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Alianza por un mundo responsable, plural y solidario – Polo socioeconómico
Asamblea Final – Findhorn – del 9 al 16 de junio de 2001
Taller 15: Economía solidaria
Proyecto de resumen
Premisas
1. Iniciativas ciudadanas en un mundo en crisis:
–
–
La aparición de las iniciativas de economía solidaria es concomitante con una
globalización del capitalismo sin regulación que provoca nuevos desequilibrios
mundiales: aumento de las desigualdades socioeconómicas entre los países del Norte y
los del Sur, incremento de la exclusión y de la pobreza (incluso en el Norte), amenaza
para la biosfera y no regulación mundial.
Ante dichos desequilibrios, las iniciativas socioeconómicas solidarias se multiplican
por iniciativa de las clases populares excluidas de los circuitos económicos clásicos o
por clases medias preocupadas por la mejora de los servicios en la vida cotidiana.
Finanzas solidarias, comercio equitativo, servicios de proximidad, agricultura
sostenible, gestión urbana por parte de los habitantes, cocinas colectivas, sistemas de
intercambios locales..., asistimos a la aparición de nuevas prácticas, pero también a la
renovación y redescubrimiento de prácticas antiguas (cooperativa, asociaciones de
ahorro y crédito, intercambios no monetarios, etc.).
2. La economía solidaria, una visión distinta de la economía
En un sentido amplio, la economía solidaria puede definirse como el conjunto de las
actividades de producción, distribución y consumo que contribuyen a la democratización de
la economía gracias a compromisos ciudadanos tanto a escala local como global. Engloba
las distintas formas de organización que la población utiliza para crear sus propios recursos
de trabajo o para acceder a bienes y servicios de calidad, en una dinámica recíproca y
solidaria que supedita los intereses individuales al interés colectivo. En este sentido, la
economía solidaria no es un sector de la economía, sino una actuación global que engloba
iniciativas de la mayoría de sectores de la economía.
Economía solidaria, economía social, terceros sectores, sector sin ánimo de lucro, hoy en
día existen varios conceptos que reflejan el anclaje local y cultural de sus prácticas
socioeconómicas. Mientras que en el Norte, los criterios de no lucratividad, de reinversión
en un patrimonio colectivo y de la autonomía de gestión, parecen relativamente bien
delimitados, los campos de la economía social y solidaria son mucho más amplios en el Sur,
donde una parte de las microempresas individuales y familiares (economía popular o
economía del trabajo), de las asociaciones de microemprendedores, de los sistemas de
moneda social está integrada en este amplio conjunto de lo solidario. Esta diversidad hace
difícil el reconocimiento de esta otra forma de hacer de la economía y no está a salvo de la
competencia entre agentes y redes frente a las instituciones y a la opinión pública, que a
menudo tienen la sensación de que se trata más de una constelación que de un movimiento
social visible.
No obstante, más allá de las diferencias entre los contextos nacionales, continentales y
globales, los debates del taller de economía solidaria permiten extraer algunas
características en común. Se trata de actividades económicas que no provienen ni de una
lógica comercial, ni de una lógica administrativa, que tienen en cuenta la dimensión no
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monetaria (voluntaria, familiar) en su organización, que se apoyan y se refuerzan en aquello
que denominamos el “capital social” (el factor “C”) confianza y cooperación por parte de
los participantes (asalariados, voluntarios, usuarios, etc.). A través de los problemas
socioeconómicos que intentan resolver, interrogan públicamente a la representación
dominante de la sociedad de mercado. Pero lo que caracteriza particularmente la economía
solidaria es, sin lugar a dudas, la voluntad, tanto a escala local como internacional, de un
modelo de desarrollo alternativo al neoliberalismo.
3. Para otra globalización, un desarrollo pluridimensional
–
En este taller, las nociones de economía solidaria y de desarrollo están estrechamente
relacionadas. Sus miembros critican la concepción neoliberal en la que el desarrollo se
reduce al crecimiento del PIB, donde la sociedad por capitales es la única organización
legítima y donde la economía de mercado es el único modelo eficaz para producir,
intercambiar y distribuir la riqueza. Consideran que es necesario (re)pensar el
desarrollo concediéndole varias dimensiones (política, social, económica, cultural,
ecológica, ética). Esta perspectiva implica tener en cuenta, juntamente con la economía
comercial y no comercial, la dimensión no monetaria como uno de los pilares del
desarrollo sostenible y solidario. Por ello, las actuaciones dirigidas a la elaboración de
nuevos indicadores socioeconómicos deben ser consolidadas para ofrecer una
percepción más justa de la riqueza económica que la que dan el PIB o las herramientas
contables meramente monetarias.
