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TEMA 4
EL MOVIMIENTO OBRERO (1789-1914)
1.- EL MOVIMIENTO OBRERO: DE LOS INICIOS HASTA 1848. (no)
2.- LAS GRANDES CORRIENTES IDEOLÓGICAS DEL OBRERISMO.
3.- LA ÉPOCA DE LA PRIMERA INTERNACIONAL (1864-1881).
4.- SINDICATOS DE MASAS Y PARTIDOS OBREROS (1881-1914.
5.- LA SEGUNDA INTERNACIONAL.1.- EL MOVIMIENTO OBRERO: DE LOS INICIOS HASTA 1848.- (NO)
A lo largo del XIX, los gobiernos ignoraron la penosa situación de los trabajadores.
Siendo los obreros los que construyeron sus organizaciones y reivindicaron las
primeras medidas.
1.1.- DE ARTESANOS A PROLETARIOS.1.1.- DE ARTESANOS A PROLETARIOS.Desde mediados del XVIII fueron cambiando, sobre todo en Inglaterra, las
condiciones de trabajo. Al implantarse la libertad de producción, que permitió la
creación de nuevas manufacturas al margen de toda reglamentación gremial,
los antiguos artesanos perdieron todos sus privilegios. Los propietarios fijaban
las condiciones de la producción y de contratación laboral.
Los trabajadores de las nuevas manufacturas eran campesinos que habían
emigrado a la ciudad para conseguir trabajo, y también, población urbana, en
especial artesanos arruinados porque no podían competir con la introducción de
las nuevas máquinas. Se transformaron en proletarios que, carentes de toda
propiedad salvo de su prole, necesitaban trabajo y eran contratados por el
propietario del taller o la fábrica para cumplir la jornada laboral a cambio de un
salario.
El trabajo asalariado fue configurando una nueva clase obrera que se
consolidaría sobre todo a partir de 1820, al iniciarse la era de la fábrica. Las
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fábricas, locales mayores que los talleres y con máquinas más potentes movidas
con la energía del vapor o la hidráulica, afianzaron un nuevo orden laboral:
jornadas de hasta 15 horas, un ritmo de trabajo constante y sin descanso
también aplicado a mujeres y niños, una dura disciplina y unos salarios
bajísimos. Además, en un primer momento, el proceso de mecanización
condujo al paro a amplios sectores de trabajadores manuales, como los
tejedores ingleses. De las 800.000 personas que en el año 1800 trabajaban en
telares manuales de Inglaterra, en el año 1834 sólo quedaban 200.000.
El desempleo, los bajos salarios, las jornadas agotadoras y la dura disciplina
laboral generaron una creciente conflictividad. Los trabajadores se hicieron muy
pronto conscientes de la explotación a la que eran sometidos.
1.2.- LOS PRIMEROS CONFLICTOS Y EL LUDISMO.En un primer momento, los cambios en el mundo del trabajo provocaron
conflictos aislados e incluso motines. Empezaron a surgir asociaciones de
trabajadores formadas sobre todo por oficiales artesanos en vías de
proletarización. Primero se organizaron los trabajadores de un mismo oficio y a
nivel local; posteriormente se fueron uniendo localidades diversas y distintos
oficios. Ante la formación de sociedades obreras y las acciones colectivas, la
intervención gubernamental adquirió un carácter represivo. Las asociaciones
obreras acabaron siendo prohibidas tanto en Francia (Ley de Le Chapelier,
1791) como en Inglaterra (Combination Acts, 1799-1800).
En paralelo se desarrollaban movimientos radicales, herederos de la
Revolución francesa, que propugnaban reformas democráticas y reclamaban
derechos y libertades. En las ciudades inglesas se impulsaron movilizaciones,
marchas y concentraciones en las que participaron los trabajadores, a favor de
la reforma política y la abolición de las leyes antiasociativas.
En este contexto, cerca de Nottingham, el ejército reprimió en 1811 con
violencia una manifestación de trabajadores que se quejaban de la anchura de
los nuevos telares para la fabricación de medias, que les obligaba a trabajar
más por el mismo salario. Por la noche, y como protesta, fueron incendiados
más de 60 telares. La destrucción se asoció a un dirigente, el capitán Ned Ludd,
que pronto adquirió una dimensión mítica. Su nombre fue utilizado para firmar
las cartas de amenaza a los propietarios de máquinas. Los luditas
consideraban que las máquinas agredían los intereses de los trabajadores
porque provocaban el paro y la disminución de los salarios. Con sus acciones,
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los luditas pretendían forzar a los patronos a negociar las condiciones de
trabajo.
