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ESTUDIOS DIGITAL 10 - AÑO 4, NÚMERO 10, NOVIEMBRE 2016
Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San
Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú1*
Nelson Carrasco2*
Resumen
La presente exposición propone una lectura derivada del análisis iconográfico e iconológico
del frontispicio de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa, basada, en primera instancia, en
el examen de las esculturas y otros símbolos de dicho monumento contrastando la
información con fuentes monumentales, gráficas y escritas, que se constituyen en referencias
concretas para la comprensión del mensaje implícito, como reflejo de la de expansión de la
cultura hispánica expresada en el arte religioso católico local y regional.
Palabras clave
Análisis iconográfico e iconológico, Catedral de San Miguel, Tegucigalpa
Abstract
This article proposes a view derived from the iconographic and iconological analysis of the
frontispiece of the cathedral of San Miguel de Tegucigalpa, based, on the examination of the
sculptures and other symbols of said monument contrasting the information with
monumental, graphic and Written, which constitute concrete references for the
understanding of the implicit message, as a reflection of the expansion of the Hispanic culture
expressed in local and regional Catholic religious art.
Keywords
Iconographic and iconological analysis, Cathedral of San Miguel, Tegucigalpa
Introducción
En este escrito entenderemos por lectura iconográfica la relación de los símbolos expresados
en la arquitectura, esculturas, pinturas y otras obras de arte de la catedral de San Miguel de
Tegucigalpa, mientras que el iconológico referirá la historia que nos cuentan en su conjunto.
1*
Licenciado en Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala, Doctor en Historia del Arte, Universidad Nacional Autónoma de México.
Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas (IIHAA) de la Escuela de Historia de San Carlos de
Guatemala.
2*
Licenciado en Historia, Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Investigador de la Unidad de Historia, Instituto Hondureño
de Antropología e Historia. Docente del departamento de Historia de la UNAH.
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
El problema de las fuentes de referencia para la lectura del mensaje iconográfico
e iconológico de la catedral de Tegucigalpa
El principal problema que se confronta en la interpretación de los datos relacionados a la
lectura iconológica e iconográfica de la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa, es la no
localización del discurso escrito del constructor de la iglesia José Nacianceno Quiroz, donde
habría especificado el mensaje requerido por los patrocinadores y administradores de la obra.
Sin embargo, afortunadamente dicho personaje mandó colocar dos lápidas, a manera de
firma, que nos sirven ahora como evidencia para ubicarla en el tiempo y en el espacio para
tratar de indagar la influencia recibida y expresada en el examen de detalles transformados
por los procesos de actualización didáctica religiosa del monumento, reparaciones de daños y,
en última instancia, ampliación del uso religioso del bien con fines comerciales de turismo.
Así es como la vemos actualmente, con una cálida y tierna colocación monocroma salmón,
hoy amarilla (www.catedraldetegucigalpa), que lo aleja del frío neoclásico blanco, que la
actualizó en el siglo XIX. Y, aún más distante del uso original del lenguaje del color, todavía
presente en las pechinas que sostienen la cúpula principal del templo que nos dan testimonio
de su pasada y original apariencia y utilidad.
Este punto de partida, nos permite establecer un primer ordenamiento de las ideas en el cual,
el uso del monumento ha cambiado diametralmente del didáctico religioso, al capitalista civil.
A la par que no se ha comprendido a cabalidad su valor artístico original, desprendido de su
aprecio como obra de arte, porque de ser así, se hubieran agotado primero los estudios de
color y hecho pruebas para percatarse y dejar evidencias de su estado primario o bien tratar,
en la medida de lo posible, de revertirlo mediante un proceso de restauración que diera
testimonio de su uso o estado original, que dio prioridad a la estética de la Tegucigalpa
actual. El reacomodo del monumento dejó afortunadamente visibles algunos detalles que nos
permiten fácilmente hilar su historia y evolución.
Ilustraciones 1 y 1.1.
Lápidas que identifican el año en que se terminó el templo dedicado a San Miguel en
Tegucigalpa en 1765. Trabajos dirigidos por el arquitecto José Naciancino Quiroz, que hacen
evidente la cultura del responsable de la obra. Fotografías: Fernando Urquizú.
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
Ilustraciones 2. 2.1, 2.2.
Esculturas de relieve que hacen evidente su uso iconográfico e iconológico original donde el
lenguaje del color fue tomando matices diferentes, del barroco, neoclásico y liberal.
Fotografías: Fernando Urquizú, y Nelson Carrasco
Antecedentes remotos a tomar en cuenta en la lectura del templo de San Miguel
en Tegucigalpa
La primera referencia tomada en cuenta en la presente exposición es un aporte de la
investigadora Leticia de Oyuela, quien nos refiere la etimología de la palabra “Tegucigalpa”,
que puede ser interpretada como: “Piedras Pintadas” (Oyuela 1989: 24), encontrando aquí
evidencia del uso del color en el corazón y la mente de otras generaciones habitantes de este
poblado.
El uso del lenguaje de color tiene también como referente, los sitios prehispánicos de
Mesoamérica. La relación más cercana al color salmón que tenía la iglesia de San Miguel de
Tegucigalpa, puede ser asociada al templo Rosalila, en Copán, donde también figuran
personajes con plumas producto de la yuxtaposición de conceptos que mezclan realidad y
fantasía, propios del avance de la religión durante el periodo de desarrollo humano conocido
como “régimen de producción asiático”, que coincide en otra parte del mundo con la
expansión del cristianismo. En esta última religión destaca el concepto ángel, que responde al
reflejo mental de cuerpos de jóvenes y alas de cisne o un ave imaginaria que pueda levantar el
peso humano.
La investigadora Oyuela continúa su exposición afirmando que existe la posibilidad de
fundación de un convento franciscano en este lugar dedicado a San Diego de Alcalá entre
1574 a 1586. Ello confirma el avance de esta orden en el área pero no bajo esa advocación,
debido a que este santo fue canonizado hasta 1588.
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Este detalle no implica que se niegue de ninguna manera el acompañamiento religioso
franciscano a los primeros habitantes del poblado, que desde entonces podemos relacionar en
un acercamiento a las devociones de esta orden siendo una de sus principales patronas, desde
aquel tiempo, la Virgen de Concepción a la que se sumaba Nuestra Señora de Belén, San
Miguel y San Francisco, entre otras. El proceso de avance de la ocupación española tenía
como principal centro de operaciones la capital del antiguo reino de Guatemala, la tercera
ciudad de Santiago, que creció considerablemente como reflejo de la expansión de la
explotación en los nuevos territorios incorporados y reconocidos legalmente en el área,
siendo uno de estos Tegucigalpa.
En este periodo la iglesia de Honduras estuvo bajo la jurisdicción del obispado de Nicaragua
que a la vez dependía del arzobispado de Lima, lo que explica que la iglesia de este territorio
no tuvo representación de los concilios de México del siglo XVI que recibieron la aprobación
apostólica en 1589 (Estrada Monroy 176, - 179).
En esta etapa de expansión de la cultura hispánica los templos católicos en el área eran más
pequeños que los actuales, producto del poco avance de las fuerzas productivas. Sin embargo,
el reconocimiento de esta relación de obispado revela oficialmente la implantación del
calendario romano antiguo, que implica la enseñanza y recapitulación cíclica anual del
evangelio, donde cobró especial intención la celebración de las fiestas mayores y menores
para recapitular y reproducir el sistema de vida imperante, pudiendo esto ser otra pista que
nos lleva a otra fuente que nos refiere las antiguas devociones franciscanas que han llegado con
auge al siglo XXI en Tegucigalpa como la Virgen de Concepción y San Miguel Arcángel.
