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REVISTA INVESTIGACION Y CRITICA Nro. 4
Revista del Centro de Investigaciones Sociales
SOBREPRODUCCIÓN MUNDIAL DE COBRE Y RENTA MINERA :
Consideraciones teóricas a partir del enfoque neoclásico de rentas ricardianas *
David Debrott Sánchez **
Presentación
El presente artículo constituye un nuevo resultado parcial de la investigación sobre Teoría de la Renta, Renta Minera y la
Industria del Cobre que se desarrolla en el Programa de Economía del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad
ARCIS.
En la primera parte, se intenta contextualizar el problema central de la investigación que hemos venido desarrollando,
vinculándolo con la tesis de sobreproducción mundial de cobre formulada por Caputo (1996). En esa perspectiva, se entregan
algunos antecedentes previos a la formulación explícita de la tesis de sobreproducción, que nos han parecido relevantes para la
comprensión del fenómeno señalado. De esta forma, se establece como eje de nuestra reflexión teórica, el problema de la renta
minera en la industria del cobre.
En la segunda parte, se hace una revisión y se comentan algunos aspectos relevantes al tema de los sectores de recursos naturales
y en particular al sector minero, en la teoría económica neoclásica. En particular se revisa el concepto de renta ricardiana y cómo
éste ha sido incorporado en el análisis neoclásico para el tratamiento de los sectores de recursos naturales, en el caso de Chile y de
la industria del cobre. Se deja planteado que este fenómeno podría tener una relación de causalidad directa con el problema de
sobreproducción planteado por Caputo (1996).
* El presente artículo ha sido elaborado en base a la ponencia “RENTAS DE RECURSOS NATURALES Y ACUMULACIÓN CAPITALISTA : Algunas
consideraciones teóricas sobre la renta minera en la industria del cobre”, presentada en el Seminario Internacional sobre “El Pensamiento Económico Crítico ante
los Cambios del Sistema Mundial”, organizado por la Red de Estudios de la Economía Mundial – REDEM, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla –
BUAP, Ciudad de Puebla, México, 5 al 7 de Julio del 2000.
En este trabajo se recogen los dos primeros capítulos de dicha ponencia, quedando para una próxima publicación los que se refieren al tratamiento teórico de las
rentas en el pensamiento crítico y algunas hipótesis explicativas sobre el fenómeno de sobreproducción que ha caracterizado a la industria del cobre en la década
de los ’90. En su conjunto hacen parte de la Memoria de Titulación del autor como Ingeniero Comercial (U.ARCIS).
** Licenciado en Ciencias Económicas, Universidad ARCIS. Se desempeña como Investigador Junior en el Programa de Economía del Centro de Investigaciones
Sociales de la Universidad ARCIS (CIS/U.ARCIS). Actualmente es profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Bolivariana de Chile.
Correo electrónico : [email protected]
Se entregan algunos antecedentes generales sobre la relación entre teoría económica y naturaleza y se hace una revisión del
modelo de análisis neoclásico en economía cerrada y en economía abierta. Se analizan los límites que presentaría este tipo de
enfoque al intentar explicar algunos fenómenos relativos a la determinación de los precios en el mercado internacional.
Finalmente y a modo de conclusión preliminar, se mencionan algunas líneas de reflexión que permitirían avanzar en la
formulación de un marco teórico que de cuenta de la forma en que se expresa la globalización de la economía mundial en dichos
sectores.
1.- De la tesis de “sobreproducción mundial de cobre” al problema de la Renta Minera
A fines de 1996, el Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad ARCIS (CIS/U.ARCIS) y el Centro de Estudios sobre
Transnacionalización, Economía y Sociedad (CETES) dieron a conocer en Chile los resultados parciales de una investigación
acerca de la industria del cobre que realizaban conjuntamente. El título del Borrador para la Discusión, que fue ampliamente
distribuido, era “La Sobreproducción Mundial de Cobre creada por Chile : su impacto en la economía nacional” [Caputo, 1996].
La tesis central del trabajo planteaba que, durante la primera mitad de la década de los ’90, se comienza a manifestar un fuerte
crecimiento de la producción del metal en relación a su tendencia histórica y en relación al crecimiento real y potencial de la
demanda. Tal fenómeno -constatado con suficiente información empírica- estaba generando, ya en ese momento, una situación de
sobreproducción mundial del metal que se traducía en una importante disminución del precio internacional que se profundizaría
en el mediano plazo. La principal responsabilidad en la creación de esta situación de sobreproducción se encontraba en las
empresas transnacionales que habían comenzado a operar productivamente en Chile desde principios de la década de los ’90.
Estos antecedentes son los que llevaron a algunos analistas internacionales a caracterizar como una verdadera “fiebre” del cobre a
la situación que registraba en ese momento la industria..
Este fue, sin lugar a dudas, el punto de partida de una de las polémicas públicas más relevantes que desde comienzos de 1997
hasta el día de hoy, se desarrollan en lo que Moulian (1997) ha llamado el Chile Actual. 1 No obstante, resulta interesante
mencionar brevemente algunos antecedentes previos que permiten contextualizar el surgimiento de la tesis de sobreproducción y
que apoyan, desde una perspectiva empírica, el planteamiento del problema que presentamos en este artículo.
Primer antecedente: la evidencia empírica y los supuestos
A comienzos del año 1994 se realiza en Chile uno de los Congresos de la Federación de Trabajadores del Cobre, FTC, 2 de mayor
trascendencia en la etapa posdictatorial. El documento que servía de base para la discusión de los delegados sindicales, elaborado
por el equipo de asesores económicos de la Federación, se titulaba “Propuesta Nacional de los Trabajadores para el Futuro del
Cobre Chileno” [FTC, 1994]. Dicho documento fue distribuido a especialistas en el tema con el objeto de recibir comentarios que
enriquecieran la discusión. Entre los académicos que recibieron el documento se encontraba el profesor Orlando Caputo L., quien
se había desempeñado como Gerente General y miembro del Comité Ejecutivo de la Corporación del Cobre de Chile
-CODELCO- y Gerente General de la Compañía Minera Andina durante el gobierno del presidente Salvador Allende. 3
Los comentarios al señalado documento constituyen el primer antecedente de la polémica que vendría recién a desatarse tres años
después. En efecto, el documento “Comentarios a la Propuesta Nacional de los Trabajadores para el Futuro del Cobre Chileno”
[Caputo, 1994] 4, planteaba discrepancias con la propuesta original en seis aspectos de los cuales interesa a estos efectos
mencionar y comentar sólo tres:
a. Se hacía una fuerte crítica a la afirmación contenida en el documento de los trabajadores, de que CODELCO se enfrenta
a un “mercado internacional del cobre globalmente competitivo” 5, aludiendo a una estructura de mercado perfectamente
competitiva.
b. Consecuentemente con lo anterior, se criticaba la afirmación -también formulada por los trabajadores- de que “Chile y
los principales productores del mundo son receptores y no fijadores de precios” 6, es decir, que operan en la industria
como agentes tomadores de precio.
c. Se planteaba que la política minera desarrollada durante la primera mitad de los ’90 por el gobierno del presidente
Aylwin, entendida como una prolongación de la política minera impulsada en la década de los ’80 por la Dictadura
Militar, tiende justamente a dar mejores condiciones internas a los competidores de CODELCO en el mercado mundial.
Estos, por una serie de factores económicos y financieros, poseen ventajas competitivas sobre la empresa estatal.
1 Tal como señala Moulian (1997) en su obra Chile Actual, anatomía de un mito, este país se transformó durante la década de los ’90 en un verdadero paradigma
del modelo neoliberal. Sin embargo, detrás del éxito aparente se esconde una sociedad en la que se experimentaron profundos retrocesos histórico-sociales, uno de
los cuales se relaciona con su principal riqueza natural.
