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Transcript
Índice.
Índice del preámbulo, pág. 1.
Sentido del preámbulo, pág. 1.
Concepción del documento de autoridad, pág. 1. Convenciones tipográficas.
Los insertos y el preámbulo, pág. 1. Convenciones tipográficas.
El documento de autoridad. Su sentido y sus convenciones tipográficas. Pág.1.
La elección de mi documento de autoridad y su sentido. El libro de Aurora. Pág.1.
Presentación del libro de Aurora. Sentido de los documentos de apoyo Págs. 2, 3.
La lección. Pág. 4.
B. Barber ECS, pág. 4.
El estricto B. Barber, pág. 5.
Seymour M. Lipset, pág. 5.
El problema de la desigualdad social, pág. 5.
Tipos de enfoques teóricos, pág. 6.
Los defensores del punto de vista funcional, pág.6.
Las clases en la doctrina marxista, pág. 7.
Conclusiones finales sobre temas difíciles de definir, pág. 8.
M. Bakunin, Socialismo sin estado: anarquismo, pág. 10.
Preámbulo.
Voy a revisar la concepción del preámbulo que he manejado en esta segunda lección, y que me ha
dejado, como voy a explicar, muy descontento. Pero haré más, trataré de dilucidar lo que es el
preámbulo, porqué y para qué es necesario, cuál es su sentido, cuál debe ser su formato. Iré por
partes. Qué es el preámbulo. Llamo preámbulo a una declaración explícita que como profesor tengo la
obligación de hacer y que mis alumnos y oyentes o lectores tienen el derecho de exigir para que ellos
y yo sepamos con certeza cómo incide mi posición de profesor en la clase que imparto. Me explico: yo
doy clases sobre Marx - Engels. Mis alumnos no vienen a mis clases para aprender de mi, yo no soy el
objeto de mi lección sino sólo su dador. Yo no hablo de mí, hablo de Marx que es lo que a mis alumnos
les interesa. Pero mis alumnos tienen el derecho de saber, y yo tengo la obligación de explicar, de qué
forma incido yo en aquello que explico. Todo: mis decisiones metodológicas, mis posicionamientos
ideológicos, cualquier cosa que pueda influir debe ser manifestada, discutida. Quienquiera que dé
clase y quienquiera que la reciba debería ser consciente de esto. El preámbulo incluirá normalmente un
documento de autoridad; en la primera clase lo eran fragmentos del "Manifiesto comunista". En esta
aduciré otro más adecuado para la clase que quiero dar. Se trata de mostrar que la clase no va a
desarrollarse caprichosamente, sino se va a centrar en problemas vivos, reales, mostrables en
documentos aducibles. Es concebible y en principio aceptable, pero desde luego muy difícil e incómodo
que un mismo documento de autoridad se aduzca en dos preámbulos de dos lecciones diferentes, pero
yo me comprometo a presentar en cada lección un documento de autoridad distinto. Mi segunda clase
no presenta como documento de autoridad el "Manifiesto comunista" sino que se desarrolla a partir de
otro documento de autoridad más adecuado para la clase que quiero desarrollar. Enseguida veréis cual
es. Es conveniente y clarificador que el preámbulo se atenga a convenciones tipográficas que faciliten
su localización y reconocimiento. La cursiva como letra del preámbulo tiene una gran ventaja, sobre
todo si se puede reservar para él, lo que no debería ser difícil puesto que en el cuerpo normal del
documento apenas se usa, y probablemente podrá ser evitada. Unas consideraciones acerca de lo que
llamo insertos. Insertar es incluir un texto o un escrito en otro y estos insertos son los que más
necesitan convenciones tipográficas claras porque son los más difíciles de reconocer como partes del
preámbulo. Yo mantendré para los insertos la cursiva entre paréntesis y añadiré la extracción
interlineal, precedida y seguida de doble espacio.
Me parece que de esta forma no tendré problemas. De todos modos lo que sí haré será considerar muy
cuidadosamente la necesidad de insertos de menos de dos o mejor tres líneas de texto.
Documento de autoridad: para distinguirlo en el mundo de la cursiva del preámbulo adopté
espontáneamente ya en la lección primera el texto normal para el documento de autoridad. Os revelo
ya que he escogido como documento de autoridad un libro con la tinta todavía caliente que he
empezado a leer después de la clase de primclas.wpd, libro excelente que en mi opinión sitúa la
actualidad de esta lección, muestra con autoridad científica cómo la lección y su tema son objeto de
interés en el libro más importante que en este momento conozco sobre el tema. Su autora es Aurora,
la profesora que ya seguramente conocíais todos o en todo caso conocéis de la clase del 30-10-03 a las
1
19,30, pues asistió a ella e intervino con sus comentarios.
El libro de Aurora está editado en Anthropos en el 2003, sin que consten más precisiones temporales.
Su título es “Crítica de la singularidad cultural”. En estos momentos es el más importante que existe,
o al menos el más importante que yo conozco sobre temas antropológicos, y está en español. Citaré
sólo fragmentos (lo mismo que hice en con el «Manifiesto comunista») pero confío en que vosotros
leáis el libro (como confiaba en que leeríais el «Manifiesto comunista») que estará en la biblioteca. He
aquí el documento de autoridad:
2. Weber. Páginas 106-116. Página 106.
En su “Introducción” a M. Weber, “Ensayos sobre metodología sociológica”, Rossi sitúa la postura de
Weber en el contexto de las disputas metodológicas de la segunda mitad del s. XIX alemán que se
daban en el terreno de la economía y la sociología.
.....(con estos cinco puntos marco los cortes que introduzco en el documento).
Rossi atribuye a dos ámbitos la disputa metodológica, el de la economía y el de la sociología.
.....
Página 108.
El pensamiento metodológico de Weber cristaliza en el ensayo sobre Roscher y Knies, escrito entre
1903 y 1906. Weber parte en él de obras escritas entre 1842 y 1854, en los inicios de la escuela
histórica: Roscher trató de introducir el método histórico en las ciencias económicas.
.....
Página 111.
En su introducción a Weber, 1984, Giner e Ivars destacan que Weber abraza la racionalidad asumida
por los economistas, es decir, el supuesto de que el hombre se plantea las estrategias más adecuadas
para que sus medios alcancen los fines propuestos del mejor modo posible.
.....
Página 113.
El desarrollo de la disciplina antropológica modificó la orientación de Weber.
.....
Había iniciado el camino pensando que la sociología sólo podía desarrollar conceptos en relación
directa con el estudio histórico de determinados fenómenos en su individualidad. Pero la evolución de
la sociología le llevó a pensar en la posibilidad de un sistema organizado y coherente de conceptos
análogo al de la ciencia económica.
.....
Página 114.
Cuando en 1904 trata de delimitar el ámbito de su trabajo escribe que más que los objetos
económico - sociales serían los aspectos económico - sociales de los objetos, carácter que le otorgan
nuestros intereses cognoscitivos, puesto que "un fenómeno tiene la cualidad de económico sólo en la
medida y por el tiempo en que nuestro interés se dirija de manera exclusiva a la significación que
posee respecto de la lucha por la existencia material".
