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Transcript
DEPARTAMENTO CATEQUÍSTICO ARQUIDIOCESANO.
ASUNCIÓN. (PARAGUAY)
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS. CÁDIZ Y CEUTA.
(ESPAÑA)
La Catequesis Familiar en los
Documentos de la Iglesia
La familia Cristiana es la «Célula Madre» de la Iglesia.
La transmisión de la Fe era misión prioritaria de la familia, en Israel. Continuó en la
primera Iglesia. Fue objeto de estudio en concilios como Arlés, Maguncia, París…
Impulsada por San Juan Crisóstomo, Pío XI, Pablo VI, Vaticano II. Brotó y creció en
América Latina. San Juan Pablo II la promovió con insistencia. Se ha potenciado en los
Congresos; y Documentos de la Iglesia, Como Aparecida, que la valoran e impulsan.
¿Qué han dicho?
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Julia Muñoz Ferrer, teóloga y catequeta con amplia experiencia
pastoral: misionera durante 12 años en los Andes, al norte de Chile; los
ocho últimos, responsable de una extensa parroquia de 30 pueblitos sin
sacerdote.
En la actualidad, continúa su labor
misionera en Paraguay. Ha participado dos
veces en el «Religious Education
Congress» de la Archidiócesis de Los Ángeles (USA),
invitada como Speaker para dirigir talleres sobre Catequesis
Familiar, en la que posee una amplia experiencia.
Manuel López López, diácono permanente, Licenciado en Catequética,
Profesor de Religión Católica en Enseñanza Secundaria y Director del
Secretariado de Catequesis de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.
Este libro se edita sólo en formato digital. La nueva tecnología ha hecho
posible la colaboración de dos equipos de personas, uno en Paraguay y
otro en España. Los textos de prepararon y la primera maquetación, en
América; y en España la maquetación y el tratamiento informático. Julia
Muñoz dirigió la preparación y organización de los contenidos y Manuel López la
digitalización de imágenes y maquetación final de los contenidos.
Tanto el contenido como el formato hacen de este libro una obra de consulta más que de
lectura continuada. Los autores sólo desean que sea ampliamente conocida, difundida y
utilizada por el público de lengua española, al servicio de la catequesis familiar, que en
este tiempo de nueva evangelización se presenta como una de las principales formas de
catequesis del futuro.
AUTORA: Julia Muñoz Ferrer.
MAQUETACIÓN Contenidos y digitalización: Manuel López López
COLABORADORES:
ESPAÑA: Ana Amparo Gallego, Marifé Jiménez, Paula Zugarramurdi y Manuel López.
PARAGUAY: Humberto Pessolani, Liliana Sánchez y Mª de los Ángeles Ortiz.
Obispado de Cádiz y Ceuta.
Delegación Diocesana
Secretariado Diocesano Catequesis
de Familia y Vida
2
Catequesis Familiar
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
ÍNDICE Interactivo. Situando el cursor, se accede al documento.
ABREVIATURAS
PROLOGO. Mons. Rafael Zornoza. Obispo de Cádiz y Ceuta.
PRESENTACIÓN. Mons. Mario Iceta. Obispo de Bilbao.
SALUDA. Mons. Juan Antonio Reig. Obispo de Alcalá de Henares.
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ANTIGUO TESTAMENTO
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El padre es el responsable de la educación de sus hijos
Transmite, mediante signos, la experiencia de Dios salvador
Es catequesis, en torno a la Palabra
El padre enseña a los hijos por mandato de Dios
Así como la experiencia de Dios pasa de padres a hijos
Corrección de los hijos
Desde los primeros años
NUEVO TESTAMENTO
Después de Pentecostés, los creyentes
Los Apóstoles
Cornelio avisado por Dios
En Filipos, Lidia
Conversión del carcelero
En Corinto
Familia evangelizadora
Cambia su domicilio pero no su actitud cristiana
Su fe contagia
Experiencia de Timoteo
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SAN JUAN CRISÓSTOMO. 349-407
Tu casa, una iglesia
PÍO XI 1922-1939
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DIVINNI ILLIUS MAGISTRI.1929
Misión educativa de la familia
PABLO VI, 1963-1978
A los católicos alemanes 1964
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Oración en común de la familia
CONCILIO VATICANO II (1963-1965)
La familia, Iglesia doméstica
Testigos de Cristo
La familia fundamento de la sociedad
Santidad familiar
La familia Escuela de amor
Donde cada uno recibe y da
La vida
Es deber de todos favorecer la familia
Los padres son los principales educadores
También los primeros
La educación moral y religiosa en las escuelas
Tenemos obligación de ofrecer los medios para su formación
Semillero de vocaciones
Libertad religiosa en la familia
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
PABLO VI A PADRES DE SACERDOTES 1966
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Honor de tener un hijo sacerdote
HUMANAE VITAE. 1968
Los Matrimonios Guía
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DOCUMENTO DE MEDELLÍN
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Familia formadora de personas
Educadora en la fe
Pablo VI A LOS JÓVENES. 1968
A las madres
AL EPISCOPADO POLACO. 1968
Familia, escuela de formación cristiana
A LA UNIÓN CATÓLICA ITALIANA. 1969.
Escuela y familia
III JORNADA MUNDIAL. 1969
Influencia de los medios de comunicación social en la familia
DEL SALUDO EN EL REZO DEL ANGELUS. 1969
Responsabilidad ante los medios
EN LA JORNADA MUNDIAL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL. 1970
Responsabilidad de los padres en la formación de los jóvenes
EN EL REZO DEL ANGELUS.1970
Los padres, maestros de la fe de sus hijos
A UNA PEREGRINACIÓN DE HUNGRÍA. 1972
Familia, célula viva de la Iglesia y de la Patria
DIRECTORIUM CATECHISTICUM GENERALE. 1973
Los primeros meses y años
La preparación
SÍNODO DE OBISPOS. 1974
Deben ser formados
Catequesis de talante misionero
EN LA CLAUSURA DEL SÍNODO
Los padres responsables de la evangelización en y de la familia
EVANGELII NUNTIANDI. 1975
Ofreciendo a los padres material y formación adecuada
La familia lugar de evangelización
DEL SALUDO EN EL REZO DEL ANGELUS. 1975
La familia hogar de oración
ORIENTACIÓN PASTORAL UNIVERSITARIA
Que todos los padres acepten el reto de la educación
DE LA ALOCUCIÓN «NOI PENSIANO» .1976
Preparación a los sacramentos
DE LA ALOCUCIÓN «LA VOSTRA» .1976
Educación de los hijos en la fe
DE LA ALOCUCIÓN«VOTRE PRESENCE» .1976
La misión educativa surge del matrimonio
A LOS OBISPOS DE ASTURIAS. 1977
Familia, fuente de renovación. Deben ayudarla
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS 1977
Por razón del santo bautismo
Los padres deberán recibirla formación necesaria
Conclusión
PABLO VI EN LA CLAUSURA DEL SÍNODO, 1977
Descubrir nuevos caminos
SAN JUAN PABLO II (1978-2005)
Papel primordial de la familia en la educación humana y cristiana
Hay que ayudarles
La primera experiencia
DE LA HOMILÍA EN LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO JAVIER
La familia. Iglesia doméstica
HOMILÍA EN LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Valores fundamentales de la familia
DOCUMENTO DE PUEBLA (Méjico)
La familia, «primera responsable» de la educación de los hijos
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REDEMPTOR HOMINIS
La forma fundamental
CATECHESI TRADENDAE
Responsabilidad
Párvulos
La catequesis de adultos
La acción catequética en familia es una acción insustituible
A LOS UNIVERSITARIOS
La educación «en la fe» tarea y misión de la familia.
A LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA.1980
La familia, lugar privilegiado de la catequesis y evangelización
EN BRASIL
La catequesis en la familia
Misión de la familia en la formación de las vocaciones
FAMILIARIS CONSORTIO.1981
Puesto central en la evangelización
Comunidad de amor
La más amplia comunión de la familia
La madre, educadora
El hombre esposo y padre
Derechos del niño
Los ancianos en familia
El derecho-deber educativo de los padres
Educar en los valores esenciales de la vida humana
Misión educativa y sacramento del matrimonio
La primera experiencia de Iglesia
Relaciones con las otras fuerzas educativas
Un servicio múltiple a la vida
La familia, célula primera y vital de la sociedad
Los derechos de la familia
Ministerio de evangelización de la familia cristiana
La familia hoy
Predicar el Evangelio a toda criatura
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La plegaria familiar
Plegaria litúrgica y privada
Plegaria y vida
Acción prioritaria
Preparación
Formación de sus miembros
Destinatarios y agentes de la comunicación social
EN LA CATEDRALDE NAGASAKI .1981
La fe transmitida en familia
JORNADA MUNDIAL MISIONERA 1981
Misión evangelizadora de la familia
A LOS OBISPOS DE PULLA Y BASILICATA 1981
La catequesis y la pastoral familiar
CONGRESO AGENTES DE PASTORAL FAMILIAR 1981
«Iglesia doméstica»: una comunidad en comunión
La vocación al amor
A LOS OBISPOS DE ZARAGOZA 1982
Al servicio de la familia
EN EL SANTUARIODEL SAMEIRO (Portugal) 1982
El futuro del hombre ligado a la familia
JESÚS ES EL SEÑOR (documento)
Desde el Bautismo 1982
A LAS FAMILIAS CRISTIANAS DE ESPAÑA 1982
No puede sustituir
A LOS CATEQUISTAS Y EDUCADORES CRISTIANOS
Los primeros
A LOS MISIONEROS DE JAVIER
Misión evangelizadora de la familia cristiana
CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO (CIC)
La específica obligación de los padres
Los padres y los padrinos
Misión del párroco
Elegir las instituciones
Las escuelas
Obligación gravísima, y derecho
LA CATEQUESIS DE LA COMUNIDAD
La familia lugar de catequesis
Participa de la misión de la Iglesia
La educación de la fe es misión propia
Objetivo de la catequesis familiar
Nacida de la misma vida familiar
Necesidad de un cambio de mentalidad
Religiosidad familiar
La educación familiar, y los otros ámbitos
Urge su preparación
A LOS LAICOS Y EDUCADORES EN NICARAGUA
Primado de la familia en educación
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
HOMILÍA EN TÉRMOLI
La autoridad de los padres
A LOS OBISPOS DE LITUANIA
Los jóvenes en familia
ENCUENTRO DE SEREGNO
Misión de la familia en la educación de la fe
EN LA CATEDRAL DE VIENA
Los primeros
CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA
Derechos
A LA ASOCIACIÓN PARA LA FAMILIA SCHÖNSTANTT
La familia, «Iglesia doméstica»
CONFERENCIA DE PASTORAL. COREA
Oración en familia
HOMILÍA EN PAPÚA (NUEVA GUINEA)
Escuela de virtudes cristianas
A LA CURIA ROMANA
La educación católica de la juventud
A LOS OBISPOS DE PARAGUAY.
Ante el año de la familia
EN LA FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS
Padres y padrinos
EN PIURA (PERÚ)
Llamados a la conversión
EN LA PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN (ITALIA)
La oración en familia
EL CATEQUISTA Y SU FORMACIÓN
Preocupación central
A PADRES DE ALUMNOS
Misión de los padres cristianos
AL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA
El don de sí
EN PERTH (AUSTRALIA)
Plena maduración humana
A LOS OBISPOS DE MALTA
Inicio de la evangelización
A LAS ESCUELAS CATÓLICAS
Deberes y derechos
A LOS OBISPOS DE NICARAGUA
Catequesis familiar
CHRISTIFIDELES LAICI
Otros ambientes educativos
EN CHIHUAHUA (MÉJICO)
Primera comunidad de vida y amor
A UN GRUPO DE ESTUDIO SOBRE LA FAMILIA
La cuna y la guardiana de la vida
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Deberes y derechos de los padres
SANTO DOMINGO (R. Dominicana)
«Itinerario continuado»
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
AL CONGRESO SOBRE LA FAMILIA Y LOS MM.CC.SS.
Proteger a la familia ante los medios de comunicación
Colaboración mutua
Promover iniciativas
A LAS FAMILIAS DE ASTI
En sus casas vivan el amor
El amor es
Anuncio del Evangelio
MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
Vivir la experiencia de paz
A LOS OBISPOS DE PARAGUAY
La familia, primera transmisora de la fe
DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS
Los padres de familia, primeros educadores de la fe de sus hijos
La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe
AL CELAM
La Pastoral Familiar ante los graves desafíos de la sociedad.
A LOS OBISPOS DE AFRICA
La Iglesia Doméstica.
A LOS PADRES Y ESPOSOS
Los padres deben ayudar a responder a Cristo
AL EMBAJADOR DE NUEVA ZELANDA
El futuro de la humanidad se fragua en la familia.
A LOS SACERDOTES DE AOSTA
La Iglesia debe recibir con amor a los divorciados vueltos a casar
AL EMBAJADOR DE VENEZUELA
La vida, la familia y la educación
A LOS OBISPOS DE MÉXICO
La familia, primera escuela de la vida y de la fe
La mujer, madre y primera educadora de los hijos.
EN LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS
Los padres, primeros educadores
A LA REPÚBLICA CHECA
La familia, escuela fundamental de formación cristiana.
A ONCE NUEVOS EMBAJADORES ANTE LA SANTA SEDE
La familia y la juventud
BENEDICTO XVI. (2005-2013)
Familia fundada en el matrimonio
A SACERDOTES Y DIÁCONOS DE ROMA
La familia, protagonista de la pastoral.
ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS. VALENCIA
La familia transmisora la fe
DOCUMENTO DE APARECIDA (Brasil)
Sujeto de evangelización
Itinerario catequético permanente
La CF, en la Pastoral Familiar
Derecho del hijo a contar con los padres
En la mystagogia (perseverancia)
A LOS OBISPOS DEL PARAGUAY
El esfuerzo misionero
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
MENSAJE FINAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
Vida y la misión de la Iglesia
XLVIII JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
La familia y la vocación de los hijos
A LOS OBISPOS DE FILIPINAS
Los padres, primeros educadores
PAPA FRANCISCO (2013). EVANGELII GAUDIUM
Donde los padres transmiten la fe
ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS
Se necesita
Fin del Encuentro Hispanoamericano
La Luz de la Familia en un Mundo Oscuro
Los Padres Primeros Catequistas
Educación en Valores. Crecer en la Virtud
¿Puede Existir la Sociedad sin la Familia?
La Receta
SÍNTESIS. TRES EXPRESIONES CLAVE
Insustituible
Iglesia Doméstica
Ministerio
LA FAMILIA CRISTIANA NECESITA
Ser informada de su Ministerio Educativo, porque
Sea reconocido su Verdadero y Propio «Ministerio Catequético»
MINISTERIA QUAEDAM
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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RECURSOS EN VIDEO
(Pinchar en el enlace)
 Intenciones del Papa Francisco para el mes de marzo 2016
 Los cinco edificios que construye cada familia, según el Papa Francisco
 Los números del Sínodo: 330 participantes, 17 matrimonios…
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Conclusiones del Sínodo de la Familia en 7 puntos
Los 4 temas clave del próximo Sínodo de la Familia
El Papa Francisco explica qué ocurrió durante el Sínodo de la Familia
Papa dedica audiencia general al perdón en familia
Ocho consejos del Papa Francisco para mejorar la vida en familia
Los mejores mensajes del Papa sobre la familia en el viaje a Cuba y EEEUU
 El mensaje del papa Francisco en Guayaquil, Ecuador
 Testimonio de dos jóvenes en Paraguay ante el Papa, sobre la familia
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
1.
ABREVIATURAS
AA Apostolicam Actuositatem. Vat II.
Decreto sobre el apostolado de los seglares.1965.
AG. Ad Gentes. Vat II.
Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia 1965.
CC. La Catequesis de la Comunidad.1983.
CD. Christus Dominus. Vat II.
Decreto sobre el oficio pastoral de los obispos. 1965.
CEE. Conferencia del Episcopado Español.
CIC Código de Derecho Canónico.1985.
CEC Catecismo de la Iglesia Católica.
ChL Christifideles Laici. 1988.
CT Catechesi Tradendae.
Exhortación de S. Juan Pablo II sobre la catequesis hoy.1979.
DCG Directorium Catechisticum Generale. 1974.
CEE Conferencia del Episcopado Español.
DM Documento de Medellín
DP Documento de Puebla.
DGC Directorio General para la Catequesis,
aprobado por S. Juan Pablo II, en 1997.
DH Dignitatis Humanae
Declaración sobre la libertad religiosa.
DSD Documento Santo Domingo
EG Evangelii Gaudium
EN Evangelii Nuntiandi.
Exhortación apostólica de Pablo VI sobre la Evangelización del Mundo
Contemporáneo.1975.
FC Familiaris Consortio.
Exhortación Apostólica de S. Juan Pablo II. 1981.
GE. Gravissimum Educationis. Vat II.
Declaración sobre la educación cristiana de la juventud, 1965.
GS Gaudium et Spes. Vat II.
Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual 1965.
HV Humanae Vitae. 1968.
LG Lumen Gentium. Vat II.
Constitución dogmática sobre la Iglesia. 1964.
MPD Mensaje al pueblo de Dios.
Documento del Sínodo de 1977 sobre la catequesis en nuestro tiempo.
MQ Ministeria Quaedam
OT Optatam Totius. Vat II.
Decreto sobre la formación sacerdotal.1965.
RM Redemotoris Missio. 1990. La Misión del Redentor.
RH Redemptor Hominis.
Primera encíclica de S. Juan Pablo II. 1979.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
VS
Veritatis Splendor.
El esplendor de la Verdad. Francisco, 1993.
Vat II Concilio Ecuménico Vaticano II.
AA Decreto Apostolicam Actuositatem. Sobre el Apostolado de los Seglares o
Laicos, 1965.
CD. Decreto Christus Dominus. Sobre los Obispos1965.
DH Declaración Dignitatis Humanae. Sobre la libertad Religiosa, 1965.
DV Constitución Dogmática Dei Verbum. Sobre la Divina Revelación, 1965.
GS Constitución Pastoral Gaudium et Spes. Sobre la Iglesia en el Mundo Actual,
1965.
LG
OT
PC
UR
Constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia en el Mundo1964
Decreto Optatam Totius. Sobre la formación Sacerdotal, 1965.
Decreto Perfectae Caritatis, Vida Religiosa, 1965
decreto Unitatis Redintegratio, sobre Ecumenismo.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
LA CATEQUESIS FAMILIAR EN LOS DOCUMENTOS DE LA IGLESIA,
La familia Cristiana es la «Célula Madre» de la Iglesia
2. PROLOGO
Mons. Rafael Zornoza Boy.
Obispo de Cádiz y Ceuta.
El trabajo que aquí se publica quiere ser una cómoda
herramienta para comprender mejor a la familia, de modo que
podamos presentar lógicamente sus fundamentos cristianos
y, al fin y al cabo, su propia verdad. Me parece, por tanto, que
nos ayudará a asentar la identidad de la familia, a conocer y
repensar su grandeza en el plan de Dios y su bondad para el
mundo, y nos facilitará el modo de proponer la visión cristiana
del matrimonio en una cultura occidental que ha demolido el
matrimonio natural. Si recordamos, además, que «¡el futuro
de la humanidad se fragua en la familia!» (FC 86), la
catequesis, como transmisión y educación de la fe, tiene una
gran misión que cumplir hoy.
El problema fundamental que hoy se plantea a la propuesta
cristiana del matrimonio y la familia es la reconstrucción de una teología y de una filosofía
del cuerpo y de la sexualidad, que generen un nuevo empeño educativo en toda la Iglesia.
Se puede decir que el empobrecimiento de la razón ha generado el empobrecimiento de
la libertad. Así como desesperamos de nuestra capacidad para conocer una verdad total y
definitiva, tenemos también dificultad para creer que la persona humana pueda realmente
darse de modo total y definitivo, y recibir la autodonación total y definitiva del otro. Nos
encontramos, pues, ante una cuestión radicalmente antropológica. Por consiguiente, es
imprescindible para responder a este reto una clarificación intelectual, aceptar la verdad
del hombre, de la familia y de la vida.
El edificio del matrimonio ha sido destruido, o, mejor dicho, ha sido deconstruido,
desmontado pieza por pieza. Se podría decir que tenemos todas las piezas, pero no el
edificio. Existen todas las categorías que componen la institución matrimonial:
conyugalidad, paternidad-maternidad, filiación fraternidad. Pero ya no tienen un
significado unívoco. ¿Cómo se ha producido esta deconstrucción? Se ha separado cada
vez más el matrimonio de la sexualidad propia de cada uno de los dos cónyuges,
desbiologizándolo hasta reducirlo a una mera emoción privada, sin una relevancia pública
fundamental y sin fundamento. La maternidad, por ejemplo, muchos no la entienden ya
como un don, sino como un derecho. Si hemos de recobrar el matrimonio y la familia el
primer cometido es recuperar que el matrimonio sacramento coincide con el matrimonio
natural. Así lo enseña la doctrina católica.
Ahora bien, el relativismo incapacita al hombre de hoy para percibir la verdad y, por tanto,
el valor de la persona y de la sexualidad humana. Estas evidencias originarias sobre el
matrimonio y la familia están inscritas en la misma naturaleza de la persona humana. La
enseñanza multisecular de la Iglesia nos orienta abriéndonos a la verdad, quitando de los
12
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
ojos del corazón las cataratas de las ideologías que nos impiden conocer la realidad, para
redescubrir que el matrimonio-sacramento y el matrimonio natural coinciden. La
separación entre los dos lleva a concebir la sacramentalidad como algo añadido,
extrínseco, y, por otra parte, se corre el riesgo de abandonar la institución matrimonial a la
tiranía de lo artificial. En el texto que presentamos, por tanto, el pedagogo cristiano
encontrará la sabiduría que necesita hoy para un trabajo teológico y filosófico que no
puede ser limitado ni aplazado. Será crucial, por ejemplo, recuperar la “teología del
cuerpo” presente en el magisterio de San Juan Pablo II para poder afrontar la catequesis
y, sencillamente, para evangelizar.
Es el momento de reconocer una vez más que la fe permite comprender la arquitectura de
las relaciones humanas, porque capta su fundamento último y su destino definitivo en
Dios, en su amor, y así ilumina el arte de la edificación, contribuyendo al bien común. Sí,
la fe es un bien para todos, es un bien común. Su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni
sirve únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá: nos ayuda a edificar
nuestras sociedades para que avancen hacia el futuro con esperanza (cf. LG 51).
Debemos afirmar que “el que cree ve” (LF1), pero también que “la fe construye una ciudad
para que vivan los hombres” (LF 51), es decir, que la fe es capaz de transformar.
Tenemos que asumir la capacidad iluminadora, dialogante y transformadora de la fe
cristiana, precisamente por vivir del amor eterno, que es el Logos de Dios. Es innegable
que promover la evangelización como un proceso integral del ser humano ayuda a
recuperar la dignidad del hombre.
En este mundo que está experimentando cambios vertiginosos y el materialismo, la
frivolidad y las idolatrías políticas han pasado a ocupar el espacio que antes llenaban los
grandes verdades del Evangelio debemos interrogarnos: ¿hacia dónde vamos?
¿realmente progresamos? Descubriremos que el auténtico progreso solo puede estar
enraizado en la Tradición, pues cuanto más crece un árbol, cuantas más ramas tiene,
más se aferra a sus raíces. La gran pregunta es, pues, la misma de siempre, y la
respuesta, también. La encontramos en el Evangelio y tiene un nombre propio:
¡Jesucristo!.
Urge la misión evangelizadora pues la fe no es sólo la clave para la salvación eterna sino
también para la salvación de nuestra sociedad. Estamos llamados a comunicar a Cristo
en las periferias existenciales, pero «la futura evangelización depende en gran parte de la
Iglesia Doméstica» (FC 52). Debemos afirmar, por tanto, que existe el Evangelio de la
Familia, como puede verse en este elenco de textos, y que es posible discernir el camino
que cada familia concreta debe recorrer en su propia existencia, rica de múltiples
realidades y variedad, que encuentra unidad partiendo del designio divino en la misión
única de Cristo, en la comunión de la Iglesia. Solamente así será posible superar la
«colonización ideológica», que es una realidad innegable a la que es necesario responder
con el Evangelio de la familia, como afirma el papa Francisco.
13
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La acción catequética de la familia es «en cierto sentido insustituible» (Cf. Exhortación
Apostólica CT 68). Siempre que la Iglesia, presente en las familias y en cada vivienda de
cristianos, viva su experiencia como hicieron las primeras familias cristianas (Aquila y
Priscila), será una “como Iglesia Domestica» (Vaticano II, 1964, LG 11), donde la labor
catequética de los padres es como un verdadero ministerio eclesial: «El ministerio de
evangelización de los padres cristianos es original e insustituible y asume las
características propias de la vida familiar, hecha, como debería estar, de amor, sencillez,
concreción y testimonio cristiano» (FC 53a).
Espero que estos textos nos lleven al corazón del Evangelio para que se pueda llevar a
cabo la conversión personal y pastoral que necesitamos, y para construir una cultura de la
familia donde resplandezca la verdad, capaz de llenar los corazones y devolvernos la
esperanza que supera la banalidad.
Mons. Rafael Zornoza Boy.
Obispo de Cádiz y Ceuta.
Miembro de la Comisión del Clero.
Conferencia Episcopal Española
14
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
3. PRESENTACIÓN
En la Sagrada Escritura y a lo largo del Magisterio de la
Iglesia, que es Madre y Maestra, en tanto transmisora y
custodia de la Palabra de Dios, se expresa la idea clave de
la evangelización que dio lugar al lema del quinto encuentro
mundial de las familias en Valencia: la transmisión de la fe
en la familia. Como Madre y Maestra, la Iglesia no puede
sino querer procurar el bien de sus hijos. Recordar los
mensajes que a lo largo de la historia se han ido
sucediendo por parte de los Autores bíblicos, de los santos
Padres o de los recientes escritos del Magisterio de la
Iglesia, no constituye un descarnado ejercicio intelectual ni
Mons. Mario Iceta.
una remisión a una espiritualidad abstracta sino un práctico
Obispo de Bilbao.
y amable recordatorio de lo que portamos en el fondo del
corazón y de lo que la humanidad se siente sedienta, comenzando por los más pequeños.
Me refiero a la vocación a amar y a ser amado, que se encuentra en el núcleo de la fe
cristiana, radicando este amor en el amor de un Dios que nos amó primero y que entregó
su vida por nosotros. Dicha vocación en primera instancia se vive –surge y se alimenta, y
enriquece, o así debería ser- en el seno de la familia donde de forma natural se da el
nacimiento y desarrollo integral de la persona.
Partiendo de esta realidad, podemos comprender la hermosa exclamación relatada en el
libro de Ester (Est. 4, 17 m) «Mi Señor y Dios nuestro. Yo aprendí, desde mi cuna, en mi
familia, que Tú, Señor, elegiste a Israel entre todos los pueblos, y a nuestros padres entre
todos los antepasados, para que fueran por siempre tu heredad; y que Tú, Señor, hiciste
con ellos cuanto les habías prometido». Recordando este texto nos dirá Benedicto XVI:
«A Ester, su padre le había trasmitido, con la memoria de sus antepasados y de su
pueblo, la de un Dios del que todos proceden y al que todos están llamados a responder.
La memoria de Dios Padre que ha elegido a su pueblo y que actúa en la historia para
nuestra salvación. La memoria de este Padre ilumina la identidad más profunda de los
hombres: de dónde venimos, quiénes somos y cuán grande es nuestra dignidad. Venimos
ciertamente de nuestros padres y somos sus hijos, pero también venimos de Dios, que
nos ha creado a su imagen y nos ha llamado a ser sus hijos. Por eso, en el origen de todo
ser humano no existe el azar o la casualidad, sino un proyecto del amor de Dios. Es lo
que nos ha revelado Jesucristo, verdadero Hijo de Dios y hombre perfecto. Él conocía de
quién venía y de quién venimos todos: del amor de su Padre y Padre nuestro» 1.
La obra que tienes entre tus manos, propone un recorrido desde las Sagradas Escrituras,
recordando los consejos del Deuteronomio (Dt 4, 9-10) “…, guárdate muy bien de
olvidar… cuéntaselo a tus hijos y nietos…”, los cánticos o poesías de los Salmos que
proclaman cómo la experiencia de Dios pasa de padres a hijos hasta el Nuevo
Testamento en el que, por ejemplo, los Hechos de los apóstoles narran como “todos los
días , con un solo corazón …. Partían el pan en las casas”. (Hch 2, 46) o “…. No cesaban
1
BENEDICTO XVI, Homilía en la misa de clausura del V Encuentro Mundial de las Familias, Valencia 9/07 2006.
15
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
de enseñar y anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús en el Templo y en las casas) (Hch
5,42)
De esta forma nos recuerda y va proponiendo una forma concreta y sugerente de realizar
esa misión encomendada a la Iglesia doméstica, que es la familia, de transmitir la fe como
el más valioso de los bienes que pueden y deben legar a sus hijos como nos recordaba
en el citado encuentro mundial de Familias el Papa Benedicto XVI: «La familia se nos
muestra así como una comunidad de generaciones y garante de un patrimonio de
tradiciones. Ningún hombre se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido por sí solo los
conocimientos elementales para la vida. Todos hemos recibido de otros la vida y las
verdades básicas para la misma, y estamos llamados a alcanzar la perfección en relación
y comunión amorosa con los demás (…) La fe no es, pues, una mera herencia cultural,
sino una acción continua de la gracia de Dios que llama y de la libertad humana que
puede o no adherirse a esa llamada. Aunque nadie responde por otro, sin embargo, los
padres cristianos están llamados a dar un testimonio creíble de su fe y esperanza
cristiana. Han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a
sus hijos con la mayor claridad y autenticidad (…)
Por citar alguna otra referencia señalo la indicación sobre la necesidad de la oración en
común con la familia y aludida por Pablo VI y tantas otras anotaciones como las que
dimanaron de los escritos a raíz del Concilio Vaticano II. A riesgo de no citar muchas de
las sugerencias, importantes y útiles llamadas o referencias que contiene este trabajo, no
quisiera dejar de mencionar que dentro de la prolija información, bien ordenada
cronológicamente, de forma clara y de fácil lectura, se encuentra la llamada a ofrecer a los
padres, catequistas, presbíteros, diáconos… material y formación adecuada para que
puedan llevar adelante con gozo la hermosa tarea que Dios les ha confiado de mantener
el foco de la fe, esperanza y amor en el seno de la familia y transmitírsela con ardor a sus
hijos. De las numerosas aportaciones y escritos sobre la Familia de San Juan Pablo II, se
encuentran en el texto referencias concretas a la Catequesis en familia que realizó en
Brasil el 5 de julio de 1980, recordando su imperiosa necesidad y cómo, de forma
concreta, recuerda que los padres son los primeros catequistas de sus hijos… “los niños
tienen necesidad de aprender y ver a sus padres que se aman, que respetan a Dios…”.
