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13 de Febrero Miércoles de ceniza Electrocardiograma de Dios El corazón, de carne, capaz de conmoverse con nosotros. Los ojos miran, buscan, ven y descubren las hambres de los hombres. Sus oídos perciben los gritos y las risas de la humanidad; y con los lamentos se estremece, y con las risas se ilumina. Tiene una palabra: la palabra de Jesús, que atraviesa las montañas y los siglos. Tiene entrañas de misericordia. Tiene las manos abiertas, para dar y recibir. Y de tan abiertas, un poco atravesadas por mil clavos. Sus pies son los del viajero, siempre en marcha, en todas las direcciones. Tiene un sueño: el evangelio, y muchas pesadillas: el dolor de sus hijos. Es al tiempo viejo y joven, macho y hembra... Y quiere hablar conmigo, y que le conozca, y que le ayude, y que le entienda, y que me cure, y que compartamos ese sueño grande. Oración agustiniana: Oh Dios creador de todas las cosas, Señor y Redentor, derrama sobre mí, en primer lugar, el don de saber pedirte; después, el don de hacerme digno de ser escuchado por mi vida y por mis obras, y finalmente, el regalo de ser libre, dejando de lado mis mediocridades y pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 1 14 de febrero Jueves después de la ceniza Diez pistas para un camino de oración 1. Sitúate ante el mundo que te rodea. No todo da lo mismo. Todas las posturas tienen cabida, pero no todas tienen futuro. 2. Dedica unos momentos a pensar tu vida y ponte en verdad. No construyas tu identidad comparándote con otros. 3. Percibe el deseo de Dios que hay en tu corazón. Basta una pequeña brasa para encender un gran fuego. “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21). 4. Haz silencio para ponerte ante una presencia. Busca la soledad para llegar al encuentro. 5. Ábrete a la Palabra. Lee con detenimiento, comprende lo que lees, dialoga con la Palabra, quédate en silencio ante ella, deja que la Palabra te construya. 6. Recuerda que orar es “tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús). 7. Aprovecha este momento para discernir tu vida y descubrir qué es lo que te pide Dios para que seas feliz, para que brote tu mejor tú. 8. Concreta tu momento de oración en un compromiso. “El verdadero abrazo a Dios se lo damos en la vida”. 9. Disponte a intercambiar los dones para construir un mundo nuevo. “Al darnos nos vamos creando”. 10. Descubre qué tarea tienes que privilegiar en tu comunidad cristiana para recorrer con los demás el camino del encuentro con Dios en la oración. “Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”. Oración agustiniana: Señor Dios nuestro, por quien tienen ser todas las cosas, que por sí mismas no hubieran podido existir, ayúdame a comenzar estos días de Cuaresma con un verdadero espíritu de conversión y penitencia, buscándote a Ti, eterna Verdad y Felicidad de todo hombre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 2 15 de febrero Viernes después de la ceniza Cuaresma con corazón sensible Salir de sí mismo es como romper un muro y abrir una ventana en el corazón de piedra. Eso te permitirá ver y oxigenarte y sensibilizar el corazón. No hay que esperar a que los otros vengan a ti, sino que debes salir al encuentro de los demás. Ponte en camino, porque somos peregrinos en busca de la tierra prometida que es la Pascua. Para eso es necesario desinstalarse y liberarse de apegos y ataduras. Enseguida encontrarás compañeros de viaje. Y enseguida verás muchos que van heridos y muchos que están tirados en la cuneta. Ya no podrás “dar un rodeo”. En el camino puedes encontrar: El dolor y la desesperación de las familias que tienen un hijo drogadicto. La frustración y la impotencia del que no tiene trabajo. Alguien con una enfermedad dolorosa. El sufrimiento y la pena del que ha perdido un ser querido. Uno que sufre de soledad o marginación. Otro que lamenta su fracaso económico, profesional o sentimental. A niños sin familia y madres abandonadas. El que no tiene ideales ni esperanza. Y el que está vacío y no encuentra a Dios… Todo esto lo encontrarás a la vuelta de la esquina y en cada una de estas realidades está Cristo presente diciéndote: “Ven y Sígueme”. Sólo tendrá sentido nuestra cuaresma si aceptamos esta propuesta de Cristo de seguirle y caminar con Él hacia la Pascua. Oración agustiniana: Concédeme, Señor, amar más las cosas interiores que las exteriores. Que goce en las cosas internas y no ponga el corazón en las cosas materiales. Amén. 3 16 de febrero Sábado después de la ceniza Brindar alegría Pinceladas: "La alegría y el amor son las dos alas para las grandes empresas" (Goethe). "El hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría" (Aristóteles). "En la mano del que ofrece rosas siempre queda algo de fragancia" (Proverbio chino). "Donde reina la alegría, también florece la amistad" (Guy). "Dios ama al que da con alegría" (San Pablo). "Una cosa bella es una alegría para siempre. En cambio el insulto, la mentira o la descalificación permanente del otro generan tristeza y desaliento" (Kent). Texto bíblico: "Estad siempre alegres en el Señor; os los repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús" (Flp 4,4-7). 4 Comentario sapiencial: Hemos sido creados para la alegría, igual que hemos sido creados para crecer en el amor. Necesitamos decirnos esto muchas veces, para que no se nos olvide que el Corazón de Cristo nos llama al gozo. Frente a tantas cosas que amenazan con angustiarnos, escuchamos una y otra vez la palabra del Corazón de Jesús: “Vuestra alegría nadie os la podrá quita”. Las gentes de hoy nos miran a los ojos para ver si estamos alegres. La alegría es la mejor señal de que dentro llevamos los sentimientos del Corazón de Cristo. Oración agustiniana: Señor, haz que escuche la voz de la verdad, que nunca calla. Que haga un silencio en mi interior para que pueda escuchar, en medio del barullo y del bullicio del mundo, el susurro de tus labios, que suavemente tocan el oído de mi corazón y lo invitan a la conversión. Amén. 5 17 de febrero I Domingo de Cuaresma Las tentaciones de Jesús Lectura del santo Evangelio según san ELucas 4, 1-13 n aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: – Si eres Hijo de Dios, dile a esa piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó: – Esta escrito: «No solo de pan vive el hombre». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo. Jesús le contestó: – Está escrito «Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti». Y también «te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece en las piedras». Jesús le contestó: – Está mandado «No tentarás al Señor tu Dios». Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Oración agustiniana: Haz que seamos más humildes, Señor, pues la soberbia es el principal obstáculo para que podamos entrar en comunión contigo y con nuestros hermanos y así crecer en el camino de la santidad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 6 18 de febrero Lunes de la 1ª semana Oración de las manos abiertas Señor, sé que es difícil seguirte como Tú quieres. Intento una y otra vez comenzar de nuevo para que todo huela a fresco. Ventilo cada día las paredes del corazón para hacerle hueco a tu aliento. Pero tropiezo con tu Palabra, cada vez que cierro los ojos esperando magias. Y sé que no debe ser así, Padre. Debo abrir mis ojos y extender mis manos. Porque el milagro debo hacerlo yo. Minuto a minuto. Gesto a gesto. Con mis manos. Casi lo único que tengo. Mis pobres y torpes manos. Estas manos que quieren parecerse a las tuyas en el esfuerzo y en la pasión. Dedos que se agarren con fuerza a cada uno de mis sueños. Arañando hasta el límite de mi fe en Ti. ¡Manos desconsoladas tantas veces! Que no quieren ser tuyas a ratos, sino eternamente tuyas. ¡Y que me cuesta tanto! Son como aprendices de caricias sobre las lepras de los labios de los hombres. Dame fuerzas, Señor, para que mis dedos amen a destajo, para que mis uñas limpien la tristeza en las almas rotas, para que mis puños derriben cualquier conato de injusticia y para que permanezcan extendidas acogiendo entre sus palmas a los más necesitados. Dame aliento, Señor, para que estas manos puedan ser las tuyas y nunca jamás vuelvan a tener miedo. Que sean capaces de decir que sí a tu llamada peregrina y loca. Agotadas de tanto echar al hombro tantos corazones partidos. Agotadas de dar, voluntariamente, toda la ternura que es capaz de crear nuestro pobre y humilde silencio. Oración agustiniana: Ayúdame, Señor, a profundizar en los cimientos de mi vida; haz que cave en la humildad para que desde lo más profundo pueda edificar una casa sólida en la que Tú habites, desterrada de toda autosuficiencia y soberbia, que me hace ser frágil y me encierra en mí mismo. Amén. 7 19 de febrero Martes de la 1ª semana El alfabeto Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche, descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de la carreta y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones. Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: “He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él ni una sola oración. De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y Tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar”. Y el Señor dijo a sus ángeles: “De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda alguna, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”. Oración agustiniana: Señor, tú siempre estás conmigo y muchas veces yo no he estado contigo, por vivir volcado hacia mis propios intereses. Ayúdame a ser siempre fiel a tus preceptos y a tu amor, para reconocer siempre tu presencia fiel y alentadora que me llama a la santidad. Amén. 8 20 de febrero Miércoles de la 1ª semana Declaración de amor de Jesús de Nazaret Me gustas tal y como eres…, me gusta tu pelo engominado, tu piercing en la lengua, tu tatuaje en el hombro… Me gusta tu lenguaje juvenil, tus palabras enrevesadas, tu manera de andar, tus métodos –como dices tú- de “entrar”; me dejas perplejo –me estaré volviendo viejo- al ver cómo te diviertes, pero me gusta. Me gustan tus colegas, tus fiestas, tus salidas a la montaña y tus llegadas a las tantas de la madrugada. Me gusta tu modo de hacer las cosas, tus cabreos contigo mismo y con los demás, tu sonrisa –ésa nunca falla- en medio de las dificultades, tus “artilugios oratorios tan peculiares” de convencer a tus padres. Pero sobre todo me gusta mucho, ¡vamos! –como te gusta decir a ti- me hacen los ojos chiribitas cuando me agarras de la mano y me llevas contigo, y a veces me mimas y otras veces coges un cabreo conmigo, pero, y eso me tiene loquito, nunca me sueltas, aunque a veces –¡qué bestia eres!- te pasas apretándome la mano… Lo que no me gusta nada es si “pasas” de mí, si no te intereso, cuando te olvidas de que estoy a tu lado y te necesito, bueno nos necesitamos los dos. Por eso, querido amigo, te pido con todo mi corazón que siempre me lleves contigo, aunque a veces no nos entendamos y estemos a punto de “llegar a las manos”. No me molesta, me gusta como eres, te importo y eso dice mucho de ti. Lo que nunca, lo que jamás podré soportar es que utilices para conmigo la indiferencia…, por favor amigo no lo hagas, sufriría mucho… Oración agustiniana: Señor, ayúdame a vencer mis malas costumbres, para que pueda corresponder a los dones de tu amor y a las gracias que tan abundantemente derramas en mí. Amén. 9 21 de febrero Jueves de la 1ª semana Decálogo “casero” de oración 1. Hazte con una llave maestra para entrar en oración en tu cuarto, en tu rincón favorito, pero también en el autobús, en tu trabajo, … 2. Acude a la oración como si se tratara de una cita de vital importancia: tu primera cita de amor o la entrevista para tu primer trabajo. 3. Es importante que hables a Dios de tus errores, de tus infidelidades..., pero mucho, mucho más importante es que te des cuenta de que “tus pecados no llegan ni al tobillo a la misericordia de Dios.” 4. Cuando desees orar pero te lo impide la conversación con una persona, no desesperes ni lo dejes para otra ocasión, escucha a Jesús en las palabras de tu hermano. 5. Si en algún momento de la oración sientes ganas de reír…, ríe; si ganas de llorar…, llora; cuando el hombre deja que Dios entre en su corazón, Él obra de múltiples formas. 6. No uses fórmulas estrambóticas para dirigirte a Dios. Él te entiende de sobra. Es más, las palabras que usas las pone Dios en tus labios. 7. A veces no sentirás nada, pensarás que Dios está mudo. No te preocupes. Dios no te ha abandonado, únicamente ha cambiado de estrategia y te está acariciando amorosamente… Siente sus caricias. 8. Cuando los ruidos te impidan orar, piensa en el Dios de las multitudes, en el Dios de los amigos, de las reuniones festivas… 9. No sólo pidas a Dios por ti, por tu familia, por los más pobres, por, por… Dios también necesita tu ayuda. Dile en qué le puedes ayudar y échale una mano. 10. No salgas de la oración de capa caída por no haber solucionado la papeleta. Siéntete radiante pues tú lo has dejado todo en manos de Dios. Confía en que Él te dará fuerzas y obrará en ti. Oración agustiniana: Señor, sé muy bien que no me hallo distante de Ti por el espacio, sino por el corazón y que, amándote, es como verdaderamente estoy cerca de ti. Ayúdame a vencer mis egoísmos para amarte con todo el corazón y así estar siempre, y en todo lugar, muy cerca de ti, Verdad y Amor verdadero. Amén. 10 22 de febrero Viernes de la 1ª semana Felices cada día. Las pequeñas bienaventuranzas Felices los que se ríen de sí mismos: nunca acabará su diversión. Felices los que no confunden un grano de arena con una montaña, pues se ahorrarán muchas preocupaciones. Felices los que saben descansar sin buscar excusas, porque están en el camino de la sabiduría. Felices los que no se toman muy en serio, porque serán más estimados por los demás. Felices serán si toman en serio las cosas pequeñas y afrontan con calma las grandes; llegarán muy lejos en la vida. Felices si aprecian una sonrisa y olvidan un mal gesto, pues caminarán por la vertiente feliz de la vida. Felices si son comprensivos con los malos gestos de los demás; les tendrán por tontos, pero ése es el precio del amor. Felices los que piensen antes de obrar y oran antes de pensar, porque evitarán muchos errores. Felices si reprimen su lengua y saben sonreír, aunque les contradigan y les molesten; porque el Evangelio ha prendido en su corazón. Y, sobre todo, felices, si reconocen, en todos al Señor: la luz de la verdad brilla en sus vidas y han hallado la verdadera sabiduría. En las personas felices he encontrado siempre una rica vida interior, una alegría espontánea hacia las cosas pequeñas, una gran sencillez. En las personas felices me ha impresionado siempre la falta de envidias insensatas. En las personas felices no he encontrado nunca impaciencia, agresividad o protagonismo. Casi siempre poseían una gran dosis de humanismo. (Phil Bosmans). Oración agustiniana: Haz de mi corazón una esponja capaz de encogerse ante los fallos y las faltas, de manera que pueda encaminarme hacia Ti, pues mi rigidez y mis mediocridades han encallecido mi corazón, y lo han vuelto insensible a tu voz y a tu presencia en mi prójimo. Amén. 11 23 de febrero Sábado de la 1ª semana Siempre, María La Virgen María, nuestra Madre, es nuestro modelo para vivir intensamente la cuaresma: Nos sigue recordando que su Hijo nació entre la gente sencilla, humilde y pobre y desde ahí comenzó a construir el Reino de Dios con la única fuerza de su amor. Que Dios está acá abajo en donde son necesarios unos ojos bien abiertos y un corazón grande y sensible para seguirlo descubriendo. María, mejor que nadie, comprendió que la humildad es el camino para acerarse a los demás; que cuanto más se entrega uno al servicio, más lleno de Dios se encuentra, pues el corazón de los hijos de María se llena de otras riquezas tal vez distintas de las que muchas veces buscamos. María nos invita a ser creativos, a ir construyendo una realidad mejor a pesar de la dificultad del camino, pues a ella le resultó complicado en ocasiones entender la misión que Dios le encomendaba y no se cansó de buscar la respuesta más fiel. Imaginemos si le costaría aprender a ver las cosas desde Dios, reconocer a su hijo en el pesebre y sobre todo en la cruz; pero ella es la que mejor ha comprendido que el instrumento de Dios es el amor y que no hay mayor amor que dar la vida por los demás. María nos muestra el camino; sabemos lo que hemos de hacer para ser hijos dignos de una madre como la nuestra. Oración agustiniana: Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y que, con la luz que Tú has encendido en mi interior, pueda iluminar a mis hermanos y compartir con ellos el calor que Tú mismo has infundido en mi corazón. Amén. 12 24 de febrero II Domingo de Cuaresma La Transfiguración Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b -36 tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan, y a Santiago a lo E naltoaquel de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban dijo Pedro a Jesús: – Maestro, ¡qué hermoso es estar aquí! Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: – Este es mi Hijo, el escogido; escuchadle. Cuando sonó la voz; se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. Oración agustiniana: Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti todo es tiniebla, oscuridad y frío. Que pueda gozar siempre de Tu luz, pues sólo en ella y con ella podré ver los acontecimientos de mi vida como Tú los ves y vivir en plenitud la vocación a la felicidad que me has dado. Amén. 13 25 de febrero Lunes de la 2ª semana Oración del internauta Padre nuestro, que estás en la red. Tu amor nos crea y nos recrea en infinitos mundos virtuales. Tú mantienes los hilos invisibles que nos enredan unos con otros en esta telaraña mundial de comunicación y amistad. Venga a nosotros la red de tu Reino, el Reino de la comunicación total, de la libertad sin fronteras, del respeto por todos. Danos nuestra ración de bits de cada día. Que todos tengan la oportunidad de en-re-darse para que la red no sea un lagar para unos pocos. Perdona que conectemos poco contigo; pero tú, Dios nuestro, “e-mailanos” de vez en cuando aunque sabemos que ya nos mandaste, allá en la plenitud de los tiempos, el mejor de tus e-mails: tu Hijo E-Manuel, "Dios con nosotros". No permitas que caigamos en la red de servidores lentos y desaprensivos, ni nos dejes caer en la tentación de huir hacia falaces realidades virtuales evadiéndonos de las urgentes realidades físicas. Y líbranos de la basura digital. Amén. Oración agustiniana: Señor, haz que nuestra vida sea digna de la presencia de tu Espíritu en nosotros; que no se tenga que marchar, por nuestra dureza o por nuestra soberbia; como buen huésped que es, haz, Señor, que si nos encuentra vacíos, nos llene; si nos encuentra hambrientos, que nos sacie; si nos encuentra sedientos, que nos embriague. Amén. 14 26 de febrero Martes de la 2ª semana El bambú Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: se siembra la semilla, se abona, y se riega constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros. ¿Tardó seis semanas en crecer? No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Reflexión: No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente, que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. Oración agustiniana: Haz, Señor, que viva siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo mis propios caminos, pues los tuyos conducen a la salvación, a la felicidad plena, mientras que los míos conducen a una alegría pasajera. Amén. 15 27 de febrero Miércoles de la 2ª semana Crecer y cambiar Me declaro culpable de no haber hecho, con estas manos que me dieron, una escoba. ¿Por qué no hice una escoba? ¿Por qué me dieron manos? ¿Para qué sirvieron si sólo vi el rumor del cereal, si sólo tuve oídos para el viento y no recogí el hilo de la escoba, verde aún en la tierra, y no puse a secar los tallos tiernos y no los pude unir en un haz áureo, y no junté una caña de madera a la falda amarilla hasta dar una escoba a los caminos? Así fue: no sé cómo, se me pasó la vida sin aprender, sin ver, sin recoger y unir los elementos. En esta hora no niego que tuve tiempo, tiempo, pero no tuve manos y así, ¿cómo podía aspirar con razón a la grandeza, si nunca fui capaz de hacer una escoba, una sola, una? Sí, soy culpable de lo que no dije, de lo que no sembré, corté, medí, de no haberme incitado a poblar tierras, de haberme mantenido en los desiertos. Y de mi voz hablando con la arena. Pablo Neruda Oración agustiniana: Mi oración, hecha con humildad y caridad, con ayuno y limosnas, templanza y perdón, practicando el bien y no devolviendo el mal por mal, alejándome del mal y entregándome a la virtud, busca la paz y la consigue. La oración en efecto, ayudada con las alas de tales virtudes, vuela y llega más fácilmente al cielo, adonde me precedió Cristo, verdadera paz y consuelo. Amén. 16 28 de febrero Jueves de la 2ª semana Un error en el cielo Había una vez un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo, pues era un hombre bondadoso. En esa época, el cielo todavía no tenía un buen programa de recepción de almas. San Pedro, al recibirlo, le dio una mirada rápida a las fichas que tenía sobre el mostrador, y como no vio el nombre de él en la lista, lo orientó para ir al infierno. En el infierno nadie exige carnet o invitación, cualquiera que llega es invitado a entrar. Así que el sujeto entró y se quedó. Unos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro: -¡Esto es un sabotaje! Nunca me imaginé que fueses capaz de una bajeza semejante. Sin saber el motivo de tanta furia, muy sorprendido San Pedro le preguntó a Lucifer: -No te entiendo, ¿de qué me hablas? Lucifer, trastornado le gritó: -Tú me enviaste a ese sujeto al infierno y ahora él está haciendo un verdadero desastre allí. Él llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas, y ahora todo el mundo está dialogando, abrazándose y besándose. ¡El Infierno está insoportable, parece el Paraíso! ¡Pedro, por favor, toma a ese sujeto y tráelo para acá! Para pensar: ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otras se “ahogan en un vaso de agua” por problemas pequeños? Los problemas forman parte de nuestra vida, pero no dejes que ellos te transformen en una persona amargada. Vive con tanto amor en el corazón, que si fueses a parar al infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso. Oración agustiniana: Señor, que tu Espíritu, que es bueno, nos llene, nos rija, nos impulse a obrar siempre el bien, de tal manera que hagamos lo que a ti te agrada no por temor al castigo, sino por amor de tu nombre. Amén. 17 1 de marzo Viernes de la 2ª semana ¿Dónde está tu riqueza? GRUPO 1 Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho DINERO. Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y BIEN PAGADOS. Abogado: ganar muchos casos y tener un coche de LUJO. Gerente: tener la empresa en niveles de GANANCIA altos. Atleta: GANAR fama y reconocimiento mundial. Preso de por vida: caminar LIBRE por las calles. Ciego: VER la luz del sol. Sordo: ESCUCHAR el sonido del viento. Mudo: poder DECIR a las personas cuanto las ama. Invalido: CORRER en una mañana soleada. Persona con SIDA: poder VIVIR un día más. GRUPO 2 Para pensar: ¿Ves la diferencia entre los grupos? Los del grupo 2 desean cosas que el dinero no puede comprar, los del grupo 1 quieren dinero y fama, teniendo las cosas que no se pueden comprar con dinero. Es increíble que muchos tengan riquezas gigantescas que no aprecian, y ven su "tesoro" en las cosas que tienen un precio y que el dinero puede comprar. Entonces.... ¿Dónde está tu riqueza ?. La respuesta es importante porque allí estará tu corazón. Oración agustiniana: Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y que con la luz que Tú has encendido en mi interior, pueda iluminar a mis hermanos y compartir con ellos el calor que Tú mismo has infundido en mi corazón. No permitas que mi lámpara se apague, pues mi vida no sólo se volverá sombría, sino que como las lámparas que se apagan, ahumará y llenará de tufo a los que me rodean. Amén. 18 2 de marzo Sábado de la 2ª semana Gramática de Dios Deseo que estas reglas gramaticales te den ánimo para esta cuaresma y en el camino que aún te falta por recorrer en tu vida: Puntos suspensivos... Cuando tengas que esperar aún, sin poder ver más allá, y tu fe y tu esperanza tengan que crecer; la obra que empecé en ti no ha terminado. Un punto y aparte... Cuando tengas que cerrar ciclos buenos y no tan buenos en tu vida; y dar inicio a una nueva frase que tengo escrita para Ti. Un punto y coma... Cuando tengas que despertar cada mañana y te des cuenta que mi gracia y mi misericordia es nueva cada día; y que lo que viviste ayer ya lo olvidé. Un punto y seguido... Cuando tengas que seguir avanzando incluso en medio de la prueba y la lucha, teniendo la seguridad que Yo estaré contigo. Confía en Mí y obedece mis palabras, trata de evitar un signo de interrogación... Cuando Yo he decidido guardar silencio y sólo contemplarte. Recuerda que “Nunca te dejaré ni te desampararé”. Pero sobre todo no dejes de usar un signo de exclamación... Cuando te hable, cuando me muestre en tu vida, cuando aun en las cosas más sencillas que te pasen mi sello esté implícito. Y siempre un punto final… Cuando el viaje haya sido largo, y a pesar de los valles de inseguridad que hayas cruzado, de los días de dudas y de oscuridad. Aunque te cueste creer: Para esta hora llegaste, en este tiempo naciste… en mis propósitos eternos estás tú. Oración agustiniana: Haz, Señor, que aprenda a dar y a darme a mí mismo, siguiendo el ejemplo de Cristo, que se entregó libremente por nuestra salvación. Que también, como María, me ponga al servicio de tu plan de salvación sobre todos los hombres, con generosidad y con alegría, pues tú amas al que da con alegría. Amén. 19 3 de marzo III Domingo de Cuaresma La parábola de la higuera Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9 E n aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: –¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: –Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: –Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no al año que viene la cortarás. Oración agustiniana: Haz, Señor, que siempre cantemos y caminemos; que nunca nos dejemos vencer por la pereza o por el desánimo, sino que con gozo y esperanza emprendamos cada día nuestro camino, siguiendo tus huellas, en el camino verdadero, sin detenernos, sin volvernos nunca hacia atrás. Te lo pedimos a ti que eres el Camino que conduce a la Verdad y la Vida, y que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 20 4 de marzo Lunes de la 3ª semana Estoy aprendiendo a amar Estoy aprendiendo a aceptar a las personas, aun cuando ellas me defrauden, aun cuando se salgan del ideal que yo tengo de ellas, y aun cuando ellas me hieran con palabras ásperas o acciones irreflexivas. Es difícil aceptar a las personas así como ellas son, y no como yo quiero que sean. Es difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo, porque estoy aprendiendo a amar. Estoy aprendiendo a escuchar. Para escuchar con todos los sentidos, lo que dice el corazón, lo que dicen los hombres caídos, los ojos tristes, y las manos inquietas. Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para descubrir la angustia guardada, la inseguridad enmascarada, y la soledad encubierta. Para penetrar en la sonrisa falsa, la felicidad simulada, y la adulación exagerada. Para descubrir el dolor de cada corazón, para descifrar el porqué de las lágrimas. Poco a poco, estoy aprendiendo a amar. Estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas, y borra las cicatrices que la incomprensión e inseguridad grabaron en mi corazón herido. El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos, y no cultiva las ofensas con piedades y autocompasión. El amor perdona, da alivio, y extingue todo el dolor en el corazón. Estoy aprendiendo que el afecto y la aceptación, son necesarios para soportar las experiencias duras a lo largo de los años. Estoy aprendiendo a ver el alma de las personas, y las posibilidades que Dios les dio. ¡Pero, cómo es lento aprender! Y ¡cómo es de difícil amar! Aún así, estoy aprendiendo a amar. Oración agustiniana: Señor, danos verdadera libertad frente a los bienes materiales; que podamos poseerlos, sin que ellos nos posean a nosotros; que no nos atrape su abundancia, ni nos hunda su carencia, sino que nuestro corazón esté siempre afincado en ti, riqueza infinita y Bien sumo, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 21 5 de marzo Martes de la 3ª semana Un nuevo día Durante diez años Tomás Edison intentó construir una batería de almacenaje de cargas eléctricas. Sus esfuerzos, estrangularon en gran medida sus finanzas. En diciembre de 1914, una combustión espontánea en su estudio casi lo llevó a la ruina. En minutos todos las sustancias inflamables ardieron. Aunque los bomberos vinieron de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca presión de agua provocaron que fuera imposible extinguir las llamas. Todo quedó destruido. El daño excedía a los dos millones de dólares, los edificios de cemento, que se consideraban construidos a prueba de fuego, estaban asegurados apenas por la décima parte de esa cantidad. Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a su padre, temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente lo encontró contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras reflexionaba. "Mi corazón se dolía por él", decía Charles. "El tenía sesenta años, ya no era un joven y todo ardía en llamas". En la mañana siguiente, Edison contempló las ruinas y exclamó: "Hay algo valioso con el desastre: se quemaron todos nuestros errores. Para pensar: Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo. "Tres semanas después del incendio, Edison se las ingenió para inventar el primer fonógrafo." Con cada nuevo día, tenemos la oportunidad de comenzar. Oración agustiniana: “Quiero recordar mis pasadas fealdades de mi alma, no porque las ame, sino por amarte a ti, Dios mío. Por amor de tu amor hago esto, recorriendo con la memoria, llena de amargura, aquellos mis caminos perversos, para que tú me seas dulce, dulzura sin engaño, dichosa y eterna dulzura, y me recojas de la dispersión en que anduve dividido en partes cuando, apartado de ti, uno, me desvanecía en muchas cosas” (Confesiones II, I, 1). 22 6 de marzo Miércoles de la 3ª semana Termómetro o termostato Los termómetros sirven para medir la temperatura. Dondequiera que los pongas no tardarán en realizar su función. Los termostatos son diferentes. Son dispositivos que se usan para variar la temperatura. Si hace frío, regulando el termostato el ambiente se calienta. Si hace calor, el termostato pone más frío. Mucha gente es como los termómetros. Se sienten según como esté el ambiente. Si todos están animados, ellos lo están. Si los demás se quejan o son mediocres, ellos asumen la misma posición. Dios nos exhorta a ser termostatos. Nos llama a que podamos cambiar el ambiente de forma positiva. Si el ambiente no está adecuado, los termostatos lo regularizan. Si solo hay tristeza, ellos ponen alegría. Si hay desconsuelo, aportan esperanza. Si hay rencor y envidia en el ambiente, ellos lo cambian por amor y estímulo. Los jóvenes termómetros se dejan influenciar de tal manera por el ambiente que su manera de actuar, pensar y sentir depende únicamente de con quién están y de dónde estén. Los termostatos toman la iniciativa. Empiezan por cosas simples como, por ejemplo, no esperar a que los saluden, ellos lo hacen primero. No dependen del ambiente para hacer lo correcto, simplemente lo hacen. Si sienten que el ambiente no es el correcto, no se quejan ni se desaniman sino que toman medidas para cambiarlo. Muchas veces escuché a alguien decir: «Nadie me quiere». Siempre fueron termómetros los que decían esto. Los termostatos dan amor a los demás y por eso es que también lo reciben. Ayudan a otros cuando lo necesitan y por eso es que reciben ayuda cuando son ellos los que necesitan algún favor. Para pensar: ¿Soy termómetro o termostato? 23 ¿Cómo puedo cambiar el ambiente en mi entorno? ¿Me influyen demasiado los “cambios de temperatura”? En las relaciones familiares, ¿me gusta más el frío o el calor? Oración agustiniana: Señor, te pido que acuñes tu imagen, con la fuerza de tu amor y de tu Espíritu, en lo más profundo de mi corazón, para que, como una moneda, exprese con claridad a quién pertenece y quién es el que vive dentro de ella. Amén. 24 7 de marzo Jueves de la 3ª semana Combustible del corazón En 1907 el explorador Ernest Henry Shackleton organizó una increíble expedición al polo Sur. Había viajado por el mundo desde que tenía 16 años, cuando era un aprendiz de una flota británica de mercado marítimo. Shackleton sabía que el viaje iba a ser demoledor, pero no esperó que las condiciones del tiempo fueran tan malas. Durante el viaje las tormentas empezaron a destruir todo lo que tenían. Las temperaturas bajo cero hacían al viento letal. La visibilidad era imposible, sus cuerpos estaban extenuados y cada paso demandaba un esfuerzo sobrehumano. En medio de esta situación, la comida también se terminaba. Con noventa y siete millas náuticas para llegar al polo Sur, tuvieron que abandonar las esperanzas y emprender el regreso, lo cual obviamente empeoró el ánimo de todos. Mientras hacían un intento desesperado de volver a la base, se dieron cuenta de que debían acelerar la marcha para no sucumbir. Decidieron dejar varias cosas en el camino para hacer su carga más ligera. En medio de esta situación tan extrema Shackleton prestó atención a lo que sus compañeros decidieron dejar en el camino. Lo primero que varios dejaron fue dinero en moneda. Lo siguiente, aunque verdaderamente escaseaba, fue comida. Luego prendas y elementos técnicos. Al regresar al campamento, Shackleton preguntó al resto: ¿Qué creen que todos reservaron hasta el último momento? La respuesta calentó el frío ambiente de la base: «Fotos y cartas de los amados fue el combustible que los mantuvo en movimiento por la esperanza de volverlos a ver». El amor siempre nos llena de nuevas esperanzas. ¿Cuál es el combustible de tu corazón? Reflexionemos con san Agustín: Del mismo modo que nosotros alcanzamos la buena disposición para orar mediante la limosna y el ayuno, así también nuestra misma oración se convierte en limosnera cuando se eleva no sólo por los amigos, sino hasta por los enemigos, y se abstiene de la ira, del odio y de otros vicios perniciosos (Sermón 207, 3). 25 8 de marzo Viernes de la 3ª semana ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del labrador le dijeron qué mala suerte tenia por perder el caballo, él les replicó: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe? Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte y este les respondió: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe? Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limito a decir: ¿Buena suerte?, ¿Mala Suerte?, ¿Quién sabe? Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe? Todo lo que a primera vista parece contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañino. Así pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena y mala suerte, y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman. Oración agustiniana: Haz, Señor, que vivamos, siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo nuestros propios caminos, ya que tus caminos de Verdad conducen a la salvación y a la santificación, mientras que nuestros caminos conducen a la mentira y la perdición. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 26 9 de marzo Sábado de la 3ª semana Dame alguien para amar Señor... Cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida. Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua. Cuando sienta frío dame alguien que necesite calor. Cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo. Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de otro. Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado. Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de alguno de mis minutos. Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien. Cuando esté desanimada, dame alguien para darle nuevos ánimos. Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite mi comprensión. Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender. Cuando piense en mí misma, vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos, dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, sino también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo. Madre Teresa de Calcuta Oración agustiniana: Señor, a las obras buenas pueden venirles de la mano la alabanza y el homenaje como compañía natural y buena. Corremos así el peligro de llegar a la soberbia. Dame equilibrio para distinguir el brillo de la virtud, del barniz de la soberbia; el oro de la obra, de la bisutería del aplauso; el perfume de las buenas obras, del humo de la adulación. Amén. 27 10 de marzo IV Domingo de Cuaresma El hijo pródigo Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32 E n aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: –Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: –Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: –Padre dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a los campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: –¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino adonde está mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti: ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros». Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: –Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: –Sacad en seguida el mejor traje, y ves- 28 tidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba muerto y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: –Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: –Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: –Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Oración agustiniana: Señor, enséñanos a ser verdaderamente libres, que comprendamos que ser libres no es hacer lo que nos da la gana, sino que la libertad consiste en hacer lo que tenemos que hacer porque nos da la gana, y porque así manifestamos nuestro amor por Ti y por tus preceptos. Te lo pedimos a Ti, que nos liberaste del pecado y de la muerte, y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 29 11 de marzo Lunes de la 4ª semana Las tres fuentes En una fría noche de tormenta, un viajero buscó hospedaje en una humilde casa. En ella vivían tres hermanos que compartieron con él un plato de sopa, un pedazo de pan; después de comer le prepararon un lugar junto al fuego y le dieron unas mantas para que pudiera descansar y reponerse hasta que pasara el temporal. El viajero pudo secar sus ropas y recuperar las fuerzas necesarias para seguir su camino. A la mañana siguiente, antes de proseguir su viaje, entregó a los hermanos tres fuentes: una de metal dorado, otra de cristal y la tercera tallada en madera. "Es lo único que tengo para ofreceros, y me da mucho gusto que las tengáis”. Los hermanos agradecieron, y bien el hombre se hubo marchado, el mayor de ellos tomó la fuente dorada para sí, el segundo la de cristal y el más pequeño, se quedó con la de madera. Pasaron los años, y el viajero volvió a encontrar en su camino aquella cabaña en la cual se había refugiado. Quiso saber qué había sido de esos tres hermanos que, tan gentilmente lo habían ayudado. Se acercó a la puerta, golpeó y esperó unos minutos. Al abrirse la puerta, reconoció al menor de los tres hermanos, que lo invitó a pasar y le ofreció algo para tomar. Le contó que los otros dos hermanos ya no vivían con él porque se habían casado. El viajero tomó asiento y se sorprendió cuando descubrió que en el centro de la mesa estaba la fuente de madera llena de frutas secas. No pudo aguantar y le preguntó por el destino de las otras dos. La fuente dorada hace tiempo que perdió su brillo y por más que lo intentamos, nunca pudimos limpiarla. No sé adónde habrá ido a parar. La de cristal se rompió al lavarla. La única que nos queda y sigue siendo de gran utilidad, es la de madera. Cuando usted se fue, mis hermanos eligieron cada uno, una fuente y yo pensé que me había tocado la peor. El paso de tiempo me enseñó que me había equivocado, que aquella fuente que parecía la más insignificante, fue la que más sirvió y perduró en el tiempo. 30 12 de marzo Martes de la 4ª semana Avivar la llama Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo. Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: "Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza? El rey le dijo: "Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré". Al término del paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas? La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara". El rey le dijo: "Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera". Procuremos "mirar hacia adentro" y avivar nuestra llama interior: Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a conocerle y amarle. Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino. Oración agustiniana: «Al volver y pasar por una de las calles de Milán, me fijé en un pobre mendigo que, despreocupado de todo -eso me pareció-, reía feliz. Yo entonces interiormente lloré. Me acompañaban unos amigos y les dije que era nuestra ambición la que nos hacía sufrir y nos torturaba, porque todos nuestros esfuerzos, como ese deseo de triunfar que me atormentaba, no hacía más que aumentar la pesada carga de nuestra infidelidad. Que era nuestra sensualidad la que nos hacía arrastrar esa pesada carga de amargura» (Confesiones VIII, 3). 31 13 de marzo Miércoles de la 4ª semana Que tu mirada sea… Que tu mirada sea mirada clara, sea mirada de niño, que transparenta el alma. Que tu sonrisa sea sonrisa ancha, fuerza que nace de dentro, ganas que se contagian, buen humor que dé sentido al quehacer de tu jornada. Que tus palabras sean valientes palabras, que no escondan la verdad y no teman proclamarla. Que sean la voz de aquellos que ya no pueden ni alzarla. Que tus manos sean manos entrelazadas, manos tendidas a otros, abiertas, no solitarias. Manos unidas y fuertes que hoy construyan el mañana. Que tu andar sean compartidos pasos, que busquen abrir con otros huellas de nueva esperanza. Que tu camino acompañe el andar del pueblo en marcha. Que tu vida sea donación, para que valga la pena ser vivida y no sólo gastada. Oración agustiniana: Concédeme, Señor, un corazón que sea realmente humano, un corazón que sienta dolor de sus pecados y de sus fallos, para que pueda encaminarme hacia Ti, pues mi dureza y mis mediocridades han encallecido mi corazón, y lo han vuelto insensible a tu voz y a tu presencia en mi prójimo. Amén. 32 14 de marzo Jueves de la 4ª semana Parábola de la nariz Una vez, un hombre se dio cuenta que no veía bien, no sólo al querer leer, sino al caminar por la calle; las caras de las personas las veía borrosas y, a veces, incluso se sentía mareado. Por este motivo decidió ir a un oculista. El médico le recetó un par de anteojos, que por el aumento que tenían, eran bastante pesados. Al poco tiempo de usarlos, la nariz empezó a protestar. "¡Eh, estos anteojos son muy pesados, me molestan! ¿Y por que aguantarlos yo, si funciono bien? Los ojos le respondieron –"Ten paciencia, es que no vemos bien y dependemos de ti para que sostengas los lentes". -"No estoy de acuerdo, arréglenselas como puedan, a mí esto me molesta y no es mi culpa", volvió a protestar la nariz. –"¡No te quejes tanto, que nosotros también lo sostenemos y no armamos semejante lío!", gritaron las orejas, cansadas de escucharla. Sin embargo, la nariz no hizo caso a las razones ni súplicas de los ojos, y disimuladamente comenzó a corcovear, se movía de abajo para arriba, de un costado al otro, hasta que se movió de tal manera que los anteojos se cayeron al piso. Claro, en ese momento el buen hombre iba caminando y al caerse los anteojos, tropezó y cayó con todo su peso hacia adelante. Y, ¿saben qué se rompió? La nariz. Oración agustiniana: Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y pueda iluminar a mis hermanos y compartir con ellos el calor que tú mismo has infundido en mi corazón. Amén. 33 15 de marzo Viernes de la 4ª semana El anciano y la naranja Un hombre ateo se dirigió al campo para convencer a todos los habitantes del