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Cuaresma,
Camino hacia la Pascua
“… Todos nosotros, como ovejas, andábamos errantes,
cada cual siguiendo su propio camino. Y Yahvé ha
hecho recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros.
Era maltratado, se doblegaba y no abría su boca;
como cordero llevado al matadero, como ante sus
esquiladores una oveja muda y sin abrir la boca”
(Is 53, 6s)
Reflexiones sobre la Cuaresma por la
Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús,
Monja Concepcionista de Alcázar de San Juan.
Avance automático
Comenzamos la Cuaresma.
¿Qué puede significar para cada uno
de nosotros este tiempo de gracia?
Lo que cada uno quiera.
Es cuestión de tomarlo en serio.
¿Qué hemos de hacer para alcanzar el grado de
conversión que nuestra vida espiritual necesita
hoy? ¿Qué hemos de hacer?
Es el silencio redentor de
Cristo el que ha de
sumergirnos en una oración
constante y contemplativa de
sus dolores y sufrimientos, para
hacer eficaz en nosotros
y en los hermanos, en este
santo tiempo de Cuaresma,
tan abundante y amorosa
redención.
Con oración todo será claridad
en el alma, paz y crecimiento
en la santidad.
Fijemos bien en el alma la humildad y la obediencia,
que por aquí comenzó a redimirnos Cristo con su
despojo divino, con su obediencia hasta la muerte
de cruz, y quedaremos libres del pecado.
Recordemos cómo nos ha amado el Padre, qué ha
hecho para que retornemos a Él. Entregó a su Hijo a
la muerte para borrar las huellas de nuestro pecado
y para que seamos santos.
Porque su amor
es eterno.
Se crece amando, se vive en Dios renunciándonos.
Nos construiremos, donándonos.
¿No nos enseñó así Cristo? ¿Encontró Él amor
en los hombres para morir por ellos?
¡Ésta es nuestra razón
de vivir, de amar!
¡Cristo! En la Cruz
aprendemos
que el manantial del amor
es el sacrificio;
que el ámbito
de la paz es
la renuncia.
¿Por qué no
actuamos así?
¿Por qué, si
podemos?
El mismo Señor
nos lo dice:
“El pecado está a
las puertas
de tu casa.
Su acoso es contra
ti, mas tú puedes
vencerlo” (Gen 4,7)
Mantenernos en el pecado o pasarnos a una vida
de virtud es ya una opción por nuestra parte.
Es una elección vincularnos a la santidad o
mantenernos en una vida mediocre:
estrecharnos con nuestra raíz santa, con Dios,
mediante una vida de fervor,
o alejarnos de Él por la inercia.
Es una opción personal;
que libres nos hizo Dios para elegir.
“Si hoy escuchas la voz del Señor,
no endurezcas el corazón”
Si aún tenemos
muchos defectos que
corregir, muchos
egoísmos que
suprimir, muchas
pasiones que
enderezar, muchas
tendencias que
ordenar, ¿verdad que
tiene razón el Señor
en decirnos que no
endurezcamos el
corazón?
Si llegamos a la Pascua tal cual somos
ahora, sin corregir nada, pensemos que,
ciertamente hemos endurecido el corazón
ante su voz divina, amorosa y santificante.
Hemos desaprovechado este tiempo
de gracia y salvación.
Habremos, en una palabra, dejado caer
su Palabra, su Voz, en el vacío.
Llegaremos a la Pascua sin el fruto de la
Pascua: la propia conversión.
Oración para mantener una
conversión sincera, duradera, en el
espíritu del Hombre nuevo, Cristo.
Conversión que genere una entrega
sincera, abierta, total, a la gracia,
que facilite la entrada de Cristo
en el alma hasta la total
transformación en él.
¡El desierto! ¡Cuánto le gusta al Señor!
Desierto para gestar la divina Palabra,
que siempre trae la presencia divina consigo
y la apertura a la gracia. Que siempre nos pone
cara a Dios para abrirnos con júbilo a su acción.
Para Jesús el que se convierte es el que tiene
obras. Éstas nacen de una sincera
conversión, y la conversión
viene de un hondo arrepentimiento,
y el arrepentimiento
viene del reconocimiento
sincero del
propio pecado.
Que nuestra Madre Inmaculada, Reina de la paz y
Madre de bondad, nos ayude a dominar todas las
tendencias que nos alejan de la santidad de Dios.
Que ella nos ayude a comprender cuánto nos
conviene salir de la negrura del pecado y sus
pasiones, para entrar en la luz y el amor de Dios,
plenitud y vida nuestra, nuestra paz y santidad.
Realización:
Monjas Concepcionistas de Alcázar de San Juan
Texto:
Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús Egido
Fotografías:
Monjas Concepcionistas
Música:
Niccolò Paganini
Concierto para violín nº4 en Rem 2. Adagio flebile
Año 2011
PAX PER SANCTITATEM