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13 de Febrero
Miércoles de ceniza
Electrocardiograma de Dios
El corazón, de carne, capaz de conmoverse con nosotros.
Los ojos miran, buscan, ven y descubren las hambres de los hombres.
Sus oídos perciben los gritos y las risas de la humanidad; y con los lamentos se estremece, y con las risas se ilumina.
Tiene una palabra: la palabra de Jesús, que atraviesa las montañas y los
siglos.
Tiene entrañas de misericordia.
Tiene las manos abiertas, para dar y recibir. Y de tan abiertas, un poco
atravesadas por mil clavos.
Sus pies son los del viajero, siempre en marcha, en todas las direcciones.
Tiene un sueño: el evangelio, y muchas pesadillas: el dolor de sus hijos.
Es al tiempo viejo y joven, macho y hembra...
Y quiere hablar conmigo,
y que le conozca,
y que le ayude,
y que le entienda,
y que me cure,
y que compartamos ese sueño grande.
Oración agustiniana:
Oh Dios creador de todas las cosas, Señor y Redentor, derrama sobre mí, en
primer lugar, el don de saber pedirte; después, el don de hacerme digno de ser
escuchado por mi vida y por mis obras, y finalmente, el regalo de ser libre, dejando
de lado mis mediocridades y pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
1
14 de febrero
Jueves después de la ceniza
Diez pistas para un camino de oración
1. Sitúate ante el mundo que te rodea. No todo da lo mismo. Todas las posturas
tienen cabida, pero no todas tienen futuro.
2. Dedica unos momentos a pensar tu vida y ponte en verdad. No construyas tu
identidad comparándote con otros.
3. Percibe el deseo de Dios que hay en tu corazón. Basta una pequeña brasa para
encender un gran fuego. “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21).
4. Haz silencio para ponerte ante una presencia. Busca la soledad para llegar al
encuentro.
5. Ábrete a la Palabra. Lee con detenimiento, comprende lo que lees, dialoga con
la Palabra, quédate en silencio ante ella, deja que la Palabra te construya.
6. Recuerda que orar es “tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas
con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús).
7. Aprovecha este momento para discernir tu vida y descubrir qué es lo que te
pide Dios para que seas feliz, para que brote tu mejor tú.
8. Concreta tu momento de oración en un compromiso. “El verdadero abrazo a
Dios se lo damos en la vida”.
9. Disponte a intercambiar los dones para construir un mundo nuevo. “Al darnos
nos vamos creando”.
10. Descubre qué tarea tienes que privilegiar en tu comunidad cristiana para recorrer con los demás el camino del encuentro con Dios en la oración. “Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”.
Oración agustiniana:
Señor Dios nuestro, por quien tienen ser todas las cosas, que por sí mismas no
hubieran podido existir, ayúdame a comenzar estos días de Cuaresma con un verdadero espíritu de conversión y penitencia, buscándote a Ti, eterna Verdad y Felicidad de todo hombre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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15 de febrero
Viernes después de la ceniza
Cuaresma con corazón sensible
Salir de sí mismo es como romper un muro y abrir una ventana en el
corazón de piedra. Eso te permitirá ver y oxigenarte y sensibilizar el corazón. No hay que esperar a que los otros vengan a ti, sino que debes salir al
encuentro de los demás. Ponte en camino, porque somos peregrinos en
busca de la tierra prometida que es la Pascua. Para eso es necesario desinstalarse y liberarse de apegos y ataduras.
Enseguida encontrarás compañeros de viaje. Y enseguida verás muchos
que van heridos y muchos que están tirados en la cuneta. Ya no podrás
“dar un rodeo”. En el camino puedes encontrar:
 El dolor y la desesperación de las familias que tienen un hijo drogadicto.
 La frustración y la impotencia del que no tiene trabajo.
 Alguien con una enfermedad dolorosa.
 El sufrimiento y la pena del que ha perdido un ser querido.
 Uno que sufre de soledad o marginación.
 Otro que lamenta su fracaso económico, profesional o sentimental.
 A niños sin familia y madres abandonadas.
 El que no tiene ideales ni esperanza.
 Y el que está vacío y no encuentra a Dios…
Todo esto lo encontrarás a la vuelta de la esquina y en cada una de estas realidades está Cristo presente diciéndote: “Ven y Sígueme”. Sólo tendrá sentido nuestra cuaresma si aceptamos esta propuesta de Cristo de seguirle y caminar con Él hacia la Pascua.
Oración agustiniana:
Concédeme, Señor, amar más las cosas interiores que las exteriores.
Que goce en las cosas internas y no ponga el corazón en las cosas materiales. Amén.
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16 de febrero
Sábado después de la ceniza
Brindar alegría
Pinceladas:
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"La alegría y el amor son las dos alas para las grandes empresas" (Goethe).
"El hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría" (Aristóteles).
"En la mano del que ofrece rosas siempre queda algo de fragancia" (Proverbio chino).
"Donde reina la alegría, también florece la amistad" (Guy).
"Dios ama al que da con alegría" (San Pablo).
"Una cosa bella es una alegría para siempre. En cambio el insulto, la mentira o la descalificación permanente del otro generan tristeza y desaliento" (Kent).
Texto bíblico:
"Estad siempre alegres en el Señor; os los repito, estad alegres. Que
todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que
nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros
deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios, que
supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos por medio de Cristo Jesús" (Flp 4,4-7).
4
Comentario sapiencial:
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Hemos sido creados para la alegría, igual que hemos sido creados para crecer en el amor. Necesitamos decirnos esto muchas
veces, para que no se nos olvide que el Corazón de Cristo nos
llama al gozo.
Frente a tantas cosas que amenazan con angustiarnos, escuchamos una y otra vez la palabra del Corazón de Jesús: “Vuestra
alegría nadie os la podrá quita”.
Las gentes de hoy nos miran a los ojos para ver si estamos
alegres. La alegría es la mejor señal de que dentro llevamos los
sentimientos del Corazón de Cristo.
Oración agustiniana:
Señor, haz que escuche la voz de la verdad, que nunca calla.
Que haga un silencio en mi interior para que pueda escuchar, en medio del barullo y del bullicio del mundo, el susurro de tus labios, que
suavemente tocan el oído de mi corazón y lo invitan a la conversión.
Amén.
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17 de febrero
I Domingo de Cuaresma
Las tentaciones de Jesús
Lectura del santo Evangelio según san
ELucas 4, 1-13

n aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y
durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras
era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final
sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, dile a esa piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
– Esta escrito: «No solo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos
los reinos del mundo, y le dijo: Te daré el poder y la gloria de todo eso,
porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas
delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
– Está escrito «Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a
los ángeles que cuiden de ti». Y también «te sostendrán en sus manos, para
que tu pie no tropiece en las piedras».
