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Autor: Alexander Weiss – [email protected]
LAS CRÓNICAS VENTRUE
LAS PALABRAS DE VENTRUE A SUS CHIQUILLOS EN EL LIBRO DE NOD
¡Gobernamos en Enoch!
¡Gobernamos en la Segunda Ciudad!
¡Dumuzi, Gilgamesh,
Zeus y Júpiter!
Somos cada gran hombre,
Somos cada hombre perfecto.
Gobernamos, no por la fuerza,
Sino por derecho.
Sed los magistrados,
Los creadores de herramientas,
Llevad lo sagrado [Yo] a las gentes
Mantened las alianzas,
Atad a quienes se rebelen
Gloria a quienes luchan y ganan,
Mantened fuertes las espadas
Siempre junto a vuestro lado,
Y agudos ojos en la espalda.
¡No os acobardéis
por miedo al Sol!
¡No reculéis ante el Fuego!
Aunque estemos malditos,
Somos los Señores de la Tierra
Y todas las cosas caen
Bajo nuestro dominio.
VENTRUE
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Desde las primeras noches Ventrue, o Veddartha, el primero de los Antediluvianos, siempre
asumió la responsabilidad de los actos de sus hermanos más débiles, al igual que sus descendientes
asumen el liderazgo de los demás clanes en las últimas noches. Creado por Caín a instancias del
que la leyenda ha denominado Enoch, Ynosch o Lamech, Ventrue se convirtió en el primer
consejero de Caín y en su compañero más fiel.
Se sentaba al lado de Caín mientras éste supervisaba el crecimiento del paraíso conocido
como la Primera Ciudad. El conjunto original de casas de barro con hogares de leña abiertos
creció para convertirse en un gran monumento en honor al tremendo potencial de los Vástagos. Sin
el beneficio de la maquinaria moderna, la Primera Ciudad pronto dispuso de torres de mármol que
se elevaban hacia los cielos. El propio palacio de Caín brillaba con reflejos de oro, y la belleza de
su jardín principal nunca ha podido ser igualada.
Los más grandes artesanos de toda la edad antigua crearon obras de arte como nunca ha
vuelto a contemplar el mundo, sencillas pero gloriosas, que reflejaban la esperanza y el anhelo sin
límites de aquellos tiempos. El propio Caín convirtió el jardín en su obra maestra, empleando su
magia y habilidad para recrear su propia visión de la belleza absoluta. Caminar por el jardín era
hacerlo por el paraíso.
Ya desde los primeros tiempos los Ventrue afirman que el liderazgo de los clanes les
correspondió por derecho; según los relatos del clan, Caín ordenó a sus chiquillos que engendraran
la Tercera Generación y eligió específicamente a Ventrue como el primero. De hecho ordenó a
Enoch que Abrazara a Ventrue sólo para arrancar al joven Vástago de la influencia de su sire y
acogerlo bajo su tutela. Siguiendo los relatos del clan Ventrue se convirtió en el consejero y
confidente de Caín, y en el primogénito de la Tercera Generación.
Sin embargo, aunque los Ventrue disponen de algunos de los registros más antiguos de la
historia de la Estirpe, muchos de ellos han sido manipulados deliberadamente, sin duda para
justificar su liderazgo sobre los demás clanes. Resulta cuando menos extraño que Caín eligiera a
Ventrue como confidente pudiendo elegir a uno de sus hijos de la Segunda Generación, o en todo
caso, si el Primer Vampiro necesitaba de un consejero de confianza podría haberlo Abrazado él
mismo.
No son los Ventrue el único clan que remonta su ascendencia hasta Enoch el Sabio, el
Primogénito de Caín. De la misma forma, los Toreador aseguran en sus propios mitos que son el
más antiguo de todos los clanes. En épocas posteriores los linajes que afirmaban descender de
Enoch se consideraban superiores al resto de los clanes.
La visión utópica de la ciudad de Enoch está muy extendida en los relatos de los clanes, pero
a menudo han sido exagerados. Aunque Enoch debió haber sido una ciudad excepcional para los
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cánones de su época, muchas de las maravillas de su leyenda han sido añadidas posteriormente.
Algunos clanes, como los Nosferatu, incluso poseen mitos que aseguran que la Primera Ciudad
nunca llegó a existir y que los primeros vampiros vivían en los yermos salvajes. Sin embargo, el
vampirismo parece ser un fenómeno eminentemente urbano, asociado al surgimiento de las
primeras ciudades. Algunos eruditos incluso afirman que los vampiros surgieron como respuesta a
las depredaciones que los hombres lobo y otras bestias realizaban para limitar el crecimiento de la
población humana.
Y sin embargo, Ventrue comprendió que no todo era como debía ser. Después de que los
chiquillos de Caín terminasen de crear al resto de la Tercera Generación, Ventrue creyó
vislumbrar signos de preocupación en el inmutable rostro de Caín. Ventrue le rogó que le hablase
de sus miedos. Al principio no le respondió, pero después el Primer Inmortal habló, como sumido
en un trance. Allí, sentado entre los monumentos de la Primera Ciudad, Caín reveló sus sueños
sobre el futuro, en los que el horror y la catástrofe asolaban el mundo. Inundaciones y terremotos,
volcanes y enfermedades, todos golpearían antes o después.
Ventrue fue incapaz de creer en estas historias, pero Caín prosiguió su relato. Sus propios
chiquillos sobrevivirían, pero los mortales serían devastados por la destrucción. Entonces
buscarían a alguien a quien culpar, y los hijos de Seth perseguirían a los de Caín, utilizando el
fuego y la ira para hacerles huir de sus refugios y destruirlos uno por uno, hasta que los inmortales
desapareciesen por completo.
Entonces Caín calló y Ventrue se sentó, confuso, hasta que reunió el valor suficiente como
para hacer su pregunta, una pregunta que temía hacer:” ¿Está ese futuro grabado en piedra, o
podemos hacer algo para cambiarlo?”
Caín contempló todo lo que había creado y respondió sereno: “No lo sé.”
Observando junto a Caín las increíbles vistas de Enoch, Ventrue no podía creer que aquel
horror fuera posible. En toda su existencia no había conocido más que paz y prosperidad, en una
tierra en la que mortales e inmortales convivían sin problemas. Si aquellas palabras no las hubiese
pronunciado Caín, el progenitor de los Ventrue no les habría prestado la más mínima atención.
Dichas por el Padre de Todos, sin embargo, desgarraron su alma hasta tal punto que deseó haber
podido arrancarse los oídos antes que tener que escuchar tales horrores.
Caín prosiguió. Le contó a Ventrue que los Vástagos no eran los únicos seres
sobrenaturales del mundo. Habló de los hombres bestia y de los muertos sin reposo, de los
hechiceros y de las hadas, seres contra los que los vampiros lucharían una interminable y terrible
guerra. Y también dijo que aguardando entre las sombras tras estos seres se encontraban otros
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mucho más poderosos, y que estos poderes ocultos no podían coexistir. A pesar de su fuerza estos
seres tenían miedo. Miedo los unos de los otros y de fuerzas que eran incapaces de comprender.
Estos seres veían a los vampiros como una amenaza, ya que eran capaces de sobrevivir al
margen de sus guerras. Los Vástagos podían vivir entre los mortales como ellos nunca podrían.
Mientras que los hombres bestia sólo podían limitarse a subyugar a la humanidad, mientras que
los hechiceros debían vivir por siempre aislados de sus congéneres, mientras que los muertos sin
reposo y las criaturas feéricas nunca serían más que criaturas ajenas a los mortales, los Vástagos
formaban parte del mundo mortal del mismo modo que el sol y la luna.
Cuando Ventrue se quedó solo no pudo hace otra cosa que sopesar estas palabras. Cuando
sus bellos amantes acudieron a él, los rechazó. Cuando los artesanos que decoraban su palacio
llegaron para mostrarle sus últimas obras, ordenó que fueran apartados de su presencia. Se sentó
acompañado por la soledad, pensando noche tras noche en las palabras de Caín.
Por fin, tras tres semanas y dos noches, abandonó su palacio con una nueva determinación.
Desde aquella misma noche haría todo lo posible por evitar que esta tragedia tuviese lugar. Si a
pesar de todos sus esfuerzos no lograba evitarlo, trataría por todos los medios de reducir los
daños. Él se ocuparía de que alguna noche mortales e inmortales se despojasen de las cadenas de
los poderes ocultos y fuesen libres por toda la eternidad.
Muchos Ventrue creen firmemente que fuerzas poderosas manipulan el mundo para sus
siniestros fines, y los Antediluvianos sólo son parte de esta conspiración universal. Magos antiguos
y poderosos con siglos de existencia, espíritus de increíble poder que dominan a los hombres lobo y
otras criaturas de inmenso poder también se encuentran entre estas fuerzas. Otras fuentes hablan de
demonios surgidos en el amanecer de la creación, que aguardan su oportunidad para destruir la
creación divina.
Los Ventrue han empleado muchos nombres para describir a estos Amos: Staret, Incarna,
Occultae, Reginae, Ourani, Gigantes, Daevas y otros apelativos, pero desde finales del siglo XVIII
los Ventrue han utilizado el término “Amos Secretos”, y aunque no disponen de pruebas concretas
sobre su existencia, si han reunido numerosos indicios circunstanciales que creen que constituyen
razón suficiente para justificar sus temores. Ante sucesos inexplicables que no pueden comprender,
enseguida comienzan a buscar a los manipuladores detrás del escenario.
Otros Ventrue no creen en la conspiración de los Amos Secretos, considerándola una
artimaña de los antiguos para mantener la disciplina dentro del clan. De la misma forma, los pocos
vampiros ajenos al clan que conocen esta teoría conspirativa la consideran el simple producto de la
paranoia de los siglos o una artimaña más utilizada por los Ventrue para autojustificar el dominio
sobre los demás clanes.
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Ventrue comenzó a reunir las herramientas que le permitirían combatir a los Amos
Secretos, pero su comportamiento no pasó desapercibido a sus hermanos, que prestaron atención a
sus actos.
El magnífico palacio de Ventrue, en su día un museo para el arte más sublime, un edificio
en el que cada metro cuadrado había sido construido para resultar totalmente impresionante, se
convirtió en una fortaleza. Ventrue reunió allí muchos objetos de gran poder, tanto naturales como
artificiales.
Reliquias como el Tapiz de la Sangre, la Cabeza de la Medusa, las Garras de Fenris, el
Puente de las Hadas y la Niebla de Oromazo se amontonaron en el palacio. Para salvaguardarlos,
Ventrue hizo uso de su enorme ingenio y proyectó un santuario subterráneo que ninguna criatura
podía penetrar. Los Vástagos vieron todo esto y se preocuparon.
Una noche cuando la luna inundó el cielo de plata, cuatro de los hermanos de Ventrue se
aproximaron a su palacio.
“¡Ventrue!” gritó la que ahora es conocida como Brujah, “¿Por qué te has quedado con
todos esos objetos, que deberían pertenecernos a todos, y los has ocultado?”
“Mi querida hermana,” respondió Ventrue, “no hago más que protegerlos de quienes
quieren quitárnoslos. Cuando llegue el momento usaremos estos objetos para volver a crear el
mundo.”
“¡Ventrue!” gritó el que ahora es conocido como Set, “Deberías compartirlos con todos
nosotros para que podamos utilizarlos cuando lo deseemos.”
“Mi querido hermano,” respondió Ventrue, “si así lo hiciese los gastaríamos y los
perderíamos, y no los tendríamos con nosotros cuando más los necesitáramos. Cuando llegue el
momento, usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”
“¡Ventrue!” gritó el que ahora es conocido como Tzimisce, “Pasas todo el tiempo solo con
Caín. ¿Estás intentando volverlo contra nosotros?”
Entonces nuestro sire comprendió el verdadero motivo de la visita de sus hermanos. Los
celos habían comenzado a adueñarse de sus corazones, y Ventrue lo interpretó como una señal de
que los amos habían comenzado a tejer su magia malvada. Puede que si Ventrue hubiera cedido
entonces a los ruegos y súplicas de los cuatro hubiese evitado el holocausto que se avecinaba. Pero
él era Ventrue, el Primero entre la Tercera Generación, y no se rebajaría ante sus hermanos y
hermanas menores.
“Mi querido hermano,” le respondió Ventrue, “hago lo que debo hacer por el bien de todos
nosotros. Cuando llegue el momento, usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”
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Se volvió hacia el que ahora es conocido como Nosferatu, aguardando su pregunta, pero
Nosferatu se limitó a sonreír. Entonces los cuatro se marcharon, pero Ventrue comprendió que las
cosas no volverían a ser como antes. Desde aquella noche Ventrue se preparó para la guerra
contra sus propios hermanos, con la esperanza de que algún día volviesen a ser sus aliados, pero
sabiendo que aquel encuentro había precipitado el final.
Siguiendo las leyendas, Ventrue se habría convertido en el líder de la Tercera Generación y
ayudó a Caín a gobernar sobre Vástagos y mortales de la Primera Ciudad. Muchos relatos hablan de
envidias y celos entre el resto de la Tercera Generación hacia Ventrue y su liderazgo, pero los
enemigos de Ventrue varían de unos a otros, muy posiblemente para justificar la lucha de los
Ventrue contra otros clanes a lo largo del tiempo. El Oscuro (Lasombra) aparece como un individuo
particularmente ambicioso y astuto que no podía soportar ni siquiera la servidumbre teórica hacia
Ventrue. Otros Antediluvianos como el Extranjero (Set), el Misterioso (Tzimisce) y el Vanidoso
(Nosferatu) también se resentían ante el liderazgo de Ventrue, pero otros progenitores de los clanes
respetaban a Ventrue y la decisión de Caín de elevarlo por encima del resto
Cuando llegaron las primeras gotas de lluvia que anunciaban el infausto Diluvio, Caín se
separó de sus chiquillos, y Ventrue fue el último que lo vio. “Padre de Todos,” gimió, “¿no te
quedas con nosotros? Sin ti, no tendremos a nadie que nos guíe. Sin ti nadie resolverá las disputas
y apaciguará las almas enojadas. Sin ti, los Vástagos no podrán hacer más que guerrear entre
ellos. Sin ti, no hay esperanza alguna de derrotar a los Amos.”
El poderoso Caín miró a Ventrue, y por primera vez en incontables años, sonrió. Nunca han
trascendido las palabras exactas que el Primer Inmortal le dijo, pero sí que cuando Ventrue volvió
junto a sus hermanos era el único preparado para dirigir la reconstrucción. Mientras Caín
marchaba las aguas llegaron e inundaron la Primera Ciudad, destruyendo a algunos de los
Vástagos más débiles Abrazados durante su edad de oro.
Cuando finalmente las siniestras aguas se retiraron, los Vástagos decidieron reconstruir su
hogar. Ventrue dirigió a toda la Estirpe, incluyendo a su propio sire, durante la creación de la
Segunda Ciudad. Y aún sabiendo que ésta caería alguna noche, volcó en ella todas sus energías.
Allí escondió los más poderosos artefactos que había rescatado de la Primera Ciudad. Allí enterró
una vasija de arcilla llena con la Sangre de Caín.
Pero los seis Cainitas de la Segunda Generación quisieron apropiarse de la herencia
desaparecida de Caín, sin haberse ganado el respeto ni la lealtad de su progenie. En su
desesperación por librarse de la Segunda Generación, los Antediluvianos acudieron a Ventrue en
busca de consejo. Juntos acabaron con sus sires y se erigieron como gobernantes, tal y como Caín
había sugerido antes de partir.
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Una vez más los Ventrue aprovechan la ambigüedad de este relato para afirmar que cuando
Caín habló con Ventrue le encomendó el liderazgo de todos los Vástagos y el deber de guiarlos en
las noches siguientes, y el progenitor del clan aceptó esta responsabilidad.
En las leyendas de los Ventrue la rebelión contra la Segunda Generación aparece condonada
y justificada por relatos de crueldad y tiranía e incluso se sugiere que pudo haber ocurrido a
instancias del propio Caín. La barrera entre la Segunda y la Tercera Generación es muy difusa y
algunos eruditos teorizan que en realidad todos estos Vástagos eran chiquillos de Caín, y que lo
único que los diferenciaba fue el bando que eligieron en la lucha entre generaciones. El momento de
la rebelión de Ventrue y sus hermanos no está muy claro, algunos relatos lo sitúan antes de la
Segunda Ciudad y otros después de que fuera construida. Tampoco existe certeza sobre el número
de vampiros de la Segunda Generación, y aunque el número comúnmente aceptado es de tres
(Enoch, Zillah e Irad) en algunos relatos el número es diferente.
Muchos vampiros creen que fue Brujah quien lideró a los Antediluvianos contra sus sires, y
que Ventrue sólo ayudó a sus hermanos después de que acudieran a él. Sin embargo, otros
Antediluvianos aparecen como responsables de haber incitado el conflicto.
LA MALDICIÓN DE CAÍN
“¿Por qué Caín os ha maldecido? ¿Por qué no beber de quien deséeis?”
-Historias de las Noches de la Primera Ciudad.
El rasgo distintivo del clan Ventrue es que sus miembros sólo pueden beber de cierto tipo de
sangre. Algunos eruditos afirman que los gustos aristocráticos del clan se han refinado tanto a lo
largo del tiempo que sólo se alimentan de una clase específica de sangre, pero en las noches
modernas –e incluso en las antiguas- muchos Ventrue no procedían de nobles linajes y adquirían la
misma debilidad.
Sin embargo, los Ventrue –como otros clanes- no admiten que se trate de una falta, e incluso
se muestran orgullosos de esta exclusividad, afirmando que se trata de una cuestión de elección y de
una señal de alto linaje. Pero realmente es algo más que un simple hábito selectivo. Si se tratase
únicamente de una cuestión de elección los Ventrue serían capaces de beber cualquier tipo de
sangre y ningún miembro del clan se ajusta a esta premisa. Incluso los Ventrue que no han
mantenido contacto con su clan mantienen algún tipo de restricción alimenticia, una restricción que
va más allá de la voluntad del vampiro. Ni siquiera un Ventrue en letargo, o incluso al borde de la
Muerte Definitiva puede consumir un tipo de sangre que no se corresponda con su gusto,
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vomitándola inmediatamente. Sin embargo, estas restricciones no se aplican a la sangre de otros
Vástagos, que puede ser consumida con normalidad.
El origen de esta debilidad es confuso y muchos Ventrue consideran que sus hábitos
alimenticios se desarrollaron como un mecanismo de defensa, fomentando que presten más atención
a sus rebaños. Muy pocos Vástagos del clan consideran que se trate de una maldición o una
restricción. En cualquier caso existen muy pocas pruebas de que Caín maldijera a los Ventrue,
aunque no es imposible que hayan sido destruidas deliberadamente. En un fragmento del Libro de
Nod se dice que Caín maldijo a todos los Antediluvianos excepto a Saulot por rebelarse contra sus
sires. El castigo de Ventrue fue el siguiente:
Observad a mi más orgulloso chiquillo
Por cuyo orgullo fue traicionado
Que la sangre humilde lo enferme
Y no le proporcione sustento.
De esta forma el orgullo habría sido el pecado de Ventrue. Algunos eruditos consideran que
a partir de la caída de la Segunda Generación solamente la sangre noble habría podido satisfacer el
gusto del progenitor Ventrue.
Al mismo tiempo existe un componente mental, ya que poco después del Abrazo los
Ventrue tienen la oportunidad de tomar una decisión consciente sobre sus preferencias. Una vez
tomada la decisión cambiarla es algo virtualmente imposible, salvo que un tipo de sangre concreto
deje de estar completamente fuera del alcance del vampiro.
De hecho, durante sus primeras noches de existencia los Ventrue pueden alimentarse de
cualquier tipo de sangre que deseen y no es hasta la primera vez que el vampiro prueba una vitae
que considera realmente exquisita la exclusividad queda fijada. Esta elección no suele llegar en una
alimentación en frenesí, sino cuando el Vástago tiene oportunidad de paladear y disfrutar de la
experiencia. Este contacto establece una sensación de trance en el paladar del vampiro.
Sin embargo, en algunas circunstancias raras y extremas en el momento en que un tipo de
sangre queda completamente fuera del alcance de un Ventrue, los Vástagos del clan tienen
posibilidades de cambiar sus gustos, como cuando una determinada nacionalidad o pueblo ha
dejado de existir por los avatares históricos. En algunos casos se dice que algunos Ventrue han
caído embelesados por el sabor de la sangre de un único mortal. Si no consiguen adaptarse a la
pérdida de sus rebaños a estos Vástagos les espera el letargo.
Como resultado de sus modales exclusivos, los Ventrue tienen un sentido del gusto
particularmente refinado, pudiendo determinar con rapidez si un tipo de sangre se adapta a sus
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preferencias con tan sólo olerla durante unos segundos, a semejanza de un catador de vinos.
Algunos Ventrue alcanzan tal maestría que son capaces de discernir a partir de la sangre aspectos
como la edad, salud o dieta. Esto también se aplica a la sangre de vampiro, en la que algunos
antiguos con gran experiencia son capaces pueden determinar aspectos esotéricos como el clan o la
edad e incluso una suposición sobre la generación aproximada. Esta habilidad normalmente se
adquiere tras largos años de experiencia prestando una cuidadosa atención a las cualidades de la
sangre.
LA SEGUNDA CIUDAD
Al príncipio la Segunda Ciudad recordó la gloria de la Primera, y los Vástagos caminaban
entre los mortales. Los vampiros de la Tercera Generación Abrazaron progenie y comenzaron a
crear sus respectivos clanes. Pronto la ciudad estuvo superpoblada y los conflictos comenzaron de
nuevo. En su intento por mantener unido a un grupo cada vez más descontrolado Ventrue trató de
escuchar y resolver los problemas de los vampiros e incluso trató de poner fin a los estragos
causados por su hermana, la bruja. Pronto las riñas sin importancia se convirtieron en odios y
luchas internas y ni siquiera Ventrue consiguió mantener la paz entre los Vástagos. Al final el
sucesor elegido de Caín tuvo que hacer cumplir la ley y mantener a la Estirpe a raya. Muchos de
los chiquillos rebeldes fueron destruidos y los hermanos que no se sometieron a su gobierno fueron
desterrados, entre ellos Set y el vengativo Mekhet. Muchos estuvieron en contra de ese trato tan
duro, pero ninguno podía resistirse a la autoridad de Ventrue.
Durante un tiempo se mantuvo la paz de forma tensa, hasta que Ventrue decidió ir en busca
de Caín, a pesar de los celos, envidias y rencores que bullían bajo la superficie de la Segunda
Ciudad. Envió a varios de sus chiquillos en busca del Primer Inmortal y algunos regresaron con
rumores sobre su localización. Animado por estas señales y creyendo que la ciudad se encontraba
a salvo bajo la ley, Ventrue abandonó la Segunda Ciudad para encontrar a Caín y traerlo de
vuelta, dejando a uno de sus chiquillos para que vigilara a los celosos clanes en su ausencia.
También ocultó sus tesoros, para que permanecieran a salvo y pudieran ser utilizados por la
Estirpe cuando llegase el momento.
Fue un terrible error. Tras la marcha de Ventrue la Tercera Generación se abandonó de
nuevo a la traición y el resentimiento. Lasombra fue el primero en atacar, viendo la oportunidad de
derrocar al chiquillo de Ventrue y reclamar la ciudad como su dominio. Lo consiguió, pero no
retuvo el poder durante mucho tiempo. El resto de los Antediluvianos se rebelaron, recelosos de él
o indispuestos a tolerar que robase la posición que Ventrue había asumido a instancias de los
demás contra sus propios deseos. Inevitablemente la ciudad terminó por caer.
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Los relatos sobre la caída de la Segunda Ciudad son fragmentarios y confusos, pero todos
coinciden en el surgimiento de una gran devastación y luchas internas que provocaron el
debilitamiento y caída de la ciudad, algunos dicen que debido a los propios Vástagos, mientras que
otros señalan a la intervención de fuerzas externas: terremotos, hombres lobo, terribles tormentas,
etc.