En el desarrollo de la presente investigación se sabe muy poco de parte de los autores del
proceso de transición de jurisdicción de la iglesia del territorio de Honduras al obispado de
Nicaragua y arzobispado de Lima. Si trajeron libros, obras de arte religioso producto de esta
relación, que es más familiar en la relación con la organización del obispado de Guatemala y
pertenencia al arzobispado de México (1547-1743), dejando siempre la duda de la primera
relación obispal citada. Además, sí afectó directamente el estilo en el arte religioso local,
porque no hemos localizado obras concretas, aunque nos quedan como referencia tangible los
grabados impresos en la casa Plantan, situada actualmente en Bélgica, como una pista de su
uso, pero ya en el siglo XVII, dentro de la segunda jerarquización de obispados. Lo anterior
nos puede dar luz sobre lo que antecedió en la devoción a San Miguel Arcángel en el
territorio de Honduras como Capitán de las Milicias Angélicas del ejército celestial, Custodio
de la Santísima Trinidad, Guardián del Sagrario como residencia de Jesús y/o las Tres Divinas
Personas; presente en las Sagradas Especies, Custodio de la Virgen María, quien actuó como
puente para traer su presencia física al planeta Tierra procedente de un mundo inmaterial
identificado en la Biblia y textos religiosos católicos como la Gloria Eterna.
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Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
La fuente de identificación de estas devociones tiene como principal personaje a San Miguel,
quien es un ángel identificado en la Biblia como capitán de las milicias del bien que venció a
Lucifer (Apocalipsis 12: 7), líder las legiones del mal. Este personaje fue llamado
posteriormente por San Judas Tadeo como arcángel y de ahí su devoción se fue
transformando como ejemplo militar del bien, inspirando santos y héroes no necesariamente
solo del cristianismo.
Las representaciones más arcaicas que influyeron en el arte del antiguo reino de Guatemala
son las de Alberto Durero, que exponen a San Miguel y los distintos pasajes de la Biblia
ampliados con imágenes para vencer las barreras idiomáticas propias de la diversidad cultural
del Viejo y del Nuevo mundo, por medio de la universalización del conocimiento que alcanzó
a un público más amplio con el uso de la imprenta y la estandarización del culto católico
puesta en vigencia por el Papa Pío V, en 1566.
En este contexto histórico encontramos las primeras evidencias de la devoción a San Miguel
en el frontispicio de la actual Catedral del Espíritu Santo de Quetzaltenango en la actual
República de Guatemala, cuya construcción data de la segunda mitad del siglo XVI, ampliado
en la primera del siguiente. Este arcángel figura en su advocación de capitán de las milicias
angélicas y custodio de la Santísima Trinidad, según se puede deducir al asociarlo con otras
representaciones de otros seis arcángeles en esculturas de medio relieve en la fachada y una
composición escultórica en madera policromada, que funge como patrona situada en una de
las capillas en el interior del templo.
Ilustraciones 3. 3.1, 3.2.
Grabado de la Santísima Trinidad, firmado por Alberto Durero en 1511. Conjunto
escultórico del siglo XVI derivado de este grabado de la Catedral del Espíritu Santo de
Quezaltenango, Guatemala. Frontispicio del templo donde está representado San Miguel
Arcángel en su advocación de Capitán de las Milicias Angélicas y Custodio de la Santísima
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
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Trinidad. Lo que explica la presencia de los otros seis arcángeles diseminados en esculturas de
relieve (www.cajacanariasdurero.com). Fotografías: Fernando Urquizú.
En la contemplación del frontispicio de la catedral de Quetzaltenango tenemos que tomar en
cuenta que vemos un monumento ultrabarroco. Pero, si le quitamos la yesería mudéjar,
puesta en la segunda mitad del siglo XVIII cuando se levantaba la el templo de San Miguel de
Tegucigalpa, nos queda una fachada retablo renacentista del siglo XVI. En el tercer cuerpo del
monumento son visibles aún las columnas toscanas a pesar de las intervenciones, donde es
perceptible apreciar diversas capas de estuco y reposición del blanqueado, que deja percibir el
decolorado de un tono que va del rojo al rosa y quizá salmón como producto de la acción del
sol y la lluvia sobre las capas pictóricas originales. Es interesante anotar que en la
transformación de las columnas toscanas primarias en estípites serlianas, se emplearon
motivos fitomorfos que aluden a una relación de lo efímero de la vida y sirenas que refieren al
engaño de falsos cantos que aparecen en la Odisea, que desde el siglo III se adoptaron como
símbolos de las tentaciones y los placeres prohibidos y se utilizaron para propósitos didácticos
en la decoración y su presencia en los edificios religiosos en altares y puertas. Sirven como
advertencia que alude a los placeres de este mundo, retomado por los doctores de la iglesia
para no dejarse engañar con falsos cantos de profetas e iluminados del cristianismo. Este
monumento tiene como figura central a San Miguel, capitán de las milicias angélicas que
podemos deducir de su traje militar y la relación con otros seis arcángeles representados en
medio relieve.
Ilustración 4
Tercer cuerpo de la actual catedral del Espíritu Santo de Quetzaltenango Guatemala, donde
podemos apreciar una escultura en estuco de San Miguel Arcángel como capitán de las
milicias angélicas celestiales y terrenales. En el lado del Evangelio, Santo Tomas de Aquino, y
del lado de la Epístola, San Antonio de Padua. (Fotografía: Walter Gutiérrez.)
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En la calle del Evangelio a dicho cuerpo arquitectónico, encontramos la escultura también
hecha en estuco de Santo Tomas de Aquino, Doctor de la Iglesia y Capitán de las Milicias
Angélicas. En una primera instancia identificado por los rasgos de las vestiduras por el
historiador del arte Walter Gutiérrez, quien también nos informó acerca de la posibilidad de
alteración del lenguaje iconológico en el rostro de dicho personaje debido a los procesos de
restauración de dicha escultura.
La tesis de Gutiérrez se hace más interesante si aplicamos el método analógico comparativo y
asociamos las vestiduras de dicha escultura a una pintura mural procedente de finales del siglo
XVI o primera mitad del siguiente, que sobrevivió en las ruinas del antiguo convento de San
Francisco de la Ciudad de Santiago hoy la Antigua Guatemala. Nos presenta a dicho Santo, en
medio de San Antonio de Padua y San Bernardino de Siena, como devotos remotos de “El
Dulce Nombre de Jesús”, que a la vez, puede ser asociado a la escultura del lado de la epístola
que nos muestra a San Antonio con una representación de esta advocación sobre un libro, la
cual nos da más pistas sobre las esculturas del tercer cuerpo de la iglesia dedicada al Espíritu
Santo en Quetzaltenango.
Estas pruebas son reforzadas por otra pintura de caballete situada en el traceptum sur de la
actual Basílica de Nuestra Señora del Rosario que confirma la relación entre el Espíritu Santo,
San Miguel y Santo Tomas de Aquino. A la vez, abren la posibilidad que sea San Antonio de
Padua la escultura del lado de la epístola y que, sobre el libro que porta en su mano izquierda,
pudo estar completa la advocación del Dulce Nombre de Jesús representado por un Niño
desnudo con su cruz como figura en la pintura mural o bien como un Cordero Pascual como
se aprecia en la pintura de caballete.
Los rasgos de las vestiduras, como afirmó el historiador Gutiérrez, son una pista sólida debido
a que también son evidentes en la representación mural, sobre todo en el uso del escapulario
dominico y franciscano sobre las túnicas, donde también debió haber ejercido una influencia
considerable el uso del color para hacer más énfasis en los mensajes del conocimiento
religioso.
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Ilustraciones 4 y 4.1.
