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CFG: Los Árabes y Occidente
Unidad III: Nuevas
conceptualizaciones sobre
“Oriente”
La Ilustración: Una nueva voluntad de
saber, una nueva forma de mirar hacia
oriente
Kamal Cumsille
Una nueva voluntad de saber
• “En ciertos momentos de los siglos XVI y XVII (y en
Inglaterra sobre todo) apareció una voluntad de saber
que, anticipándose a sus contenidos actuales, dibujaba
planes de objetos posibles, observables, medibles,
clasificables; una voluntad de saber que imponía al
sujeto conocedor (y de alguna manera antes de toda
experiencia) una cierta posición, una cierta forma de
mirar y una cierta función (ver más que leer, verificar
más que comentar); una voluntad de saber que
prescribía (y de un modo más general que cualquier otro
instrumento determinado) el nivel técnico del que los
conocimientos deberían invertirse para ser verificables y
útiles” (Foucault.M, El Orden del Discurso)
• Desde entonces, se comienza a producir un discurso
“especializado” que representa a Oriente, el cual se
encontrará presente en todas las disciplinas modernas
(la filología, sociología, lingüística, estética) que es lo
que Edward Said llamará Orientalismo. Oriente ya no
será sólo el adversario religioso y/o político, o bien, el
otro más próximo a través del cuál se crea y se recrea
Europa, sino que será también un objeto de
conocimiento de las ciencias humanas europeas, acerca
del cual hay una voluntad de saber, pero con intención
de poder, pues el saber produce poder, y viceversa.
El “oriente” de Occidente
• En la universalidad de la ratio occidental, hay esa
partición que es el Oriente: el Oriente pensado como el
origen, soñado como el punto vertiginoso en donde
nacen las nostalgias y las promesas de retorno; el
Oriente se ofrece a la razón colonizadora de Occidente,
pero indefinidamente inaccesible, porque permanece
siempre como el límite: noche del comienzo, donde
Occidente se ha formado pero en la cual ha trazado una
línea divisoria; el Oriente es para él todo lo que él no es,
aún cuando deba buscar allí lo que es su verdad
primitiva. Será preciso hacer una historia de esa gran
partición, a lo largo del devenir occidental, seguirla en su
continuidad y sus intercambios, pero también dejándola
aparecer en su hieratismo trágico (Foucault, HL).
• Oriente no es sólo el vecino inmediato de Europa, es
también la región en que Europa ha creado sus colonias
más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus
civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y
una de sus imágenes más profundas y repetidas de lo
Otro. Además, Oriente ha servido para que Europa (u
Occidente) se defina en contraposición a su imagen, su
idea, su personalidad y su experiencia. Sin embargo,
Oriente no es puramente imaginario. Oriente es una
parte integrante de la civilización y de la cultura material
europea. El orientalismo expresa y representa, desde un
punto de vista cultural e incluso ideológico, esa parte
como un modo de discurso que se apoya en unas
instituciones, un vocabulario, unas enseñanzas, unas
imágenes, unas doctrinas e incluso unas burocracias y
estilos coloniales. (Said, “Orientalismo”.)
Orientalismo como discurso y
saber dominante sobre “Oriente”
• Para comprender lo que Said ha llamado
Orientalismo, es necesario rescatar dos
nociones importantes que Said tomó de
Michel Foucault, éstas son:
• Noción de Discurso
• Relación entre conocimiento y Poder
Discurso
Las luces, que han descubierto las libertades, inventaron también las
disciplinas (Foucault. M. Vigilar y Castigar)
• Vamos a entender Discurso, como un sistema de ideas
que fija los límites de lo verdadero en un sistema de
adecuación social. Las sociedades modernas, para
Foucault, son sociedades de discursos, los cuales tienen
pretensión de verdad. Esto genera procedimientos de
exclusión, cuya mayor manifestación se ve en lo
prohibido. La mayor fuente de producción de discurso,
va a ser la ciencia, es la ciencia la que produce el
discurso verdadero, un discurso que tiene fuerza
coactiva, a partir de la cual, la disciplina se convierte en
principio de control de la producción del discurso.