A Lasombra se le atribuye la responsabilidad de haber roto la paz entre sus hermanos
durante la ausencia de Ventrue, aunque es posible que no siempre ocupara esta posición en las
leyendas. Con el comienzo de la guerra Tzimisce se unió a Lasombra. Otros fragmentos afirman
que un Antediluviano conocido como Lucian llevó a su hermano al letargo y saló la tierra donde
había caído. Nosferatu y Set devoraron el corazón muerto de su hermana Arikel. Muchos de estos
detalles no han sido verificados.
Respecto a Ventrue, una opinión muy extendida es que fue el primer Antediluviano en caer.
Una leyenda afirma que Brujah o uno de sus descendientes (posiblemente Troile), lo aguardó tras
los muros de la Segunda Ciudad y le arrancó la cabeza por celos cuando dio el tercer paso en su
búsqueda de Caín. Otras leyendas afirman que el Antediluviano fue destruido durante la caída del
Imperio Romano y su identidad usurpada por un Brujah. Finalmente, otros relatos afirman que
Ventrue se vio incapaz de frenar las luchas internas de la Segunda Ciudad y se marchó,
abandonando a sus hermanos a su suerte.
En cualquier caso a lo largo de la historia irían surgiendo numerosos Vástagos que se harían
pasar por el progenitor de los Ventrue para favorecer sus intereses. En algunas ocasiones, un
extraño, mortal o Vástago ha aparecido en momentos de crisis afirmando ser el enviado de Ventrue
resolviendo los problemas y unificando al clan.
En la actualidad y de manera oficial muchos Ventrue consideran que su progenitor fue
destruido hace mucho tiempo, por lo que al carecer de un fundador que dirija sus acciones
consideran que el clan actúa con mayor independencia frente a los planes de los Antediluvianos que
los demás linajes.
EL MUNDO ANTIGUO
MESOPOTAMIA
Tras la caída de la Segunda Ciudad los vampiros se extendieron por todo el mundo. Algunos
se dirigieron a los bosques del norte y a las junglas del sur, pero la gran mayoría permaneció en las
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tierras civilizadas de Oriente Medio, viajando entre las nacientes ciudades de la región. En algunas
civilizaciones antiguas los Vástagos se involucraron de forma particular.
Durante las primeras noches que siguieron a la caída de la Segunda Ciudad los Ventrue no
ostentaban los puestos de liderazgo que suelen ocupar en la actualidad, actuando como consejeros
de otros Vástagos o adoptaron otros métodos, creyendo que las noches de la Gehenna y del regreso
de Caín para guiarles contra los Amos Secretos estaban próximas. Muchos de estos primeros
Ventrue consideraban que su obligación era registrar y preservar, hasta que Caín regresara. Según
ciertos eruditos esta postura se debía a que tras la desaparición de su progenitor el clan carecía de un
liderazgo unificado y que los primeros chiquillos de Ventrue no habían sido Abrazados para
gobernar, sino para ayudar a su sire en esa labor.
Entre estos primeros Ventrue se encuentra la figura de la historiadora Ea Adapa, que
escribió e investigó algunos de los registros más antiguos sobre la historia primitiva de los
vampiros. Durante mucho tiempo defendió que los Ventrue debían actuar como guardianes del
conocimiento de los Vástagos, pero con el paso del tiempo más y más miembros del Clan de los
Reyes se desviaron de su punto de vista.
Los Ventrue estuvieron presentes en las ciudades de Sumer, que se convertiría en un centro
de encuentro de otros clanes. Hacia el 3000 a.C. se encontraba asentado en Ur un antiguo Ventrue
conocido como Arakur, que actuaba como sacerdote y era considerado casi como un dios,
recibiendo numerosos lujos y privilegios, entre ellos el tributo de mujeres, que constituían su
alimentación. Arakur vivía en el primitivo zigurat de Ur, y mediante su consejo y guía la ciudad
prosperó, llegando a dominar otras ciudades de la Baja Mesopotamia.
Sin embargo, la prosperidad de Ur atrajo los recelos de los vecinos de Arakur y de otros
Vástagos, como Urlon de Uruk, que atacó la ciudad del antiguo Ventrue con un poderoso ejército.
Lantla, la chiquilla de Arakur, no desesperó, e invocó a un poderoso demonio para que la ayudara
en la batalla que se avecinaba. El demonio poseyó el cuerpo de Lantla y bajo su control diabolizó a
Arakur y a Urlon, marchando sobre la ciudad de Ur y cometiendo numerosas atrocidades sobre los
habitantes de la ciudad y los invasores de Uruk.
La vampira y el demonio permanecieron unidos en el mismo cuerpo, y cuando éste último
asumía el control cometía numerosas atrocidades, acompañando a los ejércitos mesopotámicos y
realizando numerosas matanzas. Bajo su guía Khutran –Temti, el rey de Elam, incendió la ciudad de
Ur y masacró a sus habitantes en el 2003 a.C.
Lantla y el demonio se unieron a los babilonios hacia el 1900 a.C., que adoraron a la
vampira como una diosa, identificándola con Tiamat, la diosa del infierno y del caos elemental. Su
fama creció entre los demás Vástagos que vivían en la región, que la consideraban como una
criatura terrible capaz de cometer numerosas atrocidades. Los adoradores de Tiamat construyeron
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para su diosa unos jardines de sangre, donde numerosas víctimas eran sacrificadas diariamente y
desangradas hasta la muerte. El demonio que poseía a Tiamat utilizó su cuerpo para hacer el mayor
daño posible a la humanidad, buscando formas de sembrar la devastación y la destrucción de las
civilizaciones.
Hacia el 900 a.C. Mesopotamia había caído bajo el yugo de los asirios, y Tiamat hizo todo
lo que pudo para fomentar el espíritu militarista de los belicosos conquistadores. Bajo su influencia
numerosos reinos fueron devastados por los asirios, llevando numerosos prisioneros a los altares de
sacrificio. Tiamat luchó con otros vampiros y fomentó las riñas y luchas entre los Vástagos
mesopotámicos, haciendo sus guerras más violentas y destructivas. Cuando Nínive, la capital de
Asiria, fue destruida en el año 612 a.C. y toda Mesopotamia cayó en el caos, el demonio se alimentó
de la angustia causada.
MEDIA
Tras un largo período de silencio parece que Ventrue se dirigió hacia el Este durante el
Segundo Milenio antes de Cristo, habitando entre los pueblos medos. El Antediluviano, bajo el
nombre de Veddartha, trató de crear un reino, enfrentándose a los señores locales en largas y
sangrientas batallas. Sin embargo, sería la presión de los reinos vecinos lo que llevaría a la
unificación de los pueblos medos.
Los ejércitos de Ventrue fueron derrotados por un experto caudillo iranio, y el Anciano
decidió ofrecerle la vida eterna. Finalmente, tras pasar varios años tras la tutela de su sire, este
caudillo regresó a la civilización con varios Vástagos de su linaje y convenció a los mortales de que
era el Mithras, el dios de la guerra, cuyo nombre adoptó.
El culto de Mithras fue muy útil para su existencia vampírica, explicando que durante el día
se ausentaba para mover el sol en el firmamento. Recibía numerosos sacrificios y a través del culto
fue capaz de manipular la sociedad mortal y forjar un vasto imperio.
En cualquier caso, el proceso de concentración del poder fue lento y tuvo como centro un
lugar llamado Zakruti en torno al cual giraba la confederación que se estaba fraguando. Hacia el
siglo VIII a.C. los pequeños reinos medos quedarían integrados en una estructura estatal, con capital
en Ecbatana. Allí residirían los antiguos jefes locales que constituyeron desde entonces la
aristocracia cortesana meda, en cuya composición afloraron conflictos que se tradujeron en
antagonismos políticos a lo largo de su historia.
A través de la influencia de Mithras y los Ventrue el liderazgo de la unificación de los
medos lo habría desempeñado Deioces, según la información del historiador griego del siglo V,
Heródoto, quien en sus historias habla sobre la formación del reino de Media. Su fuente de
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información habría sido un medo que le relataría los recuerdos colectivos sobre la propia historia,
dando así lugar al contenido del libro primero de las Historias (I, 96-100). Según este relato,
Deioces, hijo de Fraortes, fue elegido rey por los habitantes de las aldeas que componían Media.
Hizo de Ecbatana (actual Hamadán) su capital y organizó la corte bajo su poder absoluto, según los
cánones de las monarquías orientales. Tras un reinado de cincuenta y tres años, le sucedió su hijo
Fraortes, que pereció combatiendo contra los asirios en el vigésimo segundo año de reinado, tras
haber logrado la sumisión de los persas. Su hijo y sucesor Ciaxares decidió reorganizar el ejército
con arreglo al armamento, lo que quiere decir que rompería con las formas de milicia tribal propias
del periodo anterior, separando de ese modo arqueros, lanceros y jinetes, que antes no formaban
más que una masa desorganizada.
En este período los vampiros medos se aliaron con los babilonios para derrotar al decadente
imperio asirio, dirigido por Tiamat, que quedó destruido finalmente con la caída de la capital,
Nínive, en el año 612 a.C. Tiamat consiguió escapar para llevar el caos y la destrucción a otros
lugares. Los despojos del imperio asirio fueron divididos entre medos y babilonios.
Con su flamante ejército el rey medo atacó al lejano reino de Lidia, en Anatolia occidental,
con el que mantuvo un conflicto de cinco años. Las hostilidades concluyeron tras la batalla del
Eclipse de Sol (28 de mayo de 585). Un tratado de paz auspiciado por el rey Nabónido de Babilonia
dio fin formalmente a la guerra. También durante su reinado se produjo la invasión de los escitas,
un pueblo nómada de las estepas, que causaron una honda conmoción en el espacio próximooriental. Ciaxares perdió la hegemonía lograda en la región durante un período de veintiocho años
en el que los escitas impusieron su poder. Pero finalmente, Ciaxares logró restablecer la
independencia nacional y poco después murió, tras un reinado de cuatro décadas.
Le sucedió en el trono su hijo Astiages, que decidió casar a su hija con un noble persa
llamado Cambises; de ese matrimonio habría de nacer Ciro, el heredero persa que, tras deponer a su
abuelo, unificaría los dos reinos y crearía el Imperio Persa y la dinastía de los Aqueménidas hacia el
550 a.C.. De ese modo se ponía fin a la dinastía de Deioces. Otros Vástagos desafiaron a Mithras
por el control del reino medo, pero ninguno pudo derrocarle, a pesar de sus continuos vagabundeos
por las tierras de su reino.
PERSIA
A finales del siglo VIII a.C. Aquemenes, jefe del clan pasargada estableció las bases de lo
que se convertiría en el reino persa, que crecería a expensas del vecino reino de Elam, en plena
decadencia y debilitado por los ataques asirios. Persia era vasallo del reino de Media, cuyos
conflictos internos llevaron al matrimonio dinástico que llevaría al poder a Ciro el Grande en el año
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560 a.C. como monarca de Media y Persia. Mithras y los Ventrue se aliaron y lucharon con otros
clanes, en especial los Assamitas, aunque no constituían el linaje más poderoso y su influencia era
compartida con otros poderes.
Las conquistas de otros reinos por parte de Ciro unificaron a las tribus persas y medas,
consiguiendo territorios desde el río Halys hasta el corazón del actual Irán. Su poderío llevó a los
reinos de Lidia, Babilonia y Egipto a formar una alianza con los griegos para detener el empuje de
los persas, pero Ciro se adelantó, derrotando al rey Creso de Lidia en el año 547 a.C. y sometiendo
a las ciudades griegas de Asia Menor. En el año 539 a.C. el clero de Marduk rechazó la soberanía
del rey babilonio Nabónido y entregaron la ciudad de Babilonia a Ciro sin oponer resistencia. En
años posteriores Ciro completaría la conquista de Mesopotamia antes de morir en el año 530 a.C.
Cambises, el hijo de Ciro, anexionó Egipto en el año 525 a.C.
En un territorio tan vasto resultó inevitable que chocasen los intereses de distintos clanes,
descendientes de las sucesivas civilizaciones mesopotámicas. Mithras y sus descendientes poseían
gran influencia dentro del reino persa, pero a menudo entró en conflicto con otros vampiros que
habían adoptado el papel de dioses y establecido sus propios cultos: Marduk y los Assamitas;
Inanna y los Malkavian. Sin embargo, los Vástagos temían al dios del fuego Baal y los vampiros
infernales que lo servían. Aunque el sacrificio humano era una práctica tolerada los relatos sobre las
atrocidades cometidas por los Baali y los ritos demoníacos que realizaban contaban con el rechazo
de la Estirpe.
A menudo los conflictos entre Vástagos provocaban insurrecciones en el mundo mortal, que
eran brutalmente sofocadas. Los templos eran saqueados y destruidos, pues a menudo constituían
refugios para los vampiros. A la muerte de Cambises en el año 522 a.C. el usurpador Gaumata se
hizo con el poder. Era un mago y sacerdote del dios Ahura Mazda y sus reformas implantaron el
mazdeísmo y destruyeron numerosos templos. Una alianza de Vástagos, en la que Mithras participó,
derrocó al usurpador y sofocó las revueltas de sus partidarios, instalando finalmente al rey Darío en
el trono en el año 520 a.C.
Con la llegada de los persas a Mesopotamia, la antigua Matusalén Tiamat regresó y se unió a
los demás vampiros que manipulaban los acontecimientos entre bastidores. Como la vampira ayudó
a los persas a continuar sus conquistas, sus intenciones de destruir las civilizaciones humanas
pasaron desapercibidas.
Cuando los persas se enfrentaron a las ciudades griegas, mediante la intervención directa o
el soborno, se encontraron con una tenaz resistencia. Hacia el 498 a.C. los griegos de Asia Menor se
rebelaron contra el yugo persa y comenzaron la Primera Guerra Médica. En represalia los persas
ocuparon las islas del Egeo y devastaron Naxos y Mileto. Sin embargo, cuando desembarcaron en
Grecia para destruir la ciudad de Atenas fueron derrotados en la batalla de Maratón. El estallido de
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nuevas rebeliones en Egipto obligó a los persas a retirarse. El rey Darío murió poco después, siendo
sucedido por su hijo Jerjes, que sofocó las rebeliones y decidió comenzar una nueva guerra contra
los griegos.
Por su parte, los vampiros del Imperio Persa se enfrentaron a los griegos. Aunque había
algunos Ventrue en Grecia, sobre todo en la ciudad de Esparta y sus aliados, éstos procuraron
permanecer apartados del conflicto con los persas, dejando la guerra en manos de los mortales. En
cambio, los Toreador y Brujah de Atenas no estaban dispuestos a someterse al dominio de los
persas, a quienes consideraban unos bárbaros incivilizados.
En el año 480 a.C. dio comienzo la Segunda Guerra Médica, cuyo primer acto fue el
enfrentamiento en el famoso paso de las Termópilas. Sin embargo, a pesar de la heroica resistencia
del general espartano Leonidas y sus soldados, los persas avanzaron sobre Atenas, que había sido
evacuada, e incendiaron la Acrópolis. La confrontación marítima se produjo en Salamina, donde los
atenienses lograron la victoria. Jerjes se retiró a Asia; no obstante, en 479 su ejército se enfrentó a
los aliados griegos en Platea, pero fue nuevamente derrotado. Los asuntos de Grecia pasaron a
segundo término entre los intereses de Jerjes. Sin embargo, el triunfo griego había animado la
rebelión de los jonios de Asia Menor, que consiguieron recuperar su independencia. El reinado de
Jerjes se redujo entonces a cuestiones de política interior, sumamente deteriorada por las intrigas
palaciegas. Tales intrigas no concluyeron ni siquiera con el asesinato del propio monarca en el año
465. Mes y medio más tarde caía asesinado su heredero, Darío, a manos de quienes habían
provocado la muerte del padre. Entonces ocupó el trono otro de sus hijos, Artajerjes I, quien tras
pacificar el país tuvo que hacer frente a la revuelta egipcia de Inaro, que, secundada por Atenas,
duró de 460 a 454. La tensión entre Atenas y Persia concluyó en el año 449 por la firma de la
llamada Paz de Calias. En ella Atenas se comprometió a abandonar cualquier pretensión sobre
Chipre y la ayuda a los rebeldes del Delta del Nilo; por su parte, el Gran Rey de Persia aceptó la
autonomía de las ciudades griegas de Asia Menor.
Las revueltas internas y las luchas entre los vampiros persas llevaron a varios Ventrue, entre
ellos la Matusalén Tiamat, a emigrar hacia el Mediterráneo. Recordando la resistencia griega contra
el dominio de los persas, se asentaron en las ciudades griegas. No obstante, a pesar de la decadencia
mostrada por los persas, Mithras y sus seguidores continuarían en el Imperio durante algunos siglos
más.
GRECIA
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Algunos Ventrue supervivientes de la Segunda Ciudad emigraron hacia el Mediterráneo,
estableciéndose como dioses, héroes y profetas para los mortales. Sin embargo, pronto aprendieron
a respetar y temer el poder de la humanidad.
Medón, uno de los chiquillos de Ventrue, se había establecido como rey y dios de una
creciente comunidad que habitaba una isla del Egeo. Gobernaba con autoridad suprema exigiendo la
servidumbre de los mortales y otorgando muy poco a cambio. Aunque algunos afirman que se atrajo
el odio de otros Vástagos, lo más probable es que la población mortal se alzase por propia iniciativa
contra él. Los humanos quemaron su palacio y él ardió bajo los rayos del sol hasta consumirse por
completo. Uno de sus chiquillos consiguió escapar, y la historia del destino de Medón se extendió
entre el resto del clan.
Entre los Ventrue que se asentaron en el Peloponeso destaca la vampira que tomó el nombre
de la diosa Artemisa y que se asentó en Esparta, atraída por el filósofo Licurgo, quien deseaba crear
un nuevo orden para la ciudad. Artemisa había planeado alimentarse de él y tal vez convertirlo en su
servidor, pero la conversación del filósofo y sus planes para la sociedad espartana. Con el recuerdo
de la muerte de Medón todavía fresco en su memoria, Artemisa vio la oportunidad y el peligro que
suponían las ideas de Licurgo, por lo que decidió seguir un camino que se convertiría en ejemplo
para muchos Ventrue. En lugar de oponerse o tratar de controlar las instituciones mortales, decidió
implicarse en el crecimiento de la ciudad, siguiendo los planes de los líderes mortales.
Hacia el siglo VIII a.C. la vampira tomó el nombre de la diosa Artemisa Ortia y contempló
como Licurgo construía su nuevo orden y proclamaba su legendaria constitución. Artemisa
contempló como los espartanos sometían a los pueblos vecinos y vio en ellos muchos paralelismos
con la existencia de los Vástagos. La población conquistada fue sometida a la servidumbre,
haciendo posible el progreso de los espartanos o lacedemonios, permitiéndoles dedicarse a
perfeccionar el arte de la guerra, convirtiéndose a ojos de Artemisa en un ejemplo perfecto del
potencial de los mortales.
No fue Artemisa el único Vástago en ver el potencial de los espartanos. Pronto otros
vampiros de los clanes Lasombra y Brujah se asentaron en Esparta, pero Artemisa pronto alcanzó
una posición conciliadora para repartirse el poder en la ciudad. Artemisa fue apoyada por otros
Ventrue, que acudieron y se asentaron en otras ciudades de la región, convenciendo a sus líderes de
la conveniencia de aliarse con los espartanos. Fue entonces cuando se creó la Liga del Peloponeso,
una difusa coalición de ciudades con Esparta en su centro.
La segunda ciudad más poderosa de la Liga del Peloponeso era Corinto, un rico emporio
comercial, donde se instaló el Ventrue Evarchus, compartiendo el poder con los Brujah. Respaldada
por el poder militar de Esparta, los barcos mercantes de la Liga expandieron el poder y la influencia
de los griegos. Evarchus comprendió el poder que la riqueza tenía sobre los mortales y se convirtió
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en uno de los primeros Ventrue en utilizar el poder del comercio y la economía para enriquecerse y
aumentar su influencia. A pesar de las invasiones persas, Esparta, Corinto y la Liga del Peloponeso
permitieron la prosperidad de los Ventrue.
La antigua Matusalén Tiamat llegó a Grecia hacia el siglo V a.C., mientras el Imperio Persa
se debatía en sus luchas internas. Sin embargo, las facciones de Vástagos eran demasiado
numerosas y otros clanes como los Toreador y los Brujah tenían demasiada influencia como para
que sus manipulaciones tuvieran un efecto apreciable. Sus intentos de introducirse en la política
ateniense a través de una fachada mortal fueron ridiculizados por el filósofo mortal Sócrates.
Furiosa, Tiamat utilizó todo su poder para vengarse de Sócrates, desprestigiando al anciano filósofo
y finalmente consiguiendo, con la ayuda de un culto demoníaco conocido como la Séptima
Generación, que fuera condenado a muerte en el año 399 a.C.
LA GUERRA DEL PELOPONESO
Atenas y Esparta se habían aliado para resistir la invasión de los persas, que había
constituido una gran preocupación para los mortales. Artemisa trató de que los espartanos no
participaran en la guerra pero su influencia sobre la ciudad tenía sus límites. Orgullosos y llenos de
desprecio hacia los bárbaros persas los espartanos marcharon a la guerra sin la bendición de su
diosa y regresaron triunfantes. Sin embargo, ni Artemisa ni Evarchus, príncipe de Corinto, estaban
conformes con la situación. Atenas salió fortalecida de la guerra y pronto comenzó a rivalizar con
Corinto por la preeminencia comercial en Grecia.
Aunque la habilidad de los atenienses fue el principal factor en la prosperidad de la ciudad,
varios Vástagos, principalmente de los clanes Toreador y Brujah, se habían asentado en Atenas
atraídos por las nuevas ideas y artes que se desarrollaban allí. Los Vástagos de varias ciudades se
aliaron con Atenas creando la Liga de Delos, que se oponía a la Liga del Peloponeso liderada por
Esparta.
Los Ventrue vieron amenazada su posición en Grecia y comenzaron a manipular a los
gobernantes mortales que también veían amenazada su posición por el ascenso de Atenas. El
conflicto se hizo inevitable, gracias sobre todo a los deseos de Evarchus y en menor medida de
Artemisa. Siguió una larga guerra que duró décadas y que enfrentó a las dos alianzas de ciudades
griegas. Los Ventrue fueron ayudados por los Lasombra y Brujah espartanos, mientras que los
Toreador y Brujah atenienses fueron debilitados por la división social, que impedía la toma de
decisiones efectivas, y las propias luchas internas que enfrentaron a ambos clanes, pues los Brujah
atenienses no deseaban el enfrentamiento con sus hermanos de Esparta.
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Artemisa y Evarchus temían atacar Esparta por su cuenta, sin el apoyo de las tropas
espartanas, pero la intervención decisiva del general espartano Lisandro, que en el año 407 a.C.
consiguió destruir la flota militar ateniense y puso cerco a Atenas, que terminó rindiéndose por
hambre. La Liga del Peloponeso resultó vencedora. En recompensa por su talento estratégico y
militar, Artemisa concedió el Abrazo a Lisandro poco después.
Artemisa y Evarchus entraron con los conquistadores espartanos en Atenas, deseando
someter a los arrogantes vampiros atenienses, pero la mayoría habían huido de la ciudad. Aunque
no hubo bajas apreciables entre los Vástagos, este conflicto sentaría un precedente de los
enfrentamientos entre los clanes Ventrue y Brujah en el futuro.
Sin embargo, breve fue la victoria de Esparta, pues pronto otras ciudades griegas se alzaron
para combatir su hegemonía. En unas pocas décadas los espartanos fueron derrotados por Tebas,
una ciudad que parecía significativamente libre de influencia vampírica. El templo de Artemisa fue
incendiado y ella huyó en la noche con Lisandro y el resto de su progenie. Evarchus permaneció en
Corinto pero unos años más tarde cayó en letargo, del que despertaría siglos después, una vez hubo
pasado la gloria de Grecia.
La hegemonía de Tebas en Grecia no duró mucho. En el siglo IV a.C. los macedonios
destruyeron la ciudad e impusieron su dominio sobre el resto de las ciudades griegas. Entre los
invasores había varios Vástagos de los clanes Ventrue y Brujah, y muchos de ellos acompañarían a
Alejandro Magno en su expedición a Oriente.
