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Transcript
Prof. Vladímir Davydov
Doctor titular (Economía).
Director del Instituto de Latinoamérica
de la Academia de Ciencias de Rusia.
“Trayectoria y perspectivas de la latinoamericanistica rusa”.1
En el desarrollo de toda ciencia se producen periódicamente momentos en los que uno
percibe con especial agudeza la necesidad de detenerse a reflexionar sobre el contenido y
la calidad del trabajo realizado, la base teórica asentada y su eventual renovación, sobre la
propia misión de la ciencia en el nuevo contexto, teniendo en cuenta las relaciones con la
praxis, con la sociedad y el Estado, sobre las formas más plausibles y productivas de organizar el trabajo de investigación tanto en la vertiente de los estudios fundamentales como
en el cauce de los análisis aplicados.
El cuadragésimo quinto aniversario del Instituto de Latinoamérica de la Academia de
Ciencias de Rusia (ILA ACR) señala uno de estos momentos. De esos momentos que, más
que ofrecernos la oportunidad de escuchar felicitaciones, nos inducen a reconsiderar con
espíritu crítico lo logrado hasta el momento y comprobar el acierto del rumbo elegido, verificar hasta qué punto es adecuado a los imperativos del autodesarrollo y a las demandas
de la práctica social. Uno ya tuvo ocasión de abordar estas cuestiones en otros momentos
que podríamos calificar de “encrucijadas”i. En el presente artículo nos proponemos recapacitar nuevamente sobre este mismo tema.
El Balance del camino recorrido
Al hacer una evaluación del camino recorrido por la latinoamericanística rusa, pienso
que tenemos buen fundamento para afirmar que, a pesar de la contracción sufrida en su base (plantilla de investigadores, finanzas, aportaciones a los fondos bibliotecarios y recursos
informativos) durante los últimos quince años, esta escuela mantiene su tendencia de desaArticulo fue publicado en la revista IBEROAMERICA. Moscú, 2006, N. 1-2, pp. 14-33.
La inserción en este mismo numero (Iberoamérica, 2006, N. 1-2) del artículo de A. Borovkov y N. Kalashnikov sobre las publicaciones del ILA ACR nos exime de la necesidad de extendernos en una relación bibliográfica. Nos centraremos en examinar las principales direcciones en que se ha venido desarrollando la labor
investigadora, en las posiciones y deducciones a que atienen los dirigentes de los centros de estudios que
integran nuestro Instituto.
1

rrollo progresivo, viene confirmando su papel en el sistema de las ciencias sociales y humanísticas y cumpliendo la significante función de reproducción de los conocimientos
científicos sobre esa extensa región del mundo, ofreciendo a la sociedad y el Estado rusos
puntos de referencia aquilatados en orden a la comprensión de cuanto informa la vida las
tres decenas de países del área y al diseño de nuestras relaciones recíprocas. Al mismo
tiempo el ILA mantiene posiciones de primera línea en la latinoamericanística patria, como
su principal base de investigación y acumulación de fondos bibliotecario-informativos, y
también —en notable medida— como centro metodológico de la misma.
La receptividad del ILA a los avances científicos de nuestros colegas, su empeño en
reaccionar rápidamente a los nuevos problemas de la región y del desarrollo mundial se
combinan con la herencia de las fructuosas tradiciones de las ciencias sociales rusas. La
labor del ILA se apoya en el fundamento que cimentaron las primeras generaciones de latinoamericanistas rusos y soviéticos.
Los estudios y publicaciones sobre problemas de América Latina y el Caribe (ALC)
que de modo esporádico vieron la luz a comienzos del siglo XX, hallaron una prolongación
por allá en los años 30 en los trabajos de especialistas relacionados con la Internacional
Comunista. Más allá del consabido doctrinarismo propio de aquellos tiempos, los escritos
científicos y sociopolíticos de autores soviéticos plantearon entonces no pocas interpretaciones serias de la historia y la realidad contemporánea de la región. De ahí que la primera
generación de latinoamericanistas profesionales no tuviera que partir desde cero en los
inicios de su carrera científica, sino que contara ya con cierta base de arranque, si bien modesta. Por lo demás, la escasez de información fidedigna y el carácter fragmentario del
acervo de conocimientos científicos atesorado hasta entonces, más las anteojeras ideológicas del estalinismo erizaron de dificultades el devenir de las primeras generaciones de latinoamericanistas.
En los años 50 su formación se desarrollaba en los muros de las Universidades Estatales de Moscú (en las facultades de Historia y Geografía, a las que uniría posteriormente la
de Economía) y de Leningrado (principalmente, en las facultades de Historia y de Filología), en el Instituto de Relaciones Exteriores (el actual MGIMO), y más tarde en dos centros científicos: el Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (IEMRI) de
la Academia de Ciencias de la URSS, y el Instituto de Investigación Científica de la Coyuntura del Ministerio de Comercio Exterior de la URSS. Simultáneamente una pléyade de
especialistas prácticos cursó preparación profesional en la Academia Diplomática del MAE
y en la Academia de Comercio Exterior, adjunta al correspondiente ministerio.
El giro de la URSS de cara a América Latina, que se perfiló en el deslinde de las décadas del 50 y el 60 (principalmente por influjo de los acontecimientos revolucionarios de
Cuba) imprimió un poderoso impulso a la latinoamericanística soviética. Primero, en lo
emocional (contagiando a la juventud con el romanticismo de los “barbudos” e influyendo
en su orientación profesional), y luego en el terreno de organización. En abril de 1961 la
dirección del país y la de la Academia de Ciencias acordaron fundar el Instituto de Latinoamérica.
En la década de los 70, una vez completada la fase de “acumulación originaria” de conocimientos, cuadros científicos y fondos bibliotecario-informativos, el Instituto desplegó
su labor investigadora en un amplio frente que abarcaba el desarrollo de los países latinoamericanos en sus diversos aspectos: económicos, sociales, culturales, política interior y
exterior. Dicho en otras palabras, se inició la etapa del estudio integral —efectivamente
integral— de las realidades regionales.
