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Transcript
Delegación Episcopal de Catequesis de Madrid
1. Al servicio de la catequesis y de la transmisión de la fe
2. Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales
3. El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda
4. Necesidad de un nuevo catecismo universal
5. El Sínodo de los Obispos de 1985
6. Historia de la redacción
7. Autor y autoridad del Catecismo de la Iglesia Católica
8. Los destinatarios
9. Objetivos del Catecismo
10. El catecismo debe ser entendido en su totalidad
11. Características y líneas de fondo más destacadas
12. La economía salvífica, hilo conductor del Catecismo
a) La exposición de la economía de la Revelación
b) La economía sacramental
c) La economía salvífica
d) La economía espiritual
2
El término catecismo proviene del latín eclesiástico catechismus,
emparentado con el verbo latino catechizare catequizar
que, a su vez, tiene sus raíces etimológicas en el verbo griego
Katejeo.
Los catecismos son compendios sucintos y claros de la doctrina
cristiana, sancionados, de una manera u otra, por la autoridad
eclesiástica, y destinados bien a los niños o gente sencilla, bien
a los propios catequistas y sacerdotes para proporcionar
los elementos fundamentales de la fe.
3
Deben recoger de modo sistemático y orgánico la Verdad
revelada, como la vive y expresa la Iglesia en los distintos
lenguajes litúrgico y oracional, testimonial, comunitario y
magisterial. Cada lenguaje es limitado y uno solo no puede
introducir, con toda la riqueza de la tradición eclesial, en
la sustancia viva de la fe y la vida de la Iglesia.
índice
Desde el tiempo de los Apóstoles:
La Iglesia ha dado a conocer todo lo que enseñó y mandó el
Señor Jesús, para que los hombres creyendo en Él y bautizándose
alcanzaran la vida eterna;
La Iglesia resumió lo fundamental de la fe en fórmulas fáciles y
breves con el fin de transmitir fielmente lo que Jesús enseñó y
lo que predicaron los apóstoles.
4
Esas fórmulas muy pronto se revelaron como instrumentos
catequéticos utilísimos para los evangelizadores y los catequistas.
índice
El Símbolo de la fe, o Credo:
Resume los momentos esenciales de la historia de la salvación
desde la creación hasta la venida del Espíritu Santo
y la constitución de la Iglesia.
Nos ayuda a recordar sintéticamente lo que Dios ha querido
revelarnos de sí mismo y de su voluntad para con nosotros.
5
índice
Gracias al Símbolo, es posible:
Iniciar a los catecúmenos y catequizandos en la fe de una manera
orgánica y sistemática.
Ayudarles a conocer los elementos
y contenidos básicos y fundamentales
de la fe cristiana
Ayudarles a comprender el significado
y el alcance que tienen para la vida de
cada día la fe de la Iglesia.
6
Por eso se considera el Símbolo de
los Apóstoles como el primer catecismo
al servicio de la catequesis.
índice
Entre los siglos VII al IX, progresivamente fue desapareciendo
el catecumenado bautismal de adultos y con él desapareció
también esa forma original de educar la fe llamada catequesis.
Apareció, en cambio, un nuevo modo de Iniciación Cristiana mucho
más informal.
El peso recaía ahora en la familia y en los sacerdotes.
Las predicaciones dominicales y los días de fiesta de precepto
servían para enseñar el padrenuestro, el símbolo, las virtudes y
vicios más frecuentes, la doctrina de los sacramentos y, en
particular, el modo de confesar los pecados y otras fórmulas
doctrinales.
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índice
En el siglo XII aparecieron manuales de vida cristiana sobre
los deberes de los cristianos seglares y la preparación a
los sacramentos, pero que, a su vez, contenían una exposición
sumaria de la doctrina cristiana. Su finalidad principal era preparar
a los fieles para su confesión anual.
8
índice
En los siglos XIII al XV nacieron los manuales de predicación.
El más clásico y difundido en la Europa occidental de cultura latina
fue el Manipulus curatorum, compuesto hacia 1330.
Estaba dividido en cuatro partes:
quid credendam (credo),
quid petendam (padrenuestro),
9
quid faciendam (mandamientos)
quid sperandam (gloria del paraíso y postrimerías del
hombre).
índice
En los siglos XIV y XV
la predicación y la enseñanza
tuvieron un fuerte acento
moralizador ante
la decadencia general de
las costumbres cristianas.
10
índice
En el siglo XVI se multiplicaron las escuelas de la doctrina cristiana.
El concilio de Trento prescribió el catecismo dominical y festivo
para niños y jóvenes.
La instrucción dominical girará cada vez más en torno al catecismo
libro-doctrinal.
11
índice
Durante los siglos XVII al XX los catecismos se escribieron con un
tono apologético y un lenguaje alejado de las fuentes de la Sagrada
Escritura y de la liturgia. Estaban llenos de términos abstractos,
pues fueron pensados más para la instrucción magistral que para
suscitar el acto personal de fe. Por esto mismo los catecismos y
la catequesis meramente instructiva se percibieron como
insuficientes ya desde los albores del siglo XX.