LOS VENTRUE LATINOS
Los Ventrue ya se habían instalado en la Península Itálica hacia el siglo VIII a.C.,
asentándose entre los etruscos, un pueblo que habitaba en las ciudades del centro de Italia,
cohabitando en paz y creando una próspera civilización. Según la leyenda 13 vampiros dirigidos por
la Ventrue Tinia controlaban a los etruscos, entre ellos algunos Toreador. Mientras Tinia entraba en
letargo, su chiquillo Collat encabezó una revolución en el 509 a.C. que derrocó a los reyes etruscos
que gobernaban Roma y proclamó la República. Tras el regreso de su sire, Collat llegó a un acuerdo
con ella y se convirtió en Príncipe de Roma.
Los relatos sobre Tinia desaparecen a partir del 480 a.C., después del Abrazo de su progenie
Julia Antasia, aunque existen algunas referencias a una hermosa mujer etrusca que encontró la
muerte en Asia Menor y que guarda cierto parecido con Tinia. Algunos eruditos sospechan que
Collat planeó la muerte de su sire, que fue destruida o diabolizada, convirtiéndose Collat en el líder
de los Ventrue latinos.
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El poder y la soberanía de Roma se extendieron convenientemente a lo largo de los siglos
siguientes, conquistando las demás ciudades etruscas y la mayor parte de Italia. Collat y los Ventrue
se beneficiaron enormemente de esta expansión, reclamando nuevos dominios en las ciudades
conquistadas. Collat también estableció el modelo de gobierno que los Ventrue seguirían en el
futuro, tanto en Roma como en el mundo entero. A diferencia de los Vástagos de la época no
gobernó abiertamente como un dios, pues era consciente que la naturaleza orgullosa y supersticiosa
de los romanos podía llevar a su destrucción. En lugar de coexistir abiertamente con los mortales,
los Ventrue romanos se mantuvieron apartados de la escena pública, ganándose los favores de
ciudadanos y gobernantes e influyendo en los acontecimientos desde bastidores, reclamando luego
el pago de su ayuda.
Cuando la guerra contra Pirro de Epiro llevó a Roma en conflicto directo con las ciudades
griegas del sur de Italia, los Ventrue latinos entraron en contacto con sus compañeros de clan
griegos, entre los que se encontraban Artemisa y Lisandro. Lisandro se había establecido en la
ciudad griega de Tarento, que se había convertido en el objetivo de Roma en su guerra contra Pirro,
y cuando todo el sur de Italia cayó ante el avance de los ejércitos romanos, Lisandro cayó en manos
del chiquillo más prometedor de Collar: Camila (o Camillus, según las fuentes).
Camila y Lisandro debatieron durante años, pues Camila conocía muy poco del mundo fuera
de Italia. Asimismo, los romanos aprendieron muchas cosas de la guerra contra Pirro. Lisandro
enseñó a Camila la historia del clan Ventrue y las formas de gobierno que los Ventrue habían
desarrollado en Grecia. Camila se mostró interesado y horrorizado a la vez al saber que Artemisa se
había hecho pasar por una diosa, pero su principal interés fue despertado por el poder marcial que
habían creado los espartanos. Bajo la tutela de Lisandro aprendió muchas cosas…
EL ASCENSO DE CAMILA
Tras varios años bajo el tutelaje de Lisandro, Camila regresó a Roma y se enfrentó a su sire
Collat con su nueva visión de gobierno. En el nuevo orden de Camila los Ventrue no se convertirían
en meros seguidores de los romanos, sino que guiarían su expansión, incluso dirigiendo
directamente el avance de las legiones. Lo que sucedió a continuación continúa siendo un misterio.
Por una parte Camila y Lisandro afirman que Collat no estaba de acuerdo con los planes de
su chiquillo, pero que abandonó voluntariamente su posición como Príncipe de Roma. Por otro
lado, los estudiosos Ventrue creen que Camila y Lisandro destruyeron a Collat y ocultaron su
crimen. Algunos creen que Camila se enfrentó a su sire acusándolo de la destrucción de Tinia. En
cualquier caso, Collat desaparece de la historia de los Ventrue en este punto y Camila se convirtió
en el Príncipe de Roma en algún momento a mediados del siglo III a.C.
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El ascenso de Camila contó con la oposición de otros Vástagos, como la historiadora Ea
Adapa, que consideraba que los Ventrue no debían abandonar su papel como eruditos, guardando y
preservando el conocimiento. Sin embargo, la posición de sus seguidores dentro del clan era cada
vez más minoritaria y Camila y sus partidarios asumieron la iniciativa, configurando el clan hacia
su posición de líderes de la Estirpe.
La política de Camila asumió aspectos del gobierno de Collat y de Artemisa. No se declaró
un dios, pero tampoco actuó entre bastidores, apoyando directamente a algunas familias patricias,
utilizándolas como intermediarios para encaminar la política mortal en la dirección que él deseaba,
cultivando diversos contactos y actuando como intermediario entre las distintas facciones. También
promovió la difusión del culto del dios Júpiter, a través del cual obtenía su alimento. Bajo su
mandato fomentó la mejora de las comunicaciones y procuró centralizar el gobierno de los
territorios conquistados. Con el tiempo acumuló enormes riquezas lo que le llevó a una progresiva
decadencia. Era alimentado y protegido por sus ghouls y actuaba exclusivamente a través de
intermediarios mortales. Lisandro continuó aportándole su consejo y a menudo viajó por el
Mediterráneo, actuando como agente de Roma en nombre de los Ventrue.
Camila se esforzó para evitar la entrada de otros clanes en Roma, asegurando la exclusividad
de los Ventrue, y a finales del siglo III a.C. había extendido su control por toda Italia (aunque otros
linajes eran tolerados fuera de la Ciudad Eterna). Realmente los principales oponentes de Camila
por el control de las instituciones republicanas de Roma no fueron los vampiros, sino varios cultos
místicos, entre ellos los hechiceros de la Orden de Mercurio. Sin embargo, sin duda Camila era el
más influyente de los Ventrue durante esta época.
LAS GUERRAS PÚNICAS
Cartago, antaño una simple factoría comercial de los fenicios en el Norte de África, se había
convertido en el centro de un importante imperio. Sus colonias se extendían por la costa
septentrional de África hasta la península ibérica, convirtiéndose en el principal competidor de
Roma en Occidente, aunque todavía no habían surgido hostilidades. De hecho, Roma y Cartago se
habían aliado brevemente contra Pirro y las ciudades griegas del sur de Italia.
Por lo que respecta a los Vástagos, Camila estaba completamente despreocupado por lo que
respecta a Cartago, y sus planes de conquista se limitaban a la península italiana y tal vez a alguna
expedición a Macedonia. Sin embargo, Lisandro no tenía la misma opinión y vio la amenaza
potencial que representaba Cartago y los Vástagos que habitaban la ciudad.
Lisandro había luchado contra los Brujah en Grecia y había heredado el odio que sentía
hacia ellos su sire Artemisa. En sus viajes escuchó las historias sobre Cartago, en las que se relataba
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cómo los Brujah caminaban abiertamente entre los mortales, gobernándolos como dioses,
recibiendo sacrificios y tributos de sangre. Lisandro viajó a Cartago para comprobar en persona la
veracidad de estas historias y se sorprendió al ver que la realidad iba mucho más allá que las
palabras. Los sacrificios humanos eran tradición aceptada entre los cartagineses desde hacía siglos y
su número se disparaba en momentos de crisis. Los Brujah y sus aliados Assamitas controlaban a la
población humana e incluso tenían planes para extender sus dominios a la península ibérica y más
allá. Italia no quedaba muy lejos.
Lisandro regresó junto a Camila y le contó todo lo que había visto, aunque sin duda,
espoleado por sus prejuicios contra los Brujah y por su percepción alterada debió exagerar su
historia. Sin embargo, motivado por la prudencia, Camila decidió no actuar, pues no consideraba
que Cartago fuese una amenaza, a pesar de la insistencia de Lisandro.
En el año 264 a.C. la isla de Sicilia estaba ocupada por numerosas colonias griegas,
independientes de Roma y Cartago, y varios clanes ocupaban las principales ciudades. La mayor de
ellas era Siracusa, donde Artemisa reposaba en letargo, y donde gobernaba el Príncipe Alcias, del
clan Malkavian. Sin embargo, cuando los líderes cartagineses declararon la guerra a Siracusa, el
príncipe Alcias fue amenazado por un enviado Brujah de Cartago, al que destruyó. Preocupado por
el inminente conflicto el príncipe recurrió al consejo de la recién despertada Artemisa y de una
antigua Toreador llamada Arikel. Esta alianza de antiguos convocó a Lisandro a Siracusa y juntos
planearon que Roma declarara la guerra a Cartago. Lisandro regresó a Roma e insistió nuevamente
a Camila para que apremiase a los romanos y declarase la guerra a Cartago, mientras el príncipe
Alcias preparaba la defensa de Siracusa.
Camila no aceptó inmediatamente, sino que movido por su habitual cautela decidió consultar
a un oráculo antes de tomar una decisión tan importante. La antigua vidente Tryphosa, del clan
Malkavian, habló así:
“¡Ay de ti, Camila, si te quedas entre tus muros y no golpeas el avispero que es Cartago!
¡Allí la boca del padre rezuma con la sangre de sus hijos, y las manos de los hijos están manchadas
con la carne de sus madres! ¡Sus dioses de Baal-Hammon, Tanit y Melkart exigen las vidas de los
hijos de Seth, entregados al fuego! ¡Que no quede piedra sobre piedra, pues de lo contrario
exprimirán tal cantidad de sangre que Roma misma perecerá ahogada!”
El resultado fueron las Guerras Púnicas, unas guerras donde no sólo se decidiría el destino
de Roma y Cartago, sino el de las relaciones entre los Brujah y los Ventrue durante los siglos
siguientes. Durante años ambos bandos lucharon y se ocasionaron terribles pérdidas, aunque en la
Primera Guerra Púnica los Vástagos únicamente tantearon las fuerzas de sus adversarios, confiando
en sus servidores mortales. Al final los romanos se alzaron con la victoria en el 241 a.C.,
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anexionándose las islas de Sicilia, Cerdeña y posteriormente Córcega (237 a.C.). Como muestra de
alianza y buena voluntad los Malkavian fueron aceptados en Roma, así como algunos Toreador.
Pero a pesar de la victoria romana la ciudad de Cartago permaneció intacta, y los cultos de
vampiros Brujah, Assamitas y otros clanes que reverenciaban a Baal mantuvieron su poder y
continuaron gobernando como si nada hubiera ocurrido. Alcias, Lisandro y Artemisa trataron de
presionar a Camila para continuar la guerra hasta la victoria total, pero el Príncipe de Roma
consideraba que no disponía del poder suficiente para invadir el Norte de África y decidió no actuar
hasta que los Brujah atacasen directamente Roma.
La Segunda Guerra Púnica estalló en el 219 a.C., comenzando en la lejana Iberia, donde los
Brujah cartagineses se enfrentaban a los Lasombra ibéricos. Sin embargo, cuando el general Aníbal
conquistó la ciudad de Sagunto, aliada con Roma, la guerra comenzó de nuevo, y en esta ocasión
los ejércitos cartagineses marcharon desde la península ibérica hacia Roma. El general Aníbal cruzó
los Alpes e invadió Italia, derrotando a los romanos en varios encuentros, destacando la batalla de
Cannas en el 216 a.C. Muchos vampiros italianos se atrincheraron temerosos en sus ciudades, y los
Malkavian de Sicilia no podían ofrecer su ayuda ante nuevos ataques cartagineses.
En respuesta Camila abrió primero Italia y después Roma a los vampiros que se unieron a
su bando. Primero acudieron los Lasombra, liderados por el antiguo Montano, y más tarde los
Capadocios y Vástagos de otros clanes se unieron a Camila y sus aliados.
Finalmente fueron los mortales quienes consiguieron cambiar el curso de la guerra. Las
legiones romanas atacaron la península ibérica, conquistando las colonias cartaginesas una por una,
y posteriormente avanzaron por el Norte de África, obligando a Aníbal a abandonar Italia para
acudir en ayuda de Cartago. En la llanura de Zama Aníbal fue derrotado el 202 a.C. por las legiones
romanas al mando del general Publio Cornelio Escipión.
Camila y sus aliados permanecieron en Italia durante el final del conflicto, recuperándose de
las pérdidas ocasionadas por los ejércitos cartagineses en la península italiana. Cartago se rindió y
aceptó las condiciones de Roma, cediendo la península ibérica y realizando numerosas concesiones.
Pese a la derrota y las pérdidas territoriales, Cartago continuó siendo una refugio para los Brujah y
sus aliados.
Pero para los Ventrue y sus aliados el desenlace de la Segunda Guerra Púnica no fue del
todo satisfactorio. Lisandro acudió de nuevo a Camila y le instó a que destruyera Cartago
definitivamente, por el bien de todos los Vástagos. Otros clanes, liderados por el Príncipe Alcias,
también apoyaron las palabras de Lisandro. Siguiendo el ejemplo del orador romano Catón el Viejo,
que también estaba obsesionado con la destrucción de Cartago e insistía en el tema en todos sus
discursos en el Senado de Roma con la frase Delenda Cartago est (Cartago debe ser destruida),
Lisandro repitió la frase en los oídos de Camila.
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Durante varios años Camila continuó reuniendo apoyos aliándose con los Toreador en el año
167 a.C. tras una demostración de fuerza en la conquista de Grecia y otra de buena voluntad,
permitiendo la entrada de los Artesanos en el nuevo orden de Roma. Sin embargo, no fue hasta el
146 a.C. que Camila consideró que disponía del suficiente poder como para destruir Cartago y a los
Vástagos que la habitaban.
Las flotas y legiones romanas pusieron sitio a Cartago y la rodearon, iniciando la Tercera
Guerra Púnica. Aunque el sitio no fue excesivamente costoso para los romanos, para los Ventrue y
sus aliados fue la batalla más grande y larga en la que habían tomado parte. Mientras las legiones
romanas arrasaban la ciudad, Ventrue, Malkavian, Lasombra y Vástagos de otros clanes ayudaron a
dirigir el asedio y lucharon contra los Brujah, Assamitas, Baali y sus aliados durante cinco noches.
Muchos Vástagos murieron en ambos bandos, junto a miles de mortales. Nunca antes desde la caída
de la Segunda Ciudad se había librado semejante batalla entre los Vástagos.
Los vampiros romanos y sus aliados se alzaron con la victoria, pero a un alto precio.
Artemisa había liderado la primera incursión y fue reducida a cenizas por un grupo de vampiros
Brujah. El príncipe Alcias fue gravemente herido y cayó en letargo, y su destino sigue siendo un
misterio. Lisandro terminó la batalla lleno de cicatrices pero consiguió destruir a uno de los líderes
Brujah. Camila permaneció en Roma, pero su chiquillo Tiberio Carnifex mató a un grupo de
guerreros Assamitas antes de sucumbir.
Y dicen los Ventrue que en la batalla final se alzó de las catacumbas de Cartago el Anciano
Troile, progenitor del clan Brujah, y participó personalmente en la lucha, a punto de ser devorado
por su Bestia interior. En compañía de su amante Moloch, líder de los Baali, plantó cara a sus
enemigos. Finalmente el poder de los hechiceros y vampiros que acompañaban a los ejércitos
romanos fue demasiado grande incluso para Troile y Moloch y ambos cayeron juntos y Abrazados
en uno de los pozos del templo de Baal-Hammon, y fueron engullidos por la oscuridad, fundiéndose
con el suelo.
Una vez terminada la batalla la ciudad fue incendiada durante 17 noches y Lisandro ordenó
que fuera arrasada hasta los cimientos y sus escombros removidos para asegurarse de que ningún
Vástago permanecía ileso. Los habitantes de Cartago fueron ejecutados a miles y los supervivientes
convertidos en esclavos. La tierra que ocupaba la ciudad fue cubierta con sal para que nada creciera
allí y los místicos romanos pusieron varias protecciones para evitar que ningún Vástago pudiera
alzarse de nuevo. La guerra había terminado.
EL SENADO ETERNO
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Tras la caída de Cartago la influencia de Roma y su poder crecieron a pasos agigantados.
Nuevos territorios fueron anexionados y la República Romana se encontró dominando la mayor
parte del mundo conocido. Por supuesto otros clanes habían participado en la caída de Cartago y
exigieron su parte del botín. Muchos vampiros ya ejercían su influencia en las provincias romanas
conquistadas y no iban a abandonar sus dominios sólo porque el gobierno mortal hubiese cambiado.
Algunos supervivientes de Cartago, como el antiguo Critias, trataron de enfrentarse a Roma
provocando revueltas internas o ayudando a los enemigos de Roma, pero sus esfuerzos serían
vanos.
Los Ventrue trataron de conciliar a las distintas voces y poner fin a las disputas entre linajes.
Se elaboraron nuevas leyes para asegurar una coexistencia pacífica y Camila aseguró el esplendor
de Roma declarando la Pax Romana et Vampirica, con la representación de los clanes Ventrue,
Malkavian y Lasombra. La Pax Romana et Vampirica prohibió la Yihad dentro de las fronteras de
Roma (más adelante se extendería a otras provincias). Los antiguos de mayor edad crearon el
Senado Eterno, entidad encargada de legislar y gobernar. En cierta manera el Senado fue el
predecesor de las asambleas de primogénitos. Al mismo tiempo se creó un Senado Ventrue, a
imitación del Senado Eterno, que gobernaba la estructura interna del clan, sin distinción de
generación ni edad, al menos en teoría.
Por lo que respecta al Senado Eterno sus precedentes se remontaban a la asamblea de la
antigua Tinia, pero fue modificado para admitir a otros clanes. Camila asumió el liderazgo del
Senado Eterno, y con representantes de los clanes Lasombra y Malkavian constituyó un Triunvirato
de clanes. Estos clanes se convertirían en los gobernantes de Roma y sus instituciones.
Paralelamente se creó un sistema de “familias” bajo la protección de cada uno de los clanes del
Triunvirato para admitir a otros linajes como los Toreador y los Capadocios.
A partir de este momento, la mayoría de los Ventrue, que eran vistos como guardianes del
conocimiento, historiadores de Caín y de sus leyes se convirtieron en los líderes del mayor imperio
de la época, convirtiéndose en el Clan de los Reyes. Los discursos entusiastas de Camila y su
política disolvieron cualquier rastro de oposición en el seno del clan. Sólo un puñado de Ventrue,
como la antigua Ea Adapa, se mantuvieron firmes en sus antiguos ideales.
Algunos eruditos consideran que el Antediluviano Ventrue encaminó a sus descendientes en
este cambio de actitud, y es muy posible que así fuera. La obsesiva destrucción de Cartago tal vez
incluyera algún propósito oculto. Ciertos textos apócrifos afirman que Ventrue se sentía atraído por
su hermana Brujah, y es probable que su muerte a manos de su chiquillo Troile hiciese brotar en él
sentimientos de venganza hacia el asesino de su hermana y sus descendientes. Fuentes fragmentadas
afirman que los Ventrue de la Segunda Ciudad protegieron y ocultaron a los descendientes de
Brujah de los ataques de Troile.
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El Senado Eterno demostró ser una herramienta de estabilidad en las décadas que siguieron
a la destrucción de Cartago, admitiendo a nuevos Vástagos de las provincias conquistadas en su
estructura, entre ellos un antiguo Matusalén galo que ante el avance de las conquistas romanas
adoptó el nombre de Antonius y se introdujo en la política romana. No obstante, no todos los
Ventrue aceptaron la imposición de la ley romana y algunos lucharon y se unieron a otros clanes
para tratar de detener el avance de Roma.
La antigua Matusalén Tiamat también había acudido a Roma hacia el 220 a.C.
aparentemente en ayuda de sus hermanos Ventrue, pero en realidad con el deseo oculto de que la
guerra entre Roma y Cartago provocara la destrucción de ambas civilizaciones. Tiamat quedó muy
frustrada cuando tras las Guerras Púnicas los romanos salieron fortalecidos del conflicto. Sin
embargo, aunque la República se había vuelto muy poderosa, se desmoronaba lentamente en su
interior y ni el Senado Romano ni el Senado Eterno eran capaces de administrar el creciente
imperio. Tiamat aguardó su oportunidad para provocar una nueva crisis que provocase una oleada
de destrucción.
A medida que se extendían las fronteras de la República Romana el poder y el orgullo de
Camila crecieron y el Príncipe de Roma decidió que todos los miembros del clan debían de rendirle
tributo. El orgullo de Camila le atrajo la oposición de los Ventrue y otros clanes, y pronto el Senado
Eterno quedó dividido en numerosas facciones que debilitaron la estructura de gobierno,
impidiendo la toma de decisiones. Algunos Ventrue incluso estaban más dispuestos a realizar pactos
y alianzas con otros linajes que con sus hermanos de clan.
Tratando de mantener la estabilidad y retener su poder, Camila decidió reformar el Senado,
siguiendo el ejemplo de los mortales. Hacia el año 59 a.C. Julio César, Pompeyo y Craso habían
formado un Triunvirato, derrocando la constitución romana y el poder del Senado. Craso murió
poco después, en una expedición a Oriente, apoyada por los Ventrue para someter varios enclaves
Assamitas. Al poco tiempo Julio César y Pompeyo el Grande lucharon entre ellos hasta que sólo
quedó César en el poder.
Sin embargo el éxito de Julio César levantó temores entre los republicanos romanos de que
se convirtiera en un dictador vitalicio, y en el año 44 a.C. fue asesinado mientras acudía al Senado
romano. El asesinato había sido propiciado por varios Vástagos, entre ellos Tiamat, empujando a
Roma a una nueva guerra civil que duró décadas. Finalmente, tras la derrota a Marco Antonio y
Cleopatra en la batalla de Actium (30 a.C.), Octavio salió vencedor y se proclamó Augusto
Emperador de Roma.
EL IMPERIO ROMANO
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A Camila le agradó el nuevo modelo de gobierno, y durante el caos de las guerras civiles
utilizó su autoridad para tratar de minar la influencia de sus compañeros de clan. Sin embargo, los
demás clanes se opusieron a las intenciones de Camila y consiguieron derribar a los Ventrue de
varias ciudades importantes. Camila persistió en sus esfuerzos de unificación, pero el Senado
Ventrue se encontraba demasiado dividido y fraccionado como para actuar conjuntamente. La
asamblea del clan no se había reunido en más de treinta años y los acontecimientos subsiguientes
debilitaron su poder todavía más. Con la ayuda de Lisandro y su progenie Vinculada por Sangre
Camila trató de restablecer la unidad de los Ventrue, pero a pesar de sus esfuerzos el Príncipe de
Roma no consiguió igualar la labor del emperador Octavio Augusto, fracasando en sus intenciones
de convertirse en el único líder del clan. Sin embargo, consiguió estabilizar el Senado Ventrue,
asegurándose la supremacía de sus hermanos de Roma, aunque otros Ventrue poderosos como
Tiamat y Lisandro retuvieron cierta autonomía.
Finalmente el Senado Ventrue permaneció fuera del dominio exclusivo de Camila y
continuó sirviendo como asamblea para resolver las disputas del clan, una red de aliados contra
enemigos comunes y una base de contactos para conseguir los objetivos de los Ventrue. No
obstante, las luchas entre facciones debilitarían nuevamente el Senado. Pero no todos los Vástagos
del clan se dedicaban activamente a la política, y entre ellos también se contaban cronistas,
historiadores, jueces, notarios y altos dignatarios.
Aprovechando los conflictos entre Camila y el Senado Ventrue, Tiamat actuó nuevamente,
infiltrándose en el séquito del emperador Octavio Augusto para corromper a la familia imperial y
muy especialmente a los sucesores del emperador. Lentamente, a través de las manipulaciones de
la Anciana y de la propia corrupción de los mortales, la dinastía de los Julio-Claudios fue
degenerando, hasta que durante el reinado de Calígula la caída del Imperio parecía inminente. Los
excesos de Calígula se hicieron tristemente célebres, y su cordura muy cuestionable. Tan pronto
sucedió a Tiberio, Tiamat se retiró a las sombras para contemplar la destrucción resultante, evitando
la venganza de otros Vástagos. No volvería a saberse de ella hasta que a finales del siglo V viajó a
la lejana Caledonia y entró en letargo.
