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Transcript
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LIBRETO “El enano” #167
Historias de la ciencia
Locutor: Extrañada por la decisión tomada por la Unión Internacional de
Astronomía de degradar a Plutón de su estatus de planeta Eliza busca la asesoría
de Juancho, su amigo físico. Durante la discusión surgen algunos aspectos poco
conocidos del descubrimiento de Plutón y del carácter de los astrónomos
responsables del hallazgo.
CONTROL: EMPATA cortina amable1, USB, BAJA A FONDO,
ESFUMA
NARRADOR: Sentado en el escritorio de su oficina en la Universidad, Juancho
revisaba paciente y cuidadosamente los exámenes que sus estudiantes habían
presentado un par de días atrás, y por cuya nota averiguaban insistentemente.
Cada que se veía abocado a asumir esta tarea recordaba las palabras que en
similar situación escuchara de un veterano profesor: “A uno le pagan es por
calificar exámenes, las clases se pueden dictar gratis”. Después de hacer las
necesarias correcciones a cada punto y de asignar las notas parciales, anotaba la
nota total en el extremo superior derecho del tema, lo pasaba al cerro de los
temas calificados, tomaba otro de los que estaban pendientes por calificar y
reiniciaba el proceso. A medida que avanzaba la tarea era cada vez más fácil
identificar las respuestas correctas, lo mismo que los errores, que, con pocas
excepciones, se repetían de un tema a otro. Luego de casi dos horas de estar en la
tarea se sentía cansado y miraba con desconsuelo el cerro de exámenes
pendientes por calficar. Entonces sintió que alguien golpeaba a la puerta, que
había cerrado para poder trabajar sin interrupciones, después de comprometerse
con sus alumnos a entregarles las notas en la mañana del día siguiente. Supuso
que se trataba de algún estudiante desinformado y dispuesto a despacharlo de
inmediato se dirigió hacia la puerta y la abrió con brusquedad, pero se encontró
con una sorpresa.
ELIZA: ¡Quihubo Juancho! Necesito hacerte una consulta. ¿O estás muy
ocupado?
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JUANCHO: ¡Eliza! Tú siempre tan oportuna. En realidad sí estoy muy ocupado,
pero estaba a punto de hacer un receso, porque también estoy muy cansado. De
hecho iba a tomarme un tinto.
ELIZA: ¡Rico! ¡Vamos! Pero me tenés que invitar porque a duras penas estoy
con el tiquete del Metro. Fue que tuve que sacar unas fotocopias.
JUANCHO: Tranquila, vamos, nos tomamos un tinto ligerito y yo vuelvo a
acabar de corregir exámenes que quedé de entregar notas mañana a primera hora.
ELIZA: Tratalos con cariño, no vas ser tirano.
JUANCHO: Creeme que les enseño con mucho cariño, y les califico con
objetividad, pero inevitablemente no falta el que considere que soy un tirano, ni
el que considere que soy una madre. ¿Y qué me querías preguntar?
ELIZA: ¿Cuáles son los requisitos para que un planeta sea un planeta?
JUANCHO: Eso depende de la época histórica. ¿Por qué preguntás?
ELIZA: Porque me acabo de enterar que hace unos días Plutón dejó de ser
planeta y se convirtió en planeta enano, que es casi lo mismo que no ser nada.
¿No supiste?
JUANCHO: Sí, me enteré que en la última reunión de la Unión Internacional de
Astronomía se tomó la decisión de degradar a Plutón, cuando lo que se estaba
esperando era que aumentara el número de planetas al incluir otro que
recientemente fue descubierto más allá de la órbita de Plutón.
ELIZA: ¿Pero cómo se les ocurrió hacer una cosa de esas? ¿Te imaginás el
despelote que se va a armar? Habrá que reformar todos los libros de texto. ¿Qué
va a pasar con la astrología? ¿Quién va a confiar en un horóscopo en el que le
digan que su astro dominante es Plutón, o su principal ascendiente, sabiendo que
ya ni siquiera es un planeta de verdad?
JUANCHO: ¿Y para eso viniste a interrumpirme? Mejor le hubieras consultado
a tu bruja de cabecera.
ELIZA: ¡Ja, ja, ja! Es por charlar. Vos sabés que yo no creo en esas cosas.
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JUANCHO: ¿Perdón? ¿Y qué fue todo ese cuento en estos días de que te habían
leído las cartas?
ELIZA: Yo sí me hago la carta de vez en cuando pero es por diversión. Claro
que a veces hay unas coincidencias increíbles. Pero de verdad me interesa lo de
Plutón. ¿Cómo es posible que se haya tomado una decisión que va a modificar de
una manera tan radical la imagen que tenemos desde hace siglos de nuestro
sistema solar?
JUANCHO: Me da mucha pena decirte que Plutón no duró ni siquiera un siglo
como planeta porque fue descubierto en 1930.