2 La Federación de Trabajadores del Cobre agrupa a los sindicatos de trabajadores, obreros y profesionales, de las distintas divisiones de CODELCO. Al
momento de la “nacionalización” se agruparon en esta empresa los yacimientos de la denominada Gran Minería del Cobre.
3 A esa fecha el profesor Caputo se desempeñaba como Director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad ARCIS.
4 En la elaboración de dicho documento tuve la oportunidad de colaborar siendo aún estudiante de Licenciatura en Ciencias Económicas.
5 Las cursivas son nuestras.
6 Las cursivas son nuestras.
Los dos primeros aspectos (a. y b.) apuntaban a cuestionar uno de los supuestos más “novedosos” que, respecto de la industria del
cobre, se comenzaba a introducir en el análisis por parte de los propios trabajadores y el sindicalismo, esto es, que la industria
mundial del cobre posee una estructura de mercado competitiva y que, en consecuencia, los agentes económicos que en ella
operan -incluida la estatal CODELCO- son tomadores de precio. Ambos conceptos entendidos en el sentido que indican los
manuales más elementales de la microeconomía neoclásica.
Un planteamiento de estas características aparece como novedoso en un sentido literal, ya que en la literatura económica referida
al tema hasta fines de la década de los ‘80, no se registra un supuesto teórico tan fuerte y restrictivo en el tratamiento de la
industria del cobre. Normalmente se aceptaba que, en algún grado, su estructura de mercado se ajustaba al caso de un oligopolio o
bien a aquellas en que coexiste un sector competitivo y un sector oligopólico, al interior de la misma industria. 7
El supuesto de una industria mundial del cobre perfecta o puramente competitiva induce, a lo menos, a dos errores de igual
naturaleza pero con distintos efectos prácticos. Por una parte, introduce en el sentido común la idea de que ante una caída
significativa del precio internacional del metal o ante una situación más permanente de precios bajos, simplemente no se puede
hacer nada al interior del mercado, ni para detener su disminución ni para mejorar su posición en una perspectiva de mediano y
largo plazo.
Por otra parte, conduce a una política absolutamente contemplativa de parte de las autoridades económicas gubernamentales 8 y
de parte de CODELCO, la principal empresa estatal que opera en el sector. Ninguno de estos actores a sido capaz de reaccionar y
desarrollar una política coherente frente a las cuantiosas inversiones iniciales, a las ampliaciones anticipadas de capacidad
productiva y a los nuevos aumentos de inversión y producción que realizan las empresas transnacionales. En definitiva, quienes
deben velar por el desarrollo del sector minero, por la estabilidad de ingresos fiscales y en general por el desarrollo económico del
país, han asumido que no se debe hacer nada en la esfera de la producción para prevenir que esta situación afecte el precio
internacional del metal.9
El tercer aspecto (c.) apuntaba de manera explícita a criticar la política minera que Chile venía desarrollando desde la segunda
mitad de los ‘80 y que resulta una consecuencia lógica del supuesto que hemos comentado. En efecto, tanto el erróneo supuesto
de que el mercado mundial del cobre posee una estructura competitiva con agentes tomadores de precio, como la política minera
que de este se desprende, conducen a la creación de “poderosos competidores [internos, en Chile] de CODELCO en el mercado
mundial” [Caputo, 1994].10 Es justamente en este contexto en que se plantea por primera vez, con claridad y asombrosa
anticipación, que:
“En los noventa, existe una sobreproducción y una sobrecapacidad mundial de cobre y se asiste a un período de
precios deprimidos, nominalmente pudiera darse una recuperación. Pero en términos de dólares constantes o
medidos en oro, los precios son muy bajos. Chile, en el gobierno anterior y en la actualidad, con su política minera
a ayudado a crear una sobreoferta de cobre. Y, como no se es tomador de precios, los precios han caído en forma
significativa” [Caputo, 1994: 5]. 11
Si se revisan las series de precios del metal, reales y nominales, en su cotización en la Bolsa de Metales de Londres relevante a
este efecto, resulta sorprendente la capacidad predictiva de los argumentos teóricos señalados y la profundidad que ha alcanzado
el problema durante la segunda mitad de la década de los ‘90 y aún en el año 2000.
Segundo antecedente: se inicia la caída del precio en 1995
7 Antecedentes sobre poder oligopólico en el mercado mundial del cobre ver en Barros y Vignolo (1975) “Poder Oligopólico en el Mercado Mundial de Cobre
Refinado”; y Rocher (1986) “Poder Monopólico del Cobre Chileno”. Sobre este mismo aspecto en condiciones de coexistencia de un sector competitivo y un
sector oligopólico ver en Del Sol (1987) “La Política Óptima de un Productor Dominante de un Recurso No Renovable”; y Del Sol, García y Tarres (1989)
“Política Óptima de Precios de un Productor Dominante de Cobre”. Cabe hacer una advertencia no trivial dado el estado de la discusión sobre el tema; cuando
hablamos de poder oligopólico nos referimos de modo general a un conjunto de estructuras específicas de mercado, de las cuales el cártel no es mas que una de
las soluciones posibles.
8 Nos referimos al Ministerio de Minería, la Comisión Chilena del Cobre - COCHILCO, el Ministerio de Economía, el Ministerio de Hacienda y el Banco
Central, entre otros.
9 A nuestro entender, el primer error surge por la falsa dicotomía presente en la teoría neoclásica entre competencia y monopolio como conceptos antagónicos,
mutuamente excluyentes. Se afirma que al no existir poder monopólico -u oligopólico en este caso- por parte de Chile en la industria del cobre, nada se puede
hacer para frenar una disminución del precio del metal en el corto plazo o para mejorar su posición en el mediano y largo plazo. Lo cierto es que en un mercado
real y no teórico tan complejo como este, existen simultáneamente rasgos competitivos y monopólicos, hecho que da lugar a una estructura de mercado
oligopólica, en el sentido en que la definiera Fellner (1953) en su obra Oligopolio, Teoría de las Estructuras de Mercado.
El segundo error surge, también a nuestro entender, por la incapacidad explicativa que en términos mas generales y abstractos posee la teoría neoclásica, en lo que
refiere a la formación del valor y del precio de mercado, particularmente de valores y precios en el contexto del mercado mundial. Se plantea entonces que, ante
el fuerte crecimiento de la inversión y la oferta potencial de cobre nada se debe hacer, ya que bajo el supuesto de un mercado competitivo, esta “sobrecapacidad
mundial de cobre” [Caputo, 1994] no sería tal, por cuanto obedecería a un comportamiento aislado de firmas atomísticas y, en consecuencia, no provocaría ningún
efecto en el precio de equilibrio de largo plazo del metal.
En este sentido, la abundante evidencia empírica observada desde 1994 hasta el 2000 en el mercado mundial del cobre, demuestra que por muy débil que sea el
poder oligopólico que posean las Empresas Transnacionales que operan en la industria del cobre desde Chile, su influencia en la formación del valor y del precio
en el mercado mundial es indiscutible y se ha expresado en una disminución brusca y considerable de su cotización.
10 En la cita, los términos entre corchetes son nuestros.
11 Las negritas son nuestras.
Alrededor de un año después que se presentaron estos comentarios al Congreso de la FTC, surge el segundo antecedente que
interesa destacar. El breve documento se titula “La Influencia de la Producción de Cobre de Chile en la Determinación del Precio
Internacional del Cobre” [Caputo, 1995]. 12
El trabajo da cuenta de una recuperación importante en términos de la cotización nominal del metal, la que alcanzaba el 13 de
julio de 1995 a 147 centavos de dólar por libra de cobre fino. Cabe advertir, que el año 1995 registró la cotización nominal
promedio más alta de la década de los ’90, alcanzando los 133 centavos de dólar por libra. A partir de allí, se comenzaba a
experimentar un continuo descenso de la cotización del metal, 13 con recuperaciones parciales y transitorias, que aún no logra
siquiera alcanzar la barrera de los 90 centavos de dólar como precio promedio mensual. 14 Es en este escenario, de caída brusca
del precio internacional en un contexto general de precios nominales altos en relación a lo que han sido durante los ‘90, que se
advierte nuevamente acerca del problema de la sobreproducción. El documento se interroga buscando una explicación ante un
fenómeno que en Chile parecía ser sólo coyuntural o transitorio según las autoridades del sector minero.