Pero el Imperio Romano sobrevivió,
y aunque Tiamat aguardaba el estallido de un
desastroso final, no llegó a materializarse. Claudio sucedió a Calígula después de que fuera
asesinado por la Guardia Pretoriana, y a su vez Claudio fue sucedido por Nerón. Nerón fue el
último emperador de la dinastía de los Julio-Claudios y fue influenciado por tantas facciones que
finalmente se volvió completamente loco. La lucha entre los diversos Vástagos causó un incendio
en el año 64 del que fue responsabilizado el emperador. Camila desapareció durante el incendio, y
se le creyó asesinado, pero el Imperio no se desmoronó.
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Tras el incendio, Camila comprendió que se encontraba demasiado expuesto ante las
rivalidades internas y sus enemigos, por lo que realizó reformas en el Senado Eterno para una nueva
forma de gobierno. Los Vástagos gobernantes se refugiaron en las sombras y el anonimato, para
evitar ser reconocidos y perseguidos por otros vampiros, y sus decisiones se tomaban en secreto.
Los Vástagos del Imperio comenzaron a referirse a sus líderes como los Incogniti pero este término
no se extendería a gran escala hasta el siglo III d.C.
Tras la caída de los Julio-Claudios y la estabilización del Imperio Romano a finales del siglo
I los Ventrue prosperaron como clan, extendiendo su influencia por las provincias. Los más
ambiciosos, deseando reclamar nuevos dominios, se establecieron en Hispania, la Galia y Britania.
Entre estos Ventrue se encontraba el Matusalén Mithras, que había viajado hacia el oeste desde la
lejana Persia. Muy pronto el culto de Mithras se extendió entre los soldados romanos. Mithras viajó
por Hispania y Germania y finalmente llegó a la provincia de Britania en el 71 d.C., reclamando
como su dominio el enclave de Londinium. Sin embargo su poder fue desafiado por los seguidores
del cristianismo, que adoptaron varios preceptos de su fe (como la celebración del 25 de Diciembre,
o la madre virginal del dios). A pesar de los esfuerzos del Matusalén por detener el avance del
cristianismo persiguiendo a sus seguidores, sus esfuerzos resultaron vanos, y el cristianismo se
convirtió en religión oficial del Imperio Romano en el año 313.
En Oriente, donde la población era mayor, los Ventrue convivieron con otros clanes en
Egipto, Siria y Asia Menor. Destaca en especial la figura del Antonius el Galo, que en el año 130
d.C. Abrazó al joven Antínoo, amante del emperador Adriano, y lo convirtió en el líder de los
Ventrue egipcios.
Sin embargo, a pesar de la prosperidad del siglo II y el buen gobierno de emperadores como
Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio, el Imperio Romano se deslizó nuevamente hacia
una crisis. Varios antiguos huyeron hacia las provincias y el poder de Roma comenzó a declinar. A
finales del siglo III Camila cayó en letargo. Antiguos Matusalenes como Antonius el Galo dejaron
Roma a principios del siglo IV, privando a la ciudad de su apoyo ante el empuje de los bárbaros.
Aunque oficialmente el Imperio Romano de Occidente cayó en el año 476 en verdad la estructura
política hacía ya tiempo que había evolucionado en algo completamente diferente. Las provincias se
convirtieron en las bases de pequeños reinos y naciones, gobernados por los invasores germanos.
Los Ventrue siguieron a los nuevos gobernantes, transformando a los generales y caudillos en reyes
y príncipes.
Muchos Ventrue encontraron la Muerte Definitiva durante las invasiones germánicas,
aunque algunos trataron de adaptarse a los nuevos tiempos Abrazando chiquillos germanos, que en
ocasiones se volvieron contra ellos, convirtiéndose en proscritos para el clan, como el juto Hrothulf
o el visigodo Sigfrido. Otros se introdujeron en la estructura eclesiástica del cristianismo, que
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conservó gran parte del conocimiento y la cultura de Roma. Una minoría de antiguos de diversos
clanes, perteneciente al Senado Eterno, se retiraron de la vida política y prefirieron permanecer
vigilantes observando desde las sombras, formando las bases de la secta que sería conocida como
Incogniti, y posteriormente Inconnu.
LA EDAD MEDIA
LA ALTA EDAD MEDIA
Cuando los francos invadieron la Galia en el siglo VI, muchos Ventrue galos se infiltraron
entre la aristocracia germánica y trataron de restaurar un gobierno más estable y civilizado. Aunque
los Ventrue no dispusieron de excesiva influencia durante el reinado de los monarcas merovingios,
la situación cambió con el acceso al poder de los Carolingios, y en especial, durante el reinado de
Carlomagno.
En el año 719 un grupo de Ventrue francos, liderados por el Matusalén Alexander, llegaron
a un acuerdo con los Toreador para renovar el antiguo Imperio Romano, sentando las bases de lo
que se convertiría en la Gran Corte de París. En el año 800 Carlomagno fue nombrado emperador
de un extenso territorio desde los Pirineos hasta Sajonia, el mayor reino occidental desde la caída de
Roma. Por todo este imperio los Ventrue asumieron posiciones de poder. El apoyo eclesiástico fue
clave en la restauración imperial y Ventrue francos e italianos formaron una alianza, dejando al lado
sus diferencias para promover los intereses del nuevo imperio.
Sin embargo, el éxito de los Ventrue francos fue de escasa duración, y la alianza con los
Toreador sufrió duros altibajos. Algunos Ventrue vieron en esta nueva crisis la mano de los Amos
Secretos. Ciertamente otros clanes se sentía amenazados por el poder de Carlomagno y deseaban
desestabilizar el Imperio. Alexander, el Príncipe de París, perdió el control de la familia real a la
muerte de Carlomagno y el conflicto estalló dentro de la Gran Corte, compitiendo las distintas
facciones por el poder. Pero la caída del Imperio de Carlomagno fue mucho más rápida que la de
Roma. Los hijos del emperador se disputaron sus posesiones territoriales, fragmentando el Imperio
en varios reinos.
El poder eclesiástico de los Ventrue también se vio amenazado por otras muchas facciones.
Los Lasombra, los Toreador, algunos hechiceros e incluso simples mortales competían
incansablemente por el control de la administración eclesiástica. Algunos Ventrue percibieron que
estas facciones estaban presentes en la Iglesia desde sus inicios, y que el clan había sobreestimado
su poder sobre la estructura eclesiástica, por lo que varios Ventrue abandonaron su influencia en la
Iglesia buscando otros dominios.
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Esta situación de crisis empeoró con una segunda oleada de invasiones bárbaras, tan
devastadoras como las que habían fragmentado el Imperio Romano. Los barcos de guerra vikingos
asolaron las costas y quemaron los monasterios desde finales del siglo VIII. Los magiares
irrumpieron en Europa Central, tomando el norte de Italia y saqueando las ciudades de la zona. Los
sarracenos se apoderaron del Mediterráneo, conquistando la península ibérica en el siglo VIII.
Los Ventrue asistieron a la destrucción de sus esfuerzos por restaurar el antiguo orden del
Imperio Romano, pero reaccionaron con rapidez. Utilizaron métodos directos contra los vikingos,
introduciendo a sus agentes entre la aristocracia nórdica, desviando ataques mediante el soborno y
aumentando las fortificaciones y la resistencia armada en Occidente. Mediante sus servidores los
Ventrue fomentaron la expansión del feudalismo hacia Dinamarca y los países nórdicos, creando las
primeras monarquías unificadas, que quebraron el poder de los jarls nórdicos. En una apresurada
reunión en el año 898 los Ventrue trazaron los primeros pasos de un plan para asimilar a los pueblos
nórdicos, ofreciendo a los vikingos y a los Vástagos nórdicos la oportunidad de tomar posiciones de
poder siempre que defendieran el orden establecido. Por lo que respecta a los magiares, los Ventrue
Abrazaron a varios de sus principales líderes y los derrotaron a mediados del siglo X, llevando a
que se asentaran en la llanura húngara y se convirtieran al cristianismo. El avance sarraceno fue
detenido en la batalla de Poitiers en el siglo VIII y pronto las luchas internas de los musulmanes se
encargaron de debilitar su dominio en Europa.
Como resultado de estas invasiones los Ventrue se involucraron todavía más en la nobleza,
fortaleciéndola y concentrando el poder en manos de una élite militar.
FRANCIA: LA GRAN CORTE DE PARÍS
Francia fue el primero de los grandes dominios de los Ventrue en surgir tras la caída del
Imperio Romano, estrechando sus lazos con las familias nobles, aunque a menudo se vieron
obligados a compartir su poder con los Toreador. La alianza de ambos clanes, pactada a principios
del siglo VIII, sufrió una serie de altibajos y fue meramente testimonial entre los siglos IX y X. En
las guerras dinásticas que devastaron Francia tras la muerte de Carlomagno, Ventrue y Toreador
lucharon ferozmente entre sí, y la paz sólo se mantuvo de forma más o menos ininterrumpida en la
Gran Corte de París, donde ambos clanes se reunían para negociar y conspirar. Los príncipes
Ventrue de las provincias enviaban a sus representantes a la Gran Corte.
Los Ventrue Abrazaron sobre todo entre la nobleza francesa, prestando una gran importancia
al linaje, y convirtiéndose en “protectores” de algunas familias mortales. Entre estas familias
destacan los siguientes linajes, que han sobrevivido hasta la actualidad: los De Sens (París), los De
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Morsac (Occitania), los De Gueldre (Calais), los D´Harcourt (Normandía) y los De Vandreuil
(Lyon).
El líder de la Gran Corte de París fue el Matusalén Ventrue Alexander, en cooperación con
varios antiguos Toreador. Durante el reinado de Carlomagno Alexander gobernó como un príncipe
absoluto, pero las conspiraciones de los Toreador durante el caos de la desintegración carolingia
frustraron sus esfuerzos. La división continuó hasta el siglo XI, cuando una antigua Ventrue
llamada Saviarre se ganó la confianza de Alexander, y bajo su consejo la Gran Corte fue
revigorizada. La Gran Corte, aunque fuertemente unida a la monarquía francesa y a los dominios
reales, también extendió su influencia por otros territorios independientes. Otros Ventrue, no
obstante, desafiaron sin cesar la autoridad de Alexander, esforzándose por mantener las divisiones
feudales. El liderazgo de Alexander se volvió cada vez más errático, como resultado de las intrigas
en la Gran Corte, y la frustración por haber matado a su amada Lorraine, una vampira del clan
Toreador, en un arranque de celos, al que siguieron varios períodos de locura. El equilibrio entre
Ventrue y Toreador se desestabilizó, y el dominio de Alexander fue cuestionado. La estabilidad de
la Gran Corte se vio nuevamente amenazada a partir del siglo XI por las conspiraciones de Mithras
y los Ventrue normandos.
Entre los Ventrue independientes de la Gran Corte destacaron los Ventrue del Ducado de
Normandía, fuertemente influido por la familia D´Harcourt. El ducado había sido establecido por
los descendientes de los invasores vikingos, que les fue cedido por el rey Carlos el Simple en el año
911. Los Ventrue que participaron en la conquista estaban unidos tras un triunvirato de poderosos
líderes: Geoffrey de Calais, Liseult de Taine y Roald Ojos de Serpiente. Roald Ojos de Serpiente
era un aventurero vikingo y fue el consejero del primer duque normando, Rollón (Rolf). Roald
animó a otros miembros de su clan como Geoffrey y Liseult a establecerse en su dominio. Cuando
el duque normando Guillermo el Conquistador se convirtió en rey de Inglaterra tras la batalla de
Hastings en 1066, el Triunvirato viajó al nuevo territorio conquistado, pero caerían sucesivamente
ante los manejos de Mithras. Renaud, un descendiente de Alexander, se convirtió en el nuevo poder
en Normandía, pero pronto se hizo evidente que sus intereses no se encontraban con la Gran Corte
de París. Varios Ventrue se infiltraron en la aristocracia normanda y se aseguraron de unificar a los
Vástagos bajo su mando. A medida que su poder fue creciendo los Ventrue normandos se atrajeron
los recelos de la Gran Corte de París, que vieron en ellos un elemento de disensión y una
avanzadilla de la Corte de Mithras de Inglaterra.
Hacia finales del siglo XII la mayoría de los Ventrue normandos apoyaban el liderazgo de
Mithras, sobre todo porque carecían de fuerza para oponerse a él. Los Ventrue de la Gran Corte de
París los apodaron les Traiheurs (Traidores).
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A principios del siglo XIII el declive de la Gran Corte era evidente y en 1222 Geoffrey de
París, uno de los chiquillos de Alexander, se alzó contra su sire y lo derrocó del poder, muy
debilitado tras los disturbios producidos por partidarios de la Herejía Cainita. Bajo el mando de
Geoffrey la Gran Corte guió a los reyes franceses a una rápida victoria sobre los Ventrue
normandos, adquiriendo numerosos territorios en el norte de Francia. Sin embargo, Geoffrey tuvo
que asegurar su posición y se encontró con dificultades para cumplir con todos los pactos que había
realizado para derrocar a Alexander.
Por lo que respecta a Alexander, huyó de Francia y se refugió en Magdeburgo, en el Sacro
Imperio Romano. Su aliada y consejera, Saviarre, desapareció. Otros de los aliados de Alexander
habían acompañado a los cruzados que combatían la herejía albigense en el sur de Francia y no
pudieron ayudarle.
Aunque en principio Mithras no pareció irritado por la pérdida de territorios en Francia, las
continuas conspiraciones de los Ventrue y Toreador franceses por eliminar a sus partidarios en los
dominios continentales le obligaron a actuar., primero a través de la diplomacia, y luego mediante el
conflicto abierto.
INGLATERRA: EL DOMINIO DE MITHRAS
Mithras había llegado a las islas británicas en el año 71, acompañando a las legiones
romanas enviadas para pacificar la región. Con el paso de los años la influencia del Matusalén
Ventrue creció enormemente y su culto se convirtió en una de las principales religiones de la
Britania romana, con numerosos templos llamados mitraei esparcidos por toda la provincia. El culto
atrajo a numerosos seguidores Cainitas, pero incluso los que no seguían la religión mitraísta
buscaban el consejo del Matusalén. Mithras se convirtió en el Vástago más poderoso de Britania,
estableciendo una larga hegemonía, a menudo muy desafiada por otros vampiros.
La creciente expansión del cristianismo llevó a Mithras a ordenar la persecución esporádica
de los cristianos y durante un tiempo tuvo la esperanza de que Constantino el Grande, que había
sido proclamado emperador en York en el año 306 aplastara la nueva religión, pero sus deseos se
vieron frustrados cuando Constantino convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio
Romano, según algunas teorías, influenciado por los Lasombra.
El colapso del gobierno romano en Britania en el año 409 destruyó la autoridad Ventrue, y
muchos antiguos romanos fueron destruidos. Mithras sobrevivió a varios atentados contra su
persona, y ante la caída de sus partidarios y el debilitamiento de su autoridad decidió aguardar
tiempos mejores y entró en letargo en el mithraeum de Vercovicium. En los siglos siguientes
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despertaría durante breves períodos, en los que Abrazó progenie y solucionó sus asuntos antes de
continuar durmiendo.
En el año 1066 el duque Guillermo de Normandía se convirtió en el rey de Inglaterra, tras
derrotar en la batalla de Hastings al pretendiente Harold de Wessex. Junto a los invasores
normandos viajaba el Triunvirato Ventrue formado por Roald Ojos de Serpiente, Geoffrey de Calais
y Liseult de Taine, que instalaron sus dominios en la isla. Su plan tuvo éxito y el Triunvirato
consolidó su influencia asegurándose el control de la estructura nobiliar y administrativa. Los
Ventrue normandos instalaron su centro de poder en Londres e inmediatamente ordenaron la
construcción de fortificaciones. La Condesa Liseult de Taine envió varios ejércitos para pacificar el
resto de Inglaterra, masacrando a los pobladores que se resistían al dominio normando. El reino
estaba pacificado hacia 1070 pero las carnicerías tuvieron un efecto imprevisto. Al norte, cerca de la
frontera con Escocia, Mithras despertó de su letargo, considerando que su momento había llegado.
Después de reunir a varios de sus partidarios en las tierras fronterizas, Mithras regresó a
Londres, pero el Triunvirato no toleró su presencia y ordenaron que el templo de Mithras en la
ciudad fuese quemado. El Matusalén tuvo que huir, decidiendo actuar de forma más sutil. Ya que
los Ventrue normandos no aceptaban su autoridad tendría que destruirlos.
A través de la manipulación de Mithras el Triunvirato cayó en la disensión y el conflicto,
acusándose mutuamente de conspirar con el Matusalén. La desconfianza llevó a una guerra civil,
que se tradujo en la sociedad mortal en el enfrentamiento entre los hijos de Guillermo el
Conquistador, y que se extendió por toda Inglaterra y Normandía. A la muerte de Enrique I en un
naufragio Inglaterra cayó en el caos.
Mithras y otros Vástagos explotaron este conflicto para aumentar su poder. Mientras los
nobles ingleses luchaban entre sí, Mithras se alió con otros antiguos vampiros, al mismo tiempo que
utilizaba la guerra civil para eliminar a sus rivales. Geoffrey de Calais cayó en una de las primeras
batallas, y el asesinato de la Condesa Liseult de Taine fue atribuido a un ataque de los hombres
lobo. Cuando Enrique II Plantagenet accedió al trono en el año 1153 Mithras consiguió que Roald
Ojos de Serpiente, el último de sus rivales, fuera destruido. El Matusalén entró triunfante en
Londres en 1154 y otros antiguos vampiros reconocieron su poder y su dominio como Príncipe de
Londres, así como sobre otros feudos ingleses.
Las tierras bajo la influencia de Mithras fueron conocidas como la Corte de Avalón, aunque
el control del Príncipe de Londres estaba muy lejos de ser todopoderoso. En los dominios franceses
bajo el vasallaje del rey de Inglaterra, no todos los Vástagos aceptaban su autoridad, y varios
Ventrue y Toreador franceses se aliaron con la Gran Corte de París. Mithras trató de alcanzar un
acuerdo y se despreocupó de los dominios franceses salvo Normandía. Por otra parte, en Inglaterra,
varios príncipes ingleses desconfiaban de las intenciones de Mithras y algunos vampiros, como los
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Furores dirigidos por Robin Leeland, del clan Brujah, se convirtieron en una molestia para los
Ventrue. De la misma forma los Toreador de Edimburgo y los Tremere de Durham se convirtieron
en sus principales enemigos por el control de las Islas Británicas.
El primer gran desafío a la autoridad de Mithras llegó en 1208, cuando el reino de Inglaterra
fue excomulgado, debido a las disputas entre el rey Juan sin Tierra y el arzobispo de Canterbury.
Juan terminó por ceder sometiendo su reino al vasallaje del Papa. En el plano vampírico, los
estallidos de violencia, apoyados principalmente por los Toreador, llevaron a Mithras a firmar el
Tratado de la Rosa, por la que concedía cierta autonomía a los feudos ingleses. Sin embargo,
Mithras utilizó esta aparente concesión para evitar que sus enemigos presentaran un frente unido y
expertamente utilizó sus rivalidades para enfrentarlos entre sí.
Melusine de Anjou, Príncipe Toreador de Winchester, se convirtió en la principal oponente
de Mithras durante el siglo XIII, aliándose con los Tremere. En 1249 los feudos de York, Carlisle y
Winchester protestaron conjuntamente ante lo que denunciaron como la abusiva autoridad de
Mithras y los Ventrue. El Príncipe de Londres decidió acallar las protestas ampliando su Consejo
Privado, invitando a los representantes de los feudos ingleses, así como al Príncipe de Burdeos,
ciudad francesa bajo el dominio de la Corona de Inglaterra., formando así un Gran Concilio
constituido por todos los príncipes ingleses. Este acuerdo permanecería vigente hasta mediados del
siglo XVII.
EL SACRO IMPERIO ROMANO: LOS FEUDOS DE LA CRUZ NEGRA
A pesar de su breve duración, el Imperio de Carlomagno tuvo un papel primordial
extendiendo la influencia de los Ventrue en Europa Central. El Clan de los Reyes estableció su
presencia en muchos de los pequeños y fragmentarios estados que constituían el Sacro Romano
Imperio. La presencia de los Ventrue fue desafiada por otros clanes, especialmente por los
Lasombra, que también veían oportunidades en el dividido Imperio.
Los Ventrue intentaron establecer un control centralizado sobre el Imperio bajo el reinado
del emperador Federico I Barbarroja, que reinó entre 1155 y 1190. El emperador forjó alianzas con
varios nobles independientes del Imperio, y bajo la presión de los Ventrue, muchos reconocieron la
autoridad del emperador. Sin embargo, las reformas imperiales, entre las que se encontraba la
asimilación de tierras eclesiásticas al Imperio, llevaron a un conflicto con el Papa de Roma y a una
guerra con las ciudades del norte de Italia. Los Ventrue y los Vástagos que apoyaban al emperador
no consiguieron derrotar a la alianza de Brujah, Lasombra y Toreador infiltrados en la Iglesia
romana. A la muerte del emperador en 1190 durante la Tercera Cruzada los nobles y príncipes
alemanes habían recuperado su antigua independencia. Algunos rumores consideran que el
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emperador Federico Barbarroja fue Abrazado por Julia Antasia, del clan Ventrue, y en efecto, un
Vástago que afirmaba ser el antiguo emperador terminaría por convertirse en Príncipe de Frankfurt
en 1600, aunque su afirmación nunca ha sido demostrada.
A pesar de fracasar en la unificación del Imperio los Ventrue retuvieron el poder sobre el
territorio, pero su presencia no era tan omnipresente como les gustaría creer y el clan se encontraba
dividido en dos grandes facciones.
Por una parte se encontraban los Patriarcas, un grupo informal de Ventrue dirigidos por el
antiguo Hardestadt, que se enorgullecían del glorioso pasado de su clan y defendían una posición
muy conservadora, tomando muchas tradiciones y costumbres de la antigua aristocracia carolingia.
Fueron los Patriarcas quienes crearon el mito de Ventrue como nieto favorito de Caín, y líder
natural de todos los clanes. Hardestadt viajó a menudo por el Sacro Imperio Romano, celebrando
cortes en distintas ciudades a intervalos regulares, a imitación de Carlomagno, aunque siempre
regresaba a sus posesiones en Baviera. Hacia principios del siglo XIII la base de poder de los
Patriarcas se encontraba en Magdeburgo, donde gobernaba Herr Jürgen von Verden, chiquillo de
Hardestadt y líder de los Caballeros de la Cruz Negra, una orden secreta de vampiros infiltrados
entre la Orden Teutónica. Desde Magdeburgo Jürgen y los Patriarcas supervisaron la expansión
germánica hacia el Este.
Desde la fundación de la Orden Teutónica a finales del siglo XII, Jürgen von Verden trató de
establecer su influencia en ella, aunque nunca llegó a tener un control completo. Con el fin de
establecer su presencia creó la Orden de la Cruz Negra, haciendo creer a los Caballeros Teutónicos
de que se trataba del núcleo secreto de su Orden, y los que eran iniciados bajo las tradiciones de la
Cruz Negra terminaban convertidos en ghouls o vampiros después de un tiempo.
La oposición a los Patriarcas se encontraba situada en Frankfurt, donde la Matusalén Julia
Antasia del clan Ventrue había conseguido revivir en cierta manera las antiguas tradiciones del
Senado Eterno. Sus objetivos incluían la cooperación y protección mutua de los Vástagos. Los
Ventrue Antasianos consideraban las obras de Roma como los mayores logros de la civilización
humana.
Ambas facciones procuraban mostrar una fachada de unidad ante el resto de los Vástagos,
enfrentándose en una guerra fría de golpes encubiertos luchando por el predominio en el Sacro
Imperio Romano, procurando no provocar un desequilibrio en el poder y evitando que otras
facciones pudieran infiltrarse en sus dominios.
En el siglo XII, a raíz de la progresiva colonización de Europa Oriental por parte de los
nobles germánicos, surgió una alianza de príncipes Ventrue en la frontera oriental del Sacro Imperio
Romano y en los estados de Bohemia, Hungría y Polonia. Esta alianza fue conocida como los
Señores del Este y surgió como medio de protección ante las incursiones de otros Vástagos,
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principalmente Tzimisce, y el salvajismo del conflicto. Aunque en principio los Tzimisce disponían
de mayor ventaja por su conocimiento del territorio, los Señores del Este aprendieron a
contrarrestarla mediante la fuerza militar, la expansión de las fronteras y la colonización cristiana.