ELIZA: Bueno, pero eso no quiere decir que no siempre había estado ahí.
JUANCHO: En realidad desde el principio se trató de un elemento muy
polémico desde el punto de vista astronómico.
ELIZA: ¿Sí? ¿Y por qué?
JUANCHO: Como vos sabés, porque hace muy poco estábamos hablando de
esa historia, una de las verificaciones más espectaculares de la teoría de la
gravitación universal, y de la precisión de sus predicciones, fue el descubrimiento
de Neptuno, mediante cálculos elaborados a partir de las perturbaciones de
Urano.
ELIZA: Sí, recuerdo que el francés Leverrier hizo la predicción y Galle, un
alemán, hizo la observación.
JUANCHO: Bueno, pues un descubrimiento tan espectacular, no sólo por su
valor intrínseco, sino por toda la fama y la gloria que recibieron sus
descubridores, se vuelve como una especie de mina de oro que muchos quisieran
explotar, de modo que no faltó quien pretendiera repetir la hazaña prediciendo la
existencia de otro planeta a partir del estudio de las perturbaciones de Neptuno.
ELIZA: ¿Y no fue así como descubrieron a Plutón?
JUANCHO: Eso fue lo que yo creí durante mucho tiempo porque en más de
una parte escuché o leí que así había sido, pero parece que no.
ELIZA: Esa historia está muy interesante. Contame más.
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JUANCHO: En realidad el descubrimiento de Plutón se debe en gran parte al
interés de un astrónomo aficionado del siglo diecinueve que, además, era
millonario. Se llamaba Percival Lowell.
ELIZA: Pero no fue él quien hizo el descubrimiento.
JUANCHO: No, no fue él, pero hizo otro todavía más impresionante: descubrió
vida inteligente en Marte.
ELIZA: ¡Pero si en Marte no hay vida! Al menos hasta donde se sabe por las
misiones recientes, que han fotografiado muy detalladamente la superficie del
planeta. Incluso hay un robot que ha tomado muestras y ha hecho experimentos,
y nada de vida.
JUANCHO: Es posible que ahora hasta el mismo Lowell se haya enterado de
esta triste verdad, pero lo cierto es que él vio canales y lo que suponía que serían
autopistas sobre Marte, y no dudó en concluir que eran obra de una inteligencia
extraterrestre.
ELIZA: O sea que Lowell es el padre de los marcianos, algo así como el abuelito
de E.T.
JUANCHO: Más o menos. Después de que Lowell hizo su anuncio muchos
otros empezaron a ver lo que se suponía que debían ver, y hasta hacían mapas
bastante parecidos.
ELIZA: Como sucedió con los ovnis.
JUANCHO: Y con las brujas y con los duendes. A veces los videntes que sí
quieren ver se engañan tanto como los ciegos que no quieren ver. Carl Sagan
decía que no había duda de que los canales de Marte eran obra de una
inteligencia, pero lo que no sabía Lowell era de qué lado del telescopio estaba.
ELIZA: Bueno, pero ¿qué pasó con Plutón?
JUANCHO: Definitivamente Lowell quería dejar su nombre grabado en la
historia de la astronomía, y mandó a construir uno de los observatorios mejor
dotados de la época, en Flagstaff, Arizona, para que se dedicara a la búsqueda de
Plutón.
ELIZA: Hasta que lo encontraron.
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JUANCHO: Pero no en vida de Lowell, sino mucho después de su muerte.
CONTROL: EMPATA cortina amable, USB, BAJA A FONDO, ESFUMA
NARRADOR: Percival Lowell Nació en Boston, Massachussets, en 1855, y
murió en Flagstaff, Arizona, en 1916. Hijo de una acaudalada familia, dedicó gran
parte de su fortuna al estudio de la astronomía y en particular al planeta Marte. A
partir del estudio de las perturbaciones del planeta Neptuno predijo la existencia
de un nuevo planeta e inició el proceso de búsqueda que culminaría en 1930 con
el descubrimiento de Plutón por parte del joven astrónomo norteamericano
Clyde Tombaugh.
ELIZA: ¿Y por qué se demoraron tanto tiempo en encontrar a Plutón?
JUANCHO: Porque, muy probablemente, no existe el planeta que predijo
Lowell.
ELIZA: ¡Cómo! ¿Y entonces? ¿Fue por eso que desplanetizaron a Plutón?
JUANCHO: No, directamente. A diferencia de Neptuno, cuya existencia y
trayectoria fue predicha y calculada con cierto grado de precisión, hasta el punto
en que Galle lo pudo encontrar buscando donde Leverrier había predicho, a
Plutón nunca lo encontraron donde Lowell había calculado.
ELIZA: Entonces ¿cómo lo encontraron?