El ludismo se extendió a las regiones industrializadas de Inglaterra y en el
continente europeo, desde la Bretaña hasta Alcoy (1820) y Barcelona (1835).
Fue objeto de persecución gubernamental (en 1813 fueron ejecutados 18
luditas) y entró en declive a partir de 1817, si bien en la década de 1830 se
reactivó en el campo inglés con ataques a las máquinas trilladoras.
1.3.- EL SOCIALISMO UTÓPICO.Frente a la emergente sociedad capitalista, producto de la Revolución Industrial,
se alzaron voces críticas que se denunciaban las injusticias del nuevo
sistema y que idearon otras formas de organizar la sociedad. Fueron
propuestas innovadoras que, durante la primera mitad del XIX, configuraron lo
que se denominaría el socialismo utópico. Los modelos sociales que
propugnaban y los medios para llevarlos a cabo presentaban diferencias.
Algunos, como Babeuf y Blanqui, consideraban que la igualdad social sólo podía
alcanzarse por medio de la acción violenta de una minoría que impondría una
dictadura revolucionaria. Pero la mayoría creía en una pacífica transformación
social a través de la difusión de las ideas, de la educación y del propio ejemplo.
Charles Fourier defendió la creación de falansterios, agrupaciones
comunitarias donde la propiedad era colectiva y hombres, mujeres y niños
compartían todas las tareas. Étienne Cabet diseñó Icaria, un país donde se
realizaba el sueño comunista de una total igualdad social, proyecto que intentó
realizar, sin éxito, en América Robert Owen defendió la organización de los
trabajadores en cooperativas sin propietarios ni salarios, y la llevó a la
práctica en su fábrica textil de New Lanark (Escocia) hasta que las presiones
del gobierno y de los empresarios le obligaron a trasladarse a Indiana (EEUU).
1.4.- LA FORJA DEL SINDICALISMO.Con la experiencia de su lucha y el soporte de las ideas del socialismo utópico, los
obreros sintieron la necesidad de crear organizaciones propias, independientes
de los grupos burgueses. Así, se fueron constituyendo agrupaciones estables de
trabajadores. Estas sociedades empezaron a formular alternativas a la sociedad
capitalista: cooperativismo frente a competencia y colectivismo frente a
individualismo. Eran dos concepciones económico-sociales contrapuestas,
por un aparte la de los trabajadores, por otra, la de los propietarios.
El primer tipo de organización obrera fueron las Sociedades de Socorro Mutuo, a
menudo clandestinas. Actuaban como sociedades de resistencia y estaban, en
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muchas ocasiones, formadas por antiguos artesanos. Ayudaban a los
trabajadores en caso de enfermedad o paro y organizaron las primeras huelgas
gracias al cobro de cuotas, que permitían crear cajas de resistencia. A pesar de
las prohibiciones, la formación de uniones locales de sociedades obreras se
extendió desde 1820. Sus acciones, junto a las movilizaciones radicales,
consiguieron la abolición en Gran Bretaña de las Combination Acts (1824) y la
consolidación del derecho de asociación.
Pronto se planteó la necesidad de coordinar a todos los sindicatos de un país.
Hubo diversos intentos entre los cuales destaca en Inglaterra la creación de la
Asociación Nacional para la Protección del Trabajo (1830), formada por
asociaciones de la construcción, textiles, metalúrgicas y mineras. Se dotó de
un semanario The Voice of the People y apoyó la campaña a favor de la reforma
electoral que incorporase el sufragio universal. Pero no se consiguió ya que
la ley de reforma aprobada en 1832 no otorgó el voto a los obreros.
El fracaso de la acción política acabó con la Asociación, abrió u período de
discusiones que llevaron a la formación en 1834, a nivel nacional, de la Great
Trade Union (GTU). Esta organización agrupó a la mayoría de sindicatos,
impulsó acciones reivindicativas y alentó, con la influencia de Owen, la creación
de cooperativas de producción como medio para avanzar hacia una nueva
sociedad. La reacción del gobierno (que procedió a la detención de dirigentes),
de los empresarios (que se negaron a dar empleo a los afiliados) y el fracaso de
las cooperativas (muy costosas) acabó con la GTU. Las dificultades para
conseguir una organización que agrupase a nivel nacional los distintos
sindicatos persistían.
En la década de 1830, empezó la expansión del sindicalismo, que culminó en
Francia con la creación de la Unión Obrera (1843), y en España con la del primer
sindicato, la Asociación de Trabajadores de Barcelona (1840).