Con estas breves anotaciones, quisiera recalcar el contenido práctico del trabajo
destacando las últimas referencias a las dos Asambleas Sinodales dedicadas a la familia,
así como al Encuentro mundial de Filadelfia, en el que el cardenal Sarah hace una
llamada a la santidad de los padres en su intervención titulada “La luz de la Familia en un
Mundo Oscuro”. En definitiva, nos encontramos ante un trabajo que compendia de forma
amena y práctica la importancia y la necesidad de la catequesis familiar como ha venido
siendo propuesto desde el principio por la Iglesia. Se trata de una propuesta que refleja la
belleza del matrimonio y la familia y la disposición de la Iglesia a servir con humildad y
decisión a las familias, recordando a los padres su tarea de primeros educadores y
transmisores de la fe de los hijos procurándoles, en la medida de sus posibilidades, los
medios humanos y materiales para que realicen dicha tarea en el camino de la santidad a
la que todos hemos sido llamados.
Mons. Mario Iceta. Obispo de Bilbao y Presidente de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la defensa de la Vida. Conferencia Episcopal Española.
16
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
4. SALUDA
En el designio de Dios la familia entra como piedra de
construcción, no sólo de la sociedad humana, sino también
de la misma Iglesia. La familia tiene necesidad de vivir el
Sacramento del Matrimonio, para su crecimiento y su
estructura orgánica tal como la ha querido su fundador,
Jesucristo.
Éste es el sentido de las palabras de S. Juan Pablo II
cuando dice: «El matrimonio y la familia cristiana edifican a
la Iglesia; en efecto, dentro de la familia, la persona
humana no sólo es engendrada y progresivamente
introducida mediante la regeneración por el Bautismo y la
educación en la fe, es introducida también en la familia de
Dios, que es la Iglesia» (FC 15).
Mons. Juan Antonio Reig Pla.
Obispo de Alcalá de Henares.
Así, S. Juan Pablo II invita a interpretar la obra generativa y
educativa de los padres cristianos en su aspecto eclesial al
servicio del crecimiento del pueblo de Dios.
Su misión educativa se revela como un verdadero y propio ministerio: «La conciencia viva
y vigilante de la misión recibida con el Sacramento del Matrimonio ayudará a los padres
cristianos a ponerse con gran serenidad al servicio educativo de los hijos y, al mismo
tiempo, a sentirse responsables ante Dios que los llama y los envía a edificar la Iglesia en
ellos. Así la familia de los bautizados, convocada como “Iglesia doméstica” por la Palabra
y el Sacramento, llega a ser a la vez, como la gran Iglesia, maestra y madre» (FC 38).
Las circunstancias actuales reclaman que se preste una atención especial a la catequesis
familiar, ya que, como siempre, la familia es el lugar privilegiado para la transmisión de la
fe. Esta catequesis supone el esfuerzo testimonial de los padres, la atención a cada uno
de los hijos y la creación de un ambiente en el que se visibilicen los valores y las actitudes
cristianas.
El ministerio de la evangelización de los padres que compete a la familia cristiana es
original e insustituible y asume las características típicas de la vida familiar, hecho, como
debería estar, de amor, sencillez, comunión y testimonio cristiano (FC 53).
No dudo que la obra que presentamos contribuirá a que los padres y catequistas
parroquiales, tomen mayor conciencia del ministerio que se les ha confiado. Hemos de
agradecer a su autora el esfuerzo por recoger los textos del magisterio y su entusiasmo
por desarrollar, en el seno de la Iglesia, programas de Catequesis Familiar.
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares
Miembro Subcomisión Familia y Vida
Conferencia Episcopal Española.
17
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
5. SAGRADA ESCRITURA. ANTIGUO TESTAMENTO
6. El padre es el responsable de la educación de sus hijos
«Para que puedas contar a tus hijos y nietos cómo traté a los egipcios, y los signos que
ejecuté en medio de ellos; así sabrán que yo soy el Señor». (Ex 10, 2b)
7. Transmite, mediante signos, la experiencia de Dios salvador
«Y cuando mañana tu hijo te pregunte: ¿Qué significa esto?, le responderás: «Con mano
fuerte nos sacó el Señor Yahveh de Egipto, de la esclavitud. El faraón se había obstinado
en no dejarnos salir; entonces el Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo
mismo los hombres que de animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito
macho de los animales. Pero los primogénitos de mis hijos los rescato». Te servirá como
señal en el brazo en la frente de que con mano fuerte te sacó de Egipto . (Ex 13, 14-16)
8. Es catequesis, en torno a la Palabra
«Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se
aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos. El día aquel que
estuviste ante el Señor, tu Dios, en el monte Horeb, cuando me dijo el Señor: “Reúneme
al pueblo y les haré oír mis palabras, para que aprendan a temerme mientras vivan en la
tierra y se las enseñen a sus hijos». (Dt 4,9-10)
9. El padre enseña a los hijos por mandato de Dios
«Escucha Israel, el Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos, les hablarás de ellas en casa,
yendo de camino, acostado y levantado». (Dt 6, 4-7)
10. Así como la experiencia de Dios pasa de padres a hijos
«Mi descendencia le servirá y hablará del Señor, a la generación venidera le anunciará su
rectitud, al pueblo que ha de nacer, lo que él hizo». (Sal 22,31)
«Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado: la obra
que realizaste en sus días, antaño, con tus
propias manos». (Sal 44, 2)
«Lo que oímos y aprendimos, lo que
nuestros padres nos contaron, no lo
ocultaremos a sus hijos, lo contaremos a la generación venidera: Las glorias del Señor, su
poder, las maravillas que realizó.
Porque Él hizo un pacto con Jacob dando leyes a Israel: él mandó a nuestros padres que
lo enseñaran a sus hijos para que lo supiera la generación venidera y los hijos que
nacieran después.
Que los descendientes se lo cuenten a sus hijos para que pongan en Él su confianza y no
olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos».(Sal 78, 3-7)
«Una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas; alaban ellos la
gloria de tu majestad».(Sal 145,4s)
«La herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas»(Sal 127 126,
3)
18
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
11. Corrección de los hijos
«El que ama a su hijo, le corrige sin cesar, para poderse alegrar en su futuro. El que
educa a su hijo sacará provecho de él y estará orgulloso de él ante los conocidos. El que
instruye a su hijo da envidia a su enemigo, y estará satisfecho ante los amigo». (Eclo
30,1-3)
12. Desde los primeros años
«Mi Señor y Dios nuestro.
Yo aprendí desde mi cuna, en mi familia, que tú, Señor, elegiste a Israel
entre todos los pueblos, y a nuestros padres de entre todos los
antepasados, para que fueran por siempre tu heredad; y que tú, Señor,
hiciste con ellos cuanto les habías prometido». (Ester 4,17m)
13. NUEVO TESTAMENTO
14. Después de Pentecostés, los creyentes
«Todos los días, con un solo corazón, frecuentaban asiduamente el Templo, partían el
pan en las casas».(Hch 2,46)
15. Los Apóstoles
«Todos los días no cesaban de enseñar y anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús en el
Templo y en las casas» (Hch 5,42)
16. Cornelio avisado por Dios
«Manda a buscar en Joppe a Simón, llamado
Pedro, quién te dirá palabras que traerán la
salvación para ti y para toda su casa». (Hch 11,13b14)
17. En Filipos, Lidia
«Bautizada con toda su familia».(Hch 16,15)
18. Conversión del carcelero
«Ellos le dijeron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu familia”…Fue enseguida
bautizado él y todos los suyos. Y subiéndolos a su casa, puso la mesa, y se regocijó con
toda su familia de haber creído en Dios». (Hch 16,31-34)
19. En Corinto
«Crispo, el jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia» (Hch 18,8).
20. Familia evangelizadora
Pablo habla de dos cónyuges, Aquila y Priscila que siguieron al apóstol, le acogieron en su casa a él
y a la comunidad naciente. Su hospitalidad fue el primer nido donde surgieron y crecieron las
primeras comunidades. Iglesias particulares, germen exclusivo y universal de la Iglesia de Cristo.
«Saluden a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo, los cuales por mi vida,
expusieron sus cabezas; y no solo yo les estoy agradecido, sino también todas las
19
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
iglesias de los gentiles. Saluden también a la comunidad que está en su casa». (Rm 16,35a).
21. Cambia su domicilio pero no su actitud cristiana
«Les saludan las iglesias de Asia. Les mandan muchos saludos Aquila y Priscila con la
Iglesia que está en su casa».(1 Co 16,19).
22. Su fe contagia
«Saluda a Priscila y Aquila y a la casa de Onesíforo». (2 Tm 4,19)
«Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me ha
reconfortado». (2 Tm 1,16)
23. Experiencia de Timoteo
En Listra, Timoteo, discípulo de Pablo, obispo, hijo de madre judía pero de padre
griego, es educado en la fe por su abuela y su madre:
«Teniendo en cuenta la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida
y en tu madre Eunice, y estoy persuadido de que también arraigó igualmente en ti ». (2
Tm 1,5)
24. SAN JUAN CRISÓSTOMO
Año 349-407
25. Tu casa, una iglesia
Haz de tu casa una Iglesia: ya que tendrás que rendir
cuentas de la salvación de tus hijos y de tus siervos (In
Ep Eph 20,6 PG 62,143).
Vuelto a tu casa prepara una doble mesa: una la de los
alimentos, la otra la de la Sagrada lectura… que los
hijos la escuchen y… de este modo harás de tu casa
una Iglesia. (Hom in Gen 6, 2 PG 54, 607)
A lo largo de toda la Historia, la Iglesia ha insistido sobre la responsabilidad de los
padres en la educación de la fe de sus hijos. Sería prolijo indicar las referencias de
Concilios, Sínodos Nacionales, Sínodos Provinciales etc., por eso dando un gran
salto, indicaremos solamente los documentos del Magisterio más reciente.
26. PÍO XI. DIVINNI ILLIUS MAGISTRI,
31 de Diciembre de 1929
27. Misión educativa de la familia
25. En primer lugar, la misión educativa de la familia concuerda admirablemente con la
misión educativa de la Iglesia, ya que ambas proceden de Dios de un modo muy
semejante. Porque Dios, comunica inmediatamente a la familia, en el orden natural, la
fecundidad, principio de vida y, por tanto, principio de educación
para la vida, junto con la autoridad, principio del orden.
26. El Doctor Angélico dice a este propósito con su acostumbrada
nitidez de pensamiento y precisión de estilo: «El padre carnal
participa de una manera particular de la noción de principio, la
cual de un modo universal se encuentra en Dios… El padre es
20
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
principio de la generación, de la educación y de la disciplina y de todo lo referente al
perfeccionamiento de la ida humana».2
27. La familia recibe, por tanto, inmediatamente del Creador la misión, y, por esto mismo,
el derecho de educar a la prole; derecho irrenunciable por estar inseparablemente unido a
una estricta obligación; y derecho anterior a cualquier otro derecho del Estado y de la
sociedad, y, por lo mismo, inviolable por parte de toda potestad terrena.
28. El Doctor Angélico declara así la inviolabilidad de este derecho: «El hijo es
naturalmente algo del padre…; por esto es de derecho natural que el hijo, antes del uso
de la razón, esté bajo el cuidado del padre. Sería, por tanto, contrario al derecho natural
que el niño antes del uso de razón fuese substraído al cuidado de los padres o se
dispusiera de él de cualquier manera contra la voluntad de los padres 3». Y como la
obligación del cuidado de los hijos pesa sobre los padres hasta que la prole se encuentra
en situación de velar por sí misma, perdura también durante el mismo tiempo el inviolable
derecho educativo de los padres. «Porque la naturaleza—enseña el Angélico—no
pretende solamente la generación de la prole, sino también el desarrollo y progreso de
ésta hasta el perfecto estado del hombre en cuanto hombre, es decir, el estado de la
virtud4».
29. Por esto en esta materia la sabiduría jurídica de la Iglesia, se expresa con precisión y
claridad sintética en el Código de Derecho canónico: «Los padres tienen la gravísima
obligación de procurar, en la medida de sus posibilidades, la educación de sus hijos, tanto
la religiosa y la moral como la física y la cívica,
y de proveer también a su bienestar temporal».
30. En este punto es tan unánime el sentir
común del género humano, que se pondrían en
abierta contradicción con éste cuantos se
atreviesen a sostener que la prole, antes que a
la familia, pertenece al Estado, no advirtiendo
que, antes de ser ciudadano, el hombre debe
existir y la existencia no se la ha dado el
Estado, sino los padres, como sabiamente
declara León XIII: «Los hijos son como algo del
padre, una extensión, en cierto modo, de su persona: y, si queremos hablar con
propiedad, los hijos no entran a formar parte de la sociedad civil por sí mismos, sino a
través de la familia dentro de la cual han nacido5». Por consiguiente, como enseña León
XIII en la misma encíclica, «la patria potestad es de tal naturaleza, que no puede ser
absorbida por el Estado, porque tiene el mismo principio que la vida misma del hombre».
De lo cual, sin embargo, no se sigue que el derecho educativo de los padres sea absoluto
o despótico, porque está inseparablemente subordinado al fin último y a la ley natural y
divina, como declara el mismo León XIII en otra de sus memorables encíclicas sobre los
principales deberes del ciudadano cristiano, donde expone en breve síntesis el conjunto
de los derechos y deberes de los padres: «Los padres tienen el derecho natural de educar
a sus hijos, pero con la obligación correlativa de que la educación y la enseñanza de la
niñez se ajusten al fin para el cual Dios les ha dado los hijos. A los padres toca, por tanto,
rechazar con toda energía cualquier atentado en esta materia, y conseguir a toda costa
1 SANTO TOMAS, SummaTheologica 2-2 q.102 a.i..
3
SANTO TOMAS,, P.C., 2-2.q10 a.12.
4
SANTO TOMAS,, O.C., Suppl. q.41 a.j.
5
LEON XIII, encíclica RerumNovarum 15 de mayo 1890.
21
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
que quede en sus manos la educación cristiana de sus hijos, y apartarlos lo más lejos
posible de las escuelas en que corren peligro de beber el veneno de la impiedad6».
31. Hay que advertir, además que el deber educativo de la familia comprende no
solamente la educación religiosa y moral, sino también la física y la civil, principalmente
en todo lo relacionado con la religión y la moral.
32. Este derecho incontrovertible de la familia ha sido reconocido jurídicamente varias
veces por las naciones que procuran respetar santamente el derecho natural en sus
ordenamientos civiles. Y para citar un ejemplo entre los más recientes, el Tribunal
Supremos de la República Federal de los Estados Unidos de América del Norte, al
resolver una gravísima controversia, declaró que «el Estado carece de todo poder general
para establecer un tipo uniforme de
educación
para
la
juventud,
obligándola a recibir la instrucción
solamente
de
las
escuelas
públicas»; añadiendo a continuación
la razón de derecho natural: «El
niño no es una mera criatura del
Estado; quienes lo alimentan y lo
dirigen tienen el derecho, junto con
el alto deber, de educarlo y
prepararlo para el cumplimiento de
sus deberes».
33. La historia es testigo de cómo, particularmente en los tiempos modernos, los
gobiernos han violado y siguen violando los derechos conferidos por el Creador del
género humano a la familia; y es igualmente testigo irrefutable de cómo la Iglesia ha
tutelado y defendido siempre estos derechos; y es una excelente confirmación de este
testimonio de la historia la especial confianza de las familias en las escuelas de la
Iglesia, como hemos recordado en nuestra reciente carta al cardenal secretario de
Estado: «La familia ha caído de pronto en la cuenta de que es así como, desde los
primeros tiempos del cristianismo hasta nuestros días, padres y madres aun poco o nada
creyentes mandan y llevan por millones a sus propios hijos a los establecimientos
educativos fundados y dirigidos por la Iglesia».
6
LEON XIII, encíclica Sapientia echistianae 22. 10 enero 1890.
22
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
28. PABLO VI, 1963-1978
DEL RADIOMENSAJE A LOS CATÓLICOS ALEMANES
Stuttgart, 6 septiembre 1964
29. Oración en común de la familia
10. (…) Cultiven conscientemente la oración en común en su familia. Tengan el coraje de
guardar el matrimonio y la familia de acuerdo con la ley de Dios y la bendición del Señor
no les faltará. Formen una atmósfera en donde sea posible escuchar la llamada de Dios al
sacerdocio y a la vida religiosa.
30. CONCILIO VATICANO II
Textos promulgados entre 4-12-1963 al 7-12-1965
31. La familia, Iglesia doméstica
Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que manifiestan
y participan del misterio de la unidad y del fecundo amor entre Cristo y la Iglesia, se
ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de
los hijos, y, por tanto tienen en su condición y estado de vida su propia gracia en el
pueblo de Dios. Pues, de esta unión conyugal procede la familia, en que nacen los nuevos
ciudadanos de la sociedad humana, que por la gracia del Espíritu Santo quedan
constituidos por el Bautismo en hijos de Dios, para perpetuar el pueblo de Dios en el
correr de los tiempos. En ésta como Iglesia doméstica los padres han de ser para con sus
hijos los primeros predicadores de la fe, tanto con su palabra como con su ejemplo, y han
de fomentar la vocación propia de cada uno y con especial cuidado la vocación sagrada
(LG 11).
32. Testigos de Cristo
Cristo, el gran profeta, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la
gloria, a través de la Jerarquía y de los laicos a quienes, por ello, constituye en testigos y
les ilumina con el sentido de la fe y la gracia de la palabra, para que la virtud del
Evangelio brille en la vida cotidiana, familiar y social…
En este quehacer es de gran valor aquel estado de
vida que está santificado por un especial sacramento,
es decir, la vida matrimonial y familiar. En él se da un
ejercicio y una hermosa escuela para el apostolado
de los laicos, cuando la religión cristiana penetra toda
la institución de la vida y la transforma más cada día.
Aquí los cónyuges tienen su propia vocación: el ser
mutuamente y para sus hijos, los testigos de la fe y
del amor de Cristo. La familia cristiana proclama muy alto tanto las presentes virtudes del
Reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada. Y así con su ejemplo y
testimonio, arguye al mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad…
Por ello, trabajen lo laicos celosamente por conocer más profundamente la verdad
revelada e impetren insistentemente de Dios el don de la sabiduría. (LG 35)
23
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
33. La familia fundamento de la sociedad
El Creador de todas las cosas estableció la sociedad conyugal como principio y
fundamento de la sociedad humana, y la convirtió por su gracia en sacramento grande en
Cristo y en la Iglesia (cf. Ef 5,32). Por ello, el apostolado de los cónyuges y de la familia
tiene una importancia trascendental tanto para la Iglesia como para la sociedad civil.
Los cónyuges cristianos son mutuamente
para sí, para sus hijos y demás familiares,
cooperadores de la gracia y testigos de la
fe. Ellos son para sus hijos los primeros
predicadores de la fe y de los primeros
educadores; los forman con su palabra y
con su ejemplo para la vida cristiana y
apostólica, les ayudan con prudencia en la
elección de su vocación y cultivan con todo
esmero la vocación sagrada, que quizá se ha descubierto en ellos.
34. Santidad familiar
Siempre fue deber de los cónyuges y constituye hoy la parte más importante de su
apostolado el manifestar y demostrar con su vida la indisolubilidad y la santidad del
vínculo matrimonial, el afirmar abiertamente el derecho y la obligación de educar
cristianamente a la prole, propio de los padres y tutores; el defender la dignidad y legítima
autonomía de la familia.
Cooperen por tanto ellos y los demás
cristianos con los hombres de buena voluntad
a que se conserven incólumes estos derechos
en la legislación civil (…) La familia ha
recibido de Dios esta misión: ser la primera y
vital célula de la sociedad, y esta misión se
cumplirá si, mediante el mutuo afecto de los
miembros y la oración elevada a Dios en
común, se muestra como santuario
doméstico de la Iglesia…
Para lograr más fácilmente los fines de su apostolado, puede ser conveniente que las
familias se reúnan por grupos (AA 11).
35. La familia Escuela de
amor
La
formación para el apostolado
debe empezar desde la primera
educación de los niños.
En la familia, es obligación de los
padre el disponer a sus hijos desde la
niñez para el conocimiento del amor
hacia todos los hombres, enseñarles
gradualmente, sobre todo, con el
ejemplo, la solicitud por las necesidades del prójimo, tanto de orden material como
espiritual. Toda la familia y vida común sea como una iniciación al apostolado.
24
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Es necesario, además, educar a los niños para que, rebasando los límites de la familia,
abran su alma a las comunidades tanto eclesiásticas como temporales. Deben ser
incorporados a la comunidad de que son miembros vivos y activos del Pueblo de Dios. (AA
30)
36. Donde cada uno recibe y da
Los esposos, adornados de la dignidad y del papel de la paternidad y maternidad,
cumplirán entonces con diligencia su deber de educadores, sobre todo en el campo
religioso, que toca a ellos principalmente. Los hijos, como miembros vivos de la familia,
contribuyen a su modo a la santificación de los padres. (GS 48)
37. La vida
El cultivo auténtico del amor conyugal y de
toda la estructura de la vida familiar que de él
deriva, sin dejar de lado los demás fines del
matrimonio, tienden a capacitar a los esposos
para cooperar con fortaleza de espíritu con el
amor del Creador y del Salvador , quien por
medio de ellos aumenta y enriquece
diariamente su propia familia. En el deber de
transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia
misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus
intérpretes (GS 50).
38. Es deber de todos favorecer la familia
El derecho de los padres a la procreación y educación de la prole en el seno de la familia
se ha de proteger. (GS 52)
Incumbe a cada hombre el deber de conservar su papel de persona humana integral (…)
valores que se fundan todos ellos en Dios creador y que han sido maravillosamente
sanados y elevados en Cristo.
La primera fuente alimentadora de esta educación es, ante todo, la familia. En ella los
hijos, rodeados de amor, descubren más fácilmente el verdadero sentido de las cosas.
(GS 61)
39. Los padres son los principales educadores
Los padres, al haber dado la vida a los hijos, se deben
gravísimamente a la educación de la prole y, en
consecuencia, se deben reconocer como los primeros y
principales educadores. Su papel en la educación es de tal
peso que, en lo que falta la acción de ellos, difícilmente
pueden ser suplidos. Pues de los padres, es crear en la
familia el ambiente de amor y de piedad hacia Dios y hacia
los hombres, que favorezca a la educación íntegra personal
y social de los hijos.
La familia es, por lo tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, de que todas las
sociedades necesitan. Sobre todo en la familia cristiana, que el matrimonio está
enriquecida con la gracia y con el deber del sacramento, es necesario que ya desde los
primeros años de los hijos sean enseñados a sentir a Dios, a tratar con Él y a amar al
prójimo conforme a la fe que recibieron en el bautismo. En ella sienten la experiencia de
25
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
una sana sociedad humana y de la Iglesia. Por medio de la familia, en fin, se van
introduciendo suavemente en la sociedad civil y en el Pueblo de Dios. Dense cuenta, pues,
los padres de la gran importancia que la familia verdaderamente cristiana tiene para la
vida y el desarrollo del mismo pueblo de Dios.
La tarea de impartir la educación, que corresponde primariamente a la familia, necesita de
la ayuda de toda la sociedad. (GS 3)
40. También los primeros
Los padres, sobre quienes recae la primera obligación y el primer derecho, ambos
inalienables, de educar a los hijos (GE 6).
41. La educación moral y religiosa en las escuelas
Consciente además de su gravísima obligación
de cuidar diligentemente la educación moral y
religiosa de todos sus hijos, la Iglesia debe
hacer presente con su peculiar afecto y con su
ayuda a los muchísimos que se educan en
escuelas no católicas: por el testimonio de la
vida de aquellos que les enseñan y dirigen, por
la acción apostólica de los condiscípulos, y
sobre todo por el ministerio de los sacerdotes y
seglares que les enseñan la doctrina de la salvación, en forma proporcionada a la edad y a
las circunstancias, y les prestan ayuda espiritual con actividades acomodadas a la realidad
del momento.
A los padres, les recuerda el grave deber que les atañe de disponer, y aun de exigir, todo
lo necesario para que sus hijos puedan disfrutar de tales ayudas y para que progresen en
la formación cristiana armónicamente a igual paso que en la profana, por esto, la Iglesia
alaba a aquellas autoridades civiles que, en razón del pluralismo de la actual sociedad y
atendiendo a la debida libertad religiosa, ayudan a la familias para que en todas las
escuelas puedan darse a sus hijos una educación conforme con los principios morales y
religiosos de las familias. (GE 7)
42. Tenemos obligación de ofrecer los medios para su formación
Que los catequistas se preparen debidamente para este menester, de suerte que conozcan
debidamente la doctrina de la Iglesia y aprendan, en la teoría y prácticamente, las leyes
psicológicas y las disciplinas pedagógicas. Esfuércense también en restablecer o adaptar
mejor la instrucción de los catecúmenos adultos. (CD 14).
43. Semillero de vocaciones
Las familias animadas con espíritu de fe, de caridad y de
piedad, constituyen el primer seminario (OT 2).
44. Libertad religiosa en la familia
Cada familia, en cuanto es sociedad, que goza de un
derecho propio y primordial, tiene derecho a ordenar
libremente su vida religiosa doméstica bajo la dirección de
los padres. A ellos corresponde el derecho de determinar la formación religiosa que se ha
de dar a sus hijos, según las propias convicciones religiosas (DH 5).
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
45. PABLO VI A PADRES DE SACERDOTES
Audiencia General, 4 mayo 1966
46. Honor de tener un hijo sacerdote
4. ¡Cuánto respeto profesa la Iglesia a los
padres de sus sacerdotes! ¿Con cuanta
estima los rodea!
5. A continuación de un Concilio que se ha
ocupado en dos importantes documentos
«de la vida
y del ministerio de los
sacerdotes» y «de la formación sacerdotal»,
la Iglesia se vuelve hacia ustedes con más
confianza aún que en el pasado. Ella siente
la necesidad de que le ayuden a asegurar al
sacerdocio una fecundidad cada vez mayor: la de los hijos de ustedes, en primer término,
pero también dando a sus horizontes la extensión del mundo, la de todos los ministros de
Dios, que en todas partes necesitan la intercesión y el ejemplo de ustedes.
47. HUMANAE VITAE
Carta Encíclica. Julio 1968
48. Los Matrimonios Guía
26. Entre los frutos logrados (…) uno de los más preciosos es que los cónyuges no rara
vez sienten el deseo de comunicar a los demás su experiencia. Una nueva e
importantísima forma de apostolado entre semejantes se inserta de este modo en el
amplio cuadro de la vocación de los laicos: los mismos esposos se convierten en guía de
otros esposos. Ésta es sin duda, entre las numerosas formas de apostolado, una de las
que parecen más oportunas.
49. DOCUMENTO DE MEDELLÍN
II Conferencia General del Episcopado. Latinoamericano Septiembre 1968
50. Familia formadora de personas
5. Esta misión de ser célula primera y vital de la sociedad, la
familia la ha recibido directamente de Dios.
Es, pues, deber de los padres, crear un ambiente de familia
animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los
hombres, que favorezcan la educación integra, personal y
social de los hijos.
51. Educadora en la fe
6. Los esposos cristianos son para sí mismo, para sus hijos y
demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe.
Son para sus hijos los primeros educadores, y debe inculcar la
doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos
amorosamente recibidos de Dios y realizar esta misión
mediante la palabra y el ejemplo, de tal manera gracias a los padres que precederán con
el ejemplo y la oración en familia, los hijos y aún los demás que viven en el círculo
familiar encontraran más fácilmente el camino del sentido humano, de la salvación y de la
santidad.
27
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
13.Procurar, desde los años de la adolescencia, una sólida educación para el amor, que
integre y al mismo tiempo sobrepase la simple educación sexual, inculcando en los
jóvenes de ambos sexos la sensibilidad y la conciencia de los valores esenciales: el amor,
el respeto y el don de sí.
14. Difundir las ideas y facilitar en la práctica una preparación para el matrimonio
accesible a todos los que se van casar y tan integral como sea posible: física, sicológica,
jurídica, moral y espiritual.
15. Elaborar y difundir una espiritualidad matrimonial basada al mismo tiempo en una
clara visión del laico en el mundo y en la iglesia, y en una teología del matrimonio como
sacramento.
52. Pablo VI A LOS JÓVENES CULTIVADORES
Audiencia General, 4 diciembre 1968
53. A las madres
2. A ustedes, mujeres, está confiada la parte más difícil, por más
oculta, de asegurar a sus familias, de hoy y de mañana, el calor del
afecto, la seguridad de los cuidados educativos, el enderezamiento
de las costumbres cristianas, el fervor de la piedad y la riqueza de
la fe.
54. AL EPISCOPADO POLACO
Alocución, 7 diciembre 1968
55. Familia, escuela de formación cristiana
Bien sabemos que por las privadas iniciativas de ustedes, toda familia católica quiere
hacerse una escuela de instrucción religiosa y de formación cristiana. Les auguramos
también que surjan en el seno de estas familias vocaciones sacerdotales y religiosas
abundantes.
56. A LA UNIÓN CATÓLICA ITALIANA DE ENSEÑANZA
SECUNDARIA
Alocución, 10 febrero 1969
57. Escuela y familia
10. como profesores católicos, en una
perspectiva de renovación de las estructuras
escolares, no pueden pasar por alto la necesaria
relación entre la escuela y la familia para una
continuidad educativa. La familia… posee una
prioridad de naturaleza y, en consecuencia, una
prioridad de derecho-deber en el campo
educativo con relación a la sociedad. Ésta no
puede y no debe renunciar a este derecho. Por
esto es necesario que, junto a los profesores y a los alumnos, también las familias estén
presentes en la escuela y sean responsables de la orientación educativa de la comunidad
escolar. Por desgracia, hasta hoy la familia en Italia ha estado prácticamente casi ausente
de la escuela.
28
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
No siempre se ha pedido la colaboración consciente de los padres; e incluso cuando se
ha planteado el problema de las relaciones entre las dos instituciones, se ha hecho más
desde el punto de vista del interés práctico o puramente cultural que del interés educativo.
Hacemos votos para que la unión de ustedes llame eficazmente la atención de las familias
y de las autoridades responsables sobre este problema. Cuando este intercambio de
energías vitales pueda celebrarse también en el plano de la concepción cristiana de la
vida, entonces los resultados serán de particular importancia para el bien común, porque
en este caso se favorecerá la formación del hombre, del ciudadano y del cristiano de una
manera más interior y más unitaria.
