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Transcript
Los virus son seres acelulares, extraordinariamente simples, cuyo nivel de
organización los sitúa entre lo vivo y lo inerte; aunque son capaces de
autoduplicarse en las células vivas, pierden por completo su funcionalidad cuando
se los separa de las células que parasitan.
A pesar de dedicar parte de su esfuerzo a investigar cuál era la causante de la
rabia, Pasteur no logró determinarlo.
El pensaba que se trataba de un
microorganismo demasiado pequeño, imposible de ser detectado usando las
técnicas de que disponía. Es entonces, en la última década del siglo XX, cuando
comenzaron las investigaciones que permitieron descubrir la existencia de los virus.
En el año 1892, el botánico ruso Dimitri Ivanowski (1864-1920) demostró que el
jugo extraído de plantas de tabaco que padecían una enfermedad conocida como
“mosaico de tabaco” podía infectar a otras después de atravesar filtros con poros
que normalmente retenían a las bacterias.
Sin embargo, es en el año 1895, cuando el botánico holandés Martinus Beijerinck
nombró “virus filtrante” al agente causante de esta enfermedad. La palabra virus
significaba “veneno”. Este descubrimiento marcó el comienzo de la virología.
(Fuente: Bocalandro, N; Frid, D; Socolovsky, L. Biología I)
Estructura de los virus
Estos microorganismos de dimensiones muy pequeñas, presentan una estructura
de gran simplicidad, en donde encontramos una envoltura externa similar a la
membrana plasmática que contienen las células, una cubierta proteica propia y un
ácido nucleico. Sin embargo, hay características relevantes que diferencian a los
virus de los restantes grupos de seres vivos: el material genético es ADN o bien
ARN, pero nunca ambos tipos a la vez.
En primer lugar, el virus VMT, el de la polio, los parvovirus son moléculas de ADN
lineales y monocatenarias, es decir que contienen una sola hebra y por ejemplo el
Reovirus, o el virus del herpes, sus moléculas también pueden ser lineales pero
bicatenarias, con doble hebra.
Como se mencionaba más arriba, la estructura de los virus es de gran simplicidad,
consistente en una cubierta de proteínas llamaba “cápside” (la cual rodea al
material genético) y una molécula de ácido nucleico en su interior. Esta cápside
consta de varias subunidades, la que llamaremos Capsómeros.
El perfil externo de los virus, pueden estar dados según la disposición que adoptan
cada uno de estos capsómeros, resultando de ser: poliédricos, heliocoidales o
complejos. Por ejemplo, normalmente los que tienen veinte caras como ser el virus
de la polio, son los que conocemos como poliédricos; en el caso del virus de la rabia
que se dispone en torno al ácido nucleico es el heliocoidal y por último aquellos que
están formados por una cabeza, una cola y un posterior sistema de anclaje, son los
denominados complejos, como por ejemplo los bacteriófagos (es decir aquellos
virus que infectan otros organismos, pero en este caso son las bacterias). Estos
virus presentan una cápside poliédrica, una cola y una estructura de anclaje que
consta de espinas y filamentos caudales.
Los virus que infectan animales están provistos de una membrana que les rodea
por completo (formada por lípidos y proteínas, estas últimas específicas de cada
uno) mientras que los que parasitan plantas, los que invaden bacterias y algunos
animales carecen de ella y se denominan virus desnudos.
El ataque de los Virus:
Cuando un virus ingresa al organismo y comienza a invadirlo, obliga a toda la
maquinaria celular a que lo replique o reproduzca y genera así la enfermedad. Es
por esto, que nosotros los humanos hemos desarrollado respuestas que destruyan
a estos microorganismos extraños que nos invaden, es decir a todas aquellas
células que no son propias de nuestro organismo.
La respuesta a ello son los
glóbulos blancos, aquí si típicas células de nuestro organismo, aquellas que
descienden de la célula madre localizada en la médula ósea. Por lo general, este
ataque a un invasor de características microscópicas es de carácter inflamatorio.
¿Por
qué?
Simplemente
porque
implica
la
utilización
de
nuestras
células
sanguíneas, para aislar y destruir el foco infeccioso detectado.
La sangre, puede definirse como un “órgano líquido que se desplaza de forma
constante a través de un sistema de conductos que lo distribuyen por todo el
cuerpo. Este órgano tan especial funciona como vehículo de trasporte de gases,
como por ejemplo el oxígeno y de los nutrientes, entre otros que son de vital
importancia para nuestro funcionamiento.