–
Superación del plan de adaptación y recuperación de la economía solidaria mediante el
neoliberalismo. Construir regulaciones democráticas y solidarias supone en primer
lugar una vigilancia ante los riesgos de instrumentalización por parte de los gobiernos
locales y nacionales, pero también por parte de las instituciones multilaterales, de las
iniciativas de economía solidaria que se perciben como el medio de una gestión con el
mínimo coste social de la globalización en la perspectiva de la privatización. Ante las
dificultades cotidianas de supervivencia de las actividades, a los agentes de la economía
solidaria puede tentarles aceptar una estrategia de adaptación a la globalización en la
que la economía solidaria se vería reducida a un tercer sector de supervivencia de los
más pobres sin volver a poner en duda las lógicas dominantes de la globalización
neoliberal que son el desmantelamiento de los Estados sociales y el desarrollo de los
mercados financieros.
Propuestas
Proponer una globalización distinta supone que la economía solidaria se inscriba en una visión
más amplia de la sociedad, basada en la democratización de las instituciones políticas y
económicas, la paz, el Estado de derecho social que facilita y reconoce la expansión de las
dinámicas solidarias que conjugan redistribución y reciprocidad. Esta perspectiva implica, en
primer lugar, el refuerzo de las redes políticas y de los intercambios económicos entre los
componentes de la economía solidaria en el ámbito local, nacional y mundial. Seguidamente
supone el reconocimiento institucional de la economía solidaria como polo de desarrollo. En
definitiva, un desarrollo solidario supone una contribución de los agentes de la economía
solidaria al refuerzo y la democratización de los servicios públicos, así como al desarrollo de la
responsabilidad social de las empresas, incluidas las multinacionales.
Consolidación de las alianzas política y económica entre agentes de la economía solidaria
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La capacidad de la economía solidaria que debe influir sobre un modelo de desarrollo alternativo
al modelo neoliberal, depende en gran parte de su capacidad de reforzar sus redes, de consolidar
sus fundamentos económicos y de realizar alianzas estratégicas con los movimientos de la
sociedad civil que defienden que es posible otra globalización.
1. Desarrollar la estructuración en redes a escala local, nacional e internacional. Ya existen
asociaciones o redes que agrupan determinadas experiencias o empresas solidarias en
algunas regiones del mundo, por ejemplo, el Grupo red de economía solidaria - GRESP en
Perú, el Grupo de economía solidaria - GESQ en Quebec, la red interna economía solidaria
- IRES en Francia, la Red de socioeconomía de Solidaridad - RBSES en Brasil, la Red
europea de la economía solidaria y del desarrollo local, pero se considera imperativo que los
diferentes componentes de la economía solidaria se reconozcan mutuamente como agente
colectivo de transformación social.
2. Creación de una coordinación internacional de unión entre las redes del Norte y del Sur. El
encuentro Globalización de la solidaridad es una buena ocasión para constituir esta
coordinación en relación con la red global de socioeconomía solidaria. La misión de esta
instancia sería asegurar una unión permanente entre redes regionales y nacionales de la
economía social y solidaria, así como favorecer los intercambios de experiencias, la
transferencia de saber hacer y de tecnologías, las inversiones para la creación de empresas
solidarias, etc.
3. Desarrollo de los intercambios y solidaridades económicas entre las actividades de la
economía solidaria El desarrollo de la economía solidaria pasa tanto por el reconocimiento
político entre agentes y redes, como por el desarrollo de los intercambios económicos. Hoy
en día, las actividades de la economía solidaria en algunos casos están sectorizadas:
finanzas solidarias, comercio equitativo, servicios de proximidad, cocinas colectivas,
sistemas de intercambios locales, moneda social, cooperativas bio, etc. Si progresa el
conocimiento de las prácticas de cada uno de los componentes que hoy en día no se conocen
o se conocen poco en la economía solidaria, los intercambios económicos de servicios y de
saber hacer no estarán suficientemente desarrollados. Por ello, es necesario promover las
sinergias entre consumo, producción, tecnologías, financiación, intercambios de servicios y
comercialización solidaria. Los agentes de la economía solidaria de América Latina desean
la creación de un “mercado solidario”, allí donde la unidad de un tercer sector en Europa
actualmente pasaría más por ordenaciones legislativas y jurídicas reconociendo las
especificidades de la economía solidaria.
Un reconocimiento y un soporte de la economía solidaria como polo de desarrollo.
En la mayor parte de los discursos pro o antiglobalización, se hace muy poca referencia a la
economía solidaria, sus iniciativas y sus agentes. En demasiadas pocas ocasiones, se percibe
como un medio de pensar a parte de la globalización. Las representaciones de una economía
limitada a la pareja Estado/mercado continúan siendo aún ampliamente las dominantes tanto en
el ámbito de las personas con poder de decisión pública, como de los agentes de la sociedad civil
y de la opinión.
4. Reforzar el reconocimiento institucional local de la economía solidaria. Tanto a escala
local como nacional, debe consolidarse un reconocimiento reciente y frágil de la economía
solidaria. La integración de la economía solidaria por parte de determinados gobiernos
locales en Brasil, la creación de un Secretariado de Estado de la economía solidaria en
Francia, la obra de economía social en Quebec o en Bélgica son muestras que animan.