Posteriormente (en los años 80) empezó a concretarse sobre esta base la renuncia a lo
que hasta entonces venía a ser una existencia “consumista”, en que la intelección del material empírico se basaba únicamente en préstamos de elaboraciones teóricas tomadas de las
ciencias sociales instrumentales referidas a determinados sectores. En varias vertientes se
emprendieron intentos de estructurar una plataforma teórico-metodológica propia (naturalmente, sin traspasar los límites del marxismo). A ello contribuyeron activas discusiones
que se desplegaron en torno a las peculiaridades del desarrollo capitalista en los países
de ALC. Por aquel entonces se configuraron dos concepciones diferentes del tema. Una de
ellas —la del capitalismo dependiente— era defendida por el insigne economista Víctor
Volsky, a la sazón director del ILA, los dirigentes de las subdivisiones de Economía Lev
Klochkovsky e Igor Sheremétiev y otros varios economistas del Instituto. La segunda definía la sociedad y la economía cristalizadas en los países rectores del área como un producto del capitalismo de desarrollo intermedio, planteamiento este en el que coincidían Víctor
Sheinis, investigador jefe del IEMRI, un grupo de científicos del ILA especializados en el
estudio de los problemas sociopolíticos, así como los destacados latinoamerica-nistas Borís
Koval y Serguéi Semiónov.
A partir de estas discusiones surge toda una serie de trabajos centrados en el material de
diversos países, con profunda elaboración de la historia socioeconómica y los procesos de
formación de los sistemas sociales y económicos contemporáneos en contextos nacionales
concretos. Paralelamente (bajo la dirección de Anatoli Shulgovsky) se va publicando una
serie de estudios sobre la estructura social de los países de ALC, que aporta un comple-
mento de peso al bagaje fundamental de la latinoamericanística, en particular en cuanto se
refiere a las peculiaridades tipológicas de las sociedades de esta región. También suscitaban invariable interés los trabajos de Kiva Maydanik, investigador jefe del IEMRI, en que
se proponía una interpretación no ordinaria de los procesos político-ideológicos en conexión con la dinámica socioeconómica de ALC y las demás regiones del “Tercer Mundo” y
cuyo filo polémico inducía a los participantes del debate a buscar argumentos complementarios y corregir sus planteamientos.
Pese a la persistencia de las limitaciones impuestas por la “disciplina ideológica”, los
estudios de los años 80 permitieron a la latinoamericanística patria alcanzar un peldaño de
madurez teórica más elevado, superando el simplismo de antaño en sus evaluaciones de las
realidades regionales. Gracias a ello, también el autor del presente artículo pudo hacer una
aportación en la definición de los rasgos tipológicos que caracterizaban la fisonomía sociopolítica de los países del área, sugiriendo —en ruptura con el determinismo lineal— el
concepto del desarrollo multivariante del desarrollo de los países de la región en el
marco común de su perifericidad históricamente determinada.
La entrada de nuestro país en la fase de la perestroika gorbachoviana supuso notables
cambios en el discurso de la latinoamericanística. Sin embargo el desembarazo adquirido
en la interpretación de la problemática latinoamericana no se tradujo en resultados inmediatos y suficientemente productivos. El eclecticismo teórico y el subjetivismo derivados
de las simpatías o antipatías políticas anegó por cierto tiempo el campo de las publicaciones científicas. La búsqueda, en el nuevo contexto, de un “género propio” se nos daba penosamente. Y todo ello se vió agravado por el brusco deterioro de la situación económica
de la ciencia académica, el descenso del status social de los científicos, así como la incertidumbre que flotaba sobre las perspectivas de subsistencia de los institutos de la ACR en su
formato anterior.
Así y todo, en la labor investigadora del ILA se fueron logrando avances cada vez más
notables en dos direcciones de indudable significación teórica. Me refiero al enfoque civilizacional en cuya elaboración trabajaban B. Koval, S. Semiónov y Ya. Shemiakin, con
apoyo en la concepción de civilización transfronteriza. Y, en otra vertiente, el examen de
los procesos del desarrollo económico de la región desde la óptica de la dinámica macroeconómica (A. Bobróvnikov, V. Davydov), trabajo que culminó posteriormente con la publicación de una obra fundamental de Alexandr Bobróvnikov, que desarrolla la teoría de
las ondas largas de N. Kondrátiev en su aplicación a la periferia de la economía mundial.
En el segundo lustro de la década del 90, tras la aparición de tendencias novedosas en el
marco de la integración regional y subregional, el Instituto se replanteó la elaboración a
fondo de este tema. El equipo para la investigación de los nuevos fenómenos de integración fue encabezado por Anatoli Glinkin, uno de los fundadores del ILA.
Simultáneamente, en esa misma segunda mitad de los años 90, se concretó otra orientación fundamental en la labor del ILA: el estudio de los procesos que determinaban el contenido de la transición de los países latinoamericanos al nuevo paradigma del desarrollo. Se
trata, en primer término, de la democratización de la vida política, que implica el rechazo
de las formas autoritarias de Estado, tema este en cuya elaboración tuvieron especial incidencia los trabajos de Marina Chumakova, Emil Dabaguián, Zbigniew Iwanowski y Liudmila Ókuneva. Otra cuestión clave es la remodelación del mecanismo económico de
acuerdo con las recetas neoliberales, cuyo estudio se emprendió en un amplio frente que
abarcaba la política económica, las tecnologías de reforma, las experiencias de privatización, la reestructuración de los sistemas tributarios y de las actividades crediticiobancarias, la liberalización de las relaciones económicas exteriores, etc. Entre los autores
de trabajos referidos a esta temática figuran Alexandr Bobróvnikov, Vladímir Davydov,
Lev Klochkovski, Zinaída Románova, Vadim Tepermán, Nikolái Jolodkov e Igor Sheremétiev. Vale apuntar aquí que esta temática se conectaba vivamente con las realidades de
la praxis rusa, como bien recalcaba en sus trabajos el veterano latinoamericanista y brillante publicista Karén Jachatúrov.