1.5.- EL CARTISMO.Fue en Gran Bretaña donde, por primera vez, el movimiento obrero se organizó
alrededor de un proyecto político propio: el cartismo. En su configuración tuvo un
papel importante la experiencia de los obreros de la Great Trade Union. La
persecución a la que fueron sometidos sus miembros convenció a los dirigentes
obreros de la necesidad de participar en política para poder cambiar las leyes y
poder intervenir en las relaciones laborales.
En 1836, un grupo de obreros fundó la asociación Working Men’s Association,
que elaboró la llamada Carta del Pueblo (1838), inspiradora de la acción
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colectiva de los trabajadores hasta 1848. Los objetivos del movimiento cartista
eran: el sufragio universal masculino y secreto, un sueldo para los diputados
que posibilitase a los trabajadores el ejercicio de la política y la reunión anual del
legislativo.
Para poder presentar estas peticiones a la Cámara de los Comunes
(Parlamento), los dirigentes idearon una estrategia novedosa de movilizaciones
(huelgas, concentraciones, manifestaciones,...) a fin de recoger firmas y al mismo
tiempo mostrar el respaldo social con el que contaban. A pesar de la represión,
se llegaron a recoger más de tres millones de firmas (1842). La Carta fue
rechazada por el Parlamento y los cartistas no consiguieron imponer sus
objetivos pero obtuvieron éxitos parciales, al implementarse una primera
reducción de la jornada laboral a 10 horas (1847), y conseguir la movilización
y concienciación de amplias capas de trabajadores.
1.6.- LA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA DE 1848.En 1848, el protagonismo obrero se desplazó desde Inglaterra al continente,
donde halló, en la revolución de París, un punto de inflexión para el futuro del
movimiento obrero. En febrero, los trabajadores franceses lucharon junto a la
burguesía liberal contra las fuerzas conservadoras y tuvieron una importante
participación en la caída de la monarquía y en la implantación de la II
República francesa. Pero sus demandas de reformas sociales se toparon con
la oposición de la burguesía. Los aliados de febrero se convirtieron
claramente en antagonistas en junio, ya que el gobierno suprimió todas las
reformas sociales y por ello se desencadenó una revuelta popular que fue
duramente reprimida por el ejército.
La experiencia del fracaso llevó a las asociaciones obreras a plantearse si una
república burguesa podría asumir los intereses de los trabajadores o si era
necesaria una alternativa obrera autónoma. Así se cuestionó el sentido de la
acción política y sindical, y se abrieron las puertas a nuevos planteamientos
doctrinales poniendo fin a la actuación interclasista desarrollada hasta
entonces.
2.- LAS GRANDES CORRIENTES IDEOLÓGICAS DEL OBRERISMO.
En la 2ª mitad del XIX surgieron las bases del movimiento obrero: el marxismo y
el anarquismo. Ambas parten del utopismo y el radicalismo político, y la
experiencia de las luchas obreras.
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2.1.- EL MARXISMO.El marxismo toma el nombre de Karl Marx quien, junto a Friedrich Engels, a
mediados del XIX, calificaron el primer pensamiento socialista de utópico y
elaboraron una teoría que era un programa de acción para cambiar la
sociedad: el socialismo científico. Sus palabras “los filósofos no han hecho sino
interpretar el mundo de maneras diferentes, pero de lo que se trata es de
transformarlo” evidencian esa voluntad. Su corpus doctrinal tuvo un primer
referente en el Manifiesto Comunista, publicado en Londres en vísperas de la
revolución de 1848.
El análisis de la realidad política y social, el estudio del capitalismo y la
práctica política de Marx, en la organización de sociedades obreras, posibilitaron
la elaboración de la teoría marxista.
El marxismo se asienta sobre tres grandes ejes:
-El análisis del pasado a través de la lucha de clases, es decir, del
antagonismo entre opresores y oprimidos considerado el motor del desarrollo
histórico. Esta contradicción se originaba en las relaciones sociales de cada
etapa histórica: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, en el que la
oposición básica se situaba entre la burguesía y los obreros industriales.
- La crítica del presente en función del análisis del sistema capitalista. Marx
explicó en El capital que la explotación burguesa es condición inherente al
capitalismo. Es decir, el trabajo del obrero genera un beneficio superior al
salario que percibe (plusvalía), que permanece en manos del capitalista, quien
reinvierte una parte en mejorar los medios de producción y se apropia del resto.
Por otra parte, la voluntad de incrementar el beneficio supone una constante
innovación tecnológica para aumentar la producción pero ello lleva a constantes
crisis de sobreproducción. De éstas crisis salen reforzadas las grandes empresas
eliminando a las más débiles.
-La necesidad de superar este presente se asocia a un proyecto futuro, la
sociedad comunista a la que se llegaría con la toma del poder político por los
trabajadores. Se abriría de esta forma una situación transitoria de dictadura del
proletariado para conseguir, más tarde, la desaparición de todas las clases y
construir una sociedad igualitaria.
