Download Orar en 4ta Semana de Resurrección 2008

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En este domingo 14 del tiempo ordinario, la Liturgia nos presenta una de las claves más neurálgicas del
seguimiento a Jesús: SER SENCILLOS.
El Evangelio presenta a Jesús agradeciendo al Padre porque ha ocultado la revelación a los sabios y
entendidos y la ha reservado para los sencillos.
Para el Señor, la condición de sencillos será la médula de su mensaje. La acción de gracias en la que
Jesús declara que los sencillos son los que escuchan y comprenden la revelación de Dios Padre, está
precedida del poco o nulo éxito que Él ha tenido entre los sabios y entendidos. El Señor se ha topado con
la dureza de corazón, pero no se ha paralizado, sino que se ha vuelto al Padre alabándolo.
Parafraseando al Padre Adolfo Nicolás (actual general de la Compañía de Jesús),
pudiéramos decir con él:
“¿Cuándo fue la última vez que un gran líder confesó pecados sustanciales en público, o experimentó la
incomprensión entre sus correligionarios, o se topó con la dureza de corazón de los que tienen todo tipo
de saberes, y se atrevió a continuar …? Mi esperanza sincera es que podemos hacer eso otra vez”.
Este domingo nos invita a preguntarnos y a respondernos:
 ¿Qué gracia especial tiene la sencillez de los sencillos que los convierte en los intérpretes adecuados
de Dios?
 ¿Qué tiene la cruz del Señor porque ella devuelve la dignidad, ordena el afecto, crea solidaridad y
libera de toda amargura?
En aquel tiempo, Jesús exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo
y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y
las has revelado a la gente sencilla. Gracias Padre, porque así te ha
parecido mejor.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al
Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien
el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los
aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera. Palabra de Dios.
[ Comienza la oración ]
Al final,
rezo el Padrenuestro,
saboreando cada palabra.
[ Continúo ]
Me sereno para esta cita con Dios.
Me acomodo con una postura que implique todo mi ser.
Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio.
( Una y otra vez repito este ejercicio )
[ Continúo la oración  ]
NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de
apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí.
NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.
[ Sigo adelante ]
(Si me ayuda, puedo decir varias veces la petición)
[ Sigo adelante ]
“Señor de cielo y tierra … has escondido estas cosas a los sabios y entendidos
y las has revelado a la gente sencilla.”
Alabado seas mi Señor,
 porque los pobres nos enseñan el camino del
Evangelio.
 porque la bondad de quienes saben que todo es
don y gracia, engendra amigos de Dios.
 porque la sabiduría de los sencillos, edifica la
convivencia de la gran familia humana.
 porque la comunidad cristiana que acoge y ama a
tantos hombres y mujeres, ilumina el camino de la
Salvación.
 porque la generosidad de quienes transforman el
dolor en esperanza, anticipa el Reino de Dios.
[ Y continúo la oración ]
“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré.
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón,
y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.”
SEÑOR, cargar tu yugo
y aprender tu mansedumbre y humildad:
 Nos saca de nuestro propio amor, querer e interés.
 Transforma los espacios muertos en lugares de
encuentro fraterno.
 Nos acerca a los hombres y mujeres con palabras de
fe, con actuación misericordiosa y con propuesta de
esperanza.
 Nos hace creíbles, amables, sensatos.
 Convierte la dificultad en ocasión de gracia divina.
[ Y continúo la oración ]
[ Comienza el Cierre de la oración ]
Una sencillez que fortalezca el discernimiento para crear pensamientos buenos y sentimientos de empatía.
Una sencillez que personifique la riqueza espiritual en actitudes, palabras, actividades y estilo de vida.
Una sencillez que irradie frescura, luz y naturalidad, y que combine la dulzura y la sabiduría que surge del alma.
Una sencillez que sepa de apuestas divinas porque sabe de apuestas humanas.
Una sencillez que sepa de generosidad y que sepa ahuyentar el mezquino interés.
Una sencillez que ofrezca su tiempo con amabilidad, sinceridad, e intenciones puras y sin condiciones.
Una sencillez que reduzca la diferencia entre “lo que tengo” y “lo que me falta”.
Una sencillez que comparta los sacrificios y la prosperidad creando mejor calidad de vida para todos.
Necesitamos la sencillez del pobre que desde su verdad sin ropajes embellece las vidas de los demás.
Para centrar la experiencia vivida en la Oración,
respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes:
[ Termino con la oración siguiente ]