..... Páginas 115 y 116.
2
En 1917, en el artículo sobre "El sentido de la neutralidad valorativa de las ciencias sociológicas y
económicas" escribe: el estudio de los valores no sólo es necesario para dar cuenta de la acción
humana sino que a través de la aprehensión de lo que uno mismo y eventualmente el contrario
entiende, hace posible una toma de postura frente al valor. Así la exigencia de neutralidad frente a los
valores en el análisis empírico en modo alguno lleva a Weber a considerar las discusiones respecto a
los valores como carentes de sentido. Comprenderlo todo - añade con la fórmula que recogerá
Geertz - no significa perdonarlo todo, ni menos aún aprobarlo todo.
.....
No hay en Weber la menor concesión al relativismo. La vida, si ha de ser conducida conscientemente,
implica una cadena de decisiones últimas "en virtud de las cuales el alma, como en Platón, escoge su
propio destino: el sentido de su hacer y de su ser".
.....
Rossi subraya el carácter complementario de los análisis que hace Weber en 1919 en "La ciencia como
vocación y la política como vocación" . En el análisis de las ciencias histórico - sociales el problema
consiste en demostrar la objetividad de su investigación a través de la determinación de las
condiciones que la hacen posible. La metodología weberiana se había aplicado por ello a dilucidar las
condiciones de la elección de valores como criterios rectores de la investigación y las condiciones de
posibilidad de obtener sobre esta base una explicación causal básica. En el análisis de la acción
humana, el problema consiste en reconocer las condiciones de la elección de los valores como criterios
normativos de esta o aquella conducta.
Este es el documento de autoridad. ¡Qué distinto del Manifiesto comunista! Pero también ¡qué distintas
las dos clases! En la primera clase y en su documento de autoridad, entrábamos directamente en
contacto con las palabras de Marx, sin más intervenciones añadidas que las de Karl Korsch al que yo
considero su más grande y más competente conocedor y su más respetuoso, incluso desde el
disentimiento, comentarista. Mía no había hipótesis ninguna que defender o explicar. En la clase de
hoy la situación, ya lo advertí, es enteramente distinta: yo he elaborado una hipótesis compleja al hilo
de la cual he construido una lectura en la que, por decirlo breve e incompletamente mi propósito era
indagar hasta qué punto resulta aclaratoria la confrontación del marxismo y el funcionalismo. Mi
documento de autoridad sirve a ese propósito excelentemente.
Otra advertencia más: en el preámbulo de la primera clase terminaba diciendo lo que esperaba yo que
aquel preámbulo hiciera con suma sencillez. Decía: Con carácter general y sin relación directa con el
texto aducido (aunque éste lo ilustra), iré haciendo insertos en el cuerpo de la lección (siempre en
cursiva y entre paréntesis) que tratarán de esclarecer la importancia teórica, histórica y terminológica,
de la valoración que Marx hace de la burguesía. Al preámbulo de hoy tengo que ponerle muchas más
tareas. Al final vereis todas las que le pongo.
Aclaro que introduciré también lo que llamo documentos de apoyo. Lo hice ya en la clase primera: son
documentos separados que coloco en nuestra web para que sirvan de lecturas complementarias; allí,
vg. de fourier, de cabet y de proudhon. aquí habrá más. Por ahora he colgado uno, docapoy1.wpd: es
un documento precisamente de apoyo al documento de autoridad, un largo escrito (16 pág) de Lipset
que apoya las tesis de Aurora en un aspecto complementario (la teoría weberiana de la estratificación)
que
el documento de autoridad no puede abordar. También he colgado otro, barbintr.wpd, con la excelente
introducción de W. J. Barber, el autor de la magnífica “Historia del pensamiento económico” de Alianza
Universidad. Y como vereis, habrá más.
Numero los insertos para tener una referencia que me servirá para suprimir, cambiar, poner tareas y
ya veremos si se me ocurren más cosas. Espero que sí.
B. Barber, ECS
(Inserto 1. Dos advertencias: No confundir B. Barber con W. J. Barber, el autor de la magnífica
“Historia del pensamiento económico” publicada en Alianza Universidad [Novena edición 1984]. En la
3
red he puesto un documento de apoyo que os podeis bajar con la excelente introducción de W. J.
Barber a su libro. Buscad barbintr.wpd. La segunda advertencia: B. Barber es un moscón muy ruidoso
pero es la excepción más que la regla. La regla la representan mucho mejor Lipset y Orum,
funcionalistas muy cercanos a posiciones marxistas. Para ellos he puesto otro documento separado de
apoyo, polihand.wpd).
Estratificación social es el concepto sociológico que recoge los hechos vinculados a la distribución de
los individuos y los grupos en lo que expresivamente se llaman estratos, o clases superiores,
diferenciados en función de una o más características específicas o generales. El término
'estratificación social' se incorporó al lenguaje de la sociología hacia 1940. Desde entonces ha sido muy
utilizado en los debates y polémicas de carácter político, ideológico y moral, así como en el análisis
sociológico.
Todo estudio sobre las clases sociales necesariamente tiene que ocuparse de la estratificación social,
pero estos dos términos no son sinónimos. La estratificación abarca el complejo total de la
diferenciación jerárquica, referido o no a los grupos. Las clases sólo a éstos.
Orígenes de la teoría de la estratificación social. La idea de estratificación social, en una forma laxa e
indiferenciada, muy vaga, se encuentra en la Biblia judeocristiana, en el pensamiento social de los
griegos y en los principales textos sociales y religiosos de indios y chinos.
Teoría marxista desde la perspectiva de los sociólogos funcionalistas. A diferencia de todas las
concepciones anteriores, de simple sentido común, vulgares y banales, la de Marx, y antes de él la de
los clásicos (Smith, Ricardo, Jones) parte de la posición (del individuo o) del grupo en la estructura
económica. Esto se convirtió en uno de los pilares fundamentales de la teoría de la estratificación y
hasta de todo tipo de análisis sociológico. De esta teoría resultan dos clases: los propietarios de los
medios de producción y los trabajadores asalariados.
La queja de B. Barber ECS: este concepto de estratificación social marxista resulta demasiado
elemental al confrontarlo con la realidad social empírica. No refleja adecuadamente diferencias tales
como las que existen entre las funciones de propietario y de gerente de una empresa, de empresario
y de técnico, de obrero especializado y no especializado. El concepto de estratificación social
presentado por Marx es elemental, primitivo, porque descuida y minimiza otros factores
socioestructurales que tienen enorme importancia en la sociedad, como el linaje, el parentesco, el
matrimonio, la afinidad, la vinculación étnica. La teoría marxista desatiende los valores y las creencias
religiosas, las ideas políticas. La ciencia, por ejemplo, es un agente tan poderoso en el mundo moderno
como la estratificación social.
Y para redondear su queja el estricto Weber denuncia que el análisis marxista, además de pretender
ser un análisis científico, ha sido también un análisis vehementemente ideológico que ha querido hacer
juicios morales sobre el mundo y transformarlo.
