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Universidad de Chile
Curso de Formación General
Globalización, Cobre y la Nueva Economía
Prof. Hugo Latorre
CONCENTRACIÓN DE M EDIOS,
EL DUOPOLIO Y SUS EFECTOS EN UNA SOCIEDAD DEMOCRATIZADA
Por María Francisca Carvajal, Francisca Casanova, Mirko Del Hoyo y Daniela González.
RESUMEN
El presente ensayo pretende describir y analizar a modo de diagnóstico el
problema de la concentración de los medios de comunicación en nuestro
país, abordando principalmente el duopolio conformado por los diarios de
principal circulación nacional: El Mercurio y La Tercera. Considerando los
diversos estudios que se han desarrollado en torno a los efectos de los mass
media desde el Funcionalismo, este trabajo se enfoca en los desplazamientos
operados por ambos medios para, por medio de su ideología, controlar y
dominar la opinión pública nacional.
PALABRAS CLAVES
 Duopolio  Mass Media  Ideología  Dominio
PRESENTACIÓN
Quizás se cumple en el mundo de los mass media una «profecía» de Nietzsche:
[…] Realidad, para nosotros, es más bien el resultado del entrecruzarse, del
«contaminarse» (en el sentido latino) de las múltiples imágenes, interpretaciones y
reconstrucciones que compiten entre sí, o que, de cualquier manera, sin
coordinación «central» alguna, distribuyen los media.
Gianni Vattimo, La sociedad transparente.
La globalización, junto a sus dimensiones tecno-económicas, pone en marcha un
proceso de interconexión a nivel mundial, el cual conecta todo lo que lo que
instrumentalmente vale y desconecta todo lo que, para esa razón, no vale. Es en este
complejo contexto es donde los mass media consiguen un protagonismo indiscutido en las
construcciones de nuevas visiones de mundo, revelándose como una nueva tendencia hacia
el establecimiento de una cultura global.
Los profundos cambios experimentados en el sector de las comunicaciones
determinados por la creciente dinámica de la globalización, estarían redefiniendo loes
efectos de los medios de comunicación en los mecanismos de formadores de opinión. En
este sentido, los medios de comunicación pueden ser cómplices de los procesos políticos en
la tarea de la transformación social.
Con la globalización las transformaciones económicas también han afectado a las
empresas mediáticas, hoy en día nos encontramos frente a un vertiginoso proceso de
centralización y oligopolización de los medios de comunicación amenazando,
indirectamente, la libertad de expresión. Los mass media tienen cada vez mayor poder y,
con ello, una gran influencia sobre la vida política nacional. En efecto, tienden a sustituir el
diálogo social, uniforman, diluyen y lesionan la identidad al no respetar distintos polos de
opinión.
No existe la parcialidad y ésta está condicionada por la línea editorial del grupo que
opera la información. El público recibe mensajes manipulados, las noticias que nos llegan
ya sea por un medio escrito, oral o visual no representan el acontecimiento ocurrido, sino
que lo modifican y alteran para cumplir un determinado objetivo, describir la realidad
social desde la visión del medio. De esta manera, los ciudadanos son informados “con lo
que se quiere que se informe”, como forma de atraer e influenciar la opinión individual y
colectiva, aún cuando ello deje de lado la veracidad.
Es en este sentido, es que pretendemos aterrizar el problema de los oligopolios
mediáticos y la formación de opinión al contexto nacional, apuntando especialmente al
duopolio que constituyen las empresas periodísticas El Mercurio S.A.P. y el Consorcio
Periodístico de Chile S.A. (COPESA) con el manejo de los principales medios escritos del
país: El Mercurio y La Tercera.
