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Cultos y devociones. Reforzamiento de la identidad católica. El caso de Puebla y Tlaxcala a mediados del Siglo XX
José Luis Sánchez Gavi
Cultos y devociones. Reforzamiento de la identidad católica. El caso de
Puebla y Tlaxcala a mediados del Siglo XX
José Luis Sánchez Gavi*
A partir de la década de los cuarenta del siglo XX, la Iglesia Católica desarrolló un
trabajo que implicó por un lado, despolitizar al clero y al laicado católico, tarea que
emprendió básicamente por medio de la Acción Católica y por otro lado, se
esforzó en revitalizar los cultos populares, tratando que las devociones se
extendieran y difundieran entre los fieles. La apuesta eclesiástica fue reforzar la
mentalidad e identidad católica a través de la organización y exaltación de
distintos cultos y devociones a la par que generar lazos estrechos con la feligresía
y redes de sujeción y control de la misma.
El trabajo social desplegado por la Institución eclesial en las primeras
décadas del siglo XX, había rivalizado con el devocional y había provocado un
inevitable enfrentamiento con el Estado, que en sus representantes más hostiles,
impulsaron políticas anticlericales muy violentas en Tabasco, Veracruz, Yucatán,
entre otras entidades que orillaron a un sector de los católicos con la anuencia de
la Iglesia o sin ella, a levantarse en armas en lo que se conoce como las
rebeliones cristeras en sus dos momentos 1926-1929 y 1934-1940.
Dichas rebeliones significaron un momento de alta tensión para la Iglesia y
provocaron disensiones entre sectores de la feligresía, sobre todo por la manera
en que se pactó su solución con el Estado. Ello motivo un cambio de estrategia
que implicó entre otras cosas el reforzamiento devocional y el control disciplinario
de los fieles.
Es por ello que una multitud de devociones se fueron afirmando en la primera
mitad del siglo XX. Por la geografía eclesial del país se fomentaron las
coronaciones
canónicas
de
imágenes
populares,
se
incrementaron
las
peregrinaciones a santuarios, la visita de imágenes portentosas y el crecimiento
de las asociaciones.
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Dr. En Historia, profesor-investigador. Licenciatura en Relaciones Internacionales BUAP.
ISBN: 978-607-7698-79-1
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El propio Papa Pio XII, (1939-1958) promovió para México la exaltación del
culto a la Virgen de Guadalupe ya de por si fundamental entre los mexicanos junto
al de Cristo Rey.1 Pero nacieron otras devociones, como la del alma de Cristo, a
su sagrada cabeza, a su mano poderosa, a su preciosa sangre, o a la llaga de su
espalda.
Las devociones expresaban el sentir de la gente, su acercamiento a las
formas de religiosidad y de organización de sus cultos a la par que sustituían la
veneración directa de Cristo, adquiriendo cada una características singulares.
De acuerdo a la Enciclopedia Vaticana, se entiende por culto un homenaje o
sumisión en reconocimiento de la superioridad. En el cristianismo es el homenaje
a Dios, a sus santos y a todos aquellos seres que tienen una relación espiritual
con él. Es un acto que puede ser exterior o interior. El primero se produce por
medio de la palabra y en actos sensibles, y el segundo en lo íntimo del ser. El
culto puede rendirse a un objeto, una cruz, reliquias, imágenes, en atención al lazo
de unión del objeto con la persona venerada. Por lo que hace a la Devoción, es la
prontitud y fuerza para dedicar y estar dispuesto a obedecer la voluntad de Dios y
a pensar en él intensamente con afán de acercarse lo más posible, servirle y
alabarle. La devoción puede ser a Dios, a la Santísima Trinidad, Jesucristo,
Espíritu Santo, Virgen María, ángeles, santos.2
En la arquidiócesis de Puebla, que para entonces abarcaba al estado de
Tlaxcala, a partir de la década de los cuarenta, las actividades de culto tuvieron un
extraordinario crecimiento. Sólo hasta 1959 se erigirá la diócesis de Tlaxcala.
