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LA ESTRUCTURA URBANA – ENFOQUES CONCEPTUALES.
El concepto de estructura urbana es algo central tanto en los estudios urbanos como en la
práctica de la planificación. También en este tema, puede afirmarse que hay dos enfoques
predominantes en la aproximación a su estudio: 1) el Funcionalista y 2) el Clásico.
El funcionalismo considera que hay elementos y relaciones que componen el sistema
urbano y su interés radica en describir las leyes sobre cómo se insertan las actividades en
lugares específicos.
Así, dentro de él, se destacan dos aspectos: a) uno general acerca del concepto de
Estructura urbana y b) la teoría específica que precisa las relaciones entre los elementos,
o sea, las leyes del sistema. Aquí encontramos a autores como Foley, Webber y más
tarde, Yujnovsky. Este es un esquema muy general, dentro del cual se ubican teóricos de
la ecología como Burgess; de la economía neoclásica de la localización, como Wingo y
Alonso y otros más personales como los estudios con aporte instrumentales de Chapin.
En su esquema conceptual, el objeto de estudio es el ordenamiento de las actividades en
el espacio urbano (lo que para Yujnovsky sería la conformación interna de las ciudades).
Para este enfoque, el aparente caos funcional sería un orden estructural y los estudios
urbanos deben identificar esas estructuras para poder planificar o controlar el desarrollo
urbano.
La morfología de la ciudad es, para este enfoque, una consecuencia de la dinámica de
las actividades urbanas, donde habría tres niveles: 1) los pautas culturales o normativas
(lo que permite el consenso social); 2) las funciones o la organización (los distintos tipos
de actividades); y 3) los elementos materiales (las edificaciones y su soporte).
Aquí el papel clave lo desempeñan las actividades, que dependen de los valores de la
comunidad. Entonces, las actividades o tipos de funciones son los elementos dinámicos
claves de la estructura urbana.
La planificación va a adaptar el espacio material a las demandas de actividades; el
espacio urbano es considerado un receptáculo de esas actividades; el espacio existe apriori y en él se inscriben las actividades.
La estructura urbana se definiría en base a relaciones funcionales, artefactos materiales y
localización de actividades. Sin embargo, Yujnovsky va a ampliar el concepto al introducir
el de sistema decisional, el cual restablecería el equilibrio entre la estructura socioeconómica y la estructura material. Dentro de cada uno se dan relaciones internas que, a
su vez, requieren elementos materiales para existir y desarrollarse. Se pretende detectar
leyes que expliquen la inserción de las actividades en lugares específicos del espacio.
En lo que atañe a la escala urbana, hay dos corrientes importantes: la ecología humana y
la escuela económica.
Los análisis de la primera -que concibe a la ciudad como un ambiente donde los
individuos compiten sí para apropiarse de los recursos disponibles- parten de un sistema
de funciones diferentes pero complementarias, ligadas a una localización. Existen
unidades ecológicas que se relacionan y que conforman la estructura urbana. El
dinamismo se analiza por procesos descriptivos pero no explicativos (segregación,
concentración, invasión-sucesión, etc.)
Para la segunda, inspirada en la economía neoclásica, ha tenido poco interés la teoría del
crecimiento y parte de los principios típicos del marginalismo. Hay un conjunto de agentes
donde, a través de un mercado de competencia perfecta, el espacio urbano adquiere
diferencias que determinan la ubicación de las actividades. Aquí los actores típicos son:
los terratenientes (utilizan la competencia de los consumidores de tierra), las empresas
(que intentan maximizar sus beneficios) y los residentes (donde existe preferencia y un
ingreso familiar dado). Los ingresos de la población son exógenos, es decir, no es algo
que se cuestione o que intente ser explicado. Estos tres actores persiguen una utilidad y
la asignación de funciones al espacio urbano se realiza a través del precio de la tierra, el
cual está determinado por la accesibilidad. En este enfoque, los procesos son
básicamente de intercambio.
Es evidente que ni en el esquema general ni en las teorías aparece una preocupación por
la producción del espacio urbano o por el proceso social que conduce a su producción. Se
conceptualiza el comportamiento de agentes privados y el Estado es sólo un regulador;
las relaciones entre estos son relaciones técnicas y no relaciones sociales.
Dentro de la tradición clásica -en cuya corriente pretende inscribirse este Cursoencontramos a autores como Manuel Castells, David Harvey y Jean Lojkine y dentro de
América latina a Paul Singer, Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto. Contrariamente al
anterior, en este enfoque el espacio es considerado un producto o materialización de
relaciones sociales. Es un producto de la relación sociedad-naturaleza.
La producción del espacio urbano implica no sólo algo tecnológico sino un conjunto de
relaciones sociales; se produce como un bien; es una mercancía. La ciudad es producto
de un proceso histórico.En este sentido, el espacio urbano debe ser visto no sólo desde el
ángulo del consumo sino de la producción, es decir, de las actividades necesarias para
construir el espacio urbano.
Aquí los elementos que definen la estructura urbana no son las actividades sino 1) los
grupos sociales que actúan dentro de cada actividad; 2) los medios de producción; y 3)
los bienes urbanos. Esto significa que habrá un consumo diferenciado de los productos, o
sea, de los bienes y servicios.
En otras palabras, el enfoque clásico no sólo estudia la interdependencia técnica entre las
actividades urbanas en un espacio ya construido sino, además, las relaciones sociales
que se dan en un espacio que no sólo se consume sino que es necesario construir.