2.2.- EL ANARQUISMO.El anarquismo no tiene un cuerpo doctrinario tan homogéneo como el
elaborado por Marx y Engels. Detrás del término anarquismo se agrupan toda una
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serie de propuestas que responden al pensamiento individual de sus
ideólogos. En general todas critican la sociedad capitalista y proponen un
modelo alternativo basado en la ausencia de autoridad.
El primer referente del anarquismo fue Pierre-Joseph Proudhon. Consideraba la
propiedad un robo y defendió un sistema social basado en el trabajo
autónomo y en la expansión del mutualismo y del cooperativismo. Así, de
forma gradual se superaría el capitalismo, al margen de toda organización
política y de toda autoridad, y por medio de la libre asociación de los
individuos. La difusión y discusión de estas ideas por activistas vinculados a
las luchas reivindicativas y revolucionarias daría fuerza al anarquismo.
En esta trayectoria, el ruso Mijaíl Bakunin desempeñó un papel decisivo. Planteó
que la revolución estaría protagonizada por todos los sectores oprimidos de
la sociedad (campesinos, artesanos, proletariado industrial…), y sería el
resultado de la lucha espontánea de las masas contra la explotación. Su
objetivo era la destrucción del Estado y la creación de una sociedad igualitaria
a partir de la libre asociación de las comunas, que eran las unidades
asociativas más pequeñas de la sociedad. Su influencia se extendió
principalmente por Suiza, Italia, Bélgica y España.
Con la base del pensamiento de estos dirigentes anarquistas se configuraba un
ideario libertario que proponía la anarquía como modelo de sociedad,
asentada en la libertad individual, la solidaridad social, la crítica a la propiedad
privada, la defensa de la propiedad colectiva, y la oposición a todo tipo de
organización jerárquica, a la religión, a la política y al Estado. Los medios para
destruir el orden burgués y llegar a esta sociedad sin clases presentaron
diferencias importantes entre los distintos pensadores anarquistas.
3.- LA ÉPOCA DE LA PRIMERA INTERNACIONAL (1864-1881).A partir de 1850 el número de trabajadores, de organizaciones y de pensadores
socialistas era importante. La conciencia de ser miembros de una misma clase,
por encima de Estados y fronteras, les llevaría a la constitución de la Asociación
Internacional de Trabajadores (Primera Internacional).
3.1.- LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE TRABAJADORES.La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue creada en Londres (1864)
por delegados de asociaciones obreras inglesas y francesas, y emigrantes
políticos italianos y alemanes. Posteriormente, incorporó sociedades obreras de
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distintos países (owenistas, cartistas…) y personalidades involucradas en la
lucha social. Se organizó en secciones nacionales y tenía un Consejo General
dirigido por Marx, que redactó los estatutos y el manifiesto inaugural donde se
establecían sus principios básicos: la emancipación de la clase obrera debía ser
obra de los trabajadores mismos, que conquistarían el poder político para
acabar con la sociedad burguesa e implantar el socialismo.
Los primeros congresos de la AIT se celebraron en Ginebra (1866), Lausana
(1867) y Bruselas (1868). Se adoptaron acuerdos para impulsar las
movilizaciones obreras en cada país y se definieron unas medidas que
influyeron en las reivindicaciones obreras: reducción de la jornada laboral,
supresión del trabajo infantil, mejora de las condiciones laborales de la
mujer, desaparición del ejército permanente, socialización de los medios de
producción, y el recurso a la huelga como el medio más eficaz para conseguir
estos objetivos.
Estos acuerdos no impedían la existencia de discrepancias internas que llevaron
al enfrentamiento abierto, desde 1869, entre Marx y Bakunin. Marx controlaba la
AIT a través del Consejo General y gran parte de los acuerdos de la AIT reflejaban
sus posiciones. Frente a él, Bakunin defendía la abolición del Estado y no su
conquista, y se mostraba hostil a cualquier autoridad política. Acusaba a Marx
de dictatorial y propugnaba la autonomía de las secciones y la pérdida de
poder del Consejo General. Las delegaciones de los países más
industrializados (Inglaterra, Alemania) apoyaban las ideas de Marx y las de los
países más agrícolas (España, Francia, Italia) daban apoyo a las tesis
bakuninistas.
