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LAS ARTES PLÁSTICAS
DEL ANTIGUO EGIPTO
LA PINTURA
LA ESCULTURA
LA ESTATUARIA:
LA ESCULTURA
EXENTA
EL RELIEVE
Historia del Arte
© 2011 Manuel Alcayde Mengual
LA ESCULTURA EGIPCIA
La civilización egipcia se distinguió
no solamente por sus asombrosas
realizaciones arquitectónicas, sino
también por la calidad de sus logros
escultóricos, manifestados a través
de una producción abundante: desde
esculturas colosales (como la
famosa Esfinge de Gizeh o las figuras
sedentes de Ramsés II en AbuSimbel), hasta obras de tamaño
natural o figurillas diminutas.
Por otra parte, junto a las obras de
bulto redondo abundan igualmente
los relieves, con los que se decoran
los muros de muchos edificios. La
razón de esta situación ha de
buscarse en el hecho de que la
escultura tiene sobre todo una
finalidad funeraria, asociada a las
prácticas religiosas. Podría decirse
que estas obras no están pensadas
para representar la vida en si misma,
sino más bien para servir de soporte
del alma en la vida eterna.
APRENDER A MIRAR
¿QUÉ PODEMOS DEDUCIR DE ESTAS IMÁGENES
SOBRE LA PLÁSTICA EGIPCIA?
¿Qué tenemos que saber sobre la plástica egipcia?
LOS TEMAS REPRESENTADOS
Y SU SIGNIFICADO
LA TIPOLOGÍA O
FORMAS ESCULTÓRICAS
LOS MATERIALES
EMPLEADOS
LA TÉCNICA
LAS CARACTERÍSTICAS
FORMALES
LA CONDICIÓN SOCIAL
DEL ARTISTA
LAS OBRAS MÁS
REPRESENTATIVAS
•
La plástica en Egipto tiene un
carácter religioso y cortesano.
Las piezas más importantes
proceden de los templos y de los
sepulcros.
•
El panteón egipcio aparece
densamente poblado, a pesar de las
épocas monoteístas (Akenatón en
Tell-el-Amarna) y aporta una gran
variedad iconográfica ya que los
dioses pueden adoptar formas
zoomorfas y cada uno posee un
atributo que le identifica.
•
Existe además una simbología
política: la unificación de los dos
Egiptos expresada mediante las
dos coronas (alta = flor del loto +
baja = flor del papiro) o la
representación conjunta del halcón y
del buitre. El poder del faraón
viene expresado en el áspid
(capacidad destructora) o el ureus
(cobra) que es el símbolo de la
protección de que está dotado el
soberano.
TEMÁTICA
LA ESTATUARIA EGIPCIA: TIPOLOGÍA
ESTATUARIA REAL
Se centra en la figura del
faraón, encarnación de Egipto e
hijo de los dioses, garante de la
supervivencia de la civilización
egipcia. Siempre en actitud
hierática.
ESTATUARIA CORTESANA
Junto a él aparecen con
frecuencia representaciones de
funcionarios (escribas,
sacerdotes, contables,
alcaldes, etc...), con un
tratamiento menos hierático.
•
La exigencia ritual de
satisfacer las necesidades
del alma en su peregrinar
por la vida de ultratumba,
favorecieron el desarrollo de
un tipo de escultura muy
peculiar del antiguo Egipto.
Los sepulcros se hallan
repletos de representaciones
de servidores en multitud de
tareas domésticas o
laborales que,
supuestamente, facilitarían
la vida del difunto en el más
allá.
LOS MATERIALES
•
Las esculturas fueron talladas
en los más diversos
materiales, desde la caliza y
la madera (materiales
blandos) a las piedras más
duras y lujosas como el
granito, basalto, obsidiana,
pórfido, etc. Metales nobles
como el oro también fueron
usados, aunque su refundición
posterior no ha facilitado su
supervivencia.
•
La policromía completaba, a
veces, la plástica, sobre todo si
se trataba de materiales pobres
(caliza o madera) o existía la
necesidad de acentuar el
realismo.
•
El tamaño de las imágenes va
desde las esculturas de
pequeño tamaño a las
colosales.
EL ARTISTA EN EL ANTIGUO EGIPTO
•
El artista es considerado
un artesano al servicio
del poder (faraón), y será
ese poder quien
determine las normas de
representación, que se
mantendrán homogéneas
y sin cambios
apreciables ( exceptuando
el período de "libertad"
artística que se implantó
durante el reinado de
Amenofis IV (Akenatón) en
Tell-el Amarna), a lo largo
de toda la historia de la
civilización egipcia.