12
Las preguntas escolares de los catecismos ya no respondían a
las nuevas inquietudes y a los nuevos problemas que el hombre
debía afrontar, ni en la cultura, ni en la sociedad, ni en la familia,
ni en el trabajo, etc.
índice
 En 1357 apareció el primer catecismo inglés, del cardenal
Thoresby. Se trataba de la refundición de una obra medieval
titulada De informatione simplicium (hacia 1281).
 En 1478, el cardenal Pedro González de Mendoza, confesor de
la reina Isabel la católica, escribió un Catechismus pro iudeorum
conversione, bilingüe, publicado en Sevilla.
 En 1528, A. Althamer editó en Nuremberg un Katechismus in Frag
und Antwort, catecismo de preguntas y respuestas.
13
 Por necesidades pastorales se publicaron dos modalidades de
catecismos: unos extensos, destinados a párrocos, sacerdotes y
personas cultas; otros concisos, casi esquemáticos, adecuados
al pueblo llano y particularmente a los niños, a modo de cartilla
para su memorización. En ambas versiones dominaba el talante
práctico.
índice
 El catecismo de Lutero
Lutero, inspirándose probablemente en
la obrita de A. Althamer, publicó
su célebre Katechismus en dos ediciones o
modalidades (1529).
Se había dado como un instrumento
educativo eficaz de largo alcance para
el crecimiento en la fe del pueblo
cristiano. Por eso Lutero es considerado
como el padre de los catecismos
modernos y el iniciador de la enseñanza
religiosa popular. Contribuyó a su éxito
la gran calidad de lenguaje alemán y
el progreso de la difusión escrita por
medio de la imprenta.
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índice
 Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII
• Catecismo Romano: En 1566, tres años después de clausurado
Trento, se publicó el catecismo pedido por el Concilio y llamado
Catecismo romano o de san Pío V o Catechismus ad parrochos.
En su momento fue una obra maestra por su contenido y por su
didáctica, por haber seleccionado como otros lo habían
hecho y por haber ordenado sabiamente como nadie las
había ordenado las fórmulas o estructuras catequísticas más 15
importantes: el símbolo, los sacramentos, los mandamientos y
la oración dominical.
índice
 Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII
En la época postridentina los teólogos y pastores católicos daban
por supuesta la fe (fundamento y raíz para la justificación) en
los fieles, por eso dejaron de insistir en la educación de
esa virtud y pusieron, en cambio, el acento en transmitir
las verdades de la fe íntegramente profesadas. Todo ello fue
debido a la reacción contra la Reforma.
El mensaje de la fe prevaleció, entonces, sobre la opinión
personal de fe, apoyada en la ayuda gratuita de Dios.
Así, la doctrina cristiana se presentaba al creyente bajo
el aspecto de deber, mientras que la iniciativa divina quedaba
bastante desvirtuada por un peligroso antropocentrismo.
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índice
 Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII
El portavoz más notable de esta
teología y de la catequesis
controversista fue nada menos que
el cardenal san Roberto Belarmino.
Publicó sus catecismos en 1597 y
1598.
Estos catecismos, tras
la recomendación de los papas,
fueron acogidos como oficiales en
toda Italia y en no pocos países,
hasta la publicación del Catecismo
de san Pío X, en 1905.
17
índice
 Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII
• Gaspar Astete y Jerónimo de Ripalda: Escribieron sus
respectivos catecismos el 1576 y 1586 respectivamente.
– Ambos se adelantaron a san Roberto Belarmino en
la objetivación de la fe sobre la valoración del acto de fe,
y en la estructura antropocéntrica.
– Menos polemista el catecismo de Astete y más
antiprotestante el de Ripalda, ninguno de los dos se inspira
en el Catecismo romano, ni en lo que respecta a
la ordenación doctrinal ni tampoco en su impregnación
bíblica.
18
Ambos han sido los más utilizados en las diócesis de España y
en las de origen hispánico hasta la década de 1960.
índice
Tantos catecismos breves y tan diferentes métodos de
transmitir lo esencial de la fe, hizo nacer el deseo de un
catecismo único para toda la Iglesia.
La idea se propuso en el concilio Vaticano I (1869).
Los padres conciliares querían una norma común para
la enseñanza inicial de la fe.
El catecismo quedó
redactado y aprobado.
Tras incorporar varias
enmiendas,
se leyó en el aula conciliar,
pero no fue votado de
manera definitiva por el aplazamiento indefinido del
Concilio.
19
índice
La cuestión volvió a surgir en el Vaticano II
Pero, ante las condiciones tan diferentes de cada
país, se adoptó la idea de elaborar un Directorio
catequético para orientar la confección de
los catecismos locales, bajo la autoridad de
las conferencias episcopales.
Esta recomendación quedó incorporada en
el decreto sobre los obispos Christus Dominus (n 44).
20
índice
Antes de publicarse el Directorio general
de pastoral catequética (Directorium
catechisticum generale [1971]),
reverdeció el tema del catecismo
universal en la sesión del sínodo de
obispos de 1967.
Algunos obispos pidieron que apareciera
algún documento magisterial o regla de fe 21
con las verdades fundamentales, frente a
los errores u opiniones peligrosas, o una
versión actualizada del catecismo de
Trento o, mejor, un catecismo del
Vaticano II.
Pero el sínodo (1967) no dejó constancia
de esta cuestión.
índice
Entre los años 1965 y 1992, sólo en Europa, aparecieron diferentes
catecismos oficiales tan renovadores como variados:
El catecismo holandés: Nuevo catecismo de adultos, con
el suplemento de Roma (1966).
El catecismo del episcopado alemán: Nuevo catecismo católico:
Creer-Vivir-Obrar (10-14 años, 1971); y el Catecismo católico para
adultos. La fe de la Iglesia (1988).
El catecismo del episcopado español: Con vosotros está (12-15
años, 1976); Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia (adultos 22
relacionados con niños de 9-11 años, 1986).
El catecismo del episcopado italiano: No sólo de pan (Jóvenes,
1979).
El catecismo del episcopado francés: Piedras vivas (9-11 años,
1980); y el Catecismo para adultos (1993).
El catecismo de la conferencia episcopal belga: Libro de la fe
(1987).
índice
Estos catecismos oficiales respondían a la finalidad de
proporcionar un aprendizaje práctico de los documentos de
la revelación y de la tradición cristiana y los principales
elementos que debían servir para la actividad catequística,
para la educación personal de la fe.
Ponían al alcance de la mano las principales fuentes de fe en
relación con la edad determinada, a la que se dirigen.
23
índice
Fue el sínodo episcopal extraordinario de 1985, convocado para
evaluar los veinte años del posconcilio, el que, en su Relación final,
recuperó el tema del catecismo universal.
24
índice
¿Por qué pidió el Sínodo lo que el Concilio había obviado?
En la época del Concilio no se sentía la necesidad de un
instrumento como un catecismo universal.
Es más, no se veía siquiera conveniente, pues de lo que se trataba
no era tanto de definir y consolidar la fe cuanto de buscar fórmulas
nuevas para su proposición al mundo, en diálogo abierto con
la cultura contemporánea.
En la época posconciliar, sin embargo, se fue viendo la necesidad
de hacer una síntesis que pusiera al alcance de diversos círculos de 25
personas una comprensión del conjunto de la fe cristiana en
el contexto de la cultura actual.
Había llegado el tiempo de la sedimentación y de la recolección de
todo lo sembrado y puesto en movimiento desde la celebración del
concilio Vaticano II.
índice
El sínodo extraordinario de 1985 hizo, además, balance de
los veinte años transcurridos desde la clausura del Concilio.
La relación final hablaba, entre otras cosas, de los frutos muy
grandes y también de los defectos y dificultades.
El defecto más importante de los señalados fue la desafección
a la Iglesia.
La causa fundamental de esta situación, localizable en el interior
de la Iglesia (además del secularismo, procedente más bien
del exterior) la vio el Sínodo en la lectura parcial y selectiva
del Concilio y en la interpretación superficial de su doctrina en uno
u otro sentido. Especialmente se destacaba la deficiente recepción
de la constitución Dei Verbum que condujo a una interpretación de
la Sagrada Escritura «separada de la tradición viva de la Iglesia» y
de «la interpretación auténtica del Magisterio» (II, B, 1).
26
índice
Se hizo también el siguiente diagnóstico sobre la evangelización y
la catequesis:
«Por todas partes en el mundo, la transmisión de la fe y de los
valores morales que proceden del evangelio a la generación
próxima (a los jóvenes) está hoy en peligro. El conocimiento de
la fe y el reconocimiento del orden moral se reducen
frecuentemente a un mínimo. Se requiere, por tanto, un nuevo
esfuerzo en la evangelización y en la catequesis integral y
sistemática» (II, B, 2).
27
índice
Con el fin de salir al paso de esta situación, el Sínodo hizo en este
mismo epígrafe la famosa sugerencia que iba a acabar siendo
llevada a la práctica siete años después con el Catecismo:
«De modo muy común se desea que se escriba un catecismo o
compendio de toda la doctrina católica, tanto sobre la fe como
sobre la moral, que sea como el punto de referencia para
los catecismos y compendios que se redacten en las diversas
regiones. La presentación de la doctrina debe ser tal que sea
bíblica y litúrgica, que ofrezca la doctrina sana y sea, a la vez,
acomodada a la vida actual de los cristianos» (II, B, 4).
28
índice
Al terminar el sínodo extraordinario de
1985 Juan Pablo II nombraba una comisión
pontificia encargada de presidir
la elaboración de dicho libro.
Los miembros de la comisión eran doce:
cinco cardenales de la curia romana y seis
arzobispos y un obispo de todas las partes
del mundo. Al cardenal J. Ratzinger,
prefecto de la Congregación para
la doctrina de la fe, el Papa le encargó
la presidencia de la comisión.
El 15 de noviembre de 1986 comenzaron
los trabajos.
Se creó asimismo un secretariado,
un comité de redacción y un colegio
de consultores.
29
índice
Fase inicial (de enero de 1987 a noviembre de 1989). Se consigue
un texto que parece suficientemente maduro como para ser
sometido a consulta de todos los obispos del mundo, el llamado
Proyecto revisado.
El texto fue presentado tres veces a la comisión pontificia
(mayo de 1987; mayo 1988 y febrero de 1989).
A los cuarenta teólogos consultores se les envió después de
la revisión de mayo de 1988.
En este tiempo se tomaron dos decisiones importantes:
la división cuatripartita del conjunto: credo, sacramentos,
preceptos y, además, un epílogo sobre el padrenuestro,
no previsto en las líneas básicas dadas en noviembre de 1986
por la comisión pontificia, y la opción por el credo de
los apóstoles como base de la primera parte.
30
índice
Fase central (de noviembre de 1989 a noviembre de 1990):
se consultó al episcopado mundial y, sobre la base de las
observaciones recibidas, la comisión dio las últimas orientaciones
para el trabajo.
Del Proyecto revisado se imprimieron unos cinco mil
ejemplares, en francés, inglés, español y alemán y se enviaron,
a primeros de diciembre de 1989, a todos los obispos.
Las respuestas recibidas fueron elaboradas por el secretariado 31
y estudiadas luego por el comité de redacción en la reunión
celebrada en Frascati del 1 al 14 de julio de 1990.
índice
Fase central (de noviembre de 1989 a noviembre de 1990):
En el sínodo de los obispos de octubre de 1990, el cardenal
Ratzinger dio cuenta de los resultados de la consulta: desde
el punto de vista cuantitativo, el conjunto de las respuestas
(obispos particulares, 798; grupos, 25=1092 obispos;
Conferencias episcopales, 28) representaba alrededor de
un tercio del episcopado y globalmente las grandes áreas
geográficas.
32
Cualitativamente el juicio global expresado en esas respuestas
se distribuyó como sigue: el 18,2% estimaban el Proyecto
revisado como «muy bueno»; el 54,7% lo consideraban
«bueno»; el 18,2% lo veían «satisfactorio con reservas»; el 5,8%
lo juzgaba de manera «algo negativa» y el 2,7% lo descartaba
como «inaceptable».
índice
Fase final (de noviembre de 1990 a febrero de 1992):
sobre la base de las anteriores indicaciones de la comisión, se fue
perfilando el texto en cuatro borradores sucesivos a lo largo
del año de 1991: marzo, mayo, agosto y diciembre.
La comisión lo evaluó en octubre de 1991 y, por fin, el 14 de
febrero de 1992, aprobó por unanimidad el Proyecto definitivo,
que fue sometido al juicio del Papa.
Juan Pablo II hizo algunas observaciones, incorporadas en
33
la décima redacción del Catecismo, que fue puesto de nuevo en
manos del Santo Padre el 30 de abril de 1992, fiesta de
san Pío V, el papa del Catecismo romano.
El 25 de junio de 1992 tuvo lugar la aprobación oficial pontificia
del Catecismo.
índice
El Catecismo de la Iglesia Católica no es más que un catecismo,
pero no es un catecismo más.
Cada punto de la doctrina que propone, no tiene otra autoridad
sino la que ya posee.
El Catecismo no es una especie de nuevo super-dogma.
Es un libro que tiene sus fuentes: la Sagrada Escritura,
el magisterio de la Iglesia, la liturgia, los santos. De estas fuentes
dimana el diverso grado de autoridad doctrinal de cada una de
las proposiciones del Catecismo, que doctrinalmente no añade
nada a dicha autoridad originaria.
34
índice
El Catecismo de la Iglesia Católica no es un catecismo más.
No es el catecismo de un determinado autor privado,
ni siquiera el de un autor o autores que hubieran obtenido un
especial refrendo de alguna autoridad eclesiástica, como un
obispo, o un sínodo diocesano, etc.
Es un catecismo de autoridad casi única, sólo comparable a la
del Catecismo romano, porque ha sido publicado en virtud de
la autoridad apostólica del mismo Papa, quien lo reconoce y
presenta a toda la Iglesia como «un instrumento válido y
autorizado al servicio de la comunión eclesial» y como «texto
de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de
la doctrina católica».
35
índice
A diferencia del otro catecismo publicado por un papa,
el Catecismo romano, el Catecismo de la Iglesia Católica, por
razón de su autor, no es romano; su autor es el episcopado
mundial, en varios sentidos:
1. porque la idea de su publicación partió del sínodo
extraordinario de los obispos de 1985;
2. porque la responsabilidad de su elaboración fue llevada por
una comisión de doce prelados de todo el mundo;
3. porque la materialidad de su redacción estuvo a cargo de
los siete obispos miembros del comité de redacción, que la
llevaron a cabo en sus respectivas sedes residenciales;
4. porque cada uno de los obispos del orbe fue consultado y
la voz de una tercera parte de ellos se dejó oír.
5. Jurídicamente el Catecismo de la Iglesia Católica es una obra
pontificia; materialmente es una obra del colegio de
los obispos con su cabeza.
36
índice
Está destinado a los responsables de la tarea catequética.
Los obispos. Este instrumento tiene para ellos la finalidad de
ayudarles, en general, a «reforzar los vínculos de unidad en
la misma fe» en su servicio a la Palabra «y muy particularmente
para la composición de los catecismos locales».
Presbíteros, catequistas, familias y teólogos.
• Cuantos no creen pueden encontrar
37
en el Catecismo una valiosa
ilustración de lo que la Iglesia católica
cree y procura vivir.
índice
1. Ofrecer a todos una síntesis armónica de la fe católica en
su conjunto.
En este sentido su utilidad es amplísima: desde instrumento para
la formación permanente de sacerdotes, catequistas, etc., hasta
libro de consulta esporádica para la familia o el interesado por
las cuestiones de la Iglesia, sin excluir su utilización para la oración
personal o para la predicación.
Es un libro profundamente religioso y mistagógico: está
orientado a introducción en el misterio de Dios y de la vida
humana en su profundidad divina.
38
Ha de ser visto y utilizado en el marco de la economía divina de
la salvación, porque es un instrumento que, por la iniciativa y
con el refrendo de la autoridad apostólica, la Iglesia se ha dado
hoy a sí misma para llevar adelante su misión.
índice
2. Promocionar el género catecismo.
Dentro de la misión de enseñar, los obispos han de prestar una
especial atención a la catequesis.
A cada obispo diocesano le corresponde dictar normas sobre
la catequesis y procurar que se disponga de instrumentos adecuados
para la misma, incluso elaborando un catecismo, si les parece
oportuno; así como fomentar y coordinar las iniciativas catequéticas.
Pues, bien, el Catecismo de la Iglesia Católica debe ser acogido como 39
punto de referencia obligado para los catecismos locales y para
los demás materiales didácticos al servicio de la transmisión de la fe,
que en las diferentes regiones del mundo se puedan elaborar.
índice
3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en
la diversidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica (CCE) surgió de la necesidad
sentida por muchos obispos de:
Hacer una síntesis que pusiera al alcance de diversos círculos
de personas una comprensión completa del conjunto de la fe
cristiana en el contexto de la cultura actual.
Poder expresar la maravillosa sinfonía de la fe católica, sus
fundamentos y su universalidad en un cierto lenguaje común,
de modo que cualquier persona pueda tener fácilmente al
alcance de la mano la fe y la moral que nos identifica a
los que creemos en Cristo y formamos parte de su Iglesia.
40
índice
3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en
la diversidad.
Por todo ello, a la hora de elaborar este Catecismo se ha puesto
el acento especialmente en la exposición doctrinal, aunque se
han tenido también muy en cuenta otros lenguajes propios de
la transmisión de la fe:
el lenguaje bíblico,
los textos de los santos padres,
41
las fuentes litúrgicas,
lo más granado y universal de la tradición espiritual de
la Iglesia, tanto de Oriente como de Occidente.
índice
3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en
la diversidad.
De cualquier modo hay que advertir que el Catecismo no es un
tratado teológico, ni tampoco una especie de Suma, como lo
fue, por ejemplo, la de santo Tomás de Aquino.
Su interés es más básico. Pretende ser una ayuda que permita a
los miembros del pueblo de Dios profundizar en el conocimiento
de la fe. Está más orientado a hacer madurar la fe y a enraizar
42
la fe en la vida, que a ser un manual al uso de cualquiera de
los tratados, o de alguno de los tratados teológicos más
importantes.
«Si la fe no se concreta en obras, permanece muerta
[cfr, Sant 2,14-26]» (Fidei depositum, 3).
índice
3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en
la diversidad.
Por último, con el Catecismo en la mano, el sucesor de Pedro
puede:
prestar mejor su servicio a favor
de la comunión en la Iglesia
católica
43
contribuir más eficazmente al
sostenimiento y la confirmación en
la fe de todos aquellos que
el Señor le encomendó a su
cuidado pastoral.
índice
4. Asegurar la necesaria inculturación de la fe.
Con este instrumento se pretende asegurar que la necesaria
inculturación de la fe, no se haga en detrimento de la fidelidad
al dato revelado y al conjunto de las verdades que constituyen y
forman parte del depósito de la Tradición.
La buena utilización del Catecismo garantizará:
la necesaria unidad en lo fundamental de la fe de la Iglesia,
al tiempo que permitirá que el evangelizador se adapte a
las peculiares condiciones de los destinatarios: edad, cultura,
formación, capacidades, etc.
44
índice
1. Del texto:
No resultará buena una lectura del Catecismo de la Iglesia
Católica, ni una catequesis hecha con su ayuda, si la atención se
centra unilateralmente en un capítulo o una parte del mismo.
Se trata, como hemos puesto de relieve, de un libro que
presenta la doctrina cristiana como un organismo vivo.
La organicidad del texto catequético es —nos atrevemos
a decir— su valor fundamental. Cuando es troceado,
45
es despojado de su valor más original.
El Catecismo no es un prontuario de soluciones a problemas
morales. Si fuera leído como tal, separando su parte tercera de
las demás, no podría ser bien entendido el conjunto de la vida
cristiana y se correría el riesgo de caer en un moralismo de uno
u otro signo.
índice
1. Del texto:
Una concentración excesiva en la primera parte, por
el contrario, conduciría a un doctrinarismo contrario al espíritu
cristiano y al del Catecismo de la Iglesia Católica. El propio
Catecismo remite continuamente al todo, al conjunto, no sólo
por medio de las referencias marginales sino desde su mismo
contenido y redacción.
46
índice
2. Del contexto:
Un momento de especial dificultad para la transmisión de la fe
a las generaciones nuevas que reclama de los responsables de
la catequesis no sólo una metodología pedagógica adecuada,
sino, ante todo, la familiaridad viva con el contenido de la fe.
El Catecismo es un gran instrumento para conseguir esa
familiaridad, esa es su razón de ser.
En el contexto de la vida de la Iglesia, que es el lugar propio de
la catequesis. Es evidente que el testimonio oral de la fe,
su celebración litúrgica y su alimentación sacramental, la vida
en Cristo de la comunidad y, en especial, de los catequistas,
todo ello constituye el ámbito vivo de la catequesis en el que
el libro tiene su lugar propio.
47
índice
La impostación del Catecismo es fundamentalmente trinitaria.
Se parte de que el misterio de Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, es
la fuente de todos los demás misterios
de la fe y, además, es la luz que
los ilumina.
La creación, el hombre, la Iglesia,
la liturgia y la vida espiritual de los
creyentes se entienden desde la luz
que proyecta el misterio del ser
de Dios: Padre, Hijo y Espíritu,
la comunión entre las personas divinas
y lo que cada una de ellas realiza de
forma propia.
48
índice
La articulación es, además de trinitaria, eminentemente
cristocéntrica.
Cristo es quien nos revela
el misterio de Dios.
Cristo es quien da sentido y
sustenta la creación entera,
lo visible y lo invisible.
Cristo es la revelación plena del
hombre y de su destino.
49
Cristo, y el misterio pascual, es
el centro de la liturgia de la Iglesia.
La unión con Cristo es lo que da
sentido a la vida espiritual
del cristiano.
índice
También la dimensión pneumatológica atraviesa de parte a parte
el Catecismo.
Porque no se puede decir «creo» si no es bajo la acción del
Espíritu Santo.
Porque es el Espíritu quien hace eficaces cada una de
las acciones sacramentales de la Iglesia.
Porque no hay vida cristiana si no está animada por el Espíritu
Santo.
50
Porque la oración y el progreso en la vida espiritual sólo son
posibles si hay docilidad al Espíritu Santo.
índice
Nunca se pierde de vista tampoco la perspectiva eclesiológica.
Es la Iglesia la que cree en primera persona, la depositaria
del conjunto de la revelación y la que expone autorizadamente
cuanto es necesario para la salvación de los hombres.
Los sacramentos son asimismo acciones de la Iglesia, que unida
indisolublemente a su esposo, Jesucristo, da gloria a Dios y
obtiene para los hombres los frutos de la salvación.
51
La oración y la vida espiritual se alimentan también de
la comunión de los hijos de Dios, pues la santidad de cada uno
beneficia a todos los demás miembros del Cuerpo, que es
la Iglesia.
índice
Aunque no se pueda decir que haya un hilo conductor que recorra
todo el CCE, pues no se buscó de manera explícita a la hora de
redactarlo.
Sin embargo, sí es evidente que la cuestión de la economía divina
atraviesa las cuatro partes del Catecismo como una especie de
estribillo que se repite con cierta frecuencia.
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índice
La primera parte es una exposición de la economía de la
Revelación
Arranca desde el momento mismo de la creación, cuando Dios
empezó a dar testimonio de sí mismo en sus obras, y llega hasta
Cristo, Palabra hecha carne y plenitud de la revelación del Padre.
No cabe esperar ya otra revelación de parte de Dios, pues al
enviar a su Hijo ya nos lo ha dicho todo.
El hombre, creado por Dios y destinado a la comunión con Él,
está capacitado para acoger naturalmente la revelación y
también para responder a ella, ayudado siempre por el auxilio
de la gracia, del Espíritu Santo, que no le ha de faltar.
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La primera parte es una exposición de la economía de la
Revelación
El Catecismo expone la fe de la Iglesia para que ésta pueda ser
conocida, pero, sobre todo:
1. Para que pueda ser profesada en la celebración de los
sacramentos.
2. Para que se convierta en luz de la vida y criterio que ayude a
caminar día a día.
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3. Para favorecer la unión con Dios, por medio de Cristo, gracias al
Espíritu Santo, que es el camino de la santidad y de la verdadera
espiritualidad cristiana.
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Tiene dos secciones:
Capítulo 1: El hombre es capaz de Dios.
El deseo de Dios.
Las vías de acceso al conocimiento de Dios.
El conocimiento de Dios según la Iglesia.
¿Cómo hablar de Dios?
Capítulo 2: Dios al encuentro del hombre.
Artículo 1: La Revelación de Dios.
Artículo 2: La transmisión de la Revelación divina.
Artículo 3: La Sagrada Escritura
Capítulo 3: La respuesta del hombre a Dios.
Artículo 1: Creo.
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Artículo 2: Creemos.
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Capítulo 1: Creo en Dios Padre
Artículo 1: «Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo
y de la tierra».
Capítulo 2: Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios.
Artículo 2: «Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor».
Artículo 3: «Jesucristo fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo y nació de santa María Virgen».
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Artículo 4: «Jesucristo padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado»
Artículo 5: «Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos».
Artículo 6: «Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la
derecha de Dios, Padre Todopoderoso».
Artículo 7: «Desde allí ha de venir a Juzgar a vivos y muertos».
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Capítulo 3: Creo en el Espíritu Santo
Artículo 8: «Creo en el Espíritu Santo».
Artículo 9: «Creo en la Santa Iglesia Católica».
Artículo 10: «Creo en el perdón de los pecados».
Artículo 11: «Creo en la resurrección de la carne».
Artículo 12: «Creo en la vida eterna».
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En la segunda parte el eje vertebrador es la economía sacramental
Aquí lo importante es descubrir cómo Dios sigue actuando ahora,
en el tiempo de la Iglesia, para comunicar al hombre su propia vida
divina.
El tiempo y el espacio siguen siendo los ámbitos en los que Dios
se encuentra con el hombre, y el hombre con Dios.
Los ritos, los signos, las plegarias sirven para que Dios y
el hombre (el hombre y Dios) se encuentren aquí y ahora de
forma real, aunque misteriosa.
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Las acciones sacramentales, en tanto que acciones de Cristo y de
su Iglesia, nos incorporan al Cuerpo Místico de Cristo,
haciéndonos miembros de su pueblo, gracias al cual empezamos
a gustar ya aquí en la tierra los dones que nos están reservados
en el cielo.
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Tiene dos secciones:
Capítulo 1: El misterio pascual en el tiempo de la Iglesia.
Artículo 1: La liturgia, obra de la
Santísima Trinidad.
Artículo 2: El misterio pascual en
los sacramentos de la Iglesia.
Capítulo 2: La celebración
sacramental del misterio pascual.
Artículo 1: Celebrar la Liturgia de
la Iglesia.
Artículo 2: Diversidad litúrgica y
unidad de misterio.
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Capítulo 1: Los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Artículo 1: El sacramento del Bautismo.
Artículo 2: El sacramento de la Confirmación.
Artículo 3: El sacramento de la Eucaristía.
Capítulo 2: Los sacramentos de curación.
Artículo 4: El sacramento de la Penitencia y la Reconciliación.
Artículo 5: La Unción de enfermos.
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Capítulo 3: Los sacramentos al servicio de la comunidad.
Artículo 6: El sacramento del Orden.
Artículo 7: El sacramento del matrimonio.
Capítulo 4: Otras celebraciones litúrgicas.
Artículo 1: Los sacramentales.
Artículo 2: Las exequias cristianas.
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En la tercera parte la economía salvífica muestra
sus efectos en el hombre redimido
Por el bautismo, al quedar injertados en Cristo:
quedamos destinados a la eterna
bienaventuranza,
recibimos, además, la fuerza del Espíritu Santo
que nos consagra como templos vivos de Dios y
nos sella para salvación definitiva.
Mientras tanto, alentados por esta Esperanza cierta y segura,
siguiendo las huellas de Cristo y guiados por el Espíritu Santo,
los bautizados dan muerte al hombre viejo con todas sus
concupiscencias y se habitúan a vivir como hombres celestiales en
medio de este mundo.
Un mundo en el que poco a poco la semilla del evangelio y
la levadura de la salvación va dando paso a que surja y se
manifieste el Reino de Dios.