Previamente, la Iglesia disponía de un calendario de fiestas religiosas que
implicaban ceremonias y devociones específicas. Entre éstas se destacaban: el 1
enero, la circuncisión del Señor; el de 6 enero, la Epifanía; el 19 marzo, fiesta de
San José; el 26 mayo, la Ascensión del Señor; 16 junio, Corpus Christi; 15 agosto,
la Asunción de la Virgen María; 1 noviembre, fiesta de todos santos; 8 de
diciembre, la Inmaculada Concepción; 12 de diciembre, Virgen de Guadalupe; 24
1
Víctor Gabriel Muro González, Iglesia y Movimientos Sociales en México, Zamora, Colegio de
Michoacán, Red Nacional de Investigación Urbana. 1994, p. 85.
2
Enciclopedia Católica Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1964. Entre las devociones más frecuentes
están la del niño Jesús, el Sagrado Corazón de Jesús, la preciosísima sangre de Cristo, la Virgen
María, santo Rosario, San José, Arcángel san Miguel.
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de diciembre, la Navidad. Otras fiestas son la de Pentecostés en Catedral y la del
Sagrado Corazón en casi todas las iglesias. A partir del primero de mayo de 1945,
se dedicó como fiesta a San José Obrero.
Por su parte en Tlaxcala además de estas fiestas empezaron a destacar las
devociones a San Miguel Arcángel y al señor del Coro en Santa Cruz Tlaxcala o a
la Virgen de la Caridad en Huamantla.
Las devociones tenían también características específicas, por ejemplo,
había sectores y grupos católicos que tenían una veneración particular. Adquirían
sesgos sociales, raciales, regionales, por parroquias y hasta por grupos
profesionales. Así por ejemplo, la numerosa colonia española de Puebla realizaba
una serie de actos de culto que la distinguían. En septiembre de cada año
celebraban las fiestas de la Virgen de la Covadonga, que volvió a tener en los
años cuarenta el esplendor de otros años. En el casino español o el parque del
Mirador se organizaba una fiesta y verbena. En octubre de 1953 se organizó la
recepción de una réplica de la Virgen de la Covadonga proveniente de España. Se
buscó que fuese objeto de culto no sólo de la colonia española, sino de los fieles
en general, pues “La Santina” como se le llamaba, se dijo, unía a dos razas en la
fe. Fue recibida devotamente en catedral donde se entonó el himno nacional y la
marcha real española.3 Sin embargo, pese al empeño de que la devoción se
ampliara a otros sectores sociales, la ceremonia continuó siendo exclusivamente
de la colonia española.
También volvieron con esplendor las fiestas de la Pilarica, que en el mes de
octubre celebraba su fiesta con un servicio religioso. Ésta se efectuaba el día de la
raza o hispanidad como prefería la colonia española. La Virgen del Pilar era la
patrona de España. Se efectuaban funciones de cine, música, bailes y servicios
religiosos en la Iglesia de la Compañía. El Círculo Español tributaba homenaje al
patrón de España, el apóstol Santiago en el mes de julio. En los años cuarenta
también empezó a rendirse culto, en el mes de agosto, a la Virgen del Póo,
devoción de los españoles asturianos que trataron de imitar un ritual similar al de
3
La Opinión de Puebla, 19, 26-X-1953. El Sol de Puebla, 27-X-1953. Las damas lucieron trajes
típicos de distintas regiones de España.
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Villa Llanes, Asturias. Se celebraba
una romería y bailes en la Hacienda del
Molino de Enmedio.
Por su parte, la colonia sirio-libanesa asistía a sus actos de culto en el templo
de Belén, atendido desde los años veinte por el padre José Mucci. Los libaneses
practicaban el ritual maronita, su misa se decía en árabe, comenzaba con la
consagración y el evangelio se decía a la mitad.4 El diario La Opinión comentaba
sobre los actos de culto de los grupos dominantes, que mientras al templo de
Santo Domingo asistía la colonia española, celebraba sus bodas, bautizos y
comuniones; en el templo de la Compañía de Jesús, lo hacía la aristocracia
angelopolitana, mientras que al templo de Belén acudían los árabes.
Desde luego que la devoción fundamental y con una mayoritaria expresión
popular era la veneración a la Virgen de Guadalupe. La arquidiócesis realizaba el
12 de febrero de cada año una peregrinación a la Villa Guadalupe, pues en ese
mes le correspondía tributar a la Virgen morena y miles de católicos de Puebla y
Tlaxcala asistían al santuario en la capital del país llenando el tren interoceánico,
además de automóviles particulares. Su fiesta mayor se tributaba en diciembre
reviviendo las apariciones de la misma, por lo que desde la noche del 11 de
diciembre y madrugada del día 12 se ofrecían las mañanitas a la Virgen, había
una verbena popular y una infinidad de peregrinaciones al templo de Guadalupe
en el Paseo Nicolás Bravo, además de que muchos poblanos iban nuevamente al
santuario de la ciudad de México.