Jesús le contestó:
– Está mandado «No tentarás al Señor tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Oración agustiniana:
Haz que seamos más humildes, Señor, pues la soberbia es el principal
obstáculo para que podamos entrar en comunión contigo y con nuestros
hermanos y así crecer en el camino de la santidad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
6
18 de febrero
Lunes de la 1ª semana
Oración de las manos abiertas
Señor, sé que es difícil seguirte como Tú quieres. Intento una y otra
vez comenzar de nuevo para que todo huela a fresco.
Ventilo cada día las paredes del corazón para hacerle hueco a tu
aliento. Pero tropiezo con tu Palabra, cada vez que cierro los ojos esperando magias. Y sé que no debe ser así, Padre. Debo abrir mis ojos y extender
mis manos.
Porque el milagro debo hacerlo yo. Minuto a minuto. Gesto a gesto.
Con mis manos. Casi lo único que tengo. Mis pobres y torpes manos. Estas
manos que quieren parecerse a las tuyas en el esfuerzo y en la pasión.
Dedos que se agarren con fuerza a cada uno de mis sueños. Arañando hasta el límite de mi fe en Ti. ¡Manos desconsoladas tantas veces! Que
no quieren ser tuyas a ratos, sino eternamente tuyas. ¡Y que me cuesta
tanto! Son como aprendices de caricias sobre las lepras de los labios de los
hombres.
Dame fuerzas, Señor, para que mis dedos amen a destajo, para que
mis uñas limpien la tristeza en las almas rotas, para que mis puños derriben cualquier conato de injusticia y para que permanezcan extendidas acogiendo entre sus palmas a los más necesitados.
Dame aliento, Señor, para que estas manos puedan ser las tuyas y
nunca jamás vuelvan a tener miedo. Que sean capaces de decir que sí a tu
llamada peregrina y loca. Agotadas de tanto echar al hombro tantos corazones partidos. Agotadas de dar, voluntariamente, toda la ternura que es
capaz de crear nuestro pobre y humilde silencio.
Oración agustiniana:
Ayúdame, Señor, a profundizar en los cimientos de mi vida; haz que
cave en la humildad para que desde lo más profundo pueda edificar una
casa sólida en la que Tú habites, desterrada de toda autosuficiencia y soberbia, que me hace ser frágil y me encierra en mí mismo. Amén.
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19 de febrero
Martes de la 1ª semana
El alfabeto
Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de
la noche, descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda
de la carreta y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que
aquel día no iba a poder recitar sus oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo:
“He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa
esta mañana sin mi libro de oraciones y tengo tan poca memoria que
no soy capaz de recitar sin él ni una sola oración. De manera que voy
a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio,
y Tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y
formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar”.
Y el Señor dijo a sus ángeles:
“De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin
duda alguna, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y
sincero”.
Oración agustiniana:
Señor, tú siempre estás conmigo y muchas veces yo no he estado contigo, por vivir volcado hacia mis propios intereses. Ayúdame a
ser siempre fiel a tus preceptos y a tu amor, para reconocer siempre
tu presencia fiel y alentadora que me llama a la santidad. Amén.
8
20 de febrero
Miércoles de la 1ª semana
Declaración de amor de Jesús de Nazaret
Me gustas tal y como eres…, me gusta tu pelo engominado, tu piercing
en la lengua, tu tatuaje en el hombro…
Me gusta tu lenguaje juvenil, tus palabras enrevesadas, tu manera de
andar, tus métodos –como dices tú- de “entrar”; me dejas perplejo –me
estaré volviendo viejo- al ver cómo te diviertes, pero me gusta. Me gustan
tus colegas, tus fiestas, tus salidas a la montaña y tus llegadas a las tantas
de la madrugada.
Me gusta tu modo de hacer las cosas, tus cabreos contigo mismo y con
los demás, tu sonrisa –ésa nunca falla- en medio de las dificultades, tus
“artilugios oratorios tan peculiares” de convencer a tus padres.
Pero sobre todo me gusta mucho, ¡vamos! –como te gusta decir a ti- me
hacen los ojos chiribitas cuando me agarras de la mano y me llevas contigo, y a veces me mimas y otras veces coges un cabreo conmigo, pero, y eso
me tiene loquito, nunca me sueltas, aunque a veces –¡qué bestia eres!- te
pasas apretándome la mano…
Lo que no me gusta nada es si “pasas” de mí, si no te intereso, cuando te
olvidas de que estoy a tu lado y te necesito, bueno nos necesitamos los dos.
Por eso, querido amigo, te pido con todo mi corazón que siempre me lleves
contigo, aunque a veces no nos entendamos y estemos a punto de “llegar a
las manos”. No me molesta, me gusta como eres, te importo y eso dice mucho de ti.
Lo que nunca, lo que jamás podré soportar es que utilices para conmigo
la indiferencia…, por favor amigo no lo hagas, sufriría mucho…
Oración agustiniana:
Señor, ayúdame a vencer mis malas costumbres, para que pueda corresponder a los dones de tu amor y a las gracias que tan abundantemente
derramas en mí. Amén.
9
21 de febrero
Jueves de la 1ª semana
Decálogo “casero” de oración
1. Hazte con una llave maestra para entrar en oración en tu cuarto, en tu
rincón favorito, pero también en el autobús, en tu trabajo, …
2. Acude a la oración como si se tratara de una cita de vital importancia: tu
primera cita de amor o la entrevista para tu primer trabajo.
3. Es importante que hables a Dios de tus errores, de tus infidelidades...,
pero mucho, mucho más importante es que te des cuenta de que “tus pecados no llegan ni al tobillo a la misericordia de Dios.”
4. Cuando desees orar pero te lo impide la conversación con una persona,
no desesperes ni lo dejes para otra ocasión, escucha a Jesús en las palabras de tu hermano.
5. Si en algún momento de la oración sientes ganas de reír…, ríe; si ganas
de llorar…, llora; cuando el hombre deja que Dios entre en su corazón,
Él obra de múltiples formas.
6. No uses fórmulas estrambóticas para dirigirte a Dios. Él te entiende de
sobra. Es más, las palabras que usas las pone Dios en tus labios.
7. A veces no sentirás nada, pensarás que Dios está mudo. No te preocupes.
Dios no te ha abandonado, únicamente ha cambiado de estrategia y te
está acariciando amorosamente… Siente sus caricias.
8. Cuando los ruidos te impidan orar, piensa en el Dios de las multitudes,
en el Dios de los amigos, de las reuniones festivas…
9. No sólo pidas a Dios por ti, por tu familia, por los más pobres, por,
por… Dios también necesita tu ayuda. Dile en qué le puedes ayudar y
échale una mano.
