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V ALAIC V Congreso Latinoamericano de Ciencias de La Comunicación Gt 2 Comunicación Y Ciudad Coordinadora: Lic. Rossana Reguillo Cruz- México. La ciudad de fin de siglo y sus representaciones simbólico-materiales Autores: Abog. Claudia Dorado y Lic. Cecilia Ulla. Procedencia: Cátedra de Sociología del Derecho de la Facultad de derecho, y Cátedra de Antropología y Metodología de la Investigación de la Escuela de Ciencias de la Información, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Abstract En esta ponencia examinamos cómo las mutaciones en las creencias, sentimientos, valores, normas y costumbres culturales dan lugar a modificaciones en la estructura social. Específicamente se examina si las producciones materiales como las nuevas construcciones – esculturas - realizadas por la institución municipal en la ciudad de Córdoba (Argentina) contribuyen a proporcionar a los habitantes una “identidad urbana” cuestionando a la llamada “sociedad y cultura postmoderna” de fin de siglo. El análisis antropológico de las nuevas esculturas de Córdoba que conforman la “familia urbana” nos llevó a repensar los límites de lo urbano moderno versus lo postmoderno. Asimismo este trabajo nos hace reflexionar acerca de cómo en el fin de siglo nos encontramos con una ciudad donde los imaginarios pasados de una Córdoba culta, doctoral y religiosa, se contradicen con los “no lugares”, en cuanto características postmodernas. Introducción En este trabajo partimos de una serie de cuestionamientos: ¿Estamos en la postmodernidad? ¿Es Córdoba una ciudad postmoderna? ¿Qué es hoy una ciudad y cuáles son sus rasgos definitorios en cuanto moderno versus postmoderno? ¿Cómo influyen los productos materiales en la creación de un sentido ciudadano?. Evidentemente que nuestros interrogantes son numerosos y por ello es necesario que procedamos en forma analítica, aún cuando seamos conscientes de que la realidad de las respuestas nos exceden. POSTMODERNIDAD En principio, cuestionarnos acerca de si estamos o no en la postmodernidad nos lleva a visualizar distintas posturas sobre la misma, porque como bien sostuvo Von Beyme (1994)”... muchos de los conflictos de la historia de las ideas en torno a la demarcación modernidad postmodernidad fueron estériles porque se limitaron a la historia intelectual...”. Si el sentimiento de la vida postmoderna se vincula a la confusión de una vida compuesta por elementos contradictorios, existe postmodernismo cuando se utiliza el penthouse junto a la cabaña ecológica, donde se difunde la doble nacionalidad, los viajes en tiempo de ocio, etc. Pero tales fenómenos propios de los yuppies existieron en las clases superiores de todas las épocas, sin embargo, se puede decir que la postmodernidad se iniciaría allí donde éstos rasgos se hacen extensibles a la cultura de masas. Para algunos sociólogos el concepto de “postmodernidad” sólo tiene sentido por oposición al de “modernidad”, es decir, que aquel concepto aparece como una noción residual, negativa o de rechazo de ésta última. Además, sostienen, que la “postmodernidad” sólo surge cuando se produce un desencanto de la modernidad o cuando se experimentan y observan las consecuencias ambivalentes de la modernidad (Sztompka; 1995). Esta situación ha dado lugar a distintos enfoques teóricos acerca del futuro de la sociedad humana que se pueden sintetizar en cuatro grupos: El primero, basándose en un cierto optimismo sostiene que la sociedad moderna evolucionará en forma progresiva, transformándose en una sociedad más madura y perfecta (Toffler, Naisbitt). En segundo lugar, están quienes consideran que la sociedad moderna no puede y no debe seguir por el mismo camino, sino que debe ser transformada radicalmente (un retorno a las formas tradicionales de vida social, un llamado a reconstruir las sociedades humanas, a reestablecer los lazos humanos primordiales, a revitalizar los grupos y relaciones básicas, etc.). Esta postura se asemeja a la visión sociológica de Toennis. En la tercera perspectiva se considera que las transformaciones sociales son irreversibles aunque pueden dirigirse hacia