Pintura mural del convento de San Francisco de la Antigua Guatemala y pintura de caballete
de la Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario de Santo Domingo, de la Nueva
Guatemala de la Asunción que muestran la relación de Santo Tomas de Aquino con la
Santísima Trinidad. Fotografías Fernando Urquizú y Mario Noriega.
En los procesos de restauración de la catedral del Espíritu Santo de Quetzaltenango, se
respetaron los restos de pintura mural, que develan el transcurso de incorporación de los
indígenas al cristianismo y el proceso productivo español, que nos permite afirmar que la
fachada en algún momento lució llena de color. Este, utilizado de manera simbólica,
contribuye sustancialmente a mover las ideas entre los diferentes grupos sociales por encima
de sus diferencias culturales, mensaje también perceptible en la iglesia Nuestra Señora de los
Dolores o Soledad en Tegucigalpa.
En este contexto de interpretación es interesante pensar que entre más diferencias culturales
como el idioma y costumbres, se hacía más necesario el uso de las imágenes como medios
didácticos para la enseñanza y recapitulación del cristianismo. En el caso de Tegucigalpa el
problema debió haber sido más amplio porque a la población indígena heterogénea, se debió
sumar la de los procedentes de África para trabajar en las minas. En el análisis de la catedral
del Espíritu Santo de Quetzaltenango, debe subrayarse que las construcciones en ambos lados
de un campanario y otra iglesia, fueron consideradas como agregados posteriores a la
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construcción de esta fachada que tenía como planta una iglesia que desapareció con el paso del
tiempo.
Ilustración 5
Restos de pintura mural situada en el antiguo acceso a la nave central del templo dedicado al
Espíritu Santo de Quetzaltenango. La imagen nos muestra la importancia didáctica de la
pintura y lenguaje del color en templos renacentistas construidos en la segunda mitad del
siglo XVI, en la arquidiócesis de México como parte de una política de expansión de la
cultura hispánica local. Fotografía: Fernando Urquizú.
La construcción de este templo refleja en gran medida, el afianzamiento de la Iglesia católica
local inspirada en los ensayos de incorporación de los indígenas al proceso productivo
español. Este era realizado por frailes afines a intereses económicos de la Iglesia que
coincidían con los de la monarquía, y que se expresaron en casos específicos como el de
Pedro de Gante en México, Nueva España; Bartolomé de las Casas en Ciudad Real de
Chiapas, y Francisco Marroquín la ciudad de Santiago en el antiguo reino de Guatemala,
quienes trabajaron incansablemente por medio del convencimiento ideológico religioso,
conocido como “Las conquistas pacíficas.”
En apoyo al orden del catolicismo en el mundo fue aprobada, en el Concilio de Trento, y
puesto en marcha en enero de 1566, en el reinado del Papa Pío V, una estandarización del
culto por medio de la implementación del “año litúrgico” y el establecimiento del latín como
idioma oficial. Este también contribuyó en la difusión del Catecismo Romano traducido al
castellano vigente hasta la conclusión del Concilio Vaticano II en 1965, que comenzó un
proceso paulatino de actualización acorde a los cambios materiales de vida y papel de la
Iglesia.
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Entendida esta referencia es conveniente retomar que en el reinado de Felipe II de España,
quien en su calidad de patrocinador de la Iglesia católica en su imperio, emitió una Real
Cédula en Badajoz el 16 de septiembre de 1580, para llevar a cabo un tercer concilio en
México y en Lima con el objeto de implementar la cruzada de estandarización del culto que
emanaba del Concilio de Trento en las jurisdicciones eclesiásticas del Nuevo Mundo.
En las memorias de estos concilios no figura la presencia del obispo de Comayagua, ni refiere
la presencia concreta de sus representantes, cuya participación y posterior aplicación de los
decretos emanados, sería otro tema para un estudio pormenorizado. Sin embargo, el
desarrollo de la Iglesia católica en territorio de Honduras, puede ser deducido además del
estudio documental por medio de su rico patrimonio material e intangible que devela el
espíritu de estandarización del ideario religioso por medio culto y la organización de sus
instituciones en una historia pendiente de articular adecuadamente al desarrollo del arte
religioso y civil de este periodo.
En el proceso de implementación del calendario romano, cobró vigencia la conmemoración
de un santoral para cada día del año donde figura San Miguel. Este obtuvo regularidad
tradicional cada 29 de septiembre y tiene como fundamento del conocimiento las fuentes ya
identificadas anteriormente.
El afianzamiento de este proceso llevado a cabo desde la arquidiócesis de México, inspiró a
otros sacerdotes a emprender más “conquistas pacíficas” iniciadas en el territorio de Honduras
por los padres franciscanos el 7 de junio de 1607 (Urquizú 1991: 56).
Este proceso de expansión de la cultura hispánica en el medio es otra variante producto de las
concertaciones políticas tomadas en los concilios mexicanos del siglo XVI, que en la rama
franciscana contaba con valiosos libros, actualmente llamados manuales de procedimiento,
que contenían los pasos de conquista pacífica, producto de la experiencia y estudios de las
sociedades indígenas.
Este tipo de obras dio seguimiento ideológico al enfrentamiento bélico de los pueblos
sometidos en la Nueva España, pudiendo citar concretamente: La Retórica Cristiana de fray
Diego de Valadés, cuya primera edición fue impresa en Perugia en 1578, (Valadés 1989) de
donde regresó al Nuevo Mundo para ser una fuente de consulta en la elaboración planes de
incorporación de los pueblos indígenas al catolicismo. Este incluye, además del abordaje del
discurso oral, el uso de imágenes y demás obras de arte religioso como el teatro, la música,
altarería, entre otros, en su uso como recursos didácticos para la enseñanza del evangelio,
cuya utilidad con este objetivo ha sido plenamente comprobada en el proceso de
evangelización en el antiguo reino de Guatemala. Estos recursos didácticos cobran vida por
medio de la palabra y el discurso retórico ordenado y preparado, dando frutos materiales
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expresados en la riqueza de templos y conventos construidos mediante la voluntad explícita
de los pueblos por encima de sus diferencias étnicas, económicas y culturales (Urquizú 2008).
Esta situación puede ser comprobada en el esfuerzo de los fieles que actúan en función de su
devoción por encima del sometimiento ideológico forzado, cuya interpretación domina la
esfera actual de los medios de información e historiografía materialista y liberal.
La incorporación de nuevos territorios como Honduras determinó sustancialmente el
crecimiento de la ciudad de Santiago, como capital del reino de Guatemala, donde se situó la
Real Audiencia después de haber funcionado en otros lugares. El gobierno político tenía un
carácter pretorial con un cargo principal de presidente, dependiente directamente del rey de
España, mientras el eclesiástico tenía como autoridades locales a los obispos en Guatemala. La
autoridad inmediata jerárquica era el arzobispo de México a diferencia del obispado de
Comayagua, que dependía del arzobispo de Lima, situación que varió con el transcurrir del
tiempo. Ambos territorios eclesiásticos dependían en última instancia del poder del Papa.
Comprender estas situaciones es muy importante para establecer un vínculo de metrópoli y
ciudades en una política de unificación ideológica que debe ser entendida en forma global y no
aislada, claro, sin dejar de lado las particularidades de la cultura local.
En este orden de ideas debemos comprender la construcción de la tercera catedral de
Guatemala, consagrada el 5 de noviembre de 1680 como una concreción de los planes de
expansión actualizada de la Iglesia católica local. En ella podemos referir la existencia de dos
altares en honor a San Miguel Arcángel, uno en una capilla al interior del templo y otra en un
altar externo a la capilla del Sagrario.
Ilustración 6, 6.1.
Pintura de la construcción de la tercera catedral de Santiago de Guatemala antes de 1680.