“¿Cuál es la causa de fondo de la baja del precio?...
La política chilena en relación al cobre y particularmente el gran crecimiento de las inversiones extranjeras, han
provocado un crecimiento de la producción y de las exportaciones chilenas que han creado una sobreproducción,
que es la explicación básica de la caída del precio del cobre y de su comportamiento futuro” [Caputo, 1995]. 15
Esta nueva advertencia respecto de los errores de la política minera nacional y sus resultados concretos, como son la
sobreproducción y el deterioro del precio internacional del metal, fue ignorada por las autoridades económicas gubernamentales y
los técnicos del sector, como así también por la dirigencia sindical de la FTC que por ese entonces participaba activamente en la
llamada Alianza Estratégica entre trabajadores y empresa. 16 Por el contrario, la tesis de sobreproducción había comenzado a
encontrar fuertes coincidencias a nivel de especialistas y empresas consultoras internacionales, los que advertían con
preocupación acerca de las consecuencias de este fenómeno, tal cual lo evidencian artículos de prensa de la época.
Durante el período que va desde mayo de 1994 fecha en que se realizó el Congreso de la FTC, hasta febrero de 1997 fecha en que
terminó de distribuirse el documento que abrió la polémica acerca de la sobreproducción mundial de cobre, ninguno de los
actores involucrados asumió la responsabilidad política de debatir sobre un tema tan relevante para la economía chilena y que
tuviera tan profundo arraigo en la sociedad chilena como es el tema de la minería del cobre, la principal riqueza nacional hasta el
día de hoy.
En este sentido, solamente basta recordar que durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva, se llevó a cabo la
“chilenización” de la minería del cobre y, posteriormente, durante el gobierno del presidente Salvador Allende se logró un amplio
acuerdo nacional que permitió la “nacionalización” de la Gran Minería del Cobre. Tal era el consenso político y social acerca de
la importancia económica y estratégica de este recurso natural que, una vez instalada la Dictadura Militar, los sectores
neoliberales que tenían el control casi absoluto del manejo económico del país, no fueron capaces de modificar el estatuto
constitucional que resguardaba el dominio del Estado sobre los recursos mineros, en particular sobre el cobre. Visto en una
perspectiva histórica, resulta irónico que hayan sido los propios militares golpistas los que terminaron defendiendo la
modificación constitucional introducida por el gobierno de la Unidad Popular y que hizo posible el proceso de nacionalización de
esta riqueza nacional.17
Recién en Noviembre de 1996 aparece públicamente el documento que hemos mencionado, en el cual se formula de manera
explícita la tesis de sobreproducción en la industria del cobre. Las primeras reacciones no se dejaron esperar y en el verano de
1997 la Sociedad Nacional de Minería, SONAMI, a través de su revista Boletín Minero,18 desestimó el estudio de Caputo (1996),
negando la existencia de una situación de sobreoferta y señalando que, por el contrario, lo que se podía esperar en los próximos
años era una situación de exceso de demanda y precios altos. Los calificativos empleados para referirse al documento señalado y
al propio autor escapan, en cualquier caso, a una crítica académica científica y se ubican simplemente en el ámbito de
descalificación política e ideológica.
Posteriormente, durante el primer semestre de 1997 se levantó también una fuerte crítica de parte de Marcos Lima, en esa época
Presidente Ejecutivo de CODELCO. A través de la prensa o en actividades públicas, señaló de manera tajante la posición de la
12 La periodista Carolina Rossetti solicitó al profesor Caputo algunas notas de apoyo técnico sobre el tema de la industria del cobre, con motivo de una entrevista
televisiva que debía realizar al Ministro de Minería de la época, Benjamín Teplitzky. De esta forma surge el documento mencionado.
13 En marzo del 2000 el precio promedio mensual llegó a 62,521 centavos de dólar por libra, nivel más bajo desde que se inició el actual ciclo [COCHILCO,
2000].
14 El precio promedio mensual alcanzó en Septiembre del 2000 a los 88,922 centavos de dólar por libra cifra que sola había sido superada por los 93,089
centavos de dólar por libra registrados en Octubre de 1997 [COCHILCO, 2000 y http://www.cochilco.cl].
15 Las negritas son nuestras.
16 Con el nombre de Alianza Estratégica se ha designado a los distintos acuerdos alcanzados por los ejecutivos de empresas públicas y/o privadas con los
dirigentes sindicales para postergar las demandas de los trabajadores en beneficio de objetivos y metas corporativas que, teóricamente, buscan el beneficio del
conjunto de la empresa, de sus trabajadores y sus familias. En este marco es que se generalizan mecanismos como los reajustes salariales indexados a
productividad o el congelamiento salarial por períodos largos.
17 Para un extraordinario estudio acerca de la legislación minera en América Latina y el Caribe, ver Vildósola (1999). En Buchi (1993) se puede encontrar un
relato acerca de las polémicas entre los economistas neoliberales y sectores de las Fuerzas Armadas en relación al estatuto jurídico de la riqueza cuprífera.
18 Ver SONAMI (1997). El título de la entrevista a su Vicepresidente, Patricio Céspedes, es “SONAMI: Optimistas perspectivas en el mercado del cobre” de
Marzo, 1997. Anterior a la publicación de esta entrevista, en febrero del mismo año, el mencionado directivo de SONAMI realizó una conferencia de prensa para
“denunciar” el estudio de Caputo (1996).
Corporación. La situación de sobreoferta sólo era un fenómeno transitorio, que sería superado por el propio mercado en el corto
plazo y la causa de esta caída de precios no se encontraba en la política minera chilena, ni en la empresas que operaban desde
Chile. Esto, ya que el mercado mundial del cobre era un mercado competitivo donde las empresas, incluida CODELCO, eran
agentes tomadores de precios. Se reconocía al menos que la sobreoferta era un hecho, aunque se negaba la responsabilidad de
Chile.
Ambas críticas cerraron cualquier posibilidad de abrir un debate acerca de este tema en el ámbito académico y mas bien, sobre
todo en el caso de CODELCO y luego COCHILCO, se concentraron en reunir evidencia empírica que permitiera negar la validez
de la tesis de sobreproducción. En el caso de la SONAMI simplemente se desarrolló una estrategia de descalificación política
frente a cualquier propuesta que significara poner en debate el sector minero nacional.
De esta forma, la discusión sobre la situación de la industria del cobre ha quedado circunscrita, por una parte, a demostrar la
existencia de la sobreproducción y a probar que Chile ha sido su principal responsable y, por otra parte, a negar que la política
minera chilena y la actuación de las empresas que operan desde Chile hayan sido las responsables de esta situación. A nuestro
juicio, está aún pendiente un estudio de carácter teórico que permita entregar elementos explicativos acerca de las
transformaciones de la industria del cobre en los noventa y contribuir al diseño de políticas específicas a implementar en este
sector de la economía, siempre vinculado estrechamente al desarrollo nacional. 19
El problema de la Renta Minera y su relación con la “sobreproducción”
En la perspectiva de avanzar en el debate académico sobre las transformaciones de la industria del cobre en los noventa, la
situación actual y sus consecuencias económico-sociales, nos parece importante hacer un esfuerzo por desarrollar un marco de
referencia teórico y metodológico que trascienda los límites estrechos del enfoque neoclásico y permita dar cuenta de las
características específicas que posee la producción en sectores de recursos naturales, en particular en el sector minero.
En términos concretos, nos interesa conocer la relación que puede existir entre la tesis de sobreproducción mundial de cobre y el
fenómeno denominado renta de recursos naturales, específicamente su relación con la renta minera en el contexto actual de
globalización de la economía mundial.