Las coincidencias en la problemática del desarrollo de “nuestra” región y la de nuestro
propio país determinaron que el producto científico del ILA gozara de demanda no sólo en
forma de publicaciones científicas, sino también en la ejecución de proyectos analíticos
para organismos federales interesados, implicados en la elaboración conceptual de diversas
cuestiones de las reformas y su realización práctica en la Federación de Rusia.
Trazando la analogía entre los procesos transitorios en Rusia y otros países postsocialistas, por una parte, y en ALC, por otra, cotejando las experiencias derivadas de unos y
otros casos, los especialistas del ILA hicieron su aporte al desarrollo de la transitología patria. Al detectar no pocas similitudes y coincidencias, señalábamos argumentadamente la
conveniencia de tener en cuenta en la práctica rusa de reformas las enseñanzas negativas o
positivas de ALC, cuyos países se habían adentrado mucho antes en el camino por el que
Rusia optaría luego. La práctica de los años posteriores vendría a confirmar el acierto de
nuestras conclusiones.
La semejanza de sendos procesos transitorios podría parecer paradójica, habida cuenta
la diferencia cardinal en las posiciones de partida. Y es que, de hecho, en Rusia tuvo lugar
una transformación sistémica, mientras que en los estados latinoamericanos el tránsito
encajaba en el marco de un cambio del modelo de desarrollo. Sin embargo, al término de
la situación transitoria los resultados se asemejaban. En ello captábamos la existencia de
cierta regularidad vinculada a la ola globalizadora y la tendencia a la unificación de los estándares de organización socioeconómica, motivada por la presión de los poderosos del
mundo en el contexto de la cuasi-unipolaridad, la cual por cierto se dejaba sentir con especial virulencia en el caso latinoamericano. Y es que los centros occidentales de la economía y la política mundiales, el negocio transnacional, liberados ya del poderoso contrapeso
que representaba la URSS, habían obtenido la posibilidad de “desbrozar el espacio periférico”. Valiéndonos de esta conclusión quizá se pueda explicar gran parte del cambio de paradigma del desarrollo, pero no todo ni mucho menos. En lo sucesivo el acontecer en ALC
ha mostrado que, pese a la rígida determinación dictada por el imperativo de la globalización asimétrica, comienza a manifestarse una contratendencia, la cual en una serie de países latinoamericanos se está plasmando ya en la búsqueda activa de un modelo alternativo
de desarrollo que tenga en cuenta en mayor medida los imperativos sociales, los intereses
nacionales y la identidad nacional.
La eufórica descripción inicial de “la marcha triunfante de la democracia” en la región
ha cedido paso a un sobrio análisis crítico al que da abundante pasto la agudización de las
contradicciones por efecto de los altos costos sociales del proyecto neoliberal. A pesar de
haber logrado la estabilización macroeconómica, la mayoría de los países de ALC no ha
conseguido inscribirse en el proceso de globalización, evitar conflictos internos y ponerse a
salvo de contratiempos críticos. Ante esa realidad, un equipo de especialistas del ILA, en
un trabajo publicado bajo la redacción general de M. Chumakova, presentó una interpretación dialéctica del proceso de modernización política, señalando la probabilidad de
retrocesos y del surgimiento de zonas de turbulencia (principalmente en los países del arco
andino), turbulencia que se está manifestando con especial agudeza en Colombia.
Novedosa también es la interpretación de las relaciones internacionales de los estados
de ALC que encontramos en los trabajos de Borís Martynov, quien ha venido aplicando
fructuosamente en ellos la concepción de la seguridad integral, y en el estudio colectivo
de un equipo de especialistas de nuestro Instituto dirigido por el mismo. A su vez, Vladímir Súdarev ha expuesto en dos monografías una reconsideración crítica de los criterios
que prevalecían antes sobre el tradicional eje clave de las relaciones exteriores de los países de ALC con la potencia hegemónica del Norte. Su análisis se extiende hasta el último
cuello de botella de las relaciones interamericanas: el dilatado proceso negociador en torno
al proyecto de creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El narcotráfico transnacional, uno de los retos más horribles que se ciernen sobre la seguridad
internacional a escala mundial, ha sido objeto de estudio circunstanciado por un grupo de
especialistas del ILA, encabezado por A. Glinkin, en el que a la par con la dimensión latinoamericana del problema se analizan las proporciones que ha alcanzado y la experiencia
de combate a la narcoamenaza en otras regiones del mundo, en particular, en nuestro país.
Editada por el ILA en el 2002, esta monografía constituye el primer trabajo científico publicado en Rusia en el que se enfoca el tema con óptica integral.