Actos especiales se tributaron a la Virgen del Tepeyac en diciembre de 1943,
la ciudad amaneció engalanada con banderas tricolores y una Imagen de la Virgen
en el portal Morelos, pues se recordó que el presidente Manuel Ávila Camacho
había firmado un decreto por el que se declaraba el día 12 como día de la
nacionalidad. Los bancos y el comercio declararon día de asueto y cerraron sus
puertas. En los 150 años de la coronación de la Virgen de Guadalupe que se
organizaron el siguiente año, en la Catedral poblana se efectuó la coronación a la
que concurrieron miles de personas que antes recorrieron de la Iglesia de
4
La Opinión de Puebla, 31-III-1941. En las bodas al novio se le corona por el éxito que obtiene de
hacerse dueño de una mujer.
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Guadalupe en el Paseo Bravo a Catedral cantando el himno nacional y la
guadalupana. Para el pueblo hubo después una verbena popular en el zócalo. 5
A finales de 1947 los agricultores también agradecieron a la Virgen de
Guadalupe por haber librado su ganado de la fiebre aftosa, pues prometieron a la
Virgen que si salvaba su ganado del terrible rifle sanitario irían a visitarla todos los
días 12 de noviembre.6
Las devociones protectoras de la arquidiócesis
Entre las devociones que se buscaron rescatar e incrementar estuvieron en primer
lugar aquellas que correspondían de acuerdo con la Iglesia a los poblanos.
Destacaban dos devociones marianas, la de la Virgen de Ocotlán, patrona y
protectora de la Arquidiócesis, y la de la Virgen de la Defensa, protectora del
cabildo eclesiástico y la ciudad de Puebla.
A partir de 1941 comenzó su impulso pues habían quedado en el olvido, o
sencillamente dejaron de venerarse por los años de tensión entre la Iglesia y el
Estado. Así, el 21 de febrero de 1941 se aprovechó la celebración del cuarto
centenario de las apariciones de la Virgen de Ocotlán. En 1541, sólo diez años
después de la aparición de la Virgen de Guadalupe, se produjo la aparición de la
Virgen de Ocotlán a otro indígena de nombre Juan Diego Bernardino, en
Tlaxcala.7
Diego Bernardino que cruzaba un bosque de ocotes, en el cerro de San
Lorenzo, buscando agua para los enfermos de la epidemia que asolaba esos
años, fue escogido para el portento. La imagen plasmada en un ocote fue llevada
al templo de San Lorenzo, hasta que el padre Juan de Escobar trasladó la imagen
a su nuevo santuario en 1687, el de la señora de Ocotlán.
5
La Opinión de Puebla, 11, 12,25-X-1945. Otras 20 mil personas fueron a la Villa de Guadalupe en
la ciudad de México donde ofició la misa Ignacio Márquez. Los obispos sufragáneos se unieron al
contingente. La corona fue donada por el padre De la Cueva y era una obra de arte poblano.
6
La Opinión de Puebla, 19-XI-1947. Ese año la fiebre aftosa fue noticia recurrente, sobre todo en
el bajío y occidente del país donde se sacrificó un gran número de ganado.
7
REAP. Notas sobre la Virgen de Ocotlán. La Virgen apareció dentro de un pino de ocote y dio a
Diego Bernardino agua de un manantial para sanar a los enfermos de una epidemia que causaba
estragos entre la población. Los franciscanos la encontraron dentro del Ocote y trasladaron al
templo del pueblo de San Lorenzo e Tlaxacala, donde actualmente se encuentra la colegiata.
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La Virgen de Ocotlán recibió un tibio culto durante el siglo XVI, impulsado
durante el obispado de Juan de Palafox y Mendoza, cuando se designó el primer
capellán de la imagen y se le construyó un verdadero santuario, extendiéndose su
culto al valle de Puebla y parte de Veracruz. En ese tiempo el santuario de
Ocotlán, al igual que todas las ermitas de Tlaxcala, paso a control del obispado de
Puebla. Su devoción seguiría creciendo durante los siguientes siglos.
