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Hacer de
Cristo
el corazón
del mundo
Itinerario espiritual
a los origines
del Carisma
en tres etapas
1ª Etapa Turín
“…es cosa del corazón” partir
llamada a la misionariedad
2ª Etapa Mornés
“…en el Corazón de Jesús” (C. 39, 2)
permanecer llamada a la santidad
3ª Etapa Nizza Monferrato
“…con corazón grande y generoso” (C. 47, 12)
crecer llamada a ser comunidad educativa
1ª Etapa:
“Id también vosotros
a la viña…”
Partir de Mornese hacia Turín
Es una respuesta a la llamada a la
misionariedad, presente en el
corazón de la Madre desde
siempre (Cf. C 75).
Turín…nuestro viaje empieza aquí
María Mazzarello mira con los
ojos del corazón y ve a las hijas
del pueblo, aquellas que se
ganan el pan en las fábricas
escuálidas, húmedas, malsanas
de la ciudad o trabajan al
servicio de las familias
burguesas y a menudo fatigan
para sentirse personas.
En el ánimo no son tan distintas de
las “jovencitas” de la visión de
Borgoalto donde una voz había
dicho a Maín: “A ti ¡te las
confío!”. Son aquellas que Don
Bosco vio en la Piazza Vittorio en
Turín y…son las mismas del barrio
de Valdocco que muchas veces lo
habían parado por el camino
preguntándole: ¿Por qué no piensa
también en nosotras”.
El 29 de marzo de
1876, la de Turín es
una de las primeras
migraciones del
Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora
nacido en 1872.
Las acompañaba el corazón de
Madre Mazzarello que preparó
con cuidado esta “migración”.
Las Hermanas se pusieron inmediatamente en
movimiento para comenzar el oratorio y salir al
encuentro de las exigencias de las muchachas pobres
y solas.
Proseguimos nuestro viaje
compartiendo las primeras fatigas de
estas nuestras hermanas, sus ansias,
sus interrogantes:
“¿Cómo abrir el oratorio en Turín?
¿Cómo darse a conocer? ¿Dónde ir a
buscar a las muchachas, cómo
invitarlas, en suma, cómo atraerlas?
Coged estas estampas y estas
medallitas de la Virgen e id a dar una
vuelta por las calles de aquí alrededor.
A todas las muchachas que encontréis
regalad una medallita y una estampa,
preguntadles cómo se llaman, si tienen
mamá, papá, hermanos y hermanas; si
van a clase y dónde… Invitadlas a que
vengan a veros.
Decidles que les haréis jugar,
que el domingo después del
juego, cuando ellas tengan
también la necesidad de estarse
sosegadas, las llevaréis a la
Iglesia para el Catecismo y la
Bendición. ¡Veréis que vendrán!
Y luego diréis que si alguna
quiere venir a clase, vosotras
estaréis contentas de darla
gratuitamente”.
Las hermanas buscan también a
aquellas que no vienen, las más
pobres y mal vestidas. Quizás no
pueden ir a coger a los “díscolos y
barrabases” como hacía Don Bosco,
pero recorriendo con discreción las
calles del arrabal encuentran a las
lavanderas, las criaditas, las
modistillas, aquellas sin familia.
Don Bosco a su regreso de una
estancia en Francia en 1878,
pregunta a las hermanas:
“En el oratorio ¿tenéis muchas
muchachas? ¿Siguen viniendo
también todos los días después
de comer y por la tarde después
de salir de la fábrica?”.
Y al sí de las hermanas les
exhorta diciendo:
“¡Qué bien! Nosotros estamos
precisamente para esta gran
obra, pero ¡atentas! Para
hacer el bien a las muchachas,
hay que estar siempre alegres,
hay que amarlas a todas”.
La Madre las sigue desde Mornese, las encuentra
cada día en el Corazón de Jesús y reza por este
rodaje no fácil.
Vemos a la Madre que va más de
una vez a Turín, la encontramos
en el patio de Casa Moretta, en
las calles de alrededor, la
miramos asistiendo a los juegos,
al ruido, tomando parte activa en
ellos, pero también interesarse
por todas y por cada una.
La observamos irse contenta de poder decir
a la comunidad de Mornese:
“¿En Turín? ¡Todo bien! Tienen el
Oratorio ya lleno de niñas, la
escuela gratuita, los catecismos
diurnos y dominicales, un taller
bien encaminado. Y ya se sabe, el
grupo de ¡las hermanas
estudiantes…!”.
¿Cuál es el secreto de todo esto?
¿Cómo tener a la vez en el
corazón “los gritos festivos y los
juegos de las avispadas
oratorianas y de las numerosas
alumnas de la escuela gratuita
con las historias difíciles de
aquellas marcadas por una vida
sufrida y pesada?”.
El mandamiento de la alegría y del
abandono en Dios que desarma,
en un Dios que ama y salva y hace
capaces de caminar por todos los
caminos
caminamos por los nuevos barrios obreros del
tiempo, intentamos buscar las huellas del sueño de
las primeras Hijas de María Auxiliadora en Turín.
Son huellas concretas...
María Dominica sigue
caminando también hoy por
nuestras calles y mirando con
los ojos del corazón las nuevas
“fronteras” de nuestra ciudad
en la que las etnias y las
culturas se encuentran y a
menudo chocan.
Es todavía ella, la Madre, que quiere volver con sus Hijas
a lo largo del Dora, allí donde las primeras FMA fueron en
busca de muchas muchachas, a menudo sin familia, sin
parroquia, sin que nadie las quisiera, extranjeras en el Turín
de 1800, como están hoy tantos jóvenes que llegan a
nuestra ciudad, al barrio multiétnico de Porta Palazzo,
desde todas las partes del mundo.
Madre Mazzarello mira también a estos jóvenes con los
¡ojos del corazón!
“Id por las calles de aquí
alrededor…”
Hoy es aún éste el secreto: poner la tienda entre la
gente, quedarse para entender, querer habitar la
pluriculturalidad, encontrar los perfumes, los sabores, las
músicas, los colores del mundo, dialogar para que las
diferencias se armonicen, construir puentes entre las
religiones y las culturas.
Esta parada en el Turín de ayer y
de hoy nos ayude a “osar caminos
nuevos” y a escribir en lo
cotidiano páginas de
‘amorevolezza’ para los jóvenes y
con ellos, para que “tengan Vida
y Vida en abundancia”.