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DOMINGO
9º
DEL TIEMPO
ORDINARIO
LA CASA
EDIFICADA
SOBRE ROCA Y
LA EDIFICADA
SOBRE ARENA
La Liturgia de hoy
es una invitación
a construir
nuestra vida
sobre
el fundamento
sólido
de la PALABRA
DE DIOS.
Escucharla con los oídos,
vivirla en el corazón y traducirla en obras.
La 1ª Lectura es un discurso de Moisés,
al final de su vida.
Recuerda al Pueblo
los compromisos
asumidos con Dios
y les invita a renovar
la Alianza con el Señor.
Es una INVITACIÓN
a tener
la Palabra de Dios siempre presente:
“Meteos mis palabras
en el corazón y en el alma..."
Moisés muestra
DOS CAMINOS:
Si el Pueblo
acepta
los preceptos
del Señor,
será fuente
de bendición.
- Si el Pueblo no escucha
los preceptos del Señor,
será fuente de maldición.
En la 2ª Lectura, San Pablo afirma
que la observancia
de la Ley
no es suficiente.
Dios salva por la fe:
“El hombre
es justificado por LA FE,
sin las obras de la ley."
* La Salvación es un don gratuito de Dios
y no el resultado
de nuestros méritos personales.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos:
No todo
el que me dice
“Señor, Señor”
entrará
en el reino
de los cielos,
sino
el que cumple
la voluntad
de mi Padre
que está
en el cielo.
El que escucha estas palabras mías
y las pone en práctica
se parece
a aquel hombre prudente
que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia,
se salieron los ríos,
soplaron los vientos y
descargaron contra la casa;
pero no se hundió, porque
estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías
y no las pone en práctica
se parece a aquel hombre necio
que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos,
soplaron los vientos
y rompieron contra la casa,
y se hundió totalmente.
* ¿Sobre qué tipo de fundamento
queremos construir
la casa
de nuestra vida?
- ¿Sobre
la roca firme
de la Palabra
de Dios
oída
y llevada
a la práctica,
- o sobre valores efímeros y vanos
del dinero,
del poder,
de la fama,
de la gloria,
de la mentira,
de la injusticia
o de la violencia?
Salmo 30
Sé la roca
de mi refugio, Señor.
A ti, Señor, me acojo;
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme.
Sé la roca
de mi refugio, Señor.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte
donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.
Sé la roca
de mi refugio, Señor.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.
Sé la roca
de mi refugio, Señor.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;
-dice el Señor-; el que permanece en
mí y yo en él, ése da fruto abundante.