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ORACIÓN JOVENES: PREPARANDO LA SEMANA SANTA.
MONICIÓN INICIAL
A lo largo de toda la Cuaresma se nos ha repetido una palabra: Convertíos.
Toda la Cuaresma es un camino o un ejercicio de conversión. Queremos cambiar nuestra mente y
nuestro corazón para poder celebrar la Pascua de Cristo, es decir, para morir al pecado y llenarnos de la
vida nueva de Cristo.
En esta celebración queremos revisar nuestra respuesta, ponernos ante Cristo, como aquel
paralítico que llevaron entre cuatro, abrirnos a su misericordia, y esperar su palabra de perdón y
renovación.
También nosotros queremos esta tarde ver a Jesús, dejarnos traspasar por su mirada amante.
ORACIÓN
Concédeme, Señor Dios, un corazón:
vigilante, que ninguna curiosidad le aparte de ti;
noble, que ninguna influencia le envilezca;
recto, que ninguna mala intención lo desvíe;
firme, que ninguna tribulación lo debilite;
libre, que ningún afecto lo esclavice.
(STO. TOMÁS DE
AQUINO
ECO DE LA ORACIÓN
Concédeme, Señor Dios. Estoy pidiendo un cambio de corazón, como una operación de trasplante.
Yo solo no la puedo hacer, incluso quedaría en una situación más lamentable. Necesito pedir, que sea
Dios el que me cambie y me convierta. Pidamos desde nuestra pobreza, pero pidamos con fe; con
deseo grande y confianza mayor.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Un corazón vigilante: porque mi corazón se duerme y se apaga, se embota y adormece, se aliena e
insensibiliza. Necesito un corazón encendido y despierto, atento al signo, a la palabra, a la llamada, a
la llegada. Que no se acerque el Señor y me encuentre dormido, o distraído; que el amor lo tenga
despierto.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Un corazón noble: a veces se vende mi corazón a intereses mezquinos o bajas pasiones, y se hac e
hipócrita, engañoso, corrupto. Necesito un corazón digno, un corazón limpio, un corazón bueno; que
se mantenga fiel a sus principios y valores a sus compromisos y sus amores.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Un corazón recto: porque mi corazón se desvía por otros derroteros equivocados, no busca la
verdad, sino el interés o el capricho o la gloria vana. Dame, Señor, un corazón acertado y responsable,
que no se ofusque ni se engañe a sí mismo, que sea consciente de cada paso, de cada acción e
intención.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Un corazón firme: porque mi corazón se acobarda fácilmente, es tímido y voluble, y se cansa
enseguida, se impacienta, se olvida, se desanima. Dame, Señor, fuerza y fortaleza, persevera ncia y
paciencia, aguante y fidelidad; que sepa resistir, que sepa sufrir, que sepa esperar.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Un corazón libre: es esclavo y no lo reconoce, está atado a todo tipo de apegos, sean de cosas, sean
de intereses, sean de personas; atado por la codicia, por el placer, por la fama, o por el miedo y la
timidez; atado por las seducciones de cada día. Necesito un corazón desapegado, pobre, humilde,
enteramente liberado.
Canto: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
SÍMBOLOS
• Significar los cinco corazones expresados en la oración. ( se hacen en cartulina de distinto color, y
se les identifica con un símbolo. Ejemplo: Corazón libre, color verde con unas cadenas rotas,
vigilante, color azul con una torre de vigía; noble color rojo con una corona; recto amarillo con un
ciprés, y firme; y color naranja con una columna). Según se hace la petición se va encendiendo una
vela.
• Crucifijo: Nuestro punto de mira constante. Sobre él ponemos nuestros pecados. Agradecemos su
entrega. Pedimos que nos enseñe a amar.
REFLEXIÓN PERSONAL
Música de fondo para facilitar el silencio.
Cada uno piensa: ¿Qué corazón es del que más necesita?
¿Qué situaciones u opciones personales están alejando su corazón
de estos corazones que pedimos?
Se entregan unas cuartillas y bolígrafos. Cada uno va escribiendo su reflexión a manera de
pecados, sentimientos, deseos y ponerlos a los pies de Jesús.
LECTURAS
De la Carta de Taizé-2005. Un porvenir de paz.
Es una palabra joven, es una mirada esperanzada, es un reto para renovarse y construir la paz, es
una carta ungida por el Espíritu de Dios.
«Nos encontramos en un periodo en que muchos se preguntan: ¿pero qué es la fe? La fe es una
confianza muy sencilla en Dios, un impulso de confianza indispensable, retomada sin cesar en el
transcurso de la vida.