El largo conflicto les llevó a aliarse con los vampiros del clan Tremere, enemigos tradicionales de
los Tzimisce, aunque hubo algunas disensiones. Con el tiempo los Señores Orientales se integrarían
cada vez más en los estados de Europa Oriental, tratando de expulsar a sus compañeros de clan con
lazos germánicos u occidentales.
A instancias de los Patriarcas, y en especial de Jürgen y Hardestadt, los Caballeros
Teutónicos continuaron la expansión germánica hacia el Este de Europa. Aunque las primeras casas
de la Orden Teutónica fueron creadas en Tierra Santa, muy pronto se extendieron a Europa
Oriental, donde los monarcas de Hungría y Polonia pidieron ayuda a los Caballeros para “convertir”
a las poblaciones paganas y los libraran de su amenaza. Los Caballeros Teutónicos invadieron
Prusia y establecieron allí un estado bajo su control tras la decisiva batalla de Sigurna en 1234. La
invasión cristiana puso a los Ventrue en conflicto directo con los Vástagos que habitaban entre las
poblaciones paganas: Gangrel, Nosferatu y Tzimisce, principalmente.
Varios Patriarcas viajaron a los territorios conquistados, buscando establecer sus propios
dominios. El Matusalén Erik Eigerman se instaló en la ciudad de Berlín, donde cayó en letargo tras
ser atacado por un cazador de brujas en 1244. Poco después llegaría Ilse Reinegger, que gobernaría
durante un tiempo antes de ser diabolizada por su chiquillo Gustav Breidenstein.
El auge del estado de la Orden Teutónica, llevó a Hardestadt a desconfiar de las intenciones
de su chiquillo Jürgen, y ante el temor de que utilizara la fuerza de los Caballeros de la Cruz Negra
para usurpar su poder planeó su muerte. Jürgen fue destruido en 1261, y muchos de sus seguidores
se resintieron de la autoridad de Hardestadt y los Patriarcas, pasando a engrosar las filas de los
anarquistas.
ITALIA: FABRIZIO ULFILA Y LA INQUISICIÓN
Algunos de los Ventrue del Imperio Romano sobrevivieron refugiándose en la Iglesia, donde
asumieron posiciones de liderazgo. Al principio se concentraron en la administración eclesiástica,
pero más tarde, con la aparición de la Regla de San Benito, también se relacionaron con los
monasterios adinerados. Aunque muchos Ventrue consideraban la Iglesia como un mero refugio
ante las invasiones bárbaras, pronto descubrieron su potencial de control mediante la conversión al
cristianismo. A través de la religión la Iglesia absorbió a los invasores bárbaros dentro de la cultura
occidental.
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Entre los Ventrue que establecieron su presencia en la Iglesia se encontraban algunos
historiadores, que concentraron sus esfuerzos en la conservación de la sabiduría clásica (tanto
mortal como vampírica) transmitida desde los tiempos de la Segunda Ciudad. Estos vampiros
encontraron aliados en las florecientes corrientes monásticas, y además muchos monjes se
convirtieron en administradores y consejeros de muchos de los primeros monarcas feudales.
Los Ventrue Eclesiásticos colaboraron estrechamente con sus hermanos de clan de la Gran
Corte para establecer el Imperio de Carlomagno. Sin embargo, a la muerte del emperador, la
presencia del clan en la estructura eclesiástica disminuyó drásticamente, ante la presión de otras
facciones, pero algunos Ventrue consiguieron retener sus posiciones compartiendo el control con
Toreador, Capadocios, Lasombra y algunos poderosos mortales libres de la influencia vampírica.
Hacia el siglo XII el principal representante en la Iglesia del clan Ventrue era el antiguo
Fabricio Ulfila, que se había instalado en la estructura eclesiástica desde sus comienzos. Un antiguo
obispo arriano, pronto se convirtió al catolicismo ante las ventajas que suponía su sometimiento a la
Iglesia de Roma. Consiguió sobrevivir a los ataques contra su influencia que siguieron a la muerte
de Carlomagno y fue el principal responsable de la cooperación entre el Papa y la dinastía
carolingia, que culminó en la coronación de Carlomagno como emperador en el año 800. Sin
embargo, sus enemigos consiguieron imponerse poco después y obligaron a Fabricio Ulfila a pasar
en letargo la mayor parte de los siglos IX, X y XI.
Cuando despertó, la Iglesia de Roma se encontraba en su mayor parte bajo la influencia de
los Toreador, involucrados en el conflicto entre emperadores germánicos y papas romanos. Ulfila
intentó ayudar a sus compañeros de clan a unificar el Sacro Romano Imperio en el siglo XII,
contrarrestando la influencia de los Toreador. Además estrechó los lazos con los Ventrue de Francia
y Europa Oriental, creando la alianza más poderosa del clan desde la época de Carlomagno.
Aunque obtuvo aliados en la mayor parte de las cortes de los Ventrue, los principales aliados
de Fabricio Ulfila se encontraban entre los Ventrue independientes y las familias aristocráticas. A
través de sus alianzas consiguió ejercer su influencia sobre los Templarios y las Cruzadas, que
desempeñaron un papel clave en el incremento de su poder.
Con precedentes ya desde los oscuros días de las invasiones bárbaras, y en alianza con los
Ventrue franceses, Fabricio Ulfila estableció una Orden vampírica Ventrue conocida como los
Caballeros de la Sangre centrada principalmente en el seno de los Caballeros Templarios, aunque
también formaban parte de la misma caballeros independientes o de otras órdenes. Los Caballeros
de la Sangre buscaban el poder militar como foco de su existencia, sometiéndose a un duro
aprendizaje en fortalezas ocultas por toda Europa. Su única razón de ser era combatir a los
enemigos del clan y frustrar las intenciones de los Amos Secretos. Los críticos de los Caballeros de
la Sangre afirmaban que estos vampiros estaban enloquecidos por la paranoia, pero su intervención
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a menudo ayudó a los Ventrue a restaurar el orden rápidamente, con frecuencia por medios brutales
y cuestionables.
El líder de los Templarios Ventrue era Hugo de Clairvaux, chiquillo de Geoffrey de París,
que acompañó a sus hermanos en las cruzadas. Murió poco después de la conquista de
Constantinopla en 1204, a manos de una asesina Assamita. A su muerte la influencia Ventrue
dentro de los Templarios se derrumbó, ante el empuje de otras facciones y por la iniciativa de varios
antiguos del clan, que consideraban que los Caballeros de la Sangre habían sobrevivido a su
utilidad.
Hacia 1221 Fabricio Ulfila se desplazó a Bolonia, donde centró su interés en la creciente
Orden monástica de los Dominicos y los estudiantes de la Universidad. Este interés fue motivado
por las peticiones de ayuda de los Ventrue franceses para detener el avance de la influencia de los
Toreador en los dominios de Francia. Fabricio fomentó con sutileza mediante sus contactos
dominicos la creación de una organización fanática en el seno de la Iglesia. Los devotos clérigos
que la componían sospechaban que los vampiros eran el origen de la corrupción y decadencia
eclesiástica y estaban decididos a utilizar todos los poderes de la Iglesia contra ellos. Infiltrándose
en la Inquisición mortal, estos clérigos comenzaron a buscar pruebas que confirmaran la existencia
de los Vástagos. El Papa confirmó oficialmente la creación de la Sociedad de Leopoldo en 1231.
Subestimando la peligrosidad de estos cazadores de vampiros y brujas, Fabricio dirigió su
atención hacia los Cátaros, una secta herética del sur de Francia, sobre la cual el Papa de Roma
había convocado una cruzada. En el caos provocado por las batallas y los ejércitos mortales, los
cazadores lanzaron una serie de ataques devastadores sobre varias fortalezas que varios antiguos
Lasombra y Toreador habían convertido en sus refugios. Fabricio consideró que los Ventrue
franceses saldrían favorecidos por los efectos de la cruzada.
Al mismo tiempo, Fabricio utilizó a sus servidores para que dejaran una serie de pistas falsas
que conducían directamente a varios de los principales Toreador de Francia, neutralizándolos por
completo. Sin embargo, el antiguo Ventrue no fue consciente de que los Toreador no serían los
únicos vampiros que terminarían en las hogueras de la Inquisición. En 1252 los cazadores
destruyeron a un Ventrue y Fabricio descubrió que la Sociedad de Leopoldo había escapado por
completo a su control. Otros vampiros y seres sobrenaturales encontraron medios de manipular a los
inquisidores para sus propios fines, pero nunca consiguieron dominar por completo la organización,
que en ocasiones se volvió contra quienes pretendían manipularla. Fabricio reaccionó retirando sus
contactos entre los dominicos, y esforzándose por borrar todo rastro de que alguna vez hubiera
influido a la Inquisición. Poco después entró en letargo y decidió aguardar tiempos mejores. Tras su
despertar continuaría constituyendo el principal baluarte del clan Ventrue en la Iglesia.
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LOS PRÍNCIPES MERCADERES
A partir de los siglos XI y XII el comercio resurgió en Europa Occidental, sobre todo con el
crecimiento de las ciudades y centros urbanos. El fin de las invasiones de vikingos, magiares y
sarracenos y los esfuerzos administrativos provocaron un aumento de la producción agrícola y de la
población, lo que llevó cierta estabilidad a Europa. Las ciudades se convirtieron en centros
comerciales, y los mercaderes y artesanos comenzaron a organizarse en estructuras gremiales,
defendiendo sus intereses y derechos de la nobleza y el clero.
Para el clan Ventrue el crecimiento de las ciudades supuso la aparición de un nuevo ámbito
de influencia, y muchos renunciaron a sus dominios rurales acudiendo a las ciudades. Varios de
estos Ventrue, principalmente jóvenes vampiros en busca de nuevas oportunidades, se establecieron
en los gremios y asociaciones mercantiles, relacionándose con la floreciente estructura comercial,
por lo que popularmente serían conocidos como Príncipes Mercaderes. El disgusto de los antiguos,
estrechamente establecidos entre la nobleza durante siglos, por los asuntos financieros y las clases
bajas permitió que los Príncipes Mercaderes pudieran prosperar sin oposición por parte del clan,
aunque debieron enfrentarse a otras facciones, principalmente los Brujah y Vástagos de la secta
conocidos como los Prometeos. En contrapartida, los Príncipes Mercaderes se aliaron con vampiros
del clan Nosferatu, beneficiándose enormemente del intercambio de información.
En sus inicios los Príncipes Mercaderes no disponían de gran poder, pero la situación
cambió rápidamente, desempeñando un importante papel en la política del clan Ventrue,
constituyendo un grupo particularmente unido por múltiples alianzas financieras y políticas, que a
menudo influían en las decisiones de nobles y eclesiásticos dependientes del apoyo monetario.
Los Príncipes Mercaderes eran particularmente fuertes en las ciudades del norte de Italia, el
centro de Francia y el sur de Inglaterra, pero sus redes y contactos comerciales les permitían acceso
a prácticamente toda Europa. Adoptando la estructura gremial estos Ventrue se reunían para discutir
las formas de producir más riqueza y aumentar su influencia dentro del clan. Uno de sus objetivos a
largo plazo era unificar a todos los Ventrue como en la época del Imperio Romano, pero siguiendo
su esquema gremial. Utilizaron su riqueza con discreción, apoyando a las facciones que creían que
mejor representaban sus intereses, en especial los Ventrue de Inglaterra y Francia, y consiguieron
gran influencia por medio de sus fondos.
Hacia finales del siglo XII los Príncipes Mercaderes comenzaron un plan de expansión,
Abrazando a prósperos mercaderes y socavando el poder de sus competidores, atrayendo a
numerosos jóvenes Ventrue a sus filas. La riqueza acumulada mediante sus operaciones comerciales
y financieras les permitió contratar mercenarios y pagar sobornos para reafirmar su autoridad,
entrando en conflicto con otros clanes.
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CONSTANTINOPLA: LOS VENTRUE ANTONINOS
En el año 305, poco después del reinado del emperador Diocleciano tres poderosos
Matusalenes –aliados y amantes- abandonaron Roma. Miguel, del clan Toreador; Antonius el Galo,
del clan Ventrue y Dracon, del clan Tzimisce, que habían decidido abandonar la decadencia del
Imperio Romano para llevar a cabo su Sueño de crear una sociedad nueva y mejor.
Antonius el Galo fue el primero en fijarse en el ascenso de la figura de un ambicioso general
llamado Constantino, que se decía estaba bendecido por Dios. Los Tres Matusalenes observaron sus
progresos, mientras el resto de los vampiros romanos vieron en el general un peón de la voluntad de
estos tres vampiros. Tras derrotar a sus competidores Majencio (312) y Licinio (324) por el poder
imperial, los tres Matusalenes decidieron que el momento de actuar había llegado.
Constantino reconstruyó la antigua ciudad de Bizancio y la rebautizó como Nova Roma,
aunque posteriormente sería conocida como Constantinopla. El emperador había convertido el
cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano y puso grandes limitaciones a los cultos
paganos. Antonius, deseoso de ganarse el favor de su amante Miguel, y utilizando su influencia
sobre los lugartenientes del emperador, entre ellos el general Caius, que se convertiría en su
chiquillo, se hizo con numerosas obras de arte, en su mayoría procedentes de los templos paganos,
con el propósito de ornamentar la nueva capital del Imperio. Aunque los Vástagos romanos
protestaron por el cambio de capitalidad, los Tres Matusalenes de Constantinopla no hicieron nada
para congraciarse con ellos, y consideraban a los vampiros de Roma reliquias de un pasado que
estaba quedando atrás.
Cuando Roma cayó ante el empuje de los bárbaros, Miguel, Antonius y Dracon se reunieron
en el año 477 en un Consejo para enfrentarse a las consecuencias. En este Consejo se creó un
sistema de gobierno conocido como la Trinidad, a imitación del Triunvirato de Roma, y cada uno de
los Matusalenes se convirtió en el líder de una familia responsable de una faceta del Sueño que se
estaba construyendo en Constantinopla. Miguel y los Toreador asumieron el papel simbólico del
Padre y el poder de la Iglesia bizantina. Antonius y los Ventrue representaron el papel del Hijo y
asumieron la responsabilidad de la administración mortal e imperial. Dracon y los Tzimisce
ocuparon el puesto del Espíritu Santo y se responsabilizaron de las órdenes monásticas. Como había
ocurrido en Roma otros linajes fueron admitidos como “retoños” bajo la protección de las familias
de la Trinidad. Antonius concedió su protección a una antigua Capadocia y a un grupo de
legisladores Brujah.
Antonius estableció una posición firme en el gobierno imperial, aunque su amor por Miguel
le llevó a enfrentarse en varias ocasiones con Dracon, y el Patriarca Toreador a menudo fomentaba
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la rivalidad entre ambos, disfrutando con la visión de sus dos amantes compitiendo por su favor.
Como el Matusalén Tzimisce no parecía dispuesto a participar en estos juegos, Miguel reaccionó
fríamente y Toreador y Ventrue estrecharon sus relaciones, dejando a los Tzimisce bizantinos al
margen.
Antonius utilizó las ambiciones del emperador Justiniano para llevar a cabo sus planes de
restaurar la gloria del Imperio Romano. A través de sus campañas de conquista y de sus generales,
Justiniano consiguió recuperar Italia, el norte de África y el sur de la península ibérica de manos de
los bárbaros. El sistema de las familias vampíricas de Constantinopla se extendió por los territorios
conquistados y el dominio de otros Vástagos fue reconocido dentro de la estructura imperial.
El fin del gobierno de Justiniano significó el final de los planes de Antonius. El Imperio
Bizantino se había extendido más de lo que podía abarcar, y nuevas oleadas de bárbaros atacaban
Italia, mientras los persas presionaban las fronteras orientales. Una plaga barrió el Imperio,
diezmando la población. Antonius, desconfiando de que el Tzimisce Dracon era el responsable de
estos problemas no prestó suficiente atención a las fronteras tambaleantes del Imperio, y permitió
que se desarrollase la rivalidad entre los servidores del emperador. Durante esta época Antonius
otorgó el Abrazo al general Belisario, que había sido el principal artífice de la reconquista bizantina.
Durante los siglos siguientes las plagas, las amenazas de invasión y los tiránicos gobiernos
de algunos emperadores como Focas, destruyeron mucho de lo que Justiniano –y Antonius- habían
creado. Los acontecimientos mortales a menudo se reflejaban en los conflictos internos de la
Trinidad. El gobierno de Justiniano y la reconquista de Occidente habían proporcionado a Antonius
el favor de Miguel, forzando a Dracon y los Tzimisce a un papel secundario. Los monasterios
sufrieron con dureza las reformas de Justiniano, lo que enfureció a Dracon y le hizo provocar el
descontento de los mortales. El caos originado frustró los sueños conquistadores de Antonius y le
arrebataron el control de los emperadores.
Sin embargo, a pesar de esta advertencia a sus amantes, Dracon no estaba dispuesto a
permitir que el Sueño de Constantinopla fuera destruido. En el año 610 Heraclio, un seguidor de
Dracon, tomó el poder imperial derrocando a su predecesor Focas e inició un lento proceso de
recuperación, que coincidió con el auge del Islam. La oleada de conquistas árabes arrebató al
Imperio Bizantino extensos territorios, entre ellos Siria, Egipto y el norte de África. Varias familias
establecidas en las provincias desde la época de Justiniano cortaron lazos con Constantinopla y
numerosos Ventrue fueron destruidos o tuvieron que exiliarse ante el empuje de los invasores.
El Patriarca Miguel trató de restablecer la paz entre sus dos amantes mediante el regalo de
dos niños, Gesu y Symeon, que representarían la cooperación entre ambos. Sin embargo Gesu, el
chiquillo de Dracon, terminó Abrazando a su hermano Symeon, privando a Antonius de su regalo y
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separando al Matusalén Ventrue de la Trinidad. Se celebró un Consejo en el año 704 pero no se
alcanzó ningún acuerdo.
Antonius, amargado por la pérdida de Symeon, comenzó a trazar planes contra los Tzimisce,
supervisando el ascenso del emperador Leon III al trono de Constantinopla en el año 717. En el año
726 el emperador inició una campaña de destrucción de iconos, que consideraban imágenes
sacrílegas de la divinidad. El movimiento iconoclasta fue continuado por su hijo Constantino V,
provocando que numerosos monasterios fueran arrasados y sus hermosos iconos destruidos.
Muchos seguidores del movimiento iconoclasta no estaban realmente en contra de la veneración de
iconos, sino que se oponían al poder de los monasterios.
Desde las sombras Antonius fomentó su propia versión de la iconoclastia, exigiendo que
todos los vampiros debían permanecer ocultos de los mortales y el cese de todo culto de sangre. Era
un ataque directo contra los Tzimisce, pero también separó a Antonius de sus chiquillos Caius y
Séptima Dominica, que no aprobaban la campaña de venganza de su sire. La animosidad entre
Ventrue y Tzimisce continuó y no dio señales de amainar a pesar de que muchos esperaban que
Antonius se sintiera satisfecho con el daño causado a sus enemigos. Pero el Matusalén Ventrue
estaba cegado por el odio y continuó con la destrucción de iconos, reafirmándose en su creencia de
que los Vástagos debían actuar como los amos ocultos de la humanidad, no como santos eternos
que recibieran la adoración de los mortales.
Las medidas del Basileus Ventrue llevaron a la división en la sociedad bizantina y al
distanciamiento entre la Iglesia de Oriente y Occidente. Miguel y Dracon convocaron un Consejo
en el año 796 en el que se decidió el destino de Antonius. Sus chiquillos propusieron su destrucción,
argumentado que la ceguera de Antonius terminaría por destruir Constantinopla. A pesar de su
reticencia inicial, Miguel y Dracon terminaron aceptando la solución y Caius destruyó a su sire,
convirtiéndose en el nuevo líder de los Ventrue, y el culto a los iconos fue renovado poco después.
El nuevo Basileus esperaba convertirse en el amante del Patriarca Miguel, pero fue
rechazado, por lo que despechado, permitió que resurgiera un brote de iconoclastia. El Patriarca
Miguel reaccionó asumiendo el poder en el año 842 como el emperador Miguel III y restaurando el
orden, llevando a Constantinopla a la época más gloriosa de su sueño.
Miguel y Dracon abandonaron el poder en el año 888, nombrando a sus sucesores al mando
de las familias de la Trinidad. Resignado al rechazo de Miguel, Caius se volcó en las labores de
gobierno, supervisando a la dinastía de los emperadores Macedonios, que reconquistaron algunos
territorios en Oriente y Occidente. Antioquía fue reconquistada y los musulmanes rechazados de
Asia Menor. Los Balcanes también fueron reincorporados al Imperio Bizantino.
Sin embargo, en el siglo XI, Séptima Dominica murió a manos de cazadores de brujas y
Caius se encontró solo al mando de los Ventrue Antoninos. La familia degeneró pronto en un caos
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de intereses enfrentados y al final de la dinastía macedónica Caius retenía su poder enfrentando a
unas facciones contra otras. Desgraciadamente gran parte del territorio reconquistado se sublevó y
los Ventrue trataron de recuperar lo perdido, buscando restaurar el sistema de familias de
Constantinopla aniquilando a la aristocracia semifeudal de Anatolia y a los vampiros que la
sustentaban. Sin embargo, la destrucción de la aristocracia volvió a exponer el Imperio Bizantino
ante los musulmanes. Con la muerte de Basilio II en el año 1025 el imperio degeneró en una serie
de crisis dinástica y fracasos militares, viéndose nuevamente rodeado de enemigos: los búlgaros se
rebelaron al norte contra la autoridad bizantina, los normandos de Sicilia realizaban incursiones en
el oeste, y los turcos selyúcidas aplastaron al ejército imperial en la batalla de Manzikert (1071).
Poco después del desastre de Manzikert el general Belisario, chiquillo de Antonius, al que se
creía destruido desde la invasión musulmana, regresó a Constantinopla. Para restaurar el Imperio
Belisario consideraba que era necesaria una dinastía fuerte, y con Caius, el basileus Ventrue, apoyó
la ascensión al trono del ambicioso Alejo Comneno Desgraciadamente los menguados recursos del
imperio no eran suficientes para los planes de los Ventrue, y Caius y Belisario propusieron una
alianza comercial con la ciudad de Venecia, dominada por los Lasombra. Aparte, Caius envió
emisarios a Occidente ante el Papa de Roma pidiendo ayuda para derrotar a los turcos selyúcidas.
La petición de ayuda contra los turcos obtuvo como respuesta la Primera Cruzada (10961099), que llevó a decenas de miles de peregrinos y guerreros mortales a las fronteras del Imperio
Bizantino. Los Ventrue trataron de manejar la situación y actuaron para procurar que los cruzados
atravesaran los territorios bizantinos rápida y eficazmente. Aunque Belisario no consiguió prever la
creación de los Estados Latinos en Oriente, consiguió aprovechar la presencia de los cruzados para
recuperar algunos territorios en Asia Menor. Al mismo tiempo consiguió estrechar lazos entre los
Ventrue y Tzimisce, convirtiendo la presencia de los latinos en un problema menor.
Desgraciadamente para los Ventrue sus victorias en Oriente atrajeron el recelo de los
Assamitas, que en el año 1143 asesinaron al emperador Juan Comneno como advertencia a los
Vástagos bizantinos, lo que llevó a los Ventrue a aliarse más estrechamente con los vampiros
occidentales y con los estados cruzados. Sin embargo, a pesar de la llegada de nuevos guerreros a
Oriente, era evidente que el Imperio Bizantino estaba perdiendo la iniciativa. Además sus riquezas a
menudo iban a engrosar las arcas de los mercaderes occidentales, sembrando el recelo de los
bizantinos.
Los recelos contra los latinos estallaron en Constantinopla en 1185, después de que los
normandos saquearan Tesalónica, y los Ventrue no pudieron controlar los disturbios. Furiosos
ciudadanos y vampiros bizantinos mataron a todos los extranjeros que encontraron y cometieron
numerosas atrocidades. Caius se vio obligado a pedir excusas a los Lasombra venecianos y ejecutar
a varios vampiros que fueron declarados culpables de instigar los tumultos. Los Ventrue Antoninos
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se enfrentaron entre sí, permitiendo que una dinastía débil, los Ángelos, accediesen al trono
imperial. Caius se negó a actuar de forma decisiva y las distintas facciones Ventrue tenían sus
propios proyectos secretos.