Nótese el uso del color y escultura de estuco que representa a San Miguel, situada en la parte
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externa a la capilla del Sagrario. Al lado, la epístola de la pintura citada, actualmente
parroquia de San José en la Antigua Guatemala. (Concepción Amerlinck 1981). Fotografía:
Fernando Urquizú.
Dicho complejo arquitectónico situado en la Antigua Guatemala, actualmente tiene uso
parcial y otro en ruinas, lamentablemente también ha sido repintado como atractivo turístico.
Sin embargo, sobrevivió una pintura referida por la historiadora Concepción Amerlinck en su
obra Las catedrales de Santiago de Guatemala, (Amerlinck 1981) cuya original fue exhibida en la
exposición: “Pintura de los Reinos”, que se montó por varias entidades culturales en la Casa
de Iturbide en la ciudad de México en 2011, donde este edificio luce provisto de color.
La concatenación y entendimiento de estas evidencias nos conduce a la identificación de una
política arzobispal emanada de la ciudad de México. Es un momento donde las devociones y
las imágenes milagrosas fueron tomando un carácter propio, alcanzando a las masas por
encima de una cobertura más elitista del conocimiento científico. En ese sentido los milagros
y hechos prodigiosos tomaron forma y respaldo jurídico por medio de indulgencias que
podían ser concedidas por el arzobispo, quien autorizaba a los obispos locales a concederlas
por medio de la devoción a dichas imágenes milagrosas, práctica también seguida en el
obispado de Comayagua, independientemente que estuviera adscrito al arzobispado de
México o Lima.
Esto dio un giro al uso las imágenes, el cual también estaba ligado a las cofradías para
cohesionar al pueblo de Dios de acuerdo con su cultura determinada por su posición
económica y social, que para unificar la formación de los idearios de cada lugar contaba con
libros de imágenes, manuales religiosos como misales, novenarios, libros de horas, etc. Estos
tenían como principal referente, obras originales compuestas en México que eran enviadas
oficialmente como fuentes primarias de conocimiento a las que se sumaban obras de arte para
ser emuladas por los artistas locales.
La comprensión de este factor nos explica la presencia de colecciones de pinturas de los
grandes artistas barrocos novohispanos como: “La vida de Nuestra Señora”, en la actual
catedral de Santiago de Guatemala, de Pedro de Ramírez; la serie con el tema: “La vida de
San Francisco de Asís”, del Museo de Arte colonial en la Antigua Guatemala, la iglesia de San
Francisco de la Nueva Guatemala de Cristóbal de Villalpando, y la colección llamada: “El
Colegio Apostólico” de Juan Correa, que se encuentra dividida entre la iglesia de San José
Catedral y el Museo de Arte colonial de la Antigua Guatemala. Estos conjuntos son ampliados
con otra interesante colección para el tema que ahora nos ocupa: San Miguel, del pintor
novohispano Juan Correa (1646-1716), que sobrevivió junto a otros príncipes de las milicias
angélicas y santos en la iglesia de Concepción Ciudad Vieja, la que se ubica en las afueras de
esta misma ciudad.
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Esta pintura de San Miguel es el referente más importante de la expansión de la devoción con
fines ideológicos procedente de la capital arzobispal de Santiago de Guatemala. Debió haber
sido un canon de muestra para reproducir su imagen de manera más exacta que, junto a las
lecturas apropiadas cuyas características y poderes se mezclaron con las imágenes de deidades
prehispánicas locales de cada área, fueron fortaleciendo su devoción como fuente de
conocimiento, de comportamiento de lealtad y fe al catolicismo.
Ilustraciones 7, 7.1, 7.2.
7. Pintura del Arcángel San Miguel del pintor novohispano Juan Correa, evidencia de la
expansión de la cultura hispánica en las devociones procedentes de la ciudad de México
presentes en la inauguración de la tercera catedral de Santiago de Guatemala en 1680. 7.1
Pintura de la misma advocación del templo de Nuestra Señora de la Soledad de Tegucigalpa.
7.2 Escultura de San Miguel Dueñas, Guatemala. (Fotografías: Carlos José Gómez Mendoza,
Fernando Urquizú, y Juan Alberto Rodríguez.
Las generalidades en la representación de San Miguel son descritas por varios autores en un
tratado dedicado al análisis de las obras de Juan Correa, (Varios autores 1994: 17-18), entre
los que destaca su aspecto heroico, traje militar, cabellos rizados y símbolos iconográficos. El
estudio deja de lado el papel de las obras como medios de unificación ideológica en el
arzobispado de Santiago de México y su relación con otros temas de la pintura como la Virgen
de Guadalupe, que reproducen directamente las devociones en el área además del sistema
general dogmático de conocimiento que contaba con las series, como las citadas
anteriormente.
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El análisis de estos datos nos va dando, paulatinamente, más pistas en la interpretación segura
de la fachada retablo de la actual catedral de Tegucigalpa. De ella no podemos solo
concretarnos a la apreciación de su frontispicio, sino más bien atender todos los detalles del
complejo arquitectónico y sus obras de arte que resguarda para comprender el mensaje que
nos deja en un sentido de “totalidad artística”, identificada por algunos teóricos del arte como
Henri Arvon (1982), que nos permite ampliar el conocimiento paralelo en que debe ser
contextualizado con la lectura del monumento junto a las artes mayores y menores que
resguarda.
En este análisis de antecedentes debemos tomar en cuenta otro dato fundamental procedente
del último lustro del siglo XVI cuando se daba seguimiento por parte de las órdenes religiosas
a las conclusiones del Concilio de Trento. Este también amplió la visión del ejército celestial
encabezado por San Miguel al plano terrenal dirigido por los santos de la Contrarreforma,
que actuaban como capitanes de milicias religiosas en la tierra para luchar contra la Reforma
del catolicismo, cuyos soldados rasos eran los fieles, que eran reclutados bajo la advocación
del Dulce Nombre de Jesús, que encarnaba en el mundo al Padre y Espíritu Santo.
Este pensamiento reformista fue concretizado en el templo construido por la orden de la
Compañía de Jesús, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, antigua capital del reino de
Guatemala. Este hace alusión desde su nombre a una compañía militar de orden espiritual que
agrupa bajo el nombre de Jesús, a las personas a quien lo tiene como principal modelo de vida
perfecto.
Este principio es aplicado en la clave de un arco triunfal de medio punto que sirve de acceso al
templo donde se colocó una hornacina con la estatua de Jesús Niño, que representaba esta
advocación en medio de la Santísima Virgen y San José, rodeados de motivos fitomorfos.
En la fachada del edificio estrenado en el último lustro del siglo XVII, destacan el uso del
color y el realismo en las esculturas de estuco del frontispicio para dar seguimiento al proceso
de contrarreforma encabezado por los jesuitas, cuyo principal capitán en la tierra habría sido
San Ignacio de Loyola, seguido por San Francisco, Javier y San Francisco de Borja, quienes
conceden un sitial de honor en su organización jerárquica a San Felipe Neri (Urquizú y
Domínguez 2015). Este análisis nos permite la comprensión iconográfica e iconológica del
primer cuerpo del frontispicio de dicho templo.
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
Ilustraciones 8, 8.1.
Vistas parciales de la fachada retablo del templo de la Compañía de Jesús de la Antigua
Guatemala que hacen evidente la explicación de los príncipes de las milicias angélicas y
terrenales en su lucha por el imperio del Dulce Nombre de Jesús expresado en la unión del
cristianismo. (Fotografías: Fernando Urquizú.)