JUANCHO: Dicen que el que busca encuentra, y fue tanto lo que Tombaugh
buscó y buscó que cuando finalmente encontró algo no dudó en anunciar que
había encontrado lo que buscaba.
ELIZA: Estoy desconcertada. ¿Me estás diciendo que el descubrimiento de
Plutón es más producto de una casualidad que de una predicción matemática y
precisa de la astronomía y de la física?
JUANCHO: Algo así. Mi abuela solía decir que la constancia vence lo que la
dicha no alcanza.
ELIZA: ¿Y eso qué quiere decir?
JUANCHO: Que al que persiste Dios le ayuda.
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ELIZA: ¿Estás seguro que es así?
JUANCHO: A Lowell le funcionó, y durante setenta y seis años su nombre ha
estado girando alrededor del Sol asociado al noveno planeta. No tiene nada de
casual que las dos primeras letras de Plutón correspondan a las iniciales del
mecenas a quien tan generosamente se debe su descubrimiento: PL.
ELIZA: ¡Ah! Como a todos los planetas les ponen el nombre de algún dios
greco-romano, me imaginé que ese era el que seguía en la lista: el dios de los
infiernos.
JUANCHO: Curioso nombre para un planeta que está tan lejos del sol que a
duras penas lo alumbra y poco o nada lo calienta. Se dice que desde Plutón el sol
se vería a duras penas con el brillo de una luna creciente. Para acabar de
completar el panorama está acompañado por una luna casi tan grande como él,
Caronte, el barquero que llevaba las almas al infierno.
ELIZA: ¿Viste que en estos días una gringa pagó una fortuna por un viaje al
espacio exterior? ¿Cuánto no pagarán por que un planeta lleve su nombre?
JUANCHO: ¡Sí se necesita mucha plata para poder llegar al cielo! Pero no es
nada nuevo: Galileo bautizó a los satélites de Júpiter Astros Medíceos en honor
de sus patronos, los señores de Florencia.
ELIZA: ¡Ve! Y nada que nos traen el tinto. ¿Será que tenemos que ir hasta la
cafetería?
JUANCHO: Venga pues, que tengo que volver pronto a terminar de calificar
exámenes.
CONTROL: EMPATA cortina amable1, USB, BAJA A FONDO,
ESFUMA
CONTROL: EMPATA A FONDO efecto ambiente, sostiene
NARRADOR: Juancho y Eliza bajaron a la cafetería de la plazoleta central,
pidieron tinto y se sentaron en una de las jardineras, pues las pocas mesas que
había en el corredor permanecían ocupadas permanentemente.
ELIZA: Bueno, y finalmente ¿por qué fue que degradaron a Plutón de su
categoría de planeta y lo convirtieron en enano?
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JUANCHO: Hace días leí un artículo muy interesante al respecto en la revista de
septiembre del museo Smithsoniano de Washington. Resulta que la decisión que
tomó la unión Internacional de Astronomía ha desatado una fuerte polémica,
hasta el punto en que varios científicos y astrónomos de gran renombre han
decidido desconocer la determinación y seguir considerando a plutón un planeta
con todas las de la ley.
ELIZA: ¿Pero cómo puede haber una diferencia de criterios tan grande dentro
de una organización científica?
JUANCHO: Como dice Tomás: la ciencia es humana, demasiado humana. Lo
que resulta un poco curioso es la denominación de planeta enano, en lugar de la
ya existente de planetoide.
ELIZA: ¡Ve! ¿Aquel que va por allá no es Tomás?
JUANCHO: ¡Ah, sí! Ya nos vio. Ahí viene.
TOMÁS: ¡Hola muchachos! Qué bueno verlos.
ELIZA: ¡Quihubo Tomás! ¿Qué hacés por acá?
TOMÁS: Vine a escuchar un concierto de piano en el auditorio del Museo. Pero
todavía es temprano. Voy por un tinto y me siento un rato con ustedes, si es que
no los incomodo.
JUANCHO: ¡Hombre! Vaya por el tinto.
CONTROL: SUBE CORTINA
NARRADOR: Tomás se acercó a la barra de la cafetería, pidió un tinto y volvió
a donde estaban sentados sus amigos.
ELIZA: Tomás, ¿vos te enteraste que a Plutón lo degradaron a planeta enano?
TOMÁS: ¡Ah, si! Desde el principio había sido muy polémico su estatus de
planeta, porque algunos consideraban que era demasiado pequeño, además su
órbita es muy excéntrica, hasta el punto que en ocasiones está más cerca del Sol
que Neptuno, en contraste con las demás planetas que es casi circular.
JUANCHO: Excepto Mercurio.
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TOMÁS: Tenés razón.
ELIZA: Yo le estaba preguntando a Juancho qué razones tuvieron los
astrónomos para tomar una decisión tan drástica.