(Foucault. M, El Orden del Discurso)
Relación Conocimiento y Poder
• En cuanto a la relación entre conocimiento y poder, está
íntimamente conectada con la noción de discurso. Pues
aceptar esta noción de discurso, implica “admitir que el
poder produce saber, que poder y saber implican
directamente el uno al otro, que no existe relación de
poder sin constitución correlativa de un campo de saber,
ni de saber que no suponga y constituya una relación de
poder (Foucault. M, Vigilar y Castigar)”.
• Comprender esto nos será de suma utilidad al momento
de analizar el orientalismo como discurso, pues, el
mismo Said cita a Benjamín Disraeli cuando dice que
“Oriente es una Carrera”, ¿qué significa esto? La
creación de un campo de saber sobre Oriente, y
correlativamente, la dominación colonial sobre oriente.
Continuando con Foucault, aceptar esta noción significa
comprender que el saber no es inocente, produce poder,
y en consecuencia, implica renunciar a la oposición
entre conocimiento interesado y desinteresado.
Orientalismo
• “El desarrollo de la ciencia soluciona siempre, y
cada vez más, lo conocido en algo nuevo; pero
desea precisamente lo opuesto y parte del
instinto de reconducir lo desconocido a lo
conocido”. (F. Nietzsche, La Voluntad de Poder).
• Said al hablar de Orientalismo, se refiere a bastantes cosas, todas
ellas, según él, dependientes entre sí.
• La primera acepción, y la más aceptada, es la académica, es decir,
“alguien que escriba, enseñe o investigue sobre Oriente, es un
orientalista, y lo que él hace, es Orientalismo” (Said. E.W,
Orientalismo)
• Una segunda acepción, más general, es entender el Orientalismo
como “un estilo de pensamiento que se basa en la distinción
ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y
Occidente”, así, dice Said, “una gran cantidad de escritores han
aceptado esta diferencia básica para elaborar teorías, novelas,
descripciones sociales e informes políticos sobre Oriente, su gente,
sus costumbres, su mentalidad, etc.” (Ibid. )
• El tercer significado que da Said sobre Orientalismo es:
“una institución colectiva que se relaciona con Oriente,
relación que consiste en hacer declaraciones sobre él,
adoptar posturas con respecto a él, describirlo,
enseñarlo, colonizarlo y decidir sobre él”; en resumen
dice: “el Orientalismo es un estilo occidental que
pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre
Oriente”(Ibid.) .
• Es por esto que Said ha planteado que Oriente ha sido
“orientalizado” por occidente, porque le convenía que así
sea. Es decir, ha creado una imagen de oriente, que no
es la de un Oriente real, sino es una imagen que tiene
más que ver con occidente que con oriente, en tanto que
es la cultura que lo produjo como discurso, y es
producto de esas circunstancias políticas, sociales e
históricas.
• El orientalismo, más que una disciplina, es un discurso
hegemónico que tiene su base en el mundo erudito y de
las instituciones y gobiernos, con una pretensión de
verdad, discurso que tiene más que ver con “occidente”
que con un “oriente real”, puesto que es producto de las
propias circunstancias históricas y políticas de Europa,
es así como el orientalismo, en tanto discurso
hegemónico, se convierte en un filtro para cualquier
occidental que quiera conocer, decir o escribir sobre
oriente, ya que se convierte en sistema de ideas con
fuerza coactiva, pero no por eso, menos productiva.
• Según Said, el orientalismo “es la distribución de una
cierta conciencia geopolítica en unos textos estéticos,
eruditos, económicos, sociológicos, históricos y
filológicos; es la elaboración de una distinción geográfica
básica (el mundo está formado por dos mitades
diferentes, Oriente y Occidente) y también de una serie
completa de intereses que no sólo crea el propio
orientalismo, sino que también mantiene a través de sus
descubrimientos
eruditos,
sus
reconstrucciones
filológicas, sus análisis psicológicos y sus descripciones
geográficas y sociológicas; es una cierta voluntad o
intención de comprender - y en algunos casos, de
controlar, manipular, e incluso incorporar – lo que
manifiestamente es un mundo diferente (alternativo,
nuevo)” (Ibid.)