LA ESCULTURA: CARACTERÍSTICAS FORMALES
•
•
•
Se trata de escultura de carácter religioso
y funerario. Las formas escultóricas
representan, por un lado, a los dioses del
panteón egipcio y al faraón como dioshombre, como un ser sobrenatural, y por
otro, personajes de la corte y escenas de
la vida cotidiana. El tratamiento de las
formas varía según se trate de unas o de
otras.
No se trata de una escultura de adorno,
ya que sólo puede ser contemplada por el
alma del muerto. No existe el concepto de
"el arte por el arte". Las representaciones
deben garantizar la inmortalidad del
difunto y la posibilidad de que la vida de
ultratumba se desarrolle sin contratiempos.
De ahí surgen una serie de
convencionalismos que se mantendrán
fijos a lo largo del tiempo.
El artista concibe la figura humana siempre
en tensión física y espiritual totalmente
ajena a la vida diaria.
LA REPRESENTACIÓN DE LA FIGURA HUMANA:
El canon de los 18 puños
Se caracterizan las
esculturas egipcias, de casi
todos los periodos, por la
clara presencia de un canon,
de una norma compositiva
que regula cómo deben ser
realizadas las obras. Como
ideal de este canon debemos
considerar una figura
humana puesta en pie, en la
cual la longitud total del
representado (desde el
centro de la frente hasta la
planta del pie) guarde una
determinada proporción,
exactamente la de 18 veces
la medida del puño cerrado.
Es lo que se denomina
"canon de los 18 puños“,
que sólo en época ya muy
tardía, a partir del siglo VII a.
C., sería sustituido por otro de
21 puños, que alargaba más
las figuras.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS EN LA ESCULTURA (I)
•
Las representaciones están sometidas
a un arquetipo idealizado: lo temporal
y anecdótico que pueden indicar
transitoriedad se desechan y se
reservan a las clases humildes. De ahí
que la imagen del faraón responda a
un ideal de belleza y los demás
pueden presentar rasgos más
naturales. El realismo se destina a los
hombres ordinarios.
•
Hieratismo y solemnidad: la rigidez en
el gesto indica eternidad.
•
La jerarquización de las figuras es
otro rasgo característico. El mayor
tamaño de la figura del faraón está en
consonancia con el rango que éste
ocupa en la sociedad egipcia.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS (II)
• La estatua-cubo: adaptación al
bloque, sin salientes para evitar las
roturas.
• Simetría y frontalidad. Reforzadas
por la disposición de los brazos a los
lados del torso y la rigidez de la nuca,
que sujeta en posición central la
cabeza.
• Los rostros son inexpresivos, con la
mirada perdida en el infinito, dando
lugar a imágenes frías y distantes,
totalmente alejadas del espectador.
Ojos almendrados. Mirada alta y fija al
frente.
• El dolor y la alegría no existen en
estas representaciones, las figuras
parecen sorprendidas en algún desfile o
ceremonia oficial.
CONVENCIONALISMOS ESTÉTICOS (III)
•
•
•
•
•
Arcaísmo en las representaciones
anatómicas, que aunque resultan
proporcionadas, ofrecen una visión
superficial e idealizada del
representado. Las formas acaban
resultando, por tanto, rígidas.
La pierna izquierda suele avanzarse
ligeramente en señal de movimiento.
Los brazos pegados al cuerpo. Todo
ello refuerza el carácter cerrado de
las composiciones.
El tratamiento de los paños y ropajes
también resulta rígido, sobre todo en
las figuras masculinas; en las
femeninas los paños se adaptan al
cuerpo, subrayando la anatomía de
la mujer.
El retrato destaca por su regularidad
geométrica (simplicidad) y la aguda
observación de lo esencial. Son
equilibrados y con vida, pero resultan
remotos en su eternidad.
A MODO DE CONCLUSIÓN:
•
•
El hieratismo (la actitud
hierática) y la solemnidad,
presentes en la estatuaria real,
están relacionadas con su
función: presentar al faraón
como un dios, como alguien
diferente del vulgar mortal; de ahí
la ausencia de movimiento, el
estatismo y la quietud que
sugieren atemporalidad y, por
tanto, eternidad.
Es por esto último por lo que
la estatuaria egipcia no sufre
cambios importantes a lo largo
de su milenaria historia. Tales
convencionalismos fueron
fijados en el Imperio Antiguo y
preservados casi hasta el final
de la civilización egipcia,
incluso en los tiempos de
dominación griega y romana, ya
en los siglos IV-I A. de C.
LA ESTATUARIA CORTESANA
•
Frente a esta estatuaria real de
carácter sobrenatural, se dio otro
tipo de escultura más “vulgar”,
que representaba a altos
dignatarios de la corte real,
altos funcionarios, escribas o
administradores; en ningún caso
se trataba de una “estatuaria
popular”.
RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA ESTATUARIA CORTESANA
•
•
•
•
la humanización del personaje
representado, con una gran carga
de realismo. El estudio
psicológico y la representación de
actitudes humanas de forma
naturalista contribuyen a este
efecto.
Se trata de seres humanos que
desean ser reconocidos por su
apariencia. La mayor parte de
estas estatuas tenían un propósito
funerario, y según la tradición
egipcia, el “Ka” del difunto debía de
ser capaz de reconocerse en sus
propias estatuas, de ahí el
realismo de las mismas.
Se trataba de una estatuaria
privada, en contraposición a la
estatuaria pública centrada en el
faraón.
Los materiales empleados fueron
tanto la piedra como la madera,
que se policromaban.
LA EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA EGIPCIA: OBRAS MÁS
REPRESENTATIVAS.
•
Etapa Tinita: la
plástica de este
periodo ha
dejado
magníficos
ejemplos de
objetos de uso
cotidiano:
- Cuchillos
rituales (cuchillo
de Gebel el
Arak)
- Paletas de
cosmética
Evolución de la escultura
Paleta del rey Narmer
Las paletas son uno de los documentos más antiguos donde se puede conocer la
historia de Egipto. Se datan en el período Predinástico. En un principio su función
era la de servir de soporte para los pigmentos, cremas, aceites, etc., que se
aplicaban en el cuerpo, aunque era común encontrarlas dentro de ajuares
funerarios o como ofrendas en los templos. Están elaboradas en diferentes
materiales, como piedra, marfil, madera, basalto, etc., y en ellas se recogían tanto
hechos mitológicos como reales
.
LA PALETA DE
NARMER
La paleta está confeccionada en esquisto verde, según otros investigadores el material
es pizarra, tiene unas proporciones de 45 cm. de ancho, 64 cm. de alto y en su parte
más gruesa de 6.5 cm.
Ambas caras de la paleta están decoradas, en su parte superior aparecen dos cabezas
de vaca que simbolizan, bien a la diosa Hatubat o bien a la diosa Hathor. Entre ellas se
sitúa la Fachada del Palacio, y en su interior se encuentra el nombre Horus del rey, el
pez Nar y un cincel, cuyo significado es “Querido de Nar”.
PALETAS DE COSMÉTICA
Paleta con forma de pez
Paleta del "Campo de Batalla".
Pizarra. Hacia 3150 a. C.
Probablemente procede de
Abydos. Anchura, 20 cm.
Museo Británico.
Estatuas de Rahotep y
Nefret. Caliza pintada.
Altura, 120 cm.
Procedentes de la
mastaba de Rahotep en
Meidum. Museo Egipcio
de El Cairo
Estatuas de Rahotep y
Nefret. Caliza pintada.
Altura, 120 cm.
Procedentes de la
mastaba de Rahotep en
Meidum. Museo
Egipcio de El Cairo.
Casi a tamaño natural, las dos figuras están
separadas, pero podrían haberse concebido
como una pareja. Nefret está envuelta en una
túnica ceñida, la mano izquierda oculta, y la
derecha entre el pecho y el codo. En Rahotep, en
cambio, los miembros están ligeramente
separados del cuerpo y del asiento, que es un
sencillo bloque sin decoración alguna. Se marcan
con claridad los músculos del brazo, y los dedos
aprietan un objeto cilíndrico.
Los rostros están tratados de un modo tan
individualizado que es casi obligado considerarlos
como retratos. Los cuerpos son volúmenes
plásticos de formas amplias (angulosas en
Rahotep, redondeadas en Nefret) y no apuradas
en pos del detalle, como para no restar interés a
las cabezas, donde el afán de vida se concentra y
expresa. Rasgos arcaicos, no superados hasta la
V dinastía, son los anchos tobillos.
Los nombres y títulos de la pareja están inscritos
en las losas de piedra que forman los respaldos.
Son esculturas concebidas como estatuas
incluidas en la roca. Ninguna de las dos está
hecha para ser vista por detrás.
Estatua de Katep y Hetepheres. Caliza.
Altura, 47'5 cm. Procedente
posiblemente de Giza. Alrededor de 2300
a. C. Museo Británico.
El enano Seneb y su familia.
Caliza pintada. Altura, 34 cm.
Procedente de Giza. Museo de El
Cairo.
Estatua de Kefrén. Diorita.
Altura, 168 cm. Procedente
de Giza. IV dinastía. Museo
Egipcio de El Cairo.
Estatua de Kefrén.
