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TEXTOS
Texto 1
Sus Majestades el Emperador de Austria y Rey de Hungría, el Emperador de
Alemania, Rey de Prusia, y el Rey de Italia, animados del deseo de aumentar
las garantías de la paz general, de fortificar el principio monárquico (...), han
acordado la conclusión de un tratado (...).
Art. 1. (...) se comprometen recíprocamente paz y amistad, y no entrarán en
alianza o compromiso alguno dirigido contra cualquiera de sus Estados (...).
Art. 2. En caso de que Italia, sin mediar provocación directa por su parte, fuese
atacada por Francia por cualquier motivo, las otras dos Partes contratantes
estarán dispuestas a prestar a la Parte atacada socorro y ayuda con todas sus
fuerzas. La misma obligación incumbirá a Italia en caso de una agresión, no
directamente provocada, de Francia contra Alemania.
Art. 3. Si una o dos de las Altas Partes contratantes, sin provocación directa por
su parte, llegasen a ser atacadas y a encontrarse empeñadas en una guerra
con dos o más grandes potencias no firmantes del presente tratado, el casus
foederis se presentará simultáneamente para todas las Altas Partes
contratantes.
Art. 6 Las Altas Partes contratantes se prometen recíprocamente el secreto,
tanto sobre el contenido como sobre la existencia del presente tratado.
Art. 7 El presente tratado se mantendrá en vigor durante el período de cinco
años (...).
Fragmento del tratado de la Triple Alianza. Viena, 20 de mayo de 1882.
Texto 2
El Imperio Alemán se ha convertido en un Imperio mundial. Por todas partes,
en las regiones más remotas del globo, viven millones de compatriotas
nuestros. Los productos alemanes, la ciencia alemana, el espíritu de empresa
alemán atraviesan los océanos. Las riquezas que Alemania transporta a través
de los mares se cifran en miles de millones. A vosotros os incumbe, señores, el
deber de ayudarme a sujetar sólidamente esta gran Alemania a nuestra patria.
Discurso de Guillermo II. 1896, 25° aniversario del imperio.
Texto 3
Debemos atenuar el descontento provocado por el hecho de que nos hemos
convertido en una gran potencia, haciendo sentir al mundo el peso de estas
fuerzas, lealmente y con un espíritu pacífico bien entendido. Debemos
convencerle de esta forma de que una hegemonía alemana en Europa es más
útil, más desinteresada y menos perjudicial para la libertad ajena que una
hegemonía francesa, rusa o inglesa. El respeto a los derechos inherentes a
otros países, que Francia en especial no admitió durante el tiempo de su
preponderancia y que Inglaterra sólo reconoce según sus intereses, será más
fácilmente observado por Alemania por dos razones: por un lado, a causa del
carácter alemán, esencialmente objetivo; por otro lado, y ello sin mérito alguno
de nuestra parte, porque no tenemos ninguna necesidad perentoria de ampliar
nuestro territorio. (...) La política alemana (...) sólo tiene un deseo: mostrarse
justa y pacífica.
Testamento político de Bismarck (1898).
Texto 4
Francia no está aún preparada para el combate. Inglaterra se enfrenta con
dificultades interiores y coloniales. Rusia rechaza la guerra, porque teme la
revolución interior.
¿Vamos a esperar a que nuestros adversarios estén preparados o debemos
aprovecharnos del momento favorable para provocar la decisión? Esta es la
grave cuestión que hay que zanjar.
El ejército austriaco es aún fiel y útil. Italia está todavía firmemente ligada a la
Triple Alianza e incluso si prefiere […] mantener la paz para restañar las
heridas de la última guerra, sabe […] que si Alemania es derrotada, quedará
sin remedio a merced de la violencia de Francia e Inglaterra y perderá su
posición independiente en el Mediterráneo. […] Podemos igualmente contar
llegado el caso con Turquía y Rumanía […]. Podríamos tener la dirección de la
política europea mediante una ofensiva resuelta, y podríamos asegurar nuestro
porvenir.
Esto no quiere decir que debamos provocar la guerra; pero allá donde se
manifieste un conflicto de intereses […] no debemos retroceder, si no
solucionarlo mediante la guerra y comenzarla con una ofensiva resuelta, poco
importa el pretexto, porque no se trata de ese conflicto, sino de nuestro
porvenir, lo que está en juego.
“El espíritu belicista de Alemania”. Artículo aparecido en el diario alemán Die
Post, 24 de febrero de 1914.