El examen del segundo cuerpo es mucho más interesante y relacionado con el tema que ahora
nos ocupa, debido a que rodean la ventana de coro cuatro santos y cuatro arcángeles. Sin
duda, relacionados con la presencia de San Miguel como capitán de las milicias angélicas que
estaba en el remate de dicho edificio, aludiendo el conjunto escultórico angélico a la misma
composición que en la iglesia del Espíritu Santo de Quetzaltenango, pero que en este caso, se
amplió su lealtad a la Santísima Trinidad, al servir de ejemplo para la inspiración del ejército
terrenal compuesto por los jesuitas y la congregación de San Felipe Neri, y continuar la
eterna batalla contra las fuerzas del mal lideradas por Satanás, que se habían desatado con la
Reforma Protestante.
Este proceso de expansión teológica de explicación del papel de San Miguel en el imaginario
colectivo del antiguo reino, fue destinado a reafirmar el orden intelectual de la
Contrarreforma y la unidad de los pueblos, dirigido desde la capital del antiguo reino de
Guatemala. Tenía como base económica la concertación de otros acuerdos de tipo
económico como el reconocimiento de posesión de minas en 1696 en Tegucigalpa, cuyos
dueños tenían representación legal en dicha ciudad (Oyuela 1989: 26). Aquí jugaban un rol
importante en torno al prestigio social y la reproducción del sistema de vida las imágenes
milagrosas barrocas como la Virgen de Guadalupe, destinadas a cohesionar la sociedad de
manera más global que se expandía desde México (Gruzinski 2010), formando, para este
entonces, un gran territorio cada vez más difícil de gobernar por la amenaza de otros
imperios.
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
En el examen del frontispicio y ruinas de la compañía de Jesús, no debemos pasar
desapercibido el uso del lenguaje del color como elemento fundamental para mover las ideas
entre los distintos grupos sociales. Tampoco los motivos fitomorfos relacionados con la
altarería tradicional para enfatizar la meditación en lo efímero de los ciclos de la vida. Estos
nos permiten apreciar el esplendor de la belleza de las hojas, las flores y los frutos como
elementos didácticos rituales que al pasar el día en que fueron ofrecidos en un altar junto a las
oraciones y demás elementos del rito, simplemente pasan a la eternidad de los recuerdos.
Ilustraciones 9, 9.1 9.2.
9. Arco triunfal de la entrada al templo de la Compañía de Jesús donde puede apreciarse la
hornacina que ocupaba una estatua del Dulce nombre de Jesús en medio de la Santísima
Virgen María y el Señor San José. 9.1 La iconografía de la figura anterior también es
perceptible en un retablo de la iglesia de San Francisco de la Antigua Guatemala. Nótese el
uso del lenguaje del color en las vestiduras de las esculturas que acentúa el sentido didáctico
de la composición. 9.2 Segundo cuerpo de la fachada del templo de la Compañía de Jesús,
que muestra pérdida de la coloración. (Fotografías: Mario Noriega, Fernando Urquizú y
Verle, 1968)
En el uso simbólico del color no deben pasarse por alto los detalles de coloración que
nuevamente derivan tonos del rojo, al rosa y salmón. Estos son producto de la decoloración
de una pintura original de fondo de dicho monumento que nos pueden ofrecer pistas
concretas para la lectura iconológica e iconográfica de la actual catedral de Tegucigalpa.
Otro aspecto clave es saber que estos edificios eclesiásticos no eran construidos al azar, menos
producto de la inspiración artística de los autores. Existe evidencia concreta que su diseño y
construcción era planificado cuidadosamente y en el caso del que conocemos actualmente,
como el de la compañía de Jesús de la Antigua Guatemala, la información disponible nos
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Análisis iconográfico e iconológico de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa
Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
permite incluso referir, hasta la bibliografía de consulta previo al diseño del edificio como
parte de la expansión del imaginario producido por el pensamiento de Contrarreforma
religiosa.
El uso de los libros para estandarizar el cristianismo y fortalecer la Contrarreforma religiosa
en el antiguo reino de Guatemala fue ampliado en el siglo XVII con una interesante
publicación titulada Historia del Evangelio en Imágenes, que inició San Ignacio de Loyola y fue
concluida por su discípulo Jerónimo Nadal, publicada en Amberes, en 1593. Esta fue editada
por Cristoforo Plantin e ilustrada por los hermanos Antón II, Heronymus, y Jean Wierix.
(www.universidaddenavarra.es/fondoantiguo.)
Los grabados de dicha publicación influyeron en gran parte del arte en el antiguo reino de
Guatemala desde el siglo XVII. Sin embargo, para el tema que ahora nos ocupa es necesario
considerar que la Santísima Trinidad, San Miguel, los Siete Príncipes de las Milicias Angélicas
y otras devociones, están incluidos en la publicación citada que habría estado a mano en la
biblioteca jesuita, porque estas figuras también están relacionadas con el proceso de
actualización ya referido en otras construcciones como el frontispicio de la antigua iglesia del
Espíritu Santo de Quetzaltenango. En ella también es obvia la influencia de la disposición de
la Santísima Trinidad, San Miguel y los Siete Príncipes de las Milicias Angélicas en relación
como sus custodios. Y, en el interior de dicho templo, también sobrevivió una estatua de talla
completa del Dulce Nombre de Jesús que también es otra de las advocaciones de gran
devoción de aquella ciudad derivada directamente del grabado de esta advocación cuyo
original es de Herronymos Wierix.
Ilustraciones 10, 10.1, 10.2.
Portadilla y otras imágenes del libro Historia del Evangelio en Imágenes, de Jerónimo Nadal,
publicado en Amberes en 1593, editado por Cristoforo Plantin e ilustrado por los hermanos
Antón II, Heronymus y Jean Wierix (Imágenes selladas por la Biblioteca Nacional de España).
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Fernando Urquizú, Nelson Carrasco
Esta referencia nos da otra clave concreta para identificar a San Miguel y los demás príncipes
de las milicias angélicas, quienes están representados en estatuas de estuco en el frontispicio
de la catedral de Tegucigalpa. Estas contienen variantes en el movimiento de manos y pies
como producto de la libertad del artista, más no en el atuendo y elementos simbólicos que
tienen o pudieron haber tenido en sus manos porque esto determina su identificación, así
como el uso del color de sus prendas de vestir que era fundamental para dejar claro su
mensaje a los fieles.
Este libro o uno similar debió ser consultado por el arquitecto Quiroz, antes del diseño de la
actual catedral de Tegucigalpa. Este edificio guarda además de la relación de San Miguel como
capitán de las Milicias Angélicas, como custodio de la Santísima Trinidad, guardián de la
Virgen como puente de venida de Jesús al mundo de los mortales, y que también se relaciona
con San Joaquín y Santa Ana, el Señor San José como esposo de la Virgen, San pedro y los
discípulos de Cristo.
Estos personajes figuran en un sentido didáctico para ilustrar el papel del patrono de dicho
templo influidos por esta obra o una similar, implícitos en todo el edificio. Aparecen no solo
en el frontispicio, sino en sus entradas laterales, pechinas, paredes y se extiende a muebles
como retablos y demás obras de arte, no habiendo sido vistos bajo esta perspectiva, hasta la
presente exposición que pronto irá siendo ampliada y enriquecida por una nueva generación
de historiadores del arte y profesionales de otras ramas del conocimiento afines.
Antecedentes mediatos a considerar en la lectura del templo de San Miguel en
Tegucigalpa
Los principios citados anteriormente contenidos en el edificio de la actual catedral de San
Miguel de Tegucigalpa, serían suficientes para una primera lectura clara. Sin embargo, para
alcanzar mayor refinamiento en el mismo debemos ubicar la expansión del imaginario
colonial de la capital del reino, recordando que era diferente la jurisdicción política y
eclesiástica, que tuvo otro proceso de actualización en el siglo XVIII con las Reformas
Borbónicas y la fundación del arzobispado de Santiago de Guatemala, el 16 de noviembre de
1743 (Curia Eclesiástica 1943: 9-11 y 121). En esa época, los territorios de los obispados de
Santiago de Guatemala, Chiapas y Comayagua Honduras fueron desmembrados del de
Santiago de México para formar un nuevo arzobispado de Santiago de Guatemala.