LA AMARGA CRUZADA Y EL FIN DE CONSTANTINOPLA
En 1198 el Papa Inocencio III convocaba una nueva cruzada para reconquistar Jerusalén.
Hacia 1201 la expedición, bajo el mando de nobles menores, tomaba forma sin el respaldo
financiero de los grandes reyes monarcas europeos. Los dirigentes de la expedición trataron de
llegar a un acuerdo financiero con Venecia para garantizar el transporte marítimo. El dux veneciano
Enrico Dandolo aceptó, pero en verano del año 1202 el tema de los pagos se convirtió en un
problema. El dux aceptó condonar parte de la deuda hasta que conquistaran Jerusalén a cambio de
que los cruzados ayudaran a los venecianos a reconquistar la ciudad de Zara, arrebatada a Venecia
por el rey de Hungría.
En octubre de 1202 los cruzados conquistaron y saquearon la ciudad de Zara y allí
recibieron enviados de Alejo Comneno, hijo del depuesto emperador bizantino Isaac II. Alejo pidió
ayuda a los cruzados para devolver a su padre al trono de Constantinopla. A cambio pagaría las
deudas contraídas con los venecianos, apoyaría la cruzada con los ejércitos bizantinos y sometería a
la Iglesia Ortodoxa a la autoridad del Papa de Roma. Los cruzados y los venecianos aceptaron la
propuesta y la expedición marchó sobre Constantinopla.
En principio todo fue según lo esperado por los cruzados. Ante la llegada de los ejércitos
occidentales el usurpador Alejo III huyó tras una breve lucha e Isaac II fue liberado y reinstaurado
como emperador, compartiendo el título con su hijo Alejo IV. Isaac aceptó a regañadientes el
acuerdo firmado con los cruzados, pero el desastre terminó por desatarse. La Iglesia Ortodoxa no
estaba dispuesta a someterse a la Iglesia de Roma y el pago prometido a los cruzados se retrasaba
por la escasez de fondos. Finalmente, en 1204 una sublevación popular derribó a Isaac II y Alejo IV
del poder, siendo asesinados, y un nuevo usurpador, Alejo V, subió al trono.
Los cruzados, ante la hostilidad de los bizantinos y la codicia ante la visión de la ciudad más
rica del cristianismo, se reunieron y acordaron atacar Constantinopla, olvidándose del propósito
original de la cruzada. La ciudad fue tomada en abril del año 1204 y durante tres días ardió mientras
los ejércitos occidentales la saqueaban. Tesoros acumulados durante siglos se perdieron para
siempre. Los ejércitos cruzados trataron las obras de arte como basura, destrozando estatuas,
mosaicos y pinturas y rompiendo los hermosos iconos bizantinos. Bibliotecas enteras fueron
reducidas a cenizas. Ningún palacio ni iglesia ni casa fueron respetados. Hombres, mujeres y niños
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fueron asesinados, mutilados y violados. Los conventos fueron convertidos en casas de prostitución.
La monumental basílica de Hagia Sophia era la mayor maravilla arquitectónica de Constantinopla y
fue convertida en una monumental taberna. Todos los objetos de valor fueron robados o destruidos
y el vino fluyó como un río. Una prostituta borracha con un caliz sagrado lleno de vino se sentó en
el trono del patriarca ortodoxo y deleitó a los soldados con canciones obscenas. Una vez terminó el
saqueo, los dirigentes cruzados nombraron a Balduino de Flandes emperador del nuevo Imperio
Latino.
La Cuarta Cruzada fue orquestada por los Inconnu de Roma, resentidos por la marcha de
Miguel y sus amantes en el siglo IV. Creían que si hubieran permanecido en Roma la ciudad podría
haber resistido al empuje de los bárbaros y los culparon de la caída final de la ciudad. Desde el siglo
V comenzaron a conspirar para vengarse y destruir el Sueño de Constantinopla. Fue a través de sus
manipulaciones que los vampiros bizantinos permanecieron divididos cuando la ciudad más los
necesitaba. Pero los sucesos de la Cuarta Cruzada se descontrolaron por completo, con
consecuencias por completo imprevistas para los antiguos Vástagos. Muchos se arrepintieron y
avergonzaron por sus acciones, y algunos buscaron enmendarse protegiendo y conservando los
rescoldos del Sueño.
El Patriarca Miguel fue destruido durante la caída de Constantinopla, atrapado en sus sueños
de locura. Caius y varios poderosos Ventrue también perecieron en la destrucción de la ciudad,
aunque algunos sobrevivieron, conservando su legado. Entre los Ventrue supervivientes asumió el
liderazgo Anna Comnena, hija del emperador Alejo I Comnneno, que se desplazó a Nicea, donde
estableció una corte en el exilio, siguiendo al aristócrata Teodoro Laskaris. Anna Comnena y sus
partidarios conspiraron durante décadas para destruir el Imperio Latino, construido sobre las ruinas
de Constantinopla y controlado por los Lasombra de Venecia. Finalmente, en el año 1261 el
Imperio Bizantino fue restaurado por los exiliados de Nicea, pero Anna Comnena no asumió el
poder, permitiendo que la antigua Brujah Natalya tomase el título de Matriarca de Constantinopla.
Desde entonces Anna nunca abandonó la ciudad y aunque algunos rumores afirman que murió
luchando contra los turcos otomanos, otras fuentes aseguran que sobrevivió hasta la actualidad.
El gobierno bizantino perduraría en una larga decadencia, brevemente paralizada por
pequeños destellos de esplendor hasta que la ciudad de Constantinopla cayó en 1453 ante los turcos
y otros Vástagos se hicieron con el control. Sin embargo, los Ventrue permanecerían bajo el
dominio otomano, luchando por permanecer en el poder y finalmente el antiguo Mustafá
conseguiría convertirse en Príncipe de Estambul, aunque para entonces la gloria bizantina ya había
pasado.
EL MUNDO ISLÁMICO: EL REY NIÑO DE EL CAIRO
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Aunque algunos Ventrue como Mithras, Tiamat y su progenie habían habitado en Oriente
Medio durante siglos, hacia el siglo I d.C. muy pocos miembros del clan permanecían en la zona, y
muchos de ellos habían emigrado dentro de las fronteras del Imperio Romano. El clan volvió a
aumentar su presencia con la expansión de Roma, conquistando y absorbiendo provincias como
Siria, Judea, Arabia y Egipto. En este proceso chocaron con otros clanes y algunos Ventrue fueron
destruidos. Más allá de las fronteras del Imperio Romano chocaron contra los Assamitas, y las
expediciones de Craso en el siglo I a.C. y del emperador Trajano en el II d.C. no consiguieron
someter Mesopotamia ni poner fin al dominio de los Assamitas sobre la región.
Cuando el Imperio Romano entró en declive, el poder de los Ventrue en Oriente Medio
también cayó. Durante un tiempo pareció que Bizancio podría mantener las posiciones de la
civilización romana en Oriente, pero la aparición del Islam puso fin a estas pretensiones. Los
invasores árabes conquistaron en una serie de rápidas campañas la mayor parte de Persia y
numerosos territorios bizantinos, entre ellos Siria, Egipto y el Norte de África. Con los invasores
llegaron varios vampiros que detestaban a los Ventrue por los siglos de dominación romana. A
medida que caían las ciudades varios antiguos romanos eran cazados uno tras otro, obligándoles a
exiliarse o a someterse a la ley musulmana. La mayoría prefirieron huir, aunque algunos
permanecieron en el territorio conquistado, sobre todo en Al-Ándalus y el Norte de África.
Sin embargo, un pequeño linaje de Ventrue Abrazó el Islam en Arabia. Haciéndose llamar
El Hijazi, estos Ventrue remontaban su ascendencia a una rama del clan prerromana que se había
originado en Oriente Medio. Los Ventrue El Hijazi consiguieron ganarse la confianza de los demás
vampiros musulmanes y unos pocos consiguieron dominios en varias zonas de Arabia. Estos
Ventrue a menudo entraron en conflicto con sus hermanos de clan que llegaron con los cruzados.
En la ciudad egipcia de El Cairo los Ventrue consiguieron mantenerse en el poder a lo largo
de la Edad Media. Antínoo, favorito del emperador Adriano murió en el año 130 mientras viajaba
con su amante por el Nilo. La mayoría de los historiadores consideran que se trató de una acción de
sacrificio, basada en el misticismo tradicional de Egipto, que le permitiría bendecir el reinado de
Adriano y alcanzar la inmortalidad.
El sacrificio de Antínoo atrajo la atención de un Matusalén Ventrue, posiblemente Antonius
el Galo. Su sire le instruyó en las labores del gobierno y en las tradiciones de los Vástagos y cuando
lo consideró preparado lo llevó hasta la isla de Roda, que se convertiría en su nuevo hogar. Una vez
que la isla y todas las rutas comerciales estuvieron bajo el control de Antínoo, su sire se marchó y lo
dejó en libertad para que actuara según sus deseos.
El joven Antínoo adoptó el nombre de Antonius (posiblemente como homenaje a su sire), y
contribuyó a su propia deificación como dios menor propiciada por el emperador Adriano (sería
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adorado como avatar de Osiris en Egipto y de Dionisos en Grecia). Hasta su incorporación al
Imperio Bizantino Egipto fue el principal suministrador de grano del Imperio, y Antonius realizó un
destacado servicio a los vampiros de Roma, asegurándose de que el suministro de alimentos no
fuera interrumpido.
La aparición del cristianismo y el declive del paganismo no fueron del agrado de Antonius,
aunque el joven Ventrue no actuó directamente para frenar la expansión de la religión cristiana.
Cuando Egipto pasó al control del Imperio Bizantino en el año 330 d.C. se alió con los Vástagos de
Constantinopla, ofreciéndoles su ayuda, e incluso llegó a revelar públicamente su naturaleza para
influir a las masas. Durante esta época fue conocido entre mortales y Vástagos como el Rey Niño.
Sin embargo, el avance del cristianismo era imparable y los egipcios expresaron su descontento
contra el dominio bizantino apoyando a la herejía monofisita, que establecía que Jesucristo sólo
tenía una naturaleza divina. Aunque Antonius creía que tenía el derecho divino de gobernar, no hizo
nada para detener el avance de la religión cristiana, y sabiamente pactó con los vampiros cristianos,
respetando sus territorios y su autoridad, permitiéndoles disponer de intereses propios. A mediados
del siglo IV Antonius centró su dominio en las islas del Nilo y en la administración de Egipto,
permaneciendo apartado de las persecuciones y conflictos religiosos, intentando orientar la atención
de los mortales hacia fines más prácticos y constructivos.
Hacia el año 640 gran parte de los territorios bizantinos habían caído ante los invasores
árabes y Egipto representaban una conquista importante en la expansión musulmana. Los egipcios
coptos consideraban a los bizantinos “opresores” y colaboraron activamente con los árabes,
facilitando su conquista, aunque hubo algunos focos de resistencia.
Amr ibn al-As, representante del califa de Medina, planeó inicialmente mantener la capital
egipcia en Alejandría, pero por orden del califa fundó una nueva capital cerca de Menfis en la orilla
oriental del Nilo. En principio esta ciudad fue bautizada como Al Fustat (“La Ciudad de la
Tienda”), donde estableció una serie de dominios tribales (khittas) entre las distintas facciones
musulmanas. El territorio de Antonius y los Ventrue quedó integrado en la nueva ciudad. Ante la
llegada de los vampiros musulmanes, Antonius aceptó el Islam para apaciguar a sus nuevos
súbditos y los antiguos de la secta Ashirra (constituida por los Vástagos que se habían convertido al
Islam) consideraron que el gobierno de Antonius sería una barrera eficaz contra la presencia de los
Seguidores de Set. Antonius pensó lo mismo de ellos.
Cuando en el año 661 se produjo una lucha por la sucesión del califa Alí, Egipto se alió con
los Omeyas de Damasco, sin embargo el califato Omeya fue derribado en el 750. Marwan, el último
califa de la familia, huyó a Egipto, pero sus rivales Abbasidas, liderados por el brutal Saleh lo
siguieron hasta Al Fustat. Marwan, desesperado, incendió la ciudad, lo que provocó la muerte de
numerosos Vástagos. Ante las peticiones de que el culpable les fuera entregado Antonius hizo
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desfilar la cabeza de Marwan por las ruinas de la ciudad antes de que fuera enviada a Bagdad, la
capital Abbasida. Una vez que la nueva dinastía afianzó su control sobre el Imperio Árabe, el califa
Al-Saffah envió un gobernador para reconstruir Al Fustat.
Los Califas Abbasidas desintegraron la administración de Egipto e impusieron elevados
tributos y restricciones, recurriendo a masacres periódicas para imponer el orden. En el año 868 el
gobierno egipcio fue a parar a manos de un oficial turco llamado Ahmed ibn Tulun, un hombre
honorable y respetuoso que reestructuró el gobierno, fomentando el desarrollo económico y
recuperando las libertades personales. En el año 870 Ibn Tulun proclamó Egipto como una entidad
independiente aunque todavía bajo la autoridad nominal del califa de Bagdad. Ibn Tulun creó una
nueva capital al norte de Al Fustat, que sería conocida como Al-Qatai (Los Guardianes).
Los sucesores de Ibn Tulun llevaron la inestabilidad a la zona, enfrentándose con la
tendencia centralizadora de Bagdad. A la muerte del nieto de Ibn Tulun en el 905 los ejércitos
Abbasidas invadieron Egipto y destruyeron Al-Qatai, llevando a la región a 30 años de anarquía. En
medio de este caos Antonius decidió actuar llevando al poder al gobernador Mohammed ibn Toughj
(uno de sus ghouls), que tomaría el nombre de Al-Ikshid. En 935 en lo que sería conocido como la
Proclamación de Roda Antonius anunció su soberanía, que fue aceptada por la mayoría de los
Vástagos de la zona y sería reconocido como Sultán de El Cairo, la nueva ciudad construida sobre
las ruinas de Al Fustat y Al-Qatai..
En el año 969, los fatimitas tomaron el poder en Egipto, proclamándose califas
independientes del gobierno de Bagdad. Bajo su gobierno El Cairo se convirtió en un centro de
educación islámica y allí se construyó Al-Azhar, la primera universidad del mundo, así como
numerosos palacios, mezquitas y baños. Aunque el sultán Antonius participó en este próspero
período, la mayoría de las reformas fueron fomentadas por los Assamitas y los Lasombra.
Doscientos años más tarde, Egipto cayó bajo el gobierno de Salah al-Din Ayyub (Saladino),
que había ascendido de forma fugaz en el ejército sirio de Damasco. Saladino fue enviado con su tío
Shirkuh para ayudar a los califas fatimitas a repeler la invasión de los cruzados, que ya les habían
impuesto un tributo anual. Tras repeler una invasión de los cruzados, el último califa fatimí murió
en el año 1171, y Saladino se hizo con el poder. Se proclamó sultán de Egipto y restauró la
autoridad al califa de Bagdad, reestructurando la burocracia egipcia. El gobierno fue trasladado
desde Roda a una gran fortaleza conocida como La Ciudadela, perjudicando la influencia de
Antonius, pero siguió la opinión de su consejero de no oponerse. A la muerte de Saladino en el año
1193 La Ciudadela había sido terminada y los Nosferatu conocidos como Hajj se asentaron en ella.
En el año 1247 el último descendiente de Saladino, Turan Shah, fue derribado por los
mamelucos, una casta militar de esclavos educados en la fe del Islam. La presencia de los cruzados
llevó a aumentar la presencia de los mamelucos en el gobierno y ante la amenaza de una invasión
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por parte del rey Luis IX de Francia uno de ellos fue nombrado visir de Egipto en ausencia del
sultán. El líder mameluco Baybars se alzó con el poder, asesinando a Turan Shah a su regreso y a su
manipuladora madre. El contraataque de los mamelucos permitió derrotar a los cruzados y apresar
al rey Luis IX, que tras pagar un elevado rescate tuvo que retirarse de Egipto.
El gobierno mameluco benefició los intereses de Antonius y los Ventrue, pues el gobierno
egipcio fue trasladado nuevamente a la isla de Roda, llevando al país a un nuevo período de
sofisticación y prosperidad, con la construcción de nuevas mezquitas y palacios. El sultán Antonius
manipuló cuidadosamente la sucesión de los gobernantes mamelucos, aunque paulatinamente se iba
separando cada vez más de los asuntos mundanos. En el año 1382 permitió que la nueva dinastía de
los mamelucos circasianos trasladara de nuevo el gobierno egipcio a La Ciudadela. Algunos
Vástagos consideran que durante este período Antonius cayó bajo la influencia de los Seguidores de
Set. La progresiva debilidad de Antonius permitió que en el año 1406 una manada de hombres lobo
asaltara la isla de Roda, devastando el refugio del sultán y poniendo fin a su existencia.
La muerte de Antonius fue un mazazo para los Vástagos de El Cairo, acostumbrados a su
liderazgo, y los vampiros más pragmáticos, entre ellos varios Ventrue del linaje de Antonius,
ofrecieron el liderazgo a su lugarteniente Muktar Bey, un Caitiff, que conocía mejor que nadie la
administración de El Cairo
En los siglos siguientes la prosperidad de los Ventrue egipcios declinó, y muchos se
exiliaron, fueron destruidos o corrompidos por los Seguidores de Set. No obstante, con el auge del
Imperio Otomano en el siglo XVI los El Hijazzi de Arabia surgieron del anonimato y aliándose con
otros clanes, principalmente Nosferatu y Gangrel, asumirían el liderazgo de los Ashirra y los
vampiros musulmanes.
EL FIN DE LA EDAD MEDIA
Casi todos los Vástagos fueron sorprendidos por el surgimiento de la Inquisición, que
golpeó a los Ventrue tanto como a otros clanes, o posiblemente más, debido a su notoriedad en la
sociedad mortal. Los ataques de los cazadores de vampiros se extendieron por toda Europa,
destruyendo numerosos refugios y objetivos desde el siglo XIII. Mientras se desarrollaba la crisis,
los Ventrue se encontraban involucrados en lo que sería conocido como la Guerra de los Príncipes,
y pagaron el precio acabando en las hogueras inquisitoriales. Los antiguos vampiros sacrificaron a
varios de sus chiquillos, dejándolos atrás para salvar su existencia.
En respuesta los supervivientes de estos chiquillos abandonados opusieron resistencia en lo
que sería conocido como la Revuelta Anarquista, esta amenaza se añadió a los ataques de la
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Inquisición, y muchos antiguos perecieron bajo las garras y colmillos de los jóvenes. Debilitados
por las guerras internas y contra otros clanes, las filas del clan Ventrue fueron diezmadas.
En Francia, los Ventrue se vieron enormemente debilitados por el comienzo de la Guerra de
los Cien Años (1337 -1453). La unión entre Enrique II Plantagenet de Inglaterra y Leonor de
Aquitania había proporcionado territorios franceses a la Corona de Inglaterra, lo que a menudo
provocó roces y enfrentamientos entre los monarcas de Francia e Inglaterra. Muchos Ventrue y
otros Vástagos franceses apoyaban la soberanía de Mithras, Príncipe de las Cortes de Avalon, en
detrimento de la influencia de la Gran Corte de París, sustentada por una alianza de los clanes
Ventrue y Toreador. Mithras no se involucró en exceso en este conflicto, más interesado por
estabilizar su dominio en Inglaterra, pero sus subordinados y algunos Ventrue franceses estaban
decididos a subyugar a la Gran Corte de París.
Otros clanes y países se unieron a la guerra iniciada por los Ventrue y Toreador. Tremere,
Brujah y Lasombra se aliaron con ambos bandos y las batallas, luchas e intrigas vampíricas dejaron
numerosos dominios arruinados. La aparición de la Peste Negra en 1348 aumentó el número de
bajas no sólo entre los mortales sino también entre los Vástagos. Aunque algunos perecieron debido
a los efectos inmediatos de la plaga, que también podía afectar a los vampiros, muchos otros
cayeron en letargo ante la ausencia de presas saludables
En el plano mortal el conflicto adquirió un aspecto dinástico, cuando el rey Eduardo III de
Inglaterra reivindicó el trono de Francia, al ser nieto del rey francés Felipe IV el hermoso. Ante la
negativa a aceptar su soberanía, los ingleses invadieron Francia, alcanzando varias victorias, sobre
todo en la batalla de Creècy (1346), que condujo a la pérdida de Aquitania. Bajo el reinado de
Carlos V de Francia el curso de la guerra cambió y los ingleses perdieron la mayor parte de sus
posesiones.
La debilidad de la corte francesa bajo el reinado de Carlos VI llevó al rey Enrique V de
Inglaterra a aliarse con Borgoña, alcanzando una gran victoria en la batalla de Azincourt (1415),
que le permitió imponer el Tratado de Troyes, convirtiéndose en rey de Francia e Inglaterra. A su
muerte siguió una auténtica guerra civil, entre los partidarios del rey inglés y los del pretendiente
francés. En este contexto resultó decisiva la intervención de Juana de Arco, cuyas victorias
permitieron al Delfín Carlos de Francia subir al trono como Carlos VII en 1429. A pesar de la
ejecución de Juana de Arco en 1431 la ruptura de la alianza entre ingleses y borgoñones benefició a
Carlos VII. Los franceses reconquistaron París, y después Normandía y Aquitania y expulsarían
prácticamente la presencia inglesa tras la batalla de Castillon (1453).
Los grandes vencedores de la Guerra de los Cien Años fueron los Toreador, ya que tanto los
Ventrue franceses e ingleses llevaron el peso y las consecuencias de la guerra. En París la influencia
del clan Ventrue se debilitaba cada vez más, pero los ataques de los vampiros anarquistas
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aconsejaron a ambos clanes renovar una vez más sus alianzas para enfrentarse a estos enemigos. La
Gran Corte de París fue destruida durante un incendio en 1481, y el Príncipe, la Matriarca Toreador
y varios de sus descendientes perecieron bajo las llamas. Rafael de Corazón, representante Toreador
de la Camarilla, acudió a París para hacerse cargo de su gobierno de forma temporal, nombrando
poco después un nuevo príncipe. Las disputas entre los Vástagos llevarían a una serie de luchas por
el poder que desembocarían en una sucesión de príncipes débiles hasta que François Villon, un
legendario antiguo Toreador convirtió la ciudad en su dominio exclusivo a finales del siglo XVI.
En Inglaterra el Príncipe Mithras se concentró en los problemas internos de Inglaterra, ante
el resurgimiento de los anarquistas ingleses, liderados por Robin Leeland y su chiquilla Patricia de
Bollingbroke, del clan Brujah. Patricia abandonó Inglaterra poco después de su Abrazo, pero Robin
Leeland continuó la lucha, apoyando a los herejes Lollardos y la doctrina de John Wycliffe, que
creía en la corrupción de la Iglesia y la igualdad de todos los cristianos. Los esfuerzos de Robin
Leeland y los herejes sufrieron una represión brutal por parte del rey Enrique IV y la Iglesia, que
aprobaron la quema de herejes. Con el comienzo en 1455 de la Guerra de las Dos Rosas entre las
familias de York y Lancaster por la sucesión al trono de Inglaterra, varios príncipes ingleses se
rebelaron contra la autoridad de Mithras, que apoyaba a la casa de York. Como advertencia, Mithras
ejecutó personalmente al Príncipe Nathaniel del feudo de Carlisle y a varios Vástagos que apoyaban
el bando de Lancaster.
LA CREACIÓN DE LA CAMARILLA
En 1394 el antiguo Hardestadt el Viejo, líder de los Ventrue de los Feudos de la Cruz Negra,
realizó un llamamiento a todos los Vástagos para responder a los ataques de los anarquistas y la
Inquisición. El primer encuentro entre antiguos tuvo lugar en 1395, pero fue interrumpido por un
asalto de los anarquistas, liderados por Patricia Bollingbroke, del clan Brujah. En la terrible lucha
que siguió Patricia consiguió sobrevivir y diabolizar a Hardestadt.