Mas la estricta ECS también tiene palos para Weber. Que implícitamente impulsado por su deseo de
corregir a Marx (quería ser el Marx burgués y, pienso que adecuadamente, justificaba las funciones de
los grupos de posición social elevada, particularmente los que ocupaban cargos políticos, militares y
administrativos) basa su modelo de estratificación social en los conceptos de clase, estamento y
partido pero olvida dimensiones muy importantes de la estratificación social: el parentesco, la
estratificación étnica, la educación como elemento estratificador.
(Inserto 4. En parte es esto lo que resalta el documento de autoridad que he escogido para esta
lección, pero de ninguna manera se restringe a ello, sino que contempla el conjunto del problema).
Ítem más, se queja la ECS, Weber no dijo nada del problema de la medición en general, ni de los
indicadores mensurables. ¿Cómo pueden medirse las 'oportunidades en el mercado'? ¿Por los ingresos
actuales? ¿O también por el capital ganado o heredado?
Por otra parte Weber definió el estamento en función del 'honor' y del 'estilo de vida' pero no nos dijo
cómo se pueden medir estas dos cosas con seguridad y exactitud. De hecho es evidente que Weber
pensaba solamente en los grados superiores de esa dimensión de la estratificación que es el honor, no
en los intermedios ni en los inferiores. Finalmente, Weber tampoco dijo casi nada acerca de cómo se
4
podría medir el 'poder'.
El estricto B. Barber.
(Inserto 5. ¿Queréis que lo llamemos Doña Perfecta?*************************************).
por fin triunfante y su ECS vindicada. En el desarrollo actual de la teoría de la estratificación no
marxista ya se abarcan todos los grados de 'honor' o 'prestigio', como hoy se suele decir, y existen
escalas para medirlo desde sus niveles más bajos a los más altos. Respecto a la estratificación del
poder no se han registrado avances hasta los últimos años.
(Inserto 7. 1960. ¡Qué vergüenza, una cita tan antigua! Pero es que yo a esta gente no la frecuento).
Parsons ha presentado dos tesis de carácter general. Una es la de que el poder es un fenómeno social
positivo (la capacidad de conseguir objetivos en los sistemas sociales) y no meramente negativo (la
capacidad de impedir que otros actúen como desean). La segunda es que el poder no es un fenómeno
de suma cero en el que si A tiene más, B necesariamente tiene menos. Por el contrario, el poder es un
fenómeno que permite que los incrementos y sus consecuencias sociales sean compartidos por A y B,
aunque no siempre en condiciones de igualdad total.
Por fin, una buena noticia. Aunque Parsons no se ha ocupado de mejorar las técnicas de medición en
el análisis de la estratificación social otros autores contemporáneos creen haber hecho grandes
progresos en este sentido.
(Inserto 9. Adiós, B. Barber. ¿Entendéis porqué yo a esta gente no la frecuento?****************).
Seymour M. Lipset es otra cosa, otra 'ECS'. Aquí ya se respira.
Clase social. Si se quiere dar a alguien el título de iniciador del estudio de las clases sociales, hay que
dárselo a Marx. Él hizo de la clase el eje de su análisis de la sociedad y de su teoría del cambio social.
La mayoría de los sociólogos (y Seymour M. Lipset es sociólogo) posteriores han discrepado de los
supuestos de Marx acerca de la estratificación, pero las ideas no marxistas o antimarxistas sobre el
tema son tributarias de las tesis originales de Marx. Él formuló la teoría de las clases con tal vigor que
definió los términos de la discusión para los sociólogos posteriores.
(Inserto 10. Esta cita es literal. Una pena que Doña Perfecta B. Barber no se enterara***********).
A partir de aquí sigo también a Lipset, pero ya no literalmente. Continúa él indicando que con eso no
quiere decir que no hubiera otras figuras importantes de los siglos XVIII y XIX que empleasen los
conceptos de estratificación de una manera ajustada y rigurosa.
La afirmación formulada en 'El Capital' sobre las clases, a saber: que las tres grandes clases de la
sociedad moderna son los propietarios de capital, los propietarios de tierras y los obreros asalariados,
está tomada directamente de los 'Principles' de Ricardo obra publicada en 1817, en la que también se
expone la teoría del valor trabajo.
(Inserto 12. O sea lo que para Lipset significa emplear los conceptos de estratificación de una manera
ajustada y rigurosa es que coincidan con Marx. Diréis que soy retorcido, pero leedlo otra vez. Eso es lo
que dice)
Tipos de enfoques teóricos.
(Inserto 13.La evaluación que de ellos hace Lipset no siempre me resulta aceptable porque me parece
excesivamente simplificador; pero es respetable y respetuosa).
Los enfoques teóricos del problema de la desigualdad social se distinguen entre otras cosas por
favorecer unos la estabilidad y otros el cambio de los sistemas sociales. Estas diferencias de
orientación teórica han sido reflejo de diferencias políticas. Los reformistas y los radicales han visto en
5
la desigualdad social y en las diferencias de clases una fuente de cambio social, cambio que deseaban
promover. Los teóricos conservadores han justificado el orden existente insistiendo en las funciones
que desempeña la jerarquía en todos los sistemas sociales. El interés por el cambio social ha solido ir
acompañado del interés por las clases sociales, esto es, los grupos que dentro de colectividades
estratificadas actúan políticamente como agentes del cambio. Quienes subrayan en cambio la
importancia funcional de la desigualdad se han interesado por los fines que cumplen las diferentes
recompensas, especialmente en forma de prestigio, aparejadas a las distintas posiciones dentro de un
sistema de estratificación social.
Los defensores del punto de vista funcional parten del supuesto de que los sistemas sociales deben ser
considerados como si estuvieran en equilibrio.
(Inserto 15. De hecho los funcionalistas manejan el concepto de homeóstasis u homeostasis [nunca he
sabido como debo pronunciarlo] que es el conjunto de fenómenos de autorregulación del medio
interno de un organismo, pero también de un sistema influido por agentes exteriores).
De ahí que estos teóricos hayan visto en las clases no una variable que interviene en el proceso de
cambio social, sino un conjunto de instituciones que contribuyen a crear las condiciones necesarias
para que una sociedad compleja pueda funcionar. Estas condiciones se reducen a la necesidad de un
sistema de recompensas diferenciadas como medio de institucionalizar la división del trabajo: la
diferenciación por posición social y por nivel de ingresos es postulada como parte indispensable del
sistema de motivaciones que se necesita para que los individuos ocupen los diversos puestos que se
han de cubrir si se quiere que el sistema funcione.
(Inserto 16. La actitud de Lipset no es excepcional entre los sociólogos; afortunadamente si es
excepcional la de B. Barber. Pero la de Lipset no; la de Lipset es la dominante en el excelente
'Handbook of Political Behavior". Véase por ejemplo en el 'Handbook' vol 3. cap. 2 'Sociological Theory
and Political Sociology: Interpretations of Classical Statements' lo que en las páginas 81-92 escribe
Anthony M. Orum. Lo tenéis en el documento de apoyo docapoy1.wpd).