La monarquía persiguió una reforma política para aumentar su recaudación fiscal en las
colonias. Ella incluía adecuar el poder de las órdenes religiosas para optimizar sus rentas por
medio del control de la jerarquía diocesana. La comprensión de estos detalles nos explica un
nuevo repunte en el culto católico en la capital del reino en las primeras décadas del siglo
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XVIII, que motivó la ampliación de las iglesias y expansión del boato de los actos de fe, como
la consagración de Jesús Nazareno de la iglesia de la Merced el 5 de agosto de 1717.
Las fiestas barrocas fueron interrumpidas por dos terremotos en 1717 y 1751, así como otras
catástrofes como las plagas que afectaron a la capital y provincias del reino, así como otros
contratiempos como el incendio de la iglesia de la Limpia Concepción a un costado de la
actual catedral de San Miguel en Tegucigalpa. Pero todos fueron enfrentados cohesionando al
pueblo a través de la fe por medio de las imágenes milagrosas propuestas en la reorganización
eclesiástica del nuevo arzobispo que ponía a prueba otras devociones, lo que explica la
presencia de gran profusión de imágenes con el Santo Cristo de Esquipulas y la Virgen del
Rosario en las provincias, no siendo la del obispado de Honduras la excepción a esta
propuesta.
Un nuevo templo de peregrinación arzobispal fue inaugurado el 4 de enero de 1759 dedicado
al Santo Cristo de Esquipulas. Con ello se actualizó un sitio santo de convergencia de
devoción ancestral donde fue levantado el templo más grande de Centroamérica. Era un lugar
apropiado a una relativa distancia acomodada entre Ciudad Real de Chiapas, Santiago de
Guatemala, San Salvador y Comayagua, para dar igual número de oportunidades a los
peregrinos de los poblados más ricos de la región en aquel entonces, para cumplir con la
romería al santo lugar de la arquidiócesis.
La ceremonia fue presidida por Diego Rodríguez Rivas de Velasco, obispo de Comayagua, y
fray José de Moctezuma, obispo de Chiapas; el segundo arzobispo de Guatemala, Francisco
Figueredo y Victoria, no pudo asistir por enfermedad (Urquizú 2014). Este relato nos deja
prueba de la unión y seguimiento político a un plan general eclesial local y universal; así como
el entusiasmo de las autoridades del nuevo arzobispado por hacer notar el cumplimiento de su
deber y lealtad a la Iglesia.
En el caso particular de la catedral de Comayagua, podemos advertir que se dio cumplimento
a la difusión de la política de las devociones locales en la colocación de una imagen del Santo
Cristo de Esquipulas, en el altar mayor de la Iglesia de San Francisco de Tegucigalpa. Aunque
quedaría la duda si es una readecuación de otra imagen más antigua del Cristo de los Milagros
de Lima, debido a que podría considerarse que se empleó como referencia el mismo grabado
de Alberto Durero en la elaboración del Cristo de Esquipulas y el de los Milagros.
En el proceso de expansión de las devociones del arzobispado de Santiago de Guatemala
podemos citar otro ejemplo interesante que se localiza en un retrato de aparato con la imagen
de la Virgen del Rosario, que contaba con una capilla en la iglesia de Santo Domingo en la
Antigua Guatemala y preside la actual Basílica Menor de dicha advocación en la Nueva
Guatemala.
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Ilustraciones 11, 11.1.
11. Grabado con la imagen del Santo Cristo de Esquipulas. Retrato sobre vidrio del sagrario
del altar mayor de este templo (Grabado de devoción del licenciado Omar Reyes Mazariegos
y fotografía de Manuel Morales Hernández)
La imagen es una pintura sobre vidrio situada en la puerta del sagrario del altar mayor del
templo de Esquipulas. En la iglesia del Espíritu Santo de Quetzaltenango existe una pintura
conmemorativa de la consagración de una escultura derivada de dicha original, referida por el
historiador Walter Gutiérrez, con la cartela que afirma que dicho acto religioso se llevó a
cabo el 20 de enero de 1781. En la ciudad de Tegucigalpa existe otro retrato de aparato en la
iglesia de la Villa de San Antonio, firmada por el artista José Miguel Gómez y registrada por
el historiador Mario Felipe Martínez (Martínez 200: 109).
Ilustraciones 12, 12.1, 12.2.
12. Altar mayor de la iglesia de San Francisco en Tegucigalpa. 12.1 Retrato de aparato de la
Virgen del Rosario patrona de la República de Guatemala, villa de San Antonio en
Comayagua. Retrato conmemorativo de la consagración de una réplica de esta advocación
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mariana fechada el 20 de enero de 1781. Pruebas de la expansión de las devociones de la
arquidiócesis de Santiago de Guatemala por medio de sus propias imágenes milagrosas(Grupo
Financiero del Ahorro Hondureño 2000: 128 y 109. Fotografía: Walter Gutiérrez.)
En la lectura del mensaje iconográfico e iconológico de la actual catedral de Tegucigalpa debe
tomarse en cuenta el desarrollo de estas devociones paralelas a su construcción, donde no
fueron tomadas en cuenta a pesar que hemos hecho evidente que era parte de un proceso de
actualización de la Iglesia católica universal expresada en la fundación del arzobispado de
Santiago de Guatemala.
Este aspecto nos lleva a tomar como referencia una invitación a la conclusión de estudio y
obtención del grado de filosofía de José Antonio Morales en el Seminario Pontificio
Palafoxiano, en el año 1712, en el virreinato de Nueva España, que podemos relacionar con
otras tarjetas de invitación impresas en la ciudad de Santiago de Guatemala, con grado similar
y con diferentes temas. El caso concreto es que los motivos de debate en los exámenes para la
obtención de grados académicos en teología, que era una de las ocupaciones más usuales, eran
relacionados con la Biblia, los clásicos de la literatura grecolatina en el uso de la lógica, que se
confrontaba con los escritos de los místicos católicos para llegar a conclusiones válidas en su
momento. Este tipo de literatura era ampliamente conocida por los arquitectos como Quiroz,
a la par de los ya citados anteriormente, que nos ayudan en el presente a comprender el
imaginario que reproducía un sistema de ideas válido y que es valioso en la lectura del
mensaje de la catedral de Tegucigalpa.
Ilustraciones 13, 13.1.
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Documentos ilustrados cuyas advocaciones, referencias e imágenes debieron ser familiares
para los demandantes y arquitecto de la catedral de Tegucigalpa, fechados en el año 1712.
(Varios autores 1995: 132 y 130)
El templo dedicado a San Miguel en Tegucigalpa donde se asocia a otras devociones
identificadas en la presente exposición, puede afiliarse también al uso del lenguaje del color
aplicado con la finalidad de vencer barreras idiomáticas y culturales. En una ampliación del
tema podemos inferir la presencia de dos pinturas con la misma temática de la colección del
museo situado en varios ambientes en las ruinas del convento de Capuchinas, y otra en la
sacristía de la iglesia de San Sebastián, en la Antigua y la Nueva Guatemala, respectivamente.
Estas muestran concretamente el uso del color en la representación de San Miguel como
capitán de los príncipes de las milicias angélicas y custodios de la Santísima Trinidad, que dio
seguimiento al programa propuesto por el Concilio de Trento teniendo como referencia el
grabado de la publicación del padre Jerónimo Nadal citado anteriormente.