Los intelectuales franceses de la
Ilustración y el Islam
Voltaire
• Voltaire, estudió con cierta atención el tema del Islam,
principalmente el Islam como religión. En un primer
periodo, con Mahoma y el fanatismo, su juicio sobre el
Islam es despectivo e incluso hostil. Más tarde, con el
Ensayo sobre las costumbres, el tono se vuelve más
matizado y sereno, pero el juicio en conjunto sigue
siendo duro. En realidad, en el primer período, lo que
atacaba en el Islam era la religión en general y al
cristianismo oficial en particular. Pero no deja de ser
significativo que eligiese precisamente al Islam
como símbolo del fanatismo, del antihumanismo y
de la voluntad de poder. En un contexto global, los
ataques lanzados contra el Islam y su Profeta ponen de
manifiesto una clara antipatía. (Djait, H. Europa y El
Islam)
• Lo que aparece aquí no es el viejo prejuicio medieval: se
trata de una nueva valoración del Islam como fuerza
religiosa y en su totalidad.
• Esta valoración experimentó importantes modificaciones
(...) El Ensayo sobre las costumbres intenta analizar los
elementos que componen el Islam desde la perspectiva
de una historia de las religiones. Esta perspectiva
permite a Voltaire distinguir entre la aportación profética
propiamente dicha y el desarrollo posterior del sistema
religioso. Muhammad sigue siendo un hombre que
abusó de la credulidad de sus congéneres e impuso su
mensaje por la fuerza. (Ibid.)
• El Islam evolucionó no obstante en el sentido de la
tolerancia y se acercó, en su relajación sexual, a lo que
podría parecer un sistema de religión natural. Jesús es
bueno pero los cristianos se han vuelto intolerantes,
mientras que los musulmanes son tolerantes a pesar de
tener un mal profeta. (Ibid.)
Volney
• Volney, emprendió en vísperas de la Revolución un
largo viaje a Oriente, del que salió su Descripción de
Egipto y Siria.
• La idea de violencia está presente: «Mahoma supo crear
un imperio político y teológico a expensas de los de
Moisés y los vicarios de Jesús; (…) hace hablar a un
imán «de la ley de Mahoma»: «Dios designó a Mahoma
como su ministro en la tierra; le confió el mundo para
que sometiera por medio del sable a todo aquel que se
negara a creer en su Iey». (Ibid.)
• Denuncia a ese «apóstol de un Dios clemente que sólo
predica el crimen y la matanza», ese espíritu intolerante
y exclusivo que «atenta contra toda idea de justicia» y,
expresándose por boca de teólogos cristianos en un
debate contradictorio, describe al Profeta como un
ambicioso que se sirvió de la religión para «sus
proyectos de dominación y propósitos mundanos», y al
Corán
como
«una
sarta
de
declamaciones
contradictorias y vagas, de preceptos ridículos y
peligrosos». (Ibid.)
• Aún reconociendo la parte de irracionalidad que
contiene el cristianismo, el autor no deja de oponer «su
moral bondadosa y compasiva, y sus inclinaciones
puramente espirituales» a un Islam que se caracteriza
por el desprecio de la ciencia —lo que resulta
sorprendente—, por la exaltación de la codicia y de los
bajos instintos —amenaza del infierno para los cobardes
y promesa del paraíso para los valientes—, en resumen,
por una moral brutal que lleva el signo de su barbarie
original, pero una barbarie que, lejos de mostrarse como
tal, acto puro y fuera del orden de valores, se erigió en
sistema religioso, en verbo divino, en ejemplaridad
obsesiva. (Ibid.)