58. III JORNADA MUNDIAL DE COMUNICACIONES SOCIALES
7 de Abril de 1969
59. Influencia de los medios de comunicación social en la familia
1. (…) Y ¿Quién podría decir hoy que no le afecta un fenómeno tan universal como la
expansión creciente de la prensa, de la radio, del cine y la
televisión, y que no le alcanza la influencia que ejercen en el seno
de las familias?
2. Ya desde el comienzo se impone una constatación, y es que
estos instrumentos de comunicación social penetran hasta el
corazón de la intimidad familiar, imponen sus horarios, hacen
modificar las costumbres, proporcionan abundantes temas de
conversación y discusión y, sobre todo, influyen en la psicología de
quienes los utilizan, a veces profundamente, tanto bajo el aspecto afectivo e intelectual
como en el campo moral y hasta religioso. Puede decirse que ya no hay noticia ni
problema que no llegue al centro mismo de la vida familiar, sea por medio de la letra
impresa, sea por el sonido o la imagen, y que no influya por este medio en la conducta de
cada uno, suscitando las reacciones más diversas.
3. Las ventajas de esta nueva
situación son innegables. No
hay duda de que se estimula la
evolución intelectual de los
jóvenes, que su patrimonio
cultural se enriquece, que su
espíritu y su corazón se abren
fácilmente a los grandes
problemas de la comunidad
humana, la paz, la justicia y el
desarrollo. Pero es igualmente evidente que la fuerza de persuasión de estos medios
nuevos se puede ejercer para bien o para mal; además de que, por otra parte, el abuso
aun simplemente cuantitativo de programas audiovisuales puede llegar a perjudicar los
valores de la vida de familia y producir el aislamiento de las personas en vez de la unión.
Por ello es menester enseñar a las almas el uso inteligente de estas fuentes de
enriquecimiento cultural, enseñanza que constituirá un nuevo capítulo a añadir en la tarea
tradicional de los educadores. Ha llegado la hora de que la familia proceda a su
«aggiornamento» en este punto, y con la indispensable colaboración de los educadores,
se preocupe cada vez más de educar las conciencias a fin de que se sepan emitir juicios
personales, serenos y objetivos que los lleve a aceptar o rechazar unos u otros de los
varios programas ofrecidos.
29
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
4. Pero no basta esta labor educativa. Es preciso,
además, establecer un diálogo permanente entre las
familias y los responsables de los medios de
comunicación social. Las familias deben, sí, dar a
conocer sus deseos y sus críticas, pero también al
mismo tiempo, han de mostrar comprensión hacia
quienes les proporcionan diariamente elementos de
cultura o de diversión a costa de grandes fatigas.
5. A su vez, los productores deben conocer y
respetar las exigencias de la familia. Esto supone en
ellos, a veces una gran valentía y siempre un hondo sentido de responsabilidad. En
efecto, deben oponerse por un lado a cuanto pueda herir la familia en su existencia, su
estabilidad, su equilibrio y su felicidad, ya que todo atentado a los valores fundamentales
de la familia, se trate de erotismo o de violencia, de apología del divorcio o de actitudes
antisociales de los jóvenes, constituye también un atentado al verdadero bien del
hombre y de la sociedad, es decir, el don de sí a un gran ideal, el sentido de sacrificio, el
heroísmo oscuro de los deberes cotidianos.
6. Invitamos a todas las familias a colaborar con las asociaciones que dan a conocer en
un diálogo continuado a los responsables de la comunicación social, sus aspiraciones y
sus exigencias justas. Ojalá esta «Jornada mundial» señale el comienzo del diálogo
fecundo y constructivo, anuncio de un porvenir más sereno en este sector tan
atormentado de la vida moderna.
60. DEL SALUDO EN EL REZO DEL ANGELUS
Roma, 18 de mayo 1969
61. Responsabilidad ante los medios
2. Nos ha sido presentado el problema de
las comunicaciones sociales, es decir, de
la prensa, del cine, de la radio, de la
televisión. Y se nos ha invitado a
considerar este problema en orden a la
familia, primero y sagrado núcleo social en
el que la existencia humana se abre, se
forma, se define. Es el nido de la casa, es
la primera escuela de la vida, es el
santuario de la familia, aquel en que se forma en primer lugar la personalidad del hombre,
aquel en que el modo de vivir y de pensar se convertirá en costumbre, el que está
invadido por la irrupción de estas «Comunicaciones sociales», voces e imágenes que
influyen en la psicología, ya individual o familiar, si no son vigiladas y seleccionadas y si
al mismo tiempo no se someten -he aquí la nueva tarea de la familia sana y cristiana- a
una reflexión, a una crítica, a una selección, a un juicio de valor moral.
3. Padres y madres, he aquí un deber nuevo para ustedes, el de convertirse en críticos
valientes y jueces serenos de estas formidables «Comunicaciones sociales», que invaden
su hogar.
30
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
62. EN LA JORNADA MUNDIAL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL
6 de abril de 1970
63. Responsabilidad de los padres en la formación de los jóvenes
4. ¿Es necesario recordar una vez más que el fenómeno cobra cada día mayor amplitud?
La prensa, la radio, la televisión, tienden a neutralizar e incluso a suplantar cuanto las
generaciones de ayer transmitían a sus herederos valiéndose de los medios tradicionales
de la cultura: el trato familiar, la acción educadora de la escuela
y de la parroquia (…) Hoy entran en juego nuevas fuentes del
saber y de la cultura, que por su ingente poder de penetración,
alcanza con su impacto tanto la sensibilidad como la
inteligencia, con todo el cortejo de resonancias imaginativas e
ideológicas provocadas por las imágenes sonoras y visuales.
7. Tarea en verdad apasionante la de quienes manejan estos
medios gigantescos, al ponerlos al servicio de los jóvenes. Pero, ¿de qué servirá todo ello
si los padres y educadores no ayudan a los jóvenes a elegir, a juzgar, a asimilar lo que se
les propone. Y así ser capaces de formarse como hombres y como cristianos cabales? De
no ser así, los jóvenes corren el riesgo de permanecer pasivos, fascinados, por así
decirlo, ante aquellas poderosas solicitaciones, traídos y llevados por deseos
encontrándose incapaces de domeñarlos con carácter.
64. EN EL REZO DEL ANGELUS
Roma, 6 septiembre 1970
65. Los padres, maestros de la fe de sus hijos
4. Y los padres ¿dónde están? ¿No son ellos los primeros maestros de sus hijos? Si ellos
están asociados a la responsabilidad y al ministerio de la Iglesia para iniciar a sus hijos
en la fe o en la oración.
66. A UNA PEREGRINACIÓN DE HUNGRÍA
Roma, 24 mayo 1972
67. Familia, célula viva de la Iglesia y de la Patria
18. (…) Deseamos tener un recuerdo especial para las familias,
células vivas de la Iglesia y de la Patria. De ellas, en efecto, las
generaciones que surgen reciben su primera formación, la impronta
destinada a permanecer o, al menos, a dejar una huella profunda en
toda su vida, en su pensamiento y en su actuación.
19. (…) Que a vuestro niños y a vuestros jóvenes no falte, junto a
una adecuada preparación cultural, profesional y cívica, el
inestimable beneficio de una auténtica instrucción y educación
religiosa.
68. DIRECTORIUM CATECHISTICUM GENERALE
Roma, marzo 1973
69. Los primeros meses y años
78. En familias creyentes, los primeros meses y años de la vida, importantísimos para el
equilibrio del hombre futuro, pueden proporcionar ya las bases de la personalidad
cristiana. El bautismo de niños cobra todo su sentido cuando la vida cristiana de los
padres, ofrece a la gracia bautismal la posibilidad de fructificar (…)
31
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
70. La preparación
Se debe fomentar la adecuada intervención de los padres cristianos ayudados por una
formación apropiada que hay que darle: esta formación, por sencilla y acomodada que
sea a su nivel cultural, debe confiarse a competentes educadores (…) pues la Iglesia se
construye cuando los padres reciben ayuda para cumplir rectamente su misión.
71.
SÍNODO DE OBISPOS
Roma 1974 sobre «Evangelización»
72. Deben ser formados
Los laicos deben ser formados convenientemente, para que puedan ser a su vez,
formadores y animadores, no se debe dejar de lado la misión específica de la mujer en el
seno de la familia para la educación religiosa de los hijos
73. Catequesis de talante misionero
El Episcopado español ha asumido la tarea de impulsar decididamente la renovación
pastoral en una línea evangelizadora. (Cardenal Enrique Tarancón)
74. EN LA CLAUSURA DEL SÍNODO
S.S. Pablo VI. Roma, 26 octubre 1974
75. Los padres responsables de la evangelización en y de la familia
7. Pero se ha puesto también de relieve que los (…) padres, son responsables de la
evangelización… 22 (…) Pero se extiende también a los padres, los primeros
colaboradores, para predicar el Evangelio de la Iglesia evangelizadora, en su misma
familia, o sea, «Iglesia doméstica» (LG 11).
76. EVANGELII NUNTIANDI
LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDOCONTEMPORÁNEO
La exhortación apostólica es fruto de los trabajos del Sínodo Episcopal de 1974, asumidos y
elaborados por el Papa Pablo VI en 1975
77. Ofreciendo a los padres material y formación adecuada
44. Con toda seguridad, el esfuerzo de evangelización será gravemente provechoso, a
nivel de la enseñanza catequética dada en la Iglesia, en las escuelas donde sea posible o,
en todo caso en los hogares cristianos, si los catequistas disponen de medios adecuados,
puestos al día sabia y competentemente, bajo la autoridad de los obispos. Los métodos
deberán ser adaptados a la edad, a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de
fijar siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que
deberán impregnar la vida entera.
32
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Ante todo es menester preparar buenos catequistas –catequistas parroquiales,
instructores, padres—deseosos de perfeccionarse en este arte superior, indispensable y
exigente que es la enseñanza religiosa. Por lo demás, sin necesidad de descuidar de
ninguna manera la formación de los niños, se observa que las condiciones actuales hacen
cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un catecumenado
para un gran número de jóvenes y adultos…
78. La familia lugar de evangelización
71. En el seno del apostolado evangelizador de los seglares es imposible dejar de subrayar
la acción evangelizadora de la familia. Ella ha merecido muy bien en los diferentes
momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre de «Iglesia
doméstica». Esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los diversos
aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia debe ser un
espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde este irradia.
Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma
evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio,
sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido.
También las familias formadas por un matrimonio mixto, tiene el deber de anunciar a
Cristo a los hijos en la plenitud de las implicaciones del Bautismo común; tiene además la
no fácil tarea de hacerse artífices de la unidad.
Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que
ella vive.
79. DEL SALUDO EN EL REZO DEL ANGELUS
Roma, 28 de diciembre de 1975
80. La familia hogar de oración
7. Desearíamos pedir desde este momento a las
familias cristianas, a las nuevas especialmente, que
se acostumbren a una plegaria común, en casa,
juntos, con compostura: a una plegaria buena.
8. Nos, tenemos el propósito, este año, justamente
para dar una primera señal de fidelidad al espíritu
del Año Santo, de poner en las manos de los
párrocos, a fin de que los distribuyan y lo
recomienden con motivo de la bendición de las
viviendas, un librito de las oraciones elementales que
se pueden recitar en cada uno de los hogares por los
miembros mismos de la familia, que debe elevarse a
la doméstica, pero estupenda y conmovedora,
dignidad de «domus ecclesiae», de iglesia de casa,
como ya fue en otros tiempos; toda casa un hogar de
amor, de concordia, de oración, de formación
cristiana nueva y viva.
9. Pensemos en la limpieza de costumbres que pueden derivarse de ahí.
33
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
81. ORIENTACIÓN PASTORAL UNIVERSITARIA
2 de febrero de 1976
82. Que todos los padres acepten el reto de la educación
2. Saber educar a los niños, saber orientar y acompañar a la juventud, ésta es una tarea
capital. El acierto en esta materia es hasta tal punto más importante y más difícil que en
los restantes sectores de la vida, que será necesaria una preparación y formación más
esmeradas. Dios. Ciertamente, pone una tal fuerza de amor en el corazón de los padres y
madres de familia, que les lleva a encontrar por sí mismos las palabras y los modos más
adecuados para acertar en la educación del espíritu, el corazón y la fe.
Pero precisamente su amor es tan ardiente, tan generoso, tan desinteresado para con los
hijos que viven, con su propia personalidad, en un mundo diferente del de nuestra
juventud, y en medio de toda clase de influencias.
El joven debe ser amado por sí mismo, y la satisfacción afectiva en que corresponde no
es un criterio decisivo. Y por otra parte, los padres están hasta tal punto ocupados,
influenciados y acechados por la superficialidad o mediocridad de las costumbres, que
con frecuencia se las ven mal para dar una recta educación. Sí, verdaderamente será
necesario que todos los padres acepten el reto de la educación.
83. DE LA ALOCUCIÓN «NOI PENSIANO»
Roma, 11 de agosto de 1976
84. Preparación a los sacramentos
4. Sentimos una satisfacción inmensa al
ver que este sentimiento eclesial de la
familia cristiana va despertándose y
transfundiéndose
en la comunidad
doméstica, frecuentemente de forma
ejemplar y edificante. Nos, os pedimos,
hijos
queridísimos,
y
a
vosotros
especialmente, nuevas familias cristianas,
que rindáis, con la forma debida y en
medida discreta, pero también con abierta
y colectiva expresión religiosa, honor a la
plegaria colectiva en vuestros hogares: la
madre tiene, en esta primera pedagogía
de la religión, un cometido tan importante
y digno como hermoso y conmovedor.
Madres, ¿enseñan a sus niños las oraciones del cristiano? ¿Preparan, de acuerdo con los
sacerdotes, a sus hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión,
confirmación? ¿Los acostumbran, si están enfermos, a pensar en Cristo paciente? ¿A
invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? Y ustedes, papás, ¿saben rezar con sus
hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez?
El ejemplo de ustedes, en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna
oración común, vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular; y
lleven de este modo la paz al interior de las paredes domésticas7.
7
«PaxhuicDomui¡» (cfr. el librito de las oraciones en familia).
34
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
85. DE LA ALOCUCIÓN «LA VOSTRA»
Roma, 15 de septiembre de 1976
86. Educación de los hijos en la fe
4. El designio procede sobre el plano humano:
Despertad, padres, la conciencia de los
pequeños, en orden a la búsqueda de lo que es
lo primero en nuestra vida, y comunicadles
inmediatamente el secreto para interpretarla y
para hacerla feliz; también el niño es un «fiel»,
un miembro vivo de la Iglesia que es la súperfamilia de la sociedad doméstica y social. Y que
inmediatamente el niño que crece conozca
entonces la calificación de su nobleza; tú eres
cristiano, ¿lo sabes?; es tu fortuna, es el reino de Cristo; un sacramento nuevo, la
confirmación, debe fortalecerte, cristiano, para esta sinceridad ante ti mismo y ante los
demás que ahora te rodean y hostigan tu inexperiencia: «conoce, oh cristiano, tu dignidad
(San León); se fuerte, sé seguro, sé bueno no solamente para ti, sino para los demás.
87. DE LA ALOCUCIÓN«VOTRE PRESENCE»
Roma, 22 de septiembre de 1976
88. La misión educativa surge del matrimonio
1. Alegría de saber que a través de ustedes nuestra voz se dirige a todos los cristianos
llamados a realizar en el matrimonio y en la vida de familia un auténtica vocación
humana y cristiana.
3. Pero hoy, en que la evolución de la sociedad viene a poner en duda hasta el dominio
de la moral , queremos solamente añadir algunas breves reflexiones (…) para fortificar
vuestra fe y consolidar vuestra esperanza en el sacramento del matrimonio que es
efectivamente el vuestro, para que lo viváis con mayor plenitud «entre las tribulaciones
del mundo y el consuelo de Dios» (S. Agustín, De Civitate Dei, XVIII, 51. 2: P.L:, 41, 614,
citado en Lumen Gentium, n. 8).
4. Al evocar el título magnífico y comprometido de la «Iglesia doméstica», recordamos,
hace algunos meses, a las familias cristianas el potencial evangelizador que hay en él (cfr.
Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, n. 71). Los invitamos a pensar que la fuerza
de la Buena Nueva de Jesucristo, anuncio de salvación, predicación de la ley del amor y
de las exigencias evangélicas, llamada a entrar en a comunidad de los creyentes, se
presenta en el interior de cada familia cristiana como una corriente de afecto, de
confianza, de intimidad, que une a sus miembros. Mas, añadimos también, esa fuerza
debe irradiar igualmente desde las familias cristianas a otras familias.
5. Hemos subrayado que, para construir la Iglesia universal y las Iglesias locales, es
preciso comenzar por la humilde e indispensable construcción de la Iglesia doméstica (cfr.
«O.R.» 12 de agosto de 1976).
6. Permítannos recordarlo ahora. El matrimonio es, en verdad, un estado de vida
voluntariamente escogido, en el que se busca el bienestar, la dicha de la pareja y de los
hijos, que se vive –especialmente si se es cristiano- bajo la luz de la fe y contando con la
gracia de Dios. Pero es igualmente un testimonio que se rinde, y una misión que se
cumple. Y, por estas últimas dimensiones, la institución familiar mira hacia fuera, hacia los
demás, está hecha para el bien de los otros. La familia debe, pues, buscar tener en tanto
35
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
que tal, un valor evangelizador y misionero. Cumple esta misión, esforzándose en llevar
un testimonio real de vida cristiana y llegando a ser así, siempre en primer lugar, una
llamada a acoger la Buena Nueva del Evangelio.
89. A LOS OBISPOS DE ASTURIAS
Roma, septiembre de 1977
90. Familia, fuente de renovación. Deben ayudarla
8. De una sana y sólida situación de la familia
–que es la fuente de toda la vida religiosa de
los hombres- puede esperarse impulso
eficacísimo para la renovación y el despertar
tanto de las comunidades parroquiales como
de las mismas diócesis y hasta de toda la
Iglesia. Por ello, el deber principal de los
sacerdotes y de los Pastores de almas será el
de ayudar con sus palabras vivas, con sus
consejos y con su trabajo, a las familias a
redescubrir y hacer y a enseñarles también la
manera de aumentar tales bienes y aplicarlos
a la vida de la sociedad.
91. MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS
Sínodo de los obispos. Roma 1977
92. Por razón del santo bautismo
12. Todos los cristianos, por razón del santo bautismo, ratificado por el sacramento de la
confirmación, están llamados a transmitir el evangelio y a preocuparse por la fe de sus
hermanos en Cristo, principalmente de los niños y de los jóvenes.
13. El lugar o ámbito normal de la catequesis es la comunidad cristiana. La catequesis no
es una tarea meramente individual, sino que se realiza siempre en la comunidad
cristiana…Junto a comunidades como la familia, primera comunidad educadora del
hombre…
93. Los padres deberán recibirla formación necesaria
14. el Obispo es el primer responsable de la catequesis local, en unión con sus
presbíteros, los diáconos, los padres de familia, los catequistas, los maestros, los
animadores de comunidades cristianas.
A todos ellos el Sínodo les confirma sobre la importancia de su misión. Pide que los
ministerios y tareas catequéticas no sean asumidos sin una adecuada formación.
94. Conclusión
(…) Ocupan nuestra atención de modo especial los catequistas… con particular
agradecimiento nos dirigimos a las madres y padres de familia que educan a sus hijos,
desde los años infantiles, en el conocimiento de Jesús, en el espíritu de temor filial y en el
amor a Dios Padre, manteniendo viva en sus corazones la fe que recibieron en el
Bautismo y que ellos mismos ratifican en la Confirmación: de este modo, la familia
contribuye a mantener pujante el estilo de vida cristiana de forma que dé frutos
constantes, válidos para la vida eterna.
36
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
95. PABLO VI EN LA CLAUSURA DEL SÍNODO, 1977
96. Descubrir nuevos caminos
Venerables hermanos y queridos hijos:
Al terminar esta V asamblea…
que el Sínodo de un nuevo
impulso a la catequesis, lleve a
descubrir nuevos caminos en la
actividad catequética, a formar
mejor a los catequistas y a
movilizar con mayor interés
recursos… Hemos de reconocer
que hay no pocas naciones en las
que
están
pisoteados
o
injustamente
disminuidos
el
derecho de cada uno de los
hombres a la educación religiosa, el derecho de las familias a la educación de sus hijos…
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
97. SAN JUAN PABLO II (1978-2005)
DISCURSO C’EST TOUJOURSEN EL III CONGRESO
INTERNACIONAL DE LA FAMILIA. 30 de octubre de 1978
98. Papel primordial de la familia en la educación humana y cristiana
1. Es siempre una alegría para el Papa
encontrarse con padres y madres de
familia, muy conscientes de sus
responsabilidades
de
educadores
cristianos. Y es una gracia ver que
surgen hoy en la Iglesia abundantes
iniciativas de apoyo a la familia.
2. Ante ustedes no tengo necesidad de
insistir en el papel primordial de la familia
en la educación humana y cristiana. En
varios textos, el reciente Concilio ha
puesto de relieve afortunadamente la
misión de los padres, «primeros y principales educadores» difícilmente reemplazables
(GE, 3). Es para ellos un deber natural, puesto que han dado la vida por sus hijos; es
también el mejor modo de garantizar a éstos una educación armónica por razón del
carácter absolutamente singular de la relación padres-hijos y de la atmósfera de afecto y
seguridad que pueden crear los padres con la irradiación de su propio amor (cfr. GS, 52).
La mayoría de las sociedades civiles han tenido que llegar a reconocer el papel especial y
necesario de los padres en la primera educación. A nivel internacional la «Declaración de
los derechos del niño», que por lo menos es signo de consenso muy amplio, ha admitido
que el niño «en lo posible debe crecer bajo la tutela y responsabilidad de los padres»
(principio 6). Deseamos que este compromiso se vaya traduciendo cada vez más en
hechos, sobre todo en el Año Internacional del Niño, que está a punto de comenzar.
99. Hay que ayudarles
3. Pero no basta firmar y defender este principio del derecho de los padres. Sobre todo
hay que procurar ayudarles a desempeñar bien esta difícil tarea de a educación en
nuestros tiempos modernos. En este campo, la buena voluntad, el amor mismo, no
bastan. Es un aprendizaje que los padres deben adquirir, con la gracia de Dios, en primer
lugar, fortificando las propias convicciones morales y religiosas, dando ejemplo,
reflexionando asimismo sobre sus experiencias, entre sí, con otros padres, con
educadores expertos y con sacerdotes. Se trata de ayudar a os niños y a los adolescentes
«a apreciar con recta conciencia los valores morales y a prestarles su adhesión personal,
y también a conocer y a amar a Dios más perfectamente.» (GE, 1).
100. La primera experiencia
4. Esta educación de su capacidad de juzgar, de su voluntad y de su fe es todo un arte; la
atmósfera familiar debe estar impregnada de confianza, diálogo, firmeza, respeto bien
entendido de la libertad incipiente; es decir, de todo lo que lleva a la iniciación gradual en
el encuentro con el Señor y en las costumbres que honran ya al niño de hoy y preparan al
hombre de mañana. Ojalá que vuestros hijos puedan adquirir en vuestras familias «la
primera experiencia de una saludable sociedad humana y de la Iglesia» (cfr.ib.3). Os
tocará también introducirlos poco a poco en comunidades educativas más amplias que la
familia. Entonces ésta debe acompañar a los adolescentes con amor paciente y
esperanza, colaborando con los otros educadores sin abdicar de su misión.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
101. DE LA HOMILÍA EN LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO JAVIER
Roma, 3 de diciembre de 1978
102. La familia. Iglesia doméstica
(…) Para visitar las parroquias, como parte de la Iglesiadiócesis, es necesario reunir a todas las «iglesias
domésticas», esto es, a todas las familias: de hecho, así
llamaban a las familias los Padres de la Iglesia. «Hagan de
vuestra casa una iglesia», recomendaba a los fieles en un
sermón San Juan Crisóstomo (…).
Digo a todos los esposos y padres, jóvenes y mayores: Dense las manos como hicieron el
día de su boda, al recibir gozosamente el sacramento del matrimonio. Imagínense que su
Obispo les pide hoy otra vez el consentimiento, y que ustedes pronuncian, como
entonces, las palabras de la promesa matrimonial, el juramento de su matrimonio.
¿Saben por qué se lo recuerdo? Porque de la observancia de estos compromisos
depende la «iglesia doméstica», la calidad y santidad de la familia, La educación de sus
hijos. Todo esto Cristo os lo ha confiado, queridos esposos, el día en que, mediante el
ministerio del sacerdote, unió para siempre sus vidas, en el momento en que
pronunciaron las palabras que no deben olvidar jamás: «hasta la muerte».
103. HOMILÍA EN LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Roma, 31 de diciembre de 1978
104. Valores fundamentales de la familia
1. (…) La Familia de Nazaret que la Iglesia, especialmente en la liturgia de hoy, presenta
a todas las familias, constituye efectivamente aquel punto culminante de referencia para la
santidad de cada familia humana.
(…) El Evangelio nos muestra, con gran claridad, el perfil educativo de la familia. «Bajó
con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto…» (Lc 2, 51). Es necesaria, en los niños y
en la edad juvenil, esta «sumisión», obediencia, prontitud para aceptar los maduros
consejos de la conducta humana familiar. De esta manera también «se sometió» Jesús. Y
con esta «sumisión», con esta prontitud de niño para aceptar los ejemplos del
comportamiento humano, deben medir los padres toda su conducta. Éste es el punto
particularmente delicado
de su responsabilidad
paterna, de su responsabilidad en relación con el
hombre, de este pequeño hombre que irá creciendo
progresivamente, confiado a ellos por el mismo Dios.
Deben
tener
presente
también
todos
los
acontecimientos acaecidos en la Familia de Nazaret
cuando Jesús tenía doce años; esto es, ellos
educaron a su Hijo no solo para ellos, sino para Él,
para los deberes que posteriormente asumiría. Jesús
a la edad de doce años respondió a María y a José: «¿No sabían que es preciso que me
ocupe en las cosas de mi Padre?» (Lc 2, 49).
(…) Quiere la Iglesia recordar que a la familia van unidos los valores fundamentales, que
no se pueden violar sin daños incalculables de naturaleza moral. Con frecuencia las
perspectivas de orden material y el aspecto «económico-social» prevalecen sobre los
principios de la moralidad cristiana y hasta de la humana. No basta, pues, con lamentarse.
Es necesario defender estos valores fundamentales con tenacidad y firmeza, porque su
quebranto lleva consigo daños incalculables para la sociedad y, en último término, para el
hombre.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
105. DOCUMENTO DE PUEBLA (Méjico)
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
S. Juan Pablo II inauguró la Conferencia el 27-I-1979.Finalizó el 13 de febrero.
106. La familia, «primera responsable» de la educación de los hijos
569. La Familia sujeto y objeto de Evangelización, centro evangelizador de comunión.
570. La pastoral familiar (…) aparece hoy todavía más urgente, como elemento muy
importante de la evangelización.
578. Urge un diligente cuidado pastoral para evitar los
males provenientes de la falta de educación en el amor,
la falta de preparación al matrimonio, el descuido de la
evangelización de la familia y de la formación de los
esposos para la paternidad responsable. Además, no
podemos desconocer que un gran número de familias
de nuestro continente no ha recibido el sacramento del
matrimonio. Muchas de estas familias, no obstante,
viven en cierta unidad, fidelidad y responsabilidad. Esta situación plantea interrogantes
teológicos y exige un adecuado acompañamiento pastoral.
582. La familia es imagen de Dios que «es una alianza de personas a las que se llega por
vocación amorosa del Padre que invita a los esposos a una íntima comunidad de vida y
de amor».
584. Al transmitir la vida a un hijo, el amor conyugal produce un persona nueva, singular,
única, e irrepetible. Allí comienza para los padres el ministerio de evangelización.
589. la misión de la familia. Esta iglesia doméstica, convertida la fuerza liberadora del
evangelio en «Escuela del más rico humanismo, sabiéndose peregrina con Cristo y con
prometida con Él al servicio de la iglesia particular (…). Busca mayor fidelidad al Señor».
602. en toda pastoral familiar deberá considerarse a la familia como sujeto y agente
insustituible de evangelización y como base de la comunión de la sociedad.
1036. La familia es la primera responsable de la educación. Toda tarea educadora debe
capacitarla a fin de permitirle ejercer esa misión.
107. REDEMPTOR HOMINIS
En su primera encíclica (1979) S Juan Pablo II escribe:
108. La forma fundamental
19. la participación en la misión profética de Cristo mismo forja la vida de toda la Iglesia,
en su dimensión fundamental. Una participación particular de esta misión compete a los
pastores de la Iglesia…La catequesis constituye, ciertamente, una forma perenne y al
mismo tiempo fundamental de la actividad de la Iglesia…
Además, es cada vez más necesario procurar que las distintas formas de catequesis y
sus diversos campos –empezando por la forma fundamental, que es la catequesis
«familiar», es decir, la catequesis de los padres a sus propios hijos- atestigüen la
participación universal de todo el Pueblo de Dios en el oficio profético de Cristo mismo.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
109. CATECHESI TRADENDAE
El fruto más logrado del Sínodo de Obispos, Exhortación apostólica
Una relación de 34 proposiciones, junto con todo el material de base, ponencias, etc.
Pusieron los Padres Sinodales en mano de Pablo VI con el expreso deseo de que en su
día, tuviera a bien dirigir a la Iglesia universal un documento básico sobre la catequesis.
Más éste no lo pudo realizar, pues el Padre lo llamó a la VIDA; pasó también por las
manos del breve y fértil pontificado de Juan Pablo I y correspondió a S. Juan Pablo II
concluir y poner su firma al celebrar el primer aniversario de su pontificado, el 16 de
Octubre de 1979. Ha sido tan eficaz para la Iglesia como su paralela precedente
«Evangelii Nuntiandi». Veremos algún fragmento a continuación:
110. Responsabilidad
16. Los padres de familia tienen una responsabilidad singular.
111. Párvulos
36. Un momento con frecuencia destacado es aquel en que el niño
pequeño recibe de sus padres y del ambiente familiar los primeros
rudimentos de la catequesis, que acaso no serán sino una sencilla
revelación del Padre celeste, bueno y providente, al cual aprende a
dirigir su corazón. Las brevísimas oraciones que el niño aprenderá
a balbucir serán el principio de un diálogo cariñoso con ese Dios
oculto, cuya palabra comenzará escuchar después. Ante los padres
cristianos nunca insistiríamos demasiado en esta iniciación precoz,
mediante la cual son integradas las facultades del niño en una
relación vital con Dios: obra capital que exige gran amor y profundo
respeto al niño, el cual tiene derecho a una presentación sencilla y
verdadera de la fe cristiana.