Diorita. Altura, 168
cm. Procedente de
Giza. IV dinastía.
Museo Egipcio de El
Cairo.
La estatua de tamaño natural de Kefrén sigue siendo la
obra maestra de la escultura del Imperio Antiguo, tanto
por la destreza de la labor cuanto porque materializa el
concepto de soberanía en el Egipto antiguo.
El faraón está sentado en un trono cuyo respaldo le
llega a los hombros; encima éste, Horus, en forma de
halcón, abraza con sus alas la cabeza del rey, y las dos
figuras están vinculadas porque el faraón reinante es la
encarnación de la divinidad. El trono tiene patas de
león, y cabezas del mismo animal sobresalen en los dos
extremos del asiento. A ambos lados del bloque en que
el trono está esculpido como relieve, se ven las flores del
Alto y el Bajo Egipto, enlazadas por el nudo de la
unificación.
El rey se halla semidesnudo, con sólo el shenti plisado,
en postura de rígida simetría, apenas aliviada por la
distinta colocación de las manos.
Esta estatua se hallaba en el Templo del Valle del
faraón. Se descubrió bajo el enlosado, en una fosa en la
que se había colocado en fecha indeterminada, ya fuera
para protegerla o con una finalidad ritual. En el mismo
lugar se encontraron fragmentos de estatuas similares.
El faraón Menkaure
(Micerinos) y su esposa
(probablemente Kha-merernebty). Altura, 139 cm.
Procedente de Giza, del
templo de Menkaure. 25482530 a. C. Museo de Bellas
Artes de Boston.
El faraón Menkaure (Micerinos)
y su esposa (probablemente
Kha-merer-nebty). Altura, 139
cm. Procedente de Giza, del
templo de Menkaure. 2548-2530
a. C. Museo de Bellas Artes de
Boston.
El hecho de que algunas esposas de
faraones estén representadas en
pequeño tamaño a los pies de éste no
debería autorizarnos a especular
sobre el lugar que ocupaban entonces
las mujeres. Menkaure se hizo
esculpir acompañado de su esposa, y
los dos tienen las mismas
proporciones. La mano de la reina
ciñe el talle del faraón; los dos están
avanzando, aunque a ella el ajustado
vestido le estorba el paso.
El faraón egipcio se consideraba en
parte hombre y en parte dios, el
eslabón entre el mundo de los
mortales y los cielos. Su poder y la
autoridad eran supremos. Entre sus
deberes estaba la conservación del
orden de Maat, la justicia contra las
fuerzas de caos
El faraón Menkaure (Micerinos) con
la diosa Hathor y la representación
de un nomo.
El faraón Menkaure (Micerinos) con
la diosa Hathor y la representación
de un nomo..
El faraón Menkaure (Micerinos) con la
diosa Hathor y la representación de un
nomo. Pizarra. Altura, 83'5 cm.
Procedente del templo del valle de su
pirámide en Giza. Dinastía IV. Museo
de Bellas Artes de Boston.
Altorrelieve de una serie de ocho (de los
que sólo cuatro se conservan enteros) en
homenaje a las ciudades-cantones de
Egipto que veneraban a Hathor como
divinidad principal.
Esta magnífica escultura muestra la
relación cercana que los egipcios
percibieron entre sus dioses y sus reyes.
La figura central es la diosa Hathor,
identificada por los cuernos que rodean el
disco solar en la cabeza. Expresa su
cariño al faraón (que lleva la corona del
Alto Egipto), rodeándole la cintura con uno
de sus brazos y tocándole levemente el
brazo con la otra mano.
La tercera figura personifica un nomo o
provincia, identificado por su símbolo, la
liebre, que tiene sobre la cabeza. En la
mano izquierda lleva el ankh, símbolo de
la vida, como obsequio al rey.
Colosos de Memnom:
Estos colosos miden 18m de altura, antiguamente eran una entrada del
desaparecido templo de los muertos de Amenofis III.
Por culpa de un terremoto uno de los colosos se agrietó y desde entonces
“cantaba”a la salida del sol, Pero enmudeció de nuevo cuando la grieta
fue reparada, las causas de este canto se debía al cambio de temperatura
y humedad entre el día y la noche.
Escriba sentado. Caliza
pintada. Altura, 53 cm.
Procedente de Sakkara. V
dinastía. Museo del
Louvre. París.
Los escribas sentados del Louvre y del Cairo.
Los dos constituyen un dechado de perfección
de un género muy típico del momento, el de
las figuras que desarrollan una actividad que
puede ir desde el noble ejercicio de la escritura
al humilde y simpático acto de moler grano.