En la década de los cincuenta del siglo XX se buscó intensificar su culto, por
lo que el arzobispo Ignacio Márquez, pidió aumentar su devoción, refiriéndose a la
Virgen como: “…nuestra celestial patrona, que no ha cesado de velar por
nosotros, de alcanzarnos el perdón de los pecados, el remedio de las
necesidades, el consuelo de las penas, la salud en las enfermedades, el auxilio en
todas las tribulaciones”. Pidió que el culto a la Virgen de Ocotlán se extendiera
más, por lo que los sacerdotes debían propagarlo en las ciudades, familias e
instituciones, fuera venerada por las asociaciones y cofradías que ya existían en la
colegiata y se propagara a otros templos y parroquias, que se multiplicaran los
altares, ermitas y capillas y que las peregrinaciones aumentaran.8 En la ciudad de
Puebla, al poco tiempo, acatando sus recomendaciones, se dio un nuevo impulso
a la construcción del templo de Ocotlán, al oriente de la ciudad, pues tenía once
años de iniciado. Se formó un comité femenil pro-construcción, que fue presidido
por distinguidas damas de la sociedad poblana. En los siguientes meses la Virgen
fue coronada por distintas agrupaciones como los choferes, y se le declaró
patrona de los ciclistas.9
Culto popular y conflictos devocionales. El manejo de las imágenes
En Tlaxcala donde apareció y tenía su sede la Virgen de Ocotlán, se suscitó un
conflicto entre la Iglesia y los fieles, como parte del culto popular y el manejo de
las imágenes religiosas. En junio de 1953, se presentó un problema de grandes
8
La Opinión de Puebla, 4 y 12-II-1956. Sol de Puebla, 17-III-1956; La Opinión de Puebla, 1, 29-IV1956. La más activa era la señora Ocotlán Hurtado que brindo los primeros recurso para la obra.
9
El Sol de Puebla, La Opinión de Puebla, 11-VII-1960. El 1 de abril de1945 se puso la primera
piedra. En el patronato estaban Elena de la Fuente de San Martín, Etelvina Abascal, Carmen Díaz
Rubín de Conde, Antonia F de Linaje, Carmen Letona y Díaz Ceballos. El templo contaba con un
dispensario médico. En julio de 1960, el arzobispo bendijo los vitrales del templo diseñados por
Desiderio Xochiteotzin, el artista tlaxacalteca de los murales del palacio de gobierno.
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proporciones con un grupo de fieles, que orilló al arzobispo a imponer la máxima
pena de la Iglesia, la excomunión. El conflicto se suscitó ya que año con año, se
acostumbraba trasladar a la Virgen de Ocotlán de su colegiata a la parroquia de
San José en Tlaxcala, donde permanecía catorce días para su veneración. Desde
tiempo inmemorial se realizaba este acto con el nombre de la “Bajada”. Ese año
los señores fiscales del pueblo de Ocotlán dirigieron un escrito al arzobispado
pidiendo que de los catorce días, ahora siete días permaneciera en el templo de
San Francisco, y los otros siete en el templo parroquial de San José. Pero la
respuesta del arzobispado fue que la imagen bajara como siempre, catorce días al
templo parroquial de San José, aceptando que pasará por unas horas al de San
Francisco, camino nuevamente a la colegiata. Ante la negativa, los fieles se
inconformaron y con voces de irreverencia acordaron que entonces no bajarían de
su santuario la imagen e incluso se quejaron ante la autoridad civil. Se recordó
que el problema no era nuevo, pues cuatro años atrás, en 1949, ya se había
presentado, por lo que el entonces arzobispo Ignacio Márquez se vio precisado a
dirigir un documento a los fieles e imponer sanciones canónicas, pero no la
excomunión. Desde entonces se habían
exacerbado las dificultades entre las
juntas de vecinos con los sacerdotes.