pueblo sobre la no existencia de Dios. Mientras compartía sus teorías con la gente y argumentaba sobre quien le podía probar que Dios existía, un anciano se acercó y le pidió una naranja, la cual con toda paciencia peló, y sin prisa alguna se la comió entera, cuando finalizó, preguntó al hombre ateo: -¿Señor podía usted decirnos a mí y a toda la gente del pueblo, cómo estaba la naranja que acabo de comerme? ¿Estaba dulce o estaba amarga? El ateo, se sonrió sarcásticamente y dijo: -Anciano ¿cómo pretende usted que yo le diga cómo estaba la naranja que usted se comió si no fui yo quien se la comió? El anciano le respondió: -Pues verá usted, así mismo es Dios. No se puede decir nada acerca de Él si no lo ha probado. Para pensar: Imagina que te encuentras en esa misma situación. Cómo hablarías de Dios a alguien que no cree. Eso sí has de huir de todo racionalismo. Inténtalo desde tu experiencia. Piensa también cómo te sientes cuando tu fe se ve cuestionada o atacada. Oración agustiniana: Señor, mis obras son a veces como frutos malos, pues proceden de la raíz del pecado; cambia y purifica mi corazón, para que todas mis acciones broten de un venero sano, puro y santo, y siempre se dirijan hacia ti, para darte gloria y alabanza con todas ellas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 34 16 de marzo Sábado de la 4ª semana Un hombre listo, pero… Henry Kissinger, Secretario de Estado en la administración de Nixon, hombre inteligente aunque un tanto arrogante, solía contar esta anécdota sobre sí mismo: Iba cruzando el país en avión en compañía del presidente Reagan, un obispo y un boyscout cuando, al cruzar sobre las Rocky Mountains, entramos en una zona de turbulencias que parecía iban a poner en peligro al aparato. Por el altavoz, el piloto nos comunicó que se iba arrojar en paracaídas y que nosotros hiciéramos lo mismo. "Les advierto que hay sólo tres paracaídas ahí detrás para ustedes cuatro". El presidente se levantó y cogiendo uno de los paracaídas nos dijo: Soy el presidente de esta gran nación y es preciso que me salve. Después me levanté yo mismo y dije: Soy el hombre más inteligente del mundo y es preciso que yo me salve. Tomando el paracaídas número dos me arrojé al vacío. El Obispo mirando al joven le dijo: Hijo, yo ya he vivido una larga vida, tengo confianza en la vida futura y estoy dispuesto a caer en las manos de mi Dios. Tú eres joven y tienes toda una vida por delante, toma el paracaídas número tres y sálvate. El muchacho miró a la cara al noble obispo y le dijo: Señor, yo creo que los dos nos vamos a salvar. El hombre más brillante del mundo ha cogido mi mochila de boyscout y se ha arrojado del avión. Para seguir a Jesús tampoco hace falta ser muy listos e inteligentes. Basta con llevar una vida sencilla y atenta a los que nos rodean. Oración agustiniana: Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti, todo es tiniebla, oscuridad y frío. Que pueda gozar siempre de tu luz, pues sólo en ella y con ella podré ver los acontecimientos de mi vida como Tú los ves, y vivir en plenitud la vocación a la felicidad que me has dado. Amén. 35 17 de marzo V Domingo de Cuaresma La mujer adúltera Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11 E n aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose les enseñaba. Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: –Maestro esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices? Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: –El que esté sin pecado que tire la primera piedra E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos hasta el último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: –Mujer, ¿Dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado? Ella contestó: –Ninguno, Señor. Jesús dijo: –Tampoco yo te condeno. Anda y, en adelante, no peques más. Reflexionemos con san Agustín: En la medida que tenéis caridad, hermanos, ejercitadla viviendo bien, y en la medida en que os falte, conseguidla con la oración (Sermón 209, 1). 36 18 de marzo Lunes de la 5ª semana Si yo cambiara… Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros... los comprendería. Si yo encontrara lo positivo en todos... con qué alegría me comunicaría con ellos. Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás... los haría felices. Si yo aceptara a todos como son... sufriría menos. Si yo deseara siempre el bienestar de los demás... sería feliz. Si yo criticara menos y amara más... cuántos amigos ganaría. Si yo comprendiera plenamente mis errores y defectos y tratara de cambiarlos... ¡cuánto mejoraría mi hogar y mis ambientes! Si yo cambiara el tener más por el ser más... sería mejor persona. Si yo cambiara de ser Yo, a ser Nosotros... comenzaría la civilización del Amor. Si yo cambiara los ídolos: poder, dinero, sexo, ambición, egoísmo y vanidad definitivamente por: Libertad, Bondad, Verdad, Justicia, Compasión, Belleza y Amor... comenzaría a vivir la verdadera felicidad. Si yo cambiara el querer dominar a los demás por el autodominio... aprendería a amar en libertad. Si yo dejara de mirar lo que hacen los demás... tendría más tiempo para hacer más cosas. Si yo cambiara el fijarme cuánto dan los otros para ver cuánto más puedo dar yo... erradicaría de mí la avaricia y conocería la abundancia. Si yo cambiara el creer que sé todo... me daría la posibilidad de aprender más. Si yo cambiara el identificarme con mis posesiones como títulos, dinero, status, posición familiar... me daría cuenta que lo más 37 importante de mí es que Yo Soy un Ser de Amor. Si yo cambiara todos mis miedos por Amor... sería definitivamente libre. Si yo cambiara el competir con los otros por el competir conmigo mismo... sería cada vez mejor. Si yo dejara de envidiar lo ajeno... usaría todas mis energías para lograr lo mío. Si yo cambiara el querer colgarme de lo que hacen otros por el desarrollar mi propia creatividad... haría cosas maravillosas. Si yo cambiara el esperar cosas de los demás... no esperaría nada y recibiría como regalo todo lo que me dan. Si yo amara el mundo... lo cambiaría. Si yo cambiara... cambiaría el mundo. Reflexionemos con san Agustín: Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti, todo es tiniebla, oscuridad y frío. Que pueda gozar siempre de tu luz, pues sólo en ella y con ella podré ver los acontecimientos de mi vida como Tú los ves, y vivir en plenitud la vocación a la felicidad que me has dado. 38 19 de marzo Solemnidad de San José Padre de todos nosotros Ven a nuestra casa, ven al corazón de cada uno, ven a las familias rotas, ven a nuestra mente de hijos, ven a llenarnos de tu Amor y a convencernos de que rebosas misericordia y comprensión. Ven a los que les falta el padre, ven a los que lo tienen en exceso, ven a los que quieren serlo y no saben, ven a los que tienen dentro un padre exigente, ven a los que temen a sus padres. Ven a ablandar el corazón de los que temen decir el amor, ven a enseñar a ser padres a las jóvenes parejas, ven a dejarnos resucitar a los padres que ya están contigo, ven a los que sólo somos padres de nuestros hijos. Padre nuestro, que estás en el cielo, ayúdanos a hacer que venga tu reino y a que nos regalemos el perdón con facilidad, para vivir con el corazón expandido y feliz. Álvaro Ginel y Mari Patxi Ayerra 39 20 de marzo Miércoles de la 5ª semana Al final del día… Cuando en la noche llegas cansado a tu hogar por el duro bregar de la jornada, no te quejes de que estás cansado y busques descargar tu fatiga en tu pareja, en tus hijos o en quienes viven a tu lado. Y para justificar el cansancio te refugias en la cocina, en el periódico o en la televisión. Por un instante busca relajarte, respirando profundamente. Mira dentro de ti y también a tu alrededor; y con un acto de firme voluntad, sal de ti y vete al encuentro de quienes están a tu lado, ofreciéndoles una sonrisa, o una palabra cariñosa. Verás, entonces, que como por arte de magia, el cansancio se disipa y deja lugar a una paz que no se puede explicar. Puedes recitar esta oración: “De la vida en la arena me llevas de la mano al puerto más cercano, al agua más serena. El corazón se llena, Señor, de tu ternura; y es la noche más pura y la ruta más bella porque tú estás en ella, sea clara u oscura. La noche misteriosa acerca a lo escondido; el sueño es el olvido donde la paz se posa. Y esa paz es la rosa de los vientos. Velero, inquieto marinero, ya mi timón preparo –Tú el mar y el cielo claro- hacia el alba que espero. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén”. Oración agustiniana: “Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala” (Confesiones I, V, 6). 