3.2.- LA COMUNA DE PARÍS.A partir de 1868, la Internacional vivió con preocupación la creciente tensión
política y militar entre Francia y Alemania e hizo un llamamiento al
movimiento obrero para que mostrara la clara oposición a la guerra. Pero el
conflicto estalló en julio de 1870. Francia fue derrotada en la batalla de Sedán y
el ejército alemán llegó a las puertas de París, lo cual provocó el hundimiento
del imperio de Napoleón III, que quedó prisionero de Bismarck. Se formó en
1871 un gobierno encabezado por Thiers, de carácter conservador, que preparó
la capitulación ante los alemanes. Las clases populares de París no aceptaron
ni el nuevo gobierno, ni sus intenciones de capitular, y se produjo una
insurrección popular. El gobierno tuvo que abandonar la ciudad y refugiarse
en Versalles.
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En este contexto de vacío de poder, y para organizar la defensa frente a los
alemanes, se realizaron unas elecciones que llevaron a la constitución de la
Comuna de París (marzo-mayo 1871): un gobierno popular que respondía al
ideal de una república democrática y social. La Comuna organizó la
resistencia de París y emprendió un conjunto de reformas que se convirtieron en
el referente para el movimiento obrero y democrático: nacionalización de los
bienes del clero, reforma de la justicia, substitución del ejército por milicias
populares, abolición de la policía, entrega de las empresas abandonadas a
cooperativas obreras y un proyecto de enseñanza laica y gratuita.
En mayo, las tropas de Versalles y los prusianos consiguieron tomar París. El
bombardeo sobre la ciudad se inició el 1 de mayo y el 21 la ocuparon
definitivamente tras una semana de lucha. La represión fue durísima, con
miles de fusilamientos, detenciones y deportaciones. El obrerismo francés
quedó desarticulado y tardaría años en recuperarse.
3.3.- CRISIS Y DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL.El enfrentamiento ideológico entre Bakunin y Marx estaba incubando una crisis
en la AIT, que la guerra franco-prusiana y la derrota de la Comuna precipitaron
de forma irreversible. La participación de los internacionalistas en la Comuna de
París había sido minoritaria, pero la AIT, acusada de instigar la insurrección fue
ilegalizada en la mayoría de países y sus miembros resultaron perseguidos.
La ruptura entre los dos sectores se formalizó en el Congreso de La Haya (1872),
cuando la mayoría (marxista) ratificó la decisión de proceder a la formación de
partidos obreros nacionales como nueva forma de organización propia del
proletariado. Los bakuninistas no aceptaron la resolución, fueron expulsados y
formaron una nueva organización: la Internacional Antiautoritaria, que perduró
hasta 1881. La AIT oficial, muy debilitada, se trasladó a Nueva York, donde
languideció hasta 1876, año en que se disolvió. Se había consolidado la primera
gran escisión en el movimiento obrero entre marxistas y anarquistas.
En definitiva, aunque el número de sus adheridos fue reducido, la AIT ejerció
esencialmente una influencia moral, por su carácter de tribuna de discusión
pública de ideas sobre la emancipación de los obreros y por la elaboración de
un programa común para todos los trabajadores. Además puso las bases para la
creación futura de los partidos socialdemócratas.
4.- SINDICATOS DE MASAS Y PARTIDOS OBREROS (1881-1914).9
En los años precedentes a la I GM, se consolidó el sindicalismo de masas y se
crearon los partidos socialistas. Mientras que el anarquismo se limitaba al
ámbito mediterráneo y perfiló un sindicalismo revolucionario.
4.1.- LOS AVANCES DEL SINDICALISMOS.El mundo del trabajo experimentó importantes transformaciones desde 1880. El
crecimiento del capitalismo produjo un extraordinario aumento del proletariado
industrial, que en algunos países de la Europa occidental superó por primera vez
a la población agraria. La difusión del socialismo favoreció la constitución de
un nuevo sindicalismo mucho más masivo. Así en Inglaterra, en los inicios del
siglo XX, había más de cuatro millones de trabajadores adheridos a los
sindicatos, y más de dos millones en Alemania. Al aumentar su capacidad de
presión, ya que las huelgas podían movilizar a miles de obreros, se fue
imponiendo la práctica de la negociación colectiva entre sindicatos y
patronos, para fijar salarios y condiciones de trabajo.
También muchos sindicalistas empezaron a exigir la intervención del Estado
para arbitrar los conflictos, frenar los abusos patronales y garantizar una legislación
laboral. Como resultado de esta presión se produjeron las primeras legislaciones
laborales:
- Trabajo de niños y mujeres. En 1819, el gobierno británico exigió una
edad mínima de nueve años para trabajar, y en Francia, en 1841, se fijó
en ocho años. En 1874, el mínimo se fijó en diez años y en 1892, en doce.
En la última década del siglo XIX se prohibió el trabajo nocturno
femenino y se estableció un reposo obligatorio después del parto.
