilo de Jerusalén y de S. Juan Crisóstomo, de S.
Ambrosio y de S. Agustín, y de muchos otros Padres cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos.
9 El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los Concilios. El Concilio de Trento
constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus
constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que lleva también su nombre y que
constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la
Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió, gracias a santos obispos y teólogos como
S. Pedro Canisio, S. Carlos Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la publicación
de numerosos catecismos.
10 No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI
consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya
atraído de nuevo la atención. El "Directorio general de la catequesis" de 1971, las sesiones del Sínodo
de los Obispos consagradas a la evangelización (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones
apostólicas correspondientes, "Evangelii nuntiandi" (1975) y "Catechesi tradendae" (1979), dan
testimonio de ello. La sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 pidió "que sea
redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la
moral" (Relación final II B A 4). El santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el
Sínodo de los Obispos reconociendo que "responde totalmente a una verdadera necesidad de la
Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso
todo lo necesario para que se realizara la petición de los padres sinodales.
III Fin y destinatarios de este Catecismo
11 Este catecismo tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos
esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del
Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada
Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia. Está destinado a servir "como un
punto de referencia para los catecismos o compendios que sean compuestos en los diversos países"
(Sínodo de los Obispos 1985. Relación final II B A 4).
12 Este catecismo está destinado principalmente a los responsables de la catequesis: en primer lugar
a los Obispos, en cuanto doctores de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento
en la realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de los obispos se dirige a los
redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Será también de útil lectura para todos
los demás fieles cristianos.
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
IV La estructura de este Catecismo
13 El plan de este catecismo se inspira en la gran tradición de los catecismos los cuales articulan la
catequesis en torno a cuatro "pilares": la profesión de la fe bautismal (el Símbolo), los Sacramentos de
la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oración del creyente (el Padre Nuestro).
Primera parte: la profesión de la fe
14 Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los
hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer lugar en qué consiste la
Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios
(Sección primera). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo
bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres capítulos" de nuestro
Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro
Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Sección segunda).
Segunda parte: Los sacramentos de la fe
15 La segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por
Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la
Iglesia (Sección primera), particularmente en los siete sacramentos (Sección segunda).
Tercera parte: La vida de fe
16 La tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la
bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la
ley y de la gracia de Dios (Sección primera); mediante un obrar que realiza el doblemandamiento de la
caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Sección segunda).
Cuarta parte: La oración en la vida de la fe
17 La última parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los
creyentes (Sección primera). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración
del Señor (Sección segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos
esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos.
V Indicaciones prácticas para el uso de este Catecismo
18 Este Catecismo está concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es preciso,
por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el índice analítico al
final del volumen permiten ver cada tema en su vinculación con el conjunto de la fe.
19 Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando sólo
la referencia (mediante cf). Para una inteligencia más profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a
los textos mismos. Estas referencias bíblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis.
20 Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra pequeña, con ello se indica que se trata de
puntualizaciones de tipo histórico, apologético o de exposiciones doctrinales complementarias.
21 Las citas, en letra pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas, magisteriales o hagiográficas tienen
como fin enriquecer la exposición doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras
a un uso directamente catequético.
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VATICANO
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
22 Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo
esencial de la enseñanza. Estos "resúmenes" tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas
sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.
VI Las adaptaciones necesarias
23 El acento de este Catecismo se pone en la exposición doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a
profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo está orientado a la maduración de esta fe, su
enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20-22; 25).
24 Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el
contenido cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de
la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis.
Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a
aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:
El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para
Jesucristo...¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por
consiguiente, le es l ícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un
único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién
nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... Los
que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe
y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes
(Catech. R., Prefacio, 11).
25 Por encima de todo, la Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el principio
pastoral que enuncia el Catecismo Romano:
Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque
se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre
hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud
perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor (Catech. R.,
Prefacio, 10).
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PRIMERA PARTE
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
LA PROFESIÓN DE LA FE
PRIMERA SECCIÓN
«CREO»-«CREEMOS»
26 Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: "Creo" o "Creemos". Antes de exponer la fe
de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los
Mandamientos y en la oración, nos preguntamos qué significa "creer". La fe es la respuesta del
hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al
hombre que busca el sentido último de su vida. Por ello consideramos primeramente esta búsqueda
del hombre (capítulo primero), a continuación la Revelación divina, por la cual Dios viene al encuentro
del hombre (capítulo segundo). y finalmente la respuesta de la fe (capítulo tercero).
CAPÍTULO PRIMERO:
EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS
I. El deseo de Dios
27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios
y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre
la verdad y la dicha que no cesa de buscar:
La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios.
El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por
Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce
libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).
28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su
búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones,
sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas
formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:
El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y
determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que
buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de
cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).
29 Pero esta "unión íntima y vital con Dios" (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso
rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos (cf. GS
19-21): la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del
mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del
pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se
oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).
30 "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar
a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta
búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón
recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida.
Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido
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[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los
soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le
incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y
nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti (S. Agustín, conf. 1,1,1).
II Las vías de acceso al conocimiento de Dios
31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre
ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de
Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de
"argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas.
Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la
persona humana.
32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del
mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.
S.Pablo afirma refiriéndose a los paganos: "Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos
manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver
a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad" (Rom 1,19-20; cf. Hch 14,15.17;
17,27-28; Sb 13,1-9).
Y S. Agustín: "Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza
del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo...interroga a todas estas realidades.
Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión ("confessio"). Estas
bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza ("Pulcher"), no sujeto a cambio?"
(serm. 241,2).
33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad
y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la
existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La "semilla de eternidad
que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia" (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen
más que en Dios.
34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin
último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas
"vías", el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa
primera y el fin último de todo, "y que todos llaman Dios" (S. Tomás de A., s.th. 1,2,3).
35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para
que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de
poder acoger en la fe esa revelación en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios
pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.
III El conocimiento de Dios según la Iglesia
36 "La santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas,
puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas
creadas" (Cc. Vaticano I: DS 3004; cf. 3026; Cc. Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no
podría acoger la revelación de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado "a imagen
de Dios" (cf. Gn 1,26).
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VATICANO
[CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA]
37 Sin embargo, en las condiciones históricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas
dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razón:
A pesar de que la razón humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su
luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna
el mundo por su providencia, así como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin
embargo hay muchos obstáculos que impiden a esta misma razón usar eficazmente y con fruto su
poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobr