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CÓMO AYUDAR A MI HIJO/A A MEJORAR SU COMPORTAMIENTO Intervenir sobre las conductas de los niños y niñas supone trabajar para cambiar las consecuencias que generan dichas conductas en el ambiente de las mismos, siendo generalmente los padres los encargados de dicha labor. Vamos a ir señalando los “principios” de los que podemos valernos para poder fortalecer o enseñar nuevos comportamientos que queremos que desarrollen nuestros hijos/as y la aplicación de los mismos A. Refuerzo positivo: para conseguir que una conducta se repita en el tiempo o incluso aparezca con más fuerza, el que emite esa conducta debe sentirse “recompensado”, debe sentir que la emisión de ese comportamiento nos ha gustado. Y lo debe hacer de forma inmediata para que sea eficaz. El refuerzo es algo que nos agrada. Puede consistir en elogios, alabanzas, frases de ánimo, felicitaciones, expresiones faciales, contacto físico, escuchar con atención (reforzadores sociales); también pueden ser reforzadores materiales, productos consumibles como chicles, chocolate, refrescos, ...Artículos manipulables como discos, balones, juguetes,..o cualquier objeto que sea gratificante para el niño: ropa, una habitación para él solo..Podemos reforzarle también permitiéndole realizar actividades placenteras para él como ver la tele, jugar a la videoconsola, incluso actividades compartidas como leerle un cuento, pasar rato con los amigos, ir al cine, etc. Para utilizar el método del refuerzo, en primer lugar hay que conocer qué cosas son reforzantes para el niño/a (si regalo un libro a alguien al que no le gusta leer no lo recibirá como premio) y qué conducta en concreto queremos reforzar, proporcionando este refuerzo de forma inmediata siempre que se de la conducta deseada. No obstante, a medida que el niño la vaya adquiriendo, la propia ejecución de la conducta será reforzante en sí misma y no será necesario recompensarla continuamente. ¿Cómo y cuando utilizarlo? Si la conducta que deseamos implementar es compleja para el niño/a, es importante reforzar o reconocer cada pequeño paso hacia la misma, porque si esperamos la realización perfecta, el cambio inmediato, “de un día para otro” y despreciamos los pequeños esfuerzos, difícilmente motivaremos para continuar el cambio. Así si al niño le cuesta estudiar y esperamos a que no se levante en toda la tarde, o le cuesta ordenar y hasta que no vemos recogida por completo la habitación no le premiaremos o incluso le recriminaremos aquello que le faltó, probablemente desista del intento de cambio. Por el contrario si queremos que nuestro hijo adquiera hábito de estudio, podemos empezar reforzando cualquier actividad próxima a la de estudiar: leer, ver algún programa cultural por TV, preguntar alguna duda acerca de sus deberes. Así, para implementar bien el refuerzo positivo es necesario: 1. Especificar bien la conducta a modificar 2. Identificar reforzadores eficaces. 3. Administrar de forma inmediata a emisión de conducta que deseamos. 4. Utilizar varios reforzadores, para evitar saciación, por mucho que nos guste algo, el realizarlo de forma repetida nos puede llegar a cansar y perder su valor reforzante 5. Acompañar todo refuerzo material o de actividad con los reforzadores sociales, menos costosos, más accesibles e inmediatos y de un gran valor que permite ir desvaneciendo el resto de las recompensas. 6. Estimar cantidad óptima de reforzador. 7. Pasar de un refuerzo continuo (refuerzo que aparece siempre tras la emisión de la conducta deseada) al intermitente (aparece sólo en ocasiones, alternado con refuerzos sociales) cuando vayamos viendo que la realización de la conducta deseada, se ha ido automatizando e incluso la misma realización llega a ser reforzante por sí misma. Este principio está en la base de una técnica llamada economía de fichas, utilizada para la instauración y control de conductas complejas para el niño/a. No se trataría de otra cosa que de fijarnos dos o tres conductas muy concretas que queremos que el niño lleve a cabo, y utilicemos como refuerzo por su aparición una ficha, o punto, que podrá canjear más tarde en un plazo establecido (al finalizar el día o la semana) por los distintos premios que habremos pactado de antemano con él o ella (reforzadores materiales, de actividad....) en función de los puntos obtenidos. Así por ejemplo podrá obtener un postre especial con X puntos, o un tiempo extra de T.V o ir al cine el sábado, con otros tantos. Debemos pactar también con el niño y de antemano qué necesita hacer para conseguir el punto/ficha y lo que obtendrá por su realización, en función de lo costosas que sean las conductas, así como la frecuencia, y momento del cambio. Es importante que la entrega de fichas o puntos se haga sin demora, de forma inmediata, contingentemente al comportamiento emitido, que se den siempre que se emita esa conducta, que se adecue la cantidad y el tipo de reforzador a entregar, tanto al niño como a la situación (es importante que el niño/a perciba mucha recompensa al principio para motivarse, “poniéndoselo fácil” y poco a poco se vayan incrementando los criterios para lograr tanto el punto o ficha como el premio, encareciendo este último) atender a la ley de “la oferta y la demanda” procurando no crear saciación y acompañar la entrega de la ficha con refuerzos sociales (“fenomenal, lo has hecho muy bien, estoy muy contento...”) que facilitarán la generalización. En el próximo número trabajaremos con un ejemplo que facilite la comprensión y aplicación de esta base teórica, así como seguiremos profundizando en otros principios de actuación para modificar el comportamiento de nuestros hijos e hijas