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CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE Dionisíaco. Este concepto hace referencia a la distinción realizada por Nietzsche entre el espíritu apolíneo y el espíritu dionisíaco. Éstos, derivan de los dioses griegos Apolo (dios griego del Sol, símbolo de la mesura, la armonía y la proporcionalidad) y Dionisio (dios del Vino, símbolo de la pasión y la sensualidad, del ansia de vivir y de la creación artística). Nietzsche contrapone estos dioses como facetas distintas del espíritu humano. Con el concepto de “apolíneo” hace referencia al componente armónico, luminoso y sereno del espíritu griego, en oposición con el componente pasional y entusiasta, doloroso y oscuro, representado por la figura de Dionisio. Dionisio es el dios de la embriaguez y del entusiasmo, del desenfreno pasional. Apolo representa el orden y la racionalidad, mientras que Dionisio representa lo que desborda al orden. Según Nietzsche, estos dos espíritus convivían en perfecto equilibrio en Grecia, hasta que Sócrates, ensalzando la racionalidad, hizo que se impusiera el espíritu apolíneo sobre el dionisíaco. Aquí se da el triunfo del hombre teórico frente al hombre trágico. A partir de este momento, en la cultura occidental triunfará el espíritu apolíneo, aplastando al espíritu dionisíaco. Nuestro autor reivindicará este último desde su postura vitalista: quien vive dionisíacamente, vive apasionadamente la vida, como un juego o una aventura festiva en la que hay que poner los cinco sentidos para vivirla plenamente. Inocencia del devenir. En opinión de Nietzsche, la filosofía tradicional (ya desde los presocráticos) ha sentido siempre rechazo al devenir, al carácter cambiante y fluyente de las cosas, persiguiendo ilusoriamente el ideal de una realidad superior que poseyera los caracteres contrarios a los de este mundo cambiante en el que habitamos. Para estos filósofos el incesante cambio de las cosas, el devenir, ha sido algo molesto que no coincidía con las características que, según ellos, debía tener la verdadera realidad: inmutabilidad, eternidad, universalidad, etc. Frente a esta actitud de rechazo al devenir y de desprecio del mundo sensible, Nietzsche afirma la única existencia de este mundo, el del devenir o cambio y de las apariencias, considerando que no existe más que este mundo, perpetuamente móvil y cambiante, sin que exista ninguna realidad superior a esta. Aceptar que el mundo es tal como se nos aparece y no como a la razón le gustaría que fuera implica comprender la inocencia del devenir y la vanidad de las pretensiones humanas de hallar verdades y valores absolutos. Moral contranatural. Para Nietzsche es la moral de los débiles y los resentidos de la vida, de los que rechazan el cuerpo y sus pasiones, de los que afirman la realidad de un mundo superior por cuya consecución debemos sacrificarnos en esta vida. Esta es la “moral del rebaño” o “moral de los esclavos”, que se identifica con la moral impuesta por Sócrates, Platón y el cristianismo. Surge de resentimiento de los débiles hacia los fuertes, y pretende hacer de sus defectos (debilidad, cobardía, resignación, etc.) virtud. La moral contranatural se contrapone a la moral natural, que es la de los fuertes, basada en la voluntad de poder y en la valoración de esta vida, la vida terrenal, como lo más importante. La moral natural o sana, según Nietzsche, es la moral del hombre superior o superhombre. 1 Mundo aparente. Este término está íntimamente ligado al de mundo verdadero. Con estos conceptos (mundo aparente y mundo verdadero), Nietzsche hace referencia a la división de la realidad en dos mundos establecida tradicionalmente por la metafísica y la religión: un mundo superior y verdadero – el mundo de las Ideas, el cielo, etc. que es inmutable y eterno- y un mundo inferior y con un grado de realidad inferior –el mundo sensible, sometido al devenir. Nietzsche considera que debe invertirse esta división y considerar como verdadero al que hasta entonces se había considerado como mundo aparente, y mundo falso e inexistente al que hasta ahora había sido considerado como el superior y verdadero. Transmutación de los valores. Con el concepto transmutación, transvaloración o inversión de todos los valores, Nietzsche hace referencia a la necesidad de reemplazar los valores tradicionales (en concreto los valores cristianos y burgueses) por una nueva tabla de valores centrada en esta vida y en el deseo de vivirla plena e intensamente. Frente a la moral resentida de la tradición occidental, Nietzsche defiende una moral fuerte y creativa, que parte de la afirmación de la vida (vitalismo) y confiere valor supremo a la afirmación y realización del hombre. Se ha de imponer la “moral de los señores” frente a la de los débiles y esclavos, exaltando los instintos primarios de la vida. Esto también implica la primacía del mundo aparente frente al mundo estable de la filosofía dogmática. Una vez cumplida la transmutación de los valores, el hombre pasa a ser superhombre, diciendo sí a la vida. Las etapas de transformación del hombre son: camello, león y niño. Nihilismo. Negación de toda creencia. Nietzsche considera que la cultura europea ha llegado ya a su ruina, es decadente, y esto conduce al nihilismo, que desemboca en un pesimismo absoluto y demoledor. Esto ocurre porque se ha perdido la fe en el verdadero mundo y en su personificación en Dios, se ha producido la “muerte de Dios”, y esto conduce a que la cultura pierda su sentido y su meta aparente. Frente a este nihilismo pasivo, Nietzsche propone un nihilismo activo, ya que el nihilismo también supone desintegrar el fundamento de la cultura occidental, de Dios. (Destruir para construir de nuevo). A partir de aquí se puede producir lo que nuestro autor denomina “el gran mediodía” que devuelva el vigor, la creatividad y la visión trágica de la vida a la cultura europea. Esta es una de las tareas del vitalismo nietzscheano: desencadenar al hombre de sus viejas ataduras, de todos los valores que lo aplastaban, y crear nuevos valores que enraícen al hombre en esta vida. Así, el nihilismo (la negación de todo lo anterior) conducirá a la transmutación de todos los valores, que a su vez supone la autoafirmación del hombre en la figura del superhombre. 2