112. La catequesis de adultos
43. continuando la serie de destinatarios de la catequesis, no puedo menos de poner de
relieve ahora una de las preocupaciones más constantes de los Padres del Sínodo,
impuesto con vigor y con urgencia por las experiencias que se están dando en el mundo
entero: se trata del problema central de la catequesis de adultos. Ésta es la forma
principal de la Catequesis porque está dirigida a las
personas que tienen las mayores responsabilidades
y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su
forma plenamente desarrollada (CD 14). La
comunidad cristiana no podría hacer una catequesis
permanente sin la participación directa y
experimentada de los adultos, bien sean ellos
destinatarios o promotores de la actividad
catequética
113. La acción catequética en familia es una acción insustituible
68. la acción catequética en familia tiene un carácter peculiar y en cierto sentido8
insustituible, subrayado con razón por la Iglesia, especialmente, por el Concilio Vaticano
II. Esta educación en la fe, impartida por los padres- que debe comenzar desde la más
tierna edad de los niños- se realiza ya cuando los miembros de la familia se ayudan unos
a otros a crecer en la fe por medio de su testimonio de vida cristiana, a menudo
8
FC Recoge y amplía esta doctrina, pero omite la expresión
41
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
silencioso, más perseverante a lo largo de una existencia cotidiana vivida según el
Evangelio. Será más señalada cuando al ritmo de los acontecimientos familiares -tales
como la recepción de los sacramentos, la celebración de grandes fiestas litúrgicas, el
nacimiento de un hijo o la ocasión de un luto- se procura explicitar en familia el contenido
cristiano o religioso de esos sacramentos. Pero es importante ir más allá: los padres
cristianos han de esforzarse en seguir y reanudar en el ámbito familiar la formación más
metódica recibida en otro tiempo. El hecho de que estas verdades sobre las principales
cuestiones de la fe de la vida cristiana sean así transmitidas en un ambiente familiar
impregnado de amor y respeto, permitirá muchas veces que deje en los niños una huella
de manera decisiva y para toda la vida. Los mismos padres aprovechen el esfuerzo que
esto les impone, porque en un diálogo catequético de este tipo, cada uno recibe y da.
Precede, acompaña. La catequesis familiar precede, pues, acompaña y enriquece toda
otra forma de catequesis. Además en los lugares donde una legislación antirreligiosa
pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde han cundido la incredulidad o ha
penetrado el secularismo, hasta el punto de
resultar prácticamente imposible una verdadera
creencia religiosa, la Iglesia doméstica (LG 11,
AA 11) es el único ámbito donde los niños y los
jóvenes
pueden
recibir
una
auténtica
catequesis. Nunca se esforzarán bastante los
padres cristianos por prepararse a este
ministerio de catequistas de sus propios hijos y
por ejercerlo con celo infatigable. Y es preciso
alentar igualmente a las personas e
instituciones que por medio de contactos
personales, encuentros o reuniones y por toda
suerte de medios pedagógicos, ayudan a los
padres a cumplir su cometido: el servicio que prestan a la catequesis es inestimable.
114. A LOS UNIVERSITARIOS
Roma, 20 de marzo de 1980
115. La educación «en la fe» tarea y misión de la familia.
5. (…) Al recibir el bautismo en la edad infantil, llegamos a la fe mediante la comunidad de
nuestra familia, que quiere abrirnos las riquezas de la Iglesia lo más pronto posible,
asumiendo todos los deberes que de ello se derivan.
La Iglesia, desde hace mucho tiempo, se ha decidido a seguir este camino, considerando
la circunstancia que no se puede retardar el momento de gracia en la vida del hombre, y
la circunstancia de que, a través del bautismo de los niños, es necesario ayudar a la
construcción de la familia entendida como «la Iglesia doméstica», confiriéndolo sobre todo
las posibilidades del «segundo catecumenado», por así decirlo. Y de este modo, durante
muchas generaciones, en el puesto de la «educación primaria en la fe». Mientras en el
primer caso la gracia del bautismo constituía el punto de llegada, en el segundo es la
base, es el punto de partida de todo aquello por lo que nosotros somos cristianos y por lo
que nos comportamos como cristianos.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
116. A LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA
29 de Mayo de 1980
117. La familia, lugar privilegiado de la catequesis y evangelización
6. (…) Si he llamado vuestra sensibilidad sobre la
particular responsabilidad de la catequesis, es
precisamente porque ella encuentra en la familia
el primer banco de prueba, el destino principal y el
terreno más propicio. Por lo demás, he visto con
satisfacción que, entre las partes en que se
articula el documento de trabajo de vuestra
reunión, está precisamente «el deber primario de
la evangelización» (…). Habéis dado en el blanco,
y habéis demostrado así que la misión magisterial
de la Iglesia debe dirigirse de modo particular a las familias, y a todos sus miembros, para
que ellos, a su vez, estén en disposición de corresponder con plena conciencia y madurez
de formación a esa participación en la función profética de Cristo (…). La familia escribió
mi predecesor en la Exhortación apostólica EN, «ha merecido muy bien, en los diferentes
momentos de la historia de la Iglesia, la bella definición de “Iglesia doméstica”, ratificada
por el Concilio Vaticano II. Esto significa que, en cada familia cristiana, deberían reflejarse
los diversos aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia,
debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia.
Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma
evangelizan y son evangelizados. Los padres no solo comunican a los hijos el Evangelio
profundamente vivido. Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y
del ambiente en que ella vive» (71; AAS 68 [1976] P. 60 S). Continuando en esta clara línea de
pensamiento, yo mismo he recalcado después esta verdad, tan grande y bella, en el
documento ya citado; y he añadido que «la catequesis familiar… precede, acompaña y
enriquece toda otra forma de catequesis» (Catechesi Tradendae, 68).
7. Bien se puede decir, pues, que la familia, entendida como locus privilegiado de la
catequesis, puede ofrecer a vuestros debates y trabajos como el centro focal (…).
Efectivamente, en una recta concepción de las funciones de la comunidad familiar,
entendida como «ambiente de fe» -donde los padres ejercitan, con la ayuda de la gracia
sacramental del matrimonio, y en su función de testigos de Cristo, asumida ya en el
sacramento de la confirmación, su deber más importante-, se aseguran la presencia y la
continuidad de los más grandes valores en el plano humano y cristiano: la educación de
los hijos; su «provocación» constante a un estilo coherente de vida, mediante el ejemplo y
la palabra; la garantía y la defensa de una sanidad moral, que desde el ámbito familiar se
convierte en un bien común y general de toda la sociedad.
118. EN BRASIL
Porto Alegre, 5 de julio de 1980
119. La catequesis en la familia
4. (…) Antes que nada, la catequesis en la familia. En los primeros años de vida de los
niños, se lanzan las bases y el fundamento de su futuro. Por eso mismo, los padres tienen
que comprender la importancia de su misión a este respecto. En virtud del bautismo y del
matrimonio son ellos los primeros catequistas de sus hijos; en efecto, educar es continuar
el acto de la generación. En esta edad, Dios pasa de manera particular «a través de la
intervención de la familia» (Directorio catequístico general, 78).
Los niños tienen necesidad de aprender y de ver a sus padres que se aman, que respetan
a Dios, que se saben explicar las primeras verdades de la fe (cfr. Catechesi Tradendae,
43
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
36), que saben exponer el «contenido cristiano» en el testimonio y en la perseverancia
«de una vida de todos los días vivida según el Evangelio» (ibíd. 68).
El testimonio es fundamental. La Palabra de Dios es eficaz en sí misma, pero adquiere
sentido concreto cuando se vuelve realidad en la persona que la anuncia. Esto vale en
manera particular para los niños que aún no tienen condiciones para distinguir entre la
verdad anunciada y la vida del que la anuncia. Para el niño no hay distinción entre la
madre que reza y la oración; más aún, la oración tiene valor especial porque la reza la
madre.
Que no suceda, amadísimos padres que me escucháis, que vuestros hijos lleguen a la
madurez humana, civil y profesional, quedando niños en asuntos de religión. No es exacto
decir que la fe es una opción para realizar en la edad madura. La verdadera opción
supone el conocimiento; y nunca podrá haber elección entre cosas que no fueron
propuestas sabia y adecuadamente.
Padres catequistas, la Iglesia tiene confianza en ustedes, espera mucho de ustedes..
120. Misión de la familia en la formación de las vocaciones
10. (…) Pero mi pensamiento y mi exhortación se dirigen también a las familias cristianas,
que el Concilio Vaticano II indicó como «primer seminario» de la vocación (cfr.
OptatamTotius, 2); os corresponde a vosotros orientar en vuestro propio seno ese clima
de fe, de caridad y de oración que oriente a vuestros hijos para que se adapten, en una
actitud de generosa, disponibilidad, a la iniciativa de Dios y su plan sobre el mundo.
121. FAMILIARIS CONSORTIO
Exhortación apostólica. Misión de la familia cristiana en el mundo. 1981
122. Puesto central en la evangelización
2. (…) La familia cristiana es la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio a la
persona humana en desarrollo y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana,
mediante una progresiva educación y catequesis (…). En cuanto es comunidad educativa,
la familia debe ayudar al hombre a discernir la propia vocación y a poner todo el empeño
necesario en orden a una mayor justicia, formándolo desde el principio para unas
relaciones interpersonales ricas en justicia y amor.
123. Comunidad de amor
18. la familia fundada y vivificada por el amor, es una
comunidad de personas, del hombre y de la mujer esposos,
de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer
cometido es el de vivir fielmente la realidad de la comunión
con el empeño constante de desarrollar una auténtica
comunidad de personas.
124. La más amplia comunión de la familia
21. la comunión conyugal constituye el fundamento sobre el cual se va edificando la más
amplia comunión de la familia…
Esta comunión radica en los vínculos naturales de la carne y de la sangre y se desarrolla
encontrando su perfeccionamiento propiamente humano en el instaurarse y madurar de
vínculos todavía más profundos y ricos del espíritu: el amor que anima las relaciones
interpersonales…
44
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La familia cristiana está llamada además hacer la experiencia de una nueva y original
comunión, que confirma y perfecciona la natural y humana. En realidad la gracia de
Cristo, «el Primogénito entre los hermanos» es por su naturaleza y dinamismo interior una
«gracia fraterna como la llama Santo Tomás de Aquino». El Espíritu Santo, infundido en
la celebración de los sacramentos, es la raíz viva y el alimento inagotable de la comunión
sobrenatural que acumula y vincula a los creyentes con Cristo y entre sí en la unidad de la
Iglesia de Dios. Una revelación y actuación específica de la comunión eclesial, está
constituida por la familia cristiana que también por esto puede y debe decirse «Iglesia
doméstica».
Todos los miembros de la familia, cada uno según su propio
don, tiene la gracia y la responsabilidad de construir, día a
día, la comunión de las personas, haciendo de la familia una
«escuela de humanidad más completa y más rica»: es lo
que sucede con el cuidado y el amor hacia los pequeños, los
enfermos, los ancianos; con el servicio recíproco de todos
los días, compartiendo los bienes, alegrías y sufrimientos.
Un momento fundamental para construir tal comunión está
constituido por el intercambio educativo entre padres e hijos,
en que cada uno da y recibe. Mediante el amor, el respeto y
la obediencia a los padres, los hijos aportan su específica e
insustituible contribución a la edificación de una familia
auténticamente humana y cristiana (GS 48). En esto se
verán facilitados si los padres ejercen su autoridad
irrenunciable como un verdadero y propio «ministerio» esto
es, como un servicio ordenado al bien humano y cristiano de los hijos y ordenando en
particular a hacerles adquirir una libertad verdaderamente responsable, y también si
mantienen viva la conciencia del «don» que continuamente reciben de los hijos.
La comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de
sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la
comprensión, a la tolerancia, al perdón y a la reconciliación (…) al mismo tiempo, cada
familia está llamada por el Dios de la paz a hacer la experiencia gozosa y renovadora de
la «reconciliación», esto es, de la comunión reconstruida, y de la unidad nuevamente
encontrada. En particular la participación en el sacramento de la reconciliación y en el
banquete del único Cuerpo de Cristo, ofrece a la familia cristiana la gracia y la
responsabilidad de superar toda división y caminar hacia la plena verdad de la comunión
querida por Dios, respondiendo así al vivísimo deseo del Señor: que todos «sean una
misma cosa».
125. La madre, educadora
23. (…) No hay duda de que la igual dignidad y
responsabilidad del hombre y la mujer, justifican
plenamente el acceso de la mujer a las funciones
públicas. Por otra parte, la verdadera promoción
de la mujer exige también que sea claramente
reconocido el valor de su función materna y
familiar… la Iglesia puede y debe ayudar a la
sociedad actual, pidiendo incansablemente que
el trabajo de la mujer en casa sea reconocido por
todos y estimado por su valor insustituible. Esto
tiene una importancia especial en la acción educativa.
45
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
126. El hombre esposo y padre
25. (…) Sobre todo, donde las condiciones sociales y culturales inducen fácilmente al
padre a un cierto desinterés respecto de la familia, o bien a una presencia menor en la
acción educativa, es necesario esforzarse para que se recupere socialmente la convicción
de que el puesto y la función del padre en y por la familia son de una importancia única e
insustituible.
Revelando y reviviendo en la tierra la misma paternidad de Dios, el hombre está llamado a
garantizar el desarrollo unitario de todos los miembros de la familia. Realizará esta tarea
mediante una generosa responsabilidad por la vida concebida junto al corazón de la
madre, un compromiso educativo más solícito y compartido con la propia esposa (GS 52)
127. Derechos del niño
26. (…) Procurando y teniendo un cuidado tierno y profundo
por cada niño que viene a este mundo, la Iglesia está llamada
a revelar y a proponer en la Historia el ejemplo y el mandato de
Cristo, que ha querido poner al niño en el centro del Reino de
Dios: «Dejad que los niños vengan a mí…, que de ellos es el
reino de los cielos.»
La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario –
material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene
a este mundo, deberá constituir siempre una nota distintiva e
irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias
cristianas; así los niños, a la vez que crecen « en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres», serán una
preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar y
para la misma santificación de los padres.
128. Los ancianos en familia
27. Hay culturas que manifiestan una singular veneración y un gran amor por el anciano;
lejos de ser apartado de la familia o de ser soportado como un peso inútil, el anciano
permanece inserido en la vida familiar, sigue tomando parte activa y responsable –aun
debiendo respetar la autonomía de la nueva familia- y sobre todo desarrolla la preciosa
misión de testigo del pasado e inspirador de sabiduría para los jóvenes y para el futuro.
Otras culturas, en cambio, especialmente como consecuencia de
un desordenado desarrollo industrial y urbanístico, han llevado y
siguen llevando a los ancianos a formas inaceptables de
marginación, que son fuentes a la vez de agudos sufrimientos
para ellos mismos y de empobrecimiento para tantas familias.
Es necesario que la acción pastoral de la Iglesia estimule a todos
a descubrir y a valorar los cometidos de los ancianos en la
comunidad civil y eclesial, y en particular en la familia. En
realidad, «la vida de los ancianos ayuda a clarificar la escala de
valores humanos; hace ver la continuidad de las generaciones y
demuestra maravillosamente la interdependencia del Pueblo de
Dios. Los ancianos tiene además el carisma de romper barreras
entre las generaciones antes de que se consoliden: ¡Cuántos niños han hallado
comprensión y amor en los ojos, palabras y caricias de los ancianos¡ y ¡ cuánta gente
mayor no ha suscrito con agrado las palabras inspiradas “la corona de los ancianos son
los hijos de sus hijos!»(Pro 17,6)
46
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
129. El derecho-deber educativo de los padres
36. (…) Como ha recordado el Concilio Vaticano II (GE 3): El derecho-deber educativo de
los padres se califica como esencial, relacionado como está con la transmisión de la vida
humana; como original y primario, respecto al deber educativo de los demás, por la
unicidad de la relación de amor que subsiste entre padres e hijos; como insustituible e
inalienable y que, por consiguiente, no puede ser totalmente delegado o usurpado por
otros. Por encima de estas características, no puede olvidarse que el elemento más
radical, que determina el deber educativo de los padres, el amor paterno y materno que
encuentra en la acción educativa su realización, al hacer pleno y perfecto el servicio a la
vida.
El amor de los padres se transforma de fuente en alma, y por consiguiente, en norma que
inspira y guía toda la acción educativa concreta, enriqueciéndola con los valores de
dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés, espíritu de sacrificio, que son el fruto
más precioso del amor.
130. Educar en los valores esenciales de la vida humana
37. Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas, de la acción educativa,
los padres deben formar a los hijos en confianza y valentía en los valores esenciales de la
vida humana. Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales,
adaptando un estilo de vida sencillo y austero, convencidos de que «el hombre vale más
por lo que es que por lo que tiene» (GS 35).
En una sociedad sacudida y disgregada por tensiones y conflictos a causa del choque
entre los diversos individualismos y egoísmos, los hijos deben enriquecerse no sólo con el
sentido de la verdadera justicia, que lleva al respeto de la dignidad personal de cada uno,
sino también y más aún del sentido del verdadero amor, como solicitud sincera y servicio
desinteresado hacia los demás, especialmente a los más pobres
y necesitados. La familia es la primera y fundamental escuela de
sociabilidad; como comunidad de amor, encuentra en el don de sí
misma la ley que la rige y hace crecer. El don de sí, que inspira el
amor mutuo de los esposos, se pone como modelo y norma del
don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y
hermanas, y entre las diversas generaciones que conviven en la
familia. La comunión y la participación vivida cotidianamente en
la casa, en los momentos de alegría y de dificultad, representa la
pedagogía más concreta y eficaz para la inserción activa,
responsable y fecunda de los hijos en el horizonte más amplio de
la sociedad.
La educación para el amor como don de sí mismo constituye también la premisa
indispensable para los padres, llamados a ofrecer a los hijos una educación sexual clara y
delicada. Ante una cultura que «banaliza» en gran parte la sexualidad humana, porque la
interpreta y la vive de manera reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el
cuero y el placer egoísta, el servicio educativo de los padres debe basarse sobre una
cultura sexual que sea verdaderamente y plenamente personal. En efecto, la sexualidad
es una riqueza de toda la persona cuerpo, sentimiento y espíritu, y manifiesta su sentido
íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor.
La educación sexual, derecho y deber fundamental de los padres, debe realizarse
siempre bajo su dirección solícita, tanto en casa como en los centros educativos elegidos
y controlados por ellos. En este sentido la Iglesia reafirma la ley de la subsidiaridad, que la
47
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
escuela tiene que observar cuando coopera en la educación sexual, situándose en el
espíritu mismo que ánima a los padres.
En este contexto es del todo irrenunciable la educación para la castidad, como virtud que
desarrolla la auténtica madurez de la persona y la hace capaz de respetar y promover el
«significado esponsal» del cuerpo. Más aún, los padres cristianos reserven una atención y
cuidado especial –discerniendo los signos de la llamada de Dios– a la educación para la
virginidad, como forma suprema del don de uno mismo que constituye el sentido mismo
de la sexualidad humana.
Por los vínculos estrechos que hay entre la dimensión sexual de la persona y sus valores
éticos, esta educación debe llevar a los hijos a conocer y estimar las normas morales
como garantía necesaria y preciosa para un crecimiento personal y responsable de la
sexualidad humana.
Por esto la Iglesia se opone firmemente a un sistema de información sexual separado de
los principios morales y tan frecuentemente difundido, el cual no sería más que una
introducción a la experiencia del placer y un estímulo que lleva a perder la serenidad,
abriendo el camino al vicio desde los años de la inocencia.
131. Misión educativa y sacramento del matrimonio
38. Para los padres cristianos la misión educativa, basada como se
ha dicho en su participación en la obra creadora de Dios, tiene una
fuente nueva y específica en el sacramento del matrimonio, que los
consagra a la educación propiamente cristiana de los hijos, es
decir, los llama a participar de la misma autoridad y del mismo
amor de Dios Padre y de Cristo Pastor, así como del amor materno
de la Iglesia, y los enriquece en la sabiduría, consejo, fortaleza y en
los otros dones del Espíritu Santo, para ayudar a los hijos en su
crecimiento humano y cristiano.
El deber educativo recibe del sacramento del matrimonio la
dignidad y la llamada a ser un verdadero y propio «ministerio» de la
Iglesia al servicio de la edificación de sus miembros. Tal es la grandeza y esplendor del
ministerio educativo de los padres cristianos que Santo Tomás no duda en compararlo
con el ministerio de los sacerdotes: «Algunos propagan y conservan la vida espiritual con
un ministerio únicamente espiritual: es la tarea del sacramento del orden; otros hacen esto
respecto de la vida a la vez corporal y espiritual, y esto se realiza con el sacramento del
matrimonio, en el que el hombre y la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en
el culto a Dios9».
La conciencia viva y vigilante de la misión recibida con el sacramento del matrimonio
ayudará a los padres cristianos a ponerse con gran serenidad y confianza al servicio
educativo de los hijos y, al mismo tiempo, a sentirse responsables ante Dios que los llama
y los envía a edificar la Iglesia en los hijos. Así la familia de los bautizados, convocada
como Iglesia doméstica por la palabra y por el Sacramento, llega a ser a la vez, como la
gran Iglesia, maestra y madre.
132. La primera experiencia de Iglesia
39. La misión de la educación exige que los padres cristianos propongan a los hijos todos
los contenidos que son necesarios para la maduración gradual de su personalidad, desde
un punto de vista cristiano y eclesial. Seguirán pues las líneas educativas recordadas
9
SUMA CONTRA GENTILES. Sto. Tomás de Aquino. IV, 58.
48
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
anteriormente, procurando mostrar a los hijos a cuan profundo significado conduce la fe y
la caridad de Jesucristo. Además, la conciencia de que el Señor confía a ellos el
crecimiento de un hijos de Dios, de un hermano de Cristo, de un Templo del Espíritu
Santo, de un miembro de la Iglesia, alentará a los padres cristianos en su tarea de
afianzar en el alma de los hijos el don de la gracia divina.
El Concilio Vaticano II precisa así el contenido de la
educación cristiana: «La cual no persigue solamente la
madurez propia de la persona humana…, sino que busca,
sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes
cada día del don recibido de la fe, mientras se inician
gradualmente en el conocimiento del misterio de la
salvación ; aprendan a adorar a Dios Padre en Espíritu y
en verdad10, ante todo en la acción litúrgica, formándose
para vivir según el hombre nuevo en justicia y santidad de
verdad11, y así lleguen al hombre perfecto en la edad de la
plenitud de Cristo12 y contribuyan al crecimiento del
Cuerpo místico. Conscientes, además, de su vocación, acostúmbrense a dar testimonio
de la esperanza que hay en ellos13 y ayudar a la configuración cristiana del mundo» (GE
2).
También el Sínodo, siguiendo y desarrollando la línea conciliar ha presentado la misión
educativa de la familia cristiana como un verdadero ministerio, por medio del cual se
transmite e irradia el itinerario de fe y, en cierto modo, iniciación cristiana y escuela de los
seguidores de Cristo. En la familia consciente de tal don, como escribió Pablo VI, «todos
los miembros evangelizan y son evangelizados» (EN 71).
En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son
los primeros mensajeros del Evangelio ante sus hijos. Es más,
rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la
Palabra de Dios e introduciéndoles a la intimidad del Cuerpo –
eucarístico y eclesial– de Cristo mediante la iniciación cristiana,
llegan a ser plenamente padres, es decir, engendradores no sólo
de la vida corporal, sino también de aquella que, mediante la
renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo.
A fin de que los padres cristianos puedan cumplir dignamente su
ministerio educativo, los Padres sinodales han manifestado el
deseo de que se prepare un texto adecuado de catecismo para las
familias, claro, breve y que pueda ser fácilmente asimilado por
todos. Las
Conferencias Episcopales han sido invitadas
encarecidamente a comprometerse en la realización de este
catecismo.
133. Relaciones con las otras fuerzas educativas
40. La familia es la primera, pero no la única y exclusiva, comunidad educadora; la misma
dimensión comunitaria, civil y eclesial del hombre exige y conduce a una acción más
amplia y articulada, fruto de la colaboración ordenada de las diversas fuerzas educativas.
Éstas son necesarias, aunque cada una puede y debe intervenir con su competencia y su
contribución propias.
10
Cfr. Jn 4,23
Cfr. Ef 4,22-23
12
Cfr. Ef 4,13
13
Cfr. 1 Pe 3,15
11
49
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La tarea educativa de la familia cristiana tiene por esto un puesto muy importante en la
pastoral orgánica; esto implica una nueva forma de colaboración entre los padres y las
comunidades cristianas, entre los diversos grupos educativos y los pastores…
El Estado y la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas posibles, a
fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas. Por tanto, todos
aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas, no deben olvidar nunca que los padres
han sido constituidos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de los
hijos y que su derecho es del todo inalienable.
Pero como complementario al derecho, sepan el grave deber de los padres de
comprometerse a fondo en una relación cordial y efectiva con los profesores y directores
de las escuelas.
Si en las escuelas se enseñan ideologías contrarias a la fe cristiana, la familia junto con
otras familias, si es posible mediante formas de asociación familiar, debe con todas sus
fuerzas y con sabiduría ayudar a los jóvenes a no alejarse de la fe. En este caso la familia
tiene necesidad de ayuda especial por parte de los pastores de almas, los cuales no
deben olvidar que los padres tienen el derecho inviolable de confiar sus hijos a la
comunidad eclesial.
134. Un servicio múltiple a la vida
41. El amor conyugal fecundo se expresa en un servicio a la vida que tienen muchas
formas, de las cuales la generación y la educación son las más inmediatas, propias e
insustituibles…
Las familias cristianas, que en la fe reconocen a todos los hombres como hijos del Padre
común de los cielos, irán generosamente al encuentro de los hijos de otras familias,
sosteniéndoles y animándoles no como extraños, sino como miembros de la única familia
de los hijos de Dios. Los padres cristianos podrán así ensanchar su amor más allá de los
vínculos de la carne y de la sangre, estrechando esos lazos que se basan en el espíritu y
que se desarrollan en el servicio concreto a los hijos de otras familias, a menudo
necesitados incluso de los más necesario…
135. La familia, célula primera y vital de la sociedad
42. De la familia nacen los ciudadanos, y estos encuentran en ella la primera escuela de
esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma.
Así la familia, en virtud de su naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí misma, se
abre a las demás familias y a la sociedad, asumiendo su función social.
136. Los derechos de la familia
46. En diversos países (…) la sociedad, en vez
de ponerse al servicio de la familia, la ataca con
violencia en sus valores y en sus exigencias
fundamentales. De este modo la familia, que
según los planes de Dios, es célula básica de la
sociedad, sujeto de derechos y deberes antes
que el Estado y cualquier otra comunidad, es
víctima de la sociedad, de los retrasos y
lentitudes de sus intervenciones y más aún de
sus injusticias notorias.
50
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Por esto la Iglesia defiende abierta y vigorosamente los derechos de la familia contra las
usurpaciones intolerables de la sociedad y del Estado. En concreto, los Padres Sinodales
han recordado entre otros, los siguientes derechos de la familia:
- A existir y progresar como familia, es decir, el derecho de todo hombre, especialmente
aun siendo pobre, a fundar una familia, y a tener los recursos apropiados para
mantenerla:
- A ejercer su responsabilidad en el campo de la transmisión de la vida y a educar a los
hijos.
- A la estabilidad del vínculo y de la institución familiar;
- A crecer y a profesar su propia fe y a difundirla;
- A educar a sus hijos de acuerdo con sus propias tradiciones y valores religiosos y
culturales, con los instrumentos, medios e instituciones necesarios…
137. Ministerio de evangelización de la familia cristiana
52. En la medida en que la familia
cristiana acoge el Evangelio y madura en
la
fe,
se
hace
comunidad
evangelizadora. Escuchemos de nuevo a
Pablo VI: «La familia, al igual que la
Iglesia, debe ser un espacio donde el
Evangelio es transmitido y desde donde
se irradia.
Dentro, pues, de una familia consciente
de esta misión, todos los miembros de la
misma evangelizan y son evangelizados.
Los padres no sólo comunican a sus
hijos el Evangelio, sino que pueden a su
vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido… Una familia así se hace
evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que ella vive 14.»
Como ha repetido el Sínodo, recogiendo mi llamada lanzada en Puebla, la futura
evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica. Esta misión apostólica de
la familia está enraizada en el bautismo y recibe con la gracia sacramental del matrimonio
una fuerza nueva para transmitir la fe, para santificar y transformar la sociedad actual
según el plan de Dios.
La familia cristiana, hoy sobre todo, tiene una especial vocación a ser testigo de la alianza
pascual de Cristo, mediante la constante irradiación de la alegría del amor y de la certeza
de la esperanza, de la que debe dar razón: «La familia cristiana proclama en voz alta
tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida
bienaventurada15».
La absoluta necesidad de la catequesis familia surge con singular fuerza en determinadas
situaciones, que la Iglesia constata por desgracia en diversos lugares: «En los lugares
donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o
donde han cundido la incredulidad o ha penetrado el secularismo, hasta el punto de
resultar prácticamente imposible una verdadera creencia religiosa, la Iglesia doméstica es
el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis16».
14
EN 71.
LG 35.
16
CT 68.
15
51
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
138. La familia hoy
53. El ministerio de evangelización de los padres cristianos es original e insustituible y
asume las características típicas de la vida familiar, hecha como debería estar, de amor,
sencillez, concreción y testimonio cotidiano.
La familia debe educar a los hijos para la vida, de manera que cada uno cumpla en
plenitud su cometido., de acuerdo con la vocación recibida de Dios. Efectivamente, la
familia que está abierta a los valores trascendentales, que sirve a los hermanos en
alegría, que cumple con generosa fidelidad sus obligaciones y es consciente de su
cotidiana participación en el misterio de la cruz gloriosa de Cristo, se convierte en el
primero y mejor seminario de vocaciones a la vida consagrada al Reino de Dios.
El misterio de evangelización y catequesis de los padres debe acompañar la vida de los
hijos también durante su adolescencia y juventud, cuando ellos, como sucede con
frecuencia, contestan o incluso rechazan la fe cristiana recibida en los primeros años de
su vida. Y así como en la Iglesia no se puede separar la obra de la evangelización del
sufrimiento del apóstol, así también en la familia cristiana los padres deben afrontar con
valentía y gran serenidad de espíritu las dificultades que halla a veces en los mismos hijos
su ministerio de evangelización.