- Seguros obligatorios. Alemania fue el Estado pionero en crear seguros
obligatorios para los trabajadores, en caso de enfermedad, accidente,
invalidez y vejez. Francia e Inglaterra establecieron legislaciones similares
a principios del XX. En 1908, una ley inglesa aseguraba, por primera vez,
una indemnización a los parados.
- Jornada laboral. En gran parte de los países industrializados se estableció,
a finales de siglo, la jornada de diez horas en los talleres y de ocho en
las minas. Las ocho horas de trabajo diario no se alcanzaron hasta
después de la I GM.
4.2.- PARTIDOS Y SINDICATOS SOCIALISTAS.10
Recogiendo la experiencia de la Primera Internacional, se empezaron a crear
partidos políticos obreros. El primero y más importante, que sería el punto de
referencia del socialismo europeo, fue el Partido Socialdemócrata Alemán
(SPD), fundado en 1875. De inspiración marxista, su programa de 1891, establecía
objetivos a dos niveles.
A largo plazo, el SPD pretendía conquistar el poder político a través de la
acción revolucionaria no violenta para implantar una sociedad socialista. A
corto plazo, definió lo que serían las líneas esenciales de la socialdemocracia
europea del siglo XX, por medio de la lucha política y la acción parlamentaria.
Por un lado, realizar reformas democráticas y sociales: sufragio universal
extendido a las mujeres, representación proporcional, igualdad de derechos,
tributaciones directas y sanidad y educación públicas. Por otro, mejorar las
condiciones de la clase obrera: reducción de las jornadas laborales, mejoras
salariales, prohibición del trabajo infantil, seguros sociales, etc. En 1912, el
SPD obtuvo más de cuatro millones de votos (un 34,8 %) y 110 escaños, y se
convirtió en la primera fuerza en el parlamento alemán. Con casi un millón de
militantes (1914) era la fuerza más importante y el modelo de referencia de los
otros partidos obreros.
El SPD potenció la creación de sindicatos nacionales, con profesionalización
de sus dirigentes, que consolidaron la práctica de las negociaciones colectivas
entre empresarios y obreros, y recurrieron a la huelga como medio de presión.
Se establecía así una clara distribución de las funciones entre el partido, que
concentraba los objetivos políticos, y el sindicato, dedicado a la acción
reivindicativa y subordinado a la estrategia política del partido. Así, en
Alemania, surgió la Unión General de Sindicatos Alemanes, y con similares
características se creó la Unión General de Trabajadores (UGT, 1888) en
España.
En Inglaterra, el punto de partida no fue el partido político sino los sindicatos,
los cuales tras una larga experiencia de lucha, se habían consolidado a nivel
nacional (Trade Unions Council), con tres millones de afiliados a finales del XIX.
Las aspiraciones de reformas políticas eran canalizadas a través de los liberales
(whigs). Pero hacia 1900, algunos círculos sindicales empezaron a plantearse
la necesidad de crear una organización política propia. De esta iniciativa surgió
el Partido Laborista (1905), que se consolidó en 1906 al obtener casi 30 escaños
en la Cámara de los Comunes y que, en 1918, optó por una clara orientación
socialista.
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4.3.- LOS CAMINOS DEL SOCIALISMO.El desarrollo del socialismo estuvo acompañado, a partir de 1890, de una
polémica cada vez más intensa que llegó a afectar al conjunto del movimiento
y que surgió en el seno del Partido Socialdemócrata Alemán. Por un lado, su
propio crecimiento, que se acompañó de la expansión hacia sectores de las
clases medias, favoreció el predominio de la práctica parlamentaria en
detrimento de la acción revolucionaria. La obtención de reformas inmediatas
adquiría cada vez mayor relevancia y se convirtió en una meta en sí misma. Por
otro lado, el fuerte crecimiento económico que se inició en aquella década
parecía alejar la perspectiva de la crisis del capitalismo y eliminar el
horizonte de la revolución.
Esta situación alimentó el revisionismo de los postulados de Karl Marx, cuyo
principal impulsor fue el alemán Eduard Bernstein. En primer lugar, cuestionó el
análisis del capitalismo realizado por Marx y constató que la riqueza, lejos de
concentrarse en pocas manos, se iba extendiendo y un sector de los obreros
había mejorado sus condiciones de vida. En segundo lugar, Bernstein sostenía
que la participación política de la clase obrera había conllevado unas
reformas sociales que iban transformando la sociedad y también la
democratizaban. En consecuencia, apostaba por la vía parlamentaria para
llegar de manera gradual al socialismo, lo que chocaba con la vocación
revolucionaria de otros sectores socialistas.
