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investigación y CRÍTICA
PROGRAMA DE ESTUDIOS SOBRE VIOLENCIA
FAMILIA Y DELINCUENCIA
REVISIÓN DE TRES ARTÍCULOS DE PRENSA DE ACUERDO A
LA METODOLOGÍA DE ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO (ACD)
Chiara Sáez
Resumen
A continuación son analizados, mediante la metodología del Análisis Crítico del
Discurso, tres artículos de prensa correspondientes al primer semestre de 1998, con
el propósito de confirmar ciertas hipótesis relativas al lugar de los medios de
comunicación como productores y reproductores de la delincuencia en tanto
problema de seguridad pública y generadores de cierto tipo de relaciones entre la
delincuencia y familia.
El uso del ACD permite dilucidar una versión dominante y otra alternativa –con
mucho menor presencia mediática- sobre la familia, la delincuencia y la relación
entre ambas en el actual contexto social. Del mismo modo, el ACD permite decir
que las relaciones generadas obedecen a la articulación de ciertos sistemas de
creencias que van más allá de la delincuencia como problema y su relación con la
familia.
Los supuestos indicadores de crisis familiar –conflicto marital,
crimen juvenil, niños desventajados y madres solteras- no son
simplemente el resultado de familias disfuncionales, sino que también
deben ser vistos en el contexto de las tensiones sobre ciertas
relaciones familiares y categorías de individuos producto de la
pobreza y las dificultades económicas extremas.
(Dharam Ghai, UNRISD)
El contexto noticioso1
Durante los primeros cuatro meses de 1998 se desarrolló de una manera bastante
amplia la discusión sobre el rol de la familia en la prevención de la delincuencia,
siendo la prensa nacional uno de los espacios de desarrollo de la discusión. El
1 Para la realización de este artículo se utilizó la base de datos de la investigación: El debate sobre la
familia en Chile: Análisis del tratamiento de la prensa escrita durante 1998. Proyecto de investigación
DI-08/B98, financiado por la Vicerrectoría académica de la Universidad Nacional Andrés Bello (Sáez,
1999)
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elemento detonador fue el resultado de una encuesta realizada por Adimark y Paz
ciudadana, que fue presentada públicamente la segunda semana de enero de ese año.
La prensa resaltó ciertos resultados y relaciones relativas al modo en que el ambiente
intrafamiliar y las malas condiciones del ambiente externo predisponían a niños y
jóvenes hacia conductas delictuales. La presentación de la encuesta coincidió con la
presentación de la carta pastoral “Conmigo lo hicisteis” del Arzobispo de Santiago
–Carlos Oviedo-, en la cual se abordaba la necesidad de ayudar a la rehabilitación de
las personas que se encuentran privadas de libertad y apoyar a sus familias. Otros
antecedentes que sirvieron de contexto a la discusión que se desarrolló fueron las
quejas de piedrazos en la Autopista del Sol –debido a menores que lanzaban piedras
a los automovilistas desde los puentes, provocando a veces incluso accidentes-,
noticias provenientes de EE.UU. que se referían a la matanza provocada por dos
jóvenes al interior de su escuela cansados de ser hostigados por sus compañeros, el
ataque de unos jóvenes presuntamente drogados a un indigente en Concepción,
varias fugas de jóvenes desde centros de detención y el asesinato de un alumno de
un colegio de Peñalolén por parte de un compañero de escuela, cuando intentaba
separar una pelea.
Los principios del ACD
El propósito del ACD es estudiar las dimensiones discursivas del abuso de poder o
dominación2. Es una herramienta para analizar el modo en que la lengua expresa
ciertas estructuras cognitivas y sociales, considerando que el lenguaje, el texto, la
conversación y la comunicación –formas diversas del discurso- son requeridos y
utilizados por los miembros de la sociedad para comprender e interpretar el mundo,
así como para persuadir y cambiar la mentalidad de quien recepciona el mensaje de
modo que sea consistente con las creencias, intenciones y objetivos de quien emite
el mensaje3.
Así, lo que hace el ACD es destacar la forma en que las convenciones y las prácticas
lingüísticas están investidas de poder y procesos ideológicos, de los cuales a menudo
no estamos conscientes, con el objetivo de llamar la atención sobre los usos y abusos
del lenguaje y las formas en que distintos grupos lo pueden utilizar para mantener
situaciones beneficiosas para sí4 e injustas para otros.
Para Van Dyjk existe una relación entre discurso e ideología. Estas hacen uso del
lenguaje, pero son producto de la relación de éste con los sistemas de ideas y
2 (Kaplan y Weber, 1996)
3 (Van Dyjk, 1999)
4 (Bolívar, 1995)
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creencias, intereses, conflictos y luchas de grupo. O sea, son el resultado de la
relación entre conocimiento, sociedad y discurso5. Son la base de las
representaciones sociales compartidas y permiten a las personas, en tanto miembros
de un grupo, organizar la multiplicidad de creencias sociales acerca de lo que
sucede, bueno o malo, correcto o incorrecto, según ellos, y actuar en consecuencia.
Una ideología siempre es funcional para el grupo que la construye, permite su
existencia y reproducción. Grupos como las clases sociales, los partidos políticos o
los grupos de acción son quienes típicamente comparten una ideología.
La metodología aplicada
Las estructuras del discurso pueden exhibir creencias ideológicas o pueden tener
efecto “ideológico” sobre sus receptores. A continuación, se presenta el análisis de
ciertas estructuras discursivas particularmente relevantes para poder hablar de un
uso ideológico del lenguaje, el cual fue aplicado a tres artículos de la prensa nacional
del primer semestre de 1998.
a) Restricciones contextuales. Una misma estructura de discurso puede funcionar
ideológicamente en un contexto y no hacerlo en otro, según sean las intenciones,
objetivos, roles o pertenencia al grupo de los participantes. Dos estructuras de
contexto ideológicamente importantes son el género del evento comunicativo y el
carácter de los participantes6 en el mismo.
Los tres artículos de prensa analizados fueron los siguientes:
Título
Art1: Mal ambiente
intrafamiliar predispone a
jóvenes a delinquir
Art 2: Abandono escolar y
delincuencia
Art 3: “No culpemos a las
familias ni a las madres”
Género
Periodístico
La Tercera Noticia
Diario
Actor
Fecha
16/01/9
8
El
Mercurio
Fundación
Paz
Ciudadana
Juan Cox
Huneeus
(profesor)
Doris
Cooper
(socióloga)
Columna
La Nación Entrevista
5 (Van Dyjk, op.cit.)
6 (Van Dyjk, op.cit.)
3
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14/03/9
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En el corpus estudiado los datos de contexto ya ponen una alerta. Los diarios El
Mercurio y La Tercera pertenecen a los dos principales conglomerados periodísticos
del país: El Mercurio S.A. y Copesa, respectivamente. Ambos representan a los
sectores políticos de la centro-derecha chilena y son dueños de la mayor parte de los
diarios y revistas de actualidad nacional que circulan en el país. Además de lo
anterior, tampoco es un dato menor el hecho de que sea la Fundación Paz Ciudadana
la que realice una encuesta sobre las características de los delincuentes y pueda
posicionar en la prensa una discusión sobre la delincuencia focalizada en el modo en
que las características de las familias pueden influir en ella, dejando de lado otros
aspectos que pueden influir en el desarrollo de conductas catalogadas como
delictivas o tipificadas de este modo; por ejemplo, los bajos ingresos, la desigualdad
de oportunidades o las transformaciones en el rol del Estado. El director ejecutivo de
esta Fundación y su principal benefactor es el señor Agustín Edwards, dueño del
consorcio periodístico El Mercurio S.A. y ella se ha convertido en el principal
referente experto con respecto a la delincuencia en Chile durante la década del ’90,
período en el cual el tema ha sido llamado, paradójicamente, “seguridad ciudadana”.
El género informativo de los dos primeros artículos también da un contexto
específico a lo que ambos contienen. El primero es una primicia noticiosa.
Constituye el primer artículo de varios que escribirá el diario respecto al estudio
encargado por Paz Ciudadana a Adimark. Es un artículo cuyo cuerpo principal
–exceptuando recuadros- da cuenta del enunciado presente en el título, el antetítulo y
el primer párrafo: se van exhibiendo los resultados de la encuesta que confirman la
relación planteada al principio del artículo: cierto tipo de familia y cierto tipo de
entorno predisponen a la delincuencia. El segundo constituye una columna de
opinión de tamaño en El Mercurio, el diario nacional que contiene la mayor cantidad
de editoriales y columnas de opinión, cuyo ámbito de representación es restringido a
ciertos grupos políticos y económicos ya mencionados.
Entre el artículo de El Mercurio y el de La Tercera se produce una relación
intertextual: cuando el señor Juan Cox escribe su columna en El Mercurio –tener la
posibilidad de escribir ahí ya dice algo- se vale de los datos de la encuesta realizada
por Paz Ciudadana –la misma de Agustín Edwards, el dueño de El Mercurio- para
legitimar su propia opinión, darle más autoridad y credibilidad, dos meses después
de que la encuesta había sido noticia7. Que un hecho noticioso pueda seguir
generando discusión dos meses después de aparecer –mes de vacaciones medianteindica la potencia que tiene para permanecer como tema en el espacio público. Así,
7 “Las conclusiones que pude obtener luego de estudiar superficialmente el tema de la delincuencia son
las mismas que obtiene Paz Ciudadana en su encuesta” (EM, 14/03/98)
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aunque de propiedad diferente, se produce un juego de complicidades entre ambos
grupos periodísticos en torno al tema de la delincuencia. El contenido de ese juego
se irá develando con mayor profundidad en los puntos siguientes.
El artículo del diario La Nación, por su parte, tiene un contexto muy distinto. La
entrevistada es una socióloga con una larga experiencia como investigadora de la
situación de los presos y de la subcultura del hampa. Su trabajo se ha caracterizado
por poner el acento en las condiciones sociales en las cuales estos se encuentran y
los predisponen a realizar actos concebidos socialmente como delitos, antes que en
emitir juicios de valor respecto a las familias en las cuales se constituyen.
“Ellos [Glueck, E. Y S.: 1956] plantean que entre la etiología (causas
asociadas) de la Delincuencia Juvenil, la familia desestructurada
juega un papel relevante, de modo que la mayor parte de los jóvenes
delincuentes procede de familias con padres separados, de padres con
empleo ocasional .... Este fenómeno sólo se manifiesta en nuestras
grandes ciudades y en los estratos bajos. ... Pero la verdad es que se
desconocen los problemas familiares en el marco de los otros estratos
socio-económicos, ya que estos suelen recurrir a abogados,
psicólogos y psiquiatras privados. Por lo tanto, nos abstenemos de
considerar esta problemática como válida.” (Copper, 1997)
“... las crisis económicas y las grandes diferencias en la distribución
de la riqueza ... necesariamente gatillan los incrementos de la
delincuencia, particularmente entre los estratos más bajos” (Cooper,
op. Cit.)
La perspectiva que plantea Cooper no tiene cabida en ninguno de los diarios
perteneciente a los dos grandes consorcios8 –quizás con excepción de La Época, que
dejó de circular este mismo año y que operaba asociada a Copesa-. Tiene cabida en
el diario del Estado, aquel que no depende ni se rige por criterios económicos para
subsistir, pero corre permanentemente el riesgo de estar deslegitimado socialmente
por su carácter oficialista. Finalmente, el hecho de que el formato del artículo sea la
entrevista hace que el control de los turnos sea mucho más equitativo entre la voz
del diario y la de la entrevistada. Más aún, podría leerse como una distancia entre el
8 Sin embargo, existen posturas aún más críticas que la de Cooper para explicar la delincuencia en la
sociedad. Por ejemplo, aquellas que desnudan una construcción política de la delincuencia común como
asunto de seguridad nacional en ausencia de la guerra fría o como continuidad del ejercicio del control
social ejercido por el Estado, en el contexto de la globalización. Es probable que estas últimas carezcan de
cualquier representatividad en los medios de comunicación masiva que existen hoy en Chile, pero sin
duda constituyen las tesis más comprensivas del fenómeno de la delincuencia, dados los actuales procesos
de transformación social (Ver: Neild.1999; Bauman, 2000; Guzmán y Ramos, 2000; Wacquant, 2000)
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diario y aquella a quien decide darle voz, ya sea porque no quiere aparecer vinculado
a esta opinión divergente en el discurso público sobre la delincuencia o porque le
interesa realzar la lectura que da esta socióloga a los hechos, precisamente por su
divergencia, incluso con la línea oficial del gobierno sobre el tema.