No hay que olvidar que el servicio llevado a cabo por los
cónyuges y padres cristianos a favor del Evangelio es
esencialmente un servicio eclesial, es decir, que se
realiza en el contexto de la Iglesia entera en cuanto
comunidad evangelizada y evangelizadora. En cuanto
enraizado y derivado de la única misión de la Iglesia y en
cuanto ordenado a la edificación del único Cuerpo de
Cristo, el misterio de evangelización y catequesis de la
Iglesia doméstica ha de quedar en íntima comunión y ha
de armonizarse responsablemente con los otros
servicios de evangelización y catequesis presentes y
operantes en la comunidad eclesial, tanto diocesano como parroquial.
139. Predicar el Evangelio a toda criatura
54. También la fe y la misión evangelizadora de la familia cristiana poseen esta dimensión
misionera católica.
El sacramento del matrimonio que plantea con nueva fuerza el deber arraigado en el
bautismo y en la confirmación de defender y difundir la fe, constituye a los cónyuges y
padres cristianos en testigos de Cristo «hasta los últimos confines de la tierra» como
verdaderos y propios «misioneros» del amor y de la vida.
Una cierta forma de actividad misionera puede ser desplegada ya en el interior de la
familia. Esto sucede cuando alguno de los componentes de la misma no tiene fe o no la
practica con coherencia.
En este caso, los parientes deben ofrecerle tal testimonio de vida que los estimule y
sostenga en el camino hacia la plena adhesión a Cristo Salvador.
Animada por el espíritu misionero en su propio interior, la Iglesia doméstica está llamada a
ser un signo luminoso de la presencia de Cristo y de su amor incluso para los «alejados»,
para las familias que no creen todavía y para las familias cristianas que no viven
52
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
coherentemente con la fe recibida. Está llamada «con su ejemplo y testimonio» a iluminar
a los que buscan la verdad.
Así como ya al principio del cristianismo Aquila y Priscila se presentaban como una pareja
misionera, así también la Iglesia testimonia hoy su incesante novedad y vigor con la
presencia de cónyuges y familias cristianas que, al menos durante un cierto período de
tiempo, van a tierras de misión a anunciar el Evangelio, sirviendo al hombre por amor a
Jesucristo.
Las familias cristianas dan una contribución particular a la causa misionera de la Iglesia,
cultivando la vocación misionera en sus propios hijos e hijas y, de manera más general,
con una obra educadora que prepare a sus hijos, desde la juventud «para conocer el
amor de Dios hacia todos los hombres17.»
140. La plegaria familiar
59. la Iglesia ora por la familia cristiana
y la educa para que viva en generosa
coherencia con el don y el cometido
sacerdotal recibidos de Cristo Sumo
Sacerdote. En realidad, el sacerdocio
bautismal de los fieles, vivido en el
matrimonio-sacramento,
constituye
para los cónyuges y para la familia el
Delegados de Pastoral Familiar
fundamento de una vocación y de una
misión sacerdotal, mediante la cual su misma existencia cotidiana se transforma en
«sacrificio espiritual aceptable por Cristo»
La plegaria familiar tiene características propias. Es una oración hecha en común, marido
y mujer juntos, padres e hijos juntos. La comunión en la plegaria es a la vez fruto y
exigencia de esa comunión que deriva de los sacramentos del bautismo y del matrimonio.
A los miembros de la familia cristiana pueden aplicarse de modo particular las palabras
con las cuales Jesús el Señor, promete su presencia: «Os digo de verdad que si dos de
vosotros conviniereis sobre la tierra pedir cualquier cosa, os la otorgará mi Padre que
está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos18».
Esta plegaria tiene como contenido original la misma vida de familia que en las diversas
circunstancias es interpretada como vocación de Dios y es actuada como respuesta filial a
su llamada: alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños,
aniversario de la boda de los padres, partidas, alejamientos y regresos, elecciones
importantes y decisivas, muerte de personas queridas, etc., señalan la intervención de
Dios en la historia de la familia, como deben también señalar el momento favorable de
acción de gracias, de imploración, de abandono confiado de la familia al Padre común que
está en los cielos. Además, la dignidad y responsabilidades de la familia cristiana en
cuanto Iglesia doméstica solamente puede ser vivida con la ayuda incesante de Dios, que
será concedida sin falta a quienes la pidan con humildad y confianza en la oración.
17
18
AA 30.
Mt 18,19.
53
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
141. Plegaria litúrgica y privada
61. hay una relación profunda y vital entre la oración de la Iglesia y la de cada uno de los
fieles, como ha confirmado claramente el Concilio Vaticano II. Una finalidad. Una finalidad
importante de la plegaria de la Iglesia doméstica es la de constituir para los hijos la
introducción natural a la oración litúrgica propia de toda la Iglesia, en el sentido de
preparar a ella y de extenderla al ámbito de la vida personal, familiar y social. De aquí
deriva la necesidad de una progresiva participación de todos los miembros de la familia
cristiana en la Eucaristía, sobre todo los domingos y días festivos, y en los otros
sacramentos, de modo particular en los de la iniciación cristiana de los hijos. Las
directrices conciliares han abierto una nueva posibilidad la familia cristiana, que ha sido
colocada entre los grupos a los que se recomienda la celebración comunitaria del Oficio
divino. Pondrán asimismo cuidado las familias cristianas en celebrar, incluso en casa y de
manera adecuada a sus miembros, los tiempos y festividades del año litúrgico.
Para preparar y prolongar en casa el culto
celebrado en la iglesia, la familia cristiana
recure a la oración privada, que presenta
gran variedad de formas. Esta variedad,
mientras
testimonia
la
riqueza
extraordinaria con la que el Espíritu anima
la plegaria cristiana, se adapta a las
diversas exigencias y situaciones de vida
de quien recurre al Señor. Además de las
oraciones de la mañana y de la noche, hay
que recomendar explícitamente –siguiendo
también las indicaciones de los Padres
Sinodales- la lectura y meditación de la
Palabra de Dios, la preparación de los
sacramentos, la devoción y consagración al Corazón de Jesús, las varias formas de culto
a la Virgen Santísima, la bendición de la mesa, las expresiones de la religiosidad popular.
Dentro del respeto debido a la libertad de los hijos de Dios, la Iglesia ha propuesto y
continúa proponiendo a los fieles algunas prácticas de piedad en las que pone una
particular solicitud e insistencia. Entre éstas es de recordar el rezo del rosario. «y ahora,
en continuidad de intención con nuestros predecesores, queremos recomendar vivamente
el rezo del santo rosario en familia…, no cabe duda de que el Rosario a la Santísima
Virgen debe ser considerado como una de las más excelente y eficaces oraciones
comunes de la familia cristiana está invitada a rezar. No queremos pensar y deseamos
vivamente que cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario
sea su expresión frecuente y preferida». Así la auténtica devoción mariana, que se
expresa en la unión sincera y en el generoso seguimiento de las actitudes espirituales de
la Virgen Santísima, constituye un medio privilegiado para alimentar la comunión de amor
de la familia y para desarrollar la espiritualidad conyugal y familiar. Ella, la Madre de Cristo
y de la Iglesia, es en efecto y de manera especial la Madre de las familias cristianas, de
las iglesias domésticas.
142. Plegaria y vida
62. no hay que olvidar nunca que la oración es parte constitutiva y esencial de la vida
cristiana considerada en su integridad y profundidad (…).
De la unión vital con Cristo, alimentada por la liturgia, de la ofrenda de sí mismo y de la
oración deriva también la fecundidad de la familia cristiana en su servicio específico de
promoción humana, que no puede menos de llevar a la transformación del mundo.
54
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
143. Acción prioritaria
65. (…) Hay que llevar a cabo toda clase de
esfuerzos para que la pastoral de la familia
adquiera consistencia y se desarrolle, dedicándose
a un sector verdaderamente prioritario, con la
certeza de que la evangelización, en el futuro,
depende en gran parte de la Iglesia doméstica.
La solicitud pastoral de la Iglesia no se limitará
solamente a las familias cristianas más cercanas,
sino que, ampliando los propios horizontes en la
medida del Corazón de Cristo, se mostrará más
viva aún hacia el conjunto de las familias en general y en particular hacia aquellas que se
hallan en situaciones difíciles e irregulares.
144. Preparación
66. en nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes al
matrimonio y a la vida familiar.
La preparación al matrimonio ha de ser vista y actuada como un proceso gradual y
continuo. En efecto, comporta tres momentos principales: una preparación remota, una
próxima y otra inmediata.
La preparación remota comienza desde la infancia, en la
juiciosa pedagogía familiar, orientada a conducir a los
niños a descubrirse a sí mismos como seres
dotados de una rica y compleja psicología y de
una personalidad particular con sus fuerzas y
debilidades. Es el período en que se imbuye la
estima por todo auténtico valor humano, tanto
en las relaciones interpersonales como en las
sociales, con todo lo que significa para la
formación del carácter, para el dominio y recto
uso de las propias inclinaciones, para el modo
de considerar y encontrar a las personas del
otro sexo. Se exige, además, especialmente
para los cristianos, una sólida formación
espiritual y catequística, que sepa mostrar en el
matrimonio una verdadera vocación y misión, sin excluir la posibilidad del don total de sí
mismo a Dios en la vocación a la vida sacerdotal o religiosa.
Sobre esta base se programará después, en plan amplio, la preparación próxima, la cual
comporta –desde la edad oportuna y con una adecuada catequesis, como en un camino
catecumenal- una preparación más específica para los sacramentos, como un nuevo
descubrimiento. Esta nueva catequesis de cuantos se preparan al matrimonio cristiano es
absolutamente necesaria, a fin de que el sacramento sea celebrado y vivido con las
debidas disposiciones morales y espirituales.
145. Formación de sus miembros
69. Para que la familia sea cada vez más una verdadera comunidad de amor, es
necesario que sus miembros sean ayudados y formados en su responsabilidad frente a
los nuevos problemas que se presentan, en el servicio recíproco, en la compartición activa
a la vida de familia.
55
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
146. Destinatarios y agentes de la comunicación social
76. Una palabra aparte se ha de reservar a esta categoría tan importante en la vida
moderna. Es sabido que los instrumentos de comunicación social «inciden a menudo
profundamente, tanto bajo el aspecto afectivo e intelectual como bajo el aspecto moral y
religioso, en el ánimo de cuantos los
usan», especialmente si son jóvenes.
Tales medios pueden ejercer un influjo
benéfico en la vida y las costumbres de la
familia y en la educación de los hijos,
pero al mismo tiempo esconden también
«insidias y peligros no significantes», y
podrían convertirse en vehículo –a veces
hábil y sistemáticamente manipulado,
como desgraciadamente acontece en
diversos países del mundo- de ideologías
disgregadoras y de visiones deformadas de la vida, de la familia, de la religión, de la
moralidad y que no respetan la verdadera dignidad y el destino del hombre.
Peligro tanto más real, cuanto «el modo de vivir, especialmente en las naciones más
industrializadas, lleva muy a menudo a que las familias se descarguen de sus
responsabilidades educativas, encontrando en la facilidad de evasión (representada en
casa especialmente por la televisión y ciertas publicaciones) el modo de tener ocupados
tiempo y actividad de los niños y muchachos». De ahí «el deber (…)de proteger
especialmente a los niños y muchachos de las “agresiones” que sufren también por parte
de los mass-media», procurando que el uso de éstos en familia sea regulado
cuidadosamente. Con la misma diligencia la familia debería buscar para sus propios hijos
también otras diversiones más sanas, más útiles y formativas física, moral y
espiritualmente «para potenciar y valorizar el tiempo libre de los adolescentes y orientar
sus energías».
86. ¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!
147. EN LA CATEDRALDE NAGASAKI
Japón, 25 de febrero de 1981
148. La fe transmitida en familia
4. Quisiera decir ahora unas palabras a las familias de los nuevos sacerdotes y también a
todas las familias cristianas de Japón.
Recuerdo con profunda emoción el encuentro que
tuvo lugar aquí en Nagasaki entre un misionero que
acababa de llegar y un grupo de personas que, una
vez convencidas de que era un sacerdote católico, le
dijeron: «Hemos estado esperándole durante
muchos siglos». Habían estado sin sacerdote, sin
Iglesias y sin culto durante más de doscientos años.
Y, sin embargo, a pesar de las circunstancias adversas, la fe cristiana no había
desaparecido; se había transmitido dentro de la familia de generación en generación. De
esta manera, la familia cristiana demuestra la inmensa importancia que ella tiene en lo
que se refiere a la vocación a ser cristiano.
La familia cristiana es también en grado supremo, algo vital para las vocaciones al
sacerdocio y a la vida religiosa. La mayoría de estas vocaciones brotan y se desarrollan
56
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
en familias profundamente cristianas. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia el
primer seminario (cfr. Optatam Totius, n. 2). Estoy convencido de que numerosas
vocaciones del «pequeño rebaño» de la comunidad católica del Japón han nacido y han
crecido en el seno de la familia animadas por un espíritu de fe, de caridad y de piedad.
En el momento en que me dispongo, como sucesor de Pedro, a ordenar nuevos
sacerdotes para vuestra nación, quiero exhortar a cada familia cristiana de Japón, a ser
verdaderamente una «Iglesia Doméstica»: un lugar donde se dé gracias y alabanza a
Dios, un lugar donde su Palabra sea escuchada y su ley obedecida, un lugar donde se
eduque para la fe y donde la fe se alimente y se fortalezca, un lugar de caridad fraterna y
de mutuo servicio, un lugar de apertura a los demás, especialmente a los pobres y
necesitados.
Estén abiertos a las vocaciones que surjan entre ustedes. Oren para que como señal de
su amor especial, el Señor se digne llamar a uno o a más miembros de sus familias a
servirle. Vivan su fe con una alegría y un fervor que sean capaces de alentar dichas
vocaciones. Sean generosos cuando su hijo o hija, hermano o hermana decida seguir a
Cristo por este camino especial. Dejen que su vocación vaya creciendo y fortaleciéndose.
Presten todo su apoyo a una elección hecha con libertad.
149. JORNADA MUNDIAL MISIONERA
11 de agosto de 1981
150. Misión evangelizadora de la familia
3. Con esta llamada a la colaboración de todos en la obra misionera, quisiera dirigirme en
primer lugar a las familias cristianas. Nuestro tiempo necesita que se revalorice la
importancia de la familia, su vitalidad y su equilibrio. Esto es necesario en el plano
humano: la familia es la célula base de la sociedad, el fundamento de sus cualidades
profundas. Y esto es igualmente necesario para el Cuerpo místico de Cristo, que es la
Iglesia; por ello, el Concilio ha dado a la familia el hermoso título de «Iglesia doméstica»
(LG 11). La evangelización de la familia constituye, pues, el objetivo principal de la acción
pastoral, y ésta, a su vez, no alcanza plenamente la propia finalidad si las familias
cristianas no se convierten ellas mismas en evangelizadoras y misioneras: la
profundización de la conciencia espiritual personal hace ver a cada uno, padres e hijos, la
propia función y la propia importancia en orden a la vida cristiana de todos los otros
miembros de la familia.
No hay duda de que, tanto en el
plano religioso como en el plano
humano, la acción de la familia
depende de los padres, de la
conciencia que tienen de sus
propias responsabilidades, de su
valor cristiano. A ellos, por tanto,
quisiera dirigirme particularmente.
Con sus palabras y con el
testimonio de su vida, como
enseña la Exhortación Apostólica
Catechesi Tradendae, los padres
son los primeros catequistas de
sus hijos (cfr. n. 68). En esta acción, la plegaria debe ocupar el primer puesto, y me sea
permitido insistir sobre este punto. La oración, en efecto, a pesar de la gran renovación
registrada por doquier, continúa siendo difícil para muchos cristianos, que rezan poco.
57
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
151. A LOS OBISPOS DE PULLA Y BASILICATA
Roma, 28 de noviembre de 1981
152. La catequesis y la pastoral familiar
2. (…) La religiosidad, transmitida preferentemente por
tradición y por ambiente sociológico, se ha vuelto frágil e
insuficiente, y resulta más difícil aceptarla y
comprenderla. La crisis se advierte especialmente en la
estructura y en el ámbito de la familia, como asimismo de
los jóvenes, asaltados por ideologías múltiples y hostiles.
Ciertas expresiones religiosas que se manifiestan en
formas tradicionales de devoción y de costumbres,
evidencian el problema –por otra parte muy extendido–
de la desconexión entre la vida y la fe, que corre el
riesgo de ser vivida de un modo instrumental.
3. El cuadro aquí esbozado, cuyas líneas particulares son objeto de vuestra preocupación
cotidiana, sugiere algunas reflexiones prácticas y programáticas, que deseo proponer a
vuestra atención, queridos hermanos en el Episcopado.
Refiriéndome a vuestra grave función de responsables de la fe, quisiera, ante todo,
invitaros a potenciar una catequesis que lleve a los creyentes a la comprensión del
significado, trascendente y a la vez existencial, de las verdades religiosas, a la
concienciación de la fe, y, por tanto, a la coherencia en la praxis, es decir, a una
religiosidad integrada, capaz de renovar la vida. Es necesario apelar a una sabia
perspicacia para potenciar en todas las formas la instrucción religiosa, y madurar así
conciencias verdaderamente cristianas, iluminadas, equilibradas y sólidas, que sepan
enfrentarse con la mentalidad corriente, con la mentalidad del mundo, a la cual no
podemos adaptarnos: «No se conformen a este siglo» (Rm 12, 2).
Semejante trabajo de iluminación y formación debe reservarse, con particular atención e
intensidad, a la familia y a sus problemas (…).
Preparar a los jóvenes para la familia con una seria dirección espiritual en las parroquias,
ayudar a las familias a cumplir sus deberes; integrarlas como Iglesias domésticas en el
ministerio de la evangelización y de la santificación; buscar en las familias el punto de
partida para la formación completa del hombre y del cristiano (…). Sólo deseo subrayar la
necesidad de educar a los jóvenes para la realidad humana y sobrenatural del amor, para
las responsabilidades que se derivan del matrimonio elevado a la dignidad de
sacramento; en una palabra, para el gran servicio que están llamados a prestar a la
Iglesia y a la sociedad.
En el estudio de estos temas relativos a la familia se han consumido ya muchas energías;
ahora es el momento de pasar a la acción con un esfuerzo unitario y conjunto, animado y
sostenido por la fe.
153. CONGRESO AGENTES DE PASTORAL FAMILIAR
Buenos Aires, 7 de diciembre de 1981
154. «Iglesia doméstica»: una comunidad en comunión
2. La familia, en cuanto instituida «desde el principio» por Dios, posee su verdad propia, a
la que debemos retornar continuamente y a cuya luz debemos juzgar cada situación. Por
tanto, preguntarse si la familia es una «comunidad en comunión», equivale a preguntarse
si la familia realiza verdadera y totalmente el proyecto de Dios sobre ella.
58
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
155. La vocación al amor
La familia es una «comunidad en comunión» cuando, ante todo la comunidad conyugal
está en comunión. Como leemos en el libro del Génesis (1,28). Dios creó al hombre a su
imagen: al llamarlo a la existencia por amor, lo llamó, simultáneamente al amor. Puesto
que Dios es amor, y el hombre ha sido creado a su imagen, la vocación al amor ha
quedado grabada, por decirlo así, orgánicamente en esta imagen, es la verdad profunda
de la comunidad conyugal.
156. A LOS OBISPOS DE ZARAGOZA
Roma, 3 de febrero de 1982
157. Al servicio de la familia
3. Otro campo a tener bien en cuenta en la
transmisión del mensaje de salvación es el de
la enseñanza de la religión en la escuela
pública y privada. No se trata de invadir esferas
indebidas, sino de dar una respuesta al deber
evangelizador de la Iglesia, de acuerdo con el
deseo explícito de la gran mayoría de los
padres, los primeros responsables de la
educación de sus hijos (…).
Por otra parte, un auténtico derecho-deber de
los padres, que han de sentir la grave
responsabilidad que su misión les impone. Y
que ha de comprometer asimismo a las
personas e instituciones que están en contacto con ellos y a su servicio. Ahí halla su
puesto importante la parroquia y la escuela.
4. Es lógico que, al tratar de la transmisión de la fe y de la educación completa de las
nuevas generaciones, no puede prescindir del papel insustituible que juega la familia. Más
aún, es ella precisamente la que ofrece por sí misma posibilidades.
Por esto mismo les aliento a potenciar en todo lo posible, a través de sus delegaciones
diocesanas de pastoral familiar, los planes de un apostolado bien cuidado y preeminente
en ese sector, siguiendo las líneas maestras que he indicado en la reciente Exhortación
Apostólica «FAMILIARIS CONSORTIO».
158. EN EL SANTUARIODEL SAMEIRO (Portugal)
15 de mayo de 1982
159. El futuro del hombre ligado a la familia
3. (…) En el cumplimiento de este deber esencial, que pertenece estrictamente a su
vocación, la familia va a beber en las fuentes del gran tesoro de toda humanidad que es la
cultura; y más directamente la cultura del ambiente en que está radicada.
En este orden de cosas el hombre se hace heredero del pasado, que para él se va
transformando en futuro: no sólo un futuro de la propia familia, sino también de la propia
nación y de la humanidad entera.
4. Al mismo tiempo que se va desarrollando este ciclo normal de la familia, del nacimiento
y de la educación del hombre, a través de él pasa orgánicamente el plan divino de la
salvación que adquiere su plenitud.
59
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
160. JESÚS ES EL SEÑOR (documento)
CEE 10 septiembre 1982
161. Desde el Bautismo
Después de la lectura de la Palabra de Dios, los padres
llevan a sus hijos a la pila o fuente bautismal donde está
preparada el agua, y, en voz alta piden que sus hijos
sean bautizados en la Iglesia. Manifiestan que están
dispuestos a enseñarles: a conocer el Evangelio, a rezar
como discípulos de Jesús y a vivir como Él vivió (…) Al
terminar la celebración del Bautismo, el sacerdote
entrega a los padres de cada niño una vela encendida.
Esta luz significa la luz de Jesús. Jesús dijo un día: «Yo
soy la luz del mundo»(p. 8-9).
En la catequesis de preparación al Bautismo, este pasaje puede hacer más conscientes a
los padres de su responsabilidad en la transmisión de la fe a sus hijos, que (…) no sólo se
comprometen a dar a conocer el Evangelio y enseñar a rezar a sus hijos, sino también
enseñarles a vivir como Él (Jesús) vivió (Guía 15. 29).
162. A LAS FAMILIAS CRISTIANAS DE ESPAÑA
Madrid, 2 de noviembre de 1982
163. No puede sustituir
3. «Los padres, puesto que han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a la
educación de la prole y, por tanto, ellos son los primeros y obligados educadores. Este
deber de la educación familiar es de tanta
trascendencia, que cuando falta difícilmente puede
suplirse.19 »
Tratándose de un deber fundado sobre la vocación
primordial de los cónyuges a cooperar con la obra
creadora de educar a los propios hijos. Dado su origen
es un deber-derecho primario en comparación con la
incumbencia educativa de otros, insustituible e
inalienable, esto es, que no puede delegarse
totalmente en otros ni otros pueden usurparlo.
No hay lugar a dudas de que en el ámbito de la
educación, a la autoridad pública le competen derechos y deberes, en cuanto debe servir
al bien común. Ella, sin embargo, no puede sustituir a los padres, ya que su cometido es
el de ayudarles, para que puedan cumplir su deber-derecho de educar a los propios hijos
de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas (…)
Comprenden por qué la Iglesia ve ante sí, como un campo a cultivar con todo el empeño
posible, la institución del matrimonio y de la familia ¡Cuán grande es la verdad de la
vocación de la vida matrimonial y familiar, según las palabras de Cristo y según el modelo
de la Sagrada Familia! Que sepamos ser fieles a esta palabra y a este modelo.
19
GE 3
60
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
164. A LOS CATEQUISTAS Y EDUCADORES CRISTIANOS
Granada, 5 de noviembre de 1982
165. Los primeros
No cabe duda de que la Parroquia deba continuar su misión privilegiada de formadora de
la fe, no cabe duda de que los padres deban ser los primeros catequistas de sus hijos.
166. A LOS MISIONEROS DE JAVIER
Navarra, 6 de noviembre de 1982
167. Misión evangelizadora de la familia cristiana
5. La familia cristiana, que actúa ya como misionera al
presentar sus hijos a la Iglesia para el bautismo, debe
continuar el ministerio de evangelización y de catequesis,
educándolos desde su más tierna edad en la conciencia
misionera y el espíritu de cooperación eclesial. El cultivo de la
vocación misionera en los hijos e hijas será por parte de los
padres la mejor colaboración a la llamada divina. Y cuántas
veces esa toma de conciencia misionera de la familia cristiana
la conduce a hacerse directamente misionera mediante servicios temporales, según sus
posibilidades.
Familias cristianas: confróntense con el modelo de la Sagrada Familia, que favoreció con
delicado esmero la gradual manifestación de la misión redentora, misionera, podemos
decir, de Jesús. Y mírense también en la acción edificante de los padres de Javier,
especialmente su madre, que hicieron de su hogar una «Iglesia doméstica» ejemplar. Las
constituciones de aquel hogar reflejan atención profunda a la vida de fe, con devoción
acentuada a la Santísima Trinidad, a la pasión de Cristo y a la Madre de Dios.
168. CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO (CIC)
Roma, 25 de Enero de 1983
169. La específica obligación de los padres
226. 2. Por haber
transmitido la vida a sus
hijos, los padres tienen
el gravísimo deber y el
derecho de educarles;
por tanto corresponde a
los padres cristianos en
primer lugar procurar la
educación cristiana de
sus hijos según la
doctrina enseñada por la Iglesia.
170. Los padres y los padrinos
774. 2. Antes que nadie, los padres están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la
práctica de la vida cristiana, mediante la palabra y el ejemplo; y tienen una obligación
semejante quienes hacen las veces de padres, y los padrinos.
61
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
171. Misión del párroco
776. en virtud de su oficio, el párroco… promueva y fomente el deber de los padres en la
catequesis familiar a la que se refiere el canon 774. 2.
172. Elegir las instituciones
793. 1. Los padres y quienes hacen sus veces tienen la obligación y el derecho de educar
a la prole; los padres católicos tienen también la obligación y el derecho de elegir aquellos
medios e instituciones mediante los cuales, según las circunstancias de cada lugar,
puedan proveer mejor a la educación católica de los hijos.
793.2. También tienen derecho los padres a que la sociedad civil les proporcione las
ayudas que necesiten para procurar a sus hijos una educación católica.
173. Las escuelas
796. 1. Entre los medios para
realizar la educación, los fieles
tengan en mucho las escuelas, que
constituyen una ayuda primordial
para los padres en el cumplimiento
de su deber de educar.
796. 2. Es necesario que los padres
cooperen estrechamente con los
maestros de las escuelas a las que
confían la formación de sus hijos;
los profesores, a su vez, al cumplir
su encargo, han de trabajar muy unidos con los padres, a quienes deben escuchar de
buen grado, y cuyas asociaciones o reuniones deben organizar y ser muy apreciadas.
797. Es necesario que los padres tengan verdadera libertad para elegir las escuelas; por
tanto, los fieles deben mostrarse solícitos para que la sociedad civil reconozca esta
libertad de los padres y, conforme a la justicia distribuya; así la proteja también con
ayudas económicas.
798. Los padres han de confiar sus hijos a aquellas escuelas en las que se imparta una
educación católica; pero, si esto no es posible, tienen la obligación de procurar que, fuera
de las escuelas, se organice la debida educación católica.
799. Deben esforzarse los fieles para que, en la sociedad civil, las leyes que regulan la
formación de los jóvenes provean también a su educación religiosa y moral en las mismas
escuelas, según la conciencia de sus padres.
800. Fomenten los fieles las escuelas católicas ayudando en la medida de sus fuerzas a
crearlas y sostenerlas.
174. Obligación gravísima, y derecho
1136. Los padres tienen la obligación gravísima y el derecho primario de cuidar en la
medida de sus fuerzas de la educación de la prole, tanto física, social y cultural, como
moral y religiosa.
62
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
175. LA CATEQUESIS DE LA COMUNIDAD
Madrid, febrero de 1983
176. La familia lugar de catequesis
272. La familia debe ser considerada como un cauce catequético de importancia
primordial «en cierto modo insustituible»(CT 68). Así ha sido reconocido y subrayado por la
tradición de la Iglesia, especialmente por el Vaticano II (GE 3; LG 11.30; GS 52). A pesar de
tendencias contrarias, en los últimos tiempos, la familia ha sido revalorizada como un
lugar privilegiado de realización personal: es la primera comunidad donde los hombres se
abren al conocimiento de la verdad, al amor y a las relaciones con otros.
177. Participa de la misión de la Iglesia
La familia cristiana «debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde
donde se irradia»(EN 71), ya que ella es como una célula de la gran Iglesia establecida por
Jesucristo. Participa, en efecto, de las acciones y de la vida de esa misma Iglesia
profética y catequizadora, orante y cultual, de comunión y de servicio, de compromiso de
la fe en las realidades temporales, y construye un ámbito fundamental para el germen,
crecimiento y maduración de la fe.
178. La educación de la fe es misión propia
La familia cristiana tiene una misión propia respecto a la educación de la fe de sus
miembros, especialmente de los hijos. Ella es catequista por vocación y naturaleza. Los
padres y el conjunto familiar son los primeros catequistas y la primera catequesis de los
hijos. Estos escuchan y aprenden el Evangelio, antes que nada, en las personas que
integran la realidad familiar y encarnan los valores humanos y cristianos.
179. Objetivo de la catequesis familiar
273.«La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de
catequesis»(CT 68).Son objetivos de esta catequesis: el despertar religioso, la iniciación en
la oración personal y comunitaria, la educación de la conciencia moral, la iniciación en el
sentido del amor humano, del trabajo, de la convivencia y del compromiso en el mundo,
dentro de una perspectiva cristiana.
180. Nacida de la misma vida familiar
«La fe se transmite en todo el contexto
familiar con ejemplos, palabras y
oraciones realizadas en común, y
principalmente,
creando
una
atmósfera cristiana. De hecho (…) ya
cuando los miembros de la familia se
ayudan unos a otros a crecer en la fe
por medio de su testimonio de vida
cristiana, a menudo silencioso, mas,
perseverante a lo largo de una
existencia cotidiana vivida según el
Evangelio. Será más señalada cuando
el ritmo de los acontecimientos
familiares –tales como la recepción de los sacramentos, la celebración de grandes fiestas
litúrgicas, el nacimiento de un hijo o la ocasión de un luto– se procura explicitar en familia
el contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos»(CT 68).