10. No salgas de la oración de capa caída por no haber solucionado la papeleta. Siéntete radiante pues tú lo has dejado todo en manos de Dios.
Confía en que Él te dará fuerzas y obrará en ti.
Oración agustiniana:
Señor, sé muy bien que no me hallo distante de Ti por el espacio, sino por el corazón y que, amándote, es como verdaderamente estoy cerca de ti. Ayúdame a vencer mis egoísmos para amarte con todo el corazón y así estar siempre, y en todo
lugar, muy cerca de ti, Verdad y Amor verdadero. Amén.
10
22 de febrero
Viernes de la 1ª semana
Felices cada día. Las pequeñas bienaventuranzas
Felices los que se ríen de sí mismos: nunca acabará su diversión.
Felices los que no confunden un grano de arena con una montaña, pues se
ahorrarán muchas preocupaciones.
Felices los que saben descansar sin buscar excusas, porque están en el camino de la sabiduría.
Felices los que no se toman muy en serio, porque serán más estimados por
los demás.
Felices serán si toman en serio las cosas pequeñas y afrontan con calma las
grandes; llegarán muy lejos en la vida.
Felices si aprecian una sonrisa y olvidan un mal gesto, pues caminarán por
la vertiente feliz de la vida.
Felices si son comprensivos con los malos gestos de los demás; les tendrán
por tontos, pero ése es el precio del amor.
Felices los que piensen antes de obrar y oran antes de pensar, porque evitarán muchos errores.
Felices si reprimen su lengua y saben sonreír, aunque les contradigan y les
molesten; porque el Evangelio ha prendido en su corazón.
Y, sobre todo, felices, si reconocen, en todos al Señor: la luz de la verdad
brilla en sus vidas y han hallado la verdadera sabiduría.
En las personas felices he encontrado siempre una rica vida interior, una
alegría espontánea hacia las cosas pequeñas, una gran sencillez. En las
personas felices me ha impresionado siempre la falta de envidias insensatas. En las personas felices no he encontrado nunca impaciencia, agresividad o protagonismo. Casi siempre poseían una gran dosis de humanismo.
(Phil Bosmans).
Oración agustiniana:
Haz de mi corazón una esponja capaz de encogerse ante los fallos y las faltas,
de manera que pueda encaminarme hacia Ti, pues mi rigidez y mis mediocridades han encallecido mi corazón, y lo han vuelto insensible a tu voz y a tu
presencia en mi prójimo. Amén.
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23 de febrero
Sábado de la 1ª semana
Siempre, María
La Virgen María, nuestra Madre, es nuestro modelo para vivir intensamente la cuaresma:
 Nos sigue recordando que su Hijo nació entre la gente sencilla, humilde
y pobre y desde ahí comenzó a construir el Reino de Dios con la única
fuerza de su amor.
 Que Dios está acá abajo en donde son necesarios unos ojos bien abiertos
y un corazón grande y sensible para seguirlo descubriendo.
 María, mejor que nadie, comprendió que la humildad es el camino para
acerarse a los demás; que cuanto más se entrega uno al servicio, más
lleno de Dios se encuentra, pues el corazón de los hijos de María se llena de otras riquezas tal vez distintas de las que muchas veces buscamos.
 María nos invita a ser creativos, a ir construyendo una realidad mejor a
pesar de la dificultad del camino, pues a ella le resultó complicado en
ocasiones entender la misión que Dios le encomendaba y no se cansó de
buscar la respuesta más fiel.
 Imaginemos si le costaría aprender a ver las cosas desde Dios, reconocer a su hijo en el pesebre y sobre todo en la cruz; pero ella es la que
mejor ha comprendido que el instrumento de Dios es el amor y que no
hay mayor amor que dar la vida por los demás.
 María nos muestra el camino; sabemos lo que hemos de hacer para ser
hijos dignos de una madre como la nuestra.
Oración agustiniana:
Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y
que, con la luz que Tú has encendido en mi interior, pueda iluminar a mis
hermanos y compartir con ellos el calor que Tú mismo has infundido en mi
corazón. Amén.
12
24 de febrero
II Domingo de Cuaresma
La Transfiguración

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
9, 28b -36
tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan, y a Santiago a lo
E naltoaquel
de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de
su rostro se cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en
Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron
su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban dijo Pedro a Jesús:
– Maestro, ¡qué hermoso es estar aquí! Haremos tres chozas: una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió.
Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
– Este es mi Hijo, el escogido; escuchadle.
Cuando sonó la voz; se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían
visto.
Oración agustiniana:
Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti todo es tiniebla, oscuridad
y frío. Que pueda gozar siempre de Tu luz, pues sólo en ella y con ella podré ver los
acontecimientos de mi vida como Tú los ves y vivir en plenitud la vocación a la
felicidad que me has dado. Amén.
13
25 de febrero
Lunes de la 2ª semana
Oración del internauta
Padre nuestro, que estás en la red.
Tu amor nos crea y nos recrea en infinitos mundos virtuales.
Tú mantienes los hilos invisibles
que nos enredan unos con otros
en esta telaraña mundial de comunicación y amistad.
Venga a nosotros la red de tu Reino,
el Reino de la comunicación total, de la libertad sin fronteras, del
respeto por todos.
Danos nuestra ración de bits de cada día.
Que todos tengan la oportunidad de en-re-darse
para que la red no sea un lagar para unos pocos.
Perdona que conectemos poco contigo;
pero tú, Dios nuestro, “e-mailanos” de vez en cuando
aunque sabemos que ya nos mandaste,
allá en la plenitud de los tiempos,
el mejor de tus e-mails:
tu Hijo E-Manuel, "Dios con nosotros".
No permitas que caigamos en la red de servidores lentos y desaprensivos, ni nos dejes caer en la tentación de huir hacia falaces
realidades virtuales
evadiéndonos de las urgentes realidades físicas.
Y líbranos de la basura digital. Amén.
Oración agustiniana:
Señor, haz que nuestra vida sea digna de la presencia de tu Espíritu en nosotros; que no se tenga que marchar, por nuestra dureza o por nuestra soberbia;
como buen huésped que es, haz, Señor, que si nos encuentra vacíos, nos llene; si
nos encuentra hambrientos, que nos sacie; si nos encuentra sedientos, que nos
embriague. Amén.
14
26 de febrero
Martes de la 2ª semana
El bambú
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: se siembra la semilla, se abona, y se
riega constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete
años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber
comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un
período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros.
¿Tardó seis semanas en crecer? No. La verdad es que se tomó siete años
y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces
que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete
años.