Por supuesto, esta relación de las publicaciones del ILA, que suele centrarse en la problemática contemporánea, no supone una relación exhaustiva de cuantos frutos ha reportado la latinoamericanística en nuestro país. Tradicionalmente gran parte de los estudios históricos y culturológicos se han realizado fuera de sus muros. El encogimiento de la base
investigadora en los últimos 15 años afectó en mayor grado a los demás focos de la latinoamericanística patria. No obstante, en este mismo período, también fuera del ILA han
visto la luz una serie de trabajos que sin lugar a dudas enriquecen la bibliografía de los estudios historiográficos y culturológicos sobre Latinoamérica. En el Instituto de Historia
General de la ACR se dio cima a la publicación de «Historia de América Latina», en cuatro
volúmenes, bajo la dirección de Evgueni Larin y con la participación de un amplio círculo
de estudios, incluyendo investigadores de nuestro Instituto. En el último trabajo de Alexandr Stróganov (Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Moscú), se nos ofrece
una nueva visión de la historia política y, en parte, económica de la región durante el siglo
pasado. Nikolái Marchuk (Facultad de Historia de la Universidad de Amistad de los Pueblos de Moscú) examina la epopeya de las guerras de la independencia en el contexto de la
transformación de la vida política y social sobre los principios del liberalismo, enmarcada
en la transición mundial al capitalismo de libre competencia. Son de considerar como indudable logro los trabajos de Galina Ershova (Universidad Estatal de Humanidades de
Moscú), quien reconstruye el mundo espiritual de la América precolombina siguiendo el
cauce de la escuela creativa del insigne científico Yuri Knórozov. Dentro de esta enumeración hay que mencionar también la enciclopedia «Cultura de América Latina», fruto de
largos años de trabajo de un equipo de estudios del ILA y numerosos autores de otras instituciones, bajo la dirección de Natalia Konstantínova y Pável Pichuguin, con la que se ha
dado lógica culminación a una serie de estudios sobre la cultura de diferentes países de
ALC, publicados bajo la redacción general de Vladímir Kuzmístchev. La edición de esta
enciclopedia ha sido distinguida con diploma honorífico de la UNESCO.
Subrayemos que en el enfoque de nuestro objeto de estudio científico no lo aislamos de
los procesos mundiales, de los intereses de Rusia en el ámbito internacional, sino que lo
examinamos en conexión con estos. Por decirlo en otras palabras, con recurso a la metáfora, nos evadimos del “ghetto latinoamericano”, pero sin desligarnos del análisis concreto
de países concretos. La selección del temario fundamental de trabajo del ILA ha venido
siendo determinado en gran parte por lo que resultaba significante para la problemática del
desarrollo contemporáneo de Rusia.
Los estudios regionales en el cauce de las ciencias sociales
Hoy, al reflexionar sobre las perspectivas, no podemos abstraernos de la tarea científica
de autoconocimiento, de la necesidad de comprobar el sistema de coordenadas de la latinoamericanística y su articulación metodológica. Desgraciadamente, éste es un problema al
que se dedica poca atención en nuestros ambientes, sobre el que se habla y se escribe poco.
Por lo demás, aunque tomemos en consideración un contexto científico más amplio, veremos que pocos estudiosos —en primer lugar, claro está, el conspicuo metodólogo Marat
Cheshkov— están trabajando en este plano. Ahora bien, a partir del momento en que una
rama de la ciencia se separa del contexto general en calidad de orientación independiente,
alcanza madurez teórica y pretende a que se le reconozca la condición de «ciencia» (o,
cuando menos, «disciplina”), sus futuros avances están indudablemente condicionados a
una autodefinición suficientemente precisa, su autoidentificación o, valga aquí el empleo
de un término en boga, su posicionamiento en el campo de las ciencias sociales.
Quizá quepa empezar por el hecho de que, a tenor de todo criterio racional, la latinoamericanística forma parte de los estudios regionales, si bien, por supuesto, la rama que se
ocupa de las regiones «supranacionales», esto es, de los grandes componentes del sistema
mundial, cuya base integracionista presenta, por regla general, características de parentesco
civilizacional. A nivel de la práctica científica —ya sea a nivel mundial o nacional— los
estudios regionales se han convertido de facto en ramas especializadas, con personalidad
propia, de las ciencias sociales, verbigracia: la latinoamericanística, la africanística, la europeística, el orientalismo. Tal vez quepa hablar también del parentesco entre estas ramas y
los estudios sobre los Estados gigantes (americanística, indología, sinología).
La búsqueda de autoidentificación se debe también a que, al verse privadas de la base
monolítica del marxismo-leninismo (de que se echaba mano como de una especie de varita
mágica), las ciencias sociales de nuestro país perdieron por un tiempo la perspectiva meto-
dológica. No trato aquí de plantear, ni mucho menos, que aquel monolito debe ser sustituido por otro. Como dijera el gran timonel, «¡Qué florezcan cien flores!» Pero está claro que
ninguna ciencia puede existir sin un sistema general de coordenadas, sin un aparato conceptual propio. La pausa ya se ha dilatado demasiado. Tanto más en el caso de los estudios
regionales, que no cuentan con una añeja tradición metodológica. Hay que tener en cuenta,
además una circunstancia de orden práctico. Los estudios regionales ya han separado en
calidad de disciplinas y especialidades independientes en el marco de la escuela superior.
Y el proceso docente no puede estructurase debidamente sobre terreno movedizo. Sin embargo, la cosa sigue ahí, parada. Sigue habiendo discrepancias y demasiada improvisación
en cuanto atañe a la definición del propio objeto de estudio.
Así pues, la lógica de nuestro razonamiento apunta a que en el marco de las ciencias
sociales coexisten ciencias de distinto “género”. Su armazón lo constituyen las ciencias
que estudian los diferentes planos (secciones) de los procesos de desarrollo social. Son diferentes ramas del conocimiento de la sociedad (economía, sociología, politología, culturología, etc.), a las que también cabe considerar como instrumentales en el sentido de que
cada una ofrece sus instrumentos de análisis. Luego vienen las ciencias y disciplinas integrales (cosmovisivas). Como tal interviene la filosofía social. En cierto sentido, esta función es ejercida también por la filosofía de la historia y el conjunto de estudios relacionados con la dinámica civilizacional. En esta categoría de las ciencias y disciplinas integrales
conviene incluir también una esfera relativamente nueva del conocimiento a la que se ha
dado el nombre de globalística o estudios globales y, desde otra interpretación, el de teoría
del sistema mundial.
