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El imaginero, Ángel Rengel
López, 1995
Su obra, imagen de un nazareno
La imagen inolvidable del Padre que
nos ha dejado Jesús en la parábola del
hijo pródigo lleva consigo este rasgo de
la bondad: con la vista de su hijo que
vuelve a casa, el padre siente que se le
enternecen las entrañas y que se
apodera de él la compasión (Lc 15,20).
El Dios de Jesús no es insensible ante los dolores humanos. El
ha querido libremente ser en realidad misericordioso y
compasivo. Es el Dios de los pequeños y de los desesperados. Su
bondad y misericordia no tienen límites. Así es Dios.
El ser bondadoso
no equivale a ser
blando,
condescendiente
con la injusticia,
o indiferente
ante lo que está
bien o está mal
en las actitudes y
en las palabras
de quienes nos
rodean.
La bondad, va más allá de un simple ofrecimiento
de cosas materiales en condiciones precarias, para
fomentar este valor en nuestra vida podemos
considerar que debemos:
- Sonreír
- Evitar ser pesimistas: ver lo bueno y
positivo La bondad tiene tendencia a ver lo
bueno de los demás, no por haberlo
comprobado, sino porque evita enjuiciar las
actitudes de los demás bajo su punto de vista.
-Tratar a los demás como quisiéramos que
nos trataran: con amabilidad, educación y
respeto.
- Visitar a nuestros amigos: especialmente a los que están enfermos, los que
sufren un fracaso económico o aquellos que se ven afectados en sus relaciones
familiares.
- Procurar dar ayuda a los menesterosos, sea con trabajo o económicamente.
- Servir desinteresadamente.
La bondad tiene
tendencia a ver lo
bueno de los demás,
no por haberlo
comprobado, sino
porque evita enjuiciar
las actitudes de los
demás bajo su punto
de vista.
No permitas jamás
que alguien venga a
ti y se aleje sin ser
mejor y más feliz.
Conviértete en la
expresión de la
bondad de Dios
Bondad sobre tu
rostro que asome
por tus ojos;
Bondad en tu
sonrisa y en tu
saludo.
Ofrece a los niños,
a los pobres
a los que sufren,
una sonrisa de
gozo.
Dales no solo tus
cuidados,
también tu
corazón.
Beata Madre Teresa de
Calcuta
Inclinarse,
rebajarse,
acercarse a
quien te
necesita,
porque en el
fondo a través
de su
situación está
pidiendo a
gritos que
alguien le
respete, le
valore, le
quiera.
A Jesús nadie le ve, a nosotros sí. La bondad
no existe, los seres bondadosos, sí. Tú eres
el Jesús Bondad que los otros quieren ver
Y entonces la bondad se
convertirá en una luz que llene de
claridad el corazón de quien sufre
para descubrir que para Dios no
hay distinción de personas y que
todos somos iguales. El bueno
trata a todos por igual
La bondad es una
inclinación natural a
hacer el bien, con
una profunda
comprensión de las
personas y sus
necesidades,
siempre paciente y
con ánimo
equilibrado.
La bondad no se
detiene a buscar las
causas, sino a
comprender las
circunstancias que
han puesto a la
persona en la
situación actual, sin
esperar
explicaciones ni
justificación y en
procurar el
encontrar los
medios para que no
ocurra nuevamente.
La bondad tiene tendencia a ver
lo bueno de los demás, no por
haberlo comprobado, sino
porque evita enjuiciar las
actitudes de los demás bajo su
punto de vista, además de ser
capaz de "sentir" de alguna
manera lo que otros sienten,
haciéndose solidario al ofrecer
soluciones.
La bondad no tiene medida, es
desinteresada, por lo que jamás
espera retribución.
Nuestro actuar debe ir
acompañado de un verdadero
deseo de servir, evitando hacer las
cosas para quedar bien... para que
se hable bien de nosotros.
Sólo quien
planta
bondad
encontrará
dentro
de sí fuerzas
de vivir con
Dios.
Usa
entonces, sin
restricciones,
la bondad de
tu corazón.
Jesús experimenta en su vida la cercanía del amor de
Dios y lo comunica con toda sencillez. El no multiplica
sus palabras e ideas sobre Dios, sino que lo vive y lo
da a conocer con sus actitudes concretas de amor y de
perdón.
Entre los rasgos más característicos de Jesús está su
compasión con las miserias humanas.
Los numerosos milagros de Jesús son resultado de una
compasión que tiende a aliviar eficazmente los
sufrimientos. Son expresión de un amor que se acerca
lo más que puede a los seres queridos, y desea
participar en sus sufrimientos y remediarlos.
Y si tú y yo
fuéramos
iguales a él,
¿qué verían
en nosotros
los demás?