Pero, los vasos sanguíneos para poder llegar a todas las células del cuerpo, deben
ramificarse y disminuir su tamaño. Los capilares, son justamente estos vasos más
pequeños que poseen una capa de células que los recubren funcionando como una
minipared. Estas células se hallan próximas al tejido infectado, la mayoría de los
casos es la piel, lo cual producirán la libración de histamina, interferón y otras
sustancias químicas, en respuesta inflamatoria ante el virus presentado. ¿Por qué?
Esto se debe que las sustancias químicas tienen la propiedad de lograr que en las
paredes capilares se abran orificios, produciendo que los glóbulos blancos salgan
del torrente sanguíneo acompañados de otros componentes y líquidos de la sangre.
La cara visible de muchas veces de este proceso es lo que conocemos como “pus”
(fluido producido), es decir la actividad expulsada de las células, ya que el paso de
líquido a la zona afectada provoca la característica hinchazón del foco infeccioso.
La Defensa al Ataque: (ver Inmunidad Humana)
Si el predador microscópico pudo atravesar la primera barrera (la piel, por ejemplo)
o si ocurre el contagio directo al interior del cuerpo a través de heridas, la única
defensa que nos queda es lo que denominamos respuesta inmune. Esta respuesta
inmune es altamente específica e implica fundamentalmente dos tipos de glóbulos
blancos de la sangre: los linfocitos B y los linfocitos T. Cuando algún elemento
extraño logra ingresar en nuestro cuerpo, los linfocitos B (que maduran en el bazo)
comienzan a sintetizar una serie de moléculas que son capaces de inmovilizar al
invasor.
Estas
moléculas
se
denominan
anticuerpos,
y
tienen
una
forma
característica que es complementaria a alguna estructura de la superficie externa
de los invasores. De esta manera los anticuerpos encajan perfectamente en cada
porción de la cobertura exterior de los microbios. Un microorganismo queda así en
poco tiempo cubierto de anticuerpos.
El proceso lo inmoviliza y, así, es fácil presa de otras células de la sangre, que
literalmente se lo comen y lo destruyen. Los linfocitos T son células que maduran
en el timo, y son responsables de la destrucción de los agentes infecciosos y de las
células que los contienen. Algunos linfocitos T actúan directamente contra el
invasor (citotóxicos) y otros lo hacen indirectamente (cooperadores). Los linfocitos
T citotóxicos reconocen células que están infectadas con algún parásito intracelular
y las destruyen (junto con el agente infeccioso que llevan dentro, claro), mientras
que los linfocitos cooperadores aumentan la respuesta inmune.Sin la acción de las
células cooperadoras la respuesta inmune hacia cualquier infección es muy suave e
insuficiente.
Así nuestra respuesta a la presencia de algún elemento extraño en la sangre es
muy violenta. Tanto, que a nuestros depredadores no les queda otra salida que ser
más veloces que nuestras defensas o cambiar.
Muchos virus eligen la estrategia del camuflaje para evitar la acción de la respuesta
inmune del huésped. Por ejemplo, el virus de la gripe cambia su estructura externa
y se disfraza para que el huésped no lo reconozca.33 Otros, como el virus
responsable del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), denominado virus
de la inmunodeflciencia humana o VIH, han desarrollado una estructura totalmente
diferente que les asegura su mantenimiento y proliferación en nuestro cuerpo a
pesar de todos los mecanismos de inmunidad que mencionamos.
El VIH invade (y destruye) principalmente las células T cooperadoras, y deja el
sistema inmune de la víctima con una capacidad muy disminuida para responder
contra las infecciones. En las etapas finales de la enfermedad, el virus invade otras
células y tejidos del cuerpo, incluidos los del sistema nervioso. La deficiencia
inmunológica termina afectando a los pacientes, ya que no pueden responder con
eficacia contra otras infecciones y de esta manera quedan cada vez más expuestos
a enfermarse.
El virus del sida está presente en altos niveles en la sangre y en el semen de los
individuos
infectados
y,
por
lo
mismo,
se
transmite
por
contacto
sexual
(heterosexual u homosexual, oral, vaginal o anal), y a través del intercambio de
sangre o de productos de la sangre.
Clasificación de los virus En función de los distintos parámetros que presentan,
los virus se pueden clasificar de la siguiente manera:
Virus ARN e ARN monocatenario:
Sin envoltura
— Familia Leviviridae, cuya célula huésped es una bacteria, como el 1P501.
— Familia Astroviridae: infectan a vertebrados, como el astrovirus humano 1.
— Familia Barnaviridae: infectan a hongos, como el virus baciliforme de los hongos.
— Familia Picornaviridae: infectan a los animales invertebrados, como el virus de la
parálisis del grillo, o a los vertebrados, como el virus de la polio en humanos y el
virus de la hepatitis A.
Con envoltura
— Familia Rhabdoviridae: parasitan a las plantas, como el virus de la necrosis de la
lechuga, o a los vertebrados, como el virus de la rabia.