La ubicación de los artículos da indicios, sobre todo, del lugar privilegiado que
ocupa cada uno dentro del cuerpo del diario en que aparece. El artículo 1 está escrito
en la página A2 de El Mercurio, ocupando ¼ de la página, cuyo tamaño es casi el
doble de las páginas de los diarios tipo tabloide, dentro de la sección editorial. El
artículo 2 está en la sección Crónica, ocupando toda una página, acompañado de una
gran foto –unos jóvenes que se encuentran, al parecer, en el patio de un recinto
penal-, gráficos y recuadros. Por último, el artículo 3 está en la contratapa del diario,
en una sección a color llamada Ego Sum, que sale todos los días y consiste en una
entrevista acompañada de una caricatura de la persona entrevistada que es del
tamaño de la hoja del diario.
b) Tópicos y esquema de discurso. El tópico de un artículo es aquello de lo que se
trata y la función del titular es expresar este tópico principal. En los artículos
seleccionados, lo que destaca como tópico es una asociación entre familia y
delincuencia. En el discurso de los diarios de los grandes consorcios, un “buen
ambiente familiar” se convierte en un valor que previene a los hijos de convertirse
en delincuentes. Aunque el título del segundo artículo deja entrar una nueva variable
en juego –la educación- el contenido del mismo juega con las palabras
escolarización y educación. Escolarización son años de estudio, mientras educación
es formación valórica. Y para el autor de la columna la principal instancia educadora
es la familia. Para Cox, algunos de los valores que representa la familia son:
matrimonio en la joven madurez, fertilidad, indisolubilidad; es decir, valores
asociados a un cierto tipo de familia: la que se casa –es decir, se constituye de
acuerdo a la ley- cuando es joven, aquella con ambos padres, la que procrea hijos.
Volviendo al artículo del diario La Tercera para tratar de entender el significado de
un “buen ambiente intrafamiliar”, podemos deducir por negación que éste es aquél
donde no hay maltrato a los niños cuando “se portan mal” (?), se contiene a los hijos
en vez de expulsarlos del hogar, no hay borrachos ni consumo de drogas delante de
menores. Pero para afirmar que la existencia de estas características predispone a la
delincuencia se necesita por lo menos saber qué pasa con gente que no está presa,
pues la encuesta había sido aplicada sólo a presos recluidos en Santiago. El maltrato
infantil, por ejemplo, de acuerdo a datos nacionales dados por la Unicef en fecha
similar parecían indicar, por el contrario, que el grupo encuestado presentaba niveles
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de maltrato infantil mucho menores que la media nacional 9. Lo anterior nos lleva a
otro punto que no se discutirá aquí, pero sobre el cual es importante profundizar y
que se refiere a la calidad metodológica de los estudios efectuados por diversas
instituciones con cierta credibilidad y el modo en que ésta no guarda una relación
proporcional con la cobertura y legitimidad que pueden lograr, sobre todo a través
de los medios de comunicación.
Frente a la construcción de una relación determinante entre tipo de familia y tipo de
persona –prosocial o antisocial: delincuente-, aparece la voz de Cooper, que se hace
cargo de la relación previamente establecida, pero para negarla y poner el acento en
otros factores. No obstante, la asociación familia-delincuencia permanece como
tópico de los tres artículos.
c) Significado local: la estrategia global. Las creencias que se busca socializar
mediante un texto son selectivamente construidas, de manera de activar el
conocimiento relevante para la interpretación de los hechos y/o datos que quiere
generar quien lo emite. En un nivel macro, Van Dyjk identifica cuatro grandes
movimientos que constituyen “el cuadrado” de la reproducción ideológica en el
discurso, a saber:
El Cuadrado Ideológico, de Van Dyjk
Enfasis
Positivo
sobre Nosotros
Supresión
Positivo
de Ellos
Enfasis
Negativo
sobre Ellos
Supresión
Negativo
de Nosotros
Estos cuatro movimientos están presentes en los artículos analizados. El énfasis
positivo en nosotros aparece principalmente en los artículos de La Tercera y el
Mercurio. En el primero, el gerente de Paz Ciudadana, Carlos Valdivieso, representa
al sujeto que encarga el estudio y cuyo interés final es filantrópico: ayudar a corregir
las conductas antisociales mediante la información recolectada. El Nosotros desde el
cual se habla es el de los no-delincuentes. En el recuadro de uno de los extremos del
9 “Un 44 por ciento de los presos declaró que cuando se portaba mal en el hogar recibía diversos tipos de
recriminaciones, desde los insultos, los retos y los castigos físicos. De ellos, el siete por ciento aseguró
que los golpeaban sin motivo, una cifra similar precisó que recibían sólo retos y un 30 por ciento declaró
que además del reto eran golpeados” (La Tercera, 16/01/98); “Revelador informe sobre violencia contra
menores. El 63% es víctima de daño físico” (Estudio Unicef: La Época, 22/02/98)
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artículo el jefe de la División Social del Ministerio de Justicia de ese entonces,
Cristóbal Pascal y el subdirector técnico de Gendarmería, Ricardo Aguirre, hacen
parte del Nosotros al Gobierno del momento (Frei Ruiz-Tagle) con sus
intervenciones de apoyo a la labor de Paz Ciudadana y los datos entregados por esta
fundación10. La columna de Cox se pliega a este mismo nosotros al utilizar la
encuesta de FPC como punto de partida para su exposición. El Nosotros de Cooper
es distinto: aunque se trata de una académica, ella habla desde una sociedad
latinoamericana afectada negativamente por los efectos de la globalización
económica:
“En América Latina tenemos presente un gran número de chicos que
ingresan a la economía informal”
“Estamos en una sociedad violenta”
Es posible decir que hay supresión de información negativa sobre nosotros en los
dos primeros artículos, la que se da por omisión. Esto último en la medida que
ambos diarios pertenecen a consorcios periodísticos vinculados a la derecha política,
económica y cultural chilena, que ha defendido históricamente el libremercado, en
desmedro de la protección social, el conservadurismo valórico en desmedro de la
libertad individual y el autoritarismo, si conviene. Al hablar desde ahí sobre la
delincuencia, es imposible, por ejemplo, relacionar ésta con el modo en que el
sistema económico que ellos defienden promueve la inequidad, mientras que es más
probable que se busque responder a las inequidades sociales por la caridad antes que
por la justicia social e incluso, se legitime el ejercicio de la violencia sobre los
sujetos privados de libertad por haber cometido delitos comunes. De allí que sea
necesario culpar a los otros de su situación: es culpa del ambiente en que vivieron,
es culpa de las familias donde nacieron11. En la entrevista a Doris Cooper es mucho
menos notorio este ejercicio. Ella admite un nosotros problemático que posibilita el
surgimiento de conductas delictivas. Hace parte de un mismo nosotros tanto a
aquellos que pueden cometer delitos, como a las circunstancias que los impulsan a
ello.
Con respecto al énfasis negativo en ellos, Bauman señala que en la vida social
nosotros nos relacionamos siempre como amigos o enemigos de otros. Esta
dicotomía -que constituye una variación de la oposición maestra entre el adentro y el
afuera- nos permite ordenar el mundo, potenciándose mutuamente conocimiento y
10 “(Cristóbal Pascal) calificó como relevantes los antecedentes entregados por la encuesta a fin de
definir las políticas del Gobierno hacia las personas privadas de libertad” (La Tercera, 16/01/98).