A nuestro juicio, existe una conexión directa, profunda y compleja que vincula ambos fenómenos en su dimensión de
acontecimientos de la realidad y en su dimensión teórico-conceptual. En ambas dimensiones, no siempre abordadas de conjunto,
se abre espacio a un campo de investigación escasamente abordado en relación a la industria minera del cobre, en la que el
pensamiento económico crítico permite construir un marco explicativo que contrasta notablemente con las limitaciones de la
teoría económica neoclásica.
Nos interesa formular una explicación -consistente en lo teórico y en lo empírico- que permita identificar las causas de la
sobreproducción y de la profunda disminución del precio del metal, entendiéndolas no sólo como un fenómeno de mercado, de
corto y mediano plazo, sino vinculándolas con fenómenos de cambio estructural en las relaciones de producción y apropiación,
que desde nuestra perspectiva, han caracterizado a la industria durante la década de los ‘90.
Una perspectiva analítica de este tipo, que se funda en la tradición del pensamiento económico crítico, es particularmente
relevante hoy día por varias razones.
En primer lugar, por cuanto la constatación del fenómeno de sobreproducción -como causa fundamental de la caída del precio del
metal- ha comenzado a ser admitida en Chile por las autoridades económicas del sector y por los directivos de CODELCO. 20
En segundo lugar, porque a partir del estudio y análisis de un sector económico tan gravitante para economía chilena como la
minería del cobre, ha quedado en evidencia una vez más la incapacidad explicativa -incluso predictiva- de los modelos
neoclásicos y el enorme dogmatismo que predomina entre ciertas autoridades gubernamentales y la inmensa mayoría de los
académicos nacionales.
Y en tercer lugar, porque la globalización y los incesantes cambios que se han experimentado en el sistema económico mundial
no han hecho mas que profundizar cuantitativa y cualitativamente el dominio del capital sobre la naturaleza, redefiniendo a escala
mundial las relaciones de explotación y apropiación del producto-excedente generado en los sectores de recursos naturales, en
beneficio de la empresas transnacionales y en desmedro de los pueblos del llamado tercer mundo. Se rescata así un fenómeno
teórico y práctico fundamental de esta nueva etapa de globalización de la economía mundial.
Pero un esfuerzo de este tipo, a nuestro entender, supone inicialmente una revisión de las explicaciones que la propia teoría
neoclásica a dado a los problemas de la producción y distribución en sectores de recursos naturales. De allí que nos parezca
necesario para el debate actual, extraer algunas lecciones que se pueden derivar de los modelos neoclásicos que han incorporado
la teoría ricardiana de la renta e identificar sus principales límites explicativos.
19 En los trabajos que hemos conocido, referidos al tema, solamente se hacen breves menciones en el sentido de que la renta minera podría explicar en algún
sentido los fenómenos de sobreproducción y de sobreinversión en la industria del cobre. Sin embargo, un tratamiento específico y teórico del problema, en sus
distintos aspectos, aún esta pendiente. Por ejemplo, ver Caputo (1999).
20 En efecto, desde finales de 1999, tanto parlamentarios como técnicos del Ministerio de Minería, de la Comisión Chilena del Cobre y de CODELCO, han
asumido públicamente la validez del planteamiento hecho por Caputo (1996).
2. Análisis económico neoclásico y rentas ricardianas en sectores de recursos naturales
Antecedentes generales sobre economía y naturaleza
La irrupción del pensamiento marginalista durante la década de 1870 aparece comúnmente como el inicio de lo que se puede
considerar la teoría económica moderna y para sus seguidores contemporáneos representa una verdadera revolución en la historia
del pensamiento económico.21
En una perspectiva crítica a esta visión, Cuerdo y Ramos (2000) señalan que las principales transformaciones que introdujo esta
corriente, están vinculadas a “un creciente empleo del instrumental matemático como medio de expresión” -dando lugar al
desarrollo de la noción de margen y a la teoría de la utilidad- y, por otra parte, a un giro en las temáticas de investigación en las
que se sustituye el interés por los problemas del crecimiento económico a largo plazo, que involucraban aspectos relativos a la
población, a las instituciones sociales y políticas y a los recursos naturales, por los problemas de la asignación de recursos en
condiciones estáticas. Así también, se diferencian de la economía ricardiana por no considerar ningún tipo de límites físicos en su
análisis. “Por un lado, subyace una confianza total en las posibilidades de la tecnología a la hora de permitir una plena
sustituibilidad de factores y materiales. Por otro, se toma como modelo a seguir el de la Física newtoniana, un mundo de
equilibrio, determinista, sin fricciones y donde hay completa reversibilidad para todo tipo de acontecimientos” [Cuerdo y Ramos,
2000: 92].
No obstante, entre los marginalistas y el pensamiento económico clásico existe, según estos autores, una línea de continuidad en
torno al alcance de su objeto de estudio, que estaría “delimitado por lo apropiable y valorable (e incluso lo producible)”, dejando
fuera del ámbito de la economía aquellos objetos y recursos que no están sujetos al intercambio mercantil. Tampoco tendría
sentido diferenciar entre aquellos recursos que pueden ser producidos y reproducidos, de aquellos que no son reproducibles o
cuya reproducción está condicionada a un determinado grado de explotación.
Este tipo de enfoque va a adquirir su máxima expresión en la llamada escuela neoclásica, que a partir de la obra Principios de
Economía de Alfred Marshall en 1890, logra una síntesis del pensamiento marginalista que integrará en un solo modelo coherente
la determinación del precio de los bienes y de los factores de producción, desplazando completamente el análisis de los recursos
naturales y el medio ambiente.
Incluso, el predominio que desde 1945 aproximadamente, consiguió el pensamiento económico keynesiano, lejos de representar
un cambio en este sentido, no hizo mas que consolidar el abandono y olvido de estas temáticas a partir de la influencia que esta
corriente ejerció sobre el diseño de los sistemas de Contabilidad Nacional. Estos reflejaban claramente la continuidad que desde
la economía clásica, hasta el pensamiento marginalista, neoclásico y keynesiano, ha existido en cuanto al campo de estudio de la
economía. Esta evidente disociación entre teoría económica y naturaleza se extenderá en la historia del pensamiento económico
dominante hasta comienzos de la década de 1970, cuando estalla la llamada crisis del petróleo [Cuerdo y Ramos, 2000].22
Como se puede observar, desde su inicio ha resultado incómodo para la teoría neoclásica el tratamiento de los problemas
vinculados con la naturaleza, ya sea en lo que refiere a los recursos naturales o al medio ambiente en general. Sólo en las últimas
décadas se han desarrollado con mayor sistematicidad los modelos que incorporan a este enfoque problemas tales como las
“externalidades”, la “renovabilidad” y “no renovabilidad” de los recursos naturales y la “contabilización” del medioambiente. 23
No obstante, el problema de la especificidad en la formación del valor y los precios de los bienes producidos en sectores de
recursos naturales ha permanecido casi totalmente fuera del análisis neoclásico y parece ser un tema de no fácil solución al
interior de este enfoque teórico.
El modelo perfectamente competitivo a corto y largo plazo
Este aparente descuido al interior de la teoría del valor neoclásica está relacionado con la dificultad que provoca el reconocer que
en estos sectores “normalmente” se registran utilidades superiores a las “normales” asociadas a la existencia de rentas de recursos
naturales y, específicamente en el tema que ahora nos interesa, de la llamada renta minera.24 Se plantea que esto es así, por
21 Se identifica como precursoras de esta corriente las obras del francés León Walras, del inglés Stanley Jevons y del austríaco Carl Menger. Para conocer
mayores antecedentes acerca de la relación entre el marginalismo y la temática de los recursos naturales y el medio ambiente, ver Cuerdo y Ramos (2000).