63
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
181. Necesidad de un cambio de mentalidad
274. Todo esto reclama cambiar la mentalidad respecto a las familias y a la educación de
la fe en su seno. Los padres cristianos deben superar posibles complejos de inferioridad
en relación con la educación religiosa y cristiana de sus hijos y convencerse de que no
necesitan
especiales
conocimientos
teológicos,
sino
asumir
sencilla
y
confiadamente los dones
sacramentales y la gracia que
deriva de su matrimonio.
Se debe superar, asimismo,
aquellas teorías que, por un
concepto poco claro de la
realidad, sugieren dejar para
más tarde la propuesta del
Evangelio con sus opciones y
compromisos
correspondientes.
182. Religiosidad familiar
No se puede minusvalorar, por otro lado, la religiosidad familiar, que parte de la
religiosidad popular, marcada a veces por elementos impuros. Esta religiosidad de la
familia, incluyendo los aspectos no tan positivos, atestigua en su raíz una memoria
evangélica conservada y consentida.
183. La educación familiar, y los otros ámbitos
Esta educación peculiar de la fe «ambiental»; es importante; pero es necesario ir más allá;
caminar hacia una catequesis explícita, tanto en el seno de la familia como en otros
ámbitos comunitarios de la Iglesia (…) La parroquia, verdaderamente, no podrá sustituir a
la familia en su función educadora de la fe, ni esta podrá dimitir de esta función
entregándola enteramente a la parroquia. Cada uno tiene su propio cometido. La
parroquia proseguirá, completará y perfeccionará la obra de las familias y ayudará a estas
a que puedan cumplir adecuadamente y cada día mejor con la tarea que les es propia.
184. Urge su preparación
Urge preparar a los padres cristianos para que asuman y cumplan responsablemente su
oficio de primeros y permanentes catequistas de sus hijos. «Nunca se esforzarán
bastantes los padres cristianos por prepararse a este ministerio de catequistas de sus
propios hijos y por ejercerlo con celo infatigable.
Los mismos padres aprovechen el esfuerzo que esto les impone, porque en un diálogo
catequético de este tipo, cada uno recibe y da»(CT 68). De esta manera, toda la
comunidad familiar estará atenta a la Palabra de Dios, se vinculará a la fraternidad de los
discípulos de Jesús, siendo comunidad evangelizada y evangelizadora.
64
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
185. A LOS LAICOS Y EDUCADORES EN NICARAGUA
León, 4 de marzo de 1983
186. Primado de la familia en educación
2. (…) Podría decirse que la tarea educativa es connatural al laico. Porque está
íntimamente unida a sus responsabilidades conyugales y familiares. Efectivamente, los
laicos participan en la misión educativa, evangelizadora y santificadora de la Iglesia, en
virtud de su derecho-deber, primario y original, de educar a los propios hijos. Y no cabe la
menor duda de que la escuela es el complemento de la educación recibida en el seno de
la propia familia.
Así lo reconoce la Iglesia cuando subraya el
primado de la familia en la educación. Por eso yo
mismo, en mi visita a la sede de la UNESCO
hace dos años y medio, reivindicaba «el derecho
que pertenece a todas las familias de educar a
sus hijos en las escuelas que correspondan a su
visión del mundo, y, en particular, el estricto
derecho de los padres creyentes a no ver a sus
hijos sometidos, en las escuelas, a programas
inspirados en el ateísmo». Pero es lógico que los padres tengan el deber de transmitir la
fe también en el ámbito de la familia.
187. HOMILÍA EN TÉRMOLI
Italia, 19 marzo de 1983
188. La autoridad de los padres
2. (…) Gran misión ésta de la paternidad, de la que no pocos padres hoy están tentados
de abdicar, optando por una relación «de igualdad» con los hijos, que acaba por privar a
estos últimos del apoyo psicológico y del apoyo moral, que necesitan para superar
felizmente la fase precaria de la niñez y de la primera adolescencia. Alguien ha dicho que
hoy estamos viviendo la crisis de una «sociedad sin padres». Se advierte cada vez con
mayor claridad la necesidad de poder contar con padres que sepan desempeñar su papel,
uniendo la ternura con la seriedad, la comprensión con el rigor, la camaradería con el
ejercicio de la autoridad, porque sólo así podrán crecer armoniosamente los hijos,
dominando los propios miedos y disponiéndose a afrontar con coraje las incógnitas de la
vida.
Pero, ¿de dónde podrán sacar, queridísimos papás, la energía necesaria para asumir en
las diversas circunstancias la actitud justa que sus hijos, aun sin saberlo, esperan de
ustedes? La respuesta la brinda San José; en Dios, fuente de toda paternidad, en su
modo de actuar con los hombres, como nos revela la Sagrada Escritura, pueden
encontrar el modelo de una paternidad capaz de incidir positivamente en el proceso
educativo de sus hijos, no sofocando, por una parte, su espontaneidad, ni abandonando,
por otra, su personalidad aún inmadura, a las experiencias traumatizantes de la
inseguridad y de la soledad.
3. José y su Esposa castísima, la Virgen María no abdicaron de la autoridad que les
competía como a padres. El Evangelio dice significativamente de Jesús: «…estaba bajo
su autoridad» (Lc 2, 51). Era una sumisión «constructiva» aquélla de la que fueron
testigos las paredes de la casa de Nazaret, ya que dice también el Evangelio que, gracias
a ella, el Niño «iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los
hombres» (Ib. V. 52).
65
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
En este crecimiento humano José guiaba y sostenía al Niño Jesús, introduciéndolo en el
conocimiento de las costumbres religiosas y sociales del pueblo judío, y encaminándolo
en la práctica del oficio de carpintero, del que, durante tantos años de ejercicio, él había
asimilado todos los secretos. Este es un aspecto que me apremia subrayar hoy: San José
enseñó a Jesús el trabajo humano, en el que era experto. El divino Niño trabajaba junto a
él, y escuchándolo y observándolo aprendía a manejar los instrumentos propios del
carpintero con la diligencia y la dedicación que el ejemplo del padre adoptivo le transmitía.
189. A LOS OBISPOS DE LITUANIA
Roma, 22 de abril de 1983
190. Los jóvenes en familia
4. Conocen bien, venerables hermanos, que los
esfuerzos de la Iglesia por catequizar a la juventud
generalmente no consiguen su efecto sin la colaboración
de la familia y a veces ésta constituye el único apoyo.
Por esta razón es necesario preocuparse con diligencia y
empeño para que, no sólo se conserve la natural y
religiosa estabilidad de la familia sino también para que
pueda transmitir libremente a los hijos el don de la fe. En
efecto, en los hijos está puesto el destino futuro de la Iglesia y de las naciones; en la
familia se dejan a la descendencia –como en herencia– las virtudes, los bienes del alma,
las loables costumbres cristianas, que constituyen el patrimonio cultural y espiritual del
pueblo lituano.
Si la familia es sana y honesta y está animada por el espíritu de fe, de caridad y de
piedad, ella viene a ser como «primer seminario» según la enseñanza del Concilio
Vaticano II (OT 2).
191. ENCUENTRO DE SEREGNO
Italia21 de mayo de 1983
192. Misión de la familia en la educación de la fe
3. Como estoy viendo entre ustedes núcleos familiares enteros, deseo añadir una palabra
particular para las familias y sobre todo para los padres de hoy y de mañana, y
recordarles que el crecimiento y desarrollo de la fe en el corazón de los hijos se debe en
gran parte al ambiente familiar, definido por el Concilio «pequeña Iglesia» e «Iglesia
doméstica». Es preciso que se multipliquen con oportunidad y se pongan al alcance de
todos los miembros en la vida familiar, los momentos dedicados a la promoción de los
valores cristianos y profundización de las demandas principales del Evangelio y de los
sacramentos de la fe.
Al dar la vida a los hijos, con este gesto de amor los padres han asumido la
responsabilidad de darles razón del significado, valor y esperanza insertos en este don, es
decir, de explicarles el maravilloso don de la vida que se renueva de generación en
generación, y que tendrá futuro si se realiza en la fe, gratitud y respuesta al amor de Dios,
que es el principio de la vida. De este amor divino los padres son testimonio y ministros.
En efecto, no elige la vida de los hijos por su provecho y egoísmo, sino por un amor y un
mandato más grande que ustedes, según el cual engendrar es un acto de fe y esperanza.
Sólo con esta luz sobrenatural se puede construir una familia que sea signo transparente
del misterio de Dios que la suscita y sostiene, y revelación de la vida eterna de la
caducidad de tiempos y generaciones, si bien ha menester de tiempos y generaciones
para manifestarse al mundo.
66
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
193. EN LA CATEDRAL DE VIENA
11 de Septiembre de 1983
194. Los primeros
7. ¡Familia cristiana! ¡Vuelve a ser una familia orante! ¡Una familia que vive de la fe! En la
que los padres son los primeros catequistas de sus hijos, donde se pueda tener
experiencia del Espíritu de Dios, que
es amor. Aprendan del Padre
misericordioso a perdonarse siempre
unos a otros.
Padres, aprendan, también de Él a
ser capaces de dejar marchar a sus
hijos en libertad y a mantenerse
siempre a su disposición a pesar de
ellos. Apoyados en nuestra parábola,
hagan nacer en
ustedes la
esperanza de que precisamente el hijo pródigo volviera a encontrar en definitiva a su
padre en un modo que no había conocido anteriormente.
195. CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA
Santa Sede, 22 de Octubre de 1983
196. Derechos
Por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho originario,
primario e inalienable de educarlos; por esta razón ellos deben ser reconocidos como los
primeros y principales educadores de sus hijos.
a) los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones
morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que
favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben recibir también de la sociedad la
ayuda y asistencia necesarias para realizar de modo adecuado su función educadora.
b) los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios
necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Las autoridades públicas
deben asegurar que las subvenciones estatales se repartan de tal manera que los padres
sean verdaderamente libres para ejercer su derecho, sin tener que soportar cargas
injustas. Los padres no deben soportar, directa o indirectamente, aquellas cargas
suplementarias que impiden o limitan injustamente el ejercicio de esta libertad.
c) Los padres tienen el derecho de obtener que sus hijos no sean obligados a seguir
cursos que no están de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. En particular,
la educación sexual –que es un derecho básico de los padres– debe ser impartida bajo su
atenta guía tanto en casa como en los centros educativos elegidos y controlados por ellos.
d) los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema
obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa.
e) El derecho primario de los padres a educar a sus hijos debe ser tenido en cuenta en
todas las formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y
particularmente en las formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una
voz en el funcionamiento de las escuelas, y en la formulación y aplicación de la política
educativa.
67
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
f) La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación social sean
instrumentos positivos para la construcción social sean instrumentos positivos para la
construcción de la sociedad y que fortalezcan los valores fundamentales de la familia. Al
mismo tiempo ésta tiene derecho a ser protegida adecuadamente, en particular respecto a
sus miembros más jóvenes, contra los efectos negativos y los abusos de los medios de
comunicación
Fuentes y referencias
Divini Illius Magistri, 27-34; Gravissimum Educationis, 3; Familiaris Consortio, 36; Codex
Iuris Canonici, 793 y 1136.
a) Familiaris Consortio, 36.
b) Gravissimum Educationis, 7; Dignitatis Humanae, 5; S. Juan Pablo II; Libertad religiosa
y el Acta final del Helsinki, 4b; Familiaris Consortio, 40; Codex Iuris Canonici, 797.
c) Dignitatis Humanae, 5; Familiaris Consortio, 37 y 40
d) Dignitatis Humanae, 5; Familiaris Consortio, 40
e) Familiaris Consortio, 40; Codex Iuris Canonici, 796.
f) Pablo VI: Mensaje para la Tercera Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales,
1969; Familiaris Consortio, 76
197. A LA ASOCIACIÓN PARA LA FAMILIA SCHÖNSTANTT
27 de abril de 1984
198. La familia, «Iglesia doméstica»
2. (…) La familia no es sólo la célula original de la sociedad humana, sino también de la
Iglesia. El Concilio Vaticano II ha dicho justamente de la familia que es algo así como una
«Iglesia doméstica», en la cual «los padres deben ser para sus hijos los primeros testigos
de la fe mediante la palabra y el ejemplo» (LG 11). Yo les animo a ustedes, como
matrimonios cristianos, así como a las familias que ustedes representan, a corresponder
con todas sus fuerzas a este importante apostolado en el ámbito de sus propias familias y
a tomar como directrices de su actuación la doctrina de la Iglesia y de su magisterio
supremo.
3. Sin la decidida y comprometida cooperación de
ustedes, padres, no es prácticamente posible
transmitir efectivamente la fe a las nuevas
generaciones. Ustedes son para sus hijos no sólo los
primeros, sino en la mayoría de los casos también los
más importantes testigos de la fe. Ya desde muy
pronto sus hijos se dan cuenta de si para ustedes vale
la pena vivir en comunión viva con Dios; si ustedes
viven en la confianza de la dirección de Dios, en
comunión con Jesucristo; si viven conscientemente
confiados en la fuerza y la dirección del Espíritu Santo.
Muy pronto se dan cuenta de si aman a la Iglesia, de si
frecuentan los actos litúrgicos y los sacramentos, y
sobre todo de si se esfuerzan seriamente en vivir su fe. ¡Su vida es mucho más efectiva
que sus palabras!
68
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
199. CONFERENCIA DE PASTORAL. COREA
Seúl, 6 de mayo de 1984
200. Oración en familia
3. (…) También es admirable la vida de fe que vivieron en el seno de la familia. De los 103
mártires canonizados hoy, muchos eran miembros de la misma familia, consanguíneos o
descendientes de familias de mártires. Y esto, porque rezaban juntos y juntos llegaron a la
madurez de la fe, aprendiendo a temer y amar a Dios, a apreciar, respetar y amar a
cualquier ser humano como hijo de Dios: todo esto en el seno de la familia. La familia es
la «Iglesia doméstica» en la que los padres son «para sus hijos los primeros predicadores
de la fe» y en la que se fomentan las vocaciones (cfr. LG 11) .La familia verdaderamente
cristiana es un «lugar donde se transmite el Evangelio y desde donde este irradia el
Evangelio» (EN). Construir sobre las grandes tradiciones espirituales y culturales de Asia:
¿Qué mejor medio para ser cada vez más una Iglesia de familias orantes y un ejemplo
para el resto del mundo?
201. HOMILÍA EN PAPÚA (NUEVA GUINEA)
Port Moresby, 8 de mayo de 1984
202. Escuela de virtudes cristianas
3. La familia cristiana, unida en la fe y la plegaria es como una escuela en la que se
aprenden las lecciones de perdón, paciencia y amor mutuo. En la familia, los hijos se
preparan a formar parte en la vida y misión de la Iglesia.
203. A LA CURIA ROMANA
28 de junio de 1984
204. La educación católica de la juventud
8. La Iglesia entra a fondo en la
cuestión de la educación católica
de la juventud y, de modo especial,
pide libertad e igualdad para las
escuelas católicas, porque está
convencida de que son un derecho
de las familias cristianas, como han
subrayado repetidamente tantas
afirmaciones del Magisterio de esta
Sede de Pedro. Si la Iglesia insiste
tanto
en
este
derecho
es
precisamente pensando en la
familias, a quiénes incumbe fundamental y ontológicamente el deber de la educación
cristiana de los hijos.
Los padres son los primeros educadores de sus hijos; es más, en el servicio de la
transmisión de la fe, son los «primeros catequistas de sus hijos» como afirmé en la
catedral de Viena20.
La familia, querida por Dios por su propia naturaleza, es la primera y natural comunidad
educadora del hombre que viene al mundo. Debe poder gozar, por consiguiente, sin
discriminación alguna por parte de los poderes públicos, de la libertad de escoger para los
20
L ´Observatore Romano, 11 de septiembre 1983; Edición en Lengua Española, 25 septiembre, pág. 8).
69
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
hijos del tipo de escuela que se adecúe a las propias convicciones y no debe ser
obstaculizada por gravámenes económicos demasiado pesados, porque todos los
ciudadanos poseen en igualdad intrínseca, también y sobre todo en este campo. El
Concilio Vaticano II, incluso en la Declaración sobre la libertad religiosa ha dicho
explícitamente: «primeros catequistas de sus hijos».
A cada una de las familias, en cuanto a sociedad que goza de un derecho propio y
primordial, tiene derecho a ordenar libremente su vida religiosa doméstica bajo la
dirección de los padres. A éstos corresponde el derecho de determinar la forma de
educación religiosa que se ha de dar a sus hijos de acuerdo con su propia convicción
religiosa. Así pues, el poder civil debe reconocer el derecho de los padres a elegir, con
auténtica libertad las escuelas y otros medios de educación, sin imponerles ni directa ni
indirectamente cargas injustas por esta libertad de elección»(DH, 5).
205. A LOS OBISPOS DE PARAGUAY.
15 noviembre 1984
206. Ante el año de la familia
Sé que han iniciado la celebración del Año Nacional de la Familia, bajo un lema sugestivo
y elocuente. Sí, muchas veces he tenido que mostrar mi preocupación ante ataques
contra la familia, hoy les expreso mi satisfacción por esta iniciativa pastoral. Muchas y
loables son las iniciativas puestas en marcha con motivo del Año de la Familia. Quiero
subrayar por mi parte la atención a las familias de escasos recursos y el empeño en
difundir la doctrina familiar de la Iglesia. Les aseguro a la vez mi oración, para que el
Señor suscite copiosos frutos pastorales en favor de todas las familias paraguayas y que
cada una de ellas sea en verdad una comunidad más cristiana y humana.
207. EN LA FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS
13 de enero de 1985
208. Padres y padrinos
3. Ustedes,
queridos
padres,
que
han
engendrado físicamente a estos hijos suyos, sean
siempre conscientes, juntamente con los padrinos
y madrinas, de esta generación espiritual y
sobrenatural de sus criaturas. El nacimiento físico
es de carácter temporal: el nacimiento a la vida de
la gracia se efectúa durante todo el curso de la
existencia terrena, y se cumple solamente en la
vida eterna.
Así, pues, recuerden siempre, queridos padres, queridos padrinos y madrinas, de esta
responsabilidad suya: «engendrar» a estas criaturas a la vida de los hijos de Dios. Lo
deberán, lo podrán hacer como miembros de la comunidad eclesial. La maternidad de la
Iglesia debe pasar a través de ustedes. Ciertamente, esta maternidad se manifestará
también, hasta cierto punto, por medio de la presencia del sacerdote, del religioso y de la
religiosa. Pero jamás olviden la función insustituible, ejercida por un sano ambiente
familiar, que justa y repetidamente es llamado la «Iglesia doméstica ». La familia es la
primera escuela para la formación moral y religiosa y para la transmisión de los valores
más queridos.
Esto, queridos hermanos y hermanas, es mi deseo: éste es mi anhelo. Que la luz y la
fuerza del Espíritu, la asistencia de la Bienaventurada Madre de Dios y de la Iglesia les
ayuden a llevar a sus hijos – a estos nuevos cristianos- a la plenitud de la gracia bautismal
y a la santidad.
70
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
209. EN PIURA (PERÚ)
4 de febrero de 1985
210. Llamados a la conversión
6. El anuncio del evangelio conlleva el constante llamado a una actitud de conversión
por parte de todos los cristianos y ha de penetrar no sólo la vida personal y familiar, sino
también las estructuras sociales, para hacerlas más conformes con las exigencias de la
justicia. No olvidemos nunca que sólo corazones convertidos y renovados interiormente
mejorarán el tono moral y humano de la sociedad.
¡Vivan, pues, ustedes esas exigencias e infundan en las realidades temporales la savia
de la fe en Cristo! Pienso concretamente en el testimonio de vida y en el esfuerzo
evangelizador que requiere la familia cristiana: que los cónyuges vivan el sacramento de
la unión fecunda e indisoluble entre Cristo y la Iglesia; que sean los fundadores y
animadores de la «Iglesia doméstica », la familia, con el compromiso de una educación
integral ética y religiosa de los hijos; que abran a los jóvenes los horizontes de las
diversas vocaciones cristianas, como un desafío de plenitud a las alternativas del
consumismo hedonista o del materialismo ateo.
211. EN LA PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN (ITALIA)
Tusculano, 10 de febrero de 1985
212. La oración en familia
4. Es muy importante la oración en la comunidad familiar: la
oración de los padres con los hijos, la oración común de los
esposos, y antes aún la oración de los novios. Por la oración
especialmente se transforma la familia en «Iglesia doméstica »,
a la que los antiguos escritores cristianos llamaban con acierto
«iglesita», pequeña iglesia.
213. EL CATEQUISTA Y SU FORMACIÓN
Madrid, septiembre de 1985
214. Preocupación central
37. Merece atención especial la función trascendental de los padres cristianos que, por el
sacramento del Matrimonio, se constituyen para sus hijos en los verdaderos misioneros del
primer anuncio del Evangelio (EN 52) y en los primeros maestros de la fe (LG 11), dentro de
esa Iglesia doméstica que es la familia cristiana, y que debe ser un espacio donde el
Evangelio es transmitido y desde donde se irradia (EN 71). Por eso, «nunca se esforzarán
bastante los padres cristianos por prepararse a este ministerio de catequistas de sus
propios hijos y por ejercerlo con celo infatigable» (CT 68),
La educación cristiana en la familia es un factor decisivo para la fe de los hijos. Si falta, la
catequesis de la comunidad se verá seriamente dificultada (CT 42) al carecer el niño de
unos fundamentos religiosos nacidos en la entraña de la relación afectiva con sus padres.
Creemos necesario que la acción de los catequistas no se limite a la catequesis con
los niños. Es preciso crear también cauces de relación con los padres para animarles a
que asuman la tarea de educar en la fe a sus propios hijos.
La educación cristiana familiar ha de constituir una preocupación central en la Iglesia
particular.
71
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
215. A PADRES DE ALUMNOS
Italia, 3 de mayo de 1986
216. Misión de los padres cristianos
3. Como bien saben; la Iglesia de Cristo, fiel a su misión docente, no cesa de recordar a lo
largo de su historia que los creyentes deben tener siempre un comportamiento individual y
colectivo, plenamente coherente con las enseñanzas evangélicas (…) Ahí también,
amadísimos, tiene su razón de ser su misión de padres cristianos; son los primeros e
insustituibles educadores de sus hijos. Les corresponde el derecho de elegir libremente
aquellos centros donde se promuevan auténticamente los valores cristianos, pues no
olvidemos que debe existir una profunda continuidad entre la escuela y la familia. La
Iglesia, a la vez, que es consciente de la importante labor que están realizando por
fidelidad a la causa del Reino, desea seguir ofreciéndoles la ayuda, los consejos y las
orientaciones necesarias para el mejor cumplimiento de tan delicada función. La Iglesia
les necesita.
217. AL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA
10 de octubre de 1986
218. El don de sí
2.(…) Efectivamente, uno de los elementos propios de la vida familiar es la tarea de la
formación de los hijos. Los padres, que son los principales responsables de la educación
de sus hijos, se convierten, así, en sus primeros evangelizadores (cfr. LG 11), como su
vocación matrimonial requiere. Han sido llamados por Dios a transmitir la vida humana y
contribuyen además a la regeneración que Dios opera en ellos por la fe y el bautismo que
les da la vida divina. Así, pues –como recordaba en la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio, «el deber educativo recibe en el sacramento del matrimonio la dignidad y la
llamada a un ser verdadero y propio “ministerio” de la Iglesia al servicio de la edificación
de sus miembros» (n.38).
3. Afirmar el valor de los hijos es,
lógicamente, al mismo tiempo los
dos aspectos inseparables como
son su procreación y educación.
La Constitución pastoral Gaudium
et Spes representa la procreación
y la educación de los hijos como la
corona propia de la institución del
matrimonio y del amor conyugal
(cfr.n.48). La importancia que la
doctrina cristiana sobre el matrimonio atribuye a la procreación, nunca ha sido, ni puede
ser referida a un orden exclusivamente genético, biológico. Lo que es requerido en la
constitución del matrimonio, y por esta razón exigido en la misma intimidad conyugal, es
una apertura al hijo al que se da la vida y se educa. Es el mismo amor que une a los
cónyuges entre sí que les abre al hijo, como fruto de su amor.
«El don de sí que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone como modelo y norma
del don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y hermanas y entre las
diversas generaciones que conviven en la familia»(Familiaris Consortio, 37). Y para
cumplir una misión así, los esposos cristianos «están fortificados y como consagrados por
un sacramento especial»(cfr. G S, 48).
72
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
219. EN PERTH (AUSTRALIA)
30 de noviembre de 1986
220. Plena maduración humana
1. La familia en el plan de Dios para la humanidad y para la Iglesia es el tema de esta
celebración Eucarística. El Hijo de Dios, al hacerse hombre, dio origen a esta familia
especial que Iglesia venera como la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José.
2. Mi saludo a ustedes, familias de Perth y de Australia Occidental. A ustedes, esposos y
esposas, padres y madres, hijos e hijas, abuelos, y a todos ustedes que llevan en el
corazón el bienestar de la familia.
3.
La familia es la Iglesia doméstica. Esta tradicional idea cristiana significa que el hogar
es la Iglesia en pequeño. La Iglesia es el sacramento del amor de Dios. Es una
comunión de fe y de vida. Es madre y maestra. Está al servicio de toda la familia
humana que, como ella, avanza hacia su destino último. De la misma manera, la
familia es una comunidad de vida y de amor. Educa y guía a sus miembros para su
plena maduración humana y sirve al bien de todos a lo largo del camino de la vida.
La familia es la «célula primera y vital de la sociedad»(A A 11; cfr. FC, 42), En el mismo
sentido, es una imagen viva y una representación histórica del misterio de la Iglesia
(cfr. FC 49). El futuro del mundo y de la Iglesia, pasa a través de la familia (Ib. 75).
221. A LOS OBISPOS DE MALTA
4 de junio de 1987
222. Inicio de la evangelización
4 Hasta aquí he hablado de la evangelización en lo que se refiere a la vida interna de la
Iglesia: su predicación, su catequesis y sus objetivos educativos. Esta vida interna debe a
su vez dirigirse hacia el servicio a Cristo y a su Evangelio dentro de toda la comunidad.
Este sentido más amplio de la evangelización comienza con la familia, que desempeña un
papel importante como una «Iglesia doméstica»
y como la célula principal de la sociedad.
La familia es el lugar donde el testimonio del
Evangelio recibe una aplicación concreta y
después se extiende a los vecinos y a los demás.
La manera cómo viven las familias creyentes–es
decir, sus valores, su trabajo y su ocio, y lo que
enseñan a sus hijos– da testimonio del
significado real del amor, de la donación
personal, del servicio, del diálogo, de la libertad,
de la preocupación por el bien común, de la
oración y de tantas verdades fundamentales
acerca de la vida que hoy están amenazadas por el materialismo, el consumismo y la
búsqueda del placer. Las familias cristianas están llamadas a ser «apóstoles» unas para
otras, mostrando una compasión y un amor auténticos a las familias necesitadas y
manteniéndose abiertas a toda la sociedad con una solidaridad sincera.
73
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
223. A LAS ESCUELAS CATÓLICAS
Nueva Orleans, 12 de setiembre de 1987
224. Deberes y derechos
5. Permítanme, hermanas y hermanos, mencionar brevemente una cuestión de especial
importancia para la Iglesia. Me refiero a los derechos y deberes de los padres en la
educación de sus hijos. El Concilio Vaticano II ha expresado claramente la posición de la
Iglesia: «Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados
a la educación de la prole y, por tanto, ellos son los primeros y obligados educadores». En
comparación con la función educadora de cualquier otro, la suya es la primera; es también
insustituible e inalienable. A nadie le está permitido tratar de usurpar esa responsabilidad
única. Jamás se podrá penalizar a los padres que intentan proporcionar a sus hijos una
educación conforme a sus creencias.
Los padres deben conseguir que sus propios hogares sean lugares donde se vivan los
valores espirituales y morales. Tienen derecho a conseguir que la fe de sus hijos sea
respetada y protegida. Como educadores se dan cuenta acertadamente que su función
consiste en ayudar a los padres que son los primeros responsables. Son encomiables los
esfuerzos que ponen por comprometerlos en la totalidad del esfuerzo educativo.
225. A LOS OBISPOS DE NICARAGUA
22 de agosto de 1988
226. Catequesis familiar
Ya en el umbral del V Centenario
de la evangelización de América,
les exhorto vivamente a mantener y
a acrecentar la herencia de la fe. Lo
misioneros que llegaron a su
continente y, en concreto, a su
tierra, llevados por su celo
evangelizador,
dedicaron
sus
esfuerzos a la catequesis, y
especialmente a la catequesis
familiar. Éste ha sido uno de los
pilares que ha mantenido la vida
cristiana en ese querido continente de la esperanza.
Saben que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la
humanidad (FC 1). No obstante algunas concepciones materialistas, que a veces entran a
formar parte de las legislaciones permisivas, permanezcan firmes en proponer el ideal
íntegro de la familia, según el designio de Dios, y del sacramento del Matrimonio
indisoluble, símbolo de la unión íntima de Cristo con la Iglesia (Ef 5, 32).
Al mismo tiempo, recuerden a los padres que tienen la gravísima obligación de educar a
su prole. «Ellos son los primeros y principales educadores de sus hijos» (FC 36), los
cuales tienen el derecho inalienable de recibir una educación conforme a la fe religiosa de
sus padres (cfr. FC 40), que no venga manipulada por ideologías y praxis materialistas y
ateas. En su misión evangelizadora, «la Iglesia mira a los jóvenes; es más, la Iglesia de
manera especial se mira a sí misma en los jóvenes», «Carta a los jóvenes y a las jóvenes
de todo el mundo»(15, 31 de marzo de 1985).
74
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
227. CHRISTIFIDELES LAICI
Exhortación apostólica de S. Juan Pablo II. Roma, 30 de diciembre de 1988
228. Otros ambientes educativos
52. «Si la familia cristiana es una comunidad cuyos vínculos son renovados por Cristo
mediante la fe y los sacramentos (…) es entonces en el amor conyugal y familiar –vivido
en su extraordinaria riqueza de valores y exigencias de totalidad, unicidad, fidelidad y
fecundidad– donde se expresa y realiza la participación de la familia cristiana en la misión
profética, sacerdotal y real de Jesucristo y de su Iglesia
61. Del mismo modo que la acción educativa humana está íntimamente unida a la
paternidad y maternidad, así también la formación cristiana encuentra su raíz y su fuerza
en Dios, el Padre que ama y educa a sus hijos.