Considerando que el funcionalismo “se pregunta qué deben hacer los medios de
comunicación para que un sistema de poder cumpla sus objetivos (sin poner en tela de
juicio dicho sistema)” (Pineda, 2009: 2). Y que de igual forma, “puesto que los mass media
son sustentados por grandes complejos del mundo de los negocios enclavados en el actual
sistema social y económico, los medios contribuyen al mantenimiento de este sistema”
(Merton y Lazarsfeld, 1982: 37). Este ensayo pretende describir y analizar los
desplazamientos operados por dos diarios de circulación nacional, El Mercurio y La
Tercera, descifrando la forma en que estos medios construyeron –por medio de las
funciones– una representación de la realidad sustentada el status quo que imponen ambos
diarios.
LA CONCENTRACIÓN EN CHILE
Es un lugar común considerar a los medios de comunicación como uno de los
pilares más importantes en el desarrollo de la democracia y la sociedad. Los más expertos
atribuyen una serie de funciones a estos medios como la vigilancia a los poderes públicos y
la representatividad de los diferentes puntos de vista de la sociedad. Esto ha llevado a
considerar la libertad de expresión como uno de los derechos humanos más relevantes de
las sociedades contemporáneas y es por esto en que se llega al consenso de que los estados
llevan sobre sus hombros la obligación de implementar políticas públicas y marcos legales
que promuevan el pluralismo y garanticen el acceso a la información por parte de la
ciudadanía.
En Chile el tema adquiere especial importancia desde el término de la dictadura,
período vinculado a la violación de los marcos legales que impedían la censura previa y la
protección especial a autoridades civiles y militares. En las últimas décadas el avance no ha
sido el esperado y la lentitud de la democratización de los medios se refleja en el excesivo
abuso de la publicidad, sin embargo, en los 901 se promulgó la ley 19-733 sobre libertad de
opinión y ejercicio del periodismo que en cierto modo vino a normalizar algunos de los
aspectos heredados de la dictadura.
Mientras tanto, el debate se ha desplazado al problema de la concentración
económica de los medios de comunicación y su impacto sobre el ejercicio de estos derechos
y libertades.
Según plantea María Olivia Mönckeberg en Los Magnates de la Prensa, el vínculo
económico que potencia el duopolio de la información escrita, proviene directamente de la
dictadura. En ella, se salvaguardó la economía de ambas empresas a cambio de una
fidelidad censuradora por parte de los periodistas para no hablar en contra de un
autoritarismo descriteriado, y para mantener sus trabajos.
La prensa escrita representó la primera expresión de lo que hoy día conocemos como
medios de comunicación masiva. Su nacimiento está estrechamente vinculado con la
necesidad de determinados grupos políticos de hacer circular públicamente sus ideas
para, de esta forma, influir sobre el curso de los acontecimientos y la configuración de
las distintas formas de gobierno tanto en Europa como en las nacientes repúblicas de
América. Aunque ya desde principios del siglo pasado en nuestro país comenzaron a
constituirse una serie de empresas periodísticas de carácter privado que con el paso del
tiempo fueron logrando progresivamente la primacía en el mercado -siendo las más
importantes la empresa El Mercurio y el Consorcio Periodístico de Chile S.A.
(COPESA) (Corrales y Sandoval, 2005: 2)
De acuerdo a los datos de la Asociación Nacional de Prensa (ANP), en Chile existen
56 diarios, de los cuales 8 son nacionales, 45 son regionales o locales y 2 son de circulación
gratuita.
Aquellos diarios de alcance nacional son El Mercurio, Las Últimas Noticias, La
Tercera, La Cuarta, Pulso Estrategia, Diario Financiero y Diario Oficial. Mientras que los
dos diarios gratuitos son Publimetro y La Hora.
Las empresas más importantes de Chile en lo que a producción de diarios se refiere
son sólo dos: el grupo de empresas El Mercurio Sociedad Anónima Periodística (S.A.P.) y
el Consorcio Periodístico de Chile Sociedad Anónima (COPESA) pertenecientes a Álvaro
Saieh.
En el ámbito formal, El Mercurio es el grupo que opera a través de cuatro empresas
diferentes todas pertenecientes a la familia Edwards:
 El Mercurio S.A.P., dueña de 3 diarios: El Mercurio y Las Últimas Noticias, La
Segunda y de las revista Dato Avisos.