Privados de uno de sus principales líderes, los Ventrue realizaron una reunión de emergencia
en Sevilla. Hardestadt contaba con el apoyo de la mayoría de las facciones europeas del clan
Ventrue y sin su liderazgo muchas de estas facciones sin duda provocarían divisiones internas, en
un momento en que la unidad del clan era más necesaria que nunca. Hardestadt el Joven, uno de los
chiquillos de Hardestadt el Viejo, propuso una arriesgada solución.
Hardestadt el Joven había sido Abrazado sobre todo por su parecido físico con su sire, lo que
había permitido al antiguo utilizar a su chiquillo mientras mantenía su presencia oculta detrás de la
escena. Apoyado por la gran mayoría de los Ventrue, Hardestadt el Joven asumió la identidad de su
sire, haciendo creer a los demás Vástagos que había sido su chiquillo quien había perecido en el
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ataque de los anarquistas. La lealtad sobre el secreto del “verdadero” Hardestadt fue garantizada
mediante Vínculos de Sangre y en ocasiones silenciando a algunos testigos del engaño. Con el
tiempo, inevitablemente surgieron algunos rumores, entre ellos que el Fundador Ventrue había sido
destruido y sustituido por un Brujah, pero para entonces el clan Ventrue ya se encontraba unificado
y en condiciones de proporcionar una respuesta al desafío anarquista.
Hardestadt comenzó a reunir apoyos entre el clan, aliándose con otras facciones, como los
Antasianos y los Príncipes Mercaderes, llevando a los Ventrue en una nueva dirección más
mundana, persiguiendo intereses comerciales, financieros y políticos. Irónicamente, los antiguos
más conservadores de facciones como los Patriarcas y los Señores Orientales consideraban que
Hardestadt les había fallado, corrompido por el poder material en lugar de mantener la nobleza del
linaje. Rechazados por los partidarios de Hardestadt, muchos terminarían por unirse al Sabbat,
donde ayudarían en la organización de la nueva secta. Pero no todos los Ventrue que se unieron a
los anarquistas y el Sabbat eran antiguos conservadores, algunos de ellos eran idealistas que
deseaban ver a los Vástagos libres de la tiranía de los Ancianos, como la erudita Dominique,
mientras que otros eran individuos motivados por sus propios intereses personales que terminaron
en el bando equivocado.
Sin embargo, la labor de Hardestadt y sus seguidores para unificar a los Vástagos no estuvo
exenta de obstáculos. La destrucción de los Antediluvianos Lasombra y Tzimisce en 1405 y 1413 y
la caída de sus clanes, restaron el apoyo de numerosos antiguos. Hacia 1444 Hardestad había
conseguido atraer a su causa a representantes de los clanes Brujah, Gangrel, Malkavian, Nosferatu,
Toreador y Tremere, que serían conocidos colectivamente como los Fundadores de la Camarilla, e
intentó un arriesgado gambito para conseguir la alianza del clan Capadocio. Con la ayuda de
Yadviga Almanov, una antigua Ventrue, Hardestadt ayudó al antiguo Capadocio Claudius Giovanni
a planear una conspiración para derrocar a Japhet, un Matusalén del Clan de la Muerte reticente a
aliar a su clan con los seguidores de Hardestadt. Los Fundadores creían que tras desenmascarar la
conspiración los Capadocios serían conscientes del peligro anarquista dentro de sus propias filas y
terminarían por unirse a la Camarilla.
El plan de Hardestadt fue un rotundo fracaso. El antiguo Augustus Giovanni utilizó la
conspiración de su chiquillo Claudius para distraer a Hardestadt y los Fundadores de sus propias
intenciones, y en un audaz movimiento diabolizó al Antediluviano Capadocio y destruyó a los
principales líderes del clan. Algunos rumores aseguran que a su vez el propio Antediluviano
Capadocio había planeado su propia muerte con propósitos desconocidos. Sin embargo, como
consecuencia directa, el clan Capadocio se derrumbó y su lugar sería usurpado por el clan Giovanni.
Enfurecido por el engaño, Hardestadt se negó a incluir a los Giovanni en la naciente Camarilla y en
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1528 obtendría de ellos un Tratado por el que el Clan de la Muerte evitaría involucrarse en los
asuntos de los demás clanes.
A partir de 1450 Hardestadt aprovechó la creación de la Camarilla para centralizar su propio
clan, algunos dicen que ayudado por el antiguo Lisandro. Sea o no cierto este rumor, Hardestadt sin
duda se inspiró en la organización romana del clan, recreando el Senado Ventrue de Camila. Él y
dos docenas de antiguos Ventrue formaron el Consejo de los Éforos, los antiguos que dirigían el
clan y crearon un foro para las discusiones internas. Con el tiempo el Senado Ventrue sería
conocido como Directorio y los Éforos como Directores.
Algunos Ventrue, en especial Mithras, desconfiaban del liderazgo de Hardestadt, y la
proposición de la Camarilla no le parecía adecuadas. Mithras apoyaba un liderazgo fuerte sobre la
sociedad mortal en lugar de “escurrirse entre las sombras” y durante mucho tiempo rechazó las
propuestas de embajadores Toreador y Ventrue que trataban de cambiar su opinión. Por esta razón,
muchos Vástagos ingleses se incorporaron tardíamente a la Camarilla. Finalmente Mithras terminó
por ceder, aceptando operar bajo las bases de la nueva secta, aunque realmente siempre siguió
actuando según sus propios intereses, lo que le atrajo la desconfianza de los Fundadores. Un efecto
interesante de la decisión tardía de Mithras de integrar su dominio en la Camarilla es que tanto la
Camarilla como los anarquistas aceptaron reunirse en Inglaterra como territorio neutral para poner
fin a las hostilidades entre ambos bandos. El tratado final fue firmado en 1493, y tuvo lugar en la
aldea de Thorns, cerca de Silchester.
Muchos años han pasado desde el inicio de nuestro actual conflicto, conocido ahora como
el Movimiento Anarquista. Sea sabido que en esta noche del 23 de Octubre de 1493, la Yihad ha
terminado. El tiempo de la autodestrucción ha llegado a su fin.
Este Concordato, obligado al Pacto de Caín por votos sagrados, es una firme y vigilante
tregua entre los Vástagos por sí mismos llamados Anarquistas, el clan Assamita y los Vástagos
independientes unidos bajo el título de la Camarilla. Desde ahora, las partes serán reconocidas
como los Anarquistas, los Assamitas y la Camarilla.
Todas las partes asumen la responsabilidad de mantener la paz. Cada una de ellas
censurará apropiadamente a cualquiera que viole o se oponga a este sagrado Acuerdo. Se pedirá
cuentas a cada una de las partes por las acciones cometidas por ellas en contra ya sea de la letra o
el espíritu del Acuerdo. Este documento es vinculante y está sometido a la Lex Talionis aceptada
por todos los Cainitas, tal y como se ha transmitido la misma a través de los tiempos. Se pide a
todos los Vástagos que acepten y gocen de este pacífico acuerdo.
Sea sabido que los Anarquistas se unirán como parte aceptada de la Camarilla. Se espera
de ellos que actúen de forma pacífica para conseguir sus fines particulares. Deben defender a
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todos los Vástagos de la Camarilla, y les serán reconocidos los mismos derechos y privilegios que
a cualquiera de ellos. Todos los Anarquistas serán aceptados de vuelta a sus clanes y antiguos sin
que hayan de temer ninguna represalia. Sólo a las más perversas atrocidades les será negado el
perdón: éstas constarán por escrito para audiencia de los Justicar durante un año, plazo tras el
cual ninguna alegación será válida. Todos los Anarquistas podrán reclamar las propiedades
legítimas que les hubieran sido confiscadas. A cambio deben renunciar a cualquier botín de guerra
tomado durante el conflicto, entregándoselo a sus sires o a cualquier antiguo reconocido.
Sea también sabido que si se guerrea a partir de ahora contra los Anarquistas, la Yihad
abierta invalidará su compromiso a mantener la paz con el atacante. Podrán actuar libremente sin
miedo a represalias por parte de los miembros no activos de la Camarilla. Se garantiza a los
Anarquistas la libertad de actuar como les plazca, salvo para violar la “Mascarada” impuesta
para la protección de los Vástagos frente al ganado.
Queda dicho, además, que todos los miembros de cualquier otra secta autoproclamada
como tal debe declararlo abiertamente ante sus mayores y renunciar a tal relación. El no hacerlo
supondrá la destrucción de quien sea encontrado culpable. Ningún Vástago puede ser
conscientemente enviado a la muerte por un antiguo o sire, a menos que el riesgo para la
seguridad del clan o de la Camarilla pese más que la posible pérdida de una no vida.
A partir de esta noche los Assamitas no volverán a cometer Diablerie contra los miembros
de otros clanes: deben comprometerse a ello mediante una garantía impuesta en forma de
limitación taumatúrgica. Todos los Assamitas se verán incapacitados para beber libremente de la
vitae de otros Vástagos desde ahora y para siempre. Adicionalmente, los Assamitas pagarán a los
antiguos Brujah de España dos mil libras de oro, como rescate por los cinco Assamitas capturados
cometiendo Diablerie. Queda prohibido a los Assamitas participar en Cazas de Sangre.
Sea también sabido que se garantiza a los Assamitas completa independencia frente a la
Camarilla. La fortaleza Assamita de Alamut no sufrirá más ataques. Por respeto a sus creencias se
reconoce a los Assamitas la libertad de cometer Diablerie contra los miembros de su mismo clan,
así como contra todos los Vástagos no reconocidos como miembros de la Camarilla.
Queda establecido que todas las partes presentes, y todos los que muestren vínculos con las
mismas, están obligados por todos los aspectos de la presente Convención acordada aquí, en el
reino neutral de Inglaterra, en las afueras del caserío de Thorns, próximo a la ciudad de Silchester.
Quiera Caín darnos paz y veracidad a todos.
Son testigos los Fundadores:
Adana de Sforza, Brujah; Milov Petrenkov, Gangrel; Camilla Banes, Malkavian; Josef von
Bauren, Nosferatu; Rafael de Corazón, Toreador; Dama Fanchon, Tremere y Hardestadt el Viejo,
Ventrue.
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EL RENACIMIENTO DEL CLAN VENTRUE
Los Ventrue experimentaron un gran resurgimiento tras la creación de la Camarilla, no sólo
en número, sino también en oportunidades y cambios internos. La mayoría de los Anarquistas
habían sido sometidos, y aunque muchos de ellos se habían unido a las filas del Sabbat, los Ventrue
y sus aliados disponían de recursos suficientes para defenderse y reafirmar su dominio sobre gran
parte del mundo conocido. Paralelamente, la humanidad se embarcaba en una nueva edad de
progresos y descubrimientos en todos los campos. Los Ventrue utilizaron el auge de la ciencia y la
racionalidad para crear un entorno pacífico, donde los Vástagos pudiesen habitar sin el temor a las
persecuciones. La actuación de los Ventrue en la sociedad cambió, evolucionando hacia métodos de
influencia más sutiles.
Robert Kross, un antiguo alemán de los Príncipes Mercaderes y asistente de Hardestadt, fue
uno de los principales Ventrue que continuaron aprovechando el potencial del comercio y las
nuevas industrias. Robert Kross se asentó en Holanda y en unos pocos años estableció su presencia
convirtiéndose en el socio invisible de muchas compañías mercantiles. En unas décadas Kross y sus
socios consiguieron una gran riqueza mediante el comercio con el Lejano Oriente. Su chiquillo Juan
Miguel Ramírez repitió el éxito de su sire en España, introduciendo su influencia en los galeones de
oro que llegaban de América.
En toda Europa la nueva generación de los Ventrue abrió el camino al comercio
internacional, aunque fueron los mortales quienes más se involucraron en las empresas mercantiles,
dado que los Ventrue no solían arriesgarse a viajar lejos de sus dominios. El clan pronto se convirtió
en el más rico de todos los Vástagos, y construyeron fortunas que todavía sobreviven en las noches
actuales. No obstante, esta prosperidad comercial aumentó el cisma con los antitribu Ventrue del
Sabbat, que desaprobaban el rumbo que había tomado el clan. Incluso algunos jóvenes vampiros del
clan del Sabbat consideraban que los antiguos Ventrue de la Camarilla habían renunciado a su
nobleza. Por supuesto, los Ventrue de la Camarilla afirmaban que la riqueza sólo era un medio para
mantener el liderazgo y que el tiempo del feudalismo estaba terminando frente a las posibilidades
de la nueva economía.
Los Ventrue de la Camarilla consideraban que los Amos Secretos que habían luchado contra
el clan desde las Primeras Noches se habían infiltrado dentro del Sabbat, y se comprometieron a
destruir a sus enemigos. Durante siglos Europa fue testigo de la guerra entre sectas. Contra el
trasfondo de la guerra entre vampiros se sucedieron muchos conflictos mortales y los dos bandos
consiguieron resonantes victorias y derrotas. Finalmente, a principios del siglo XVIII, los Ventrue y
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sus aliados consiguieron expulsar a la mayor parte de los vampiros del Sabbat de Europa, salvo
algunos bastiones aislados, obligándoles a establecerse en el Nuevo Mundo.
LA REVOLUCIÓN INGLESA
Mithras se convirtió en uno de los principales pilares del clan Ventrue por su propio poder e
influencia personales, y aprovechó su alianza con la Camarilla para fomentar sus intereses. El
turbulento reinado de Enrique VIII de Inglaterra y las guerras de religión proporcionaron a Mithras
la cubierta perfecta para quebrar la influencia del catolicismo romano sobre su dominio y atacar a
sus enemigos de los clanes Brujah y Tremere. Sin embargo, la guerra distrajo a Mithras de la
sucesión dinástica y tras ser traicionado por su senescal y chiquillo, el Duque Amber, los Toreador
consiguieron que Jacobo IV de Escocia fuese coronado en 1602 como Jacobo I de Inglaterra,
asumiendo el control de la monarquía.
Con el nuevo monarca Mithras quedó relegado de golpe al papel de un señor regional más, y
los Toreador se convirtieron en el principal poder de Inglaterra. Afortunadamente el Clan de la Rosa
no consiguió sacar partido de su éxito a largo plazo y su determinación por apoyar a la monarquía
provocaría su derrota. Furioso, Mithras depuso a su senescal –que apenas consiguió escapar con
vida- y comenzó a elaborar planes para derribar al monarca inglés.
Pronto se hizo evidente que la elección de Jacobo I no había sido muy acertada. El empeño
del rey por convertir Inglaterra en una monarquía absoluta lo enfrentó con el Parlamento a lo largo
de su reinado. En 1625 fue sucedido por su hijo Carlos I, que aunque fomentó las artes y la cultura
carecía de sutileza y sofisticación política, continuando con la lucha entre Corona y Parlamento
iniciada por su padre. Cuando Carlos I intentó arrestar a varios parlamentarios n 1642 comenzó una
guerra civil.
En la guerra civil, también conocida como la Gran Rebelión, lucharon vampiros y mortales,
pues los Ventrue estaban decididos a recuperar el poder. Pronto encontraron unos sorprendentes
aliados en los Brujah, que apoyaban las peticiones del Parlamento, mientras los Toreador se
apoyaban en los caballeros partidarios del monarca, pues consideraban que el tiempo terminaría por
volver la guerra a su favor, ya que el absolutismo se estaba extendiendo por toda Europa durante la
misma época. Durante los siguientes diez años las posiciones de Ventrue y Toreador cambiaron
constantemente con continuos avances y retiradas. Sin embargo, finalmente el sentido práctico de
los Ventrue y las dotes estratégicas de Mithras se impusieron, ayudando a la creación del Nuevo
Ejército Modelo, una nueva concepción militar que resultó la ventaja decisiva del Parlamento. Los
servidores de Mithras consiguieron un importante triunfo en 1645 que llevó a la victoria del
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Parlamento. Finalmente el rey fue capturado por los parlamentarios en 1647, y la paz parecía
asegurada, pero las divisiones políticas provocaron el regreso a la guerra.
Oliver Cromwell, un importante parlamentario, trató de persuadir al rey Carlos I de que
aceptara las reformas exigidas por el Parlamento. El rey pareció ceder, pero huyó de la vigilancia
del Parlamento e inició nuevos alzamientos de sus partidarios. Desafortunadamente para el monarca
las insurrecciones fracasaron y él fue capturado de nuevo. Tras el juicio del Parlamento fue
condenado a muerte en 1649. Inglaterra fue declarada una república con Cromwell como líder del
Parlamento. Dos años después los últimos partidarios del rey fueron sometidos.
La Mascarada estuvo al borde de la ruptura en varias ocasiones durante la Guerra Civil, y
varios Vástagos desaparecieron durante la revuelta. Temerosos de la intensidad del conflicto la
Camarilla envió a varios observadores para tratar de mediar entre Ventrue y Toreador. El Príncipe
de Londres no estuvo muy conforme ya que entre estos mediadores se encontraba Violetta de París,
Justicar Toreador, y los Vástagos franceses del clan habían prestado un discreto apoyo a sus
hermanos de Inglaterra. La intervención de Violetta no obstante trajo una paz temporal entre ambos
clanes, y la restauración de la monarquía inglesa en 1661, sometida a las decisiones del Parlamento,
fue considerada como un gesto conciliatorio hacia los Toreador. Durante unos años la paz se
estableció nuevamente en Inglaterra, aunque posteriormente surgirían algunos rebrotes de
enfrentamiento. En 1688 la Revolución Gloriosa provocó la caída del rey Jacobo II y su sustitución
por el holandés Guillermo de Orange, un monarca que se adecuaba más a los deseos de los Ventrue.
El fin “oficial” de las hostilidades entre los Ventrue y Toreador de Inglaterra llegó con la
firma del Tratado de Durham en 1693. El Tratado reconocía la situación existente –los Ventrue
retenían el dominio de Londres y del sudeste de Gran Bretaña, mientras que los Toreador mantenían
el control de Escocia. No fue un acuerdo entre iguales: el tratado garantizaba que los Toreador no se
aliarían con otros clanes, especialmente los Tremere, ni intentarían conseguir dominios fuera de
Escocia. A cambio se garantizaba la seguridad del feudo de Edimburgo. La ruptura de este acuerdo
por parte de cualquier Toreador llevaría a severas represalias. Hubo un intercambio de rehenes entre
ambas partes para garantizar el cumplimiento del Tratado de Durham, pero muchos Toreador
guardaron en secreto su resentimiento por esta paz forzosa.
Como resultado de la Gran Rebelión, Mithras y los demás príncipes ingleses se distanciaron.
Muchos de los príncipes habían apoyado a los Toreador y los Realistas, y varios fueron derrocados
por los Ventrue y los seguidores del Parlamento. Mithras volcó sus esfuerzos en Londres y se
involucró cada vez menos en la política de otros feudos.
La caída de Jacobo II en 1688 no había sido completamente aceptada por varios grupos
influyentes en Escocia, Gales y Francia (conocidos como Jacobitas), y en las décadas siguientes sus
descendientes trataron de recuperar el trono inglés. Los Toreador encontraron en los Jacobitas unos
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peones muy útiles y los utilizaron para golpear a los Ventrue. Las revueltas de 1715 y 1719 tuvieron
un impacto poco considerable, y los Ventrue decidieron ignorar la muerte de varios rehenes del clan
en Edimburgo. Sin embargo, la rebelión de 1745 fue más considerable tanto en impacto mortal
como en participación vampírica. Carlos Estuardo consiguió controlar la mayor parte de Escocia,
pero sus esperanzas de llevar la revuelta a Inglaterra fracasaron. Tras la aplastante derrota de
Culoden en 1746 el pretendiente Jacobita tuvo que escapar y la mayoría de los rebeldes huyeron o
fueron ejecutados. Cansado de los Toreador, Mithras ordenó la ejecución de varios rehenes del clan
situados en Londres, a pesar de las protestas de los Toreador de Edimburgo, que habían ejecutado a
sus rehenes Ventrue en 1715. En los años siguientes los rehenes fueron sustituidos y las relaciones
entre ambos clanes se normalizaron, pero los Ventrue hicieron valer su dominio mediante el Acta de
Unión de 1801, que unificaba el gobierno de Escocia e Inglaterra.
AMÉRICA
Aunque Mithras no sentía un interés especial por el Nuevo Mundo, pronto vio en las
colonias una oportunidad para resarcirse de su pérdida de influencia en los dominios ingleses.
Aunque otros clanes los habían precedido en el proceso colonizador, muy pronto durante el siglo
XVIII jóvenes y emprendedores Ventrue, apoyados por sus antiguos, buscaron establecer nuevos
dominios en la Costa Este de Norteamérica. En 1760 los ingleses conquistaron Nueva Francia (en el
actual Canadá) y su posesión les fue confirmada por el Tratado de París de 1763, que puso fin a la
Guerra de los Siete Años.
El liderazgo de la colonia de Nueva Francia estaba en manos de varios decadentes Toreador, que en
cuanto tuvieron oportunidad regresaron a Francia. Los Ventrue de Londres enviaron a Kyle
Strathcona para que supervisara la presencia vampírica en el nuevo territorio, añadiéndolo a sus
dominios.
Cuando estalló la Revolución Americana en 1776 los Ventrue se encontraban muy mal
preparados y superados en número por otros clanes, como los Brujah, Lasombra y Tzimisce. El
Sabbat había instalado su presencia en las colonias desde el siglo XVI. Algunos de los Príncipes
Ventrue de América o “principitos” como les llamaban los antiguos de Europa, cayeron ante sus
enemigos, pero afortunadamente para ellos el estallido de la Primera Guerra Civil del Sabbat y la
desorganización de los Vástagos americanos les permitieron sobrevivir. Los Ventrue se
reorganizaron explotando las luchas internas de sus adversarios y fomentando el proceso
colonizador hacia el Oeste, donde los nuevos enclaves se convirtieron en importantes dominios de
la Camarilla. No obstante, el clan sufrió grandes pérdidas en la Costa Este y en Canadá, donde el
Príncipe Kyle Strathcona terminó uniéndose al Sabbat.
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La Guerra de Secesión de Estados Unidos(1861-1865) proporcionó una nueva oportunidad a
los Ventrue de golpear a sus enemigos. Contrariamente a una opinión generalizada, el clan no
apoyaba en conjunto la esclavitud y nunca prestó mucha atención al comercio de esclavos. Cuando
estalló el conflicto los Ventrue utilizaron su influencia, siguiendo a los ejércitos para deslizarse en
las ciudades del Sabbat y reclamarlas para la Camarilla. Al terminar la guerra los Ventrue
controlaban importantes ciudades como Chicago, Nueva Orleáns, San Luis, Nueva Orleáns, San
Francisco y ayudaron a otros clanes a conquistar su dominio en otras como Atlanta, Savannah,
Richmond y Charleston.
EL ASCENSO DEL CLAN VENTRUE
EL IMPERIO BRITÁNICO
La Revolución Francesa de 1789 debilitó todavía más la influencia de los Ventrue en
Francia, llevando a una horda de refugiados a Londres, tanto mortales como vampiros. Aunque no
existía mucha cordialidad entre Mithras y François Villon, el Príncipe Toreador de París, Mithras
ofreció a los refugiados parisinos apoyo y acogida a quienes quisieran integrarse en su feudo. Los
refugiados –en su mayoría Toreador, pero también
Ventrue, Brujah y Malkavians, no
permanecieron mucho tiempo en Londres, buscando recuperar sus dominios o restablecerlos en otro
lugar Cuando el Príncipe de París recuperó el control de su ciudad en 1799, muchos Ventrue
franceses permanecieron en Londres.
Fue en estos años cuando Mithras abandonó Londres, supuestamente en un viaje de rutina,
como había hecho en varias ocasiones en el pasado, dejando a su senescal Valerius en el gobierno
de su dominio. En las décadas siguientes Mithras sería visto en París, Roma, Venecia, Estambul y
Bagdad y no regresaría hasta 1885.
El siglo XIX fue una época dorada para el Clan Ventrue, y a muchos miembros del clan les
recordaba la gloria del Imperio Romano. Tras la caída de Napoleón en 1815 Gran Bretaña se
convirtió en la mayor potencia mundial, a pesar de la derrota que había llevado al surgimiento de
los Estados Unidos de América. Los Ventrue británicos aumentaron sus fortunas con la formación
del Imperio y acompañaron el proceso colonizador, estableciendo una red de contactos y chiquillos
por África, la India y Asia.