40 21 de marzo Jueves de la 5ª semana Termómetro para la paz Si te desentiendes de los conflictos de tu pueblo, no contribuyes a la paz. Si giras la espalda al hermano, la giras a la paz, todavía no construyes la paz. Si criticas la acción de los otros, todavía no te implicas por la paz. Si respondes con violencia, bofeteas la paz. Si reculas antes las dificultades, retrasas la paz. Si opinas sin fundamentos, contaminas la paz. Si sólo tu opinión es válida, contamines la paz. Si pones etiquetas a los otros, despides la paz. Si eres egoísta, perviertes la paz. Si coges solo tu imagen externa, enredas la paz. Si quieres tener más de lo que necesitas, vendes la paz. Si nunca eres voluntario para nada, no hables de paz. Si hace tiempo que no has hecho silencio, no esperes la paz. Si no amas, no pidas la paz. Si piensas que te la traerán ya hecha, desengáñate de la paz. Cuando coges responsabilidades que nadie quiere, descubres la paz. Cuando luchas por la justicia, facilitas la paz. Cuando no criticas por detrás, construyes la paz. Cuando sabes abrirte a los demás, haces crecer la paz. Cuando te interesas por los problemas del mundo, haces subir el valor de la paz. Cuando dedicas tiempo a servir, elevas la paz. Cuando devuelves bien por mal, eres apóstol de la paz. Cuando no tienes miedo de la verdad, eres profeta de la paz. Cuando te pones al lado de los marginados, pones al margen la violencia. Cuando, por encima de todo, el otro es persona, dignificas la paz. Cuando compartes tus bienes, haces creíble la paz. compartida, pones funCuando encuentras la vida 41 damentos a la paz. Cuando implicas al otro a vivir, siembras la paz por el mundo. Cuando amas como Cristo ama, en ti florece la paz. Sólo cuando estés cansado/a de buscarla, la Paz te vendrá a buscar. Reflexionemos con san Agustín: «La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es para nosotros un ejemplo de paciencia, a la vez que seguridad de alcanzar la gloria. ¿Qué cosa no pueden esperar de la gracia de Dios los corazones de los fieles? Por bien de ellos, el Hijo único de Dios y coeterno con el Padre, tuvo en poco el nacer como hombre y, por tanto, de hombre, sino que hasta sufrió la muerte de manos de quienes fueron creados por él. Gran cosa es lo que se nos promete para el futuro, pero mucho mayor es lo que recordamos que se hizo ya por nosotros» (Sermón 218 C, 1). 42 22 de marzo Viernes de la 5ª semana El diamante de la cruz Un monarca oriental poseía un magnífico diamante, grande y perfecto, que era el orgullo de su imperio. Bajo misteriosas circunstancias, el diamante apareció un día estropeado. Un arañazo como del grosor de un fino cabello deslucía su belleza. Publicó un edicto por todo el imperio, prometiendo un gran premio a quien lo reparara. Nadie se presentaba. Los mejores cortadores de diamantes tenían miedo de fracasar. Por fin, un artista apareció en palacio, anunciando confiadamente: –Puedo hacer que su mayor defecto se convierta en su mayor gloria. Se llevó el diamante a su taller y pasaron semanas y meses. Al fin, un día vino a presentárselo al rey. Conteniendo su respiración, el monarca comenzó a desenvolver el envoltorio. A ver si el artista había fallado un golpe y había terminado de arruinar su joya más preciada. A ver si el muy pícaro se la había cambiado por otra. Cuando por fin pudo poner sus ojos en la joya, el rey volvió a respirar tranquilo. El artista había transformado aquella grieta del grosor de un fino cabello en el más delicado y grácil tallo de una exquisita rosa esculpida en el diamante. Esta es la historia de la cruz. Un símbolo de vergüenza transformado en símbolo de salvación. Puede llegar a ser también un símbolo de nuestras vidas. Las dificultades que en ella se nos presentan pueden ser transformadas en oportunidades de hacer cosas grandes. Al menos, la cruz nos acercará a Dios. Oración agustiniana: Dios todopoderoso y eterno en el amor, somos tus siervos, haz que te escuchemos como a nuestro Señor; somos tus hijos, haz que te escuchemos como Padre; que enmendemos nuestros caminos y los ajustemos a tus designios y tu voluntad, para amarte con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas. Amén. 43 23 de marzo Sábado de la 5ª semana Descubriéndote Te imagino y la soledad se me llena de ti y no es fácil poder decir lo que llego a sentir. LLEVO TIEMPO BUSCÁNDOTE EN MI ALMA Y MI PIEL LLEVO TIMPO SOÑÁNDOTE NO TE QUIERO PERDER. Eres tan frágil como la luz abres mi amanecer, si no me alumbras, yo, no, no me acabo de encender, y soy un corazón que se derriba, y late cada vez con menos vida. LLEVO TIEMPO BUSCÁNDOTE EN MI ALMA Y MI PIEL LLEVO TIMPO SOÑÁNDOTE NO TE QUIERO PERDER. Llévate mi alma en tu piel, llevaré tu alma en mi piel. Rosana Oración agustiniana: “¡Ay de mí! Dime por tus misericordias, Señor y Dios mío, qué eres para mí. Di a mi alma: Yo soy tu salud. Dilo de tal forma que yo te oiga. Los oídos de mi corazón están ante ti, Señor; ábrelos y di a mi alma: Yo soy tu salud. Que yo corras tras esta voz y te dé alcance. No quieras esconderme tu rostro. Muera ya para que no muera y pueda así verle” (Confesiones I, V, 5). 44 24 de marzo Domingo de Ramos Entrada en Jerusalén Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40 tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. E nAlaquel acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: — Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", contestadle: "El Señor lo necesita". Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: — ¿Por qué desatáis el borrico? Ellos contestaron: — El Señor lo necesita. Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron amontar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: — ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto. Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:— Maestro, reprende a tus discípulos. Él replicó: — Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras. Reflexionemos con san Agustín: «El hecho de que después, entregado para la crucifixión, llevó él mismo la cruz, nos dejó una muestra de paciencia e indicó de antemano lo que ha de hacer quien quiera seguirle. Idéntica exhortación la hizo también verbalmente cuando dijo: “Quien me ame, que tome su cruz y me siga”. Llevar la propia cruz equivale, en cierto modo, a dominar la propia mortalidad» (Sermón 218, 2). 45 25 de marzo Lunes Santo ¿Crees que Dios puede estar por ti? Dios mira ese niño que hoy ha perdido a su padre en la guerra. ¿Y crees que Dios puede estar por ti, tú que tienes padre y madre y vives lejos de los bombarderos? Dios vela por aquella persona que duerme bajo la lluvia, al lado de un comercio, vestido de saco. ¿Y crees que Dios puede estar velando por ti, que duermes en la cama de una gran casa con calefacción? Dios escucha a aquella mujer embarazada que hoy ha perdido la casa en una inundación. ¿Y crees que Dios estará por ti, que sueñas con tu hijo preparándole la ropita, la cama y la cometa? Dios se acerca a aquella niña que se vende cada día de cada año a un extranjero rico. ¿Crees que Dios está por ti, tú que tienes un sueldo occidental y estás sentado en un despacho? 46 Dios llora por aquel joven que hoy ha robado lo suficiente para su dosis, y se la toma en un rincón. ¿Y todavía crees que Dios llora por ti, que comes y bebes lo que quieres y no tienes síndrome de abstinencia? ¿Crees, entonces, de verdad que Dios puede estar por ti, por tus oraciones y tus cantos, tus discursos y tus obligaciones, tu tranquilidad y tu opulencia? Pues sí, Dios también está por ti. Pero no para aplaudirte ni felicitarte por como has elegido estar en esta vida, sino para ayudarte a ser suficientemente lúcido y valiente con tal de que recuerdes y te comprometas cada día por todos aquellos a quienes debes tu felicidad. ¿Es este el Dios que tú escuchas? Reflexionemos con san Agustín: «Unge los pies de Jesús. Sigue las huellas de Jesús con tu buena vida. Seca sus pies con tus cabellos: si tienes cosas superfluas, repártelas a los pobres, y así enjugas los pies del Señor, ya que los cabellos parecen ser lo superfluo del cuerpo. Tienes en qué emplear lo que te sobra; para ti son cosas superfluas, mas para los pies del Señor son necesarias. Sin duda las necesitan los pies del Señor que andan por el mundo…» (Comentario al evangelio de Juan, 50, 6). 47 26 de marzo Martes Santo Buscando a Dios Mi corazón joven busca sentido para mi vida; mi corazón joven te busca a Ti, Dios mío, y tiene sed y tiene hambre y tiene ganas de ti, como la cierva que busca el agua; o el niño hambriento, el pan. ¡Cómo lo siento, Señor!, mi corazón tiene sed de ti; mi corazón busca en ti a Alguien que llene su existencia. Te busca con pasión y con fuerza, oh Dios vivo, Dios de la vida, y me pregunto a cada paso. ¿Cuándo veré tu rostro, tu faz, oh Dios? En mi camino muchas veces no te he buscado y me he perdido. Mi pecado, mi desorden, mi egoísmo y mi orgullo cegaron la búsqueda. Mis limitaciones se convirtieron en lágrimas que mojaron mi pan, y al comerlo me preguntaba de nuevo: ¿Dónde está tu Dios? Reflexionemos con san Agustín: «Si Cristo no se hubiese entregado a sí mismo, nadie lo hubiese entregado… Judas entregó a Cristo y Cristo se entregó a sí mismo; aquel trataba del negocio de la venta de Jesús, y Jesús del negocio de nuestra salvación…» (Comentario al evangelio de Juan, 62, 5). 