un tipo cualitativamente nuevo de sociedad que surgirá de las cenizas de la modernidad. Esta nueva sociedad ha sido denominada “postmodernidad”(Lyotard 1984); (Bauman 1989), “posthistoria” y “postcivilización”. Por último la cuarta perspectiva se limita a examinar analíticamente a la modernidad, tal como se presenta a fines del siglo XX en sus formas más maduras. Pero no prejuzgan la dirección en la que la sociedad humana se moverá. Entonces se habla de “alta modernidad”o de “modernidad tardía”. Esto es propuesto por A. Giddens (1990). Giddens sostiene que antes de hablar de postmodernidad conviene postular una “alta modernidad” porque estamos viviendo una etapa en la que se están haciendo más radicales y universales las consecuencias de la Modernidad. Pero esto no es una simple continuación de las tendencias anteriores, ya que aparecen fenómenos cualitativamente nuevos. Giddens comenta los rasgos de la “alta modernidad” bajo cuatro rótulos: Confianza, riesgo, opacidad y globalización. Algunos autores como Von Beyme (1994: 169.) advierten seis rasgos característicos del pensamiento de la postmodernidad: la revolución del concepto de tiempo y la conciencia de vivir en una época de transformación histórica; la acentuación de la irreligiosidad de la modernidad; la distancia irónica y el placer por lo lúdico; la aceptación de la sociedad de consumo postindustrial; el abandono del concepto de sociedad y el rechazo de una relación instrumental con la naturaleza. Nosotros en principio, debemos reconocer que algunos de los rasgos presentes en la Sociedad Postmoderna ya estaban en la Modernidad y que sólo se han exacerbado, sin embargo, también es posible propugnar la aparición de fenómenos cualitativamente nuevos. GLOBALIZACIÓN Y POSTMODERNIDAD La globalización es el resultado de una profunda reorganización de la economía y de la sociedad que busca abarcar tanto a los países capitalistas desarrollados y en desarrollo, como también a los ex-países comunistas (Chonchol; 1996). El proceso de evolución histórica no culmina en el socialismo sino en la democracia y en la economía de mercado, y este proceso de mundialización o globalización es irreversible por dos motivos: primero porque no hay otro modelo de desarrollo viable que prometa mejores resultados y en segundo lugar, poque la mundialización está respaldada por la revolución en la tecnología de la información (Fukuyama;1999). Dentro del fenómeno de la globalización pueden distinguirse (Held; 1992) dos aspectos: la actividad política, económica y social que se inscribe cada vez más en un marco referencial mundial; y la intensificación de los niveles de interacción e interconexión dentro y entre los Estados y sociedades que configuran la sociedad internacional. Pero lo novedoso de este sistema global radica en la interdependencia que se produce a partir de la moderna industria de las comunicaciones y de la tecnología de la información y por otro lado, la interrelación tecnológica, organizativa, administrativa y jurídica. La globalización es un fenómeno complejo que puede ser evidenciado en distintos planos los que siguiendo a Chonchol (1996) son: El plano financiero en donde se evidencia la liberalización de los movimientos internacionales de capitales, la desregulación, las variaciones en las tasas de interés y las privatizaciones de las empresas públicas. Desde 1980 la desregulación de los mercados ha conducido a un sistema en que los desplazamientos de capitales y de monedas son totalmente libres y constantes. El segundo plano es el de las empresas, quienes desarrollan nuevas estrategias para ganar nuevos mercados. En la conquista de nuevos mercados las tecnologías de avanzada desempeñan un papel fundamental. El desarrollo de nuevas tecnologías de comunicación y transporte proporcionan mayor movilidad y flexibilidad a los procesos productivos, influyendo en la obtención de nuevas formas de producción, esto constituye el tercer plano. El cuarto plano en donde se pone de manifiesto el fenómeno de la globalización son los modelos de consumo y el estilo de vida norteamericano que influyen en la cultura de las distintas sociedades. Este estilo