22 A partir de este momento comienzan a surgir, en el seno de la propia teoría neoclásica, un conjunto de esfuerzos teóricos que van a desenvocar en lo que hoy
conocemos como economía ambiental y de los recursos naturales. Este nuevo campo de análisis tiene como fundamento metodológico algunos trabajos de autores
neoclásicos como Pigou, Hotelling, Gordon y Scott, los que claramente constituyen una excepción a la regla durante la etapa anterior de la historia del
pensamiento económico.
Posteriormente, como una crítica a los fundamentos neoclásicos que están presentes en la economía ambiental y de los recursos naturales, surge la llamada
economía ecológica.
23 Clásicos y precursores en la temática de “externalidades” son los trabajos de Pigou (1920) “La Economía del Bienestar”, Knight (1924) “Sofismas en la
Interpretación del Coste Social” y Coase (1960) “El Problema del Coste Social”. En relación a la “renovabilidad” y “no renovabilidad” de los recursos naturales,
es pertinente referirse a Hotelling (1931) “La Economía de los Recursos Agotables” y Solow (1974) “La Economía de los Recursos o los Recursos de la
Economía”. Finalmente, en lo que se refiere a “contabilización” de recursos naturales y medio ambiente, ver Pearce (1975) “Los Límites del Análisis
Coste-Beneficio como Guía para la Política del Medio Ambiente”. Una excelente recopilación de estos y otros trabajos más recientes se encuentra en Cuerdo y
Ramos (2000); y, Aguilera y Alcántara (1994). Cabe advertir, sin embargo, que ninguno de estos temas específicos es objeto de este trabajo.
24 Sin desconocer que al interior de la teoría neoclásica se han desarrollado los conceptos de “renta de Hotelling”, para designar a la renta que proviene del
cuanto la teoría neoclásica “en su intento de generar un modelo general del precio de los ‘factores productivos’, ha tendido a
enfatizar más las similitudes que las diferencias entre éstos” [Vignolo, 1982]. De esta forma, el tratamiento analítico que se da al
llamado “factor tierra” 25 evita la consideración de sus cualidades específicas y, en general, termina siendo subsumido en
funciones de producción bien comportadas, en las que sólo participa el “factor capital” y el “factor trabajo” como representación
simplificada de la totalidad de los recursos e insumos que intervienen efectivamente en el proceso productivo.
En un esquema analítico con estas características, bajo condiciones de competencia perfecta en los mercados de factores y bienes,
se asume por simplicidad que en el largo plazo los factores de producción son “reproducibles” y contratados a “precios
constantes”. La reproductibilidad ad infinitum de las condiciones de producción, en este caso particular la reproducción
automática de los factores de producción, constituye uno de los supuestos centrales del llamado equilibrio de “estado
estacionario” y, por tanto, de los análisis de “estática comparativa” en los que se basan los modelos de determinación de precios
neoclásicos [Vickrey, 1973]. Por otra parte, el supuesto de que los precios de los factores permanecen constantes, hace posible la
existencia de rendimientos y costos constantes a escala.26
Según plantea Vignolo (1982) en “Los Recursos Naturales, el Libre Comercio y el Desarrollo Económico: Notas para un Modelo
de Análisis Basado en la Teoría de la Renta” -uno de los escasos artículos publicados en Chile sobre este tema-, en una economía
cerrada, el equilibrio a corto plazo está caracterizado por la existencia de tres áreas relevantes; el excedente del consumidor, el
excedente del productor y el costo social de la producción. Este último considera la retribución “normal” a los factores de
producción, es decir, una tasa de salario de mercado y una tasa de beneficio de mercado, cuando son sólo estos dos factores los
que intervienen en el proceso productivo. No obstante, los excedentes del consumidor y del productor, en tanto “excedentes”, no
son necesarios desde el punto de vista social para alcanzar el nivel de producción óptimo. 27
De estas tres áreas, el excedente del productor -que el autor erróneamente a nuestro juicio caracteriza como “cuasi renta”generaría incentivos para que nuevas firmas ingresen a la industria, las que al no encontrar barreras de entrada terminarían por
eliminar este excedente, hasta igualarse el precio de mercado al costo medio de la producción.
Bajo este enfoque, el equilibrio de largo plazo estaría caracterizado por una retribución “normal” a los factores productivos, es
decir, el costo social de la producción, y al verse aumentada la producción con el ingreso de las nuevas firmas a la industria, por
un aumento en el excedente del consumidor. De esta forma se eliminaría el excedente del productor el que constituiría siempre un
fenómeno de corto plazo. 28
“En el contexto del modelo descrito los excedentes de la producción tienen el carácter de cuasi-rentas, que el
mismo proceso competitivo tiende a hacer desaparecer. En la medida que, alejándonos del modelo de perfecta
competencia estricta, se acepte la existencia de diferencias en la eficiencia empresarial, el equilibrio de largo plazo
acepta también la perdurabilidad de cuasi-rentas por este concepto.
Excepto por ello, sin embargo, el equilibrio competitivo es compatible con la existencia de excedentes de la
producción sólo en el corto plazo. En este sentido, al menos, el mero óptimo paretiano conlleva una cierta equidad
distributiva.” [Vignolo, 1982: 26] 29
A pesar que en la formulación desarrollada por Vignolo (1982) inicialmente se confunden conceptos como el de “excedente de
productor” con el de “cuasi-renta” y con el de “renta económica pura”, la explicación que entrega posteriormente acerca de la
teoría de la renta ricardiana nos parece un punto de partida correcto para situar el problema en los marcos del modelo neoclásico.
El modelo perfectamente competitivo y la “renta ricardiana”
Las características del modelo que hemos descrito cambian significativamente al analizar la producción y explotación de recursos
naturales y, particularmente, el caso de la minería. En estas industrias, señala el autor, generalmente se presentan costos
marginales crecientes de producción atribuibles a diferencias intramarginales de productividad de los recursos, como es el caso
de la llamada ley de mineral, o por diferencias en su localización geográfica. Adicionalmente, este tipo de industrias presenta
dotaciones de recursos limitados, lo que introduce barreras de entrada naturales que obstaculizan el ingreso de nuevas firmas. Este
fenómeno hace que el equilibrio competitivo sea compatible con la existencia de excedentes en el largo plazo [Vignolo, 1982].
agotamiento del recurso natural, de “renta económica pura”, para designar a la renta que proviene específicamente de un factor de producción fijo a largo plazo, o
de “cuasi-renta”, para designar al ingreso que proviene de un factor fijo a corto plazo, en esta parte del trabajo nos referimos de manera particular a la renta que
proviene de las diferencias de productividad y localización de los recursos naturales, es decir, a la renta propiamente “ricardiana”.
25 La teoría neoclásica denomina como “factor tierra” a un conjunto de condiciones de producción asociadas al uso de la naturaleza, sus recursos y el medio
ambiente.
26 Desde un punto de vista técnico, esta condición está asegurada por la existencia de funciones de producción linealmente homogéneas como las que
normalmente se utilizan en el análisis neoclásico. Esto quiere decir que todos los factores de producción aumentan en la misma proporción y que el producto
medio y marginal sólo dependen de la razón en que se combinan los insumos y son independientes de sus magnitudes absolutas. En consecuencia, al aumentar la
dotación de insumos, el producto aumenta en la misma proporción.
27 El autor señala que una discriminación de precios perfecta y un sistema tributario de discriminación perfecta, permitirían extraer tales excedentes sin afectar el
equilibrio, en términos de volumen de producción entregada al mercado.
28 Esto supone ceteris paribus la tecnología y estabilidad de la demanda.
29 Las negritas son nuestras.
La existencia de barreras de entrada hace que tales excedentes se mantengan en el largo plazo y que la disponibilidad de recursos
naturales de mayor productividad se concentre en algunas firmas ya instaladas. Las firmas marginales que poseen recursos menos
productivos y aquellas que logran ingresar a la industria en similares condiciones que éstas, como resultado de necesidades
impuestas por la demanda,30 se verán enfrentadas a costos crecientes de producción, lo que permite realizar una “renta diferencial
o ricardiana” para aquellas firmas que disponen de recursos naturales de mejor calidad. En este sentido, la renta ricardiana no se
genera por la acción de los agentes productivos, sino que es realizada en el mercado, teniendo como origen una “bendición de la
naturaleza” [Vignolo, 1982].