11 Quizás lo más preocupante en el artículo 1 es que el gobierno aparece haciéndose parte de los
intereses de las personas particulares que están intentando posicionar unas ciertas causales de la
delincuencia que tienen un marcado componente ideológico asociado a la derecha política y económica.
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acción: el conocimiento da forma a la acción y la acción confirma la verdad del
conocimiento. O sea, ordenamos el mundo de un modo en que lo que pensamos y lo
que hacemos se van potenciando mutuamente para constituirse en nuestras
interpretaciones de la realidad como verdad. Sin embargo, esta dicotomía no es
simétrica, porque el enemigo –lo externo- siempre es definido desde adentro. Es
definido entre los amigos. Ergo, el enemigo es producto y adquisición de la
dominación ejercida por la narrativa del adentro 12. Retomando a Van Dyjk, es
posible decir que la construcción del ello, del enemigo –de El Otro, en definitivatiene siempre un componente ideológico. En los dos primeros artículos analizados,
el discurso sobre la delincuencia es un discurso sobre el otro. El otro ahora reviste la
forma de delincuente y es definido realzando en él rasgos negativos: vieron en su
barrio jóvenes tomando alcohol en la calle, ingiriendo drogas, comercio de
sustancias ilícitas, peleas callejeras, pandillas, asaltos y prostitución. Recibieron
maltrato físico y verbal tras portarse mal, abandonaron el hogar y la escuela a
temprana edad, sus padres no poseen escolarización ni formación valórica. Lo que se
resalta es su ser carenciados. En el tercer artículo, la figura del otro no existe. Más
bien, la entrevistada trata de descentrar el problema de sujetos concretos y colocarlo
sobre las variables que componen de manera compleja los actuales procesos
sociales:
“No es culpa de nadie que los niños estén más violentos. Es una
configuración de variables. Globalización, competitividad en el
sistema, los valores del sistema capitalista, la revolución de géneros,
el conflicto familiar, la falta de oportunidades...”
La supresión o falta de énfasis en lo positivo de los otros aparece de manera notoria
en el primer artículo. Un reflejo de ello lo constituye el párrafo 6 de la noticia que
señala que “el 75% de los entrevistados no vio consumo de drogas en el hogar”.
Inmediatamente después se señala “pero en contraparte (sic) más del 40% declara
que vio a algunos de sus familiares borrachos más de una vez al mes”. La primera
afirmación puede entenderse como una característica positiva de los presos
encuestados –sólo el 25% de ellos vio consumo de drogas en su hogar. Nótese que
en la noticia el argumento se hace en base al 75%-, la que es inmediatamente
contrastada –e incluso, descalificada- con otra información que viene a confirmar las
características negativas atribuidas al grupo encuestado.
Otro ejercicio de supresión presente en el primer artículo es el que se hace con los
gráficos del recuadro “explicaciones de los presos”, que son presentados pero no
analizados en la noticia. El título del recuadro ya parece indicar que en él está
12 (Bauman, en: Featherstone, 1995)
9
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presente la versión de los presos encuestados respecto de sus motivos para delinquir.
“Explicaciones” puede ser entendido como las “excusas” de los delincuentes frente a
las relaciones entre variables que ya fueron posicionadas en la prensa por los
mandantes de la encuesta. Es tan poco importante su versión, que los cuadros no son
descritos en el cuerpo de la noticia. Sin embargo, los datos ofrecidos por el primer
gráfico (¿Por qué cometió el delito?) quitan legitimidad estadística a las asociaciones
que ha intentado posicionar la prensa: el 50% de los entrevistados señala que
delinquió para mantener a su familia. Mantener a una familia tiene que ver con la
preocupación por proveer a los integrantes de un grupo unidos por vínculos
sanguíneos o parentales de ciertas condiciones mínimas para su reproducción y vivir
cotidiano, la cual no ha podido ser satisfecha por medio del trabajo “estable y legal”
(si tomamos el mismo lenguaje presente en sumario del artículo). No se ha podido
satisfacer porque se ha estado excluído del espacio formal de la economía. Y esta
exclusión se vincula estrechamente a ciertas condiciones que permiten hablar de
pobreza. De esta manera, lejos de la construcción deteriorada de relaciones
familiares en las cuales estarían inmersas las personas encuestadas, lo que aparece es
un interés por sus familias de parte de personas que por distintas razones
permanecen excluidas de canales formales de integración social, las cuales no han
logrado, sin embargo, cumplir con el mandato social que ordena mantenerlas
siguiendo ciertos canales como legítimos. Del mismo modo, el 21% de los
entrevistados señala que abandonó el colegio por el mismo motivo. Contrario al
artículo 1, en el tercer artículo la entrevistada profundiza el nivel de descripción de
los condicionantes de la violencia y la delincuencia juvenil al punto que raya en la
justificación de estas conductas, no obstante el contexto social que suscita su
sanción.
En síntesis, el detalle y nivel de descripción de los emisores sigue una lógica de
incompletitud relativa para ocultar lo que puede afectarle a sí mismo o beneficiar al
otro en la noticia, así como una presentación de datos excesivamente completos para
atacar al otro, que en este caso lo constituye la figura del delincuente. Es un ejercicio
predominante en los dos primeros artículos que adquiere connotaciones distintas en
el tercero.
d) Significado local: las jugadas estratégicas. Las jugadas estratégicas son los
pasos relevantes para la consecución de la estrategia global de significado que un
texto busca transmitir. La aplicación del ACD a los artículos permitió definir el
siguiente mapa de jugadas estratégicas recurrentes:
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Artículo
ImpliCatura
PresupoSición
Generalización
Enfasis
Vaguedad
Contraste
1
2
14
11
4
3
3
3
4
2
5
1
1
1
3
10
2
2
0
0
0
Otras (una
mención)
Alternativa
Efecto
Hiperbole
Concesión
aparente
Metonimia
Alegato
Ejemplo
Limitación
Implicatura y presuposición son las principales jugadas estratégicas de carácter
semántico y las que más aparecen en los artículos analizados. Las implicaturas son
proposiciones que, al no estar expresadas en el texto explícita o literalmente, deben
ser inferidas entre líneas, mientras una presuposición equivale a suponer que existen
otros relatos de conocimiento común entre el emisor y el receptor. Otras jugadas de
presencia media en los artículos son la generalización, el énfasis y la vaguedad.
Estas últimas constituyen jugadas semánticas o retóricas, dependiendo del modo en
que son usadas.