de vida consumista agrega cada día más excluidos y marginados al sistema. Chonchol (1996) aclara que entre el 40 % y el 50% aproximadamente de la población mundial está formada por masas rurales pobres de Asia, África y América Latina, por los marginales y subproletarios urbanos subocupados de las grandes ciudades del Tercer Mundo y por los desempleados y excluidos de los países desarrollados. Finalmente, la globalización se manifiesta en un quinto plano en donde hay un cierto traspaso de poder de los Estados Nacionales a las Sociedades Multinacionales, lo que no significa que los Estados pierdan todo su poder ya que conservan el poder político-militar. Asimismo se evidencia una simbiosis de intereses entre los grandes Estados de los países desarrollados ( como EEUU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, entre otros) y las Sociedades multinacionales. Finalmente Chonchol (1996) sostiene que la aceptación de la lógica de la globalización está conduciendo cada vez a más contradicciones sociales tanto en el ámbito nacional como internacional ( competencia sin límites, desigualdades socioeconómicas, marginalización, etc.), y se hace por ello cada vez más inaceptable para un gran número de hombres. Esto provocará resistencia y violencia crecientes, así como fenómenos de no gobernabilidad. Además, la concentración de poder en manos de entidades económicas que no tienen responsabilidad frente a las sociedades en las que actúan, atenta contra todos los principios elementales de la democracia. Pareciera finalmente que el mercado pretende sustituir a las sociedades y naciones. Otra de las consecuencias de la globalización es por un lado la interdependencia económica, política, jurídica y militar que están alterando el carácter de Estado soberano; y por otro lado, el hecho que la interconexión global crea un entramado de decisiones y resultados políticos que unen a los Estados y a sus ciudadanos, modificando la naturaleza y la dinámica de los sistemas políticos nacionales. Por último, es sabido que el consenso es el pilar que legitima al gobierno y al sistema estatal desde el pensamiento liberal de los siglos XVII y XVIII y del sentir democrático liberal de los siglos XIX y XX. Sin embargo, esta noción de consenso se vuelve problemática actualmente debido a la interdependencia nacional, regional y global (Held; 1992) por lo que surgen una serie de interrogantes. ¿Ante quién deben los políticos justificar sus decisiones? ¿A quiénes deben rendir cuentas? ¿Son responsables frente a los ciudadanos o frente a las multinacionales? Tradicionalmente, las fronteras territoriales definían quienes en cuanto individuos debían participar de las decisiones pero actualmente las fronteras han sido trascendidas. Esto lleva a nuevos planteamientos de la democracia en cuanto tal porque como sostuvo Held (19992) ésta no se limita a garantizar un conjunto de derechos civiles, políticos y sociales sino también a defender y establecer estos derechos dentro de una estructura de poder compleja, intergubernamental y transnacional, donde se conserven los principios democráticos y se incorporen los espacios y grupos afectados por esa interdependencia. Otra de los aspectos de la globalización es su consolidación a través de una red de contención ecuménica: la comunicación (Ortiz, Ulla y otros; 1997). El desarrollo del capitalismo está asociado a un sistema de comunicación multimedia e interactiva, ya que la información / comunicación es en sí un componente de las fuerzas productivas ( facilita la coordinación de los recursos, la información es en sí un insumo para las organizaciones industriales, etc.). A partir de la década del setenta la información ha dejado de estar circunscripta al terreno periodístico. Hoy la información ha adquirido pertinencia en esferas cada vez más numerosas de la sociedad. Se ha convertido en un recurso básico para la gestión de la sociedad globalizada. Las tecnologías de comunicación existentes en una sociedad determinan quien puede hablar con quien, a qué distancia, con que lapsos temporales y con qué posibilidades de feed back o comunicación de retorno. Por eso, las decisiones de planificación en esta materia se vuelven dificultosas por cuanto exigen un conocimiento profundo de los objetivos generales del proyecto, los plazos de implementación y demás características generales. Además, hay que tener en cuenta que en el campo de las comunicaciones los cambios o modificaciones se producen a gran velocidad. La provisión de información a gran velocidad es también un aspecto trascendental para los sectores financieros. Hay que reconocer que existe una interpenetración entre los grupos financieros y las empresas de la información / comunicación. Finalmente la importancia del fenómeno comunicacional es tan grande que influye en los aparatos políticos y culturales y que lleva en última a rever la relación entre el ciudadano y el Estado. CIUDAD Por otra parte, el interrogarnos acerca de la Ciudad nos obliga a revisar su conceptualización. Según Capdevilla y Liberman (en Berbeglia; 1997, pág.196) “... pocas instituciones humanas han suscitado sentimientos tan profundos y actitudes tan contradictorias como la ciudad. Algunos han sostenido que constituye la cima de la realización humana...”. Las ciudades no son áreas delimitadas y homogéneas, sino espacios de interacción en los cuales las identidades y los sentimientos de pertenencia se forman con recursos materiales y simbólicos (García Canclini; 1999-pág.165). La raíz latina de la palabra “ciudad” alude a “civilización”, lo que sugiere que fuera de la órbita de la ciudad prevalece la incivilización, la rusticidad y la barbarie. Por lo tanto, es en la ciudad donde se desarrollan las grandes culturas de la historia humana. Para algunos la ciudad ha sido la gran consumidora de seres humanos, ya que generó pobreza, miseria, mezquindad, etc. Sin embargo, la ciudad fue un centro de referencia del hombre tan importante que el propio Aristóteles sostuvo que el hombre sin ciudad era semejante a no tener familia, ley y ni siquiera tener un locus. El hombre sin ciudad fue un paria hasta que en el Renacimiento comienza a circular la idea de “ciudadano del mundo” como modo de superar los desarraigos. Es la propia historia universal la que inspiró en Argentina a la generación de 1880 y llevó a sostener la antinomia civilización o barbarie. El modelo de ciudad fueron entonces las ciudades europeas; por ello nuestra arquitectura trató de emular la europea y nuestro sistema educativo preparó en aquellos valores, dejando de lado los “nacionales”. A esto habría que sumar que la Capital del país fue el “adentro” y el resto el “afuera” ( o los “pajueranos”). Las ciudades se coronaron con edificios y con esculturas que proveían una imagen clara de la naturaleza dominada por la técnica acompañada en el bronce, la escayola o el mármol. Vivir en la ciudad fue más que un modelo una “calidad de vida”. Empero este modelo fue cuestionado, porque la ciudad no dio las respuestas necesarias. Una vez que desapareció la ciudad industrial y comercial, el hombre ciudadano se encontró solo, inmerso en un laberinto del sin sentido. LAS PRODUCCIONES MATERIALES Y SIMBÓLICAS DE LA CIUDAD: EL ARTE. En tercer lugar hay numerosos rasgos culturales, sociales, políticos y económicos que sirven para definir a la ciudad. Sin embargo, lo que nos interesa es rescatar a la ciudad como un ámbito de interacción y de creación de sentido material y simbólico. Más específicamente el arte como un símbolo de unión entre la producción material o externa y la interna o simbólica de sentido. Para Beatriz Sarlo (1996) el arte es una práctica que se define en la producción de sentido y en la intensidad moral y formal. Siempre la creación de sentido presupone un otro social e individual (Auge, Marc; 1996). Más específicamente el sentido “social” está dado solo en las relaciones recíprocas. Cuando se expone una obra de arte se presupone un otro social con el que se establece una relación de “alteridad”. Hoy advertimos que se postula una crisis del sentido, tanto individual como colectivo-institucional. Uno de los elementos de esta crisis reside en lo que Auge (1996) denomina como sustitución de medios por mediaciones o lo que más claramente explicita García Canclini (1999) como