Pero la posición de Bernstein tuvo un apoyo minoritario. El sector mayoritario
alemán, representado por Karl Kautsky, mantenía una retórica revolucionaria
pero atendía de forma preferente las prácticas reformistas. Otros como Rosa
Luxemburg defendían que sólo se podía llegar al socialismo a través de la
revolución proletaria. Fuera de Alemania, el ruso Vladímir Ilich Lenin fue la
personalidad más relevante de esta tendencia izquierdista y encabezó la
escisión bolchevique (1903) que protagonizaría la Revolución soviética de
1917.
En Francia, el socialismo aparecía dividido después de la Comuna y de la
posterior represión. Jules Guesde representa la ortodoxia revolucionaria,
contraria a toda alianza política con la burguesía. Frente a él, Jean Jaurès
impulsó una radical síntesis entre democracia y socialismo, apostando por la
colaboración con las fuerzas progresistas, e incluso por la participación en el
gobierno. Estos dirigentes representaban los dos partidos socialistas que se
unificarían en 1905, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera
(SFIO).
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En Italia y España, la expansión del socialismo se vio dificultada por la
importante presencia del anarquismo. En España, el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE), fundado en 1879, mantuvo una radical posición de clase,
contraria a la colaboración con la burguesía y estrechamente vinculada a la
UGT. En Italia se dio una cierta coexistencia entre anarquistas y socialistas
hasta que se formó el partido socialista (1892). Finalmente, en Austria, el
socialismo se mantuvo en la ortodoxia marxista, pero tuvo que enfrentarse a las
tensiones nacionales que aparecían entre checos y austriacos, tanto dentro del
partido como en los sindicatos, lo que situó la cuestión de las nacionalidades en
el centro del debate.
4.4.- LAS PRÁCTICAS DEL ANARQUISMO.En el anarquismo, que arraigó principalmente en España, Italia y Francia,
también se perfilaron caminos diversos. En el Congreso de Londres (1881) se
aprobó el uso de la violencia individual para divulgar el ideario anarquista e
inducir a las masas a la revolución. La práctica de la propaganda por el hecho,
más allá de la oral y la escrita, suponía atentados contra los representantes del
Estado, de la Iglesia y de la burguesía, considerados responsables de la miseria
de los trabajadores. La represión, el aislamiento y la impotencia ante una
burguesía cada vez más poderosa explicarían unos actos terroristas que
comportaron el asesinato, entre otros, de la emperatriz de Austria (1889) y de los
presidentes de la República Francesa (1894), del Consejo de Ministros de
España (1897) y de EEUU (1901).
Vinculados o no a actos terroristas, la corriente más radical del anarquismo, el
anarcocomunismo, tuvo sus principales representantes en Piotr Kropotkin y
Enrico Malatesta. Desde una perspectiva de enaltecimiento de la conducta
individual, se oponían a la formación de sindicatos y defendían una sociedad
sin clases y la propiedad colectiva de los medios de producción y de los
bienes de consumo. Hombres y mujeres agrupados en comunas
autosuficientes atenderían sus necesidades mediante el trabajo voluntario y la
ayuda mutua. Se oponían al llamado darwinismo social, que sancionaba el
dominio de los más fuertes, y defendían el valor de la libertad, la igualdad y la
ausencia de jerarquías. Defendían la educación como factor decisivo para el
cambio social, el antimilitarismo, el anticlericalismo y los ideales
internacionalistas.
Anarcosindicalismo
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Finalmente, tendencias contrarias a la práctica terrorista y al individualismo y
partidarias de la acción colectiva fueron configurando una corriente sindicalista
que perseguía el objetivo de una sociedad sin clases, con la lucha
reivindicativa entendida como un enfrentamiento directo con los
propietarios. En Francia, esta corriente se vinculó al sindicalismo socialista y
dio origen al anarcosindicalismo. En la Carta de Amiens (1906) se definió el
sindicalismo revolucionario, autónomo de los partidos políticos, basado en la
acción directa de los obreros frente a los patronos y en la huelga general
como instrumento revolucionario de cambio social. En esta línea cabe situar a la
Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia, que sirvió de referente al
sindicalismo italiano y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910), en
España.
5.- LA SEGUNDA INTERNACIONAL.- (no)
5.1.- FUNDACIÓN Y OBJETIVOS.La segunda Internacional se fundó en París durante los actos conmemorativos del
centenario de la Revolución Francesa (1889). Se configuró como una
organización homogénea ideológicamente ya que sólo incorporó partidos
socialistas. Se perfiló como una confederación de partidos nacionales
autónomos, sin un Consejo General que centralizase la acción, a diferencia de la
AIT. En 1900 se creó un Buró Socialista Internacional, con sede en Bruselas,
para dar continuidad a los trabajos que debían realizarse en el transcurso de los
tres años entre los congresos, y en los que se fijaban los objetivos y
actuaciones del movimiento socialista internacional tanto a nivel doctrinal
como pragmático.