«Estas ramas del conocimiento científico —escribe M. Cheshkov— se designan con
términos que a menudo se completan recíprocamente o, cuando menos, se entrecruzan: estudios mundiales (world studies) y globalística (global studies). Las fronteras entre ambas
distan mucho de estar definidas, y en adelante partiremos de que el objeto de los estudios
mundiales es el devenir social de la humanidad en escala planetaria, mientras que el de los
estudios globales es la propia humanidad como formación sociobiológica específica, como
variedad de lo vivo o la humanidad en cuanto género global. Por otra parte, nos parece admisible otra demarcación del campo de los estudios globales entendiéndolos como el conjunto de todas las disciplinas que estudian el mundo en su integridad, incluida en este concepto la humanidad. El desarrollo de los estudios globales también nos permite captar una
“imagen” distinta de esta corriente: como el estudio de uno u otro conjunto de problemas
globales y al mismo tiempo como una de las visiones del mundo en su totalidad o de la
humanidad en su totalidad, lo cual da pie para discernir —en términos convencionales—
entre globalística estrecha y globalística amplia»ii.
Tenemos el convencimiento de que en principio la latinoamericanística (igual, por cierto, que las demás variedades de estudios regionales) forma parte de la categoría de las
ciencias y disciplinas integrales, lo cual no significa que la labor investigadora en este
campo no pueda valerse de los medios elaborados por las ciencias ramales (integrales). En
todo caso, esto es lo que ha venido ocurriendo hasta el momento en que se acumulaba una
masa crítica de evoluciones en el propio seno de la latinoamericanística. Pero justamente
parece que tocamos ya a una etapa de cambio cualitativo, en la cual, sin que se trate de imponer a priori, de modo voluntarista un esquema dado, quizá convenga hablar de lo que es
adecuado a los estudios regionales (latinoamericanística) y lo que no lo es.
En nuestra opinión, es adecuado el enfocar su objeto en la integridad de sus principales
manifestaciones vitales, pero sin desligarlo del proceso histórico mundial ni del contexto
global. Esta tarea sólo puede resolverse de modo interdisciplinario, ya que el propio objeto
de estudio es integral y el proceso de su desarrollo, multidimensional. Tal es el ideal al que
debemos aspirar para que la investigación científica reporte resultados fidedignos. Ni que
decir tiene que la realización de semejante ideal pasa por un prolongado y arduo camino a
lo largo del cual debe producirse el proceso gradual de integración: primero, mediante la
acumulación aditiva de conocimientos de los exponentes de diferentes ramas científicas, y
luego, por su convergencia.
De momento asistimos a un proceso de desarrollo por partes y con frecuencia absolutizamos los detalles. Es una situación característica no sólo de nuestra práctica nacional.
Más bien cabe hablar de un fenómeno de orden general. Y puede ser que en la ciencia extranjera (en primer término en EE.UU., y como mínimo, desde luego, en la latinoamericanística de cuño norteamericano) la fragmentación del objeto y la materia de estudio haya
llegado demasiado lejos. El case study en cuanto género de actividad científica, que en su
tiempo sacó adelante a la antropología y la dotó de una visión integral en el micronivel,
posteriormente anegó las ciencias sociales, con efectos particularmente perjudiciales en
muchos campos de estudios regionales.
El lector dirá que esto podría ser una consecuencia natural de la disgregación del saber
científico. Y tendrá razón. Primero fue la filosofía. De su cauce se fueron separando en
número cada vez mayor brazos que formaron una delta ramificada. Y detrás de las ramas
ya no se ve el bosque. No tengo nada en contra, claro está, de una especialización cada vez
más concreta, indispensable en los análisis aplicados. Pero esta sólo rinde fruto cuando se
combina en paralelo con la práctica periódica en cada nueva espira de desenvolvimiento.
En realidad, un proceso de desarrollo no se revela ni puede revelarse cuando se lo descompone en determinados factores y planos. El proceso de desarrollo es un espacio pluridimensional. Y nosotros, al seguir aplicando a la tarea de investigación la metodología tradicional, tratamos sin querer de representarlo de modo unidimensional.
Así pues, la latinoamericanística forma parte de las ramas híbridas, sintéticas de las
ciencias sociales, las cuales se ocupan de estudiar el conjunto de las formaciones sociales y
estatales que presentan cierta unidad histórico-geográfica (y, en el caso de nuestra región,
parentesco próximo en lo cultural), similitud por su posición dentro de la economía y la
política mundiales, proximidad por sus estructuras económicas y socio-políticas internas.
Dentro de la jerarquía científica la latinoamericanística está inserta en la globalística (estudios mundiales) y cuenta con un componente de instrumentos analíticos. En otras palabras,
utiliza los instrumentos de otras ciencias instrumentales metodológicas. Pero puede tener
también un “denominador” teórico propio, tema este del que resulta más difícil hablar, ya
que la latinoamericanística, en general, y la latinoamericanística patria, en particular, en
este sentido se encuentran aún en los inicios del camino. Por lo visto, hay que fijarse ante
todo en las características de proximidad histórico- genética en la calidad social de la mayoría de los países que integran el objeto de investigación. El mencionado “denominador”
podríamos encontrarlo en los conceptos de civilización transfronteriza y periferia del mundo capitalista, teniendo en cuenta el carácter multivariante del desarrollo histórico-social en
este campo.
La latinoamericanística aparece en la jerarquía de las ciencias sociales como uno de sus
múltiples componentes. Por tanto, su “comportamiento” teórico debe acatar las leyes de
división del trabajo científico. Con base a esta división —entre las ciencias instrumentalesmetodológicas y las sintéticas (“simbióticas”) con objeto regional— se produce el intercambio de conocimientos. La latinoamericanística participa en este cambio, por una parte,
como usuaria de las categorías y métodos elaborados al margen de ella, y por otra, como
generadora de generalizaciones propias que se incorporan al acervo del conocimiento teórico del orden universal.
Trabajar en las nuevas condiciones
Nuestro país y la vida en él han cambiado radicalmente. En este contexto es imperativa
la adaptación de la ciencia patria y sus formas de organización a las nuevas circunstancias.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que la demanda nacional de la ciencia por parte
de la sociedad y su demanda por parte del Estado distan mucho de ser conceptos idénticos.