De todos modos, Lipset es eminentísimo también junto a Orum y a todo el Political Handbook. La forma
en que aborda el estudio de la clase en la doctrina marxista es magistral.
(Inserto 19. Quiero que notéis cómo el largo párrafo resaltado en negrita que sigue a continuación es
un excelente resumen de la lección y de la hipótesis que avancé en mi preámbulo, una justificación del
documento de autoridad escogido y de los documentos de apoyo que quiero colgar también en la red.).
Marx, el más eminente teórico de las clases y del cambio social y defensor por excelencia de la
inestabilidad y de la revolución, no dejaba de percibir los aspectos funcionales de la estratificación
social. En muchos de sus escritos intenta precisamente mostrar cómo las ideologías, los valores y las
formas de comportamiento--en diferentes niveles de clase--sirven para mantener la estabilidad del
orden social. En realidad, el análisis de Marx esta lleno de proposiciones funcionales.
Los funcionalistas, por otra parte, se dan perfecta cuenta de que existe el cambio y el conflicto y de que
los hombres no solo aceptan, sino también rechazan el sistema de estratificación dado. El pensador
que más estimuló las ideas funcionales en sociología, Émile Durkheim, trató de hacer ver que las
tensiones que surgen entre los diversos valores dentro de un mismo sistema llevan a los individuos y
a los grupos a rechazar el sistema de valores dominante y a desviarse de las formas de
comportamiento generalmente aceptadas. Así como Marx consideraba que la alienación era inherente
a la desigualdad social, Durkheim pensaba que la anomia es endémica en todos los sistemas sociales
complejos.
Para ver cómo ha evolucionado el pensamiento social moderno acerca de la estabilidad y el cambio, la
alienación y la formación de los sentimientos de clase es necesario examinar la obra de algunos de los
teóricos más importantes, concretamente Marx, Weber y Durkheim.
Las clases en la doctrina marxista.
La sociología marxista parte de la premisa fundamental de que la función primaria de toda
organización social es la satisfacción de las necesidades básicas del hombre: alimento, vestido y
6
vivienda. De ahí que el sistema de producción sea el eje en torno al cual están organizados los demás
elementos de la sociedad. La sociología contemporánea ha invertido esta concepción, poniendo en el
centro el sistema de distribución, cuyos elementos estratificadores son la posición social y el prestigio.
Para Marx, sin embargo, la distribución no es más que una función dependiente de la producción.
Del supuesto de la primacía de la producción deriva la definición marxista de clase social: todo
conjunto de personas que desempeñan la misma función en el proceso de producción. Marx, en el
Capital, enumera tres clases principales, que se distinguen entre sí por sus relaciones con los medios
de producción: (1) los capitalistas o propietarios de los medios de producción; (2) los obreros o todos
aquellos que trabajan para otros; (3) los terratenientes, que dentro de la teoría marxista parecen no
coincidir con los capitalistas y ser considerados como vestigios del feudalismo ([1867-1879]
1925- 1926, vol. 3, págs. 862-863). De los escritos históricos de Marx se deduce que su visión de la
realidad jerárquica era mucho más compleja y que advertía que dentro de cada una de estas
categorías fundamentales existe diferenciación. Así, p. ej., el pequeño empresario, o el pequeño
burgués, constituyen, según Marx, una clase en transición, un grupo que se verá forzado por las
tendencias económicas propias del capitalismo a dividirse en dos: el de los que descienden a la clase
obrera y el de los que mejoran de condición y pasan a ser capitalistas.
(Inserto 20. He suprimido aquí un muy largo y para mí deslumbrante análisis de la posición de Weber
y todos los suyos en su relación con Marx y con el marxismo. En algún sitio tengo que cortar. Por favor,
si estáis interesados bajaros el Íntegro. Pero como eso tiene el inconveniente de la falta de
sincronización de éste, he tenido una idea: he creado un nuevo documento de apoyo, docapoy1.wpd,
que también os mandaré con el e-mail y además pondré en la red).
Dejemos ya que hable Marx.
(Inserto 21. Aunque tenga que ser a través de Henri Lefebvre, Korsch, Althusser y Balibar, et moi
même).
La sociedad en la que según Marx se convierte en esencial la polarización de los antagonismos de clase
es una sociedad históricamente tardía, la última antes del socialismo: el capitalismo. Con anterioridad
a ella, todas las sociedades, todos los estadios de la formación económico-social, mostraban
escisiones, oposiciones, contrastes y conflictos. Donde faltaban estas oposiciones, la sociedad se
hallaba estancada o en regresión. Las sociedades sólo cambian, sólo progresan o se hunden en función
de las diferencias y oposiciones internas (contradicciones) que contienen. Pese a todo, hasta llegar al
capitalismo estas diferencias son características distintivas más que conflictivas, como muestra el
ejemplo de la sociedad feudal. Lo que la caracteriza en su conjunto es la naturaleza directa e inmediata
de las relaciones sociales. Se trata de relaciones de persona a persona, y por tanto transparentes.
Estas relaciones transparentes son también relaciones de dependencia en el interior de la familia, de
la estirpe, de la aldea, de la aldea, del señorío. La dependencia de los campesinos permite oprimirles,
arrancarles el fruto de su trabajo en forma de renta de la tierra, de diezmos y primicias que le
arrebatan la iglesia y el señor que participa de lo divino, y cuyos 'soldados' protegen y roban y
extorsionan a los siervos que vinculados a la gleba pueden ser despojados de sus instrumentos de
trabajo, de su casa y de su vida. El señor dios es jefe de la comunidad, garantía de la costumbre, juez
y justiciero. Así es como la sociedad feudal se caracteriza por la jerarquía y no por la polarización. Pero
¿qué diferencia?
Conclusiones finales sobre temas difíciles de definir y de particular importancia para las conclusiones
de esta segunda lección.
La más esclarecedora me parece la cuestión de la diferencia entre trabajos productivos e
improductivos. Tengo para mí que ésta es la ocasión en que Marx ajusta cuentas con la economía
burguesa de una forma más esclarecedora. Lo hace al discutir las tesis de Adam Smith, que aplicando
criterios estrictamente económicos al trabajo social no quería considerar trabajo mas que a los
materialmente productivos, relegando a los que no lo eran a la categoría ambigua y equívoca de los
servicios. Para Marx, la cuestión es mucho más delicada y compleja. Toda sociedad, cualquiera que sea
su estructura, cualquiera que sea su modo de producción, reparte de manera determinada las fuerzas
productivas. Socialmente los trabajos del educador, del sanador, del actor, del informador son tan
necesarios como los del constructor y los del soldador y los del agricultor. Mas no son productores de
7
bienes que se toquen, se pesen y se coman. Son necesarios para la producción pero en sí mismos son
improductivos. ¿Cierto? Aquí Marx es luminoso. Ni el modo de producción capitalista ni la sociedad
burguesa se orientan directamente a la satisfacción de necesidades ni siquiera sociales. El objetivo de
la producción capitalista tampoco es la producción de mercancías: el único objetivo es la ganancia, la
plusvalía. El trabajo en esta sociedad sólo es productivo en la medida en que genera un beneficio para
el capital y los capitalistas. De ello se sigue que en esta sociedad dominada por la burguesía el trabajo
del artista, del literato, del escritor, del constructor, del edificador, del arquitecto, el de todos ellos no
es considerado trabajo social y queda abandonado al capricho extravagante de quienes experimentan
una particular necesidad de evasión y disponen de los medios económicos suficientes para disfrutarlo,
a diferencia de lo que ocurría en la sociedad preburguesa, en la Edad Media y el Renacimiento en que
el trabajo del artista, del creador, del educador, es valorado como trabajo social y es capaz de
proporcionarle fama, rango, riquezas y la protección de príncipes y magnates. Como lo será en la
sociedad socialista que hará de ellos miembros particularmente valiosos y valorados. Es así como
resulta que en el pensamiento de Marx la noción de trabajador productivo cambia con el carácter
global de la sociedad, con el modo de producción.