El área denominada en el corto plazo como excedente del productor -que Vignolo (1982) caracteriza como “cuasi-renta”- pasaría
a denominarse “renta diferencial o ricardiana” cuando, por las razones antes descritas, se transforma en un fenómeno de largo
plazo. La necesidad de reconocer esta realidad y formular una explicación que incorpore estas características específicas de la
explotación de recursos naturales, han llevado a introducir parte de la teoría de la renta ricardiana en el esquema general del
análisis neoclásico.
En este contexto teórico-metodológico el Estado juega un rol central en la “extracción” de las rentas realizadas en el mercado y,
posteriormente, en su asignación a los distintos usos que, en representación de la Nación, se definen. Un aspecto determinante en
dicho rol, que ha sido prácticamente ignorado por la literatura neoclásica referida al tema,31 es el problema de la propiedad sobre
tales recursos. En el caso de la minería estos análisis parten del supuesto que, por ser recursos naturales depositados en el
subsuelo del territorio de un país, el dominio formal y efectivo pertenece al Estado-Nación.
Sin embargo, cuando los derechos de propiedad no están claramente definidos o cuando el ejercicio efectivo del derecho y no solo
el derecho formal sobre ellos, permiten que las rentas se transformen en un excedente económico en disputa, la solución al
problema de su captura o “extracción” se transforma en el problema central de la política minera gubernamental. En cambio, si
estos derechos se definen claramente a favor del Estado nacional, el problema se restringe a diseñar un sistema tributario que
permita capturar la renta ricardiana sobre la base de impuestos especiales 32 a las empresas mineras privadas que hacen uso de
recursos naturales de mejor calidad y traspasar los excedentes al Estado. 33
Desde esta perspectiva, en la actualidad la minería del cobre chilena presenta dos aspectos problemáticos. Por una parte, los
derechos de propiedad son ambiguos en la medida en que consagran el dominio “subsidiario” del Estado sobre todas las riquezas
mineras depositadas en el subsuelo y a la vez otorgan en carácter de concesión “plena” las riquezas mineras a empresas privadas,
hecho que impide desde el punto de vista real el ejercicio de la propiedad por parte del Estado. Por otra parte, el sistema tributario
no reconoce la existencia de la “renta minera” y, en este caso puntual, de la “renta ricardiana o diferencial”, a pesar de estar
demostrada su existencia en las cuantiosas utilidades que registran normalmente las empresas que explotan este recurso en
yacimientos de alta ley. Esto provoca serias “distorsiones” en la asignación de recursos que crean incentivos económicos para una
sobreexplotación del recurso.
En consecuencia, el segundo aspecto mencionado, vale decir la inexistencia de un sistema tributario que reconozca la realidad y
magnitud de la “renta minera”, a lo menos en el contexto nacional, constituye una de las explicaciones más plausibles -desde la
teoría neoclásica- al fenómeno de sobreoferta 34 que ha caracterizado durante la década de los ’90 a la industria del cobre.
Una explicación teórica de este tipo, aunque de manera implícita, fue tímidamente esbozada por algunos parlamentarios 35 y por
el actual Presidente Ejecutivo de CODELCO, Juan Villarzú, a mediados de 1997, cuando propusieron la implementación de un
impuesto especial al sector minero. Este planteamiento reconocía las distorsiones que provoca en la economía nacional un sector
de gran envergadura que de manera normal genera beneficios extranormales para la mayoría de las empresas de la mediana y gran
minería. Así también, esta explicación ha estado presente en la reflexión de académicos críticos al modelo neoliberal y a la
política minera gubernamental.36 Sin embargo, las fuertes presiones políticas de parte de sectores empresariales vinculados al
sector y de parlamentarios de derecha, lograron sepultar dichas propuestas, al menos transitoriamente.37
30 Cabe advertir que la oferta total disponible debe ser “necesaria” desde el punto de vista de la demanda, de lo contrario se producirá el cierre y la salida de las
firmas menos productivas.
31 No así respecto del problema de las externalidades.
32 Desde un punto de vista técnico, existen varias modalidades de tributación que intentan “aislar” la renta ricardiana de los beneficios “normales” del capital.
Esto dependerá principalmente del tipo de recurso que se pretenda gravar.
33 Un tipo de impuesto que se utiliza para capturar parte de la renta son las llamadas regalías. A nuestro juicio, desde un punto de vista teórico esto es incorrecto,
ya que supone un valor “intrínseco” del recurso, antes de ser “producido” y antes de ser llevado al mercado.
34 Utilizamos el término “sobreoferta” en el sentido en que es entendido por la teoría neoclásica, es decir, como un fenómeno de mercado.
35 Nos referimos a los senadores Sergio Bitar (Partido por la Democracia), Ricardo Núñez (Partido Socialista) y Carlos Ominami (Partido Socialista). Ver Diario
El Mercurio (14/9/97).
36 Nos referimos a Orlando Caputo del CIS/U.ARCIS y Hugo Fazio de CENDA.
37 Advirtiendo la relevancia de este tema, en términos de su significación económica y de su existencia real, es que el Centro de Economía de los Recursos
Naturales y el Medio Ambiente -CENRE- de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile organizó, junto al Departamento
de Economía, Facultad de Negocios, de la Universidad de Alberta – Canadá, en enero de 1998 el Seminario Internacional “Generación, Gravamen y Disposición
de las Rentas en los Sectores de Recursos Naturales”. Uno de los resultados de este Seminario es el giro temático que experimentó el CENRE, el que al interior
del enfoque neoclásico, ha venido trabajando el problema de las rentas de recursos naturales y en particular, la renta minera del cobre. Los resultados de este
trabajo se presentan en una publicación aparecida a fines de 1999, que reúne un conjunto de artículos y que lleva por título Economic Rents and Environmental
Management Mining and Natural Resource Sectors de Eugenio Figueroa, editor.
El modelo competitivo y la “renta ricardiana” en la economía internacional
Si el análisis económico neoclásico ha aceptado la existencia y ha incorporado la renta ricardiana en el contexto de una economía
cerrada, con mayor fundamento se justifica esto en el caso de una economía pequeña abundante en recursos naturales, que se abre
al comercio internacional y que se transforma en receptora neta de inversión extranjera directa [Vignolo, 1982].
Según este enfoque, al producirse por primera vez la apertura de la economía, algunos sectores dejan de ser competitivos
internacionalmente y en el extremo terminan desapareciendo, mientras aquellos sectores que poseen ventajas absolutas y/o
comparativas aumentan su producción, lo que conduce a la especialización productiva en dichos sectores. Esta puede ser absoluta
si existen rendimientos constantes a escala y sólo es relativa cuando prevalecen costos crecientes a escala en tales sectores. Este
último es el caso que mejor representa la producción en sectores de recursos naturales.
En esta perspectiva, el análisis económico neoclásico con su particular interpretación de la teoría de la renta ricardiana, intenta
explicar los impactos que provoca la especialización productiva motivada por ventajas de carácter natural, en dos importantes
procesos económicos íntimamente relacionados. Por una parte, cómo se verá afectada la generación y apropiación del excedente
en dichos sectores y, por otra parte, cuáles serán las consecuencias en el crecimiento y desarrollo económico en una determinada
sociedad.
Bajo este esquema analítico, las ventajas comparativas se expresan como rentas ricardianas y permiten dar cuenta del beneficio
que trae consigo el que el país explote y exporte un recurso natural, cuando el precio de equilibrio internacional de largo plazo es
superior a los costos medios de la producción nacional. Siguiendo el argumento, mientras mayor sea la ventaja comparativa que
se tenga en la explotación de un recurso natural, mayores serán las rentas que este genere. Sin embargo, desde el punto de vista
interno y en términos relativos, será menor la retribución a los factores productivos, capital y trabajo, del total del ingreso
generado.