En lo que respecta a la latinoamericanística, la primera viene determinada por la necesidad
creciente y cada vez más diversificada de conocimientos que sirvan para ampliar e intensificar la interacción de nuestro país con el mundo latinoamericano, de conocimientos que
permitan tener una visión más cabal de los procesos generales del desarrollo mundial. Es
una demanda objetiva. Esta demanda está condicionada por el empuje del proceso de internacionalización, por la inserción más profunda de Rusia en la economía y la política mundiales.
La demanda por parte del Estado es a la vez objetiva y subjetiva, en el sentido de que
está llamada a reflejar la demanda social-nacional objetiva, lo cual lamentablemente no
siempre se confirma en la práctica. La realidad rusa brinda al respecto gran número de
ejemplos de cómo, desde motivaciones subjetivas, se rehúsa la responsabilidad de apoyar a
la ciencia y facilitar su desarrollo, tema que ha sido objeto de crítica argumentada en un
reciente trabajo de Serguéy Rógov, miembro corresponsal de la Academia de Ciencias de
Rusiaiii.
La comercialización del producto de los estudios latinoamericanistas en nuestro caso (y
en la práctica mundial, en general) está sometida a fortísimas limitaciones. En la latinoamericanística siempre ha predominado y seguirá predominando el sector de investigaciones
fundamentales. Por tanto, el apoyo financiero y logístico con que cuenta es adecuado a las
funciones de sector público (estatal). Sin embargo, no por eso hay que descartar la posibilidad de implantar principios competitivos en la financiación de las investigaciones y se
incremente de modo racional la parte de las elaboraciones aplicadas.
A mi entender, hay que asumir dignamente el imperativo de diversificación en las funciones de la ciencia académica. O dicho en otras palabras, debemos atender la multitud de
demandas de la sociedad, el Estado, el sistema de educación y el sector empresarial en
nuestra esfera de competencia científica y en cuanta medida se inscriba dentro de los límites de nuestra capacidad profesional.
Partiendo de estas premisas, el ILA ACR ha enriquecido notablemente en los últimos
años su gama de funciones. Pese a la reducción gradual de la plantilla de investigadores,
independiente de nuestra voluntad, mantenemos e incluso estamos incrementando el flujo
de productos científicos del género académico tradicional, que apuntan en primer lugar a la
autorreproducción de la latinoamericanística patria y el mantenimiento de su digna aportación a las ciencias sociales rusas, y en segundo lugar, responder a las necesidades de las
escuela superior y la enseñanza profesional de nivel superior en lo que atañe a las materias
de economía y política mundiales, estudios regionales y de países concretos.
Por otra parte, hoy debe tratarse de una participación ya no mediata (a través del producto publicado en papel o electrónico), sino directa en el proceso docente. El lector avisado dirá que nuestra ciencia académica jamás ha estado desvinculada de la escuela superior.
Cierto. Y no es ninguna excepción la latinoamericanística, cuya labor tradicionalmente,
desde sus inicios se ha venido desarrollando en dos sectores: académico y universitario.
Por lo que se refiere al ILA, sus principales especialistas siempre han combinado la labor
investigadora con la docente. La cuestión que se nos plantea hoy es la de las proporciones
entre esas dos facetas. En el contexto actual, la combinación de estos dos tipos de actividad
en la práctica individual es un fenómeno bastante frecuente. Otra cosa es ver hasta qué
punto ello responde a motivaciones elementales de subsistencia y da lugar a que el estudioso se convierta en “profesor-taxi”, lo cual redunda en detrimento de la calidad de su labor
tanto en el campo de la investigación como en el de la enseñanza.
Una peculiaridad del presente tramo en la historia de la latinoamericanística patria consiste en que, tras sufrir una considerable mengua de sus cuadros de investigadores y campo
de actividad en los años 90, últimamente ha empezado a ganar terreno en la esfera de la
enseñanza superior, en el segmento universitario, lo cual se explica por la descentralización
de la formación de especialistas en la esfera de las relaciones económicas internacionales,
la política mundial y el estudio de las diversas regiones del mundo exterior. Se ha roto el
monopolio del que gozaban unos contados centros moscovitas de enseñanza superior. Es
un fenómeno saludable puesto que en nuestro país se ha ampliado bruscamente el círculo
de objetos de las relaciones internacionales. Por tanto, este proceso de descentralización es
plenamente objetivo y puede darse por saludable siempre que pasemos por alto la calidad
de enseñanza impartida en facultades de Economía Mundial y Relaciones Internacionales,
montadas a toda prisa en decenas de universidades provinciales e incluso centros de enseñanza técnica.
Seguramente, con el tiempo la propia vida se encargará de distribuir correctamente los
acentos, y el mercado, la demanda real de especialistas con alto nivel de cualificación hará
el correspondiente cribado, moderando las ambiciones desmesuradas de ciertas “universidades”. Pero aunque se desinfle el número de facultades, de todos modos muchos centros
de enseñanza superior van a necesitar de departamentos habilitados para impartir cursos
especiales que doten a los alumnos de conocimientos actualizados sobre la economía, los
procesos socio-políticos y la cultura de los países de ALC y su papel en el campo de las
relaciones internacionales.
Al apreciar sobriamente la situación, vemos que en cualquier caso los estudios regionales sobre América Latina no serán ni podrían ser una profesión de masas. Durante la época
soviética (en los años 80) la comunidad profesional de latinoamericanistas, contando conjuntamente a los investigadores de institutos académicos, profesores universitarios, funcionarios de los departamentos diplomáticos y de comercio exterior y periodistas especializados en la temática latinoamericana, no pasaba de unas 700 u 800 personas.