Marx rechazaba directamente el funcionalismo sociológico en el que veía una ideología según la cual en
la sociedad burguesa las diversas funciones se superponen recíprocamente y resuelven las oposiciones
y las contradicciones internas de esta sociedad. Lo que con ello se afirma en realidad es que esas
funciones y esos servicios se hallan al servicio del capitalismo.
A esta larga y difícil discusión, que no ha terminado aún y constantemente vuelve a reanudarse, le
debemos una de las más brillantes páginas que llevo citando muchos años por su fuerza y por su
ironía, pero ante todo por su soberbia solidez marxista.
'Un filósofo produce ideas; un poeta, versos; un clérigo, sermones; un profesor lecciones y manuales,
etc. etc.
'Un criminal produce crímenes.
'Si se considera más de cerca la relación existente entre esta rama de la producción y el conjunto de
la sociedad, será posible liberarse de muchos prejuicios. El criminal no produce simplemente crímenes
sino también el derecho penal, el profesor que da clases sobre el derecho penal y escribe el manual en
que condensa su saber para ilustrar a jueces y abogados. Se produce así un aumento de la riqueza
nacional y se enriquece y ensoberbece el autor que además disfruta con ello. El criminal produce
además la organización de la policía y de la justicia criminal, los guardias, los jueces, fiscales y
abogados defensores, los verdugos, diversas profesiones que constituyen otras tantas categorías de la
división social del trabajo y desarrollan las facultades del espíritu, creando nuevas necesidades y
nuevas maneras de satisfacerlas. La simple tortura ha suscitado las más ingeniosas invenciones
mecánicas y da ocupación a una multitud de honestos obreros en la producción de esos instrumentos.
'El criminal produce una impresión moral trágica y despierta en sus conciudadanos, sacándoles de la
monotonía de la existencia burguesa, emociones que promueven el arte, la literatura, la publicación de
novelas e incluso de tragedias. El criminal da pues un nuevo impulso a las fuerzas productivas...'
Algunas afirmaciones fundamentales de Marx que debo añadir antes de dar paso a las conclusiones de
esta lección.
En primer lugar no hay clases sin lucha de clases, sin luchas políticas. En la medida en que no entra en
la arena política, una clase es una clase 'an sich' es decir una clase 'en sí', no una clase 'für sich', o sea
no una clase 'para sí'. Es decir, no tiene conciencia de clase. En segundo lugar, y traduzco literalmente:
las clases polarizadas, en lucha y conflicto, no por ello dejan de constituir una unidad, a saber 'la
sociedad', particularizable (particularizable no existe en el diccionario, pero es aceptable como
adjetivo de origen verbal) como Estado o nación.
La constelación de clases y fracciones de clases, es decir, la estructura de la sociedad, cambia con la
coyuntura. Las descritas por Marx como esenciales en el capitalismo de concurrencia son los
propietarios agrarios, los capitalistas industriales y los obreros (es decir, dos clases burguesas y una
que puede ser marxista).
8
En 'Revolución y contrarrevolución en Alemania' enumera ocho clases: feudal, (preburguesa),
burguesía, pequeña burguesía, grande y mediana propiedad agraria, pequeños campesinos,
(burguesas), siervos, obreros agrícolas, obreros industriales (No especifica qué son). En 'La lucha de
clases en Francia' tiene en cuenta siete clases: burguesía financiera, burguesía industrial, burguesía
comercial, pequeña burguesía, campesinos, (burguesas, incluso los campesinos, si nos atenemos a lo
que dice Marx en 'El dieciocho de Brumario de Luis Napoleón Bonaparte'), proletariado (marxista) y
lumpen (en su limbo).
(Inserto 22. Un poco más largo que los que he hecho hasta aquí en este documento. Tengo el
convencimiento que todo cuanto habéis leído en esta parte final es un ajuste de cuentas de Marx con
la burguesía. Pero para Marx su dialogante es siempre la burguesía. A otros competidores por el poder,
otros socialismos, otros comunismos no quiere darles cancha, tampoco aquí. Al final volveré ¡y cómo!) .
Notas de varia procedencia, pero creo que la mayoría mías.
Toda la historia humana, sostienen Marx y Engels, es la historia de conflictos entre las clases sociales
que se convierten en los grupos en torno a los cuales los hombres se organizan en sociedad, la base de
las lealtades e identidades de la gente, las fuerzas generales que dan forma a las vidas de las personas
desde su nacimiento hasta la muerte, y al mismo tiempo actúan como organizaciones reales dentro del
conjunto social.
Por ejemplo, el capitalismo se presenta como enfrentando por un lado a los propietarios capitalistas de
los medios de producción y por otro a los obreros asalariados: sólo se contemplan entonces dos
grandes clases sociales. Mas parece que para Marx las clases sociales representaban también actores
más concretos y más reales en la vida y en la historia. Ya he hablado de 'Revolución y
contrarrevolución en Alemania', donde las clases son ocho, y de 'La lucha de clases en Francia' donde
tiene en cuenta siete clases y en 'El dieciocho de Brumario de Luis Napoleón Bonaparte' Marx escribe
sobre banqueros, tenderos, pequeños burgueses como clases sociales. Y recordemos que en 'El
manifiesto comunista' Marx y Engels escriben de la clase media baja, el pequeño manufacturero, el
tendero, el artesano y el campesino.
Yo me inventé hace muchos años una respuesta tranquilizadora, ingeniosa e ingenua, muy ingenua:
clase social no tiene para Marx un sentido o significado único sencillamente porque tiene muchos. Para
Marx ‘clase social’ se convirtió en un concepto axial que podía usar de numerosas formas y adaptar a
diversos sentidos de interés para él y para sus lectores y oyentes. Incluso como concepto teórico tiene
dos connotaciones distinguibles, según ponga Marx el énfasis en su herencia hegeliana o en su
herencia clásica. El uso hegeliano es dialéctico, incorpora la contradicción. Para que ésta y su
necesidad se hagan patentes, la estructura de dos clases resulta adecuada. El modelo de Ricardo y de
los clásicos es más abierto, más compatible con la pluralidad de clases, más compatible con el otro uso
que a Marx podía interesarle hacer de las clases sociales, el uso ideológico y revolucionario. Porque
Marx escribía y hablaba para obreros asalariados, para pequeños tenderos, para sastres, para
manufactureros, artesanos, para pequeños campesinos. Él no se consideraba un filósofo, era un
revolucionario. Escribía y hablaba para esas gentes para hacerles tomar conciencia de su papel de
actores de la historia de la humanidad. Les hablaba de esas clases sociales porque eran ellos, porque
quería que emergieran de sus pequeñas vidas temerosas y contribuyeran a acelerar la revolución que
Marx esperaba y que ellos esperaran también: quería que se dieran cuenta de que estaban implicados.