Reflexión:
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de
buena semilla, buen abono y riego constante. En la vida cotidiana, muchas
personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados sin
entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y
que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a
punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente, que
sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben
esperar el momento adecuado.
Oración agustiniana:
Haz, Señor, que viva siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo mis propios caminos, pues los tuyos conducen a la salvación, a la felicidad plena, mientras
que los míos conducen a una alegría pasajera. Amén.
15
27 de febrero
Miércoles de la 2ª semana
Crecer y cambiar
Me declaro culpable de no haber hecho, con estas manos que
me dieron, una escoba. ¿Por qué no hice una escoba? ¿Por qué me
dieron manos? ¿Para qué sirvieron si sólo vi el rumor del cereal, si
sólo tuve oídos para el viento y no recogí el hilo de la escoba, verde
aún en la tierra, y no puse a secar los tallos tiernos y no los pude
unir en un haz áureo, y no junté una caña de madera a la falda amarilla hasta dar una escoba a los caminos? Así fue: no sé cómo, se me
pasó la vida sin aprender, sin ver, sin recoger y unir los elementos.
En esta hora no niego que tuve tiempo, tiempo, pero no tuve
manos y así, ¿cómo podía aspirar con razón a la grandeza, si nunca
fui capaz de hacer una escoba, una sola, una? Sí, soy culpable de lo
que no dije, de lo que no sembré, corté, medí, de no haberme incitado
a poblar tierras, de haberme mantenido en los desiertos. Y de mi voz
hablando con la arena.
Pablo Neruda
Oración agustiniana:
Mi oración, hecha con humildad y caridad,
con ayuno y limosnas, templanza y perdón,
practicando el bien y no devolviendo el mal por mal,
alejándome del mal y entregándome a la virtud,
busca la paz y la consigue.
La oración en efecto, ayudada con las alas de tales virtudes, vuela y
llega más fácilmente al cielo, adonde me precedió Cristo, verdadera paz y
consuelo. Amén.
16
28 de febrero
Jueves de la 2ª semana
Un error en el cielo
Había una vez un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando
murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo, pues era un hombre bondadoso. En esa época, el cielo todavía no tenía un buen programa de recepción de almas. San Pedro, al recibirlo, le dio una mirada rápida a las fichas
que tenía sobre el mostrador, y como no vio el nombre de él en la lista, lo
orientó para ir al infierno.
En el infierno nadie exige carnet o invitación, cualquiera que llega es
invitado a entrar. Así que el sujeto entró y se quedó. Unos días después,
Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a
San Pedro: -¡Esto es un sabotaje! Nunca me imaginé que fueses capaz de
una bajeza semejante.
Sin saber el motivo de tanta furia, muy sorprendido San Pedro le preguntó a Lucifer: -No te entiendo, ¿de qué me hablas? Lucifer, trastornado
le gritó: -Tú me enviaste a ese sujeto al infierno y ahora él está haciendo
un verdadero desastre allí. Él llegó escuchando a las personas, mirándolas
a los ojos, conversando con ellas, y ahora todo el mundo está dialogando,
abrazándose y besándose. ¡El Infierno está insoportable, parece el Paraíso!
¡Pedro, por favor, toma a ese sujeto y tráelo para acá!
Para pensar:
 ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más
complicados, mientras que otras se “ahogan en un vaso de agua” por
problemas pequeños?
 Los problemas forman parte de nuestra vida, pero no dejes que ellos te
transformen en una persona amargada.
 Vive con tanto amor en el corazón, que si fueses a parar al infierno, el
propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.
Oración agustiniana:
Señor, que tu Espíritu, que es bueno, nos llene, nos rija, nos impulse a obrar
siempre el bien, de tal manera que hagamos lo que a ti te agrada no por temor
al castigo, sino por amor de tu nombre. Amén.
17
1 de marzo
Viernes de la 2ª semana
¿Dónde está tu riqueza?
GRUPO 1





Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho DINERO.
Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y BIEN PAGADOS.
Abogado: ganar muchos casos y tener un coche de LUJO.
Gerente: tener la empresa en niveles de GANANCIA altos.
Atleta: GANAR fama y reconocimiento mundial.






Preso de por vida: caminar LIBRE por las calles.
Ciego: VER la luz del sol.
Sordo: ESCUCHAR el sonido del viento.
Mudo: poder DECIR a las personas cuanto las ama.
Invalido: CORRER en una mañana soleada.
Persona con SIDA: poder VIVIR un día más.
GRUPO 2
Para pensar:



¿Ves la diferencia entre los grupos?
Los del grupo 2 desean cosas que el dinero no puede comprar, los
del grupo 1 quieren dinero y fama, teniendo las cosas que no se pueden comprar con dinero. Es increíble que muchos tengan riquezas
gigantescas que no aprecian, y ven su "tesoro" en las cosas que tienen un precio y que el dinero puede comprar.
Entonces.... ¿Dónde está tu riqueza ?. La respuesta es importante
porque allí estará tu corazón.
Oración agustiniana:
Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y que
con la luz que Tú has encendido en mi interior, pueda iluminar a mis hermanos y
compartir con ellos el calor que Tú mismo has infundido en mi corazón. No permitas que mi lámpara se apague, pues mi vida no sólo se volverá sombría, sino que
como las lámparas que se apagan, ahumará y llenará de tufo a los que me rodean.
Amén.
18
2 de marzo
Sábado de la 2ª semana
Gramática de Dios
Deseo que estas reglas gramaticales te den ánimo para esta cuaresma y en el camino
que aún te falta por recorrer en tu vida:
 Puntos suspensivos... Cuando tengas que esperar aún, sin poder ver más
allá, y tu fe y tu esperanza tengan que crecer; la obra que empecé en ti
no ha terminado.
 Un punto y aparte... Cuando tengas que cerrar ciclos buenos y no tan
buenos en tu vida; y dar inicio a una nueva frase que tengo escrita para
Ti.
 Un punto y coma... Cuando tengas que despertar cada mañana y te des
cuenta que mi gracia y mi misericordia es nueva cada día; y que lo que
viviste ayer ya lo olvidé.
 Un punto y seguido... Cuando tengas que seguir avanzando incluso en
medio de la prueba y la lucha, teniendo la seguridad que Yo estaré contigo.
 Confía en Mí y obedece mis palabras, trata de evitar un signo de interrogación... Cuando Yo he decidido guardar silencio y sólo contemplarte.
Recuerda que “Nunca te dejaré ni te desampararé”.
 Pero sobre todo no dejes de usar un signo de exclamación... Cuando te
hable, cuando me muestre en tu vida, cuando aun en las cosas más sencillas que te pasen mi sello esté implícito.