Esta última constatación resulta particularmente importante para entender la relación que existe entre la explotación de recursos
naturales y el desarrollo económico interno, ya que más que los efectos directos que provoca la producción especializada en un
recurso natural, interesa conocer la forma en que se realiza la apropiación de la renta ricardiana y el uso que se da a este
excedente. Surge así, con mayor fuerza que en el caso de una economía cerrada, el problema de la propiedad de los recursos
naturales.
No obstante, la importancia que adquiere la propiedad sobre este “factor de producción”, al igual que en el modelo competitivo
de economía cerrada, la teoría económica neoclásica no profundiza en el análisis y da por supuesto que los derechos de propiedad
sobre estos recursos están bien definidos y que, generalmente, pertenecen al Estado. En consecuencia, la renta ricardiana no
tendría por qué aparecer como un ingreso económico en disputa.
Si se sigue la lógica del argumento neoclásico, los recursos naturales pertenecen a toda la sociedad y no a algún agente productivo
en particular,38 por tanto, le corresponde al Estado, como representante de los intereses de la Nación, jugar un rol central en la
extracción y asignación posterior del excedente. La consecuencia de este tipo de análisis resulta lógica. Al igual que en economía
cerrada, el problema se reduce a identificar de manera precisa y a cuantificar las rentas ricardianas, para luego diseñar un sistema
tributario que permita captar los excedentes por parte del Estado.
Un aspecto particularmente relevante del argumento en favor de un sistema tributario especial en los sectores de recursos
naturales es el hecho que, si las rentas ricardianas están bien definidas y cuantificadas, no debería provocarse ninguna
alteración en los niveles de precios y producción de equilibrio de largo plazo, 39 en la medida en que se mantiene una retribución
normal a los factores productivos que intervienen en la producción y sólo se extrae por parte del Estado la diferencia
intramarginal de excedentes por sobre el costo de producción en aquellas firmas que se benefician de un recurso natural de
productividad superior a la normal. Muy por el contrario, un sistema tributario especial en estos sectores tiende a corregir la
severa distorsión que generan tasas de beneficio superiores a las normales, en un horizonte temporal de largo plazo y sin
posibilidad que entren nuevas firmas a la industria en iguales condiciones de costos de producción. 40
Sin embargo, el planteamiento reconoce que la identificación y cuantificación de la renta ricardiana resulta un ejercicio complejo
desde el punto de vista técnico y político, ya que no se puede “medir” ex ante en la medida en que -según la formulación
estrictamente ricardiana- la renta diferencial es una consecuencia del precio al cual se realiza el bien en el mercado internacional.
Esta complejidad mayor y su enorme significación económica son las que justifican, desde un punto de vista político y técnico, la
no transferencia de la propiedad sobre los recursos naturales de parte del Estado hacia el sector privado. Se justificaría de esa
forma, al interior de la propia teoría neoclásica, la propiedad del Estado sobre los recursos naturales.
En condiciones en que es el Estado quien explota directamente el recurso natural, la totalidad de los ingresos, incluida la renta
ricardina, son capturados por éste y el problema se reduce a la definición de su uso en beneficio de la sociedad.41 Sin embargo,
cuando el Estado cede, en parte o totalmente, a empresas privadas la explotación de dicho recurso, su responsabilidad
38 Es decir, no pueden ser tratados como parte del “factor capital” o del “factor trabajo”.
39 Esta conclusión se encuentra presente en la teoría económica desde los tiempos de Adam Smith. Ver Debrott (1998: 47 y s.).
40 Este fue parte del argumento esgrimido por el actual Presidente Ejecutivo de CODELCO, cuando en 1997 siendo Ministro Secretario General de la
Presidencia, propuso gravar con un impuesto especial a los sectores de recursos naturales no renovables; en particular al sector minero del cobre. Ver Diario El
Mercurio (14/9/97).
41 Esta sería la situación típica de CODELCO como empresa pública de producción y comercialización de cobre.
fundamental es maximizar la extracción de las rentas ricardianas, sobre la base de un sistema de tributación diferenciado en
función de la calidad de los recursos en explotación. 42 Contradictorias resultan, desde esta perspectiva, políticas tributarias
“parejas” respecto del resto de los sectores económicos y al interior de sectores que se benefician de ventajas comparativas cuyo
origen se encuentra en la calidad del recurso natural.43
En el contexto de una economía abierta surge, además, el problema del tratamiento a la inversión extranjera directa en sectores
de recursos naturales y no sólo de la relación Estado–privados. En este sentido, resulta importante entender el comportamiento de
las empresas transnacionales desde su propia lógica económica, la que sin duda excede a la explicación que ofrece la teoría
neoclásica de la firma individual y supone diversas estrategias de maximización corporativas que pueden aparecer a primera vista
como contradictorias con el supuesto de maximización individual de la ganancia. En este sentido interesa destacar fenómenos
como el comercio intrafirma, la integración horizontal y vertical, las asociaciones entre corporaciones y las inversiones en
productos relacionados como sustitutos y complementarios, además de problemas de carácter macroeconómico, como por
ejemplo, la distorsión entre Producto Interno Bruto y Producto Nacional Bruto.
La no comprensión de estos procesos económicos reales y su no incorporación a los modelos de análisis teóricos, contribuye a
que los Estados terminen cediéndole gran parte o la totalidad de la renta de recursos naturales a las empresas transnacionales,
hecho que tiende a empeorar aún más la distribución de los ingresos en las economías receptoras de la inversión extranjera
directa.44
El supuesto ricardiano y los límites explicativos del modelo neoclásico
Como se puede observar hasta aquí, la teoría económica neoclásica ha tenido que reconocer la existencia de un conjunto de
características específicas en los sectores que utilizan como base productiva algún recurso natural y ha intentado incorporarlas en
su modelo general de análisis, aunque de manera no totalmente consistente con sus fundamentos. En lo que se refiere al fenómeno
de las “rentas ricardianas o diferenciales”, el análisis neoclásico ha experimentado un avance importante en su capacidad
explicativa al introducir un aspecto particularmente relevante en economías basadas en la explotación y exportación de recursos
naturales, como es la desigual productividad del llamado “factor tierra”.
No obstante, en esa misma operación analítica, la teoría neoclásica se ha visto forzada a hacer importantes concesiones que ponen
en tensión su consistencia interna y que ceden espacio a visiones contradictorias con sus propios fundamentos. En este sentido,
basta mencionar a modo de ejemplo, la existencia frecuente de propiedad pública sobre los recursos naturales y el rol que debe
jugar el Estado en dichos sectores, la necesidad de diseñar sistemas tributarios diferenciados o la justificación que tendría el
fenómeno de la “nacionalización” y la necesidad de un tratamiento diferenciado hacia la inversión extranjera directa respecto de
la inversión nacional. En cada uno de estos aspectos, las consecuencias implícitas que trae consigo el reconocimiento de este
fenómeno introducen fuertes contradicciones en el planteamiento teórico neoclásico.
A pesar de la importancia de los antecedentes que hemos mencionado, desde nuestra perspectiva el aspecto de mayor relevancia e
interés teórico lo constituye la incorporación al modelo de análisis neoclásico del llamado supuesto ricardiano a partir del cual la
renta opera siempre como una “consecuencia y no como causa del precio” [Vignolo, 1982; Dusell, 1988; Debrott, 2000]. Esta es,
por una parte, la base teórico-metodológica en que se fundamenta todo el análisis neoclásico de las “rentas ricardianas” y, por otra
parte, constituye su principal límite desde el punto de vista explicativo.