Conforme a un canon establecido y del que
hay otras muestras, el escriba aparece
sentado, con las piernas cruzadas, el punzón
o estilo en una mano y un extremo del rollo
en la otra, como dispuesto a realizar un
menester que por difícil y poco divulgado le
hace sentirse ufano de sí mismo. Sus autores
los han labrado en sendos bloques de caliza,
les han puesto unos ojos de cristal que aún
hoy conservan el brillo húmedo de ojos vivos, y
los han pintado de pardo y ocre. El cristal de
roca de los ojos recubre las piezas de que
éstos se componen: córnea de alabastro, iris de
basalto, pupilas de plata; los párpados son
también postizos, fijados mediante clavijas de
cobre. Es curioso el interés que estos artistas
pusieron en vaciar el espacio que media entre
los brazos y el tronco, pensando sin duda en
que el hueco las haría parecer más estatuas,
menos relieves, como les ocurre a los escribas
labrados en granito o en otras piedras más
ingratas que la caliza.
Escriba sentado. Caliza
pintada. Altura, 53 cm.
Procedente de Sakkara. V
dinastía. Museo del Louvre.
París
Cheik-al-Beled o "alcalde de pueblo”
Los ritos mortuorios durante la V dinastía del Imperio
Antiguo, que exigían conservarlas esculturas de los
difuntos, nos han permitido conocer las efigies de algunos
colaboradores de los grandes faraones constructores
de las grandes pirámides. Son esculturas que muestran
un intencionado acercamiento a lo real representando a
hombres concretos, no idealizados, en actitud
tranquila, en una inmovilidad lleno de vida que expresa
la dignidad de su jerarquía. Tal es el caso de la famosa
obra llamada El alcalde del pueblo que fue descubierta
en el año 1860 en la excavación de la mastaba o tumba
del sacerdote-lector Kaaper, en la región de Saqqara.
Recibió el nombre vulgar de Cheik-al-Beled o "alcalde de
pueblo", porque los obreros que trabajaban reaccionaron
al verla identificándola con el alcalde o jaique del poblado,
seguramente semejantes en el parecido físico o en la
arrogancia y porte algo opulenta del sacerdote Kaaper.
Hoy se encuentra en el Museo Egipcio del El Cairo.
Tallada en madera conserva la rigidez cilíndrica del
tronco del árbol, estando policromada seguramente
en su origen, es sin duda un retrato muy expresivo de
los caracteres de este sacerdote, en cuya diestra debió de
empuñar no el bastón que ahora ostenta sino un sistro o
sonaja.
Estatua de un funcionario
provincial. Altura, 134 cm.
Procedente de Deshasha.
Alrededor de 2400 a. C.
Museo Británico.
•
•
Esta estatua procede de la tumba de
Nenkheftka en Deshasha. Estatuas
como esta eran un rasgo
característico de las tumbas del
Imperio Antiguo. Las tumbas a
menudo tenían una cámara llamada
serdab. Las estatuas servían para
mantener viva la memoria y la
personalidad de la persona difunta,
para que aunque su cuerpo haya
sido destruido su espíritu todavía
fuera capaz de residir en la estatua.
Es raro encontrar estatuas de la
Dinastía V que, como ésta, vengan de
fuera de los cementerios asociados con
Memphis, la capital. Este ejemplo es de
una calidad más alta que otras
conocidas de las provincias, y tiene
mucho en común estilísticamente con
las de Memphis. La interpretación
magnífica de los rasgos faciales y el
detalle de la peluca la convierten en una
obra maestra de escultura egipcia.
Estatua de un funcionario
provincial. Altura, 134 cm.
Procedente de Deshasha.
Alrededor de 2400 a. C. Museo
Británico.
Estatua colosal de granito rosa de
Tolomeo II Filadelfo que, junto con la
de la reina Arsínoe II (dos de los
artífices de la helenización de
Egipto durante el segundo cuarto del
s. III a. C.) fue llevada a Roma por
Calígula (37-41 d. C.) para decorar
los Huertos Salustienses. Calígula
hizo realizar una copia de la estatua
de la reina Arsínoe II en honor de su
hermana Drusila, con la que se había
casado y a la que deseaba ensalzar
como a una diosa. La manía de
grandeza del emperador lo llevó a
compararse con los faraones, a
quienes no se negaba la calidad
divina.
Estatua colosal de Tolomeo Filadelfo.
Granito rojo. Altura, 266 cm. Procedente
de Heliópolis. Reinado de Tolomeo II, 285246 a. C. Museos Vaticanos. Roma.
Relieve de la familia real.
Akenatón y Nefertiti. Caliza.
Altura, 32'5 cm. Procedencia
desconocida. Hacia 1340 a. C.