Actualmente, en la Federación de Rusia el número de especialistas cuya actividad profesional está relacionada de manera permanente con la latinoamericanística, oscila entre
350 y 400. Cabe suponer que en una perspectiva a medio plazo el país necesitará de una
comunidad profesional de este perfil del orden de 500 especialistas, entre ellos no menos
de 100 en el sector académico (en nuestro caso, en los muros del ILA). Esta cifra se corresponde con los estándares de los grandes estados que tienen participación activa en las
relaciones internacionales del mundo contemporáneo.
Puede parecer que en lo numérico estamos bastante cerca del nivel óptimo. Lamentablemente, hay que tener en cuenta la brecha demográfica que afecta a la ciencia, en general, y la latinoamericanística, en particular. Esto significa que en los próximos cinco o diez
años habrá que reforzar los requisitos tanto en el nivel de graduación universitaria como en
el de doctorado.
Vemos, pues, que en nuestro caso el escoramiento hacia la labor docente tiene razón de
ser desde muchos puntos de vista, y no sólo porque la integración de la ciencia y la enseñanza se esté convirtiendo en punto menos que una moda. Pero esa es tan solo una cara de
la moneda. La otra (que, desgraciadamente, depende en menor grado de nuestro Instituto)
tiene que ver con la oferta de dignas salidas profesionales para los jóvenes científicos. La
dirección del ILA viene haciendo todo lo posible —e incluso algo de lo imposible— para
atraer a jóvenes investigadores. Pero el efecto de estos esfuerzos hasta ahora ha sido más
que modesto. Sólo nos queda confiar en una mejora general en el respaldo financiero de la
ciencia, en una reasunción de la responsabilidad de Estado por su desarrollo.
Con todo, es evidente que, tras la pérdida de terreno sufrida en los años 90, el campo de
aplicación de la latinoamericanística patria empieza a ampliarse. Permaneciendo más o
menos estable en el tradicional sector académico (en que se trata más bien de elevar la eficacia, el nivel de rendimiento), se extiende de modo cada vez más activo en los dominios
de la escuela superior.
Otra esfera en que se ha habido una considerable expansión es la de elaboraciones analíticas aplicadas y servicios de consulta. No es que sea éste un terreno muy favorable para
la latinoamericanística: la demanda (por ahora) es bastante limitada, pero presenta una tendencia ascendente tanto en la esfera de los organismos estatales de gobierno (incluyendo
las administraciones de ciudades, provincias y repúblicas federadas que mantienen vínculos internacionales) como en el sector de la empresa privada, donde ha madurado la demanda de servicios profesionales.
Es precisamente en la esfera de los servicios de consulta donde se encuentra otra línea
de diversificación de la actividad del centro académico de la latinoamericanística. La capacidad de análisis objetivo desinteresado es una importante ventaja del instituto académico
en su labor diagnóstica y recomendaciones profesionales para las estructuras estatales.
Nuestra práctica (por ahora, modesta) de prestación de servicios periciales al sector empresarial puede servir de base para realizar los conocimientos y hábitos profesionales atesorados en los muros del Instituto. Para ello es indispensable contar con la correspondiente experiencia y un régimen normativo propicio (pero no discriminatorio, como lo es
actualmente).
La diversificación de la actividad conduce a la del producto. Y ya nos hemos adentrado
en este camino. A la par con trabajos del género monográfico tradicional, nuestro Instituto,
procurando hacer llegar cuanto antes al destinatario los resultados de nuestras investigaciones, practica la publicación de elaboraciones preliminares en Cuadernos Analíticos del
ILA, que editamos de modo continuado y operativo. Desde 2004 editamos la serie Summit,
cuya función es ofrecer un análisis concentrado de la situación en aquel país de la región
que en un momento concreto u otro se capta la atención de la diplomacia rusa, y una valoración realista de las posibilidades de cooperación política y económica con ese país.
Por supuesto, el principal medio de difusión regular de conocimientos sobre los países
de ALC, de publicación de los adelantos de la latinoamericanística patria, y el eje de unificación de los especialistas rusos en esta materia, independientemente de la institución a
que estén adscritos y de su ubicación geográfica, sigue siendo la revista mensual Latínskaya Amérika. La colectividad de esta publicación con Vladímir Travkin al frente, venciendo las anomalías que entorpecen su labor en el transcurso de los últimos 15 años, ha
sabido mantener la calidad científica y el atractivo cognoscitivo de esta publicación, conservar su audiencia, a pesar de la injustificada alza de tarifas impuesta por los distribuidores monopolistas de la suscripción.
La internacionalización de la ciencia marca también con su sello a la latinoamericanística. Darse el caso de que en este campo, en comparación con otras ramas análogas de estudios regionales, dicha tendencia ha sido mucho más organizada y activa. Más de diez mil
científicos, profesores y postgraduados integran la comunidad latinoamericanista que se
reúne en congresos y simposios internacionales (foros mundiales, regionales o locales).
Ingresar en condiciones de igualdad en esta comunidad no es tarea fácil. Como mínimo,
hay que tener un volumen considerable de publicaciones en las lenguas de trabajo (primordialmente en español, y también en portugués y en inglés) y asegurar que ondee el pabellón
propio —mediante notable presencia de especialistas rusos— en los congresos y simposios
internacionales, lo cual, naturalmente, requiere no pocos recursos financieros. No obstante,
el ILA ha logrado resolver esta tarea, aun en las condiciones actuales poco propicias. La
revista Iberoamérica hace las veces de digna tarjeta de presentación del ILA en la comunidad internacional. Como tarea a corto plazo nos planteamos ahora encontrar la posibilidad
de traducir los libros más acertados editados por nuestro Instituto. La participación activa
que hemos tenido en los foros científicos internacionales de la segunda mitad de los años
90 y el primer lustro de este siglo avala nuestra capacidad competitiva.