Las jugadas estratégicas presentes en los dos primeros artículos conforman un
discurso prejuicioso y estigmatizador tanto de los jóvenes en general como de los
jóvenes de sectores de pobreza en particular –jóvenes hombres pobres-, así como de
sus familias, en virtud del riesgo y el peligro que ellos implican para la seguridad
ciudadana.
Este proceso de estigmatización se produce a partir de la generación de estereotipos
que contribuyen a darle cierto orden a la complejidad de la realidad, pero
simultáneamente la simplifican. En lo que respecta a la familia, lo que caracteriza a
este análisis y este discurso es una sobredeterminación de la familia en la prevención
de la delincuencia, así como una posibilidad menor de “ser familia” en términos
valóricos de parte de los sectores pobres, de manera que sus hijos están
predeterminados a recibir una formación valórica menor que los predispone a tener
conductas antisociales como el delito o la violencia.
11
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Cuadro 1: el discurso del estereotipo
Afirmaciones derivadas de las jugadas estratégicas
Estigmatización de los jóvenes (jóvenes=delincuentes)
Estigmatización de los pobres (pobres=delincuentes)
Estigmatización de las familias de las personas que
cometen actos definidos como delictivos
(Familias desviadas de la norma=familias sin
valores=familias que forman delincuentes)
Artículo 1 Artículo
2
T, P2
T, P6
S, P2,
P6
TGR1
P1, P2, P5, P5, P6,
P6
P17
(T = Título; S = Sumario; P = Párrafo; TGR = Título Gráficos Recuadro)
El interés, tanto de los medios interesados en posicionar la encuesta como de
quienes encargaron la encuesta, nos hace pensar en un uso ideológico de la familia
en pos de privilegiar una comprensión del problema de la delincuencia que no lo
haga aparecer como consecuencia del sistema social y económico imperante 13, sino
de un tipo de familia con el cual se intenta vincular a los presos encuestados. Así, la
familia se transforma en la categoría explicativa última y la delincuencia se explica
por conductas individuales e intenciones personales.
Frente a otras instituciones sociales, en esta línea argumentativa la familia es
presentada como un eje de estabilidad para los hijos, aunque dado principalmente
por su estructura formal y los valores que de aquí emanan, antes que por ser un
espacio de encuentro y afecto. Esto es lo que ocurre en el artículo 2, donde la familia
juega un rol pre-social en la prevención de la delincuencia, en la medida que ella
encarna valores que o no están fuera de ella o sólo pueden ser transmitidos
medianamente por otras instituciones formativas, como la escuela. Pero además, se
parte del supuesto de que las familias pobres ya tienen en sí mismas carencias que
las hacen partir en desventaja en esta “carrera de valores”. Algunas de esas carencias
guardan relación con su bajo nivel de escolarización y su empleo en trabajos
no-calificados o semi-calificados.
“Sin embargo, al pertenecer a familias no educadas y no
escolarizadas el impacto de la escolarización en estas nuevas
generaciones es débil. Pero es lo que le podemos dar a nuestros
13 Propiciado y defendido en la tribuna de los dos diarios analizados en este punto: El Mercurio y La
Tercera.
12
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jóvenes adolescentes, en general de poblaciones de trabajadores no o
semicalificados, muchas veces de hogares deshechos o mal rehechos”.
De cualquier modo, la prevención de la delincuencia guarda relación con la
responsabilidad de los padres con respecto a los hijos. Esta sobrecarga de
responsabilidad de la familia en la prevención de la delincuencia conlleva, en
sentido extremo, a una conceptualización de la familia como una institución dotada
NATURALMENTE de ciertos valores. La educación en estos valores sería lo que
previene la delincuencia Así, en el artículo 2 el tema entronca con otro: el del
divorcio. De esta manera, el argumento final -en esta postura extrema- es que el
divorcio induce a la delincuencia de los hijos.
El tercer artículo analizado fue incorporado para contrastarlo con los dos primeros
por cuanto constituye una perspectiva tanto alternativa como marginal a aquella que
se ha construido durante los últimos 10 años en Chile en torno a la familia y en torno
a la delincuencia14.
Básicamente a partir de este artículo es posible dilucidar un análisis y un discurso en
el espacio público –ligado a la academia más que a un partido político o una clasesobre el problema de la delincuencia y la violencia juvenil que le imprime
complejidad al tema y le quita responsabilidades a las personas individuales en el
mismo. Los principales elementos de este discurso pueden verse en el siguiente
cuadro:
Cuadro 2: el discurso de la complejidad
Artículo 1
Afirmaciones derivadas de las jugadas estratégicas
Los actos definidos como delictivos pueden cometerse por
CG1-R1
necesidad
CG1-R2
La violencia y la delincuencia juvenil no es responsabilidad
de personas individuales –las familias, los padres-, sino que
que se da en cierto contexto de múltiples variables.
Las familias pobres tienen la misma capacidad formativa que
las no-pobres
Un sistema económico que obliga a jóvenes y niños a
incorporarse al mercado de trabajo temprana e
informalmente es tan violento como las agresiones
individuales que estos niños puedan cometer
14 (Grau, 1997; Sáez, 1999).
13
INVESTIGACIÓN Y CRÍTICA N°4 2000
Artículo 3
PR9
PR3
PR3
PR3, PR9
investigación y CRÍTICA
PROGRAMA DE ESTUDIOS SOBRE VIOLENCIA
CG – R: Contenido gráfico recuadro
PR = Pregunta y respuesta
Nota: se dejaron elementos aparecidos en el artículo 1, pero de los cuales el artículo
no se hacía cargo (ver letra c).
Esta línea argumentativa enfatiza las condiciones sociales en las cuales viven
TODAS LAS FAMILIAS que forman parte del actual sistema social y económico
capitalista de carácter global. Algunas de esas condiciones son la excesiva
competitividad y falta de oportunidades que genera este sistema, la expulsión de
masas importantes de personas desde la economía formal a la informal (con lo que
ello implica en términos de menor seguridad e ingreso), la necesidad de que sea
necesario un número mayor de integrantes de una familia para mantener el hogar, las
transformaciones en los roles tradicionales de género, por nombrar algunos factores.
El modo diferenciado en que estas condiciones afectan a las personas –afectando
principalmente a aquellas de sectores de pobreza, pues llevan la desventaja en el
capital social necesario para ingresar éxitosamente al sistema- se transforma en la
principal explicación del problema de la delincuencia, transformando a la institución
familiar en variable explicativa de alcance menor -tanto de la prevención como de la
propensión a la delincuencia- más como organización económica y reproductora de
ciertos estereotipos de rol que desde un punto de vista esencialista.
¿Por qué? : algunas ideas.