Esta obra ilustra de forma inequívoca
el cambio radical en la teología
durante el reinado de Akenatón. A
diferencia de obras anteriores, el
faraón y la deidad ya no aparecen en
un mismo nivel, sino que esta última
domina la escena desde el cielo. La
humanidad es representada por los
reyes Akenatón y Nefertiti con sus
hijas; estas figuras aparecen en el
orden simétrico típico de los retablos
(un indicio de su papel mediador entre
lo humano y lo divino). La
comunicación entre el dios-sol Atón y
la familia real es simbolizada con los
rayos que emanan del disco solar.
Estos terminan en forma de manos
que ofrecen símbolos de la vida a los
reyes, gesto que simboliza el efecto
vivificador del sol.
•
•
La suavidad y la fluidez de los
contornos de Akenatón y su esposa,
las cintas ondulantes de sus coronas y
los movimientos animados de las hijas,
que los padres sostienen en brazos,
subrayan el carácter de un vistazo
casual de una situación concreta, lo
cual es resaltado aún más por las
delicadas columnas que revelan que la
escena se desarrolla en un jardín.
La desenvoltura del estilo relega a un
segundo plano la forma severa y la
estructura tradicional de la imagen y de
sus formas particulares. De acuerdo
con la tradición, las figuras están
compuestas de vistas frontales y de
perfil; sin embargo, las numerosas
interferencias y vistas oblicuas son
representadas con una precisión casi
fotográfica que contradice claramente al
carácter del arte egipcio, porque se
reproduce la impresión óptica y no la
esencia de los motivos representados.
Cabeza de retrato del rey Akenatón. Yeso. Altura, 26 cm. Cabeza de retrato de una
reina. Cuarcita. Altura, 30 cm. Ambas procedentes de Amarna, de hacia 1335 a. C.
Museo Egipcio de Berlín.
•
•
•
•
La religión monoteísta impuesta por Akenatón
influyen en que el arte egipcio tome un rumbo bien
definido. La imagen humana preferida por el rey, quizá
determinada por su propio aspecto, marca las pautas
para la representación del ser humano de manera tal
que a menudo es casi imposible distinguir su rostro del
de la reina o identificar de manera inequívoca la cabeza
del retrato de reina con Nefertiti o una de sus seis hijas.
Ambas cabezas fueron encontradas en un taller de
escultura. La cabeza del rey, identificada con certeza
gracias al borde de la corona, es un vaciado en yeso
que el escultor hizo de una cabeza de arcilla. A
continuación, este vaciado en yeso fue parcialmente
retrabajado y sobre él se aplicaron algunas pinceladas;
esta pieza debía servir de modelo para retratos del rey
en piedra dura.
La cabeza de mujer, en cambio, es un elemento
inacabado de una estatua; en la espiga maciza que
sobresale de la cabeza llevaría una corona y en su
conjunto formaría parte de una figura hecha
probablemente en caliza.
A pesar de que todavía falta el pulimento final de la
cuarcita, de un color marrón suave, la piel tiene un
aspecto liso y delicado. La expresión animada del
rostro es subrayada por asimetrías sutiles en la boca y
los ojos.
Estatua colosal de
Amenhotep IV
(Akhenatón) con doble
corona y nemes.
Arenisca. Altura, 205
cm. Procedente de
Karnak. 1351 - 1348 a.
C. Museo Egipcio de El
Cairo.
Busto de modelo de la reina
Nefertiti.
Caliza y yeso.
Altura, 48 cm. Procedente de
Amarna. Hacia 1340. Museo
Egipcio de Berlín.
Busto de modelo de la reina
Nefertiti.
De construcción perfectamente simétrica, fue
reducida a un busto debido a su función de
modelo, hecho que también explicaría la
ausencia de incrustación en el ojo izquierdo.
El tipo de corona está documentado casi
exclusivamente para la reina Nefertiti.
La enorme popularidad que alcanzó al poco
tiempo de ser expuesto se debe
probablemente al hecho de que coincidiera
con el ideal femenino austero y distanciado
que predominaba en los años veinte.
Debido a que el busto de Nefertiti parecía
sugerir el mismo ideal, fue copiado en
innumerables ocasiones y utilizado
discrecionalmente para fines publicitarios de
todo tipo. La perfección académica y el aire
atemporal del busto de Nefertiti son tan
atípicos para su época como lo fue todo el
periodo de Amarna en el contexto del arte y de
la religión del Egipto antiguo. Por lo tanto, es
un doble malentendido proclamar a Nefertiti
como símbolo representativo del Egipto
antiguo.
MÁSCARA FUNERARIA DE
TUTANKAMÓN
Figurilla de una
sirvienta. Madera.