Texto 5
La Entente Cordiale entre Gran Bretaña y Francia cumple diez años de feliz
existencia. (...)
La facilidad con la que se concluyó entre las dos potencias resistió todas las
tentativas deliberadas para debilitarla, así como la presión accidental de los
acontecimientos aportó una prueba suplementaria de la solidez de sus
fundamentos en la amistad y asistencia recíprocas.(...) En cada una de las
múltiples ocasiones en las que la política alemana en Marruecos desafió
deliberadamente la amistad franco-británica para comprobar su solidez, ésta
salió de la prueba reforzada. Hoy, fortificada por el acuerdo anglo-ruso desde
hace siete años, se presenta como la garantía suprema de la paz en Europa
(...)”
DaiIy Telegraph, 9 de abril de 1914.
Texto 6
La historia de estos últimos años, y, especialmente los acontecimientos
dolorosos del 28 de junio, ha demostrado la existencia en Servia de un
movimiento subversivo cuyo fin es separar de la monarquía austro-húngara
algunas partes de sus territorios(...)
El Gobierno imperial y real se ve obligado a pedir al Gobierno servio la
formulación oficial de que condena la propaganda dirigida contra la monarquía
austro-húngara, es decir, el conjunto de las tendencias que aspiran como
último fin a separar de la monarquía algunos de sus territorios, y que se
compromete a suprimir, por todos los medios, esta propaganda criminal y
terrorista...
El Gobierno real servio debe comprometerse:
1) a suprimir toda publicación que excite al odio y al desprecio de la monarquía
(...); 2) a disolver inmediatamente la sociedad llamada “Narodna Obvrana” y a
confiscar todos sus medios de propaganda (...); 3) a eliminar sin demora de la
instrucción pública en Servia (...) todo lo que sirva o pueda servir a fomentar la
propaganda contra Austria-Hungría; 4) a separar del servicio militar y de la
administración a todos los oficiales y funcionarios culpables de la propaganda
contra la monarquía austro-húngara; 5) a aceptar la colaboración en Servia de
los órganos del Gobierno imperial y real en la supresión del movimiento
subversivo dirigido contra la integridad territorial de la monarquía; 6) a abrir una
encuesta judicial contra los participantes en el complot del 28 de junio que se
encuentran en territorio servio (...); 7) a proceder con urgencia al arresto del
comandante Voislav Tankosith y de Milan Giganovitch, empleados del Estado
servio, comprometidos, según los resultados de la instrucción en Sarajevo; 8) a
impedir el concurso de las autoridades servias en el tráfico ilegal de armas y de
explosivos a través de la frontera; 9) a dar al Gobierno imperial y real
explicaciones sobre los propósitos injustificables de los altos funcionarios
servios que no han dudado, después del atentado del 28 de junio, en
expresarse de una manera hostil hacia la monarquía austro-húngara (...); 10) a
advertir, sin demora, al Gobierno imperial y real de la ejecución de las medidas
comprendidas en los puntos precedentes.
El Gobierno imperial y real espera la respuesta del Gobierno real lo más tarde
hasta el sábado 25 de este mes, a las cinco horas de la tarde.
Ultimátum de Austria-Hungría a Servia, 23 de julio de 1914.
Texto 7
Una y otra vez quiero deciros algo: vosotros, que permanecéis en la patria, no
olvidéis cuán horrible es la guerra. No dejéis, de rezar. Actuad con seriedad.
Abandonad toda superficialidad. Arrojad de teatros y conciertos a los que ríen y
bromean mientras sus defensores sufren y se desangran y mueren. De nuevo
he vivido durante tres días (del 1 al 4 de enero) la más sangrienta y horrible
batalla de la historia, a doscientos metros del enemigo, en una trinchera
provisional excavada a toda prisa. Durante tres días y tres noches han caído
granadas y más granadas: estallidos, silbidos, sonidos guturales, gritos y
gemidos ¡Malditos aquellos que nos condujeron a esta guerra!
Carta de un estudiante alemán desde el frente. Enero de 1915.
Texto 8
No estamos en contra del pueblo alemán, sino del despotismo militar de
Alemania. Debemos combatir para salvaguardar la democracia (...). Resulta
terrible lanzar a este grande y pacífico pueblo a una guerra, la más terrible y
desastrosa que jamás haya existido, puesto que en ella se ventila la existencia
de la misma civilización. Pero el derecho es más valioso que la paz, y nosotros
vamos a combatir por aquellas cosas que siempre han sido más caras a
nuestros corazones: por el derecho que tienen los gobernados a que se oigan
sus voces en el propio gobierno, por los derechos y libertades de las pequeñas
naciones y por una organización basada en el derecho, integrada por una
cordial alianza entre los pueblos libres, que ofrezca paz y seguridad a todas las
naciones y dé, finalmente, la libertad al mundo (...).