¿Por qué la delincuencia se ha convertido en uno de los principales temas de debate
público estos últimos diez años? ¿Por qué hay grupos sociales a los que les interesa
generar relaciones causales entre familia y delincuencia? ¿Por qué hay grupos a los
que no les interesa esta relación, sino otra entre sistema capitalista y delincuencia?
Se pueden aportar elementos para responder estas preguntas, pero ellas no dejarán de
tener un propósito persuasivo en el lector.
a) Modernización 1: incertidumbre, otredad y mandato
El proceso modernizador al cual asistimos -globalización efectiva del sistema
económico capitalista, auge de la innovación científico-tecnológica- genera procesos
de incertidumbre a nivel subjetivo, ya que la velocidad de los cambios pone en
riesgo las certezas, generando malestar en los sujetos15. Algunas de las formas que
15 (PNUD, 2000).
14
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adquiere ese malestar son: la dificultad de comprender qué es cierto entre tanta
información circulante, el surgimiento de la intolerancia ante la ausencia de certezas,
el cuestionamiento de las identidades sociales y personales, y el fin de las barreras
espaciales para la comunicación junto al riesgo del aislamiento en forma de
exclusión social.
Así, el principal riesgo social que impone el actual proceso de modernización es el
resquebrajamiento del nosotros: la sociabilidad se restringe cada vez más a los
círculos íntimos, mientras lo público (la calle, la escuela, el estadio) se transforma en
un espacio asociado a un “otro” anónimo y amenazador. En este contexto, el
paradigma del temor a lo otro, lo constituye la figura del delincuente común: su
mención permite asignarle una causa real, conocida, ubicable a aquello que pone en
riesgo el nosotros, otorgándole a éste veracidad y fundamento16. Quien encarna
socialmente la figura del delincuente, entendido como aquel otro que pone en riesgo
mi integridad corporal, síquica o material, son los sectores de pobreza y los
jóvenes17. Esta estigmatización es a su vez diariamente reelaborada mediante los
medios de comunicación, que no sólo han identificado violencia con juventud,
inseguridad con delito y seguridad con policía, sino que han hecho de este tema uno
de los espacios en que buscan su conexión con las emociones de la gente.
Chile no escapa a estas tendencias globales. Durante los últimos veinte años hemos
asistido a un proceso de modernización acelerada que le ha dado un carácter
particular a estos procesos de aumento de la incertidumbre18. Las encuestas de
opinión pública señalan que el problema de la seguridad ciudadana se ha
transformado en los últimos diez años en uno de los problemas prioritarios para las
personas y durante las últimas elecciones ha sido uno de los principales temas de
campaña, principalmente de la derecha19. Se ha venido dando un proceso en el cual
los medios de comunicación contribuyen a confirmar ciertas percepciones subjetivas
respecto a la inseguridad, que no son gratuitas. Pero al entroncar con temores
subjetivos, es un discurso que tiene eco en las personas, quienes ven un posible fin a
sus temores si se invierte más en policía o si se aplican penas y castigos más duros a
quienes delinquen. Luego, comienzan a aparecer otras demandas asociadas que nos
llevan a convertirnos en un Estado policial: sacar a los jóvenes “sospechosos” de las
plazas, cerrar temprano las botillerías, toque de queda para los locales nocturnos,
16 (PNUD, 1998)
17 A su vez, la figura construida es de jóvenes hombres.
18 (PNUD, 1998)
19 (“¡Se le acabó la fiesta a los delincuentes!” “¡Una escoba para limpiar Santiago de delincuentes!”, han
sido algunas de las frases para el bronce de Joaquín Lavín, el principal líder de la Alianza por Chile).
15
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etc. Todo se justifica en pos disminuir nuestra inseguridad. Incluso aunque en el
camino se afecte a otros.
La incertidumbre y los discursos sobre la seguridad-represión entroncan cual
mecano con la legitimación pública cada vez mayor de un discurso pro-familia que
defiende un cierto tipo de esta. Para Bourdieu, la familia que conocemos hoy es una
invención histórica particular reciente que se ha convertido en canon por medio de
un proceso histórico concreto en el cual ha sido inculcada como un mandato
individual y colectivo, que se vuelve universal y natural 20. Sin embargo, su
naturalización hace que se pierda de vista que seguir el modelo de familia imperante
requiere de condiciones que no son universales ni están distribuidas equitativamente
en la sociedad. Así, la familia es un privilegio que se constituye en norma universal.
Ella permite obtener un beneficio simbólico de normalidad en virtud del orden social
capitalista moderno, incluso patriarcal: la herencia, el apellido y la idea de autoridad,
así como actos económicos diversos tienen como sujeto a la familia. La familia se
corresponde con el Estado moderno y su rol civil, así como con las elites que este
genera:
“Una de las propiedades de los dominantes consiste en tener familias
particularmente extensas (los grandes tienen familias grandes) y
fuertemente cohesionadas, en tanto que unidas no sólo por la afinidad
de los habitus sino también por la solidaridad de los intereses, es
decir a la vez por el capital y para el capital, el capital económico
evidentemente, pero también el capital simbólico (el nombre) y sobre
todo, tal vez, el capital social (del que se sabe que es la condición y la
consecuencia de una gestión exitosa del capital colectivamente
poseído por los miembros de la unidad doméstica). Por ejemplo,
dentro del empresariado, la familia desempeña un papel considerable,
no sólo en la transmisión, sino en la gestión del patrimonio
económico, a través de las relaciones de negocio que a menudo
constituyen también relaciones familiares. Las dinastías burguesas
funcionan como clubes selectos; son lugares de acumulación y gestión
de un capital que es igual a la suma de los capitales poseídos por
cada uno de sus miembros y que las relaciones entre los diferentes
poseedores permiten movilizar, por lo menos parcialmente, en favor
de cada uno de ellos” (Boudieu, 1997)
Diesling y Grau también establecen una relación entre el predominio del sistema
capitalista y la legitimación social de un modelo específico de familia que ha sido
20 (Bourdieu, 1997)
16
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característico de los últimos dos o tres siglos de occidente, pero que adquiere nuevos
matices y sentidos dados los actuales procesos de globalización: si el “nosotros” de
las grandes utopías se resquebraja, entonces el espacio íntimo constituido por la
familia se constituye en un reducto de seguridad. Según Diesling, es en las
sociedades capitalistas donde se dibuja el discurso y la práctica del hombre
proveedor y la mujer dependiente, a cargo de los hijos y el trabajo doméstico. Es
también en estas sociedades donde la familia se convierte en una institución de
clase, que instala a cada individuo en una clase particular al momento de nacer, y a
la mujer en la clase de su marido. De esta manera, el modelo de la familia nuclear
seguiría vigente, principalmente, por su funcionalidad a las estructuras económicas.