Ilustración 14. 14.1.
Pinturas de San Miguel que nos refiere el uso el uso del color en sus representaciones y su
relación como capitán de las milicias angélicas y custodio de la Santísima Trinidad.
(Fotografías: Jesús Castillo.)
En la actual catedral de Tegucigalpa esta relación se anuncia en la fachada y se confirma en el
altar mayor del recinto. Este mensaje fue reforzado por una cartela en la clave entrada de
acceso en forma de arco triunfal romano, que rememora el triunfo del cristianismo sobre las
demás doctrinas gentiles. En dicho rótulo, colocado a manera de pergamino abierto reza en
español antiguo: “San Miguel Arcángel ven en auxilio del pueblo que Dios te ha confiado”, no
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dejando ninguna duda acerca del patronato del mencionado arcángel para la lectura del
monumento.
La fachada consta de tres calles separadas por columnas almohadilladas adosadas. Las de los
lados dejan en el centro hornacinas con esculturas de estuco de cuatro de los siete príncipes
de las milicias angélicas, divididos en dos cuerpos, que cuentan con unas repisas con cartelas
donde debieron estar inscritos sus nombres en el orden que figuran en la ilustración 8.1.,
dejando clara su relación con la publicación del padre Nadal, que a la vez, la relaciona con el
altar mayor donde figura un óleo de Santísima Trinidad en la parte superior del mismo.
Ilustraciones 15, 15.1, 15.2.
15. Fotografía del frontispicio de la actual catedral de Tegucigalpa. 15.1 Detalle del arco
triunfal con cartela referida “San Miguel Arcángel ven en Auxilio del Pueblo que Dios te ha
confiado”. 15.2 Detalle de uno de los cuerpos con los arcángeles. Véase cartela repintada y
que se perdió el nombre original. (Fotografías: Nelson Carrasco.)
En la calle del centro está, en el primer cuerpo, el arco triunfal de entrada ya descrito,
mientras que en el segundo una ventana ochavada. Esta composición cuenta con un remate
que incluye tres hornacinas encontrándose la escultura de San Miguel al centro y los otros dos
arcángeles, San Gabriel del lado del evangelio y San Rafael del lado de la epístola, colocación
también basada en el grabado citado. La enseñanza a los fieles es la lealtad al catolicismo
teniendo como ejemplo a San Miguel, que llegará en auxilio del pueblo al mando de un
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ejército celestial, debidamente conformado. En la parte superior de la composición se situó
un reloj de gran utilidad en la localidad.
En ambos lados de la fachada se encuentran dos campanarios de cuatro cuerpos en forma de
torres que dan un sentido de grandeza al edificio, y que cuentan con campanas para avisos
públicos de culto y organizar al poblado en casos de emergencias.
En ambos lados de los campanarios se sumaron a la composición dos pórticos de entradas
exteriores a la iglesia. Ambos cuentan con dos hornacinas con esculturas, la del lado del
Evangelio, representa en la parte inferior a un ángel y en la superior a San José.
La relación de ambas esculturas alude al papel de los ángeles como mensajeros divinos. San
José porta al Niño Jesús, evidencia que nos permite establecer como lectura didáctica
aplicada: “El sueño de San José, cuando un ángel le anunció el nacimiento de Jesús por
intervención del Espíritu Santo” (Mateo 1: 20-21), y cuando otro ángel “le avisa para
salvaguardar al Niño Jesús de Herodes y huyen a Egipto.”(Mateo 2:13). El primer mensaje
está ligado al culto de la Santísima Trinidad y ejerce una enseñanza en los fieles de su
presencia en la tierra.
Esta portada también tiene correspondencia con la entrada lateral en donde figuran Santa
Ana, San Joaquín y la Virgen, relación también explicada en el grabado citado, que a la vez
integran la Sagrada Familia en la tierra como una manifestación de lo Divino. En este
contexto destaca la presencia de sirenas, que son ángeles encantadores con su voz y belleza
que deviene del agua y las fuentes, y que algunas veces tienen características de ángeles con la
representación de alas (Cáceres 2012), y pueden ser confundidas con las milicias angélicas.
Ilustraciones 16, 16.1, 16.2.
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16. Entrada lateral del lado del evangelio, actualmente convertida en jardín donde se
encuentra representado, en la parte inferior, a un ángel y en la superior a San José. 16.1
Detalle de la parte superior y entrada lateral del templo. 16.2 Se aprecian unos relieves que
representan a Santa Ana, San Joaquín y la Virgen, flanqueando una flor de Lis, símbolo de la
realeza de Jesús. (Fotografías: Nelson Carrasco.)
Las entradas del lado de la epístola nos muestran una composición similar a la del evangelio
con la diferencia que el santo de la portada es San Mateo, representado en su calidad de
evangelista. Es evidente su iconografía donde destaca un buey. La identificación puede
derivarse de su presencia en el retablo de la Virgen de Concepción situado en una capilla de la
catedral de Comayagua, donde figura en la misma jerarquía iconográfica e iconológica junto a
San José y la Virgen, quienes ligan sus relatos en el Nuevo Testamento, ya citados
anteriormente con el origen Divino de Jesús y el papel de los ángeles como mensajeros del
Espíritu Santo.
En la entrada lateral al templo de este lado, la composición tuvo como referencia las mismas
imágenes de la xilografía que se identifica como ilustración 13.1. La ornamentación de las
sirenas coincide en la lectura anterior. Este discurso está destinado a legitimar la
representación de la autoridad episcopal local derivada de la sucesión de San José en Jesús,
quien reorganizó las creencias del pueblo de Israel y delegó a San Pedro, los papas, arzobispos
y obispos como sus legítimos legatarios. Mientras que la escultura de San Pablo alude la
conversión de los pueblos gentiles, que en este caso están constituidos por los pueblos
indígenas locales.
Ilustraciones 17, 17.1. 17.2
17. Entrada lateral lado de la epístola con la imagen en escultura de estuco de un ángel y San
Mateo. Portada de entrada lateral con las esculturas de estuco de medio relieve de San Pedro
y San Pablo, flanqueando el anagrama papal como legítimos sucesores de Jesús y su Iglesia
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Santa, Apostólica y Romana, expresada en un anagrama con una tiara conformada por tres
coronas sobrepuestas sobre una llave y un báculo. 17.2 Detalle del retablo de la Virgen de
Concepción de la catedral de Comayagua, con las esculturas de relieve de esta advocación de
María Inmaculada, el Señor San José y San Mateo que nos permiten confirmar la
identificación de las esculturas de estuco de las entradas laterales del lado de la epístola de la
catedral de San Miguel de Tegucigalpa. (Fotografías: Nelson Carrasco y Fernando Urquizú.)
El mensaje de la fachada y sus entradas laterales está completado en el aspecto escultórico.
Contiene figuras de estuco de los evangelistas en relieves situados en las pechinas, que
sostienen la cúpula principal de la iglesia debidamente policromados. Estos dan un sentido de
coherencia al mensaje expuesto en el edificio y completado por las demás obras de arte que
alberga y que, como se ha demostrado, actúan en una función didáctica en su contemplación
en donde juega un papel fundamental el uso del lenguaje del color.
Ilustraciones 18, 18.1.
18. Nave principal y altar mayor de la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa que nos
permite una mejor comprensión del mensaje iconográfico e iconológico del edificio. 18.1
Detalle de las pechinas donde se pueden apreciar esculturas de estuco que presentan aún
policromía que debió haberse extendido a todo el monumento. (Fotografías: Nelson
Carrasco y Fernando Urquizú.)