Para comprender este punto es necesario revisar brevemente algunos fundamentos de la teoría de la renta “clásica” en David
Ricardo [Ricardo, 1959].45 El llamado supuesto ricardiano a partir del cual -dado un nivel de la demanda-, el precio de las
mercancías agrícolas es siempre determinado por las condiciones más desfavorables de productividad que prevalezcan en el
mercado, hace que el volumen de la renta sea considerado una consecuencia del nivel de precios y que nunca opere como su
causa. Esto ocurre por la equivalencia que establece Ricardo entre el valor y el precio de costo de las mercancías agrícolas y pone
de relieve lo que el autor considera como lo específico en el análisis del sector agrícola; a saber, la existencia de “condiciones de
producción no homogéneas” derivadas de la fertilidad o de la localización de las mercancías agrícolas, la existencia de una “base
natural” objetiva a la que se puede atribuir dicha productividad y el hecho de que existe un “propietario de la tierra distinto al
capitalista” que hace la inversión.
42 A pesar de ello, el Estado de Chileno no captura de parte de las empresas privadas la renta minera, cuestión que debiera ser su función principal.
43 Perjudicial resulta en esta lógica la alternativa de enajenar CODELCO, ya que una vez privatizada, no existe forma alguna de capturar la renta minera dada la
legislación tributaria existente.
44 Si se analiza la minería del cobre en Chile desde una perspectiva empírica, se puede constatar que el aporte que este sector ha hecho a la economía
históricamente ha sido contradictorio. Pese a representar un porcentaje muy importante de las exportaciones y actualmente de las inversiones, el empleo generado
y la difusión tecnológica ha sido mínimo. De esta forma es que la literatura neoclásica especializada en el tema [Vignolo, 1982; Tironi y Vignolo, 1985], aunque
muy escasa en nuestro país, ha considerado que el principal aporte al bienestar social que, en general, hacen los sectores de recursos naturales se encuentra en su
capacidad de generar excedente, por lo que el problema micro y macroeconómico se orienta a definir las formas óptimas de captación y uso de dicho excedente.
Las conclusiones de distintos autores señalan que no existe una relación directa entre disponibilidad de “recursos naturales con ventajas comparativas en un país
determinado y el nivel de desarrollo económico del mismo”, señalando incluso que la dinámica de acumulación basada en estos recursos naturales puede agudizar
problemas como la extrema pobreza, desempleo, marginalidad, desigualdad en la distribución del ingreso y de oportunidades.
45 Para una exposición mas sistemática y detallada sobre el problema en cuestión, ver Dusell (1988: 159-187) y Debrott (2000: 33-63).
Bajo estas condiciones, Ricardo identifica toda renta con una forma específica de ésta, determinada por la desigual productividad
de la tierra agrícola o por su desigual localización desde el punto de vista del mercado. De esta forma, dado que son las tierras
peores las que determinan el precio de estas mercancías, en la medida en que se sigue una línea ascendente de productividad
comenzarán a aparecer las rentas diferenciales y en la medida en que mayor sea la diferencia entre el precio de costo individual y
el precio de mercado, mayor será el volumen de la renta diferencial atribuible a esa determinada tierra. Así también, el monto de
renta derivado va a parar al propietario de esa tierra en particular, que es distinto del capitalista que realizó la inversión y que sólo
recibe la tasa de ganancia “normal”.
De esta forma, el argumento de Ricardo niega la posibilidad que surja en las tierras peores una renta absoluta, que no sea el
resultado de diferencias de productividad o localización, como aspecto característico del sector agrícola según sostiene el autor.
Ricardo se encuentra obligado a negar la existencia de la renta absoluta, ya que está en juego aquí la consistencia de su teoría del
valor-trabajo incorporado. No resulta aceptable para Ricardo que, si el valor de las mercancías producidas en las peores tierras en
operación está determinado por su cantidad de trabajo incorporado, este no sea equivalente a su precio de costo, vale decir a la
suma de “los salarios pagados al trabajo, los adelantos de capital en que se ha incurrido, más una ganancia media determinada por
las condiciones normales de producción” [Debrott, 2000: 41].
Así, el análisis económico neoclásico ha logrado integrar el fenómeno de las “rentas ricardianas” a su modelo teórico general
excluyendo la posibilidad de que surja una renta de carácter absoluto. Ha capturado de manera “acertada” la noción que Ricardo
sostiene acerca de la especificidad del sector agrícola,46 pero ha dejado totalmente de lado su teoría del valor-trabajo
incorporado, que era justamente la que lo lleva a negar la existencia de la renta absoluta. De esta forma, la interpretación
neoclásica de la teoría de la renta ricardiana resulta contradictoria en su fundamento con la teoría del valor-trabajo incorporado,
aspecto central y uno de los principales aportes a la teoría económica hecho por Ricardo. 47
Desde nuestra perspectiva, el esfuerzo teórico realizado por el análisis económico neoclásico al incorporar el fenómeno de las
“rentas ricardianas” en los sectores de recursos naturales encuentra sus límites explicativos en tres aspectos que interesa
destacar.
Por una parte, acepta el concepto de renta “diferencial” en los mismos términos en que los formula David Ricardo, es decir,
asociada a la fertilidad o localización de la tierras, y por otra parte, niega la validez de la teoría del valor-trabajo incorporado
característica de Ricardo y la sustituye por su teoría subjetiva del valor. Esto representa claramente una inconsistencia en su
planteamiento teórico.
Asume como correcta la noción ricardiana de que lo realmente específico del sector agrícola es la no homogeneidad de las
condiciones de producción, la existencia de una base natural objetiva a la que se puede atribuir la realización de la renta
diferencial y la existencia de un propietario terrateniente distinto del capitalista, como explicaciones elementales de la renta
agrícola. No obstante, es perfectamente factible pensar en que la especificidad del sector agrícola y en general de los sectores de
recursos naturales, recae en aspectos totalmente distintos de los identificados por Ricardo.
Por último y este es el aspecto más delicado desde el punto de vista analítico, al igual que la teoría de la renta ricardiana, el
enfoque neoclásico niega ciegamente la posibilidad que surja una renta de carácter absoluto y que, en consecuencia, bajo ciertas
circunstancias, sea la renta de recursos naturales la que determine en última instancia el precio de dichos bienes,
constituyéndose en su causa. Este último aspecto, a nuestro juicio, impide que el análisis económico neoclásico -aún habiendo
incorporado el fenómeno de las “rentas ricardianas”- sea capaz de dar cuenta y explicar la realidad actual que enfrentan sectores
de recursos naturales de enorme significación en la economía mundial.
En particular, creemos que la situación de la industria del cobre durante la segunda mitad de la década de los noventa y de la
industria del petróleo en los últimos años, serían ejemplos claros de la incapacidad explicativa del enfoque neoclásico, a pesar de
que el efecto neto sobre el precio en ambos casos es de signo contrario. En el caso del petróleo, a nuestro entender, está
operando claramente una tendencia a la elevación del precio internacional como efecto de un aumento de la renta petrolera. En
el caso de la industria del cobre la disminución del precio internacional del metal estaría explicada en el fondo, por una
disminución significativa de la renta cuprífera.
Sin embargo, un análisis explicativo de este tipo supone desarrollar fundamentos teóricos y metodológicos distintos a los
expuestos en este artículo, donde lo central será la plena validez del concepto de renta absoluta.
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46 Que ha nuestro juicio es incorrecta.
47 En el ejemplo clásico de los cereales citado por Ricardo, “el alza de los precios experimentada por los productos agrícolas se explicará por la disminución de la
productividad del sector, ocasionada por el paso de tierras de mejor calidad a tierras de peor calidad, lo que provocará un aumento de la renta... Ricardo considera
que dentro de un ‘determinado territorio’ la operatoria de la ley de la renta provoca el paso de tierras mejores a peores, teniendo como consecuencia un aumento
de los precios agrícolas y un aumento de la renta, a expensas de la industria y la población” [Debrott, 2000: 35]. Para Ricardo, la derogación de las leyes
cerealistas hacia 1770, que fomentaban la exportación de estos bienes agrícolas no constituye la causa de la tendencia alcista de los precios, sino por el contrario,
es el paso a tierras de peor calidad lo que explica el aumento del precio y este genera un aumento de la renta terrateniente.
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