•
«El espíritu islámico está muy lejos de poder remediar los abusos del
gobierno; puede decirse, por el contrario, que es la causa de ellos. Para
convencerse, basta con examinar el libro del que es deposito... Cualquiera
que lea el Corán tendrá que confesar que no contiene ninguna idea ni de
los deberes de los hombres en sociedad, ni de la formación del
cuerpo político, ni de los principios del arte de gobernar, nada en una
palabra de lo que constituye un código legislativo. Las únicas leyes que
se pueden encontrar se reducen a cuatro o cinco disposiciones relativas a
la poligamia, al divorcio, a la esclavitud, a la sucesión de los parientes
cercanos... Si en el desorden de un delirio permanente es capaz de captar
el espíritu general, un sentido resumido, este es el de un fanatismo
violento y obstinado. En sus oídos resonaran palabras como impíos,
incrédulos, enemigos de Dios y del Profeta, rebeldes a Dios y al Profeta,
devoción a Dios y al Profeta... ¡He aquí el espíritu del Corán...! “Qué otra
consecuencia puede tener sino la de establecer el despotismo más
absoluto en el que manda y la adhesión más ciega en el que obedece? Y
ese fue el objetivo de Mahoma; no quería iluminar sino reinar; no
buscaba discípulos sino súbditos. Hay que decirlo. De todos los hombres
que se han atrevido a dar leyes a los pueblos, ninguno fue tan ignorante
como Mahoma; de todas las creaciones absurdas del espíritu humano,
ninguna es más miserable que su libro. Lo que sucede en Asia desde hace
mil doscientos años es la prueba; ya que si de lo particular pasamos a
consideraciones mas generales, sería fácil demostrar que el desorden
de los Estados y la ignorancia de los pueblos en esa parte del mundo
son efectos más o menos inmediatos del Corán y de su moral». (Ibid.)
El pensamiento Alemán y el Islam
• Contexto: Relaciones Germano-Árabes
• Alemania vive una experiencia distinta de la de Francia
e Inglaterra con respecto al mundo árabe.
• No existieron relaciones de tensión, siquiera en la Edad
Media. Incluso a principios del siglo XX llegan a formar
una alianza con el Imperio Otomano.
• No participaron de las empresas coloniales
• La alianza con Turquía fue el momento de mayor
acercamiento, algo radicalmente distinto del tipo de
acción colonial basada en la intromisión en los asuntos
del otro. En el caso de Alemania, no había nada último,
nada hostil tampoco, pero sí una inclinación y un juicio
previo favorables. No había agredido al Islam en el
pasado, no colonizaba tierra árabe o musulmana, era
enemiga de sus enemigos y aliada de Turquía, la cual,
por muchas razones, representaba todavía algo para la
conciencia arabo-islámica. (Djait, Op.cit.)
Hegel
• No es el joven Hegel, el de la Fenomenología del
espíritu y otros muchos trabajos sobre la filosofía de la
religión, el que se interesó por el Islam, sino el de la
época de madurez, el autor de ese monumento
incomparable que son las Lecciones sobre la filosofía de
la historia. Cuantitativamente, el espacio que dedica al
Islam es escaso: algunas notas dispersas cuando el
contexto lo exige, y sobre todo cuatro paginas completas
y seguidas incluidas en la cuarta y ultima parte de la
obra, relativa al mundo germánico. Pero la visión es
sorprendente, profunda, verdadera y poética a la vez,
superando en profundidad y verdad todo lo que se había
escrito en Europa hasta entonces. (Djait, H. Europa y el
Islam)
• Al abordar directamente el problema del Islam, lo
presenta como la Revolución de Oriente «que destruyó
toda particularidad y toda dependencia, iluminando y
purificando perfectamente el alma, haciendo del Uno
abstracto el objeto absoluto, y de la pura conciencia
subjetiva, de la ciencia de este Uno, el único fin de la
realidad...». (Ibid.)
• El Islam se realizó en la historia inmediatamente y como
una fuerza luminosa. Superó la negatividad del espíritu
oriental que se manifiesta a través de la servidumbre del
Espíritu, superó igualmente la particularidad del dios
judío, situándose enseguida en el terreno de la
generalidad, purificando y liberando el espíritu. «Honrar
al Uno es el único fin del mahometismo». (Ibid.)