Grau, en tanto, parte de la afirmación de que actualmente acudimos un fenómeno de
“hiper-representación de la familia”: producto del debilitamiento del Estado como
elemento unificador de la vida política y como instancia de poder máximo, las
políticas gubernamentales se vuelven hacia la familia como posible fuente de la
integración social. Esta hiper-representación de la familia sería un fenómeno nuevo,
pues durante gran parte del siglo XX, la institución familiar habría sufrido muchas
críticas, tanto desde el liberalismo ilustrado y democrático, como desde el
socialismo y el feminismo. Grau ve la relación entre capitalismo –ya simplemente
como neoliberalismo- y la valoración positiva del modelo burgués de familia debido
a que las posiciones políticas neoliberales en relación a la familia la disponen como
baluarte de estabilidad del sistema –frente al salvajismo e inestabilidad del mercado.
Diesling y Grau ven que esta nuclearización-hiperrepresentada de la familia tiene
como consecuencia la aniquilación del espacio público, porque se atribuyen todas
las tareas formadoras o socializadoras de la persona a la familia. Dentro del discurso
neoliberal imperante se entrega a la familia la tarea de re-ligar lo social; se le confian
los ritos, los símbolos y las asociaciones representativas de la unión e integración,
que la política parece ya no poder realizar con un proyecto de sociedad neoliberal.
“Podríamos decir que la familia, fijada en un nuevo modo del deber
ser, viene a ser una especie de metáfora de los vacíos del sistema”
(Grau, 1997a)
Lo anterior permite trazar ciertas hipótesis explicativas al hecho de que sean
precisamente los diarios que representan a los grupos sociales y políticos que
defienden el neoliberalismo en la economía los mismos que sostengan un discurso a
favor de la familia como baluarte valórico en medio de los actuales procesos de
transformación: es coherente la existencia de un discurso sobre el crecimiento
económico que justifica la reducción de la seguridad social brindada por el Estado y
la valoración del emprendedor individual –en masculino- y una afirmación de la
17
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familia como reducto valórico, –en el que la figura de la madre abnegada, correcta y
sacrificada, cobra carácter trascendental-.
b) Modernización 2: pobreza y consumo
Si bien la globalización genera crecimiento económico y otros beneficios, estos no
se distribuyen equitativamente en la sociedad. Por el contrario, la globalización
genera un aumento de la desigualdad debido a que la incorporación de nuevas
tecnologías al proceso productivo está vinculada a la eliminación de numerosos
puestos de trabajo y redunda en una expulsión sistemática de la participación en el
ciclo productivo de los grupos menos preparados en los nuevos conocimientos
socialmente demandados. Estos grupos son aquellos caracterizados por una menor
educación formal o una preparación para el trabajo manual o industrial en términos
clásicos, que es el que se requiere cada vez menos en esta nueva economía o tiende a
ser cada vez más precarizado21.
Si no hay integración mediante el trabajo, tampoco la puede haber mediante el
consumo que este permite. En esta sociedad post-industrial donde la integración se
alcanza por medio del acceso al consumo, los pobres son consumidores deficientes.
Y como la regla general del consumo es la capacidad de aprender a elegir
correctamente, se transfiere la responsabilidad respecto de su situación a los mismos
pobres: ellos ponen en evidencia una “falta de capacidad para elegir” 22. Si su
situación deprimida es culpa de ellos mismos, disminuye la solidaridad hacia ellos y
aumenta la inseguridad respecto de ellos: es necesario mantenerlos lejos. El
resultado final de todo este proceso es que los sectores de pobreza son cada vez más
criminalizados23. Una manera de asegurar la distancia con ellos es localizándolos
para aumentar sobre ellos el disciplinamiento y el control social: frente al temor
omnipresente que generan las actuales transformaciones se desarrolla una voz que
reclama una represión que linda en nuevas formas de autoritarismo 24.
La última crisis económica dejó como uno de sus principales efectos en Chile un
aumento general en los niveles de cesantía, que no disminuirá de manera
proporcional al crecimiento proyectado, sino en un porcentaje mucho menor. Esto
incrementará los niveles de pobreza y de la economía informal. Si seguimos la línea
argumentativa de Cooper, estas serán condiciones para un aumento en los índices de
violencia y delincuencia, principalmente entre niños y jóvenes de sectores pobres.
21
22
23
24
18
(Goldsmith, 1993)
(Bauman, 2000)
(Bauman, 1999)
(PNUD, 1998)
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Sin embargo, dado que el discurso oficial es otro, que se constituye más bien en la
línea de los “consumidores deficientes” que señala Bauman, va a continuar una
política estigmatizadora y cada vez menos solidaria con los sectores pobres, una
negación de las causas socioeconómicas que provocan su situación, así como una
invisibilización del control social como factor interviniente para mantener a raya los
desempleos que provoca la misma eficiencia del sistema.
c) Juventud
Con respecto a la juventud, es posible afirmar que hoy en día existe un discurso
social similar a aquel con el cual se comprende la pobreza. Uno de los aspectos del
discurso es que se establece una relación natural entre violencia/delincuencia y
juventud, que impide entender a ésta como racional y justifica su control
disciplinario. El joven o adolescente es percibido como un “enemigo generacional”,
y no como un sujeto histórico, producto de determinados procesos de aprendizaje y
socialización, heredero de marcos de valores y comportamientos25. De manera que
este discurso social estigmatiza a muchos grupos de jóvenes como “factor
importante de riesgo de violencia y delincuencia”, por lo cual es necesario que la
sociedad actúe sobre ellos con mecanismos de control, represión, manipulación y
desarticulación26.
El discurso público sobre la violencia y la delincuencia en Chile tiende a fundir
ambas estigmatizaciones en el contexto de la incertidumbre generalizada. En los tres
artículos el problema de la delincuencia es abordado a partir de los jóvenes como
problemáticos y potenciales delincuentes. Es el titular del artículo 1. Aunque la
encuesta mencionada fue aplicada a una población penal de distintos tramos de edad,
permanece como supuesto que los jóvenes constituyen delincuentes potenciales.
Mucho más –desde el discurso oficial- si pertenecen a cierto grupo social, provienen
de familias con ciertas características, tienen cierto tipo de trabajo, etc. El artículo 2,
en tanto habla desde la relación educación-escolarización, pone como centro de su
discurso al joven delincuente-desertor. Finalmente, la entrevista a Doris Cooper es
sindicada como un análisis de la violencia infanto-juvenil.