48 27 de marzo Miércoles Santo El mono y la mona Sentados en la rama de un árbol, el mono y la mona contemplaban la puesta de sol. En cierto momento, ella preguntó: -¿Qué hace que el cielo cambie de color, a la hora en que el sol llega al horizonte? -Si quisiéramos explicar todo, dejaríamos de vivir, respondió el mono. Quédate quieta, vamos a dejar que nuestro corazón disfrute con este romántico atardecer. La mona se enfureció. -Eres primitivo y supersticioso. Ya no le prestas atención a la lógica, y sólo te interesa aprovechar la vida. En ese momento, pasaba un ciempiés. -¡Ciempiés!, gritó el mono. ¿Cómo haces para mover tantas patas en perfecta armonía? -¡Jamás lo pensé!, fue la respuesta. -¡Pues piénsalo! ¡A mi mujer le gustaría tener una explicación! El ciempiés miró sus patas y comenzó: -Bueno... flexiono este músculo... no, no es así, yo debo mover mi cuerpo por aquí... Durante media hora trató de explicar cómo movía sus patas, y a medida que lo intentaba, se iba confundiendo cada vez más. Cuando quiso continuar su camino, ya no pudo seguir caminando. -¿Ves lo que hiciste?, gritó desesperado. ¡Con el ansia de descubrir cómo funciono, perdí los movimientos! -¿Te das cuenta de lo que ocurre con aquellos que desean explicar todo?, dijo el mono, volviéndose una vez más para presenciar la puesta de sol en silencio. Reflexionemos con san Agustín: «Era necesario el ejemplo de paciencia y el ejemplo de humildad; era necesaria la señal de la cruz para vencer al diablo y a sus ángeles. Nos era necesaria la pasión de nuestro Señor, pues por ella fue redimido el mundo; ¡cuántos bienes nos proporcionó la pasión del Señor!» (Comentario al salmo 61, 22). 49 28 de marzo Jueves Santo El papelito Un maestro al despedirse de su discípulo, después de haberle enseñado todo lo que necesitaba para defenderse en la vida, le dijo: "Mi amado discípulo, ya te he enseñado todo lo necesario para salir triunfante en esta vida; sin embargo me falta darte este último regalo (entregándole un trocito de papel doblado). Y añadió: Cuando estés en los momentos más tristes de tu vida, lee el papelito. Cuando te encuentres en problemas y sientas que no puedes más, lee el papelito. Cuando te sientas incomprendido y muy sólo lee el papelito. Cuando te sientas la persona más feliz de ésta tierra, y que nada te falta, lee el papelito. Cuando te encuentres en los momentos más angustiantes de tu vi-da, lee el papelito. Después de escuchar al maestro, el discípulo leyó el papelito y decía: "Sólo el amor de Dios es eterno, nada más puede perdurar para siempre". Uno de los principales problemas que tenemos los seres humanos, es que damos dimensiones de eternidad a los problemas, y creemos que estarán con nosotros para siempre. Cuando tengas un problema muy serio, te tienes que convencer de que va a pasar, y que si hay algo que perdura para siempre es el amor de Dios. Aunque hay situaciones muy duras y tristes para todos, debes saber que esas cosas van a pasar, y que la vida debe continuar como lo ha hecho desde la creación del mundo y como seguirá hasta que se termine. Dios no te abandona. Reflexionemos con san Agustín: «Cristo nuestro Señor que en su pasión ofreció por nosotros lo que había tomado de nosotros en su nacimiento, constituido príncipe de los sacerdotes para siempre, ordenó que se ofreciera el sacrificio que estáis viendo, el de su cuerpo y sangre… Recibid, pues, y comed el cuerpo de Cristo, transformados ya vosotros mismos en miembros de Cristo, en el cuerpo de Cristo; recibid y bebed la sangre de Cristo» (Sermón 228 B, 2-3). 50 29 de marzo Viernes Santo Si mañana preguntas Se fue haciendo silencio en la inane presencia de lo inútil. Se fue haciendo amistad con el pez que no sabe si es él o sólo parte de un mar que canta dentro. Se fue la vida en vidas como pidiendo muerte, y está transido el aire de un verde luminoso, cristal de la distancia. Vuelvo al seno de todo, me inundo de mi mismo como trozo del Uno que me vuelve ligero, gota en gota de agua, grano en grano de arena, soledad habitada del abismo total, donde el sol nos reside y entra el túnel que hiende ese misterio vida azul de la célula. Ya es hora de partir mas no me voy; me lleva el Mar a cuestas y con él el abrazo que nunca me abandona. Si mañana preguntas por el nombre, que el viento te replique: Aquel es, el que ignora si es él. Estuvo en esta orilla recostado, paseó por la playa su recuerdo 51 y abrazó su ser nadie por ser inmensamente. Habré entonces pasado. El mar, de música y de verso, continuará su charla saltando en la escollera regalará a la arena su nácar caracola, hará vivo lo muerto. marzoYo me habré diluido igual que un marinero. Pero mirad allende el malva de la tarde, más allá de las olas. Encontraréis un rastro, o quizás una estela de espuma. Sólo eso. Exclamaréis entonces: He ahí uno que amó... He ahí uno que ha sido. He ahí uno que ha sido. Pedro Miguel Lamet Reflexionemos con san Agustín: «Así, pues, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro Dios, sino más bien poner en ella toda nuestra confianza y nuestra gloria. En efecto, recibiendo en lo que tomó de nosotros la muerte que encontró en nosotros, hizo una promesa fidedigna de que nos ha de dar la vida con él, vida que no podemos obtener por nosotros mismos… Llenos de coraje, confesemos o, más bien, profesemos, hermanos, que Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo llenos de gozo, no de temor; gloriándonos, no avergonzándonos…» (Sermón 218 C, 2). 52 30 de marzo Sábado Santo El pozo y el cubo –¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio? Preguntó el visitante a un monje de clausura. El monje, que estaba sacando agua del pozo, le dijo: –Mira al fondo del pozo, ¿qué ves? El hombre se asomó al brocal del pozo. –No veo nada. El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante. -¡Mira ahora! ¿Qué ves? El visitante obedeció: -Ahora me veo a mí mismo en el espejo del agua. El monje le explicó: –Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin embargo ahora el agua está tranquila. Así es la experiencia del silencio. El hombre se descubre a sí mismo. Reflexión: Nos encontramos en un momento apropiado pues hoy la Iglesia guarda silencio, a la vez que espera que el Señor resucite. Lo que ocurre es que "buscar el silencio" no resulta fácil, "hay tantas cosas que hacer". Y, además el "ruido" lo llevo como muy metido dentro hasta el punto de que tengo la sensación de que forma parte de mi propio ser e intimidad. De ahí que el silencio nos resulta molesto, porque nos encamina a nuestra propia verdad; esto es, "el hombre se descubre a sí mismo" y en tantos momentos, ni siquiera es agradable dicho descubrimiento. Y, con todo necesito ese silencio. Imploro para que la vida, la historia, los acontecimientos, los demás, Dios mismo, puedan hablarme y yo escucharles; porque sé que sólo desde ahí podré desarrollar mi proyecto personal de vida. ¡Cuán difícil pero necesario es el silencio en mi vida! 53 Reflexionemos con san Agustín: «Para que la memoria conservara siempre este misterio tan sublime, convenía que el día en que tal acontecimiento tuvo lugar se distinguiera de las restantes noches… Amadísimos hermanos, puesto que celebramos la vigilia en esta noche en la que recordamos la sepultura del Señor, mantengámonos en vela durante el tiempo en que él estuvo dormido por nosotros… Celebremos velando su sueño temporal, para que, velando él por nosotros, una vez resucitados, permanezcamos sin cansarnos en la vigilia eterna. Resucitó también esta noche, y nuestro velar es un estar a la espera de la resurrección…» (Sermón 223 B, 1-2). 54 31 de marzo Domingo de Pascua ¡Ha resucitado! Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9 E l primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: —Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Reflexionemos con san Agustín: «Ved qué alegría, hermanos míos; alegría por vuestra asistencia, alegría de cantar salmos e himnos, alegría de recordar la pasión y resurrección de Cristo, alegría de esperar la vida futura. Si el simple esperarla nos causa tanta alegría, ¿qué será el poseerla? Cuando estos días escuchamos el Aleluya, ¡cómo se transforma el espíritu! ¿No es como si gustáramos un algo de aquella ciudad celestial? Si estos días nos producen tan grande alegría, ¿qué sucederá aquel en que se nos diga: Venid, benditos de mi Padre; recibid el reino; cuando todos los santos se encuentren reunidos, cuando se encuentre allí quienes no se conocían de antes, se reconozcan quienes se conocían; allí donde la compañía será tal que nunca se perderá un amigo ni se temerá un enemigo? Henos, pues, proclamando el Aleluya: es cosa buena y alegre, llena de gozo, de placer y de suavidad…» (Sermón 229 B, 2). Mis notas para esta Cuaresma 55 56