• Este Uno es abstracto, aunque sea verdaderamente la
determinación del espíritu. No es concreto como el dios
cristiano que encarnó, como hombre, lo divino. Hegel
pone de relieve la claridad, la sencillez y la generalidad
del principio islámico. Sin embargo, la abstracción, que
es el aspecto mas destacado, va unida al entusiasmo. El
fanatismo musulmán es más exactamente entusiasmo
por una abstracción que «consiste en un
comportamiento destructor y devastador de lo concreto;
pero el de los musulmanes era también capaz de toda
clase de actos sublimes y esta sublimidad, libre de
intereses mezquinos, se identifica con las virtudes de la
grandeza del alma y del valor». (Ibid.)
• Es una visión poética, bajo la cual se articula una visión coherente
del Islam como movimiento histórico:
• A nivel de la cultura, el Islam, según Hegel, solo se interesó por
Dios. Fundamentalmente, se orientó hacia lo trascendente como
objeto privilegiado del saber, no hacia el mundo histórico o el
mundo natural. El honor de la ciencia consiste en vincularse a lo
sagrado, mientras que en Europa la diferente naturaleza del objeto
centró todo el interés en el conocimiento del mundo.
• A nivel de la política, el filósofo alemán identificó las deficiencias del
sistema islámico con la inexistencia de toda norma estable de
sucesión. Mientras que en Europa hubo continuidad y estabilidad
gracias a la sacralización de un principio primitivo, el de la sangre.
• Hegel no da ninguna explicación valida a la decadencia histórica
del Islam, de la que es consciente. Pero el paralelismo con Europa
se entiende de manera implícita. La ascensión de Europa se explica
tanto por un principio original valido como por su poder dialéctico,
fundamento del desarrollo europeo. (Ibid.)
• La extraordinaria paradoja de la historia de Europa
occidental es que esta civilización, una de las mas
elevadas y más ricas que han existido (y para Hegel, el
punto culminante de la Historia universal), nació de una
barbarie desencadenada, del vacío humano y cultural,
de lo inorgánico y lo inorganizado. Es la consecuencia
de una dialéctica llevada al extremo; del hundimiento del
Estado en la Edad Media surgió el Estado racional, del
feudalismo la democracia, de la opresión de la Iglesia la
libertad de conciencia, y los antagonismos nacionales,
por destructivos que hayan podido ser, dieron lugar a la
nación como marco de expansión del hombre y de la
cultura. En el siglo VII, el Islam salía como ganador y
parecía poder cumplir la promesa de la realización de lo
humano, pero no fue él quien provocó esa inmensa
conmoción de la historia. (Ibid.)
• Fue a la Europa olvidada por el Imperio romano (la Galia e
Inglaterra) y a la del exterior del limes (Germania), convertidas en
presa de todos los invasores, convulsas y desintegradas, a las que
correspondió la peligrosa tarea no de poner fin a la historia —como
pensaba Hegel— sino de hacer que diera un paso decisivo y hasta
entonces único. Europa salió de las tinieblas negándose y
superándose, pero todavía faltaba que los principios planteados con
anterioridad fuesen fecundos en sí mismos y contuvieran las
premisas de su propia superación. En lugar de esa confusión que
se pretende, de ese largo titubeo debido simultáneamente a la
indecisión y a la fecundidad del principio europeo, el Islam opone
otro modelo de desarrollo de la civilización. Su propio éxito,
adaptado a su tiempo, va a situarle en un relativo inmovilismo. A
pesar de su novedad «bárbara», el arabismo estaba demasiado
avanzado en su evolución como para ser, durante la conquista y a
semejanza del germanismo, un mundo receptivo y pasivo ante su
acogida. Tuvo que convertirse el mismo en norma y en principio y,
al haber dado vida al Islam, se le condenó prácticamente a ser
creador, activo, perenne, en cierto modo resistente a la muerte,
poder de afirmación, no movimiento dialéctico. Mientras que Europa
se dejaba llevar por la confusa libertad del dinamismo histórico.
(Ibid.)
• A partir de esto Hegel plantea que el Islam pasa a ser una parte
menor en la Historia Universal.