La Sociedad Periodística El Norte S.A., dueña de 8 diarios: La Estrella de Arica, La
Estrella de Iquique, El Mercurio de Antofagasta, La Estrella del Norte, El Mercurio
de Calama, La Estrella del Loa, La Prensa de Tocopilla y El Diario de Atacama.
 El Mercurio de Valparaíso S.A.P., dueña de 3 diarios: El Mercurio de Valparaíso,
La Estrella de Valparaíso y El Líder de San Antonio.
 La Sociedad Periodística Araucaria S.A., dueña de 7 diarios: El Diario Austral de
Temuco, Renacer de Arauco, Renacer de Angol, El Diario Austral de Valdivia, El
Diario Austral de Osorno, El Llanquihue de Puerto Montt y La Estrella de Chiloé.
De esta forma, el grupo controla 2 de los 8 diarios de circulación nacional, 1 de los
cuatro diarios zonales y 18 de los 45 diarios regionales, lo que le permite tener presencia en
14 grandes ciudades y/o provincias de Chile, siendo la única empresa de la prensa escrita
chilena que compite con productos tanto a nivel nacional como regional. Lo más relevante
de estos datos es que casi todas esas sociedades figura como accionista principal Agustín
Edwards Eastman, por lo que puede es él quien controla el grupo.
En el caso de COPESA, en la actualidad edita los diarios nacionales La Tercera y
La Cuarta, los diarios zonales de distribución gratuita La Hora y La Hora de la Tarde y la
revista quincenal Qué Pasa. Si bien la composición accionarial de este consorcio es mucho
más diversa que la del grupo El Mercurio S.A.P., no resulta menos relevante el peso
político de sus propietarios.
Los porcentajes de participación en este Consorcio se distribuyen de la siguiente
manera: Prohabit Inversiones S.A. (16,6%), Inversora Inmobiliaria Centenario (16,6%) e
Inversiones; Industriales S.A. (16,6%), todas representadas por Juan Carlos Latorre Díaz;
Inversiones San Carlos S.A. (16,6%) representada por Alex Abumohor Lolas; Inversiones
Antillanca (16,6%) representada por Alberto Kassis Sabag y Gasa S.A.(16,6%)
representada por Clío Kipreos García. (Corrales y Sandoval, 2005: 5)
“El caso de COPESA es diferente al de El Mercurio no sólo por la mayor fragmentación
de su propiedad sino también por el hecho de que se trata de un grupo de empresarios
que no han estado tradicionalmente vinculados al mercado de las comunicaciones sino
que ingresaron a él a partir de una coyuntura extraordinariamente favorable generada
básicamente a partir de los vínculos que muchos de ellos sostuvieron con el régimen
militar.” (Corrales-Sandoval, 2005: 5)
Otro caso digno de mencionar el del diario de distribución gratuita Publimetro,
Propiedad del holding internacional Modern Times Group (MTG) que en la actualidad es el
único medio de prensa escrita que se encuentra bajo control de capitales extranjeros. Llegó
a Chile el año 2000 y su irrupción en el mercado generó gran polémica debido a sus
pretensiones de ser repartido en el metro de Santiago bajo acuerdo con la empresa estatal
Metro S.A., lo cual no pudo concretarse debido a la interposición de un recurso judicial por
parte de la ANP. Sin embargo en la última década ha logrado situarse como un diario de
alcance zonal en las regiones Metropolitana, V, VI y VIII.
En la radiodifusión existe también una tendencia creciente a la concentración, con
seis grupos económicos que abarcan el 70% de las radios a nivel nacional, tres de ellos con
más de la mitad de las emisoras (el 55%). A la cabeza se encuentra el grupo español
Promotora de Informaciones, Sociedad Anónima (PRISA) como dueños de las radios
ADN, Imagina, Concierto, Futuro, Pudahuel, Radioactiva, Rock & Pop, Radio Uno, FM
Dos, Corazón y 40 Principales, entre otras. El holding posee más de 220 frecuencias, con
30% de participación de mercado), seguido del Grupo Dial con las radios Beethoven,
Carolina, Paula, Duna, Zero y Disney en su poder y Grupo Bezanilla con FM Tiempo,
Infinita, y Romántica FM. Además Estos tres grupos poseen el 70% de la publicidad
comercial.