Altura, 38 cm.
Procedente de la tumba
de Gua, en Deir Bersha.
Museo Británico.
La mayoría de las figurillas que se
colocaron en tumbas ricas del Imperio
Medio muestra la producción de
ofrendas de alimento para el dueño.
Esto debía asegurar que las ofertas
continuaran para toda la eternidad.
Las figurillas incluyeron la preparación
de campos para cosechas, los
graneros, fabricación de pan y
carnicería.
El vestido ajustado de lino es el típico
que llevaban la mayoría de las mujeres
hasta el Imperio Nuevo. En esa época,
tanto hombres como mujeres
comenzaron a llevar voluminosas
prendas de vestir finamente tejidas con
muchísimo plegado y el vestido
ajustado quedó reservado sólo a
diosas.
Las provisiones de la tumba para la vida
después de la muerte deberían durar para
toda la eternidad, por lo que las tumbas
eran equipadas con figurillas que
representaban todas las etapas del
proceso de producir el grano para el pan,
una de las ofrendas principales para
mantener el difunto en la vida después de
la muerte.
Figura de un hombre con una
azada. Altura, 33 cm.
Procedente de Assiut.
Alrededor 2250 a. C. Museo
Británico.
El empleo de una azada, para romper los
terrones de tierra que no podía romper el
arado, podía constituir la diferencia entre una
cosecha buena y otra pobre. Esto, en última
instancia, afectaría a lo que estuviera
disponible para ofrendas para sostener al
difunto.
Estatuillas de sirvientes realizando
tareas domésticas como hornear,
tejer, etc., eran colocadas en las
tumbas en la creencia de que
llegarían a proporcionar
mágicamente lo necesario para el ka
y asegurarían el bienestar del
difunto en la otra vida.
Mujer moliendo grano.
Caliza. Altura, 30'9 cm.
Dinastía V. 2524-2400 a.
C. Procedente de Giza,
tumba G 2004. Museo de
Bellas Artes de Boston.
Esta mujer arrodillada moliendo
grano para el pan lleva una falda atada
a un lado y un pañuelo cubriendo el
cabello. La piedra caliza en la que está
tallada se habría cubierto con una capa
fina de yeso y después pintado.
Figurillas de criados que preparan alimento. Altura, 30'5 cm. Procedente
de Sedment. Alrededor de 2200 a. C. Museo Británico.
Gato. Bronce. Altura, 27'9 cm.
Metropolitan Museum.
Esta figura está formada por dos
mitades unidas por una juntura casi
invisible, y contuvo un gato
momificado.
El gato era el animal sagrado de la
diosa Bastet. En rituales realizados
en su honor, gatos momificados se
enterraban dentro de sus templos.
Este gato de bronce no es una figura
ordinaria. Su oreja derecha tuvo una
vez un pendiente de oro (ahora
perdido), y colgado de un collar un
colgante de ojo de wedjat. La postura
erguida y la expresión alerta de sus
ojos crean una impresión de majestad
y solemnidad. Los músculos y las
patas largas y elegantes transmiten
un sentido del poder controlado.
•
El relieve, por su parte, alcanzó
en Egipto un gran desarrollo,
representando escenas de la
vida cotidiana del difunto,
grandes hazañas bélicas de
los faraones, ceremonias
religiosas o funerarias, etc.
•
Con frecuencia se acompañan
estos relieves con
inscripciones jeroglíficas.
•
Por otra parte, resulta una
característica básica lo que se
denomina "visión rectilínea" de
la figura, en la cual el ojo (sólo
uno de ellos) y el torso están
representados de frente al
espectador, mientras que la
cabeza y las cuatro
extremidades aparecen de
perfil. esta norma es
compartida también por las
representaciones pictóricas
EL RELIEVE EGIPCIO
Relieve de la tumba de
Rehotep. Caliza. Longitud,
114, cm. Anchura 83'8 cm.
Procedente de Meydum.
Alrededor de 2600 a. C. Museo
Británico.
Representa a Rehotep sentado ante una mesa de ofrendas. Rehotep
era un príncipe de la Dinastía IV, hijo del rey Sneferu. Sirvió como sumo
sacerdote en Heliópolis, el centro de culto del dios del Sol Re. La mastaba
de Rehotep fue construida cerca de la pirámide de Meydum.
Rehotep está sentado delante de una mesa de ofrendas, encima de la que
aparecen los nombres escritos en jeroglíficos de las ofrendas, como
incienso o vino. Los rastros de pintura indican que el relieve fue
decorado con colores muy vivos.
Relieve de Mentuhotep II. Caliza. Altura, 35'9 cm. Procedente de Tebas Oeste.