una transpolación de los lugares. Antes los lugares eran importantes en la transmisión de información e imaginarios sobre la vida urbana. Ahora ese papel lo cubren los circuitos mediáticos como la radio, la televisión, el teléfono abierto, etc. LA CIUDAD DE CÓRDOBA El “lugar” desde donde se produce o construye condiciona no sólo el producto sino la forma de mirar. Así podemos apreciar como en las ciudades urbanas se fueron produciendo mutaciones como reflejo de los cambios en las formas culturales de pensar. En la ciudad de Córdoba se pasó de las viejas esculturas de bronce que recordaban a nuestros próceres (Ej: San Martín en la plaza del mismo nombre) a evocarnos a nosotros mismos : el hombre, la mujer y los niños que conforman la “familia urbana”. Ahora bien? ¿Qué significado tiene la familia urbana en Córdoba? ¿Cuál es el otro social que presupone? Al intentar responder al primer interrogante recordamos la evolución que ha tenido la “familia” en cuanto institución social. El sentimiento moderno de familia conformada por la pareja conyugal y los hijos surgió a fines del siglo XIX en las clases nobles y burguesas del Antiguo Régimen y de ahí paulatinamente se extendió a todas las clases sociales. Desde su surgimiento hasta la actualidad la familia ha sufrido una serie de modificaciones; así a partir de la revolución industrial se produce una transformación cuando la casa y el trabajo se separan. Es decir, que los cambios tecnológicos producen cambios en las familias. Para Beatriz Ruiz (1997) el aumento de la expectativa de vida en la etapa adulta, el mejoramiento de los métodos anticonceptivos, han llevado a un aumento en los años de duración del matrimonio y por ende a mayores posibilidades de divorcios y separaciones. Hoy según Ruiz (1997) lo normal no es la familia patriarcal, sino los llamados hogares ensamblados. Las ambigüedades y contradicciones de la postmodernidad se observan sin dubitaciones por eso se habla de la Aldea Global, de la mundialización o globalización y no dejan de resurgir cada vez y con mayor fuerza movimientos nacionalistas y racistas; el desarrollo económico no hace más que producir más marginación y desempleo y el avance tecnológico no puede evitar el resurgir de movimientos religiosos. La multiplicación del individuo ha conducido a la declinación de las solidaridades sociales, al retroceso de las pasiones ideológicas, y a la promoción del sujeto a través del éxito social y la apariencia. Es el modelo adolescente y el ideal de perfección corporal que impera en nuestras sociedades. Como sostuvo Beatriz Sarlo (1996: 26 )”...somos libres. Cada vez seremos más libres para diseñar nuestro cuerpo: hoy la cirugía, mañana la genética, vuelven o volverán reales todos nuestros sueños...”. Todas éstas normas empujan al individuo a ejercer un fuerte autocontrol sobre sí mismo, y a que la educación de cuáles son los modelos societales adecuados sea impartida por los medios de comunicación de masas y el mercado de consumo. Como sostuvo acertadamente, el antropólogo francés Marc Augé vivimos una época denominada como “sobremodernidad”, cuyas características esenciales son tres tipos de excesos el de tiempo, espacio y ego. El exceso de tiempo se refiere a la aceleración de la historia y la sobreabundancia de acontecimientos. El exceso de espacio se refiere a la planetarización y multiplicación de los “no lugares”. Por último el exceso de ego se desprende de la prevalencia observable del individualismo, narcisismo, e historias individuales por sobre lo colectivo, el aumento de las autorreferencias y de las patologías del consumo. Pretender hablar del “otro social” nos exige “posicionarnos” en el espacio social (Bourdieu: 1992). En primer lugar la llamada “familia urbana” son tres esculturas donadas por el maestro Antonio Seguí, quien nació en la Ciudad de Córdoba y perteneció a la vanguardia pictórica. Sin embargo, desde 1963 reside en Francia, no obstante ello su inspiración radica en su niñez lo que caracteriza su estilo como “infantilista”. Como expresara el propio autor con relación a la primera de las esculturas inaugurada el 17 de julio de 1999 “el hombre urbano”, de 