Por su parte El Mercurio S.A.P. posee desde 2004 la emisora Digital FM, y NRG
FM y Positiva FM. Y a un lado están las radios Cooperativa, BioBío y comunitarias (estas
últimas con menos de un tercio del espectro radial a su disposición).
En el caso televisivo, a comienzos de la década de los ‘90, el mercado de la
televisión Chilena se hizo muy complejo a partir de la concesión de nuevos canales de TV.
Con la creación de Megavisión, La Red TV y con la privatización del antiguo canal de la
Universidad de Chile convertido hoy en Chilevisión, se constituyó un mercado televisivo
caracterizado por una fuerte competencia entre los canales institucionales: Canal 13 (de
Universidad Católica de Chile y Grupo Luksic) y TVN (de íntegra propiedad del Estado), y
este conjunto de nuevos canales privados cada vez más emergentes.
Un ejemplo es Megavisión, hoy en día llamado Mega, canal que antiguamente fue la
segunda señal de TVN y que fue el primero en privatizarse en Chile. En la actualidad
pertenece al Grupo Claro, quienes además son dueños de la nueva radio Candela.
En definitiva, estos grandes grupos empresariales han logrado con los años un gran
nivel de tradición e influencia en la sociedad chilena y cierto discurso desde el cual se
analiza y entiende el acontecer nacional. Porque aunque uno se oponga a los postulados que
proponen, nadie está ajeno a sus alcances.
LA MIRADA DEL FUNCIONALISMO
Teniendo en cuenta la situación actual de los medios de comunicación en Chile
descrita anteriormente es fundamental preguntarse la implicancia que la existencia de
oligopolios comunicacionales en una sociedad constituida bajo bases democráticas como la
nuestra.
Existen diversas teorías de la comunicación que se enfocan en el estudio del
impacto de los mass media dentro de la sociedad. Si bien es cierto que las aristas son
diversas, existen puntos de confluencia entre diversos autores en cuanto al poder que un
medio de comunicación ejerce sobre la construcción de realidad de una grupo humano
determinado. En el caso de Chile, particularmente, la prensa escrita ha constituido una
parte fundamental de la creación de una identidad que hoy podemos identificar como
preferentemente conservadora. Sin duda que esto no es gratuito, y si bien las causas son
múltiples, el hecho de que los dos diarios más importantes a nivel nacional sean de corte
conservador ayuda a potenciar esta idea. “Si la burguesía ha llegado a imponer su lenguajes
como el lenguaje de los medios no ha sido por arte de magia sino por otro «arte»: el del
control de la propiedad, el del monopolio económico de los medios” (Martín-Barbero,
2002: 52).
El problema fundamental radica esencialmente en la unicidad del discurso
construido en la prensa escrita. Desde el mismo momento en que se selecciona la noticia X
y no la Y se está cayendo en una subjetividad al darle prioridad a cierta información por
sobre otra. Esto lo podemos evidenciar fácilmente en ambos diarios cuando en una edición
de un mismo día encontramos la misma selección de noticias, que si bien están escritas bajo
distintas firmas, en donde la ideología bajo la línea editorial de ambos diarios no varía. En
palabras de Julio Cortazar: “Fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se
instala, y tanta buena gente en tanto pueblo y tanto campo de tanta tierra nuestra que abre
su diario y busca su verdad y se encuentra con la mentira maquillada”.
