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La Epifanía del Señor es la manifestación de un Dios que se encarna y que se revela al mundo. La
misma noche de Navidad tuvo lugar la primera manifestación divina, cuando el esplendor de Dios
iluminó la oscuridad del mundo, y el gozo inundó la vida de los pastores que acudieron al pesebre
tras el anuncio del ángel. Y hoy, con la visita de los Reyes Magos al Niño, celebramos su segunda
manifestación, en la que el Misterio de Dios alcanza a otras culturas en las personas de los Magos.
El Evangelio de Mateo (1, 1-12) nos presenta la visita de los Magos como un acontecimiento
donde convergen intereses diversos y motivaciones contrapuestas. Por un lado los Magos que van
tras la búsqueda honesta de Dios tal como lo han interpretado al ver surgir la estrella. Por otro lado está
Herodes, quien se perturba por el nacimiento de un Rey. También están los personeros de Herodes, tras
bastidores, quienes escudriñan toda ciencia para hilvanar los hilos de la adivinación y conjura de los
oráculos. Finalmente está el personaje central de la encarnación: Jesús junto a su madre María, sobre
quienes se posa el resplandor divino.
Hoy vamos a centrar la mirada en la figura de los Magos, para que nosotros, también
escudriñemos la calidad y honestidad del modo de proceder que puede colocarnos en la ruta hacia
el Misterio de Dios. Porque los Magos venidos de oriente son símbolo de un Itinerario hacia Dios que
implica salir de nuestro propio amor, querer e interés. Implica que nuestras propias posiciones o posturas y
nuestros propios ritmos se abran a una nueva perspectiva más sencilla, más nuclear y más gustosa, capaz
de darle sentido a la vida propia y a la ajena; capaz de iluminar y de hacer diáfana la cotidianidad. Por eso
nos interesa describir el modo de cada Mago.
[  ]
El primer Sabio (Rey-Mago Melchor) al concluir la ruta de Belén, discurrió: Yo soy quien busca en todo
momento una cosmovisión que explique el enigma del mundo, pues represento el saber humano, las ciencias y las
teorías. Creí haberla hallado. Creí poseer una ciencia total, coherente y grandiosa. Pero las formulaciones más
agudas del saber humano me han conducido a una aldea llamada Belén. Y una luz pequeña como en forma de
estrella se ha incrustado en mi sistema de pensamiento. Esa luz ha logrado abrir ventanas que ni siquiera sabía
de su existencia. Ahora, después de Belén, puedo ver lo concreto de la vida a través de esa estrella: veo a
mis compañeros de ruta, veo al vecino enfermo, veo al anciano que espera un poco de atención, veo al niño de la
calle indefenso, veo a mis seres queridos. He comenzado a ver que todo lo que me rodea (la realidad) no está al
margen de mis ideas. Son su verdadera esencia.
El segundo Sabio (Rey-Mago Gaspar) al salir de Belén, exclamó: Yo sólo sé que nada sé. A mí me
encanta el silencio, lo sublime. Soy de poco hablar y mi dinámica es la introspección. Callo y observo con amor y
tolerancia lo que pasa a mi alrededor. Creí poseer en el silencio la mayor de las estrellas. Pero he sido
conducido a Belén y ando inquieto. No sé explicar esta alegría que llena todos mis espacios. Es un
cosquilleo que recorre todo mi ser, todos mis razonamientos y hace que mi mutismo se desborde en palabra grata,
palabra amable. Al ver al Niño Jesús he descubierto el brillo y la profundidad de cada persona.
Perdónenme mis seguidores, pero no puedo callar esta alegría y este gozo que experimento. Ahora sólo sé
que tal gozo no surge de lo grandioso, sino que nace de la simplicidad y calidez que irradia una criatura nacida en
tanta pobreza y estrechez. Tanto esplendor me ha provocado una imperiosa energía que se traduce en respeto a
las personas, a quien nunca había dedicado ni un instante de mi silencio. He comprendido que el amor al prójimo
es más grande y más significativo que andarse por las alturas espirituales. Es quizás la verdadera sabiduría y la
verdadera aventura del espíritu.
[  ]
El tercer Sabio (Rey-Mago Baltasar) al concluir su visita en Belén manifestó: Yo,
siendo el tercero de los Magos, no soy tan sistemático, ni tan agudo como mis dos
compañeros, porque lo mío es captar la estrella de la vida en el colorido, en la expresión, y
en sus despliegues. A mí me quedan estrechas las palabras porque me siento arrebatado
por un ritmo de danza sobrehumano. Pero al llegar a Belén y encontrarme con el recién
nacido lleno de tanta frescura y gozo, he sentido mi cuerpo envuelto en una paz que
transforma mi frenesí en serenidad y quietud. He aprendido que humana es mi medida
y he aprendido que mi alegría y entusiasmo cobran consistencia en aquel Niño que con su
Luz plenifica todo ser, todos los escenarios y todas las circunstancias.