 Y siempre un punto final… Cuando el viaje haya sido largo, y a pesar de
los valles de inseguridad que hayas cruzado, de los días de dudas y de
oscuridad. Aunque te cueste creer:
 Para esta hora llegaste, en este tiempo naciste… en mis propósitos
eternos estás tú.
Oración agustiniana:
Haz, Señor, que aprenda a dar y a darme a mí mismo, siguiendo el ejemplo
de Cristo, que se entregó libremente por nuestra salvación. Que también, como
María, me ponga al servicio de tu plan de salvación sobre todos los hombres, con
generosidad y con alegría, pues tú amas al que da con alegría. Amén.
19
3 de marzo
III Domingo de Cuaresma
La parábola de la higuera
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 13, 1-9

E
n aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de
los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios
que ofrecían.
Jesús les contestó: –¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y
si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho
que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más
culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y
si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera plantada en su
viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: –Ya ves: tres años llevo viniendo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué
va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: –Señor, déjala todavía este año; yo
cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no al año
que viene la cortarás.
Oración agustiniana:
Haz, Señor, que siempre cantemos y caminemos; que nunca nos dejemos
vencer por la pereza o por el desánimo, sino que con gozo y esperanza emprendamos cada día nuestro camino, siguiendo tus huellas, en el camino
verdadero, sin detenernos, sin volvernos nunca hacia atrás. Te lo pedimos a
ti que eres el Camino que conduce a la Verdad y la Vida, y que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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4 de marzo
Lunes de la 3ª semana
Estoy aprendiendo a amar
Estoy aprendiendo a aceptar a las personas, aun cuando ellas me defrauden, aun cuando se salgan del ideal que yo tengo de ellas, y aun cuando
ellas me hieran con palabras ásperas o acciones irreflexivas. Es difícil aceptar a las personas así como ellas son, y no como yo quiero que sean. Es
difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo, porque estoy aprendiendo a
amar.
Estoy aprendiendo a escuchar. Para escuchar con todos los sentidos, lo
que dice el corazón, lo que dicen los hombres caídos, los ojos tristes, y las
manos inquietas. Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para
descubrir la angustia guardada, la inseguridad enmascarada, y la soledad
encubierta. Para penetrar en la sonrisa falsa, la felicidad simulada, y la
adulación exagerada. Para descubrir el dolor de cada corazón, para descifrar el porqué de las lágrimas. Poco a poco, estoy aprendiendo a amar.
Estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas, y borra las cicatrices que la incomprensión e inseguridad grabaron en
mi corazón herido. El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos
dolorosos, y no cultiva las ofensas con piedades y autocompasión. El amor
perdona, da alivio, y extingue todo el dolor en el corazón.
Estoy aprendiendo que el afecto y la aceptación, son necesarios para soportar las experiencias duras a lo largo de los años.
Estoy aprendiendo a ver el alma de las personas, y las posibilidades que
Dios les dio. ¡Pero, cómo es lento aprender! Y ¡cómo es de difícil amar! Aún
así, estoy aprendiendo a amar.
Oración agustiniana:
Señor, danos verdadera libertad frente a los bienes materiales; que podamos poseerlos, sin que ellos nos posean a nosotros; que no nos atrape su
abundancia, ni nos hunda su carencia, sino que nuestro corazón esté siempre
afincado en ti, riqueza infinita y Bien sumo, que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.
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5 de marzo
Martes de la 3ª semana
Un nuevo día
Durante diez años Tomás Edison intentó construir una batería de almacenaje de cargas eléctricas. Sus esfuerzos, estrangularon en gran medida
sus finanzas. En diciembre de 1914, una combustión espontánea en su estudio casi lo llevó a la ruina.
En minutos todos las sustancias inflamables ardieron. Aunque los bomberos vinieron de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca
presión de agua provocaron que fuera imposible extinguir las llamas. Todo
quedó destruido. El daño excedía a los dos millones de dólares, los edificios
de cemento, que se consideraban construidos a prueba de fuego, estaban
asegurados apenas por la décima parte de esa cantidad.
Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a su padre, temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente lo encontró contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras reflexionaba. "Mi corazón se dolía por él", decía Charles. "El tenía sesenta años, ya
no era un joven y todo ardía en llamas". En la mañana siguiente, Edison
contempló las ruinas y exclamó: "Hay algo valioso con el desastre: se quemaron todos nuestros errores.
Para pensar:
 Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo. "Tres semanas después del
incendio, Edison se las ingenió para inventar el primer fonógrafo."
 Con cada nuevo día, tenemos la oportunidad de comenzar.
Oración agustiniana:
“Quiero recordar mis pasadas fealdades de mi alma, no porque las ame,
sino por amarte a ti, Dios mío. Por amor de tu amor hago esto, recorriendo con
la memoria, llena de amargura, aquellos mis caminos perversos, para que tú
me seas dulce, dulzura sin engaño, dichosa y eterna dulzura, y me recojas de la
dispersión en que anduve dividido en partes cuando, apartado de ti, uno, me
desvanecía en muchas cosas” (Confesiones II, I, 1).
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6 de marzo
Miércoles de la 3ª semana
Termómetro o termostato
Los termómetros sirven para medir la temperatura. Dondequiera
que los pongas no tardarán en realizar su función. Los termostatos
son diferentes. Son dispositivos que se usan para variar la temperatura. Si hace frío, regulando el termostato el ambiente se calienta. Si
hace calor, el termostato pone más frío.
Mucha gente es como los termómetros. Se sienten según como
esté el ambiente. Si todos están animados, ellos lo están. Si los demás
se quejan o son mediocres, ellos asumen la misma posición. Dios nos
exhorta a ser termostatos. Nos llama a que podamos cambiar el ambiente de forma positiva. Si el ambiente no está adecuado, los termostatos lo regularizan. Si solo hay tristeza, ellos ponen alegría. Si
hay desconsuelo, aportan esperanza. Si hay rencor y envidia en el
ambiente, ellos lo cambian por amor y estímulo.
Los jóvenes termómetros se dejan influenciar de tal manera por el
ambiente que su manera de actuar, pensar y sentir depende únicamente de con quién están y de dónde estén.
Los termostatos toman la iniciativa. Empiezan por cosas simples
como, por ejemplo, no esperar a que los saluden, ellos lo hacen primero. No dependen del ambiente para hacer lo correcto, simplemente lo hacen. Si sienten que el ambiente no es el correcto, no se quejan
ni se desaniman sino que toman medidas para cambiarlo.
Muchas veces escuché a alguien decir: «Nadie me quiere». Siempre fueron termómetros los que decían esto. Los termostatos dan
amor a los demás y por eso es que también lo reciben. Ayudan a
otros cuando lo necesitan y por eso es que reciben ayuda cuando son
ellos los que necesitan algún favor.