En este sentido, será la clase predominante la encargada de establecer la agendasetting, la cual McCombs define como: “Los elementos prominentes en la representación
del mundo que hacen los medios masivos influyen en la prioridad de esos elementos en la
representación por parte de la audiencia” (McCombs Et. al., 2003: 57). Del mismo modo,
McCombs se preocupa de estudiar el segundo nivel de la agenda, el cual él reconocerá
como el encuadre, haciendo una analogía con las películas, es decir, la información que se
deja dentro y la que se deja fuera de la pantalla. Así, el segundo nivel sería el encargado de
influir con mayor potencia en la formación de una opinión pública. Gracias a esta facultad
de establecer la agenda-setting, Laswell reconocerá la capacidad de los medios para poner
en pauta lo que acontece la clase más empoderada, haciendo alarde del poder que ejerce a
través de reafirmar en medios de comunicación sus ideas, sin dejar espacio alguno para
aquellas que se encuentran fuera de los márgenes establecidos por el status quo
preponderante. “Al propio tiempo, la ideología de la élite es reafirmada y las ideologías
contrarias son suprimidas” (Lasswell, 1982: 61).
Dentro de esta línea es fundamental aclarar otro de los principales puntos que
definirán la agenda-setting de un medio. El hecho de que hoy en día los dos diarios con
mayor circulación nacional sean de un corte derechista está directamente relacionado con el
hecho de que estos medios trabajan con capitales obtenidos gracias a la publicación de
publicidad privada en sus páginas.
“Más allá del aporte estatal, la principal fuerza que mueve la industria de los medios de
comunicación en Chile, en general, y en prensa, en particular, es el de la publicidad
privada. Es decir, los diarios y periódicos chilenos no sobreviven por la vía de
suscripciones ni por la compra de ejemplares en kioskos, sino que por los ingresos
publicitarios que, en su enorme mayoría, provienen de avisadores privados” (Lagos, 2011:
3).
De acuerdo al gerente general de The Clinic, Pablo Dittborn, la empresa privada en
Chile es mucha más ideológica que el mismo Estado, por lo que los empresarios- a quienes
el reconoce en un 99% de derecha- optan por colocar su publicidad en medios que
coincidan con su línea ideológica. “Puesto que los mass media son sustentados por grandes
complejos del mundo de los negocios enclavados en el actual sistema social y económico,
los medios contribuyen al mantenimiento de este sistema” (Merton y Lazarsfeld, 1982: 37)
De momento en que la información pasa a convertirse en mercancía, la prensa
escrita cae bajo los mecanismos que condicionan a cualquier negocio. Un claro ejemplo de
esta situación fue lo sucedido cuando trabajadores de la multitienda Johnson estuvieron en
huelga legal durante 35 días, produciendo pérdidas millonarias a la empresa. Ni el Mercurio
ni los canales de televisión nacional cubrieron la noticia pues la empresa constituía uno de
sus principales avisadores.
“La aproximación de la «communication research» acepta de antemano el sistema
social en el cual está inscrito el medio de comunicación de masas. No cuestiona dicho
orden social, sino que en cierto modo, ratifica reglas del juego del sistema, encerrando
el análisis dentro de los límites de este último, ignorando o silenciando esta cuestión
previa, a saber: la legitimidad de la elección del orden social existente, como referencia
normativa última” (Mattelart, 1970: 233).
Este tipo de comportamientos ilegítimos, que por ciento atentan indirectamente
contra la libertad de expresión, son prácticas comunes en los medios que buscan mantener
en estado optimo el cumplimiento de las normas sociales. Aquí podemos entrar en la
clasificación de Merton y Lazersfeld quienes indican que una de las categorizaciones para
el mantenimiento de las normas sociales por parte de las mass media es la Monopolización,
la cual describe de mejor manera la situación actual en Chile pues: “Esta situación se da
cuando hay poca o ninguna oposición en los mass-media a la difusión de valores, políticas
o imágenes públicas. Es decir, la monopolización de los mass-media tiene lugar en ausencia
de contrapropaganda” (Merton y Lazarsfeld, 1982: 44).