En ésta ocasión los fieles decidieron sin el consentimiento eclesial bajar y
trasladar la imagen como se lo proponían, por lo que al enterarse el arzobispo de
su pretensión señaló, que la Virgen no constituía una diversión, que no era una
viajera, no obstante, ante su insistencia les concedió sólo un día. Los católicos, ya
en rebeldía, hicieron saber que la Virgen era de ellos y no de la Mitra y podían
llevarla a donde quisieran. En este clima de enfrentamiento, de insultos al
sacerdote del lugar y al propio arzobispo, se ordenó la excomunión a los
irreverentes y otras medidas como prohibir tocar las campanas de los templos de
Tlaxcala y las misas cantadas, mientras la ciudad estuviera en entredicho. La pena
duraría hasta que se arrepintieran y pidieran perdón al arzobispo. 10 El edicto de
excomunión comenzaba señalando “que el demonio, enemigo jurado de Dios
nuestro Señor, desde hace veinte siglos no ha cesado en su guerra despiadada a
10
La Opinión de Puebla, 7-VI-1953.
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la santa Iglesia... Con gran dolor de nuestro corazón, y hasta con espanto estamos
sintiendo el ataque de Lucifer contra la santa Iglesia en esta arquidiócesis
angelopolitana y más particularmente en Ocotlán y Tlaxcala.” Recordó que todo
católico tiene que estar en completa y absoluta obediencia al Soberano Pontífice y
al respectivo obispo. Por ello mencionaba: “Algunos hijos nuestros, ofuscados por
el amor propio o engañados por falaces seducciones, dan muestras de
desconocer la autoridad de la Iglesia, murmuran contra ella, desobedecen a su
propio párroco e incluso han querido desconocer la autoridad episcopal”.
Recuerda que el canon 2334 del código de derecho canónico declaraba que han
incurrido en excomunión todas las personas que firmaron una carta donde
abiertamente declararon que no se bajaría la imagen de la Virgen de Ocotlán, no
obstante de ser conminadas por la autoridad eclesiástica a deponer su actitud.
Son además expulsados de las sociedades de caballeros de Nuestra Señora de
Ocotlan.11 El edicto fue leído en misa de domingo en todas las parroquias de
Ocotlán y Tlaxcala. Semanas después se retiraría la excomunión ante el
arrepentimiento de los fieles.
El conflicto puso de manifiesto la distancia que se abría entre los fieles, sus
cultos y las autoridades eclesiásticas respecto a la apropiación de los símbolos
religiosos. Ya no sólo se trataba de acrecentar el fervor devocional, sino de
manejarlo, de imponer la disciplina y autoridad eclesiástica.
Por cierto que el tema de la bajar o no a la Virgen sigue presente hasta
nuestros días, pero por un motivo totalmente diferente, que es el deterioro que ha
sufrido la imagen con el paso del tiempo ante las salidas que año con año tiene.
La otra devoción que se impulsó particularmente para los poblanos fue de la
Virgen de la Defensa, reconocida por el cabildo como su protectora y defensora, lo
que la convertía en una patrona especial. En 1946 el arzobispado comunicó, por
medio de una carta pastoral a los fieles, que el Vaticano había autorizado la
coronación pontificia de la venerable imagen de nuestra señora de la Defensa, que
11
Edicto de Excomunión del arzobispo Octaviano Márquez y Toriz. 31-V-1953. REAP. Tomo
XXXV, núm. 4, pp. 256-269. Incurren en excomunión de sentencia dada, los que impiden directa o
indirectamente el ejercicio de la jurisdicción eclesiástica, sea del fuero interno o externo. El canon
2343 también señala la pena para quienes cometan injurias reales contra las personas de los
clérigos. Eran alrededor de 60 las firmas en el documento aludido.
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se veneraba en el altar de los Reyes de la Basílica Catedral.12 Se mencionó que la
idea de su coronación surgió después de los turbulentos años que siguieron a la
Revolución, cuando se reconoció que los males en la ciudad y diócesis no habían
sido tan graves gracias a esta devoción. La Virgen fue traída a Puebla en 1646 por
Fray Juan Bautista de Jesús y fue colocada en una ermita del estado de Tlaxcala.