Para Marx la clase social era un concepto clave en su materialismo histórico y en su labor
revolucionaria.
(Inserto 25. Todo lo cual es verosímil y hasta plausible. Lo que pasa es que el problema no es ese, el
problema es que había más socialistas, más comunistas, otros socialistas, otros comunistas, otros
seres humanos a los que Marx y Engels niegan, ocultan en su ajuste de cuentas con la burguesía.
Enceguecidos en su fantasía cruel de que la burguesía y ellos estaban solos. A cancelar para siempre
ese problema está dedicado el largo documento que sigue).
SEGNLEC2.WPD
M. Bakunin, socialismo sin estado: anarquismo.
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Nota de Ramon: ha sido espléndido descubrir este archivo que construyó Maximoff en 1953, con
fragmentos de Bakunin, fragmentos que yo recuerdo haber leído, pero que no se me había ocurrido
poner juntos. Lo que en principio me atrajo fue el título G.P. Maximoff (ed.), "The Political Philosophy of
Bakunin". The Free Press, NY © 1953 y en cuanto lo leí me deslumbró porque sitúa en un contexto
común, con suma limpieza, mi repetida crítica de la tendencia de ese marxismo beato que se cree que
esta sólo. Contra ese marxismo beato he escrito la primera y la segunda clase. Esto va ya con la mayor
urgencia a la web. Por favor, leedlo y comentarlo.
Escrito: s.f., construido de extractos de diversos artículos. Publicación:: G.P. Maximoff (ed.),
"The Political Philosophy of Bakunin". The Free Press, NY © 1953 (derechos no renovados) Edición
eletrónica: Anarchist Archives; Marxists Internet Archive, 1999. Traducción y edición digital castellana:
Proyecto Espartaco, 2001. Esta edición: Marxists Internet Archive, 2001.
El efecto de los grandes principios proclamados por la Revolución francesa. Desde aquel tiempo,
cuando la Revolución bajó a las masas su Evangelio -no el místico sino el racional, no el celestial sino el
terrenal, no el divino sino el Evangelio humano, el Evangelio de los Derechos del Hombre- desde
entonces proclamó que todos los hombres son iguales, que todos los hombres tienen derecho a la
libertad y la igualdad; las masas de todos países europeos, de todo el mundo civilizado, despertaron
entonces, gradualmente, del sueño que los había mantenido en la esclavitud desde que la Cristiandad
los drogó con su opio, y comenzaron a preguntarse si ellos también tenían el derecho a la igualdad, a la
libertad, y a la humanidad.
En cuanto esta pregunta ha sido planteada, la gente, guiada por su admirable sentido común, así
como por sus instintos, se dio cuenta de que la primera condición para su emancipación verdadera, o
humanizacion, era, por sobre todo, un cambio radical en su situación económica. La primera pregunta,
justamente, estaba relacionada con el pan de cada día, pues como ha sido ya notado por Aristóteles, el
hombre, para pensar, para sentirse libre, para hacerse hombre, debe ser liberado de los cuidados
materiales de la vida diaria. En realidad, el burgués, quien está tan vociferante en sus greguerías contra
el materialismo de la gente y quien predica a ellos las abstinencias del idealismo, lo sabe muy bien, ya
que ellos ellos mismos lo predican sólo con la palabra mas no con el ejemplo.
La segunda pregunta que surge entre las personas, la del ocio luego del trabajo, es también
condición indispensable de humanidad. Pero pan y ocio nunca pueden obtenerse independientes de una
transformación radical de la sociedad existente, y eso explica por qué la Revolución, obligada por las
implicaciones de sus propios principios, dio a luz al socialismo.
El socialismo es la justicia. Cuando hablamos de justicia, entendemos por esta no la justicia
contenida en los códigos y en la jurisprudencia romana -los cuales se han basado, en gran medida,
sobre las verdades de la violencia alcanzada por la fuerza, violencia consagrada por tiempo y las
bendiciones de alguna iglesia u otro (cristiano o pagano), y por lo cual se ha aceptado como principio
absoluto, que toda ley debe ser deducida por un proceso de razonamiento lógico- no, hablamos de
aquella justicia que está basada únicamente sobre la conciencia humana, la justicia que ha de ser
encontrada en el conocimiento de cada hombre -hasta en los de niños- y que puede ser expresada en
una sola palabra: equidad.
Esta justicia universal que, debido a las conquistas por la fuerza y a las influencias religiosas, aún
nunca ha prevalecido en los ámbitos políticos, jurídicos o económicos, debería hacerse la base del nuevo
mundo. Sin ella no puede haber ni libertad, ni república, ni prosperidad, ni paz. Es ella entonces quien
debe gobernar nuestras resoluciones para que trabajemos con eficiencia en el establecimiento de la
paz. Y es esta justicia, la que nos impulsa a asumir la defensa de los intereses de la gente terriblemente
maltratada y a exigir su emancipación económica y social con libertad política.
El principio básico del socialismo. No proponemos aquí, caballeros, este u otro sistema socialista.
Aquello que ahora exigimos es la proclamación nuevamente [d]el gran principio de la Revolución
francesa: que cada ser humano pueda poseer los medios materiales y morales para poder desarrollar
así su humanidad, un principio que, en nuestra opinión, debe ser traducido en el siguiente problema:
Organizar la sociedad de tal manera que cada individuo, hombre o mujer, pueda hallar, al entrar
en la vida, medios aproximadamente equivalentes para el desarrollo de sus diversas facultades y de su
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ocupación laboral. Y organizar dicha sociedad de tal forma que haga imposible la explotación de algun
trabajador, lo cual permitirá a cada individuo disfrutar de la riqueza social, la cual, en realidad sólo se
produce por el trabajo colectivo; pero sólo para disfrutarla en cuanto él contribuya directamente hacia
la creación de dicha riqueza.
Rechazo al socialismo estatatista. La consecución de esta tarea desde luego tomará cientos de
años de desarrollo. Pero la historia ya la ha traído ante nosotros y de aquí en adelante no podemos
hacer caso omiso a ella sin condenarnos a declarar nuestra total impotencia. Nos apresuramos en
agregar aquí que enérgicamente rechazamos cualquier tentativa de organización social que no admitia
la libertad más amplia tanto de los individuos como de las organizaciones, o que requiera la instauración
de cualquier regimen de poder. En nombre de la libertad, la cual reconocemos como fundamento único
y único principio creativo de la organización, económica o política, protestaremos contra todo aquello
que remotamente pueda parecerse al comunismo estatatista, o al socialismo estatatista.