Declaración del presidente Wilson en el Congreso de los Estados Unidos (2 de
abril de 1917).
Texto 9
El mayor problema que percibo es que Alemania puede asociar su destino al
del bolchevismo y poner sus recursos, su talento, su gran poder de
organización, a la disposición de los revolucionarios fanáticos cuyo sueño es
conquistar el mundo mediante el bolchevismo, mediante la fuerza de las armas.
(...) Si somos inteligentes, ofreceremos a Alemania una paz que, al tiempo que
sea justa, sea para todo hombre sensato, preferible a la alternativa del
bolchevismo.
Lloyd George. 25 de marzo de 1919.
Texto 10
Levanto acta de las palabras y de las excelentes intenciones del Presidente
Wilson; pero eliminan el sentimiento y el recuerdo y es en eso en donde yo
tengo una reserva a hacer en lo que se acaba de decir. El Presidente de los
Estados Unidos desconoce el fondo de la naturaleza humana. El hecho de la
guerra no puede ser olvidado. América no ha asistido de cerca a esta guerradurante los tres primeros años; nosotros, en este tiempo, hemos perdido un
millón y medio de hombres. Ya no tenemos mano de obra. Nuestros amigos
ingleses, que han perdido menos que nosotros pero lo suficiente para haber
también sufrido mucho, me comprenderán.
Nuestras pruebas han creado en este país un sentimiento profundo de las
reparaciones que se nos deben. Y no se trata sólo de reparaciones que se nos
deben. Y no se trata sólo de reparaciones materiales, porque la necesidad de
reparaciones morales no es menor. Las doctrinas que acaban de ser invocadas
permitirían, si se interpretasen rigurosamente, que nos rehusasen también
Alsacia-Lorena. En realidad, el Sarre y Landau forman parte de AlsaciaLorena."
Palabras de G. Clemenceau. Sesión del Consejo de los Cuatro, 28 de marzo
1919.
Texto 11
Artículo 231. Los gobiernos aliados y asociados declaran y Alemania reconoce,
que Alemania y sus aliados son responsables, por haberlos causado, de todos
los daños sufridos por los gobiernos aliados y asociados y sus habitantes a
consecuencia de la guerra, a la que les ha conducido la agresión de Alemania y
sus aliados.
Artículo 232. Los gobiernos aliados y asociados exigen, y Alemania se
compromete, que sean reparados todos los daños causados a la población civil
de las potencias aliadas y asociadas y sus bienes.
Artículo 233. La cuantía de estos daños, por cuya reparación debe pagar
Alemania, será fijada por una comisión interaliada, que tomará el título de
Comisión de Reparaciones.
Tratado de Versalles. Parte VIII. Reparaciones. 29 de junio de 1919.
Texto 12
En 1898, las compras efectuadas por Francia en Alemania llegaban apenas a
los tres quintos de las que eran efectuadas por ella en Gran Bretaña; en 1913,
las importaciones alemanas e inglesas se encontraban casi al mismo nivel.
En Bélgica, donde, en 1898, eran más importantes las importaciones inglesas
que las alemanas, ahora las alemanas sobrepasaban en 200 millones de
francos belgas a las inglesas.
Los holandeses compraron, en 1913, 1.051 millones de florines de mercancías
alemanas, y solamente 356 millones de mercancías inglesas.
En Italia, donde el comercio inglés (...) había conservado clara preponderancia
hasta finales del siglo XIX, la situación se había invertido; las importaciones
alemanas (626 millones de liras) sobrepasaron en 50 millones de liras en 1912
a las importaciones inglesas.
En Rusia, las importaciones alemanas (...) llegaban al cuádruplo de las
importaciones inglesas.
Por último, las supremacía del comercio alemán sobre el inglés, desde 1890 en
Rumanía y desde 1901 en Serbia, se extendió en 1911 a Bulgaria.”
“Causas económicas y competencia anglo-alemana”. Pierre Renouvin. Historia
de las relaciones internacionales, 1990.
Selección de textos:
Patricia González
Marta Moreno
Marta Pérez