Los tres sabios (Reyes-Magos) habían entrado en Belén y ante la ternura del Niño, y
ante tal fortaleza hecha fragilidad, se han quedado sin palabras, sin posturas y sin ritmos.
Han contemplado que la humanidad del Dios Humanado es la auténtica sabiduría
hecha palabra benéfica, hecha gesto cercano, hecha entrega total. Es decir, hecha
generosidad.
[  ]
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Unos Magos de Oriente llegaron entonces
a Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su
estrella y hemos venido a adorarlo.
Al enterarse de esto el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó a los sumos
sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera
alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi
pueblo Israel».
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había
aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese
niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.
Después de oír al rey, los Magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir,
comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el Niño. Al ver de nuevo la estrella, se
llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al Niño con Maria, su madre, y postrándose, lo
adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños la advertencia de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra
por otro camino. Palabra del Señor.
[  ]
Al final,
rezo el Padrenuestro,
saboreando cada palabra.
[ Continúo  ]
Me sereno para esta cita con Dios.
Me acomodo con una postura que implique todo mi ser.
Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio.
( Una y otra vez repito este ejercicio )
[  ]
NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de
apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí.
NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.
[ Sigo adelante  ]
Señor,
que aprenda
tu modo
de hacer diáfana
la vida
[  ]
Tal como el primer Sabio (Mago Melchor), medito si mi sabiduría y mis teorías buscan
explicar el enigma del mundo o intentan hacer el mundo más grato y más humano.
 Que la ciencia que poseamos no sea
otra que la coherente y grandiosa
forma de construir puentes por donde
se pueda transitar en las oscuridades
de la vida.
 Que sepamos abrir ventanas, incluso
las más difíciles, desde las que
podamos ver la estrella guía que hace
contemplar y valorar lo concreto de
cada persona.
[ Y continúo la oración ]
Tal como el segundo Sabio (Mago Gaspar), reflexiono si mi observación, mi silencio e
introspección son para endiosar lo humano (concupiscencia del espíritu) o para hacer la vida
más fecunda, más tolerante, más hermana, y por tanto más divina.
 Que el silencio vivido nos enseñe la
humildad de disfrutar la alegría que
colma los espacios por pequeños que
sean.
 Que sepamos comunicar en todo
momento, incluso en los más
complejos, aquella palabra amable que
despierta
respeto,
dignidad
y
esperanza.
[ Y continúo la oración ]
Tal como el tercer Sabio (Mago Baltasar), contemplo si el ritmo y sazón de la propia vida se
derrocha en uno mismo o si es útil para iluminar las tinieblas, los miedos y las
desesperanzas de los que me rodean.

Que el propio frenesí quede
transfigurado en la frescura y gozo de
una paz vivida en forma solidaria para
que la propia alegría y entusiasmo
cobren su consistencia en la Luz
verdadera.
 Que sepamos avivar el fuego que
llevamos
dentro
encendiendo
lámparas ajenas: las lámparas de los
más pobres, de los más tristes y de
los más indefensos.
[ Y continúo la oración ]
DIAFANÍA EN TU BÚSQUEDA
¡Son innumerables Dios mío, los matices de tu llamada! ¡Y las vocaciones esencialmente diversas!. Yo quisiera ser,
Señor, con mi modesta aportación el apóstol, y (así puedo decirlo) el evangelista de tu Cristo en el Universo.
Me has concedido, Dios mío, el don de sentir la unidad viva y profunda que tu Gracia ha desparramado
misericordiosamente sobre nuestra pluralidad. Universalidad de tu atracción divina y valor interno de tu operar
humano.
Ardo en deseos, Dios mío, de propagar esa doble revelación que Tú me haces, y de realizarla. Si me juzgas digno
de ello, Señor, descubriré a quienes la vida resulta banal y carente de sentido, los horizontes ilimitados del esfuerzo
humilde e ignorado que puede, si la intención es pura, añadir a la proyección del verbo encarnado un elemento
nuevo, elemento sentido por Cristo y asociado a su inmortalidad.
Comprendo que toda perfección, incluso natural, es la base necesaria del organismo místico y definitivo que Tú
edificas por medio de todas las cosas. Tú, Señor, no destruyes los seres a quienes adoptas, sino que los
transformas, conservando todo lo que siglos enteros de reacción han elaborado de bueno en ellos.
El mundo entero está concentrado y pendiente de la espera de la unión divina. Y aunque el mundo choca contra
una barrera infranqueable, nada llega hasta Cristo, si Él no lo toma y lo pone en sí. Todo converge hacia Cristo. No
hay nada, por insignificante que sea, que no deba cooperar al perfeccionamiento de Jesucristo. Sólo el pecado
queda excluido. Más no el pecador, puesto que el condenado no es reducido a la nada. Cristo se ama como una
Persona y se impone como un Mundo. (Cf. Teilhard de Chardín)
[ Comienza el Cierre de la oración ]
Para centrar la experiencia vivida en la Oración,
respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes:
[ Termino con la oración siguiente  ]