Abolición del derecho de herencia. La única cosa que, en nuestra opinión, el Estado puede y
debería hacer es modificar poco a poco la ley de herencia para llegar cuanto antes a su completa
abolición. Aquella ley es puramente una creación del Estado, y una de las condiciones de existencia
misma del Estado autoritario y divino, y ella puede y debería ser suprimida por la libertad en el Estado.
En otras palabras, el Estado debería disolverse en una sociedad libremente organizada de acuerdo con
los principios de justicia. El derecho de herencia, en nuestra opinión, debiera suprimirse, ya que
mientras exista perdurará la desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad natural de los
individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello siempre engendrará la desigualdad hereditaria
en el desarrollo y la formación de las mentes, y cuya continuación sería la fuente y la consagración de
todas las desigualdades políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para cada
uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización económica y política de la sociedad- una
igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida, y por la que cada uno, dirigido en su propia
naturaleza, será el producto de sus propios esfuerzos. En nuestra opinión, la propiedad de los difuntos
debería acumularse a los fondos sociales para la instrucción y la educación de los niños de ambos sexos,
que incluye la manutención de ellos desde su nacimiento hasta que alcancen la mayoría de edad. Como
eslavos y como rusos, queremos agregar lo que consideramos una idea social fundamental, la cual se
basa sobre el instinto general y tradicional de nuestros pueblos, y que consiste en que la propiedad de
toda la gente, debería ser poseída sólo por aquellos que la cultiven con sus propias manos.
Somos unos convencidos, caballeros, de que este principio es justo, que es la condición esencial
e inevitable de toda reforma social seria, y, por consiguiente, Europa occidental tardará en reconocer y
aceptar este principio, no obstante las dificultades de su realización en países como Francia, por
ejemplo, en donde la mayoría de campesinos posee la tierra que ellos cultivan, pero en donde la mayor
parte de esos mismos campesinos pronto terminarán por no poseer nada, debido al parcelamiento de la
tierra que viene como resultado inevitable del sistema político y económico que ahora prevalece en
Francia. Sin embargo, nos abstendremos de ofrecer cualquier oferta contra la pregunta de tierra... Nos
limitaremos ahora a proponer la siguiente declaración:
La declaración del socialismo. "Convencidos de que la realización seria de la libertad, la justicia,
y la paz será imposible mientras que la mayoría de la población se halle desposeída de las elementales
necesidades, mientras esten privados de la educación y condenados a la insignificancia y a la esclavitud
política y social -de hecho, si no por la ley, por la pobreza así como por la necesidad de trabajar sin
descanso u ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo ahora está orgulloso, y recibiendo a
cambio sólo una pequeña parte de la torta, la que apenas basta para asegurar su sustento para al día
siguiente:
"Convencidos de que para las masas del pueblo, terriblemente maltratadas durante siglos, el
problema del pan es el problema de la emancipación mental, de la libertad y la humanidad;
"Convencidos de que libertad sin socialismo es privilegio e injusticia y que socialismo sin libertad
es esclavitud y brutalidad;
"La liga [para la paz y la libertad] con fuerza proclama la necesidad de una radical reconstrucción
económica y social, que tenga como objetivo la emancipación de los trabajadores del yugo del capital y
los terratenientes, una reconstrucción basada en la más estricta justicia - ni justicia jurídica ni teológica
ni metafísica, sino justicia simplemente humana - basada en la ciencia positiva y en la libertad más
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amplia."
Organización de las fuerzas productivas en reemplazo del poder político. Es necesario suprimir
completamente, en principio y de hecho, todo aquello que llaman el poder político; pues, mientras que
el poder político exista, habrá habra gobernantes y gobernados, amos y esclavos, explotadores y
explotados. Una vez suprimido, el poder político debería ser substituído por la organización de las
fuerzas productivas y el servicio económico.
No obstante el enorme desarrollo de los estados modernos -un desarrollo que en su fase última,
de forma bastante lógica, hace absurdo el Estado, se hace evidente que los días del Estado y el principio
estatal están contados. Ya podemos ver el advenimiento de la total emancipación de las masas
trabajadoras y su libre organización social, libre de la intervención gubernamental, formada por la
asociacion económica de las personas y dejando de lado todas las viejas fronteras Estatales y las
distinciones nacionales, fundamentado ello sólo en el trabajo productivo, el trabajo humanizado;
poseyendo un interés común a pesar de su diversidad.
El ideal del pueblo. Desde luego, este ideal aparece ante el pueblo significando el fin de sus
necesidades, el fin de la pobreza, y la satisfacción plena de todos sus requerimientos materiales
mediante el trabajo colectivo, igual y obligatorio para todos, y luego, como el final de la dominación, y
como la organización libre de las vidas de las personas conforme a sus necesidades -no desde la cima
hacia abajo, como lo tenemos en el Estado, sino de abajo a arriba, una organización formada por el
pueblo mismo, independiente de gobiernos y parlamentos, una unión libre en asociaciones de
trabajadores agrícolas y de fábrica, en comunas, regiones, y naciones, y finalmente, en el futuro más
remoto; la hermandad humana universal, que triunfa por sobre las ruinas de todos los Estados.
El programa de una sociedad libre. Fuera del sistema mazziniano que es el sistema de la
república en forma de un Estado, no hay ningún otro sistema sino el de la república como una comuna,
la república como una federación, una república genuinamente socialista y popular -el anarquismo. Esta
es la política de la revolución social, que apunta a la abolición del Estado, y la económica, que libera
totalmente las organizaciones de la gente, una organización de abajo hacia arriba, mediante una
federación.
... No habrá ninguna posibilidad de la existencia de un gobierno político, ya que este gobierno
será transformado en una administración simple de asuntos comunes.
Nuestro programa puede ser resumido en unas pocas palabras:
Paz, emancipación, y la felicidad de los oprimidos.
Guerra contra todos los déspotas y opresores.
Restitución total a los trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los instrumentos de
trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los que la cultivan con sus propias
manos.
Libertad, justicia y fraternidad con respecto a todos los seres humanos sobre la tierra.
Igualdad para todos.
A todos, sin distinción alguna, todos los medios de desarrollo y educación, e iguales
posibilidades de vida mientras trabajan.
La organización de una sociedad mediante una federación libre, desde abajo hacia arriba, de
asociaciones de trabajadores, tanto industriales como asociaciones agrícolas, científicas y
literarias - primero en una comuna, luego una federación de comunas en regiones, de regiones en
naciones, y de naciones en la asociación fraternal internacional
Táctica correcta durante una revolución. En una revolución social, en todo opuesta
diametralmente a una revolución política, los individuos apenas y cuentan, mientras que la acción
espontánea de las masas lo es todo. Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar, propagar, y
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desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir con
sus esfuerzos incesantes a la organización revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más
que eso; el resto sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la dictadura
política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas las opresiones
estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque lógica al restablecimiento de la esclavitud
política, económica y social de las masas populares.