Para pensar:
 ¿Soy termómetro o termostato?
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 ¿Cómo puedo cambiar el ambiente en mi entorno?
 ¿Me influyen demasiado los “cambios de temperatura”?
 En las relaciones familiares, ¿me gusta más el frío o
el calor?

Oración agustiniana:
Señor, te pido que acuñes tu imagen,
con la fuerza de tu amor y de tu Espíritu,
en lo más profundo de mi corazón,
para que, como una moneda,
exprese con claridad a quién pertenece
y quién es el que vive dentro de ella.
Amén.
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7 de marzo
Jueves de la 3ª semana
Combustible del corazón
En 1907 el explorador Ernest Henry Shackleton organizó una increíble
expedición al polo Sur. Había viajado por el mundo desde que tenía 16
años, cuando era un aprendiz de una flota británica de mercado marítimo.
Shackleton sabía que el viaje iba a ser demoledor, pero no esperó que las
condiciones del tiempo fueran tan malas. Durante el viaje las tormentas
empezaron a destruir todo lo que tenían. Las temperaturas bajo cero hacían al viento letal. La visibilidad era imposible, sus cuerpos estaban extenuados y cada paso demandaba un esfuerzo sobrehumano.
En medio de esta situación, la comida también se terminaba. Con noventa y siete millas náuticas para llegar al polo Sur, tuvieron que abandonar las esperanzas y emprender el regreso, lo cual obviamente empeoró el
ánimo de todos. Mientras hacían un intento desesperado de volver a la
base, se dieron cuenta de que debían acelerar la marcha para no sucumbir.
Decidieron dejar varias cosas en el camino para hacer su carga más ligera.
En medio de esta situación tan extrema Shackleton prestó atención a lo
que sus compañeros decidieron dejar en el camino.
Lo primero que varios dejaron fue dinero en moneda. Lo siguiente,
aunque verdaderamente escaseaba, fue comida. Luego prendas y elementos
técnicos. Al regresar al campamento, Shackleton preguntó al resto: ¿Qué
creen que todos reservaron hasta el último momento? La respuesta calentó
el frío ambiente de la base: «Fotos y cartas de los amados fue el combustible que
los mantuvo en movimiento por la esperanza de volverlos a ver». El amor siempre
nos llena de nuevas esperanzas. ¿Cuál es el combustible de tu corazón?
Reflexionemos con san Agustín:
Del mismo modo que nosotros alcanzamos la buena disposición para
orar mediante la limosna y el ayuno, así también nuestra misma oración se
convierte en limosnera cuando se eleva no sólo por los amigos, sino hasta
por los enemigos, y se abstiene de la ira, del odio y de otros vicios perniciosos (Sermón 207, 3).
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8 de marzo
Viernes de la 3ª semana
¿Buena suerte? ¿Mala suerte?
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo
caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas.
Cuando los vecinos del labrador le dijeron qué mala suerte tenia por perder
el caballo, él les replicó: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe?
Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una manada
de caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al labrador por su
buena suerte y este les respondió: ¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién
sabe?
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos
salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto
como una desgracia. No así el labrador, quien se limito a decir: ¿Buena
suerte?, ¿Mala Suerte?, ¿Quién sabe?
Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones.
Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo.
¿Había sido buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe?
Todo lo que a primera vista parece contratiempo puede ser un disfraz del
bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañino. Así pues,
será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena y mala suerte, y le
agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman.
Oración agustiniana:
Haz, Señor, que vivamos, siguiendo los caminos de tu verdad y no siguiendo
nuestros propios caminos, ya que tus caminos de Verdad conducen a la salvación y
a la santificación, mientras que nuestros caminos conducen a la mentira y la perdición. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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9 de marzo
Sábado de la 3ª semana
Dame alguien para amar
Señor...
Cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua.
Cuando sienta frío dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo.
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de otro.
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de alguno de mis
minutos.
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien.
Cuando esté desanimada, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite
mi comprensión.
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien
pueda atender.
Cuando piense en mí misma, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos, dales, a través de
nuestras manos, no sólo el pan de cada día, sino también nuestro
amor misericordioso, imagen del tuyo.
Madre Teresa de Calcuta
Oración agustiniana:
Señor, a las obras buenas pueden venirles de la mano la alabanza y el
homenaje como compañía natural y buena. Corremos así el peligro de llegar a la soberbia. Dame equilibrio para distinguir el brillo de la virtud, del
barniz de la soberbia; el oro de la obra, de la bisutería del aplauso; el perfume de las buenas obras, del humo de la adulación. Amén.
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10 de marzo
IV Domingo de Cuaresma
El hijo pródigo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32
E
n aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a
escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: –Un hombre tenía dos hijos: el menor de
ellos dijo a su padre: –Padre dame la parte que me toca de la fortuna. El
padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a
un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un
habitante de aquel país, que lo mandó a los campos a guardar cerdos. Le
entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los
cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo: –¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre! Me pondré en
camino adonde está mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti: ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros».
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos,
su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se
puso a besarlo.
Su hijo le dijo: –Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados: –Sacad en seguida el mejor traje, y ves-
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tidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero
cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido; estaba muerto y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó: –Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: –Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para
tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se
ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo: –Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo:
deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido,
estaba perdido y lo hemos encontrado.
Oración agustiniana:
Señor, enséñanos a ser verdaderamente libres, que comprendamos que ser
libres no es hacer lo que nos da la gana, sino que la libertad consiste en hacer lo
que tenemos que hacer porque nos da la gana, y porque así manifestamos nuestro
amor por Ti y por tus preceptos. Te lo pedimos a Ti, que nos liberaste del pecado y
de la muerte, y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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11 de marzo
Lunes de la 4ª semana
Las tres fuentes
En una fría noche de tormenta, un viajero buscó hospedaje en una
humilde casa. En ella vivían tres hermanos que compartieron con él un
plato de sopa, un pedazo de pan; después de comer le prepararon un
lugar junto al fuego y le dieron unas mantas para que pudiera descansar
y reponerse hasta que pasara el temporal.
El viajero pudo secar sus ropas y recuperar las fuerzas necesarias para seguir su camino. A la mañana siguiente, antes de proseguir su viaje,
entregó a los hermanos tres fuentes: una de metal dorado, otra de cristal y la tercera tallada en madera.
"Es lo único que tengo para ofreceros, y me da mucho gusto que las
tengáis”. Los hermanos agradecieron, y bien el hombre se hubo marchado, el mayor de ellos tomó la fuente dorada para sí, el segundo la de
cristal y el más pequeño, se quedó con la de madera.