Marx
• La burguesía somete el campo al imperio de la
ciudad. Crea ciudades enormes, intensifica la población
urbana en una fuerte proporción respecto a la
campesina y arranca a una parte considerable de la
gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del
mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete
los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones
civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos
burgueses, el Oriente al Occidente. (Manifiesto
Comunista, 1848)
• Los árabes, los turcos, los tártaros y los mogoles que conquistaron
sucesivamente la India, fueron rápidamente hinduizados. De
acuerdo con la ley inmutable de la historia, los conquistadores
bárbaros son conquistados por la civilización superior de los
pueblos sojuzgados por ellos. Los ingleses fueron los primeros
conquistadores de civilización superior a la hindú, y por eso
resultaron inmunes a la acción de esta última. Los británicos
destruyeron la civilización hindú al deshacer las comunidades
nativas, al arruinar por completo la industria indígena y al nivelar
todo lo grande y elevado de la sociedad nativa. Las páginas de la
historia de la dominación inglesa en la India apenas ofrecen algo
más que destrucciones. Tras los montones de ruinas a duras penas
puede distinguirse su obra regeneradora. Y sin embargo, esa obra
ha comenzado. (Futuros resultados de la dominación Británica en la
India, 1853)
• La unidad política de la India, más consolidada y
extendida a una esfera más amplia que en cualquier
momento de la dominación de los grandes mogoles, era
la primera condición de su regeneración. Esa unidad,
impuesta por la espada británica, se verá ahora
fortalecida y perpetuada por el telégrafo eléctrico. El
ejército hindú, organizado y entrenado por los sargentos
ingleses, es una condición sine qua non para que la
India pueda conquistar su independencia y lo único
capaz de evitar que el país se convierta en presa del
primer conquistador extranjero. La prensa libre,
introducida por vez primera en la sociedad asiática y
dirigida fundamentalmente por una descendencia
cruzada de hindúes y europeos, es un nuevo y poderoso
factor de la reconstrucción. (Ibid.)
• La industria moderna, llevada a la India por los ferrocarriles,
destruirá la división hereditaria del trabajo, base de las castas
hindúes, ese principal obstáculo para el progreso y el poderío de la
India. (Ibid.)
• La industria y el comercio burgueses van creando esas condiciones
materiales de un nuevo mundo del mismo modo como las
revoluciones geológicas crearon la superficie de la tierra. Y sólo
cuando una gran revolución social se apropie las conquistas de la
época burguesa, el mercado mundial y las modernas fuerzas
productivas, sometiéndolos al control común de los pueblos más
avanzados, sólo entonces el progreso humano habrá dejado de
parecerse a ese horrible ídolo pagano que sólo quería beber el
néctar en el cráneo del sacrificado. (Ibid)
Nietzsche
• Pablo buscaba su fin y, por ende, también los medios
conducentes al logro del mismo... Lo que él no creía, lo
creían los idiotas entre los cuales propagaba su
doctrina. Su necesidad era el poder; con Pablo, el
sacerdote trató una vez más de erigirse en amo; sólo le
convenían conceptos, doctrinas y símbolos que sirvieran
para tiranizar masas y organizar una grey. ¿Qué fue lo
único que más tarde Mahoma tomó prestado del
cristianismo? La invención de Pablo, su medio para
establecer una tiranía de los sacerdotes y organizar una
grey: la fe en la inmortalidad, vale decir, la doctrina del
“juicio” (El Anticristo, 42)
• Basta leer a alguno de los agitadores cristianos, por
ejemplo a San Agustín, para comprender, oler, qué
suciedad se había logrado. Sería un craso error
suponerles cortas luces a los jefes del movimiento
cristiano; ¡oh, son muy inteligentes, dotados de una
inteligencia que raya en santidad, esos padres de la
Iglesia! Lo que les falta es otra cosa. La Naturaleza no
ha sido generosa con ellos; les regateó un modesto
acervo de instintos respetables, decentes limpios...
Entre nosotros, ni siquiera son hombres... Si el
islamismo desprecia al cristiano, tiene mil veces derecho
a tal actitud; pues el islamismo se basa en hombres...
(Ibid, 59)
• El cristianismo desacreditó los frutos de la cultura antigua, y más
tarde desacreditó también los frutos de la cultura islámica. La
maravillosa cultura morisca en España, que en el fondo a nosotros
nos es más afín, porque apela a nuestro espíritu y gusto en mayor
grado que Roma y Grecia, fue aplastada (me callo por qué pies).