Como todos los socialistas sinceros, y en general como todos los trabajadores nacidos y crecidos
entre el pueblo, Varlin y sus amigos compartieron en grado sumo este prejuicio perfectamente legítimo
contra la iniciativa procedente de individuos aislados, contra el dominio ejercido por individuos
superiores; siendo sobre todo coherentes, extendieron el mismo prejuicio y la misma desconfianza a
sus propias personas.
La revolución por decreto está condenada al fracaso. Frente a las ideas de los comunistas
autoritarios -ideas falaces, en mi opinión- de que la revolución social puede ser decretada y organizada
por medio de una dictadura o de una asamblea constituyente, nuestros amigos, los socialistas parisinos,
sostienen que la revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a través de la
acción masiva continua y espontánea de grupos y asociaciones populares.
Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razón. Porque, en realidad, no hay cerebro, por muy
genial que sea, o -si hablamos de la dictadura colectiva de algunos centenares de individualidades
supremamente dotadas - no hay combinación de intelectos capaz de abarcar toda la infinita
multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades reales que Constituyen en
su totalidad la voluntad colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una organización
social que pueda satisfacer a todos y cada uno.
Tal organización será siempre un lecho de Procusto en el que la violencia, más o menos
sancionada por el Estado forzaría a la desdichada sociedad. Pero este es un viejo sistema de
organización, basado sobre la fuerza, que la revolución social suprimirá para dar plena libertad a las
masas, los grupos, Comunas, asociaciones e individualidades, destruyendo de una vez por todas la
causa histórica de toda violencia: la misma existencia del Estado cuya caída supondrá la destrucción de
todas las iniquidades del derecho jurídico y de todas las falsedades de los diversos cultos -derechos y
cultos que han sido siempre, los canonizadores complacientes, tanto en el terreno ideal como en el real,
de toda la violencia representada, garantizada y autorizada por el Estado.
Es evidente que sólo cuando el Estado haya dejado de existir, la humanidad obtendrá su libertad,
y que sólo entonces encontrarán su auténtica satisfacción los verdaderos intereses de la sociedad, de
todos los grupos, de todas las organizaciones locales y, en consecuencia, de todos los individuos que
forman tales organizaciones.
La libre organización seguirá a la abolición del Estado. La abolición del Estado y de la Iglesia debe
ser la condición primera e indispensable para la emancipación efectiva de la sociedad. Sólo después la
sociedad podrá y deberá empezar su propia reorganización que, sin embargo, no debe efectuarse de
arriba abajo, ni de acuerdo con algún plan ideal proyectado por unos pocos sabios o filósofos, ni
mediante decretos promulgados por algún poder dictatorial, o incluso por una Asamblea Nacional u
elegida por sufragio universal. Tal sistema, como ya se ha dicho, llevaría inevitablemente a la formación
de una aristocracia gubernamental, es decir, a una clase de personas que nada tiene en común con las
masas del pueblo; y esta clase volvería con toda certeza a explotar y someter a las masas bajo el
pretexto del bienestar común o de la salvación del Estado.
La libertad debe ir de la mano con la igualdad. Soy un partidario convencido de la igualdad
económica y social porque sé que, sin esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moral
y el bienestar de los individuos, como también la prosperidad de las naciones, no son sino otras tantas
falsedades. Pero como soy al mismo tiempo un partidario de la libertad, primera condición de la
humanidad, creo que la igualdad debería establecerse en el mundo por la organización espontánea del
trabajo y la propiedad colectiva, por la libre organización de las asociaciones de productores en
comunas y la libre federación de las comunas -pero de ningún modo mediante la acción suprema y
tutelar dcl Estado.
La diferencia entre los revolucionarios autoritarios y los libertarios. Este punto separa
fundamentalmente a los colectivistas o socialistas revolucionarios de los comunistas autoritarios,
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partidarios de la absoluta iniciativa del Estado. La meta de ambos partidos es idéntica: ambos partidos
desean la creación de un nuevo orden social basado exclusivamente sobre el trabajo colectivo en
condiciones económicas iguales para todos -es decir, en condiciones de propiedad colectiva de los
medios de producción. Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el desarrollo y
la organización del poder político de las clases trabajadoras, encabezadas por el proletariado de la
ciudad con ayuda del radicalismo burgués; mientras los socialistas revolucionarios, enemigos de toda
alianza ambigua, creen que este objetivo común no puede lograrse a través de la organización política
sino mediante la organización social (y, por tanto, antipolítica) y el poder de las masas trabajadoras de
las ciudades y los pueblos, incluyendo además a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a
las clases altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al proletariado
aceptandó su programa.
Los métodos de los comunistas y los de los anarquistas. De ahí la existencia de dos métodos
diferentes. Los comunistas creen que es necesario organizar las fuerzas de los trabajadores para tomar
posesión del poder político estatal. Los socialistas revolucionarios las organizan con vistas a destruir, o
si preferís una expresión más refinada, a liquidar el Estado. Los comunistas son partidarios del principio
y la práctica de la autoridad, mientras los socialistas revolucionarios sólo ponen su fe en la libertad.
Ambos son partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la superstición y ocupar el lugar de la
fe; pero los primeros quieren imponer la ciencia al pueblo, en tanto que los colectivistas revolucionarios
intentan difundir la ciencia y el conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos de la
sociedad humana, una vez convencidos por la propaganda, puedan organizarse y combinarse,
espontáneamente, en federaciones, de acuerdo con sus tendencias naturales y sus intereses reales,
pero nunca de acuerdo con un plan trazado previamente e impuesto a las masas ignorantes por algunas
inteligencias "superiores".
Los socialistas revolucionarios creen que existe mucha más razón práctica e inteligencia en las
aspiraciones instintivas y las necesidades reales de las masas populares que en las profundas
inteligencias de todos esos instruidos doctores y tutores autodesignados de la humanidad, quienes
teniendo ante sus ojos los ejemplos lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la
humanidad, intentan todavía seguir trabajando en la misma dirección. Pero los socialistas
revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar durante largo tiempo,
demasiado largo, y que la raíz de sus desgracias no reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino
en el principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza.
Es esta diferencia de opinión, que ya se ha hecho histórica, la vigente en la actualidad entre el
comunismo científico, desarrollado por la escuela alemana y aceptado parcialmente por los socialistas
americanos e ingleses, y el proudhonismo, desarrollado extensamente y llevado a sus últimas
conclusiones y aceptado hoy por el proletariado de los países latinos. El socialismo revolucionario ha
hecho su primera aparición brillante y práctica en la Comuna de París. En la bandera pangermánica está
escrito: conservación y fortalecimiento del Estado a cualquier precio. Por el contrario, en nuestra
bandera, la bandera socialista -revolucionaria, está grabada con letras orgullosas y sangrientas: la
destrucción de todos los Estados, la aniquilación de la civilización burguesa, la organización libre y
espontánea de abajo arriba por medio de las asociaciones libres, la organización de la chusma
incontrolada de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la creación de un nuevo mundo
universalmente humano. Antes de crear o más bien antes de ayudar al pueblo a crear esta nueva
organización es necesario conseguir una victoria. Es necesario derrocar lo que es para poder establecer
lo que debe ser...
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