Pasaron los años, y el viajero volvió a encontrar en su camino aquella cabaña en la cual se había refugiado. Quiso saber qué había sido de
esos tres hermanos que, tan gentilmente lo habían ayudado. Se acercó a
la puerta, golpeó y esperó unos minutos.
Al abrirse la puerta, reconoció al menor de los tres hermanos, que lo
invitó a pasar y le ofreció algo para tomar. Le contó que los otros dos
hermanos ya no vivían con él porque se habían casado. El viajero tomó
asiento y se sorprendió cuando descubrió que en el centro de la mesa
estaba la fuente de madera llena de frutas secas. No pudo aguantar y le
preguntó por el destino de las otras dos. La fuente dorada hace tiempo
que perdió su brillo y por más que lo intentamos, nunca pudimos limpiarla. No sé adónde habrá ido a parar. La de cristal se rompió al lavarla. La única que nos queda y sigue siendo de gran utilidad, es la de madera. Cuando usted se fue, mis hermanos eligieron cada uno, una fuente
y yo pensé que me había tocado la peor. El paso de tiempo me enseñó
que me había equivocado, que aquella fuente que parecía la más insignificante, fue la que más sirvió y perduró en el tiempo.
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12 de marzo
Martes de la 4ª semana
Avivar la llama
Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para
un personaje de su categoría. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un
súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el
oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el
hombre preguntó: "Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en
medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: "Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré".
Al término del paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas?
La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se
apagara".
El rey le dijo: "Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera".
Procuremos "mirar hacia adentro" y avivar nuestra llama interior:
 Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor,
podemos aprender a conocerle y amarle.
 Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino.
Oración agustiniana:
«Al volver y pasar por una de las calles de Milán, me fijé en un pobre mendigo
que, despreocupado de todo -eso me pareció-, reía feliz. Yo entonces interiormente
lloré. Me acompañaban unos amigos y les dije que era nuestra ambición la que nos
hacía sufrir y nos torturaba, porque todos nuestros esfuerzos, como ese deseo de triunfar que me atormentaba, no hacía más que aumentar la pesada carga de nuestra
infidelidad. Que era nuestra sensualidad la que nos hacía arrastrar esa pesada carga
de amargura» (Confesiones VIII, 3).
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13 de marzo
Miércoles de la 4ª semana
Que tu mirada sea…
Que tu mirada sea mirada clara, sea mirada de niño,
que transparenta el alma. Que tu sonrisa sea sonrisa ancha, fuerza que nace de dentro, ganas que se contagian,
buen humor que dé sentido al quehacer de tu jornada.
Que tus palabras sean valientes palabras, que no escondan la verdad y no teman proclamarla. Que sean la
voz de aquellos que ya no pueden ni alzarla.
Que tus manos sean manos entrelazadas, manos tendidas a otros, abiertas, no solitarias. Manos unidas y
fuertes que hoy construyan el mañana.
Que tu andar sean compartidos pasos, que busquen
abrir con otros huellas de nueva esperanza.
Que tu camino acompañe el andar del pueblo en
marcha. Que tu vida sea donación, para que valga la pena ser vivida y no sólo gastada.
Oración agustiniana:
Concédeme, Señor, un corazón que sea realmente humano, un corazón que
sienta dolor de sus pecados y de sus fallos, para que pueda encaminarme hacia Ti,
pues mi dureza y mis mediocridades han encallecido mi corazón, y lo han vuelto
insensible a tu voz y a tu presencia en mi prójimo. Amén.
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14 de marzo
Jueves de la 4ª semana
Parábola de la nariz
Una vez, un hombre se dio cuenta que no veía bien, no sólo al
querer leer, sino al caminar por la calle; las caras de las personas las
veía borrosas y, a veces, incluso se sentía mareado. Por este motivo
decidió ir a un oculista.
El médico le recetó un par de anteojos, que por el aumento que
tenían, eran bastante pesados. Al poco tiempo de usarlos, la nariz
empezó a protestar.
"¡Eh, estos anteojos son muy pesados, me molestan! ¿Y por que
aguantarlos yo, si funciono bien?
Los ojos le respondieron –"Ten paciencia, es que no vemos
bien y dependemos de ti para que sostengas los lentes".
-"No estoy de acuerdo, arréglenselas como puedan, a mí esto
me molesta y no es mi culpa", volvió a protestar la nariz.
–"¡No te quejes tanto, que nosotros también lo sostenemos y
no armamos semejante lío!", gritaron las orejas, cansadas de escucharla. Sin embargo, la nariz no hizo caso a las razones ni súplicas de
los ojos, y disimuladamente comenzó a corcovear, se movía de abajo
para arriba, de un costado al otro, hasta que se movió de tal manera
que los anteojos se cayeron al piso.
Claro, en ese momento el buen hombre iba caminando y al
caerse los anteojos, tropezó y cayó con todo su peso hacia adelante.
Y, ¿saben qué se rompió? La nariz.
Oración agustiniana:
Señor, haz que la lámpara de mi corazón se encienda siempre en Ti y pueda
iluminar a mis hermanos y compartir con ellos el calor que tú mismo has infundido
en mi corazón. Amén.
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15 de marzo
Viernes de la 4ª semana
El anciano y la naranja
Un hombre ateo se dirigió al campo para convencer a todos los
habitantes del pueblo sobre la no existencia de Dios. Mientras compartía sus teorías con la gente y argumentaba sobre quien le podía
probar que Dios existía, un anciano se acercó y le pidió una naranja,
la cual con toda paciencia peló, y sin prisa alguna se la comió entera,
cuando finalizó, preguntó al hombre ateo:
-¿Señor podía usted decirnos a mí y a toda la gente del pueblo,
cómo estaba la naranja que acabo de comerme? ¿Estaba dulce o estaba amarga?
El ateo, se sonrió sarcásticamente y dijo:
-Anciano ¿cómo pretende usted que yo le diga cómo estaba la
naranja que usted se comió si no fui yo quien se la comió?
El anciano le respondió: -Pues verá usted, así mismo es Dios.
No se puede decir nada acerca de Él si no lo ha probado.
Para pensar:
 Imagina que te encuentras en esa misma situación. Cómo hablarías
de Dios a alguien que no cree. Eso sí has de huir de todo racionalismo. Inténtalo desde tu experiencia.
 Piensa también cómo te sientes cuando tu fe se ve cuestionada o
atacada.