LA INFLUENCIA DE LA IDEOLOGÍA
“De poco sirve la gente que diga no «creer» en ese discurso si es desde él que
actúa y ve el mundo, si es a su través que el acontecer del mundo significa y que
esa significación es consumida” Jesús Martin-Barbero, Oficio de Cartógrafo.
Como acabamos de ver, los mass media tienen diversas formas de generar un
impacto dentro de la sociedad y es innegable que los medios de comunicación a través de
su discurso moldean la opinión del grupo humano al cual están dirigidos.
Sin duda, medios de prensa como El Mercurio y La Tercera, se utilizan a sí mismos
para reafirmar normas sociales al exponer ante la opinión pública desviaciones a tales
normas: “Los mass-media pueden iniciar una acción social «exponiendo» condiciones
distintas respecto a lo establecido por la moral pública” (Merton y Lazarsfeld, 1982: 31).
Por lo mismo, no es de extrañar que durante las movilizaciones estudiantiles del año pasado
las noticias apuntaran principalmente a los destrozos ocasionados por las marchas, las
“desviaciones a la norma”.
Es en estas situaciones que la opinión pública se ve invadida por la ideología del
mass media. Pero antes de anticipar cualquier conclusión, es necesario referirnos a que
entendemos por “opinión pública”. Dice Gramsci:
“La llamada “opinión pública” […] es el punto de contacto entre la “sociedad civil” y la
“sociedad política”, entre el consentimiento y la fuerza […] siempre han existido
elementos de opinión pública, incluso en la satrapías asiáticas, pero la opinión pública,
tal como la entendemos hoy nació un poco antes de la caída de los Estados absolutos, es
decir, en el período de lucha de la nueva clase burguesa por la hegemonía política y por
la conquista del poder. La opinión pública es el contenido político de la voluntad
política pública que puede ser discordante; por esto existe la lucha por el monopolio de
los órganos de la opinión pública: diarios, partidos, Parlamento, de modo que una sola
fuerza modere la opinión y, por tanto, la voluntad política nacional, convirtiendo a los
disidentes en un polvillo individual e inorgánico.” (Gramsci, 1967: 339)
Considerando el actual duopolio que mantienen tanto La Tercera como El
Mercurio, ambos órganos de opinión pública sí estarían bajo el dominio de una voluntad
política determinada: la derecha, la economía libre mercado. Y es que como grupo social, la
derecha, al nacer en el terreno originario de una función esencial en el mundo de la
producción económica, orgánicamente, se mantiene por medio de sus capas intelectuales
que le dan homogeneidad y consciencia a sus propias funciones en el ámbito social y
político. Dice Foucault: “en toda sociedad la producción de discurso está a la vez
controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen
por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar
su pesada y temible materialidad” (Foucault, 1980: 14).
En esta disputa por el poder interpretativo, que actualmente domina la derecha –a
través de los principales medios de prensa escrita de circulación nacional–, el concepto de
ideología aparece como relevante e incluso, de cierto modo, ineludible. Como explica
Williams:
“‘Ideología’ es un término indispensable en el análisis sociológico, pero el primer nivel
de dificultad reside en si se utiliza para definir: a) las creencias formales y conscientes
de una clase o de otro grupo social, como en el uso común del término ‘ideológico’ para
indicar principios generales o posiciones teóricas o, como con frecuencia se hace, con
resultados poco favorables, para indicar los dogmas; o b) la visión de mundo o
perspectiva general características de una clase o de otro grupo social, que incluye
creencias formales y conscientes, pero también aptitudes, hábitos y sentimientos menos
conscientes y formulados, e incluso presupuestos, comportamientos y compromisos
inconscientes (Williams, 1981: 25)
Ya sea como un conjunto de creencias formales o como la visión de mundo de un
grupo social, desde una perspectiva sociológica y, por cierto, también política, toda práctica
social puede ser una práctica ideológica, nuestra ideología no se separa de ninguna de las
actividades que realicemos. Cualquier ideología participante del espacio público es uan