25 (Castro, en: Panfichi y Valcárcel: 1999)
26 (BID, 1999; González, en: Panfichi y Valcárcel: 1999)
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d) Prensa, opinión pública y reproducción social
Los medios de comunicación en general y la prensa en particular, se transforman
-sobre todo ahora, dada la crisis de representación del espacio público- en un lugar
privilegiado para la discusión-difusión-legitimación de los discursos y las diversas
posiciones sociales presentes en la sociedad27:
“Al comienzo ella [La opinión pública] representó exclusivamente a
un círculo de letrados; fue estamental y proporcionó un espacio social
para la expresión pública de los poderes privados. En seguida se
amplió a un público masivo; fue administrada centralizadamente y
generó un espacio para la adhesión a líderes carismáticos. Ahora,
finalmente, la opinión pública se constituye a partir de la oferta de
asuntos o temas (issues) movilizados por los media y opera como una
expresión evaluativa de la sociedad civil que oscila entre la
dependencia y la autonomía; la manipulación y el descontento; el
conformismo y el malestar” (Brünner, 1998)
La prensa escrita es un medio de comunicación de masas y un actor social; lo
primero, en tanto es una institución que produce y pone en circulación bienes
simbólicos que son regulados ideológicamente; lo segundo, en la medida que
participa como un tercero en la mayoría de sus relaciones con la mayoría de los
actores sociales y es afectado por el contexto social del cual participa.
Más aún, es posible decir que el diario es un actor político28; vale decir, es capaz de
afectar el proceso de toma de decisiones en el sistema político, pero no de una
manera directa –conquistando el poder o permaneciendo en él-, sino a través de la
influencia que pueda ejercer al posicionar ciertos temas desde ciertas perspectivas o
las opiniones de ciertos actores sociales por sobre otras. Finalmente, en la medida
que los diarios son propiedad de alguien, ese alguien o a quienes representa están
interesados en legitimar un modelo social –respecto de la familia, por ejemplo- que
les sea favorable. La prensa es, entonces, medio y actor de la discusión pública.
La discusión pública en torno a la delincuencia, la familia y la relación entre ambas
no escapa al contexto en el cual se genera hoy en día la opinión pública. Es por eso
que un análisis de la discusión sobre la familia DEBE mirar a (o partir de) la prensa.
El análisis de los tres artículos revisados a lo largo de este trabajo da cuenta de la
prensa como espacio en el cual se discute la relación entre familia y delincuencia, en
el cual se privilegian ciertas relaciones sobre otras que se vuelven coherentes con la
27 Aunque principalmente la de aquellos que son coherentes con la línea editorial de cada medio.
28 (Borrat, 1989)
20
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propiedad de estos mismos medios y con sistemas de creencias de sus propietarios,
tanto respecto al orden social que les parece legítimo como con respecto a las
amenazas que consideran pueden poner en jaque ese orden.
e) La familia en el espacio público nacional
Una mirada transversal al debate sobre la familia permite afirmar que en Chile
coexisten representaciones sobre la familia –entendidas como interpretaciones de la
realidad compartidas socialmente-, con diferencias fundamentales. Sólo con fines
explicativos, se puede hablar de dos tipos ideales, que pueden ser llamados
tradicional y progresista29.
Algunos elementos característicos del discurso tradicional son:
- Una conceptualización legalista-ontológica de la familia que, basada fuertemente
en aspectos formales, afirma la existencia de un ideal de familia objetivamente
superior al cual deben aspirar a convertirse las familias reales.
- El matrimonio único e indisoluble ante Dios y la ley civil como principio
ordenador de este tipo ideal de familia, que al ser subvertido provoca disfunciones
sociales, porque se produce una disminución de la densidad valórica de la familia
–se es menos familia-. La familia que no se rige por estos principios es disfuncional,
de manera que debe ser estigmatizada como tal.
- Los vínculos generados como miembro de una familia constituyen el principal eje
ordenador y la principal fuente de sentido de la vida social. Los vínculos familiares
son exacerbados a tal punto que se pierde de vista cualquier referencia a otras
formas de reconocimiento y estar con el otro en relaciones sociales con un sentido
más allá de lo utilitario. Esta sobrevaloración de la familia llega a tal punto que
provoca, aún sin desearlo, la introducción de la sospecha ante cualquier otra forma
de vínculo social, produciendo así una complicidad entre la desconfianza que
provocan las transformaciones sociales, la localización de la inseguridad en la figura
del delincuente y la afirmación de la familia como único espacio de sentido y
protección.
- Para su legitimación, esta representación de familia requiere de la permanencia de
los roles de género tradicionales, que conciben a la mujer básicamente como madre
y al hombre como contacto de la familia con el espacio público.
El tipo ideal progresista no tiene tanta complejidad como el tradicional (lo que habla
indirectamente de su debilidad para instalarse en el espacio público), pero un aspecto
relevante de él -para comprender como se puede construir desde allí una
29 (Sáez, 1999)
21
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comprensión alternativa a la relación entre familia y delincuencia- es la afirmación
de la facticidad de la familia. La familia es una experiencia que no obedece a ningún
canon normativo, sino que está constituida en los afectos. Por esta razón, la
convivencia, la uniparentalidad o la baja escolarización de los padres no son
sinónimos de ninguna discapacidad moral.
En Chile predomina en términos ideológicos el modelo tradicionalista de la familia,
que es producto de un proceso histórico de imposición fáctica que cruza toda la
historia de la sociedad chilena y que hace que, en el debate público, “la” familia
aluda a un cuadro de sentido bien definido, en el cual se delinea, en sus rasgos más
ostensibles, una familia nuclear, biparental, con matrimonio legal, estable, y sin
pertenencia a ningún estrato social. Dicho modelo sancionado legalmente, es la base
sobre la cual se orienta la acción estatal, y prevalece en el discurso de las élites
nacionales que han tenido el monopolio cultural desde hace más de un siglo 30. Esto
explica que también sea usado para entender –desde su perspectiva- el incremento
de los niveles de delincuencia.
Sin embargo, los hechos muestran una realidad distinta a la que el discurso oficial
propone: existen varios tipos de familia en Chile; las nulidades y las separaciones de
hecho, aumentan; hay muchos niños que crecen sin tener a ambos padres en casa; se
empieza a revelar la magnitud del problema de la violencia doméstica; hay
conflictos de toda índole entre padres e hijos, un 26,7% de las mujeres chilenas
casadas con hijos tiene un trabajo remunerado y esta cifra va en aumento. Es de
esperar que la diversidad de las realidades familiares pueda contribuir a poner en el
espacio público un discurso alternativo sobre la familia. Es muy probable que este
pueda contribuir, a su vez, a generar un discurso alternativo sobre la delincuencia
que haga visibles las contradicciones sociales que le dan lugar.
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