¿Por qué? ¡Porque reconocía como origen instintos aristocráticos,
viriles; porque decía sí a la villa aun con todas las exquisiteces raras
y refinadas de la villa moral ... Los cruzados lucharon más tarde
contra algo que debían haber adorado: contra una cultura frente a la
cual hasta nuestro siglo XIX será una cosa muy pobre, muy “tardía”.
Claro que ansiaban botín; el Oriente era rico... ¡Seamos bastante
sinceros para admitir que las cruzadas no fueron más que una
piratería superior! La nobleza alemana, una nobleza vikinga, en
definitiva, estaba entonces en su elemento; la Iglesia sabía muy
bien en virtud de qué se time nobleza alemana... (Ibid, 60)
• Los nobles alemanes siempre han sido los “suizos” de la Iglesia,
siempre han estado al servicio de todos los malos instintos de la
Iglesia, pero bien remunerados... ¡Por eso, con ayuda de espadas
alemanas, sangre y valentía alemanas, la Iglesia ha librado su
guerra sin cuartel a todo lo aristocrático de la tierra! He aquí un
punto que plantea no pocos interrogantes dolorosos. La nobleza
alemana está poco menos que ausente en la historia de la cultura
superior; se adivina la razón de que sea así... El cristianismo y el
alcohol; los dos grandes medios de la corrupción... En sí no puede
haber dudas sobre el partido que tomar, ni ante islamismo y
cristianismo, ni menos ante árabe y judío. La cosa está decidida;
nadie está aquí en libertad de elegir. O se es un tshandala o no se
es un tshandala... “¡Guerra sin cuartel a Roma! ¡Paz y amistad con
el islamismo!” Así sintió y obró Federico II, ese gran librepensador,
el genio de los emperadores alemanes. ¿Cómo?, ¿es que un
alemán ha de ser genio, librepensador, para sentir de una manera
decente? No comprendo que jamás alemán alguno haya sido capaz
de sentir de una manera cristiana... (Ibidem)
Las Representaciones del Oriente
en el Liberalismo Británico del
Siglo XIX:
John Stuart Mill, 1806-1873
• “(...) el principio progresista, ora se le considere como amor de la
libertad, ora como amor de las mejoras útiles, es siempre enemigo
del imperio de la costumbre, pues al menos aquél, implica la
liberación del yugo de ésta; y la luhca entre esas dos fuerzas
constituye el interés principal en la historia de la humanidad”. (JS.
Mill, Sobre la Libertad).
• La mayor parte de los países del mundo carecen de historia,
propiamente hablando, porque el despotismo de la costumbre es
completo. Tal es el caso de todo el Oriente. La costumbre es allí el
árbitro soberano de todas las cuestiones; justicia y Derecho
significan allí conformidad con la costumbre. Nadie, Jamás,
excepto, algún tirano intoxicado de poder, ha soñado resistir al
argumento de la costumbre. (Ibidem).
• Pero veamos el resultado. Esas naciones debieron tener
originalidad en otros tiempos, pues no han salido de la
tierra ya populosas, cultas y profundamente versadas en
ciertas artes de la vida: todo esto se lo hicieron ellas
mismas, y fueron, en un tiempo, las mayores y más
poderosas naciones de la Tierra. ¿Qué son ahora?
Súbditos o vasallos de tribus cuyos antecesores erraban
por los bosques, mientras que los de los suyos tenían
magníficos palacios y templos espléndidos; pero sobre
los cuales la costumbre no reinaba más que a medias
con la libertad y el progreso. (Ibid. )
• Pero nosotros somos por igual progresistas y variables;
inventamos continuamente cosas nuevas en mecánica y
las conservamos hasta que son reemplazadas por otras
mejores; estamos prontos a aceptar mejoras en la
política, en la educación, e incluso en la moral, si bien
en este último caso, nuestra idea de mejora consista
sobre todo en hacer a los demás, por fuerza o de grado,
tan buenos como nosotros mismos. (Ibid.)