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Introducción al estudio de la Torá
¿Qué es la Torá?
INSTRUCCIÓN
Los primeros cinco libros de la Biblia los conocemos como “el Pentateuco”, que
significa “los cinco rollos”. Su nombre hebreo es “Torá”, palabra que fue traducida
“Ley” en la mayoría de las versiones de Biblia. “Torá” denota instrucción (Éxodo
24:12).
Salmo 119:73: “Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que
aprenda tus mandamientos.” Podríamos decir que la Torá es el manual de instrucciones
de nuestro Creador en el cual nos enseña a escoger vida.
DAR EN EL BLANCO
La raíz de la palabra “Torá” significa “dar en el blanco”. La instrucción divina “da en el
blanco”; es decir, cumple su propósito sin fallar. Imparte dirección, es la senda de Dios
para nuestros pasos, es el camino recto en que debemos andar. En contraste, “pecar” es
tomar el camino contrario, opuesto al camino de Dios; denota fallar en el blanco.
La Torá es poderosa y profunda sin medida en su capacidad para escudriñar al alma. La
Palabra de Dios llega a lo más íntimo de nuestro ser. Arroja luz sobre nuestros
pensamientos y revela las intenciones más escondidas de nuestro corazón (Hebreos
4:12-13).
LLUVIA
La palabra “Torá” está relacionada con la lluvia. La Torá es lluvia del cielo
(Deuteronomio 11:11-14; Isaías 55:10-11). ¡Es vida! La instrucción divina nos enseña
cómo escoger vida, cómo tener una vida productiva y bendecida (Deuteronomio 6:1-3,
24-25). La entrega de la Torá en el Monte Sinaí se asemeja a la lluvia abundante
(Salmo 68:8-10): “Tú esparciste lluvia abundante, oh SEÑOR, tú fortaleciste tu heredad
cuando estaba agotada”. La Palabra de Dios es como la lluvia que cumple su beneficio
sin fallar, riega la tierra y produce buen fruto cuando cae en buena tierra, cuando es
sembrada en el corazón creyente y receptivo. La Palabra de Dios nos limpia, renueva
nuestro entendimiento, y nos instruye para tomar buenas decisiones en la vida.
GRACIA
Es por su gracia que el Eterno nos concede la Torá (Salmo 119:29). Dios nos instruye
porque nos ama, quiere que nos vaya bien en la vida, tanto a nosotros como a nuestras
generaciones, para que nuestros días sean prolongados y que gocemos de una buena
viejez.
LA REVELACION DEL MESIAS
El propósito de la Torá es la revelación del Mesías (Romanos 10:4; Lucas 24:25-27, 4445; Juan 5:45-46). Su revelación es velada al corazón incrédulo (II Corintios 3:14-17).
¿Cómo se estudia la Torá?
El estudio de la Torá está dividido en 54 porciones, hay un pasaje bíblico para cada
semana del año. La tradición hebrea atribuye este método de estudio bíblico a Esdras.
Se dice que Esdras organizó el estudio de la Torá en secciones semanales, con el fin de
facilitar su enseñanza al pueblo de Israel. Las Escrituras nos dicen que él dedicó su
corazón a estudiar la Torá del Eterno y a practicarla y a enseñar sus estatutos y
ordenanzas en Israel (Esdras 7:10).
Se estudia la Torá cíclicamente. Leyendo la porción (la “parashá”) de la Escritura
asignada para la semana, se va estudiando de Génesis a Deuteronomio en un año. El
ciclo de estudio bíblico comienza en el Shabat que sigue a la fiesta de Simjat Torá, al
concluir la fiesta de Sukot (Tabernáculos). Se repite el ciclo de estudio año con año.
Un hermoso poema expresa el gozo de estudiar la Torá por ciclos, durante toda la vida:
Démosle una pasada; démosle otra,
Porque todo lo contiene.
Reflexiona en lo que tiene
Envejece, emblanquezca tu cabello
Pero, no te alejes de lo bello.
¡Por nada es sobrepasada!
Pirkei Avot 5:22
En los años que no son bisiestos hay solamente 50 semanas y, por eso, las porciones que
son más cortas se juntan de dos en dos. Los años bisiestos tienen un mes más, es decir, 4
semanas más. En ese caso, en vez de tener 12 meses el año tiene 13, por lo cual el
calendario hebreo incluye el mes "Adar II" y así sabemos que es un año bisiesto.