El obispo Palafox y Mendoza levantó información sobre sus prodigios y la solicitó a
la ermita para colocarla en el altar de Catedral. La dio después al almirante Pedro
Paster Casanete para que le acompañara en la conquista de las californias y
después al conde de Alva, al ser promovido al virreinato en el Perú, quien la llevó
a la ciudad de Lima. Al morir la entregó a los padres jesuitas de Chile con encargo
especial de que fuera remitida a Puebla. Cumplido esto, fue recibida en Puebla
con grandes festejos, visitó varias casas de religiosos y luego volvió al Sagrario
metropolitano. Después de su travesía se decidió tributarle ante incontables
favores, principalmente el de haberla defendido de inminentes saqueos en tiempos
de revoluciones intestinas. En 1946 se cumplían 300 años de su llegada, de ahí
su solemne coronación.13
El prodigio también como la de Ocotlán se origino el vecino estado de
Tlaxcala, pero como Puebla era la sede de la silla obispal, la imagen paso a
catedral poblana. Sin embargo, también en Tlaxcala se renovó su veneración en la
ermita enclavada entre los municipios de Panotla y San Juan Totolac. En el siglo
XVIII al parecer se construyó el templo en el que se le venera actualmente,
cercano a la ermita primitiva.
Parroquias y templos, base del impulso devocional
La expansión devocional llevaba consigo la construcción, renovación de los
templos de la arquidiócesis, así como la activa participación de los sacerdotes.
Antiguos
templos fueron reabiertos al culto en Puebla, en junio de 1941 se
reinauguró el templo de la Misericordia, cerrado durante 85 años. En 1948 se
12
REAP. Cuarta Carta Pastoral al clero diocesano y regular y a los fieles de la arquidiócesis. 24-VI1946. tomo, XXVIII, número VII. Ya en junio de 1944 se había trasladado a la Virgen de la Defensa
del Sagrario Metropolitano donde se encontraba a Catedral para ubicarla en el altar de los Reyes y
así se le pudiera colocar una corona de oro.
13
La Opinión de Puebla, 21-II-1946.
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colocó la primera piedra de lo que sería el suntuoso templo en el cerro de la Paz,
con la advocación de la Virgen del Sagrado Corazón. 14 En diciembre de 1949
inició la construcción de la gruta de Lourdes, un pequeño templo en las faldas de
los cerros de Loreto y Guadalupe que fue inaugurado el 29 de octubre de 1950,
coincidiendo con la festividad de Cristo Rey, evento al que asistieron el nuncio
apostólico Guillermo Piani y el embajador de Francia en México.15
Nuevos templos iniciaron su construcción en la década de los cincuenta,
como en 1951 el de la Virgen de la Asunción, en la colonia Mártires del Trabajo y
el de San José en la población de Atencingo. En la ciudad de Puebla se inauguró
la capilla de El Parral, con la advocación al Inmaculado Corazón de María.
Además se anunció que se erigiría una capilla a la Virgen del Sagrado Corazón en
el km. 56 de la carretera México-Puebla para proteger a los automovilistas.16
Efectos de una mentalidad religiosa. Los milagros
La intensidad y fuerza que fueron adquiriendo las devociones y cultos calaban
hondo en la mentalidad religiosa de los fieles, especialmente en las zonas rurales.
Esta situación que prevalecía en el culto popular, condujo inevitablemente al
terreno de los milagros que se multiplicaron por doquier. Una serie de apariciones
empezaron a producirse en distintos lugares y con ellas el carácter taumaturgo de
las imágenes. A finales de los años cuarenta se difundía, por ejemplo, que había
aparecido una imagen de la Virgen en San Pedro, Atlixco, que ya había hecho 14
milagros en la cascada de Atlimeyaya. Otra Virgen de Guadalupe surgió en
Atencingo, por lo que cientos de peregrinos empezaron a llevar a sus enfermos y,
para 1949, se mencionó ya había hecho 98 milagros.17 Otro milagro apareció
inscrito en un árbol en el atrio de San Antonio, de la ciudad de Puebla, donde al
cortarse apareció una R y una cruz, símbolo de la fe católica. Se recordó que ahí
vivió el presbítero José Landecho, que emulando a Motolinía daba a los pobres
14
La Opinión de Puebla, 2-V-1948. Al evento asistió el alcalde Molina Jonson y los accionistas y
fraccionadores de la residencial colonia La Paz, Rómulo O´Farril, Pacheco y Recasens. Dice el
diario que son de la democracia cristiana.
15
La Opinión de Puebla, 24, 29-X-1950. Se desborda la fe católica en la gruta de Lourdes, asisten
los colegios América, Benavente, Oriente.
16
El Sol de Puebla, 16-VIII-1951; La Opinión de Puebla, 19, 29-X y 13-XI-1951.