La posición de los Ventrue en Gran Bretaña también supo sacar provecho de la Revolución
Industrial, realizando numerosas inversiones y esperando que su riqueza se multiplicara.
Rápidamente neutralizaron los intentos de los vampiros del Sabbat y los anarquistas por explotar los
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crecientes movimientos obreros y las revoluciones liberales, realizando varias reformas y
concesiones sociales por parte de los gobiernos mortales.
Los Ventrue mantuvieron con fuerza su influencia sobre el Parlamento Británico. Cuando
Guillermo IV murió y su hija Victoria I se convirtió en Reina de Inglaterra Valerius reafirmó su
prohibición de manipular a la monarquía británica. En 1848 un grupo de Sabbat dirigidos por
Archibal Streck, del clan Brujah trató de derribar a Valerius y a la primogenitura de Londres, lo que
provocó una rápida reacción por parte de los Ventrue, que destruyeron gran parte de la presencia
Sabbat en la ciudad.
Con el regreso de Mithras a Londres en 1885 su senescal Valerius fue depuesto y
reemplazado por Lady Anne Bowesley. Mithras reafirmó el poder de los Ventrue sobre la ciudad y
otros dominios de Inglaterra, expulsando a Roman Pendragon, del clan Brujah, que había
constituido la principal oposición a los Ventrue en Inglaterra, y derribó la presencia del Príncipe
Malkavian William Biltmore del feudo de Gales. Esta muestra de fuerza llevó a otros príncipes
ingleses a realizar actos públicos de contrición ante los demás Vástagos, aunque muchos siguieron
conspirando contra el Príncipe de Londres.
En muchas maneras el Imperio Británico fue el símbolo del poder Ventrue y de la Era
Victoriana, sostenido por el comercio mundial. También fue una época de gran interés para el
ocultismo, que fortaleció a los Tremere ingleses, pero también permitió a Mithras restaurar su culto
personal bajo la fachada de un club aristocrático.
Algunos de los Ventrue se convirtieron en intrépidos exploradores, llegando a acompañar a
las expediciones que remontaron el Nilo. Por supuesto, muchas de estas exploraciones no eran
debidas a un mero afán aventurero, sino a objetivos concretos, normalmente el conseguir el control
de grandes dominios. Las primeras exploraciones del sur de África consiguieron derrotar los
intentos del Sabbat por establecerse en la zona. En África los Ventrue pactaron en ocasiones con los
Vástagos africanos, aislados durante siglos de sus compañeros occidentales e incluso alcanzaron
relaciones amigables. Sin embargo, su relación siempre fue limitada por el orgullo de su linaje, y
muy pocos se dignaron Abrazar entre las poblaciones nativas.
De la misma forma los Ventrue siguieron a los empresarios británicos a Oriente Medio,
donde introdujeron su influencia en la naciente industria petrolífera.
La apertura de los puertos de Japón al comercio occidental en 1868 fueron debidos
principalmente por los deseos de los Ventrue de descubrir los secretos de los vampiros orientales, y
por supuesto, los Vástagos del clan nunca tuvieron contemplaciones a la hora de apropiarse del
dominio de las tierras colonizadas. La mayoría de los Ventrue que permanecen en Japón en las
noches actuales son en su mayor parte de extracción militar. Otros miembros del clan se
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establecieron como príncipes en lugares hostiles para los Vástagos occidentales como Sudáfrica, la
India, Hong Kong, Macao y Oriente Medio.
EL IMPERIO ALEMÁN
Aunque los Ventrue germánicos continuaron reconociendo públicamente el liderazgo de
Hardestadt tras la creación de la Camarilla, los Feudos de la Cruz Negra se unieron en un Consejo
informal, donde varios antiguos compartían el poder, en beneficio de la unidad del clan. Hardestadt
y Robert Kross eran los antiguos más eminentes de este Consejo, pero paulatinamente, con el
desarrollo y prosperidad que siguieron al Renacimiento, otros antiguos también fueron accediendo a
posiciones de poder, entre ellos Gustav Breidenstein, Príncipe de Berlín.
Gustav Breidenstein era un antiguo particularmente conservador, aunque su desprecio por la
“chusma” del Sabbat lo llevó a apoyar la creación de la Camarilla. Sin embargo, su pretensión de
que los dominios urbanos debían permanecer exclusivamente en manos del linaje de cada príncipe,
lo llevó a enfrentarse con otros clanes, principalmente los Toreador y los Tremere. Gustav y los
Ventrue germánicos salieron especialmente fortalecidos tras la Guerra de los Treinta Años (1618 1648), que les permitió aplastar la presencia del Sabbat en el Sacro Imperio Romano, así como la de
imponer su dominio sobre otros clanes de la Camarilla. En un gesto conciliador Gustav abrió la
ciudad de Berlín a otros clanes.
Gustav comenzó a fomentar la militarización de su dominio, lo que llevó a la creación del
estado de Prusia, con uno de los mejores ejércitos del siglo XVIII. Aunque los manejos del Príncipe
de Berlín no eran sutiles, sí fueron efectivos, aumentando los territorios de Prusia a costa de los
reinos vecinos, lo que le granjeó la enemistad de numerosos Vástagos. En 1806 los ejércitos de
Napoleón conquistaron Berlín y los Toreador de París, agraviados por la ejecución de varios de sus
hermanos de clan, obligaron a Gustav a pedir públicamente disculpas y a ejecutar a tres de sus
propios chiquillos. Ante esta humillación, Gustav fomentó las alianzas con otros príncipes Ventrue
de Alemania, aguardando el momento de su venganza.
En el siglo XIX Hardestadt, Robert Kross, Gustav Breidenstein y otros Ventrue alemanes
aprovecharon la Revolución Industrial y el auge del movimiento nacionalista alemán para fomentar
la unificación del país bajo un mismo gobierno. El canciller Bismarck fue el principal artífice de la
unificación, pero fue ayudado por los Ventrue, sobre todo por el Príncipe de Berlín, quienes
salvaron su vida al menos media docena de veces cuando Vástagos conservadores o Sabbat
entrometidos trataron de entorpecer la unificación.
El proceso que condujo a la unificación de los diversos Estados alemanes bajo la forma de
un Imperio fue en buena medida, consecuencia de una profunda maduración social y económica en
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el mundo alemán después de las revoluciones de 1848, y del fortalecimiento político de Prusia en el
conjunto de esos Estados. En ese sentido, la unificación parece ser más el resultado de la conjunción
de procesos de diverso signo que el final de una política diseñada por un sector nacionalista que
distó mucho de ser tan articulado y unánime como pudiera suponerse. Las convicciones liberales y
los sentimientos nacionalistas, desde luego, no desaparecieron con la reacción absolutista que marcó
el final de los procesos revolucionarios de 1848 y 1849. El propio Federico Guillermo IV, bajo la
inspiración del ministro J. M. von Radowitz, había tratado de aprovechar su liderazgo de aquellos
años para intentar que los príncipes alemanes le pusieran al frente de un proyecto de unificación,
ofreciéndole la Corona imperial alemana. Federico Guillermo consiguió el apoyo de una treintena
de Estados en la llamada Unión restringida, que votó una Constitución federal en abril de 1850.
Aparte de la resistencia de los príncipes, y del recelo de los propios nobles prusianos (Junkers) a
todo lo que no fuera el fortalecimiento de Prusia, Federico Guillermo se encontró con la dura
réplica de Austria, que estaba respaldada por la alianza rusa. El canciller austriaco Schwarzenberg
convocó a finales de noviembre de 1850, en Olmütz, al ministro prusiano O. von Manteuffel y le
obligó a la renuncia de los proyectos de hegemonía prusianos. La Confederación Germánica era
restablecida, al igual que la Dieta, mientras que Prusia era humillada y Austria afirmaba
momentáneamente su hegemonía sobre una gran Alemania. En cualquier caso, el conflicto entre
ambas potencias quedaba perfilado en el horizonte.
No sólo el Sabbat buscaba destruir el proceso de unificación. Los Toreador de Baviera y los
Tremere de Austria también veían una amenaza en la hegemonía de los Ventrue alemanes. Los
Tremere también deseaban establecer un estado alemán unificado, pero bajo el liderazgo del
Imperio Austriaco. Gustav y los Ventrue decidieron utilizar la vía militar para llevar a cabo sus
aspiraciones.
La situación comenzó a deteriorarse desde finales de abril de 1866 cuando fracasaron los
intentos de evitar la movilización de los ejércitos austriacos y prusianos, después de que Prusia
hubiera presentado un plan de reforma de la Confederación Germánica que era una nueva maniobra
política para excluir a Austria del mundo germánico, a la vez que daba satisfacción a las
aspiraciones de los elementos nacionalistas. Austria trató de contraatacar, en los primeros días de
junio, apelando a la Dieta de la Confederación en torno a la cuestión de los ducados daneses, pero
esa fue la ocasión para que Prusia declarase que no reconocía ya a la Confederación Germánica, y
para iniciar las hostilidades contra Austria y sus aliados (Sajonia, Hannover y Hesse-Kassel).
Aunque muchos pensaron que la guerra sería larga y se decantaría del lado austriaco, los hechos
fueron muy diferentes. Tras la derrota austriaca en Sadowa ese mismo año se firmaron los
preliminares de la paz, por los que se acordaba la disolución de la Confederación Germánica y el
alineamiento de los estados del Norte de Alemania bajo el liderazgo de Berlín.
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Sin embargo, los Ventrue no estaban satisfechos y continuaron fomentando el sentimiento
nacional alemán para llevar a más estados a la unificación. Hubo numerosos intercambios y
presiones diplomáticas entre los príncipes alemanes, pero finalmente sería el estallido de la guerra
entre Francia y Alemania de 1870, provocada por Bismarck, lo que fortaleció la tendencia
unificadora frente al enemigo exterior. Las hostilidades se prolongaron durante el mes de agosto,
hasta desembocar en el desastre francés de Sedán. Los franceses, sin embargo, no capitularían hasta
finales de enero del año siguiente. Para los intereses de Bismarck, el conflicto facilitó el clima
emocional en el que se hizo posible la unificación entre la Confederación y los Estados del sur.
Baden y Hesse-Darmstadt habían manifestado ya su voluntad de integrarse en la Confederación,
mientras que Bismarck tuvo que hacer algunas concesiones políticas para conseguir la unión con
Baviera y Württemberg. Como consecuencia de esta unión, el rey de Baviera encabezó una
propuesta de los príncipes alemanes para que Guillermo I adoptase el título de emperador de
Alemania. La proclamación del Imperio se produjo el día 18 de enero de 1871 en la Galería de los
Espejos del palacio de Versalles. Con ella se culminaba el proceso de la unificación política
alemana.
Los Ventrue estaban eufóricos, pero muy en especial Gustav, que tras la derrota francesa se
había vengado por la humillación a la que los Toreador de París lo habían sometido durante la
ocupación napoleónica. Con su dominio asegurado en la capital del nuevo Imperio, adquirió un gran
renombre entre los Ventrue alemanes. En su euforia, Gustav llegó a ofrecer el Abrazo a Bismarck,
pero ante su rechazo borró los recuerdos de su ofrecimiento de la mente del mortal y orquestó la
destitución del canciller. En 1888, tras la muerte de Guillermo I y del príncipe Federico, que murió
de un cáncer de garganta a los tres meses de haber sucedido a aquél, Guillermo II, un joven de
veintinueve años, fue coronado emperador. Decidido a intervenir más directamente en la política de
lo que lo había hecho su abuelo, tardó poco tiempo en enfrentarse a Bismarck, tanto en la política
interior como exterior. El nuevo emperador se negó a refrendar el endurecimiento de las medidas
antisocialistas que su canciller le propuso después del aumento de los diputados socialdemócratas
en las elecciones de 1890 -que pasaron de 11 a 35 escaños- y se mostró dispuesto a apoyar el
control austriaco de los Balcanes, aunque ello supusiera el enfrentamiento con Rusia, frente a la
tradicional política de equilibrio seguida hasta entonces. Bismarck fue forzado a dimitir en marzo
de 1890, siendo sustituido por el general prusiano Georg Caprivi.
EL SIGLO XX
LAS DOS GUERRAS MUNDIALES
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A finales del siglo XIX los Ventrue eran el clan más poderoso de la Camarilla y miraban
hacia un futuro próspero. Europa era la fortaleza de la secta, y la Camarilla había sobrepasado la
influencia del Sabbat en América. Nada parecía predecir el terrible futuro que se aproximaba.
La Primera Guerra Mundial fue una completa sorpresa para todos los implicados,
especialmente los Ventrue. Algunos miembros del clan como Gustav Breidenstein decidieron
utilizar el conflicto para sus propios fines, utilizando la guerra para asegurar la preeminencia de los
Ventrue sobre los demás clanes. Gustav encontró apoyos entre los Ventrue alemanes y algunos
Tremere austriacos. Sin embargo, sus ofrecimientos de alianza a Mithras y sus compañeros de clan
ingleses fueron desestimados. Mithras consideraba que Gustav estaba yendo demasiado lejos,
involucrándose de lleno en los acontecimientos mortales, y además no veía con buenos ojos el
excesivo poder que estaban acumulando los Ventrue alemanes. El Príncipe de Berlín lo acusó de
traición al espíritu del clan y el Consejo de los Éforos se dividió entre los Aliados y los Imperios
Centrales.
La Gran Guerra sobrepasó todas las expectativas de mortalidad y destrucción, y cambió el
equilibrio de poderes en Europa y el mundo. Alemania cargó con el peso y las responsabilidades de
la guerra y resultó casi destruida. Europa Oriental quedó irreconocible con la aparición de nuevos
estados, surgidos del desmembramiento de territorios de Alemania, Austria y Rusia. Muy pocos
Ventrue participaron en los campos de batalla, salvo cuando la guerra llegaba hasta sus dominios,
pero los intereses industriales, financieros y comerciales del clan se vieron muy afectados por la
destrucción. Las crisis económicas que siguieron al período de la posguerra, y muy especialmente la
Gran Depresión de 1929 empeoraron la situación. Algunos antiguos Ventrue, entre ellos Robert
Kross, emigraron a los Estados Unidos para conseguir nuevos territorios y apoyar a la Camarilla
contra la creciente amenaza del Sabbat, que salió especialmente beneficiado por la crisis de la
posguerra. Gustav Breidenstein perdió casi toda su influencia en Berlín. Su chiquillo Wilhem
Waldburg lo privó de la mayor parte de sus poderes y estableció una Primogenitura de diversos
clanes.
Muchos de los Ventrue perjudicados por la Gran Guerra se volvieron hacia el fascismo y los
movimientos dictatoriales como un medio para recuperar su poder. En Italia, muchos miembros del
clan como Catalina Volo, siguieron la estela de Mussolini, atraídos por sus promesas de restaurar el
país y la gloria de la antigua Roma, y alcanzaron posiciones de poder a costa de otros clanes. En
España Juan Miguel Ramírez, que había unido sus intereses a la pequeña burguesía comercial,
prestó apoyo a los falangistas y posteriormente a los seguidores del general Francisco Franco,
buscando reconstruir su fortuna, muy mermada tras la pérdida de las últimas colonias americanas en
1898.
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En Alemania la situación fue más compleja. En 1933 Gustav Breidenstein aprovechó el
ascenso de Adolf Hitler para derrocar a su chiquillo Wilhem Waldburg y a la Primogenitura de
Berlín, renovando sus antiguas alianzas con varios príncipes alemanes que habían sobrevivido al
caos de la Primera Guerra Mundial. Gustav y sus seguidores apoyaron al partido nazi, mientras que
su derrocado chiquillo Wilhem Waldburg y sus partidarios se opusieron, pues demasiados puntos en
la política de Hitler les recordaban a la Inquisición. Cuando las conexiones nazis con el ocultismo
quedaron reveladas varios Ventrue desconfiaron, viendo en Adolf Hitler una herramienta de los
Amos Secretos. Cuando las persecuciones contra los judíos, gitanos, homosexuales y otros
elementos “indeseables” comenzaron, muchos Vástagos temieron que los nazis terminarían por
perseguirlos a ellos.
No sólo algunos antiguos Ventrue cooperaron con el megalómano Gustav, que vio la
oportunidad de desquitarse de la derrota de la Primera Guerra Mundial. Muchos jóvenes del clan
vieron en Adolf Hitler una esperanza para restaurar el orden y recuperar su hegemonía. Gustav trató
de influir en varias ocasiones en el líder nazi, pero aunque los planes del dictador mortal coincidían
en ocasiones con los del Príncipe de Berlín, nunca consiguió manipularlo directamente. Otros
Ventrue tuvieron cierto éxito asumiendo posiciones de responsabilidad en el partido Nazi, pero
fueron incapaces de dirigir su rumbo.
La Segunda Guerra Mundial trajo de nuevo el caos, y el Consejo de los Éforos se dividió
nuevamente entre los Aliados y las potencias del Eje. Durante cinco años Europa fue devastada por
la guerra, y la destrucción y la mortalidad superaron con creces a las de la Primera Guerra Mundial.
Los Éforos trataron de organizar al clan, evitando las bombas, sacando todo el provecho posible y
permaneciendo desapercibidos. Mithras cayó en letargo tras un bombardeo alemán sobre Londres,
al igual que otros vampiros europeos, y otros muchos fueron destruidos durante el conflicto.
Mientras tanto los Ventrue de Estados Unidos se enriquecieron con el fomento de las empresas
militares e industriales. La posguerra supuso la decadencia política de Europa y el ascenso de los
Estados Unidos, así como de los antiguos Ventrue de América.
EL FIN DEL SIGLO XX
Aunque muchos Ventrue cayeron durante la Segunda Guerra Mundial, paulatinamente el
clan consiguió reconstruir su poder en Europa durante las décadas siguientes. Tras la desaparición
de Mithras, su senescal Anne Bowesley se convirtió en Reina de Londres. En Alemania, muchos
príncipes Ventrue sobrevivieron a la guerra, entre ellos Gustav Breidenstein, que se alió con los
Brujah soviéticos y convirtió en su dominio Berlín Oriental, mientras su chiquillo Wilhem
Waldburg asumía el poder en Berlín Occidental.
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Durante la Guerra Fría los Ventrue a ambos lados del Telón de Acero se mantuvieron en
contacto, trabajando de forma coordinada para mantener una posición ventajosa. Hubo algunas
diferencias en los métodos de actuación, pues los Ventrue Orientales se vieron enfrentados a
menudo a ls Brujah soviéticos y utilizaron métodos dictatoriales, entre ellos la manipulación de la
policía secreta, para mantener a raya a los mortales. Con la caída del bloque comunista muchos de
estos Ventrue perdieron sus asideros políticos y aunque algunos consiguieron recuperarse, otros
optaron por reconstruir su influencia a través del crimen organizado.
En contraste los Ventrue Occidentales se concentraron en la recuperación de la industria,
infiltrándose en los grandes negocios y en las empresas multinacionales, aunque a imitación de sus
hermanos Orientales algunos también consiguieron prosperar en las redes del crimen organizado.
En Chicago, Al Capone fue Abrazado por los Ventrue y controla gran parte de las actividades
ilegales de la ciudad, mientras que los Maltese, una importante familia mafiosa de la Costa Este,
responden en última instancia al antiguo Ventrue Antonio Cardona. En Norteamérica la posguerra
fue una época particularmente provechosa. La rebelión de los anarquistas en la Costa Oeste
sorprendió a los antiguos de la Camarilla pero la expansión anarquista fue contenida gracias a la
actuación acertada de líderes Ventrue como Robert Kross y el Príncipe Lodin de Chicago.
El descubrimiento de las bombas atómicas despertó enormes temores entre lo Vástagos y los
Ventrue no constituyeron una excepción. Una facción radical del clan propuso obtener el control de
una bomba atómica durante los años sesenta, pero el plan fue desestimado y abandonado. Sin
embargo, el miedo a que el Sabbat u otros enemigos de la Camarilla pudiesen obtener el control de
un arma semejante ha llevado a los Ventrue a crear un cuerpo de agentes y observadores para
controlar la difusión y el tráfico de armas.
LAS NOCHES FINALES
Aunque en la actualidad los Ventrue se mueven sobre todo entre los líderes del mundo
occidental en los últimos tiempos varios observadores del clan no han dejado de percibir la
aparición de poderosos enemigos. Los dominios anarquistas en la Costa Oeste fueron barridos por
la invasión de los vampiros orientales, que también destruyeron a Robert Pedder, del clan Ventrue,
Príncipe de Hong Kong. Los vampiros orientales se han mostrado como una nueva y extraña
amenaza, ajenos por completo a las costumbres de los Vástagos, aunque algunos vampiros
japoneses han llegado en ocasiones a pactar con los Ventrue. Las recientes incursiones de los
hombres lobo en las ciudades han terminado con la destrucción de varios importantes Ventrue, entre
ellos el Príncipe Lodin de Chicago y el recién despertado Mithras de Londres. Otros príncipes
Ventrue como Terence Merik de Milwaukee o Gustav Breidenstein de Berlín Oriental también han
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encontrado la muerte en los últimos tiempos. Recientemente también se descubrió que un respetado
Ventrue, el Príncipe Marcus Vitel de Washington D.C. era un Lasombra infiltrado, siendo destruido
por un arconte Brujah. Fabricio Ulfila, líder de los Ventrue eclesiásticos ha advertido de la
aparición de extraños tumultos en el mundo de los muertos.
Pero ninguno de los acontecimientos recientes ha despertado más la preocupación del clan
Ventrue que el abandono de los Gangrel de la Camarilla en medio de la ofensiva del Sabbat en la
Costa Este de Norteamérica. El Sabbat parece más fuerte que nunca, por primera vez en varios
siglos. La respuesta de la Camarilla en la forma de la conquista de Nueva York, liderada entre otros
por el arconte Ventrue Jan van Pieterzoon, parece haber contenido la ofensiva de la secta rival, al
menos por el momento.
Los Ventrue americanos llaman a la acción directa, incluso unilateral, si los demás clanes no
están dispuestos a pasar a la ofensiva. Por el contrario los Ventrue europeos aconsejan una actitud
más moderada. Algunos antiguos, entre ellos Robert Kross, creen que es el momento de buscar un
liderazgo fuerte para el clan y han comenzado a buscar a Lisandro y Camila, que dirigieron el clan
durante el Imperio Romano, con la esperanza de que su liderazgo estabilice el rumbo del clan.
En el clan también se han alzado algunas voces que opinan que ha llegado el momento de
hacer la paz con el Sabbat, pues una guerra eterna entre las dos sectas carece de sentido y la división
entre los Vástagos no hace más que beneficiar a los Amos Secretos. Y que lo lógico sería unir
ambas sectas ante la inminencia de la Gehenna. Sin embargo estas voces radicales siguen siendo
minoría y en ocasiones han sido acalladas por la fuerza.
Ciertos Ventrue comparten una preocupación que se hace cada vez más acuciante, una sobre
la que a menudo temen hablar todavía más que los radicales que hablan de realizar acuerdos con el
Sabbat. Estos Ventrue postulan que los Amos Secretos han estado manipulando durante milenios a
los enemigos del clan, y sus especulaciones no terminan aquí. Contemplan acciones
incomprensibles y sin sentido por parte de los antiguos Ventrue, algunos de los cuales muestran un
evidente estancamiento y se niegan a valorar los cambios y la iniciativa personal, y se hacen
preguntas. Ven a los líderes del clan poner obstáculos a los ancillae más destacados mientras
recompensan a quienes no han hecho nada por merecerlo, y se hacen preguntas. Ven todos estos
acontecimientos en conjunto y ven la mano de los Amos Secretos también detrás de los Ventrue.
El siglo XXI tendrá gran importancia para los Ventrue. En estos momentos poseen mayor
poder e influencia que cualquier otro clan, pero su poder está siendo discutido y atacado desde
múltiples frentes. A medida que el mundo se encamina hacia la globalización, el liderazgo de los
Ventrue es puesto nuevamente a prueba. Sin embargo la historia ha demostrado que a pesar de sus
fracasos y reveses los Ventrue han conseguido sobrevivir cuando menos se espera. La razón es que
al contrario de lo que pretenden otros clanes los Ventrue son realmente despiadados, fríos y
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calculadores y están dispuestos a cualquier cosa para garantizar su supervivencia. Es su herencia, su
tradición, su historia.
Y los Ventrue aman su historia.
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