En Harvey hay dos problemas relevantes: 1) la ciudad como elemento construido y 2) la
renta de la tierra, a partir de concebir el urbanismo como forma social, la ciudad como
elemento construido y el modo de producción dominante.
Manuel Castells será quien intente una definición de la estructura urbana. Retoma el
concepto de unidad ecológica como base material de la conformación del espacio urbano,
pero la considera producto de las relaciones sociales que se dan en dicho espacio y en
ese sentido, centra el análisis de la estructura urbana, este autor, la considera como
conformada por tres subsistemas: 1) el económico; 2) el político o de gestión y 3) el
ideológico o simbólico.
El subsistema económico, que es el que más ha desarrollado, tiene a su vez los
elementos de producción, consumo e intercambio.
Aquí cabe una observación: el análisis de sistemas es un método empírico que permite
articular, con fines operativos, fenómenos naturales con fenómenos sociales, pero como
todo funcionalismo, subestima el comportamiento de los actores sociales y diferencia la
sociedad en subsistemas a los cuales dota de lógicas propias (lo económico, lo social, lo
político, lo cultural, lo tecnológico). Y si bien en el texto que adoptamos como eje de esta
temática, Castells cambia el marco de interpretación general que hace el funcionalismo
sobre la estructura urbana, la propuesta de este autor presenta rasgos similares a las de
aquél.
Una definición simple de estructura resulta la siguiente: "La disposición ordenada de las
partes en un todo”. Consecuentes con la misma podemos definir la estructura urbana
como "la forma de localización espacial de los elementos materiales que configuran una
ciudad”. Pero según nuestra tesis, en toda conceptualización o en todo análisis de la
estructura urbana, subyace explícita o implícitamente una teoría de la organización social.
"Se explica entonces la organización urbana corno un conjunto del proceso modelado,
distribuido y puesto en relación por las 'unidades ecológicas' a saber, toda expresión
espacial que presenta una determinada especificidad con relación a su medio ambiente
inmediato" [Residencial, industrial, administrativa, etc.] (Castells, 1977).
El concepto de ecología surge de estudios zoológicos y botánicos que intentan verificar
las relaciones entre seres vivos entre sí y de estos con el medio natural, no tardando en
extenderse su aplicación al conjunto de la sociedad humana.
Los principales procesos ecológicos que se pueden distinguir en el espacio urbano son:
La concentración, o sea el aumento de la densidad de población en un espacio y
momento determinado;
La centralización o especialización funcional de una actividad o red de actividades sobre
un mismo espacio y su vinculación jerárquica con el entorno. La centralización y su contrario, la descentralización, originan flujos de movilidad en la estructura urbana y por
consiguiente funciones de circulación en sentido amplio;
La segregación, que se refiere al proceso mediante el cual el contexto social del espacio
se hace homogéneo dentro de una unidad y se diferencia fuertemente de unidades
exteriores, generalmente según la distancia social derivada de la forma de estratificación
social;
La invasión-sucesión, que explica el movimiento por el cual una nueva población o
actividad se introduce en un espacio previamente ocupado, siendo rechazada por el
asentamiento anterior, integrada o sucediéndola como dominante en la unidad ecológica
en cuestión.
La sola formalización de observaciones empíricas sobre tal o cual realidad urbana no
permite avanzar ni profundizar el conocimiento de esa realidad. La composición, la
diferenciación y la interrelación entre formas espaciales son consecuencias de las
prácticas contradictorias de los actores sociales y de la articulación de diferentes modos
de producción.
Si bien la forma en que se distribuye la riqueza social resulta determinante en la
apropiación y uso del suelo, la segregación espacial urbana se corresponde con
características de la estratificación social. Por lo tanto el examen de este proceso debe
basarse más que sobre la división de clases, sobre estratos sociales diferenciados por
niveles de ingreso, grados de instrucción, tipos de actividad ocupacional, afinidades
étnicas, pautas de consumo, valores simbólicos. (Por ejemplo: Busca de residencia en
barrios “prestigiosos”, preferencia por vecinos del mismo '”status”).
Manuel Castells, funda el análisis de la estructura urbana en la expresión espacial de las
principales prácticas sociales y los consecuentes procesos ecológicos. Distingue:
A) Actividades productivas (factores de localización: presencia o ausencia de
economías de escala, presencia o ausencia de "externalidades", entre ellas la
infraestructura de transporte y comunicaciones.
B) El espacio de consumo (configuraciones de áreas residenciales, tipologías
habitacionales, actividades para la reproducción social).
C) El intercambio (la circulación intraurbana, de bienes, servicios y personas).
D) La centralidad urbana (como lugar geográfico, como centro social y simbólico,
diversidad de centralidades).
Corresponde formular dos observaciones: 1) Castells toma como paradigma de sus
investigaciones las áreas metropolitanas de países centrales; 2) Los estudios a que
hacemos referencia corresponden al período del régimen de acumulación fordista.
El posfordismo se caracteriza por una forma emergente de organización industrial, la
empresa red, tanto en el caso de grandes unidades de producción que se descentralizan
como en el caso de distritos industriales constituidos por pequeñas empresas
interdependientes. Estos sectores combinan una estructura flexible de microempresas,
que resultan constelaciones, con una o más sedes de decisión y representación. En estas
formas, la fuerza de trabajo está organizada en función de flujos intermitentes, o sea
mediante empleos precarios.
Las nuevas industrias -en expansión- de la información, de la cultura, del esparcimiento,
se organizan en esa forma. Este proceso repercute en el tejido social y en la
conformación del espacio urbano.