En cada uno puede haber dudas. No tiene nada de inquietante. Quisiéramos, sobre todo, escuchar el
susurro de Cristo en nuestros corazones: ¿tienes dudas? No te inquietes, el Espíritu Santo permanece
siempre en ti.
Hay quien ha hecho este descubrimiento sorprendente: el amor de Dios puede florecer también en un
corazón tocado por las dudas (cf. Dostoievski). En el Evangelio una de las primeras palabras de Cristo
es ésta: ¡Dichosos los corazones sencillos! (cf. Mt 5, 3).
Sí, dichosos los que avanzan hacia la sencillez, la del corazón y la de la vida. Un corazón sencillo busca
vivir el momento presente, acoger cada día como un hoy de Dios.
El espíritu de sencillez ¿no se transparenta tanto en la alegría serena como en el buen ánimo?
Un corazón sencillo no tiene la pretensión de comprender por sí mismo el tod o de la fe. Se dice: es
poco lo que yo comprendo, otros lo entenderán mejor y me ayudarán a proseguir el camino.
Simplificar la vida permite compartir con los más desprovistos, para calmar las penas, allí donde
existe la enfermedad, la pobreza, el hambre... (...) ¿Dónde encontrar la sencillez indispensable para vivir
el Evangelio? Una palabra de Cristo lo aclara: Dejad que los niños vengan a mí, las realidades de Dios
se asemejan a los que son como ellos.
¿Quién dirá con acierto lo que algunos niños pueden transmitir por su confianza?»
(ROGER SCHUTZ)
Canto: Padre me pongo en tus manos.
Monición al evangelio:
Jesús, lleno del gozo «en el Espíritu Santo» (Lc 10, 21), alaba al Padre por el misterio de la
humildad y la pequeñez. Dios es humilde. Y, lleno de misericordia, nos invita a ir a él, con nuestros
pesos y nuestros dolores, con nuestros agobios y preocupaciones, y él nos gratificará.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11,25-30.
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos
y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre,
y nadie conoce al Hijo más que el Padre,
y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón,
y encontraréis vuestro descanso.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Breve homilía en la que se introduce el momento penitencial
Canto: Oh Señor, ten piedad, de los hombres ten piedad.
INVOCACIONES PENITENCIALES
Con humildad y confianza pedimos a Cristo
• Libéranos de la carga de nuestros pecados. Cristo, ten piedad.
• Libéranos del peso de nuestros egoísmos. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras ataduras y apegos. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras comodidades y nuestros miedos. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras dudas y oscuridades. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestros rencores y envidias. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras violencias y venganzas. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras riquezas y codicias. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestras tristezas y desesperanzas. Cristo, ten piedad.
• Libéranos de nuestros pesimismos y pasividades. Cristo, ten piedad.
Oremos: Libéranos, Señor, de todas nuestras cargas y haznos vivir en el amor y la libertad del
Espíritu.
ORACIÓN DE ALABANZA: Venid a mí los que estáis fatigados y agobiados
Venid a mí los que estáis cansados, yo os volveré jóvenes.
Venid a mi los que sufrís parálisis, cambiaré por alas vuestras muletas.
Venid a mí los que os sentís esclavos, os daré las llaves de la libertad.
Venid a mí los que estáis sucios, os lavaré con el agua de mi costado.
Venid a mí los que os sentís solos, seré vuestro amigo y compañero.
Venid a mí los que estáis enfermos, os daré la medicina de mi Espíritu.
Venid a mí los que os sentís muertos, os daré vida nueva, corazón nuevo.
Yo os aliviaré
Cargo con vuestros pesos, con vuestros miedos,
vuestros pecados, vuestros complejos.
Mis espaldas son fuertes, mi corazón, inmenso,
mis manos, creadoras y mis pies son ligeros.
Aprended de mí
No tengáis corazón frío, sed un lucero.
No el corazón duro, misericordia yo quiero.
No un corazón triste, sed un jilguero.
No un corazón mezquino, sed un pan bueno.
No un corazón clausurado, sin llaves, como el viento.
No un corazón espinoso, una paloma en vuelo.
No un corazón odioso, sed amor todo entero.
Padre nuestro cantado.
ORACIÓN FINAL.
Exhala, Jesús, tu aliento vivificante sobre nuestros corazones, para que sean cada vez más
parecidos al tuyo. Que el Espíritu ponga en ellos, a fuego vivo, tu marca, tu sello o tatuaje. Que nos
unja con el óleo de la alegría y el aceite de la misericordia, y seamos así nosotros los «cristos», los
ungidos.
Adaptada de Cómo quien alza un niño. Cuaresma y Pascua. Caritas 2006.