— Familia Coronaviridae: parasitan a vertebrados, como el virus de la bronquitis
infecciosa aviar.
— Familia Paramyxoviridae: parasitan a vertebrados, como el virus del sarampión.
— Familia Orthomyxoviridae: parasitan a vertebrados, como el virus de la gripe.
— Familia Retroviridae: parasitan a vertebrados, como el virus del cáncer y del
sida.
— Familia Paramyxoviridae: parasitan a vertebrados, como el virus de la parotiditis.
— Familia Togaviridae: parasitan a vertebrados, como el virus de la rubéola y el de
la fiebre amarilla.
ARN
bicatenario
Sin envoltura
— Familia Reoviridae: infectan a las plantas, como el virus tumoral de las heridas; a
los invertebrados, como el orvovirus de la lengua azul, o a los vertebrados, como el
virus de la diarrea en niños.
— Familia Birnaviridae: infectan a vertebrados, como el virus infeccioso de la
necrosis del páncreas.
Con envoltura
— Familia Cystoviridae: afectan a bacterias como el Phi 6.
Virus
ADN
ADN
monocatenario
Sin envoltura
— Familia Inoviridae: infectan a las bacterias, como el MVL1 o el M13.
— Familia Microviridae: infectan a las bacterias, como el X174.
— Familia Geminiviridae: parasitan a las plantas, como el virus del estriado del
maíz.
— Familia Parvoviridae: parasitan a los invertebradas, como el densovirus de
Galleria que afecta a los artrópodos, o a los vertebrados, coma los virus de los
perros y los cerdos.
ADN
bicatenario
Sin envoltura
— Familia Myoviridae o bacteriófagos, como el virus P2 y el T2.
— Familia Corticoviridae o bacteriófagos, como el PM2.
— Familia Caulimoviridae: parasitan a las plantas, como el mosaico de la coliflor.
— Familia lridoviridae: infectan a los invertebrados, como el virus de iridiscente de
típula, o a los vertebrados, como el virus 3 de la rana.
— Familia Adenoviridae: parasitan a los vertebrados, como el adenovirus humano.
— Familia Papovaviridae: parasitan a los vertebrados, como el que produce las
verrugas.
Con envoltura
— Familia Plasmaviridae o bacteriofagos, como el MV-L2.
— Familia Poxviridae: parasitan a los invertebrados, como el virus de la Melolontha,
o a los vertebrados, como el virus de la viruela.
Ciclo
Vital
de
los
virus
Una de las características más importantes de las virus es que no desarrollan un
metabolismo propio. El virus usa material genético con la información suficiente
para poder autoduplicarse gracias al metabolismo de la célula huésped que
parasita. Los más estudiados son los de los bacteriófagos: el ciclo lítico y el ciclo
lisogénico.
En el ciclo lítico a de infección de una bacteria se pueden diferenciar varias fases:
1. Fijación a la superficie de la célula hospedadora. Gracias a receptores específicos
en la pared bacteriana los virus se fijan a la superficie de ésta. En la cola del virus
se localizan enzimas que actúan de manera selectiva debilitando los enlaces de las
moléculas de la pared.
2. Penetración, El virus que se ha fijado a la pared bacteriana, contrae a vaina
helicoidal e inyecta el material genético en el interior de La célula huésped. En esta
penetración, los bacteriófagos o fagos dejan fuera de la célula la cápsida, la cola y
la placa de fijación. En el caso de los virus que afectan a las células animales,
entran intactos en la célula.
3. Replicación. El ADN bacteriano es degradado y se detiene el metabolismo celular.
El virus codifica en su material genético una serie de enzimas que van a dirigir
todos los procesos celulares hacia la síntesis de nuevas proteínas virales ya la
replicación, del material genético viral.
4. La siguiente fase es el ensamblaje del material genético y de las proteínas para
dar lugar a nuevas partícula .
5. Finalmente se produce la liberación de los nuevos virus gracias a la degradación
de la pared bacteriana, mediante la acción de la lisozima. De medía, se generan
cien nuevos virus.
En cuanto al ciclo lisogénico, existen formas de virus llamados atenuados, que gran
su material genético en el de la célula huésped. De este modo, los genes mantienen
reprimida su expresión, hasta que se produce la replicación del material genético de
la célula huésped. El tipo de bacteria en el que se da este fenómeno se denomina
lisogénica, y el virus no lítico recibe el nombre de profago.
Cuando las condiciones ambientales sean las adecuadas, el virus puede entrar en
un ciclo lítico y liberarse y destruir la célula huésped. La bacteria que contiene un
profago quedará inmune de la infección por virus de esa misma especie.