TOMÁS: Entiendo que se definieron tres criterios fundamentales que debe
cumplir un aspirante a planeta y Plutón no los cumple. En primer lugar debe
estar en órbita alrededor del sol. En segundo lugar debe ser redondo.
JUANCHO: Más que ser redondo lo que importa es que sea lo suficientemente
masivo para poder alcanzar el equilibrio hidrostático, es decir, que la presión
gravitacional hacia el centro esté balanceada por la presión termodinámica hacia
fuera. La redondez o cuasi redondez es una consecuencia inmediata. La misma
Tierra no es perfectamente redonda.
TOMÁS: Muy bien. Y la tercera, que fue la responsable de la exclusión de
Plutón del santoral planetario, es que haya limpiado su órbita, pero como
periódicamente se cruza con la órbita de Neptuno, se considera que no cumple
con el requisito.
ELIZA: ¿Y por qué más bien no excluyen a Neptuno?
TOMÁS: Supongo que por su gran tamaño, y porque lo descubrieron antes que
a Plutón.
JUANCHO: Precisamente, hablando del tamaño hay algo importante qué
anotar. Yo le comentaba a Eliza que Plutón fue descubierto más por la insistencia
y la dedicación de Tombaugh que por la precisión de los cálculos de Lowell,
entre otras cosas porque su pequeña masa difícilmente puede ser responsable de
las perturbaciones de Neptuno, que es uno de los gigantes del sistema solar.
TOMÁS: En alguna parte leí que posiblemente Plutón había sido satélite de
Saturno y que se desprendió luego de una colisión con Titán, el satélite más
grande del sistema solar, tanto que es el único, hasta donde se sabe, que tiene
atmósfera.
JUANCHO: Eso me parece muy especulativo, e imposible de comprobar en la
práctica.
ELIZA: No como los canales de Marte que descubrió Lowell.
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TOMÁS: Pero Lowell no fue el que pretendió haber descubierto los canales de
Marte, fue un astrónomo italiano que se llamaba Giovanni Schiaparelli. Lo que
pasó fue que Lowell quedó encantado con la historia y se volvió el gran
promotor de los marcianos. Hasta oasis dijo haber visto al lado de los canales.
ELIZA: ¿Y cómo fue que tanta gente se pudo engañar de esta manera?
JUANCHO: Por la falta de resolución de los telescopios se producen imágenes
borrosas que se prestan fácilmente a seguir las sugerencias de la imaginación.
Pero muchos dudaban de la existencia de los supuestos canales y de sus
misteriosos constructores.
TOMÁS: En realidad la controversia no se resolvió hasta que las misiones de las
sondas Mariner tomaron fotos suficientemente detalladas de la superficie
marciana a mediados de los años sesenta. Pero por esa época ya la imaginación
popular, hábilmente exacerbada por Hollywood, veía platillos y hombrecitos
verdes por todas partes.
ELIZA: Tengo entendido que hubo otro planeta cuya existencia se predijo pero
que nunca lo pudieron encontrar.
TOMÁS: Sí, y hasta le pusieron nombre antes de encontrarlo, se iba a llamar
Vulcano, el herrero que le hacía los rayos a Júpiter. Supuestamente se debía
encontrar entre Mercurio y el Sol, y sería responsable de ciertas anomalías en la
órbita de Mercurio.
ELIZA: ¿Y qué pasó con ese?
JUANCHO: Que Einstein demostró que no era necesario para predecir
correctamente la trayectoria de Mercurio y dejaron de buscarlo.
ELIZA: Pero recientemente han descubierto planetas en otras estrellas diferentes
al Sol.
JUANCHO: ¡Que pena! Pero según la Unión Internacional de Astronomía no
pueden ser planetas si no giran alrededor del Sol.
TOMÁS: En ese punto estoy de acuerdo con un eminente astrónomo que
considera que la discusión sobre la “planetidad” de los planetas -si me permiten
la palabra- es completamente retórica y nada científica, y que no importa cómo
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los llamen ellos seguirán siendo lo que son. Personalmente opino que esa manía
clasificatoria es un rezago del aristotelismo.
JUANCHO: Estoy de acuerdo. Bueno, los dejo, me voy a corregir exámenes.
TOMÁS: Y yo me voy para el concierto.
ELIZA: Pues yo me iré para el cielo, a ver estrellas y a buscar planetas nuevos.
Ciao.
Narración: Milton Erre
Musicalización: Mego
Control de audio: Dagoberto Paternina
Actuación: Diana Betancur, Juan Andrés Alvarez y Guillermo Pineda
Producción Radial: Juan Andrés Alvarez
Libreto y dirección: Guillermo Pineda, profesor del Instituto de Física de la
Universidad de Antioquia.
Nos gustaría conocer sus comentarios. Escríbanos al correo electrónico:
[email protected]
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