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Tiene dos secciones:
Esta primera sección está construida en la perspectiva del actuar
del hombre y del actuar de Dios.
Se parte de la vocación del hombre a la felicidad (o
bienaventuranza). Después se explica el mecanismo del actuar
libre del hombre. Sin libertad no habría responsabilidad y,
por tanto, ni actos buenos ni actos malos.
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A continuación se habla de la conciencia moral, o sea, de
la capacidad de hacer juicios sobre nuestros propios actos.
El siguiente punto que se aborda es el de las virtudes humanas
generadas por actos buenos repetidos. Acto seguido viene
lo referente a las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
Para cerrar hablando de los pecados.
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En el capítulo segundo se afronta la cuestión del actuar humano
en la perspectiva de la moral social y comunitaria. Partiendo de
lo que dice la Gaudium et spes, se ha sintetizado lo fundamental
de los documentos pontificios más sobresalientes sobre
la cuestión social y política.
En el tercer capítulo se tratan otras cuestiones propias de
la moral fundamental: el tema de la ley divina y el de la gracia.
Ambas son necesarias, pues por la primera Dios instruye a
los hombres en el camino que realmente conduce a la vida, y,
por la segunda, Dios viene en socorro y ayuda de los hombres
para que éstos puedan secundar y seguir la voluntad de Dios,
cooperando activamente con ella.
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Capítulo 1: La dignidad de la persona humana
Artículo 1: El hombre, imagen de Dios.
Artículo 2: Nuestra vocación a la bienaventuranza.
Artículo 3: La libertad del hombre.
Artículo 4: La moralidad de los actos humanos.
Artículo 5: La moralidad de las pasiones.
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Artículo 6: La conciencia moral.
Artículo 7: Las virtudes.
Artículo 8: El pecado.
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Capítulo 2: La comunidad humana.
Artículo 1: La persona y la sociedad.
Artículo 2: La participación en la vida social.
Artículo 3: La justicia social.
Capítulo 3: La salvación de Dios: La Ley y la Gracia.
Artículo 1: La ley moral.
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Artículo 2: Gracia y justificación.
Artículo 3: La Iglesia, madre y educadora.
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La segunda sección no se limita a exponer las prohibiciones que
conlleva cada uno de los mandamientos, sino que arranca
hablando de las virtudes correspondientes para vivir lo que
el mandato pide.
El primero: con las virtudes teologales
y la virtud de la religión.
El cuarto: con la piedad filial.
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El sexto: con la castidad.
El séptimo: con la justicia.
El octavo: con la veracidad.
Y Decálogo desemboca en las bienaventuranzas.
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Capítulo 1: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.
Artículo 1: Amarás a Dios sobre todas las cosas
Artículo 2: No tomarás el nombre de Dios en vano.
Artículo 3: Santificarás las fiestas.
Capítulo 2: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Artículo 4: Honrarás a tu padre y a tu madre.
Artículo 5: No matarás.
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Artículo 6: No cometerás actos impuros.
Artículo 7: No robarás.
Artículo 8: No dirás falso testimonio ni mentirás.
Artículo 9: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Artículo 10: No codiciarás los bienes ajenos.
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En la cuarta parte se nos muestra cómo la gracia de la salvación
se manifiesta y se hace presente en la oración y en la vida
espiritual de los cristianos
Tiene dos secciones
En la primera sección se parte de la exposición del deseo innato
a la comunión con Dios y al encuentro con Él, que se da en todas
las religiones, y que se traduce en distintas formas de orar y de
dirigirse a Dios.
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Luego, poco a poco, se va exponiendo cómo han ido
evolucionando esas formas de oración a lo largo de la historia de
la salvación, hasta llegar a la plenitud que nos ha sido revelada
en Cristo, camino que nos conduce al Padre y manifestación
visible del Dios invisible.
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Además de exponer los principios básicos de la oración cristiana, el
Catecismo ha querido hablar sobre las principales dificultades que
el cristiano debe afrontar en su vida de oración, y también de los
medios más habituales, tal y como enseña la tradición, para poder
superarlas.
Capítulo 1: La revelación de la oración. La llamada universal a
la oración.
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Artículo 1: En el Antiguo Testamento.
Artículo 2: En la plenitud de los tiempos.
Artículo 3: En el tiempo de la Iglesia.
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Capítulo 2: La tradición de la oración.
Artículo 1: Las fuentes de la oración.
Artículo 2: El camino de la oración.
Artículo 3: Maestros y lugares de oración.
Capítulo 3: La vida de oración.
Artículo 1: Las expresiones de la oración.
Artículo 2: El combate de la oración.
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Artículo 3: La oración de la hora de Jesús.
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La segunda sección es una exposición básica de las peticiones
contenidas en el Padre nuestro.
Artículo 1: «Resumen de todo el Evangelio».
Artículo 2: «Padre nuestro que estás en el cielo».
Artículo 3: Las siete peticiones.
La doxología final.
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