Las resoluciones adoptadas en el Congreso fundacional reclamaban Leyes para la
protección de los trabajadores, la jornada laboral de 8 horas y la abolición del
trabajo infantil. Condenaron la guerra, a la que consideraban consecuencia del
orden capitalista, y llamaron a los trabajadores a afiliarse a partidos
socialistas. A partir de aquí, la Internacional estableció una serie de principios
que se mantendrían a lo largo del siglo: la extensión de la democracia, la
evolución pacífica hacia la toma del poder político, la regulación del mercado
laboral, el fin de la discriminación sexual y de las demás desigualdades.
La Segunda Internacional creó algunos de los símbolos del movimiento obrero
como el himno y la celebración del 1º de mayo, Día de los Trabajadores, en
recuerdo de los obreros detenidos y ajusticiados en Chicago en 1886. La
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también llamada Internacional Socialista agrupaba a millones de trabajadores y
su debates tuvieron una notable repercusión. Impulsó una gran diversidad de
organismos, entre los que cabe destacar la Conferencia Internacional de Mujeres
Socialistas (1907), reflejo de su influencia en el incipiente movimiento feminista, o
la Federación Internacional de la Juventud Socialista.
5.2.- LOS GRANDES DEBATES.-(NO)
La Internacional fue el gran foro de debate de los problemas que afectaban al
movimiento socialista, sobre todo desde 1900 (Congreso de París). En primer
lugar, el revisionismo fue condenado y la presencia socialista en gobiernos
burgueses sólo se admitió en caso de extrema necesidad. Se reafirmó la
lucha de clases como base de la acción política y social. Sin embargo, ello no
acabó con la confrontación entre las posiciones que defendían las prácticas
reformistas y las que priorizaban la consecución del objetivo final.
El colonialismo configuró un segundo gran espacio de debate. Un sector lo
denunciaba como una forma más de la explotación capitalista y defendía la
obligación de combatirlo y potenciar en las colonias la revolución socialista.
Logró imponer sus posiciones en el Congreso de Stuttgart. Pero otro grupo se
limitaba a criticar la barbarie de los colonizadores sin cuestionar el sistema, y
hasta defendía la colonización como factor positivo de civilización.
Finalmente, ante la espiral belicista se rechazó la guerra en los congresos de
Copenhague (1910) y Basilea (1912). Considerada un producto del
enfrentamiento entre los Estados capitalistas, se debía impedir, y si a pesar de
todo estallaba, se debería frenar con la huelga general o la movilización
revolucionaria. Ahora bien, cuando se inició la Primera Guerra Mundial (1914) la
mayoría de los partidos socialistas sucumbieron a la oleada nacionalista y
abandonaron los postulados pacifistas y revolucionarios. La euforia patriótica
les llevó a v votar los créditos de guerra y a ponerse al lado de los respectivos
gobiernos en lo que se llamó “la unión sagrada” de socialistas y los burgueses
frente al enemigo de la nación.
5.3.- CRISIS Y DIVISIÓN DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA.Las divergencias anteriores cristalizaron en dos concepciones opuestas sobre lo
debía ser el movimiento socialista: revolucionario o reformista según expresión
de Rosa Luxemburg. Esta dualidad se agravó con el estallido de la IGM. Dentro
de los partidos se forjaron tres grandes grupos, cuyo enfrentamiento culminaría
en escisiones. Por una parte están los patriotas, partidarios de la guerra al
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asumir los criterios de defensa nacional preconizada por los partidos burgueses;
por otra, los pacifistas moderados, contrarios a la guerra y que defendían la
neutralidad; y finalmente, los revolucionarios que, como Rosa Luxemburg, Lenin
o Antonio Gramsci, pretendían la conversión de la guerra en revolución
proletaria.
Las tesis revolucionarias fueron materializadas por los bolcheviques dirigidos
por Lenin, que conquistaron el poder en Rusia, en 1917. Entonces se rompió
definitivamente la unidad del movimiento socialista. La Revolución rusa se
convirtió en el nuevo punto de referencia que obligó a las diversas tendencias
socialistas a tomar posición. Se formalizaba así la escisión comunista y la
decisión soviética de organizar una nueva Internacional (el Komintern) incidió
en todos los grupos socialistas. La Internacional Socialistas tal como había
existido hasta 1914 había recibido el tiro de gracia y, a partir de entonces, su
reconstitución se debería abordar sobre bases distintas.
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