Este estudio de la Torá y de la Haftará no pretende ser exhaustivo en su contenido. Más
bien, mi propósito como autora es sencillo, simple, claro. Quiero conducirle al
manantial de aguas vivas que es la Palabra de Dios. Luego, al haberse ya familiarizado
con esa fuente de vida, acudirá continuamente a ella y beberá profundamente de sus
aguas cristalinas año con año, ciclo por ciclo, el resto de su vida. Como David, usted
también dirá: “Cuánto amo tu Torá. Todo el día en ella es mi meditación. Tus
mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre.
Tengo más discernimiento que mis maestros porque tus testimonios son mi meditación”
(Salmo 119:97-99).
Un Pastor me comentó lo que había sido su experiencia personal al estudiar la Torá.
Asemejó lo que le había sucedido al ciego de Betsaida, quien fue sanado por el Mesías
(Marcos 8:22-24). Después de que el Mesías le tocó la primera vez, el hombre veía,
pero no muy claramente: “Veo los hombres, pero los veo como árboles que caminan.”
El Mesías puso por segunda vez sus manos sobre aquellos ojos, y entonces él vio con
toda claridad. Me compartió que para él, el hecho de haber empezado a estudiar la Torá
fue como un segundo toque del Mesías en su vida. ¡Lo hizo ver con creciente claridad!
Que así sea. Al iniciar nuestro estudio, nuestra oración está expresada en Lucas 24:45:
“Entonces Yeshua les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras.” Que el
Mesías abra nuestro entendimiento para entender la Torá y que, en su gran misericordia,
remueva toda la ceguera provocada por tantos años de rebelión contra sus
mandamientos. Que sane la ceguera provocada por nuestra falta de arrepentimiento, por
el orgullo y la dureza de corazón.
Es nuestra oración que el Mesías nos toque una vez más y, que abra nuestros ojos para
que podamos contemplar el resplandor de su rostro en la Torá.
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama
será amado por mi Padre y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).|
“No penséis que he venido para abolir la Torá y los profetas; no he venido para abolir,
sino para cumplir” (Mateo 5:17).
La Haftará (la porción de los profetas)
La “Haftará” es la porción de los profetas que se lee al finalizar la lectura de la Torá. La
palabra “Haftará” denota el pasaje bíblico de los profetas y significa “conclusión,
despedida, palabras finales”. La porción específica de la Escritura designada varía en las
distintas comunidades y tradiciones.
Se dice que la porción de los profetas es como un postre, algo dulce para disfrutar después
de la comida principal. No cabe duda que así es. Los profetas dan la Palabra de Dios
acerca del final del último exilio y la llegada del reino de los cielos. Con palabras buenas
y consoladoras, anuncian la restauración de todas las cosas.
El libro de Isaías es el más citado en la Haftará. Sus palabras finales son dulces y
consoladoras, describen la presencia del Rey Mesías en medio de su pueblo, ya perdonado
y restaurado, y las naciones subiendo a Jerusalem para aprender la Torá y a celebrar las
fiestas. “Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalem no estaré quieto, hasta que
salga su justicia como resplandor, y su salvación se encienda como antorcha. Entonces
verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria, y te llamarán con un nombre
nuevo, que la boca del SEÑOR determinará. Serás también corona de hermosura en la
mando del SEÑOR, y diadema real en la palma de tu Dios” (Isaías 62:1-3).
La tradición hebrea presenta la posibilidad de que la lectura de la porción de los profetas
empezó durante la persecución del pueblo judío por el malvado rey Antioco IV Epifanes
(Daniel 11:32-33). Aunque no se sabe con seguridad en qué momento histórico empezó
la tradición de la lectura de la Haftará, la costumbre es muy antigua. Era una tradición
amada y aceptada en los tiempos del Nuevo Testamento. El estudio de la porción de los
profetas era costumbre en Israel, cuando vino por primera vez el Mesías (Lucas 4:1630).
Ésta era la forma en que Pablo acostumbraba estudiar y enseñar las Escrituras (Hechos
13:15-32; 24:10-14; Hechos 28:16-31). Fue con la Torá y los profetas que Pablo predicó
acerca del reino de Dios y compartió las buenas nuevas de salvación en el Santo de
Israel.
Lucas 4:16-21 nos revela que, en la sinagoga de Nazaret, el Mesías Yeshua fue llamado
a leer la Haftará. Leyó Isaías 61:1-2 y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que
habéis oído.”
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas porciones (parashot) y de
muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por
su Hijo” (Hebreos 1:1-2). ¡La revelación del Mesías en la Torá y la Haftará es
simplemente maravillosa!