12 metros de alto ubicada en el nudo vial Mitre, “...cuando proyecté esta obra imaginé un cordobés típico, con su cuota de humor e ironía......este hombre corre hacia el futuro dejando atrás el siglo con sus grandes descubrimientos, con la tecnología, con las computadoras, con los aviones, el ferrocarril, las industrias, los automóviles y entra corriendo al tercer milenio...” (La Voz del Interior, 18/07/99). El propio Secretario de Desarrollo Urbano de la Comuna de Córdoba, Sr. Santiago Gacitúa expresó “...el imponente personaje va marchando y su espíritu de progreso, que Seguí materializó, quedará implantado como un permanente homenaje a Córdoba...”. Según Miguel de Lorenzi (La Voz del Interior; 22/07/99) el emplazamiento del “Hombre Urbano” generó polémica en un país en donde las estatuas en plazas y lugares abiertos está todavía teñida de grandilocuencia broncínea, al estilo europeo, fue natural que “...nuestro hombrecito suene a descaro...” ( ver ilustración 1). La segunda escultura “la mujer urbana” fue inaugurada el 23 de septiembre de 1999. En ésta escultura observamos una figura femenina también metálica al igual que el hombre pero mas redondeada y con un corte triangular en la cabeza, en obvia referencia a una vivienda. Según su autor “...la mujer sale por la puerta estrecha a la calle, como símbolo de la libertad que deja atrás al sometimiento de siglos...”(18/07/99) (ver ilustración 2). Finalmente para completar la familia urbana, el 8 de diciembre de 1999, se inauguraron los niños urbanos, en el parque del aeropuerto, y al igual que las esculturas precedentes tienen grandes dimensiones, son metálicas y coloridas y rompen con el estilo tradicional de esculturas en Córdoba. Para algunos críticos como Monteiro “...es espectacular, representa una conexión de Córdoba con un mundo actualizado, con una nueva forma de hacer esculturas” (ver ilustración 3). CONCLUSIONES Es difícil pensar que Córdoba, ciudad mediterránea, sea una Ciudad global en el sentido expresado por García Canclini (1999) ya que no tenemos “... un fuerte papel de empresas transnacionales,.....ni un alto número de turismo internacional....” entre otros rasgos. Además, si leemos nuestros periódicos en donde abundan noticias acerca de la desocupación, la inseguridad, la marginalidad y la exclusión no podemos pensar en la pretendida calidad de vida del hombre urbano. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que nadie puede substraerse a la globalización. Hay evidentemente un cambio en nuestra Ciudad que tiene rasgos postmodernos pero estos se avizoran en la Córdoba de los shoppings, de las marcas internacionales, de los cyber bares que lleva cada día más a una flexibilización de los vínculos familiares y a su peligro de extinción. Esto puede llevar a que desde el poder político se haya decidido erigir estas esculturas en donde en un mundo individualista nosotros seamos quienes estemos en las esculturas. Aquí cabe recordar que el Estado no puede indicarle a los artistas lo que deben componer, pintar o filmar pero si tienen una responsabilidad con relación al destino público de las mismas, tal como recordaba García Canclini (1999). Hay evidentemente en estas esculturas un mensaje simbólico que presupone un “otro social “ en el sentido de Augé (1996). Nuestra familia urbana cordobesa no es la misma. La mujer y el hombre trabajan a la par para subsistir en un mundo globalizado, sin embargo, sólo son felices si sus hijos también lo son. Pero más allá de esto, si bien éstas esculturas están ubicadas en espacios públicos en lo que Marc Auge denomina “no lugares” por ser de tránsito y anonimato, han logrado transformarlos por medio del producto cultural en un “lugar” de producción de sentido social, más allá de la adhesión a la obra artística o no. Es decir, que frente al auge del pensamiento postmoderno, de la fragmentación y del sin sentido, las autoridades municipales reaccionaron tratando de usar positivamente el arte postmoderno para afianzar a la institución moderna de la familia y a la propia Ciudad. Bibliografía: Augé, Marc (1994) “Ritos modernos”. 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