62. También la familia cristiana, en cuanto «Iglesia doméstica », constituye la escuela
primigenia y fundamental para la formación de la fe. El padre y la madre reciben en el
sacramento del Matrimonio la gracia y la responsabilidad de la educación cristiana en
relación con los hijos, a los que testifican y transmiten a la vez los valores humanos y
religiosos. Aprendiendo las primeras palabras, los hijos aprenden también a alabar a Dios,
al que sienten cercano como Padre amoroso y providente; aprendiendo los primeros
gestos de amor, los hijos aprenden también a abrirse a los otros, captando en la propia
entrega el sentido del humano vivir. La misma vida cotidiana de una familia
auténticamente cristiana constituye la primera «experiencia de Iglesia», destinada a ser
corroborada y desarrollada en la gradual inserción activa y responsable de los hijos en la
más amplia comunidad eclesial y en la sociedad civil. Cuanto más crezca en los esposos
y padres cristianos la conciencia de que su «Iglesia doméstica» es partícipe de la vida y
de la misión de la Iglesia universal, tanto más podrán ser formados los hijos en el «sentido
de la Iglesia» y sentirán toda la belleza de dedicar sus energías al servicio del Reino de
Dios.
229. EN CHIHUAHUA (MÉJICO)
20 de mayo de 1990
230. Primera comunidad de vida y amor
3. La grandeza y la responsabilidad de la familia está en ser la primera comunidad de
vida y amor; el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse
amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios. Por ello, a los
padres cristianos les toca formar y mantener un hogar en el que germine y madure la
profunda identidad cristiana de sus hijos: el ser hijos de Dios. Pero su amor de padres
podrá hablar de Dios a sus hijos sólo si antes su
amor de esposos es vivido en la santidad y en la
apertura a la fecundidad de la unión matrimonial.
4.(…) No ignoro el papel a veces heroico que las
esposas mexicanas han representado en la vida
familiar. Por ello quiero recordar también a los
esposos el grave deber que les incumbe de
colaborar en las cargas del hogar con su trabajo,
no dilapidando el salario, que es un bien para toda
la familia, siendo al mismo tiempo fieles a su
esposa con un amor único indiviso, mostrando verdadero afecto y dedicación en la
educación de los hijos. ¡La familia se conserva y fortalece gracias al amor!
6. Deseo recordar también a los padres, el deber moral que tienen de cuidar y velar por
sus hijos, sobre todo cuando son pequeños y débiles.
75
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La misma Iglesia les recuerda en tantas ocasiones el deber que tienen de educar a sus
hijos, no sólo en lo cultural y social, sino también en la fe y en la vida cristiana, en las
virtudes humanas y
cívicas (cfr. LG 35 y 41).
Es cierto que en la
educación de los hijos
cuentan
con
la
colaboración de otras
personas: los maestros
en las escuelas, los
sacerdotes
de
sus
parroquias, los catequistas. Pero no olviden nunca que sus hijos dependen
primordialmente de ustedes. No olviden que su felicidad temporal, y no pocas veces,
hasta su felicidad eterna, dependerán de su ejemplo y sus enseñanzas. Rezando con sus
hijos, meditando con ellos la Palabra de Dios, acompañándolos en la Eucaristía y en los
demás sacramentos, llegarán a ser plenamente padres: habrán conseguido engendrarles
no sólo a la vida corporal, sino también a la vida eterna en Cristo.
7. La familia ha de ser también el ámbito donde los jóvenes sean educados en la virtud de
la castidad. Ella ha de ser la primera escuela de vida para los hijos, preparándolos para la
responsabilidad personal en todos sus aspectos, incluidos los que se refieren a los
problemas de la sexualidad. La educación para el amor, como don de sí mismo, es
premisa indispensable para una educación sexual clara y delicada que los padres están
llamados a realizar.
Dios ha querido que el don de la vida surja en esa comunidad de amor que es el
matrimonio, y quiere que los hijos conozcan la naturaleza de ese don en el clima del amor
familiar. Los padres cristianos tienen el derecho y el deber de formar a sus hijos también
en este aspecto. Es lógico que, incluso en este campo, reciban la ayuda de otras
personas. Pero la Iglesia recuerda la ley de la subsidiariedad, que la escuela o cualquier
otra entidad debe observar también cuando coopera con los padres en la educación
sexual, de modo que sea impartida de acuerdo con el espíritu querido por los padres (cfr.
FC 37).
Como señala la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio: «En este contexto es del
todo irrenunciable la educación para la castidad, como virtud que desarrolla la auténtica
madurez de la persona y la hace capaz de respetar y promover el “significado esponsal”
del cuerpo» (n.37), Una información sexual que prescindiera de los valores morales
constituiría un empobrecimiento de la persona y contribuiría a oscurecer su dignidad.
8. Los padres de familia pueden pedir individualmente, e incluso asociadamente exigir a
las autoridades, el respeto y la actuación de los propios derechos, como primeros y
fundamentales responsables de la educación de sus hijos. No se trata de obtener
privilegios; es algo debido en estricta justicia y que se debe reflejar en la legislación del
país. Por tanto, es legítima la acción de las asociaciones de padres de familia que operan,
a nivel nacional o internacional, cuando reclaman, dentro del orden establecido y en un
diálogo respetuoso con las autoridades de la nación, el derecho a educar libremente a los
hijos, según su propio credo religioso; a crear escuelas que correspondan a este derecho
y a que las leyes del país reconozcan explícitamente tal derecho.
76
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
231. A UN GRUPO DE ESTUDIO SOBRE LA FAMILIA
21 de febrero de 1992
232. La cuna y la guardiana de la vida
La familia es la cuna y la guardiana de la vida, valor que no tiene igual en nuestra
humanidad. Con el sacramento del Matrimonio, que hace a la pareja depositaria de la
Alianza divina, el hombre y la mujer que se entregan recíprocamente con un amor fiel y
definitivo reciben el ministerio de la vida, de la formación y de la evangelización de los
hijos que se les han confiado. Con su vida ejemplar y su testimonio, los padres son los
primeros educadores de sus hijos, a los que deberán acompañar a lo largo de toda su
maduración humana y espiritual. Todo hijo, gracias a la vida comunitaria en el seno de su
propia familia, aprenderá a vivir en sociedad. Ese aprendizaje contribuye en gran medida
a la paz entre las personas y entre los pueblos.
Frente a las fuerzas de violencia y de muerte, toda familia ha de esforzarse por
transmitir los valores fundamentales de toda vida humana, desde su concepción hasta su
muerte natural. Ningún otro valor puede igualar el don que Dios ha hecho a cada persona,
llamándola a la existencia.
La Iglesia encuentra en la Sagrada Escritura la
verdad acerca del hombre y acerca de la
familia. Y desea comunicar al mundo la
felicidad de la Alianza pascual de Cristo.
La familia tiene derechos fundamentales que
la Iglesia no cesa de recordar para la felicidad
del hombre y de la humanidad. Conviene dar a
conocer y profundizar estos derechos con
ocasión del Año Internacional de la Familia.
233. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Roma 1992
234. Deberes y derechos de los padres
2221. La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos,
sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual. El
papel de los padres en la educación «tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente
puede suplirse» (GE 3). El derecho y el deber de la educación son para los padres
primordiales e inalienables (cfr. FC 36).
2222. Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a
personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios,
mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos.
2223. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos.
Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura,
el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El hogar es un
lugar apropiado para la educación de las virtudes. Ésta requiere el aprendizaje de la
abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera.
Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones «materiales e
instintivas a las interiores y espirituales» (CA 36). Es una grave responsabilidad para los
padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios
defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos: El que ama a su hijo, le corrige
sin cesar… el que enseña a su hijo, sacará provecho de él (Si 30, 1-2).
77
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Padres, no exasperen a sus hijos, sino fórmenlos más bien mediante la instrucción y la
corrección según el Señor (Ef 6, 4).
2224. El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la
solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos
a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades
humanas.
2225. Por la gracia del sacramento del
matrimonio, los padres han recibido la
responsabilidad y el privilegio de evangelizar a
sus hijos. Desde su primera edad, deberán
iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos
son para sus hijos los «primeros heraldos de la
fe» (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben
asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de
vida en la familia puede alimentar las
disposiciones afectivas que, durante toda la vida,
serán auténticos cimientos y apoyos de una fe
viva.
2226. La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia.
Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe
mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis
familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los
padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos
de Dios (cfr. LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida
litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños
y de los padres.
2227. Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad(cfr. GS
48,4). Todos y cada uno deben otorgarse generosamente y sin cansarse el mutuo perdón
exigido por las ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones. El afecto mutuo lo
sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cfr. Mt 18, 21-22; Lc 17,4).
2228. Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres se traducen ante todo en el
cuidado y la atención que consagran para educar a sus hijos, y para proveer a sus
necesidades físicas y espirituales. En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la
misma dedicación llevan a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de su
razón y de su libertad.
2229. Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, tienen el
derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones.
Este derecho es fundamental. En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir
las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos (cfr. GE 6). Los
poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar
las condiciones reales de su ejercicio.
2230. Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el derecho de
elegir su profesión y su estado de vida. Estas nuevas responsabilidades deberán
asumirlas en una relación de confianza con sus padres, cuyo parecer y consejo pedirán y
recibirán dócilmente. Los padres deben cuidar de no presionar a sus hijos ni en la
elección de una profesión ni en la de su futuro cónyuge. Esta indispensable prudencia no
impide, sino al contrario, ayudar a los hijos con consejos juiciosos, particularmente cuando
éstos se proponen fundar un hogar.
78
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
235. SANTO DOMINGO (R. Dominicana)
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
12-28 de Octubre, 1992.
236. «Itinerario continuado»
49. Nuestra catequesis ha de tener un itinerario continuado que abarque desde la infancia
hasta la edad adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación.
Los catecismos son subsidios muy importantes para la catequesis; son a la vez camino y
fruto de un proceso de inculturación de la fe.
237. AL CONGRESO SOBRE LA FAMILIA Y LOS MM.CC.SS.
4 de junio de 1993
238. Proteger a la familia ante los medios de comunicación
2. El tema que han afrontado reviste hoy una gran importancia. Ya el
Concilio Vaticano II, en el decreto Inter Mirifica, señalaba la
importancia de los medios de comunicación social que por su
naturaleza (…) estos medios pueden provocar una contaminación en
los espíritus, tan preocupante como la contaminación ambiental.
239. Colaboración mutua
3. Es necesario, por tanto, llevar a cabo una colaboración más
estrecha entre los padres, a quiénes corresponde en primer lugar la
tarea de la educación, los responsables de los medios de
comunicación en sus diferentes niveles, y las autoridades públicas, a
fin de que la familia no quede abandonada a su suerte en un sector tan importante de su
misión educativa.
Con ocasión del Año internacional de la familia en muchos ambientes se piden leyes que
aseguren adecuadas políticas familiares. No cabe duda de que el ámbito legislativo es
decisivo para estas políticas. Ya el Concilio se refería a ello: «La misma autoridad pública,
que legítimamente se ocupa de la salud de los ciudadanos, está obligada a procurar justa
y celosamente, mediante la promulgación y diligente ejecución de las leyes, que no se
sigan graves daños a la moral pública y al progreso de la sociedad» (Inter Mirifica. 12).
La Carta de los derechos de la familia, promulgada por la Santa Sede, afirma
textualmente que «la familia tiene derecho a esperar que los medios de comunicación
social sean instrumentos positivos para la construcción de la sociedad y que fortalezcan
los valores fundamentales de la familia. Al mismo tiempo ésta tiene derecho a ser
protegida adecuadamente, en particular respecto a sus miembros más jóvenes, contra los
efectos negativos y los abusos de los medios de comunicación» (art. 5, letra f).
En ese documento Pornografía y violencia en los medios de comunicación social: una
respuesta pastoral, el Consejo pontificio para las comunicaciones sociales ha recordado
que, «los legisladores, los encargados de la administración del Estado y de la justicia
están llamados a dar una respuesta al problema de la pornografía y de la violencia sádica
difundidas por los medios de comunicación. Se han de promulgar leyes sanas, se han de
clarificar las ambiguas y se han de reforzar leyes que ya existen» (n.28; cfr. L ´Observatore
Romano, edición en lengua española, 4 de junio de 1989, p.19).
79
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
240. Promover iniciativas
4. ¡Cuántos daños de enorme gravedad se habrían evitado a las familias, a la juventud y,
sobre todo a los niños, si se hubieran aceptado estas recomendaciones a su debido
tiempo! ¡Cuántas pérdidas morales y sociales podrán evitarse en el futuro, si se pondera
seriamente la situación y se toman decisiones urgentes y apropiadas!
En realidad, hay que establecer propuestas, contenidos y programas de sana diversión,
de información y de educación complementarios a los de la familia y de la escuela. Esto
no quita, desgraciadamente, que sobre todo en algunas naciones se difundan
espectáculos y escritos en los que prolifera todo tipo de violencia y se lleva a cabo una
especie de bombardeo con mensajes que minan los principios morales y hacen imposible
una atmósfera seria, que permita transmitir valores dignos de la persona humana.
Los padres y los educadores deben
asumir
diligentemente
su
responsabilidad, incluso por medio
de asociaciones, para defender a
sus hijos y a los adolescentes de
estos daños. A este respecto el
Concilio recomienda: «Recuerden
los padres que es deber suyo vigilar
cuidadosamente para que los
espectáculos, las lecturas y otras
cosas parecidas que sean contrarias
a la fe o a las costumbres no
penetren en el hogar y para que sus
hijos no acudan a ellos en otra
parte»(Inter Mirifica, 10).
He manifestado también esta preocupación en la exhortación apostólica Familiaris
Consortio, en la que he mencionado «el deber…de proteger especialmente a los niños y
los muchachos de las “agresiones” que sufren también por parte de los mas media
(…)Los padres, en cuanto receptores, deben hacerse parte activa en el uso moderado,
crítico, vigilante y prudente de tales medios, calculando el influjo que ejercen sobre los
hijos, y deben dar una orientación que permita “educar la conciencia de los hijos” para
emitir juicios serenos y objetivos, que después guíen en la elección y en el rechazo de los
programas propuestos» (n.76).
5.Durante estos días (…) con mucho gusto me hago eco de sus preocupaciones, y dirijo a
todos los responsables de los medios de comunicación social la invitación a hacer que las
conciencias puedan respirar el aire puro de los valores humanos y cristianos, de los que
nuestra sociedad tiene tanta necesidad: La familia y la comunidad pueden y deben ejercer
una digna presión moral sobre los grandes centros de producción, no sólo con el fin de
obtener cambios decisivos, sino también para convencerlos de que contenidos válidos
presentados de modo adecuado pueden tener amplia aceptación y un éxito incluso mayor.
80
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
241. A LAS FAMILIAS DE ASTI
25 de setiembre de 1993
242. En sus casas vivan el amor
1. La Iglesia y el mundo tienen hoy más necesidad que nunca de cónyuges y familias que
sigan con generosidad el ejemplo de Cristo (…)El amor que se vive en la familia brinda el
clima propicio para que arraigue y se desarrolle la relación personal con Dios, de la que
brota el manantial de una auténtica renovación individual y comunitaria.
Eso supone, desde luego, que se trata del amor genuino. A menudo, por desgracia, en la
cultura hedonista que hoy se respira, hay quien llama amor a lo que es más bien su
caricatura e, incluso, su traición. Por eso, (…) trata de aclarar el verdadero sentido del
amor.
243. El amor es
2. «En esto se manifestó el amor
que Dios nos tiene; en que Dios
envió al mundo a su Hijo único
para que vivamos por medio de
él»(1 Jn 4,9).
El amor es entrega de sí. Es salir
de sí mismo para ir al encuentro
del otro. Significa, en cierto
sentido, olvidarse de sí mismo por
el bien del otro.
El auténtico amor humano refleja
en sí la lógica del amor divino. En
esta perspectiva se comprende
plenamente el deber de la
fidelidad conyugal. «Tú eres todo para mí, me entrego totalmente a ti para siempre»: éste
es el compromiso que brota del corazón de toda persona sinceramente enamorada.
¡Fidelidad! Y, junto con ella, fecundidad, otro aspecto típico de la relación entre los
esposos. ¿No existe, acaso, un nexo entre la disminución demográfica y el fenómeno
alarmante de muchas parejas en las que el amor se agota fácilmente y muere?
Queridos esposos, ¡no tengan miedo! Vivan la grandeza del amor animados por el deseo
generosos de verlo dilatado y casi encarnado en el rostro de sus hijos. Cuando la pareja
rechaza colaborar con Dios para transmitir el don de la vida, muy difícilmente tiene en sí
los recursos necesarios para alimentar su entendimiento recíproco.
3. Continúa el texto bíblico: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó»(1 Jn 4, 10).
El amor de Dios es gratuidad total. El sí ha de ser el amor de una pareja y la relación
entre los miembros de una familia. Por amor los esposos deben gastar sus mejores
energías en la obra educativa, asegurando a sus hijos una guía coherente y rodeándolos
de afecto solícito y respetuoso. A su vez, los hijos han de hallar en el amor la motivación
más profunda para una actitud responsable, dócil y agradecida hacia sus padres.
81
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
244. Anuncio del Evangelio
4. La segunda consigna se refiere a su responsabilidad en el anuncio del Evangelio.
Sean comunidades evangelizadoras, capaces de transmitir e irradiar el Evangelio. ¿No es
éste el objetivo hacia el que tiende la Misión para los esposos, que están realizando?
¡Tengan la valentía del Evangelio!
Queridos esposos, les bendigo y les aliento a proseguir su providencial iniciativa, con la
esperanza de que el celo misionero que les anima siga alimentando toda la actividad
pastoral de esta diócesis. A todos imparto mi bendición.
245.
MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 de enero de 1994
246. Vivir la experiencia de paz
Fundada en el amor y abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el provenir mismo
de la sociedad (…) mediante el adecuado cumplimiento de la tarea educativa, que obliga
a los padres a formar a los hijos en el respeto de la dignidad de cada persona y en los
valores de la paz. Tales valores, más que enseñados han de ser testimoniados en un
ambiente familiar en el que se viva aquel amor oblativo que es capaz de acoger al otro en
su diversidad, sintiendo como propias las necesidades y exigencias, y haciéndolo
partícipe de los propios bienes. Las virtudes domésticas, basadas en el respeto profundo
de la vida y de la dignidad del ser humano, y concretadas en la comprensión, la paciencia,
el mutuo estímulo y el perdón recíproco, dan a la comunidad familiar la posibilidad de vivir
la primera y fundamental experiencia de paz.
247.
A LOS OBISPOS DE PARAGUAY
En Visita «Ad Limina» Roma, 30 de agosto de 1994
248. La familia, primera transmisora de la fe
En el Año de la Familia (…) quiero dirigir también una palabra a
todos los hogares del Paraguay, exhortándolos a acoger y meditar
cuanto he escrito en mi Carta a las Familias. Entre las amenazas
que la civilización actual presenta al hombre, las más graves y
preocupantes son las que se infligen a la familia, santuario mismo
de la vida humana (…) La Iglesia ha reconocido siempre que las
familias son un lugar privilegiado para su acción evangelizadora,
sin cuya colaboración las acciones pastorales más válidas pueden
perder vitalidad y fecundidad.
Por consiguiente hay que fomentar, con renovado esfuerzo, la consolidación de la vida
cristiana en los hogares. En primer lugar, considerando a la familia como célula de la
Iglesia y de la sociedad, como la primera transmisora de la fe y de sus expresiones
249.
DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS
25 de agosto de 1997
250. Los padres de familia, primeros educadores de la fe de sus hijos
226. El testimonio de vida cristiana, ofrecido por los padres en el seno de la familia, llega
a los niños envuelto en el cariño y el respeto materno y paterno. Los hijos perciben y viven
gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan, hasta tal punto,
que esta primera experiencia cristiana deja frecuentemente en ellos una huella decisiva
82
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por
ello, un carácter «insustituible».
Esta primera iniciación se consolida cuando, con ocasión de ciertos acontecimientos
familiares o en fiestas señaladas, «se procura explicitar en familia el contenido cristiano o
religioso de esos acontecimientos». Esta iniciación se ahonda aún más si los padres
comentan y ayudan a interiorizar la catequesis más sistemática que sus hijos, ya más
crecidos, reciben en la comunidad cristiana. En efecto, «la catequesis familiar precede,
acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis».
227. Los padres reciben en el sacramento del matrimonio la gracia y la responsabilidad de
la educación cristiana de sus hijos (84) a los que testifican y transmiten a la vez los
valores humanos y religiosos. Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es
un «verdadero ministerio» (85) por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio hasta
el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe y escuela de vida
cristiana. Incluso, a medida que los hijos van creciendo, el intercambio es mutuo y, «en un
diálogo catequético de este tipo, cada uno recibe y da».
Por ello es preciso que la comunidad cristiana preste una atención especialísima a los
padres. Mediante contactos personales, encuentros, cursos e, incluso, mediante una
catequesis de adultos dirigida a los padres, ha de ayudarles a asumir la tarea, hoy
especialmente delicada, de educar en la fe a sus hijos.
Esto es aún más urgente en los lugares en los que la legislación civil no permite o hace
difícil una libre educación en la fe. En estos casos, la «iglesia doméstica» es,
prácticamente, el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica
catequesis.
251. La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe
255. Los padres de familia son los
primeros educadores en la fe. Junto
a los padres, sobre todo en
determinadas culturas, todos los
componentes de la familia tienen
una intervención activa en orden a
la educación de los miembros más
jóvenes. Conviene determinar, de
modo más concreto, en qué sentido
la comunidad cristiana familiar es
«lugar» de catequesis.
La familia ha sido definida como
una «Iglesia doméstica», lo que
significa que en cada familia
cristiana deben reflejarse los diversos aspectos o funciones de la vida de la Iglesia entera:
misión, catequesis, testimonio, oración (...) La familia, en efecto, al igual que la Iglesia,
«es un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia».
La familia como «lugar» de catequesis tiene un carácter único: transmite el Evangelio
enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos (...) En esta catequesis
familiar resulta siempre muy importante la aportación de los abuelos. Su sabiduría y su
sentido religioso son, muchas veces, decisivos para favorecer un clima verdaderamente
cristiano.
83
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
252.
AL CELAM
A Francisco Javier Errázuriz Ossa, Cardenal Arzobispo de Santiago de Chile,
Presidente del CELAM. Mayo, 2005
253. La Pastoral Familiar ante los graves desafíos de la sociedad.
Deseo recomendar igualmente a la reflexión del CELAM el cuidado de la pastoral de la
familia, asediada en nuestros tiempos por graves desafíos, representados por las diversas
ideologías y costumbres que minan los fundamentos mismos del matrimonio y de la
familia cristiana. Hay que poner un acento especial en la catequesis familiar y en la
promoción de una positiva y correcta visión del matrimonio y de la moral conyugal,
contribuyendo de esta forma a la formación de familias genuinamente cristianas, que
brillen por la vivencia de los valores del Evangelio. Una familia cristiana, verdadera
«iglesia doméstica», será también semillero de abundantes y santas vocaciones.
254.
A LOS OBISPOS DE AFRICA
10 de junio de 2005
255. La Iglesia Doméstica.
La vida familiar ha sido siempre un elemento
unificador de la sociedad africana. De hecho,
dentro de la «iglesia doméstica», «construida
sobre sólidas bases culturales y sobre los
ricos valores de la tradición familiar africana»,
los niños aprenden por primera vez el carácter
central de la Eucaristía en la vida cristiana (cf.
EAF 92).
Queridos hermanos en el episcopado,
comparto su profunda preocupación por la
devastación causada por el sida y las
enfermedades relacionadas con él. Oro a Dios
especialmente por las viudas, los huérfanos, las jóvenes madres y todos aquellos cuyas
vidas han quedado destrozadas por esta cruel epidemia.
La Iglesia Católica ha estado siempre a la vanguardia tanto en la prevención como en la
sanación de esta enfermedad. La doctrina tradicional de la Iglesia, ha resultado ser el
único método seguro para prevenir la difusión del sida. Por esta razón, el afecto, la
alegría, la felicidad y la paz que proporcionan el matrimonio cristiano y la fidelidad, así
como la seguridad que da la castidad, deben ser siempre presentados a los fieles, sobre
todo a los jóvenes (EAF 116).
256.
A LOS PADRES Y ESPOSOS
Roma 2005
257. Los padres deben ayudar a responder a Cristo
Los padres deben ayudar a sus hijos a descubrir el valor y la importancia de la respuesta
a la invitación de Cristo, que convoca a toda la familia cristiana a la misa dominical. En
ese camino educativo, una etapa muy significativa es la Primera Comunión, una
verdadera fiesta para la comunidad parroquial, que acoge por primera vez a sus hijos más
pequeños a la mesa del Señor.
84
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
258.
AL EMBAJADOR DE NUEVA ZELANDA
Ante La Santa Sede, 16 de junio de 2005
259. El futuro de la humanidad se fragua en la familia.
Ante esta «crisis de sentido» (cf. FR 81), las autoridades civiles y religiosas están
llamadas a trabajar juntas impulsando a todos, incluso a los jóvenes, a «orientarse hacia
una verdad que los trasciende» (FR 5).
Por tradición, los neozelandeses han reconocido y celebrado el lugar del matrimonio y la
vida doméstica estable en el corazón de su sociedad (…) Consideran que las
deformaciones seculares del matrimonio no pueden ensombrecer jamás el esplendor de
una alianza sellada para siempre y basada en la entrega generosa y en el amor
incondicional. La recta razón les dice que «el futuro de la humanidad se fragua en la
familia» (FC 86), que ofrece a la sociedad un fundamento seguro para sus aspiraciones.
260.
A LOS SACERDOTES DE AOSTA
25 de julio de 2005
261. La Iglesia debe recibir con amor a los divorciados vueltos a casar
Todos sabemos que éste es un problema particularmente doloroso (…) Aunque no
pueden acudir a la Comunión sacramental, no están
excluidos del amor de la Iglesia y del amor de Cristo.
Cristo sufriente abraza de un modo particular a estas
personas y se comunica con ellas de otro modo; por
tanto, pueden sentirse abrazadas por el Señor crucificado
que cae en tierra y muere; y sufre por ellas y con ellas.
Es importante que el párroco y las comunidades
parroquiales ayuden a estas personas a comprender que,
por una parte, debemos respetar la indivisibilidad del
Sacramento y, por otra, que amamos a estas personas.
262.
AL EMBAJADOR DE VENEZUELA
Ante la Santa Sede. 25 de agosto de 2005
263. La vida, la familia y la educación
La constante labor de la Iglesia en Venezuela, realizada a veces con precariedad de
recursos humanos y materiales, se ha concretado en numerosas actividades de
promoción humana a favor de la vida desde su concepción y de la familia, así como en
proyectos asistenciales para consolidar instituciones básicas de la sociedad como la
educación, la asistencia médica y las estructuras de beneficencia, tanto en el medio
urbano, con una apreciable acción entre los más pobres, como en las zonas más
apartadas de la geografía nacional, entre las poblaciones indígenas.
La acción educativa y de asistencia social de la Iglesia sigue aportando beneficios a toda
la sociedad. En el caso de las escuelas católicas, que siempre han prestado y siguen
prestando una enorme contribución a la educación de los niños y jóvenes venezolanos,
según el deseo y libre opción de sus padres, que son los primeros educadores de sus
hijos y a quiénes los ampara el derecho natural y legal de escoger la forma de educación
que ellos desean para los mismos.
85
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
A LOS OBISPOS DE MÉXICO
264.
8 de setiembre de 2005
265. La familia, primera escuela de la vida y de la fe
Se ve la necesidad de acompañar a los jóvenes y convocarlos con entusiasmo para que,
integrados de nuevo en la comunidad eclesial,
asuman el compromiso de transformar la sociedad
como exigencia fundamental del seguimiento de
Cristo.
Asimismo,
las
familias
requieren
un
acompañamiento adecuado para poder descubrir
y vivir su dimensión de «iglesia doméstica». El
padre y la madre necesitan recibir una formación
que
les
ayude
a
ser
los
«primeros
evangelizadores» de sus hijos; sólo así podrán realizarse como la primera escuela de la
vida y de la fe.
266. La mujer, madre y primera educadora de los hijos.
En México, donde se manifiesta tantas veces el «genio» de la mujer, que asegura una fina
sensibilidad por el ser humano (cf. MD 30) en la familia, en las comunidades eclesiales, en
la asistencia social y en otros campos de la vida ciudadana.
Por eso, tomando ejemplo de la delicadeza y respeto que Jesús mostró
hacia ellas, sigue siendo un desafío de nuestro tiempo cambiar de
mentalidad, para que sean tratadas con plena dignidad en todos los
ambientes y se proteja también su insustituible misión de ser madres y
primeras educadoras de los hijos.
Hoy es una tarea importante la pastoral con los jóvenes. Ellos, con sus
preguntas e inquietudes y también con la alegría de su fe, siguen siendo
para nosotros un estímulo en nuestro ministerio.
267.
EN LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS
30 de octubre de 2005
268. Los padres, primeros educadores
También hoy, en la época de la comunicación global, la comunidad eclesial percibe toda
la importancia de un sistema educativo que reconozca al primado del hombre como
persona, abierta a la verdad y al bien. Los primeros y principales educadores son los
padres, ayudados, según el principio de subsidiariedad, por la sociedad civil.
269.
A LA REPÚBLICA CHECA
18 de noviembre de 2005
270. La familia, escuela fundamental de formación cristiana.
El esfuerzo por formar sólidas familias cristianas se revela de particular importancia para
la vida de la Iglesia (...) La familia, que en el ámbito natural es la célula de la sociedad, en
el sobrenatural es escuela fundamental de formación cristiana. Con razón el concilio
Vaticano II la presentó como «Iglesia doméstica», afirmando que en ella «los padres han
de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo,
y han de favorecer la vocación personal de cada uno y, con un cuidado especial, la
vocación a la vida consagrada»(LG 11).
86
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
271.
A ONCE NUEVOS EMBAJADORES ANTE LA SANTA SEDE
1 de diciembre de 2005
272. La familia y la juventud
Sin el compromiso de todos para restablecer la
paz y crear un clima de pacificación y un
espíritu de reconciliación en todos los niveles de
la vida social, comenzando por el ámbito de la
familia, no será posible avanzar por el camino
de la sociedad pacificada.
Es importante prestar una atención especial a la
juventud, dando a las familias y a las diferentes
estructuras educativas los medios para formar y educar a los jóvenes, para transmitirles
los valores espirituales, morales y sociales fundamentales, preparándolos así con miras a
un futuro mejor y a una verdadera conciencia de su papel en la sociedad.
273.
BENEDICTO XVI. (2005-2013)
En la Solemnidad de Santa María Madre de Dios
31 de diciembre de 2005
274. Familia fundada en el matrimonio
Este año ha centrado su atención en la familia,
escogiendo como tema: «Familia y comunidad
cristiana: formación de la persona y transmisión de la
fe».
