Download Si fuera un automóvil en Cuaresma pasaría la ITV. Tengo que
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Clic para avanzar Me es necesario, en esta Cuaresma, hacer un pequeño ejercicio de acogerme y reconciliarme conmigo, para así poder ofrecerme y entregarme como lo hizo Jesús. Si fuera un automóvil en Cuaresma pasaría la ITV. Tengo que intentar mi conversión. Se trata de un momento especial de purificación, para poder participar con mayor plenitud del misterio pascual del Señor (Rom 8, 17). La ceniza es un signo de conversión. Es el inicio de mi peregrinación cuaresmal, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo en la Resurrección. Necesito convertirme, abandonando lo que me aleja de Dios, y modificar mi forma de vivir para que Dios sea el centro de mi vida. Debe ser un tiempo de analizar cómo es mi amor y cómo lo vivo con mi familia, y de manera especial con aquel a quien tengo más cerca, en el ambiente concreto en el que me muevo. Es tiempo favorable para revisar las muchas veces que me dejo llevar por mi egoísmo y de tomar el compromiso de entregarme a los demás. Durante este tiempo especial de purificación, ante todo, estará la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios; sólo en el diálogo íntimo con mi Señor la gracia divina penetrará mi corazón. En mi peregrinación la Eucaristía será para mí ayuda, fortaleza, luz, consuelo pues no voy sola en este viaje al corazón, sino que Dios viene conmigo y me manifiesta su amor. Ofreceré aquellas circunstancias cotidianas que me son molestas de aceptar y los distintos contratiempos que se me presentan a diario, con humildad, gozo y alegría, el desapego y el desprendimiento. La Cuaresma me invita a aceptar el dolor, esperando en la misericordia del Padre y haciendo mía la obra redentora del Hijo. En Cuaresma, aprenderé a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Y también a tomar mi cruz con alegría; las heridas de Cristo me curarán. En esta peregrinación para acoger el misterio pascual del Señor, María está de manera silenciosa, oculta, sin hacerse notar, como premisa y modelo de la actitud que debo asumir. Caminaré en compañía de María la senda que me conduce a Jesús. Ella, la primera cristiana, es guía segura en mi peregrinar hacia la configuración plena con su Hijo. Esta Cuaresma quiero que sea un viaje a mi corazón para encontrarme conmigo misma, depositando la ceniza espiritual sobre mí para cubrirme interiormente y escuchar qué me pide Dios. En mi peregrinación, descenderé como Jesús de la cruz y compartiré el consuelo, la palabra buena, el tiempo precioso: don interior que decide el encuentro con Él. María, discípula, seguidora, peregrina de la fe, me marcará el paso de la fidelidad y de la novedad de Cristo hacia la Pascua. Viviré esta cuaresma en clave de reconciliación, que me ayudará a asumir las muertes y la Muerte que no dejan de producirse en mí, y a colaborar en la tarea de transformación de la realidad. Tiempo oportuno para analizar cómo vivo el amor, la verdad, la honestidad, la sencillez de corazón, el perdón, la paz, la misericordia, y el hambre y sed de Dios. Cuaresma es un tiempo de gozo, de experimentar la serena alegría de la conversión, del encuentro con mi Señor. Me digo: “¡Feliz Cuaresma!”