17
El Sol de Puebla, 6-I, 28-V-1949; La Opinión, 31-V-, 2-VI-1949
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todo lo que tenía y pasaba mucho tiempo a la sombra de ese árbol. Los actos de
culto salieron del templo hasta donde se encontraba el árbol y miles de personas
lo visitaban.18
La situación, al principio, no pareció preocupar a la Iglesia, pero pronto
advirtió los graves peligros que significaban estos hechos desbordados de culto
que escapaban de su control, por lo que no los reconoció. Otros en cambio los
avalaba y patrocinaba como el de Santa Gema de Galgani, a la que de inmediato
le reconocía sus milagros que ya se contaban por decenas. O también aceptaba
las rogativas, que en temporadas de lluvias levantaban los católicos poblanos para
que lloviera de manera regular en beneficio de los cultivos, o bien para que no
lloviera en exceso, para lo cual se rezaban novenarios a San José en Catedral y
librar a Puebla de las tempestades.19
Uso y manipulación de la mentalidad religiosa
Los actos de culto también fueron utilizados frente a los problemas que se vivían,
principalmente en la cruzada anticomunista que se desató en la ciudad de Puebla
en 1961, año dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Así por ejemplo, en mayo,
la misa en el homenaje a la Santísima Virgen María en Catedral, el obispo auxiliar,
Emilio Abascal señaló que el acto también se realizaba en desagravio a las
injurias y blasfemias que le habían proferido los comunistas en los últimos días y
pidió que volviera la paz y tranquilidad.20 La Virgen fue bajada de su nicho y
llevada en procesión por las naves de catedral y a la salida se repartieron volantes
con frases como: “Cristianismo Sí, Comunismo No”. “Oración por la Paz, Retorno
a Cristo”.21
A manera de concluir podemos señalar que a partir de los años cuarenta la
Iglesia buscó construir una serie de devociones e intensificar las ya existentes.
Para conseguirlo realizó una impresionante actividad cultual y devocional
18
La Opinión de Puebla,. 20-VI-1949. Incluso una nota periodística señaló que al propio Papa se le
apareció la Virgen y la gente en Puebla comentó de que se trata de una señal del cielo que puede
intensificar la guerra que conduzca al juicio universal porque se están viendo cosas feas, que
parecen barruntos del fin del mundo.
19
La Opinión de Puebla, 16-IX-1949, 18-X-1951. Estos rezos se hacían año con año.
20
La Opinión de Puebla, 28-V-1961. La organizó la Unión de Católicos Mexicanos.
21
La Opinión de Puebla, 29-V, 2-VI-1961.
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aglutinando amplios sectores de la población católica con gran éxito. Sin embargo,
este trabajo acarreó diversos efectos, por una parte, se produjo el desbordamiento
de las devociones populares, la apropiación de imágenes y devociones que
quedaron fuera del control y autoridad eclesial, como se vio en el caso de la
Virgen de Ocotlán. Por lo que tuvo que empezar a establecer frenos en esta
dirección. Por otro lado, la actividad devocional no tuvo relación con las
problemática social. La esfera devocional era estrictamente individualista, entraba
al ámbito privado, por lo que los católicos bien pudieron separar el terreno
estrictamente devocional del social. Es cierto que no es tan simple, pues en
ocasiones se unían y en otras se separaban. Es decir, se fomentaba una visión del
mundo, se oraba por terminar la guerra, o para que no estallara otra, pues al final
eran resultado de los errores de la humanidad y su alejamiento de Dios. O más
tarde en los cincuenta y sesenta, por alejar y desechar el comunismo, como una
oración colectiva. En casos como éstos se tejía una relación estrecha. Pero al
abordarse los problemas más cotidianos de los ciudadanos, la cuestión laboral,
agraria, educativa, los problemas de vivienda, la carestía de la vida, la relación no
se estrechaba, sino que se desarrollaba en mundos diferentes.
Finalmente, el avance y penetración acelerada de los modernos medios de
comunicación, cine, radio y televisión, fueron inyecciones letales contra las
prácticas devocionales y consecuentemente de amarrar más la disciplina cristiana
y eclesial, fueron corroyendo la percepción y las prácticas de los habitantes,
haciéndolos más mundanos.
ISBN: 978-607-7698-79-1
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Cultos y devociones. Reforzamiento de la identidad católica. El caso de Puebla y Tlaxcala a mediados del Siglo XX
José Luis Sánchez Gavi
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Archivos
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