La familia siempre ha ocupado el centro de la
atención de mis venerados predecesores, en
particular de S. Pablo II, que le dedicó muchas intervenciones. Como reafirmó en
numerosas ocasiones, estaba convencido de que la crisis de la familia constituye un grave
daño para nuestra misma civilización.
Para subrayar la importancia que tiene en la vida de la Iglesia y de la sociedad la familia
fundada en el matrimonio.
275.
A SACERDOTES Y DIÁCONOS DE ROMA
2 de marzo de 2006
276. La familia, protagonista de la pastoral.
Como párroco, le pido unas palabras de aliento para las madres (…) que podamos
transmitirles, diciéndoles: esto es lo que les dice el Papa.
Díganles simplemente: el Papa les da las gracias. Les
expresa su gratitud porque han dado la vida, porque
quieren ayudar a esta vida que crece y así quieren
construir un mundo humano (…) Y no lo hacen sólo
dando la vida biológica, sino también comunicando el
centro de la vida, dando a conocer a Jesús,
introduciendo a sus hijos en el conocimiento de Jesús, en la amistad con Jesús. Éste es el
fundamento de toda catequesis. Por consiguiente, es preciso dar las gracias a las madres,
sobre todo porque han tenido la valentía de dar la vida. Y es necesario pedir a las madres
que completen ese dar la vida comunicando la amistad con Jesús.
87
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Es necesario revitalizar la familia, haciendo que sea protagonista, y no sólo objeto, de la
pastoral. Actualmente, la familia está amenazada por el relativismo y la indiferencia. Hay
que ayudar a los padres, a los novios, a los niños, con catequesis y acompañamiento
continuo. Es necesario impulsar a todos los miembros de la familia a reavivar la gracia de
los sacramentos.
Sólo la fe en Cristo, sólo la participación en la fe
de la Iglesia salva a la familia; y, por otra parte,
la Iglesia sólo puede vivir si se salva la familia.
Por eso, tenemos que hacer todo lo que
favorezca a la familia; círculos familiares,
catequesis familiares, enseñar la oración en
familia y así invitar a la oración con la Iglesia. Y
encontrar luego todos los demás modos.
Creo que debemos estar más cerca de nuestros fieles, especialmente los más jóvenes.
«Es necesario que pongamos en acción nuestros carismas al servicio de la catequesis ».
Las grandes amenazas que se ciernen sobre la juventud de hoy, sobre los niños y las
familias (…) que surgen donde Dios está ausente.
277.
ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS. VALENCIA
9 de julio de 2006
278. La familia transmisora la fe
1. «Es una respuesta a las necesidades reales de nuestro tiempo, pues la
evangelización de las familias es una prioridad de la Iglesia».
2. Dios quiere el bien del hombre, de la humanidad, de las familias. «Si las familias
están bien, cumplen con lo que les corresponde en la misión educativa, en la
procreación integral, la sociedad está bien».
3. La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible,
como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la
inserción en la comunidad eclesial».
4. Hoy más que nunca se necesita el testimonio y el
compromiso público de todos los bautizados para
reafirmar la dignidad y el valor único e insustituible de
la familia fundada en el matrimonio de un hombre con
una mujer y abierto a la vida, así como el de la vida
humana en todas sus etapas. Se han de promover
también medidas legislativas y administrativas que
sostengan a las familias en sus derechos inalienables,
necesarios para llevar adelante su extraordinaria
misión. Los testimonios presentados en la celebración
de ayer muestran que también hoy la familia puede
mantenerse firme en el amor de Dios y renovar la humanidad en el nuevo milenio.
5. Deseo expresar mi cercanía y asegurar mi oración por todas las familias que dan
testimonio de fidelidad en circunstancias especialmente arduas. Aliento a las familias
numerosas (…) en las que sufren por la pobreza, la enfermedad, la marginación o la
emigración. Y muy especialmente en las familias cristianas que son perseguidas a causa
de su fe.
Queridas familias, no teman. El Señor ama la familia y está con ustedes.
88
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
279.
DOCUMENTO DE APARECIDA (Brasil)
V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Mayo, 13-31, de 2007.
280. Sujeto de evangelización
286. Sin olvidar la importancia de la familia en la iniciación cristiana (…) imaginar y
organizar nuevas formas de acercamiento para ayudarles a valorar el sentido de la vida
sacramental, de la participación comunitaria y del compromiso ciudadano. Tenemos un
alto porcentaje de católicos sin consciencia de su misión y de ser sal y fermento en el
mundo (…) O educamos en la fe poniendo realmente en contacto con Jesucristo y
invitando a su seguimiento, o no cumpliremos nuestra misión evangelizadora.
281. Itinerario catequético permanente
298. «La catequesis no debe ser sólo
ocasional reducida a los momentos previos
a los sacramentos o la iniciación cristiana,
sino más bien “un itinerario catequético
permanente” (…) orgánico y progresivo que
se extienda por todo el arco de la vida,
desde la infancia hasta la ancianidad,
teniendo en cuenta que el Directorio
General de Catequesis considera la
catequesis de adultos como la forma
fundamental de educación en la fe».
282. La CF, en la Pastoral Familiar
302. Para que la familia sea «escuela de la fe» y pueda ayudar a los padres a ser los
primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos,
materiales catequéticos, momentos celebrativos que le permitan cumplir su misión
educativa. La familia está llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciación
cristiana. La familia pequeña iglesia, debe ser, junto con la parroquia, el primer lugar para
la iniciación cristiana de los niños (SC 19). Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de
existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos
misioneros.
283. Derecho del hijo a contar con los padres
303. Es, además, un deber de los padres,
especialmente a través de su ejemplo de vida,
la educación de los hijos para el amor como
don de sí mismo (…) la formación de los hijos
como discípulos de Jesucristo se opera en la
experiencia de la vida diaria en la familia
misma. Los hijos tienen el derecho de poder
contar con el padre y la madre para que cuide
de ellos y los acompañen hacia la plenitud de
la vida. la «Catequesis Familiar (…), se ha
revelado como una ayuda exitosa a la unidad
de las familias, ofreciendo además una posibilidad eficiente de formar a los padres de
familia, los jóvenes y los niños, para que sean testigos firmes de la fe en sus respectivas
comunidades».
89
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
284. En la mystagogia (perseverancia)
La etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni jóvenes. Están en la edad
de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de
descubrimiento del grupo. En esta edad fácilmente pueden victimas de falsos líderes
constituyendo pandillas. Es necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus
propias características, que garantice su «perseverancia» y el crecimiento en la fe. El
adolescente busca una experiencia de amistad con Jesús21.509. 517 (h) El cristiano de
hoy (…) difunda la palabra de Dios la anuncie con alegría y valentía
285. A LOS OBISPOS DEL PARAGUAY
11 de septiembre de 2008
286. El esfuerzo misionero
Los retos pastorales que deben afrontar
son realmente grandes y complejos. (…) es
urgente un vasto esfuerzo misionero que,
poniendo a Jesucristo en el centro de toda
acción pastoral, dé a conocer a todos la
belleza y la verdad de su vida y de su
mensaje de salvación (…) Les aliento a que
a través de una vida santa, entretejida de
amor a Dios, de fidelidad eclesial y de
entrega generosa al Evangelio, lleguen a ser
verdaderos modelos para su grey (cf. 1P 5,
3).
2.
Ruego al Señor que este encuentro consolide vuestra unión mutua y les fortalezca en la
fe, en la esperanza y en la caridad. Deseo confiarles asimismo el encargo de llevar a sus
sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y a todos vuestros fieles diocesanos, el
saludo, la cercanía y la oración del Papa.
6.
Encomendando a la intercesión de la Virgen María de Caacupé vuestras personas,
intenciones y proyectos pastorales, os imparto con todo mi afecto una especial Bendición
Apostólica.
287. MENSAJE FINAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
Vaticano 2008
288. Vida y la misión de la Iglesia
En momentos en que la Iglesia nos invita a entrar en tiempos de
Misión, la Catequesis Familiar coloca en manos de las familias la
Palabra de Dios y se esfuerza para que sea acogida como lámpara
para sus pasos y luz en el camino ( Cf. Salmo 109.105), asumiendo
la tarea de «profundizar en el misterio de Cristo a la luz de la
Palabra para que todo el hombre sea irradiado por ella» (n° 5 y 7).
21
En la catequesis familiar, las etapas de Camino, Manantial y Palabra asumen este reto.
90
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
289. XLVIII JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
15 de mayo de 2011
290. La familia y la vocación de los hijos
El Concilio Vaticano II ha recordado explícitamente que «el deber de fomentar las
vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo,
con una vida totalmente cristiana» (Optatam Totius, 2). Que las familias estén «animadas
de espíritu de fe, de caridad y
de piedad» (ibíd.), capaces de
ayudar a los hijos e hijas a
recibir con generosidad la
llamada al sacerdocio y a la
vida
consagrada.
Los
catequistas y los animadores
de las asociaciones católicas y
de los movimientos eclesiales,
convencidos de su misión
educativa, procuren «cultivar a
los adolescentes que se les han
confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina»
(ibid).
291. A LOS OBISPOS DE FILIPINAS
Roma 2011
292. Los padres, primeros educadores
Uno de los (retos pastorales) más importantes es la tarea de continuar la formación
catequética. La profunda piedad personal de su gente necesita ser alimentada y apoyada
por una comprensión profunda y un aprecio por las enseñanzas de la Iglesia en materias
de fe y de moral (…) para que el corazón humano pueda dar una respuesta total y
adecuada a Dios. Mientras sigan reforzando la catequesis en sus diócesis, no dejen de
incluir en ella una extensión a las familias, con particular atención a los padres en su
papel de primeros educadores de sus hijos en la fe.
91
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
293. PAPA FRANCISCO (2013). EVANGELII GAUDIUM
Exhortación apostólica del papa Francisco
24 de noviembre de 2013, año I de su Pontificado
294. Donde los padres transmiten la fe
66. La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y
vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve
especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se
aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten
la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación
afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la
sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad
supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja.
Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por
definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan
entrar en una unión de vida total».
70. Algunas causas de esta ruptura son: la falta de espacios de diálogo familiar
295. ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS
Filadelfia, 21 / 9 / 2015
Encuentro Hispano Latinoamericano
296. Se necesita
Papa Francisco
Se necesita más ardor,
métodos, una metodología
diferente y una nueva
expresión que hay que
crear22.
«Haz de tu casa un lugar de
conocimiento de Cristo, haz de tu casa un lugar de amor,
haz de tu casa un lugar donde brote el servicio hacia los
demás, haz de tu casa un lugar que se convierta en continua alabanza a Dios».
«Tener un lugar a donde ir se llama hogar, tener personas a quienes amar se llama
familia. Tener ambas es una bendición» Debemos bendecir a Dios por el valor de la
familia, que simboliza y trasmite la fe de la Iglesia.
297. Fin del Encuentro Hispanoamericano
La familia es el bloque básico de toda sociedad, en donde las verdades morales básicas
son vividas, donde se cultivan las virtudes de la prudencia, la verdad, el amor, donde se
anima a la misión con los hijos y se les enseña a salir sin miedo al mundo para servir a
sus semejantes como profetas y reyes.
22
Es lo que hace desde el inicio la Catequesis Familiar, con métodos novedosos, a veces incomprendidos
92
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
298. La Luz de la Familia en un Mundo Oscuro
Cardenal Robert Sarah
Dios creó a la familia para hablar de Dios, para perdonar, para salvar, para Amar. Los
padres son los custodios de los hijos y ellos de los padres enfermos y ancianos. (…) El
mundo de hoy necesita de santos, de elementos vivos, que deben de salir de las familias
cristianas, que son la ventana por donde entra la luz de la bondad a este mundo oscuro.
299. Los Padres Primeros Catequistas
Arzobispo J. Michael Miller, CSB
Los padres son los primeros
catequistas de los hijos, esta
gracia
la
obtienen
del
sacramento del bautismo y
del
matrimonio.
Están
capacitados para llevar a
cabo la trasmisión de la fe.
El testigo del amor fiel del
padre y de la madre establece
su iglesia doméstica, que es
una escuela de virtud para la
familia. Introduce a los niños
en la riqueza de las enseñanzas católicas, el encuentro con la Palabra de Dios, con los
sacramentos y la generosidad con el servicio desinteresado.
Dentro de la familia, la Palabra de Dios se encarna en los acontecimientos, situaciones y
palabras humanas. A través del ejemplo de los padres, los hijos encuentran a Cristo, al
Amor de Dios y sus vidas empiezan a tener sentido.
La familia vive hoy un contexto pluri-religioso y pluri-cultural. Se hace necesario que la
catequesis capacite a la familia para dar un testimonio profético ante la corrupción de
valores y la descristianización de una sociedad globalizada; por lo que se hace urgente
que todo proceso de catequesis familiar fortalezca la conciencia de la vida comunitaria. Es
fundamental que la catequesis ofrezca criterios evangélicos para que el creyente logre
vivir con sólida convicción y testimonio, con fraternidad y cooperación en causas
humanitarias, con personas de distintas opciones religiosas, filosóficas y culturales23
«La Catequesis Familiar antecede, acompaña y enriquece otras formas de instrucción en
la fe. La Catequesis Familiar de inspiración catecumenal favorece la conversión a
Jesucristo, la lectura orante y comprometida de la Palabra de Dios, el sentido de Iglesia,
el compromiso misionero, la vida sacramental, forman comunidades inter-familiares y
pequeñas comunidades eclesiales, al mismo tiempo que mejoran las relaciones
conyugales y con los hijos; y motivan al servicio solidario».
La familia, a pesar de las inmensas dificultades que la perturban, es sin duda un lugar
testimonial, catequético, celebrativo y misional; es llamada a ofrecer a sus miembros,
especialmente a los niños y jóvenes, valores humanísticos y evangélicos fundamentales,
un sentido cristiano de la vida y acompañarlos en la elaboración de su proyecto de
vida24como discípulos-misioneros de Jesucristo al servicio del mundo.
23
Nos está pidiendo estar insertos en la pastoral Social de la Iglesia y desde una dimensión ecuménica. Ambas cosas ya
están programadas en las distintas etapas de la Catequesis Familiar. Nos corresponde NO olvidarlas y hacerlas.
24
Esto se realiza en la etapa de Confirmación 2º año, de la Catequesis Familiar.
93
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
300. Educación en Valores. Crecer en la Virtud
Dr. Jhon S. Grabowski
Si nuestra conducta no se adapta a nuestra escala de valores, revisemos nuestra
conducta o nuestra escala de valores y cambiemos alguna de las dos. Generalmente
debería ser nuestra conducta lo que tendríamos que cambiar.
Nuestros hijos deben estar, inmersos en un ambiente en que nuestras maneras de actuar
den testimonio de los valores que intentamos comunicar.
Los niños, desde el primer momento, actúan imitando las conductas y actitudes que ven a
su alrededor. Más tarde, a través del lenguaje, llegan a comprender las razones por las
que sus padres actúan así. De este modo, la manera de actuar de los padres, abuelos,
tíos y cualquier persona formadora, y las razones por las que lo hacen, conforman una
especie de fluido que envuelve al niño y que penetra dentro de su inteligencia y de los
hábitos que va adquiriendo. Y casi sin proponérnoslo, va asumiendo nuestros valores.
Estoy hablando del ejemplo que damos el padre y la madre al unísono y que es muy
significativo cuando los hijos son pequeños.
Pero en realidad no está todo resuelto, ni mucho menos. El fluido ambiental que rodea a
nuestros niños no es únicamente el ejemplo de los padres y abuelos. Hay otros muchos
ejemplos e influencias que flotan en el ambiente (gran familia, amigos, compañeros,
profesores, medios de comunicación...) y que también penetrarán en la inteligencia de
nuestro hijo y en los modos de actuar que imita. Y como quizás muchos de esos ejemplos
e influencias sean negativos nos preguntamos si podemos hacer algo para minimizar su
influencia. Sin lugar a dudas la
respuesta es sí. Podemos hacer
como mínimo cuatro cosas:
- Dedicar el máximo tiempo
posible
a
la
convivencia
familiar, con la intención de que,
cuanto mayor sea el tiempo de
convivencia
familiar,
menor
influencia ejercerán otros ejemplos.
- Estrechar nuestras relaciones
afectivas con ellos. El ejemplo es
mucho más decisivo cuanto más
importante para los niños es la persona que lo ofrece. Será, por lo tanto muy importante
mostrarle nuestro cariño y aceptación habitualmente.
- Enjuiciar las actuaciones o afirmaciones de otros cuando contradigan nuestros
propios valores, eso sí, con respeto. Ya que no podemos evitarlos, al menos
presentemos ante sus ojos elementos críticos.
- Desarrollar en ellos hábitos de conducta relacionados con valores
importantes. Estos hábitos son especialmente importantes en los seis o siete primeros
años (…) La manera de entrenar su capacidad de razonamiento y, con ella, la de apreciar
los valores más importantes será mediante el diálogo y el debate de ideas. En este
momento en que los hijos empiezan a percibir que no somos las personas perfectas y
todopoderosas que imaginaban cuando niños, es la ocasión de enseñarles a apreciar los
valores, no ya por la confianza que les inspirábamos sino por la fuerza de la lógica, y el
ejemplo de vida.
94
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
301. ¿Puede Existir la Sociedad sin la Familia?
Dr. Yves Semen
La familia es la célula básica de todo organismo social. Una familia sana hace posible la
salud y el vigor de toda comunidad civil, viceversa una familia enferma, desintegra y
desvertebra todo el conjunto de la sociedad.
Donde acaba la familia, comienza la soledad y la marginación, dentro de una familia se
aprende a amar, a cada uno de sus miembros por lo que es, no por lo que tiene, se
aprende a compartir, a servir y eso es muy importante para la sociedad, porque la
trasciende desde la entraña misma, llevándola al bien común que debe ser protegido y
promovido.
Es mucho lo que la familia da a la
sociedad, y esta debe de retribuirla con
derechos inalienables, que se deben
reconocer
y
defender,
creando
condiciones para que la familia
despliegue su mismo ser y cumpla así su
irreemplazable misión humanizadora en
beneficio de toda sociedad (…). Los
padres son los primeros responsables de
la educación afectivo- sexual de sus
hijos. Denunciamos la perversa infiltración en los ámbitos educativos de la «ideología de
género», que pretende diseñar la sexualidad y su ejercicio al margen de los referentes de
la antropología adecuada e integral.
Con diversas denominaciones, como «libertad sexual, sexo seguro, salud reproductiva»,
los organismos públicos, nacionales e internacionales (Organización de las Naciones
Unidas, Parlamento europeo), propagan la promiscuidad sexual en formas aberrantes. De
este modo se contribuye a una banalización de la sexualidad y, por tanto, a la destrucción
de la persona misma.
La familia desunida y rota, cuyos miembros sufren con frecuencia la falta de confianza y
apoyo. La violencia doméstica es, (…) una degeneración de la atmósfera de acogida
cordial propia de la inmensa mayoría de nuestros hogares. En cambio, el que no tiene un
hogar normalmente malvive en la intemperie y el desamor.
La resolución jurídico-social de los conflictos familiares (…) no ha de ser una mera
facilitación al divorcio, sino una verdadera orientación familiar, dirigida a rehacer el
entramado familiar y a recuperar una convivencia estable y respetuosa.
Animo a potenciar el asociacionismo familiar en sus variadas formas, para que sean las
familias mismas quienes adquieran el protagonismo e iniciativa en la construcción de una
sociedad verdaderamente humana.
95
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
302. La Receta
Rev. Terrence D. Griffith
El Papa Francisco dejó cuatro soluciones prácticas que se han aplicado con éxito en
nuestras ciudades para la familia urbana:
-
Combatir la sociedad sin
rumbo
y
frenética,
ofreciendo sentido de la
vida a quienes están
solos,
desorientados,
heridos por una sociedad
frenética e insolidaria.
- Operar sobre el criterio de
una Iglesia samaritana y
periférica, saliendo a las
periferias geográficas y
existenciales, y que sea
una Iglesia samaritana en
medio
de
nuestras
ciudades del mundo.
- Impulsar la creatividad en la evangelización, en los grandes núcleos urbanos.
- Tener una imagen de Iglesia acogedora, integrada, evitando la disgregación del frío
anonimato, dentro de la comunidad, haciendo crecer el espíritu de auténtica
solidaridad, especialmente con los más necesitados.
96
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
303. SÍNTESIS. TRES EXPRESIONES CLAVE
La experiencia confirma. Refiriéndose a la acción catequética de la familia, San Juan
Pablo II, en Nagasaki menciona que los católicos japoneses «habían estado sin
sacerdote, sin iglesias y sin culto durante más de doscientos años. Y, sin embargo, a
pesar de las circunstancias adversas, la fe cristiana no había desaparecido; se había
transmitido dentro de la familia de generación en generación»(año 1981, nº 4).
304. Insustituible
En la Exhortación Apostólica
CT 68, consta que la acción
catequética de la familia es
«en
cierto
sentido
insustituible».
Veo
una
progresiva
toma
de
conciencia, por lo que el
mismo papa, dos años
después afirma que:
- «Derecho-deber insustituible e inalienable» (S. J.P. II, 1981, FC 36), inalienable es
un derecho que nadie nos puede arrebatar y al que no podemos renunciar. En su
visita a España, quiso reconocer de nuevo este derecho
- «La escuela no podrá sustituir a los padres» (S. J.P. II, en Madrid, 1982).
La Conferencia Episcopal Española, reconoce un año después, recordando la enseñanza
papal, en el buen documento Catequesis de la Comunidad, afirma que:
- «La parroquia no podrá sustituir a la familia» (CC. 1983).
305. Iglesia Doméstica
Esta idea estaba ya contenida en la experiencia vivida por las primeras familias cristianas
(Aquila y Priscila) o en las manifestaciones de S. Juan Crisóstomo. La retoma el Vat. II.
- «En esta como Iglesia Domestica» (Vaticano II, 1964, LG 11). Ha superado su
lenguaje anterior, con una mayor toma de conciencia y dice después:
- «Hermoso nombre de Iglesia Doméstica» (Pablo VI, 1975, EN 71).
- «La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica » (S. Juan
Pablo II, 1981, nº 52)
- Esta expresión se repite muchas veces más , en total doce veces (AA 11; CT 68;
Puebla; FC 38; 49; 56; 65; Chr L 62: a. b.)
306. Ministerio
La Iglesia reconoce la labor catequética de los padres como un verdadero Ministerio
Eclesial. Así consta en la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (nº 68):
«Nunca se esforzaran bastante los padres cristianos por prepararse a este “ministerio
de catequistas” de sus propios hijos y por ejercerlo con celo infatigable y es preciso
alentar igualmente a las personas e instituciones que por medio de contactos
personales, encuentros o reuniones y toda suerte de medios pedagógicos, ayuden a
los padres a cumplir su cometido: el servicio que prestan a la catequesis es
inestimable» (CT 68).
El mismo S. Juan Pablo II lo repite dos años después y por siete veces en el documento
Familiaris Consortio, y lo nombra como verdadero ministerio, fruto del sacramento del
matrimonio:
97
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
1. «Si los padres ejercen su autoridad irrenunciable como un “verdadero y propio
ministerio”, esto es, como un servicio ordenado al bien humano y cristiano de los
hijos y ordenado en particular a hacerles adquirir una libertad verdaderamente
responsable, y también si los padres mantienen viva la conciencia del “don” que
continuamente reciben de los hijos»(FC 21).
2. «El deber educativo recibe del sacramento del matrimonio la dignidad y la llamada a
ser un “verdadero y propio ministerio” de la Iglesia al servicio de la edificación de sus
miembros (...) que Sto. Tomás no duda en compararlo con el ministerio de los
sacerdotes: Algunos propagan y conservan la vida espiritual con un ministerio
únicamente
espiritual: es la
tarea
del
sacramento del
orden;
otros
hacen
esto
respecto de la
vida, a la vez
corporal
y
espiritual, y esto
se realiza con el
sacramento del
matrimonio, en
el que el hombre y la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en el culto a
Dios25»(FC 38).
3. «El Sínodo, siguiendo y desarrollando la línea conciliar ha presentado la misión
educativa de la familia cristiana como un “verdadero ministerio” por medio del cual
se transmite e irradia el evangelio, hasta el punto de que la misma vida familiar se
hace “itinerario de fe” y, en cierto modo, ”iniciación cristiana” y “escuela de los
seguidores de Cristo”(…)En virtud del “ministerio de la educación” los padres,
mediante el testimonio de su vida son los primeros mensajeros del Evangelio ante
sus hijos»(FC 39 a).
4. «A fin de que los padres cristianos puedan cumplir dignamente su ministerio
educativo, los padres sinodales han manifestado el deseo de que se prepare un
texto adecuado de catecismo para familias, claro, breve y que pueda ser fácilmente
asimilado por todos»(FC 39b).
5. «El ministerio de evangelización de los padres cristianos es original e insustituible y
asume las características propias de la vida familiar, hecha, como debería estar, de
amor, sencillez, concreción y testimonio cristiano»(FC 53a).
6. «El ministerio de evangelización y catequesis de los padres debe acompañar la vida
de los hijos también durante la adolescencia y juventud»(FC 53 b).
7. «El ministerio de evangelización y catequesis de la Iglesia Doméstica ha de quedar
en íntima comunión y ha de armonizarse responsablemente con los otros servicios
de evangelización y de catequesis presentes y operantes en la comunidad eclesial,
tanto diocesana como parroquial» (FC 53 c).
25
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Contra Gentiles, IV, 58.
98
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
307. LA FAMILIA CRISTIANA NECESITA
308. Ser informada de su Ministerio Educativo, porque
«La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia Doméstica»(FC 52).
«¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!»(FC 86).
«La evangelización de la familia constituye, pues, el objetivo principal de la acción
pastoral y ésta a su vez no alcanza plenamente la propia finalidad si las familias cristianas
no se convierten ellas mismas en evangelizadoras» (Jornada Mundial Misionera, a. 1981,
nº 3,).
«La religiosidad transmitida preferentemente por tradición y por ambiente sociológico se
ha vuelto frágil e insuficiente (...) quisiera ante todo (...) preparar a los jóvenes para la
familia, (...) en las parroquias ayudar a las familias a cumplir sus deberes: integrarlas
como iglesias domésticas en el “ministerio de la evangelización y de la santificación”;
buscar en las familias el punto de partida para la formación completa del hombre y del
cristiano» (Id. 2 y 3, año1981)
309. Sea reconocido su Verdadero y Propio «Ministerio Catequético»
En sus numerosos viajes San Juan Pablo II ha insistido de diversas maneras sobre las
ideas expuestas hasta aquí; llevando a uno y otro lado los mensajes del Concilio Vaticano
II, las exhortaciones apostólicas: Evangelii Nuntiandi; Catechesi Tradendae y Familiaris
Consortio.
Estos claros principios han influido en la ley de la iglesia
promulgada durante su pontificado; así en el CIC (1983):
«Antes que nadie, los padres están obligados a formar
a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida cristiana
mediante la Palabra y el ejemplo»(canon 774,2).
«En virtud de su oficio, el párroco (...) promueva y
fomente el deber de los padres en la catequesis familiar
a la que se refiere el canon 774,2»(canon 776)26
Si desde Trento, más conscientes del Ministerio Sacerdotal, tomaron fuerza y consistencia
los seminarios, logrando santos y preparados sacerdotes, y produciendo un resurgimiento
eclesial; la Familia Cristiana, «Célula Madre de la Iglesia», con un ministerio educativo
equivalente al del sacerdocio, ¿No hará resurgir «Nueva Vida» si se la reconoce y prepara
como tal?
26
También en los cánones: 793,1; 796, 1-2; 797; 798;799 y 1136.
99
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
310. MINISTERIA QUAEDAM
311. La solución
El «Motu Propio» o Carta Apostólica «Ministeria Quaedam» del Papa Pablo VI, constata
como ministerios laicales el lectorado y el acolitado, sin negarse a la posibilidad de otros
si lo creen conveniente las Conferencias Episcopales, entre ellos el Ministerio del
Catequista.
Hemos visto que a la familia cristiana corresponde ser reconocida como verdadero y
propio Ministerio Catequético. Así lo recuerda San Juan Pablo II, de modo especial en
Familiaris Consortio, nº 38, considerando la afirmación de Santo Tomás de Aquino, en
Suma Contra Gentiles, IV, 58.
Por tanto, las Conferencias Episcopales tienen la posibilidad de pedir a la Santa Sede el
Reconocimiento de:
Verdadero y Propio «Ministerio Catequético de la Familia Cristiana».
Ya que es inherente al sacramento del Matrimonio. La toma de conciencia y apertura
de hoy es un signo de los tiempos, y si antes se tuvo poca conciencia de ello, no
por eso dejaba de existir su gran realidad.
Si lo pedimos cada uno en nuestra diócesis, cambiará nuestro mundo.
¡Ánimo! ¡Adelante!
100
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
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SAN JUAN PABLO II. Exhortación-Catechesi Tradendae. PPC. Madrid 1978.
101
General del Episcopado
Episcopado
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
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SARMIENTO. A. Y ESCRIVÁ IVARS. J. Enchiridion Familiae. Universidad de
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VALENCIA. Separata-Visita pastoral de Juan Pablo II a España. Nácher. Valencia
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SERVICIO DE DOCUMENTACIÓN DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE
VALENCIA. Documentos de la Iglesia números 176-235 de los años 1989-1993
inclusive.
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SÍNODO DE OBISPOS. 1974-Documentos de la Iglesia. 11-1974. 6.
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SÍNODO DE OBISPOS. 1977-Mensaje al pueblo de Dios. PPC. Madrid 1978.
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VATICANO II. Constitución dogmática- Lumen Gentium. 1964
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Constitución Pastoral-Gaudium et spes. 1965.
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Declaración-Dignitatis Humanae. 1965.
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Decreto-Apostolicam Actuositatem. 1965.

Decreto-Christus Dominus. 1965.

Decreto-Optatam Totius. 1965.
Este documento de trabajo se terminó de redactar y maquetar el día diecinueve de
marzo de dos mil dieciséis. Solemnidad de San José.
“Que San José sea para todos un maestro singular en el servir a la misión salvífica
de Cristo, tarea que en la Iglesia compete a todos y a cada uno: a los esposos y a
los padres, a quienes viven del trabajo de sus manos o de cualquier otro trabajo, a
las personas llamadas a la vida contemplativa, así como a las llamadas al
apostolado.”(San Juan Pablo II, Redemtoris Custos 32)
102