Esta última evidencia nos permite afirmar que el templo en su presentación original debió
haber estado previsto de color por las razones antes indicadas y que los restos de
pigmentación salmón que presentaba cuando fue repintado, es muy probable fueran una
decoloración de motivos fitomorfos, fondo al estuco de acabado original severamente
decolorado por la acción del tiempo y el hombre.
El lenguaje original del color de la actual catedral de San Miguel de Tegucigalpa debió haber
sido alterado paulatinamente, en primera instancia, por la falta de fondos para la Iglesia desde
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los tiempos de la independencia, que se acentuó con la lucha anticlerical emprendida por el
general Francisco Morazán cuando fue presidente de la Federación Centroamericana entre
1830 y1838. En 1840 su carrera militar se vio afectada por su derrota en la Nueva Guatemala
de la Asunción por otro ejército dirigido por el general Rafael Carrera, que aparentemente
representaba fuerzas conservadoras locales.
Sin embargo, aportes contemporáneos (Torres Valenzuela 2009) nos dejan saber que la
tendencia conservadora del general Carrera tenía muchos matices derivados de la Ilustración.
Estos se reflejaron en la culminación de los tres grandes templos neoclásicos, aún orgullo de
la Nueva Guatemala de la Asunción, en su segundo periodo de gobierno: La Catedral, La
Recolección y San Francisco, después de la fundación de la República de Guatemala en 1847.
En ellos aún destaca San Francisco apodado por los liberales radicales como: “El panteón”, por
su coloración original blanca y porque además era considerado un símbolo de refugio de los
idearios monárquicos y que por muchos años sobresalió por ser el más alto de la ciudad en
una expresión arquitectónica neoclásica y color original monocromo, en un edificio que a
pesar de los años y transformaciones aún luce monumental.
La experiencia artística unida a la facilidad de mantenimiento de este tipo de coloración creó
una moda de repinte de la mayoría de iglesias grandes en los viejos barrios y pueblos debido a
que mediatiza su desgaste, siendo relativamente barato su mantenimiento nítido, que da un
color blanco vivo, aunque también se mancha con la acción del tiempo. Esta nueva apariencia
ilustrada afrancesada de los viejos monumentos de la cultura hispánica en el medio, fueron
registrados por los viajeros europeos del siglo XIX que llegaban al área dejando distintas
opiniones según su visión política o erudita, para su tiempo, de sus visiones y experiencias
frente o dentro de ellos.
Ilustración 19
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Grabado de la plaza central de Tegucigalpa, donde se puede apreciar la parroquia san Miguel
Arcángel. A su izquierda, la iglesia de la limpia concepción y al fondo la iglesia San francisco,
tomado del libro de Williams Wells, Aventuras y exploraciones en Honduras, 1857, publicado en
New York por Harper & Brothers Publisher. Recuperado de:
Imagen tomada de la página internet Memoria Gráfica de Honduras
(http://fotosantiguashonduras.blogspot.com/2009_04_24_archive.html)
Este nuevo influjo artístico o quizá necesidad de mantenimiento de los gigantescos templos en
las naciones emergentes de América Central, ya no tenían utilidad como principales centros
de reproducción del sistema de vida colonial, lo que representaba poco a su favor en el
sistema capitalista liberal. Esta eventualidad creó el problema de su alto mantenimiento para
la Iglesia católica, pues no se contaba con el real patrocinio ni el del Estado, convirtiéndose en
una institución pobre en recursos.
En el caso concreto de la catedral de San Miguel Tegucigalpa, no se han hecho estudios
específicos acerca de su mantenimiento o restauraciones en el siglo XIX. Sin embargo, es
obvio que fue remozada cuando se fundó este arzobispado que se deslindó del de Santiago de
Guatemala, derivado de la reorganización de la Iglesia propuesta por el Papa León XIII, al que
le dieron seguimiento sus sucesores y, en 1916, se formó el arzobispado de San Miguel de
Tegucigalpa bajo el papado de Benedicto XV.
El avance de la cultura liberal determinó su divorcio con la cultura hispánica y se fue
quedando en el olvido el lenguaje simbólico de sus monumentos que se acentuó con la
reorganización moderna capitalista de la iglesia. Esta enfocó su trabajo pastoral a los pobres y
desamparados de las guerras mundiales y a la hambruna creciente en el planeta.
En este nuevo contexto de vida las joyas de la Iglesia fueron perdiendo brillo frente a nuevas
situaciones materiales y espirituales más urgentes. Las mismas determinaron un receso en la
memoria histórica de los monumentos como la catedral de San Miguel de Tegucigalpa, que
encontró una ampliación de su utilidad primigenia en el proceso de revalorización de los
Centros Históricos en Latinoamérica en el siglo XXI, aunque siempre estuvo al resguardo de
las leyes específicas de protección al patrimonio nacional.
Esta función social agregada, esencial para su manutención aparte del culto religioso que se
sigue manteniendo en el edificio como centro de cohesión social, debe ser atendido de
manera multidisciplinaria y contemplado bajo diferentes aspectos de la ciencia y la
espiritualidad, razón por la que se presenta esta ponencia como un aporte de reforzamiento a
la utilidad y vida del monumento al sentido de unidad social hondureña y centroamericana
que, esperamos, pronto sea enriquecida con nuevas ideas y puntos de vista de investigación.
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Ilustración 17
Frontispicio de la catedral de San Miguel de Tegucigalpa.(Fotografía: Fernando Urquizú,
2016)
Conclusiones
Las fuentes consultadas nos permitieron tener referentes concretos y proceder a la lectura
iconográfica e iconológica de la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa.
El discurso iconográfico e iconológico es concluyente de la dedicación del templo conocido
actualmente como la Catedral de San Miguel Arcángel en su advocación de custodio de la
Santísima Trinidad y la Santísima Virgen María, cuyo espíritu se manifiesta en la tierra en las
Sagradas Especies o Sagrario.
El uso práctico social de la Catedral de Tegucigalpa varió de la reproducción del sistema
monárquico colonial expresado en los ceremoniales católicos al de patrimonio tangible e
intangible en el siglo XX, lo que determinó cambios fundamentales en su apariencia.
La investigación científica detallada afina, considerablemente, nuevos aportes para el
conocimiento de temas específicos como la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa.
La historia de la catedral de Tegucigalpa no debe abordarse como un monumento aislado,
sino como parte de una política eclesial relacionada con la Iglesia católica universal y sus
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jurisdicciones eclesiásticas. Estas han variado a lo largo de la historia antes de la fundación del
arzobispado de San Miguel de Tegucigalpa.
El presente discurso historiográfico ha sido compuesto teniendo como hilo conductor la
historia del arte en la formación de idearios colonial y liberal. Se realizó con las fuentes
disponibles al año 2016 conocidas por los autores, esperando que pronto sean ampliadas por
nuevos estudios y den a conocer otros datos que actualmente no pudimos visibilizar.
Fuentes Consultadas
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México: UNAM.
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Memoria Gráfica de Honduras
http://fotosantiguashonduras.blogspot.com/2009_04_24_archive.html Última fecha de
consulta mayo de 2016
Informantes
Castillo Ruiz, Jesús Alfredo, guatemalteco 31 años, maestro restaurador de arte, vecino del
barrio de Santa Lucía de la Antigua Guatemala.
Gutiérrez Molina, Walter enrique, guatemalteco 41 años, historiador, vecino de la colonia
Nueva Monserrat, Mixco, Guatemala.
Ozaeta, Juan Ángel, guatemalteco, 26 años, historiador, vecino de Santa Catarina Pínula,
municipio de Guatemala.
Rodríguez Flores, Juan Alberto, guatemalteco 26 años de edad, historiador, vecino de barrio
de la Cruz de San Juan Amatitlán.
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