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“Contracturas musculares: una
patología muy frecuente”
Recientemente ha aparecido una noticia en Diario Médico, en la que el doctor Antonio
Carrascosa, traumatólogo y miembro de Setrade, afirmaba que las lesiones deportivas que se
producen en verano tienen como causa la falta de preparación y las imprudencias. Y es que
efectivamente, durante el verano aumenta el número de personas que dedican parte de su
tiempo a las prácticas deportivas y a la actividad física en general. Una buena parte de éstos,
no son deportistas profesionales, ni siquiera aficionados habituales, por lo que no siguen las
reglas básicas de preparación, calentamiento y estiramiento y tienen con mayor frecuencia
lesiones musculoesqueléticas, de las cuales, un importante porcentaje va a corresponder a
lesiones musculares leves como las contracturas musculares.
Las contracturas musculares son lesiones muy frecuentes, que no revisten gravedad si no
existe otra lesión de base, pero que son muy molestas y pueden estar detrás de muchos casos
de absentismo laboral y escolar.
Los músculos están preparados para contraerse y relajarse. Estas dos acciones aparentemente
antagónicas son realmente complementarias entre sí, de manera que una buena contracción
muscular requiere de un proceso de relajación adecuado y viceversa. Cuando una de las dos
fases falla, se resiente toda la funcionalidad muscular.
En el caso de las contracturas musculares, lo que ocurre es que la fase de relajación se ve
alterada: tras una contracción única o más frecuentemente repetitiva, se produce una
perpetuación en el tiempo del estado de contracción, quedando así la musculatura en tensión
constante.
La tensión muscular produce dolor e inflamación en la zona, así como una zona endurecida y
aumentada de volumen en el punto de la lesión que puede perfectamente detectarse a la
palpación. Se acompaña de limitación de los movimientos y en algunos casos, al afectar a
estructuras cercanas, puede producir otros síntomas como mareos en el caso de las
contracturas a nivel cervical o falsa ciática en el caso de las contracturas del músculo piramidal.
Aunque las contracturas musculares son una patología muy frecuente que puede afectar a
cualquier grupo de edad se entienden como grupos de riesgo:
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Personas sedentarias: por la baja tolerancia al ejercicio, cuando las personas no
preparadas hacen algún esfuerzo es más fácil que sufran este tipo de alteraciones.
Personas que hacen ejercicios intensos: parece la situación contraria a la anterior, pero
tiene el mismo fondo: una persona acostumbrada a grandes esfuerzos musculares, si
en un momento determinado hace un movimiento más brusco de lo que es su umbral,
puede padecer una contractura.
Personas mayores: el envejecimiento supone una falta de elasticidad de todos los
tejidos, también de los músculos.
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Personas estresadas: los pacientes estresados tienen contracciones involuntarias de
grupos musculares que a la larga pueden responder con contracturas.
Personas con actividad física, ya sea deportiva o laboral, que les obligue a estar en
posturas inapropiadas.
Personas que practican deportes de impacto.
Como ya se ha dicho anteriormente, las contracturas musculares no son lesiones que pongan
en peligro la salud de quien las padece, sin embargo sí son muy molestas y tienen una
repercusión económica importante. Cerca del 20% de todas las incapacidades laborales
temporales son de causa músculoesquelética. Además, cuando las alteraciones del aparato
locomotor son la base de esta incapacidad, el número de días de baja es superior en torno a un
20% respecto a la duración media de baja laboral por otras causas.
De igual manera que se ha mencionado la práctica deportiva inapropiada, que suele tener un
carácter estacional por su predominio en los meses de verano; debemos destacar también por
afectar a un grupo de riesgo especial y con una cierta temporalidad, las lesiones musculares
que se producen en los escolares como consecuencia del peso de las mochilas que transportan
al colegio. El uso incorrecto de estas mochilas produce dolor de espalda y cuello y contracturas
en los músculos de la región del hombro. El mayor problema, es que este sobreesfuerzo se
hace de manera continuada y en organismos en crecimiento, por lo que a la larga puede
provocar lesiones más crónicas como escoliosis.
Los expertos apuntan a que el peso de la mochila no debe superar el 10% del peso del niño y
que además, deben ser mochilas con correas anchas y acolchadas, que queden bien pegadas a
la espalda y que a ser posible, tengan una tercera correa ajustable en las caderas que ayudará
a mantener el centro de gravedad más adelantado. También es importante colocar bien el
peso dentro de la mochila: los objetos más pesados deben situarse lo más pegados posible a la
espalda. El uso de las mochilas con ruedas es adecuado, pero hay que tener en cuenta que a
menudo hay que levantarlas para subir y bajar escaleras, autobuses,…. Y se corre el riesgo de
cargarlas demasiado, pensando que con las ruedas ya se ha solucionado el problema.
El diagnóstico de las contracturas musculares se hace por la clínica y la exploración del
paciente y rara vez son necesarias pruebas complementarias.
Para la prevención de las contracturas musculares hay que tener en cuenta algunos consejos
importantes:
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Evitar movimientos repetitivos. Si estos son inevitables porque forman parte de una
actividad laboral o deportiva, deben intercalarse pequeñas rutinas de estiramientos de
los grupos musculares implicados.
Adoptar posturas correctas: no solo en actividades laborales o deportivas, sino
también en la vida diaria. Las posturas al sentarse en el sofá, al coger un peso e incluso
al dormir, condicionarán una posible aparición de estas lesiones.
No olvidar nunca calentar antes de hacer un esfuerzo físico y estirar la musculatura al
terminarlo. Esto no debe tenerse sólo en cuenta en el deporte, sino en cualquier
actividad física; coger un peso más o menos importante sin una mínima preparación,
es la causa de muchas contracturas musculares.
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