¿Qué perspectiva temática contemplamos en el plano de nuestras investigaciones y cuáles son sus elementos determinantes? Recalquemos una vez más las motivaciones del perfil. En primer lugar, interviene la demanda social nacional, y luego aquellas cuestiones que
nos plantea el propio objeto de investigación, la realidad latinoamericana. En tercer lugar
vienen las tareas de autorreproducción de la escuela científica. Por último, conviene mantener en todo momento un margen suficiente para poder maniobrar libremente atendiendo a
la naturaleza creativa de la búsqueda científica.
De cara al futuro próximo, los planes del ILA están relacionados con aquellos problemas de actualidad que se destacan por significación fundamental. Se está preparando para
su publicación una monografía integral que recoge los resultados de estudios centrados en
los aspectos clave del desarrollo de la región. Su objetivo es dar respuesta a la cuestión del
bagaje con que los países de ALC han entrado en el siglo XXI en lo económico, lo sociopolítico, lo cultural y desde el punto de vista de su inserción en el sistema contemporáneo
de las relaciones internacionales. Están a la espera de ser publicados estudios sobre el fenómeno del terrorismo transfronterizo en su modalidad latinoamericana y el problema de la
pobreza, su interpretación histórico-filosófica y su dimensión actual. Obviamente habrá
que prestar máxima atención a las causas y efectos del giro a izquierda y del “renacimiento
indígena” en la vida política de los países de ALC. Se está trabajando en la culminación de
una serie de investigaciones centradas en las experiencias regionales de liberalización financiera, reestructuración de los sistemas de crédito bancario y de privatización en el contexto de las reformas neoliberales. También existe una base teórica y necesidad para volver
a estudiar el tema de la energética partirndo de su creciente importancia en la actualidad.
Prosigue el estudio del proceso de formación de los elementos de economía innovadora
en los países de primera línea de ALC, así como de los efectos que está teniendo y vaya a
tener en la región el fortalecimiento de nuevos centros de fuerza en la persona de los «países gigantes emergentes». Tenemos también en el orden del día el concluir la investigación
de los nexos intra- y extra-regionales de los países del área, que han experimentado serios
cambios en el transcurso del último decenio. Ha entrado ya en la fase práctica la preparación de una nueva edición de la enciclopedia América Latina, en dos volúmenes (coordinadores: Yakov Shemiakin y Alexandr Sizonenko), trabajo que ha de ofrecernos una visión
moderna de la naturaleza, la historia y la geografía, la economía y la vida social, el ordenamiento estatal y político, la ciencia y la cultura de todos los estados de la región, haciendo síntesis de los conocimientos adquiridos por la latinoamericanística patria en las dos
décadas consecutivas a la publicación de la primera edición de esta obra.
Desde hace varios años en el ILA se está trabajando en una línea de estudio nueva para
nosotros: la problemática de los países ibéricos. Las circunstancias que nos han movido a
abrir este campo de investigación son varias: la vinculación histórica y el parentesco civilizacional de las dos regiones, cuyas relaciones en los últimos decenios han entrado en una
fase de renacimiento, la formación de una nueva agrupación internacional —la Comunidad
Iberoamericana de Naciones—, que tiende a convertirse en un importante factor del desarrollo mundial. Por otra parte, se ha tenido en cuenta una premisa práctica: el hecho de
contar en nuestro Instituto con profesionales capacitados para aprehender la problemática
de España y Portugal, tras un período prolongado en que estos países no habían sido objeto
de debida atención por parte de las ciencias sociales patrias. El potencial acumulado en el
Centro de Estudios Ibéricos, encabezado por Petr Yákovlev, permite acometer la tarea de
hacer una aportación de peso a la bibliografía científica sobre ambos países, con apoyo tanto en las propias fuerzas de dicho Centro y las reservas de otras divisiones del Instituto,
como en la cooperación con especialistas del Instituto de Europa de la ACR, el IEMRI, la
UEM, y también en la colaboración con colegas extranjeros en el marco de proyectos conjuntos. La reciente publicación de varias monografías y recopilaciones en que se ofrece una
seria interpretación de la experiencia de la transición española en la economía, la política y
la cultura, dan lugar a que abriguemos esperanzas positivas.
El Instituto de Latinoamérica, al celebrar el hito de su 45º aniversario, se halla plenamente listo en lo fundamental para acometer nuevas tareas. Huelga decir que la cosecha
será mayor siempre y cuando se incremente la financiación de la ciencia, lo cual permitirá
atraer a la joven generación, y cuanto más se amplíe la colaboración con nuestros colegas
de otros centros de investigación de este mismo perfil de Rusia y de otros países.
NOTAS:
Véase V. M. Davydov. «Третьемироведение» и латиноамериканистика (некоторые вопросы
теоретического обновления) ['Estudios del Tercer Mundo' y latinoamericanística (Acerca de algunas
cuestiones de la renovación teórica)]. — en Latínskaya Amérika, 1999, № 1; del mismo autor. Институт
Латинской Америки в контексте отечественной и мировой латиноамериканистики [El Instituto de
Latinoamérica en el contexto de la latinoamericanística patria y mundial]. — Latínskaya Amérika, 2001, №
4.
ii
М. А. Cheshkov. Глобальный контекст современной России. Очерки теории и методологии
мироцелостности [El contexto global de la Rusia contemporánea. Ensayos de teoría y metodología sobre la
integridad mundial]. М., 1999, с. 13.
iii
«El Estado —escribe S. Rógov— no debe sustituir al sector privado en la esfera de la producción, sino
concentrarse en el cumplimiento de las funciones sociales que no reportan beneficio a corto plazo. Esto requiere el cumplimiento de funciones modernas que garantizan la actividad vital de la sociedad y la reproducción económica, a saber: el mantenimiento de la infraestructura social, la protección del medio ambiente, el
desarrollo de la ciencia fundamental». — С. М. Рогов. Государство и общественное благо: мировые
тенденции и российский путь. М., 2005, с. 342.
i