2040-2010 a. C. Metropolitan Museum.
El bajorrelieve delicadamente modelado y los detalles finamente
pintados muestran los estándares artísticos altos que prevalecieron en los
talleres reales de Tebas durante este periodo.
El relieve egipcio posee poco bulto, de ahí que hablemos de bajorrelieve.
Generalmente se policromaba, de modo que casi parecen pinturas. El color:
los relieves y la pintura utilizan la policromía, cuya simbología está
determinada de antemano: Hombres : color terroso, Mujeres : color amarillo
claro.
Relieve funerario. Caliza. Altura,
110 cm. Procedente de Deir
Dronka, cerca de Asyut. Hacia
1250 a. C. Museo Egipcio de
Berlín.
Los relieves de la tumba
de Amenhotep
corresponden a escenas
del Libro de los Muertos.
La temática profana de las
imágenes funerarias ha
desaparecido totalmente de
las representaciones sobre
papiros y ataúdes. Una
visión glorificada del otro
mundo sustituye la
esperanza de una eternidad
concebida a partir de la vida
terrenal. El difunto
glorificado ha entrado en el
círculo de los dioses; la
presencia de tales
imágenes en las tumbas
garantiza la proximidad
eterna de éstos.
Pintura mural egipcia
British Museum. Londres
EL PEQUEÑO PASTOR DE BUEYES
La pintura se sirvió de una técnica mixta para la ejecución de sus
murales, consistente en la utilización del fresco en primer término,
para luego ser repasado con temple.
Los recursos expresivos del relieve y la pintura son similares y están
ligados a los rígidos convencionalismos de la plástica egipcia,
que apenas evolucionaron en su larga historia.
Mural
Tebas (1500 A.C.)
La composición se
caracteriza por su sentido
geométrico del orden y la
escala.
•Predominio del dibujo
(dibujan de memoria, de
conformidad con reglas
estrictas) sobre el color, de
modo que las figuras se
trazan mediante líneas
(contornos y dintornos),
creando zonas que después
se colorean con tintas
planas intensas y muy
contrastadas, sin
degradación tonal o lumínica.
Las escenas se estructuran por registros,
bandas con filas de personajes en un
solo plano. Con estos registros se logra un
ritmo compositivo de gran dinamismo
•
El movimiento es muy limitado,
aunque hay variaciones. Los
personajes sagrados se atienen más
a los estereotipos, mientras las
personas comunes están dotadas de
mayor naturalidad y movimiento.
•
La ausencia de profundidad y de
volumen hace que estas
representaciones sean planas y
poco realistas.
La perspectiva: en general,
escultura y pintura se representan en
dos dimensiones, pero cuando se
quiere lograr la tercera dimensión
utilizan la multiplicación de
perfiles, disposición en bandas o
pisos, teniendo en cuenta que la
mayor altura indica lejanía.
•
•
Las pinturas muestran una aguda
observación de la naturaleza y
expresan alegría y optimismo
vital.
Cacería (detalle)
Tebas (1422-1411)
• Las figuras suelen disponerse siguiendo ciertos convencionalismos: el cuerpo
permanece de frente, mientras la cabeza y las piernas se colocan de perfil. Se
busca la reproducción objetiva de las imágenes: se trata de representar el
máximo de elementos definidos de la imagen, por ello el resultado es un
agrupamiento de las características más importantes, apareciendo yuxtapuestas de
frente o de lado. (Ley de la Claridad).
• El espacio y la profundidad no existen y las figuras aparecen en un solo
plano, si bien se usa el recurso de la repetición del perfil, sugiriendo la
superposición de una figura sobre otra para intentar crear la sensación de varios
planos de profundidad.
CAPILLA FUNERARIA DE TUTMÉS III
Pintura sobre Piso
Tell el Amarna (1371-1362 A.C.)
Banquete
Tebas (1450-1425 A.C.)
Bailarines
Tebas (1950 A.C.)
PINTURA AL FRESCO PROCEDENTE
DE LA TUMBA DE METHETHI
DESCRIPCIÓN: Representación de unos pastores de un rebaño de orix.
Se puede apreciar la frontalidad de los individuos frente al naturalismo
de los animales que forman el rebaño.
Fresco de la tumba del faraón Senefer
CONCLUSIONES
• No importa la belleza, sino la perfección.
• El método del pintor se asemeja al del
cartógrafo; las pinturas son diagramas, mapas
conceptuales.
• El arte egipcio no está basado sobre lo que el
artista ve en un momento dado, sino sobre lo
que él sabía que pertenecía a una escena o
persona. El conocimiento de su significado.
Historia del Arte
© 2011 Manuel Alcayde Mengual