práctica que produce sentido y –más importante aún– interpretación, por tanto, ningún
medio de comunicación está exento de su ideología y ésta funciona como una fuerza mayor
que sobrepasa a sus trabajadores. La propia ideología de un periodista se puede ver
sobrepasada y dominada por la de su medio. Es la ideología, entonces, la que configura la
construcción de los hechos:
“Los «hechos» son lo que dice el discurso de prensa, pero lo que en él habla es distinto,
ya que en últimas «la escritura de prensa es el trabajo que consiste en hacer concordar la
noticia con el mito». Y no sólo concordar, ya que lo que el «público» consume es esa
amalgama, o mejor esa equivalencia entre la historia y el suceso, entre el
acontecimiento y el espectáculo, entre la información y la propaganda” (MartinBarbero, 2002: 81)
Los medios de comunicación se hacen del control del acontecer nacional, por medio
de su ideología, a través de la construcción de las noticias. No es de extrañar, en efecto, que
todo lo que expongan los medios de comunicación –de una manera u otra– parezcan de
importancia aunque no lo sean y que aquellos temas que son de importancia, pero no para
el medios controladores, queden renegados a medios informales. Esto lo hemos visto
decenas de veces con el lucro de las universidades, con las huelgas de importantes
empresas (farmacias, supermercados, diarios, etc.), con las protestas en regiones, entre
otros casos.
De la misma manera, La Tercera como El Mercurio usan sus páginas para resaltar
aquellas personalidades que, según su ideología, merecen ser resaltadas. Como un sencillo
ejemplo a destacar nos encontramos con la figura de Laurence Golborne el año 2010 con el
rescate de la mina San José, un ministro que de ser un desconocido hoy se apunta como
candidato presidencial, o la figura de Gabriel Boric que de un día para otro sin tener mayor
incidencia en las movilizaciones estudiantiles del año pasado– pasó a tener espacio en la
prensa, quitándole a Camila Vallejo la presidencia de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile (FECH).
“Los mass-media confieren categoría, status, a cuestiones públicas, personas,
organizaciones y movimientos sociales […] Los mass-media dan prestigio y realzan la
autoridad de individuos y grupos al legitimizar su status […] Al parecer, las audiencias
de los mass-medias suscriben a la creencia circular: «Si realmente pesas, estarás en el
centro de la atención de las masas, y si ocupas el centro de la atención de las masas,
seguro que en realidad deber ser persona de peso»” (Merton y Lazarsfeld, 1982: 30-31)
El control es extensivo e intenso. No se aplica sólo sobre los discursos sino sobre
toda práctica significante, es decir, ideológica. Pero el control es un mecanismo para el
poder, no su finalidad. Que existan modos de subvertirlo y evadirlo es vital para la
existencia de la opinión pública. “No existe un centro, una autoridad dada y aceptada de
manera inerte, ni barreras fijas que ordenen la historia humana, aunque existen la autoridad,
el orden y la distinción” (Said, 1988: 215)
Pero, de todas formas, aunque la ideología del medio esté trabajando
constantemente en establecer la pauta de conducta de sus receptores y esto se pueda
apreciar en diferentes escalas en el acontecer nacional, ningún estudio hasta el momento ha
determinado que los medios puedan controlar y cambiar verdaderamente las actitudes
individuales de las personas a los que están dirigidos.
“Una vez establecida la pauta general de conducta o la actitud genérica, ésta puede ser
canalizada en una u otra dirección […] Los medios de comunicación de masas, pues,
han sido utilizados efectivamente para canalizar actitudes básicas, pero hay muy pocas
pruebas de que hayan servido para cambiar estas actitudes” (Merton y Lazarsfeld, 1982:
45-46)
En este sentido, los sociólogos Merton y Lazarsfeld nos dejan un sesgo de
esperanza. Mientras los mass media pueden efectivamente trabajar en pos del
mantenimiento de las estructuras sociales y culturales existentes, somos los consumidores,
en plena consciencia del dominio de los medios, quienes podemos buscar cambios en las
mismas.
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