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5. Ejercer presión sobre las instituciones multilaterales y continentales (ONU, OMC, FMI,
Banco Mundial, OIT...) para que revisen su paradigma liberal de desarrollo, sus políticas
financieras y para que integren la economía solidaria como un componente ineludible del
desarrollo sostenible. Esta interpelación debe ser transferida a escala continental, donde la
integración de las economías pasa, como en el caso de la Unión Europea o de la ALCA, por
la creación de zonas de libre intercambio que no dejan sitio ni a la economía pública, ni a la
economía solidaria.
6. Repensar y orientar la cooperación internacional hacia la solidaridad más que hacia “la
ayuda”.
7. Promover la economía solidaria ante la sociedad civil internacional y aliarse con los
movimientos sociales. Es indispensable dar a conocer las experiencias existentes y el
modelo de desarrollo solidario de los movimientos sociales y más ampliamente de la
sociedad civil, para que integren la economía solidaria como un factor esencial de
construcción de un modelo alternativo a la globalización neoliberal. Sobre el territorio,
poder articular mejor la invención de prácticas económicas responsables y solidarias para la
resistencia política a la globalización del capitalismo, pasa por un acercamiento a los
movimientos sociales (sindicalistas, consumidores/ciudadanos, mujeres, ecologistas,
agricultores, etc.) que demasiado a menudo desconocen las prácticas de economía solidaria.
Su contribución, aunque sea crítica, es indispensable para promover las actividades y a la
vez evitar el descontrol.
8. Generalizando un poco más, se trata de aliarse con la “sociedad civil mundial” en
construcción. El movimiento que critica la globalización liberal como se definió en Seattle
en diciembre de 1999, en Praga en septiembre de 2000 o en Porto Alegre en enero de 2001
integra más o menos. En África, igual que en América Latina, los promotores de la
economía social y solidaria a menudo están implicados en movimientos de protesta contra la
política de las instituciones multilaterales, de comercio internacional o de condonación de la
deuda (OMC, FMI, BM), o los encuentros del G8. Las alianzas entre agentes son frecuentes.
Por ejemplo, en el Norte, la distancia entre movimiento contestatario y movimiento de la
economía solidaria es más fuerte. Los antiglobalización desconfían de una economía
solidaria en la que perciben “servicios sociales de miseria” en los que los asalariados son
infrapagados e infraprofesionalizados. La prioridad es defender y restaurar las capacidades
del Estado para regular y producir ante la autonomización de las compañías multinacionales
y la extensión del libre intercambio. Del lado de los agentes de la economía social y
solidaria, la contestación y la agitación en contra, sin propuestas apoyándose en prácticas de
las experimentaciones socioeconómicas, parecen a veces estériles y contraproducentes.
Reducir la distancia significa, en principio, conocerse mejor para eliminar los
malentendidos. A continuación, la alianza tendría que desembocar en el reconocimiento de
la mayor contribución de la economía solidaria a la resistencia a la comercialización de la
vida social, por una parte, y a la construcción y la democratización de nuevos derechos y
nuevas formas de regulación pública a escala internacional.
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9. Reconstruir, consolidar y democratizar el Estado social. En el Norte, la economía solidaria
interpela al Estado-social respondiendo a nuevas necesidades no cubiertas, e interroga a la
administración sobre la calidad de los servicios y el respeto al usuario. Esta exigencia de
anticipación de las necesidades, de calidad y de participación de los usuarios, lejos de poner
en duda el compromiso financiero del Estado, supone una apertura del Estado a la
negociación y a la gestión compartida con las redes de la sociedad civil. En el Sur, la
economía solidaria participa en la construcción de un Estado social debilitado.
10. Inventar para ello nuevos modos de contractualización y de financiación entre economía
solidaria y poderes públicos. Deben aprovecharse los movimientos de descentralización
económica y política para inventar las modalidades de regulaciones y el marco jurídico que
reconocen oficialmente la economía solidaria (inscripciones de la economía solidaria en los
planes locales de desarrollo, fiscalidad adecuada para las empresas sociales, apertura de
mercados públicos, contractualización sostenible con las administraciones territoriales,
presupuestos participativos, etc.).
11. Influir en la responsabilidad social de las empresas. En una economía globalizada, el peso
de las multinacionales de las compañías transnacionales que pueden poner en situación de
competencia a los territorios y a los Estados, supone nuevas formas de regulación. Dejamos
planteada la cuestión sobre la responsabilidad social de las empresas respecto a su entorno.
A este nivel, el deseo de los agentes de la economía solidaria de ampliar los criterios de
evaluación de las actuaciones de las empresas se une con las interpelaciones de la sociedad
civil sobre la responsabilidad social y medioambiental de las multinacionales. Trabajar en la
ampliación de los códigos éticos alternativos que las compañías privadas con ánimo de
lucro y las empresas sociales/solidarias se comprometerían a respetar también es una forma
de aliarse con los agentes económicos que intentan promover en sus prácticas de empresa el
respeto de los derechos económicos, sociales, culturales y medioambientales en el marco
general de los derechos humanos.
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