Oración agustiniana:
Señor, mis obras son a veces como frutos malos, pues proceden de la raíz del
pecado; cambia y purifica mi corazón, para que todas mis acciones broten de un
venero sano, puro y santo, y siempre se dirijan hacia ti, para darte gloria y alabanza con todas ellas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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16 de marzo
Sábado de la 4ª semana
Un hombre listo, pero…
Henry Kissinger, Secretario de Estado en la administración de Nixon, hombre inteligente aunque un tanto arrogante, solía contar esta anécdota sobre sí mismo:
Iba cruzando el país en avión en compañía del presidente Reagan, un
obispo y un boyscout cuando, al cruzar sobre las Rocky Mountains, entramos en una zona de turbulencias que parecía iban a poner en peligro al
aparato. Por el altavoz, el piloto nos comunicó que se iba arrojar en paracaídas y que nosotros hiciéramos lo mismo.
"Les advierto que hay sólo tres paracaídas ahí detrás para ustedes
cuatro". El presidente se levantó y cogiendo uno de los paracaídas nos dijo:
Soy el presidente de esta gran nación y es preciso que me salve. Después
me levanté yo mismo y dije: Soy el hombre más inteligente del mundo y es
preciso que yo me salve. Tomando el paracaídas número dos me arrojé al
vacío.
El Obispo mirando al joven le dijo: Hijo, yo ya he vivido una larga
vida, tengo confianza en la vida futura y estoy dispuesto a caer en las manos de mi Dios. Tú eres joven y tienes toda una vida por delante, toma el
paracaídas número tres y sálvate.
El muchacho miró a la cara al noble obispo y le dijo: Señor, yo creo
que los dos nos vamos a salvar. El hombre más brillante del mundo ha
cogido mi mochila de boyscout y se ha arrojado del avión. Para seguir a
Jesús tampoco hace falta ser muy listos e inteligentes. Basta con llevar una vida
sencilla y atenta a los que nos rodean.
Oración agustiniana:
Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti, todo es tiniebla, oscuridad y
frío. Que pueda gozar siempre de tu luz, pues sólo en ella y con ella podré ver los
acontecimientos de mi vida como Tú los ves, y vivir en plenitud la vocación a la
felicidad que me has dado. Amén.
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17 de marzo
V Domingo de Cuaresma
La mujer adúltera
Lectura del santo Evangelio según
san Juan 8, 1-11

E
n aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los olivos. Al amanecer
se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y,
sentándose les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio,
y, colocándola en medio, le dijeron:
–Maestro esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley
de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús,
inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
–El que esté sin pecado que tire la primera piedra
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron
escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos hasta el último. Y
quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie.
Jesús se incorporó y le preguntó: –Mujer, ¿Dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
Ella contestó: –Ninguno, Señor.
Jesús dijo: –Tampoco yo te condeno. Anda y, en adelante, no peques
más.
Reflexionemos con san Agustín:
En la medida que tenéis caridad, hermanos, ejercitadla viviendo bien,
y en la medida en que os falte, conseguidla con la oración (Sermón 209, 1).
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18 de marzo
Lunes de la 5ª semana
Si yo cambiara…
Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros... los comprendería.
Si yo encontrara lo positivo en todos... con qué alegría me comunicaría con ellos.
Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás... los haría felices.
Si yo aceptara a todos como son... sufriría menos.
Si yo deseara siempre el bienestar de los demás... sería feliz.
Si yo criticara menos y amara más... cuántos amigos ganaría.
Si yo comprendiera plenamente mis errores y defectos y tratara de
cambiarlos... ¡cuánto mejoraría mi hogar y mis ambientes!
Si yo cambiara el tener más por el ser más... sería mejor persona.
Si yo cambiara de ser Yo, a ser Nosotros... comenzaría la civilización
del Amor.
Si yo cambiara los ídolos: poder, dinero, sexo, ambición, egoísmo y
vanidad definitivamente por: Libertad, Bondad, Verdad, Justicia, Compasión, Belleza y Amor... comenzaría a vivir la verdadera felicidad.
Si yo cambiara el querer dominar a los demás por el autodominio...
aprendería a amar en libertad.
Si yo dejara de mirar lo que hacen los demás... tendría más tiempo
para hacer más cosas.
Si yo cambiara el fijarme cuánto dan los otros para ver cuánto más
puedo dar yo... erradicaría de mí la avaricia y conocería la
abundancia.
Si yo cambiara el creer que sé todo... me daría la posibilidad de
aprender más.
Si yo cambiara el identificarme con mis posesiones como títulos, dinero, status, posición familiar... me daría cuenta que lo más
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importante de mí es que Yo Soy un Ser de Amor.
Si yo cambiara todos mis miedos por Amor... sería definitivamente
libre.
Si yo cambiara el competir con los otros por el competir conmigo
mismo... sería cada vez mejor.
Si yo dejara de envidiar lo ajeno... usaría todas mis energías para
lograr lo mío.
Si yo cambiara el querer colgarme de lo que hacen otros por el desarrollar mi propia creatividad... haría cosas maravillosas.
Si yo cambiara el esperar cosas de los demás... no esperaría nada y
recibiría como regalo todo lo que me dan.
Si yo amara el mundo... lo cambiaría.
Si yo cambiara... cambiaría el mundo.
Reflexionemos con san Agustín:
Señor, que nunca me aleje de Ti, pues lejos de Ti, todo es tiniebla, oscuridad y frío. Que pueda gozar siempre de tu luz, pues sólo en
ella y con ella podré ver los acontecimientos de mi vida como Tú los
ves, y vivir en plenitud la vocación a la felicidad que me has dado.
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19 de marzo
Solemnidad de San José
Padre de todos nosotros
Ven a nuestra casa, ven al corazón de cada uno, ven a las
familias rotas, ven a nuestra mente de hijos, ven a llenarnos
de tu Amor y a convencernos de que rebosas misericordia y
comprensión.
Ven a los que les falta el padre, ven a los que lo tienen en
exceso, ven a los que quieren serlo y no saben, ven a los que
tienen dentro un padre exigente, ven a los que temen a sus
padres.
Ven a ablandar el corazón de los que temen decir el amor,
ven a enseñar a ser padres a las jóvenes parejas, ven a dejarnos resucitar a los padres que ya están contigo, ven a los
que sólo somos padres de nuestros hijos.
Padre nuestro, que estás en el cielo, ayúdanos a hacer que
venga tu reino y a que nos regalemos el perdón con facilidad, para vivir con el corazón expandido y feliz.
Álvaro Ginel y Mari Patxi Ayerra
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20 de marzo
Miércoles de la 5ª semana
Al final del día…
Cuando en la noche llegas cansado a tu hogar por el duro bregar de
la jornada, no te quejes de que estás cansado y busques descargar tu fatiga
en tu pareja, en tus hijos o en quienes viven a tu lado. Y para justificar el
cansancio te refugias en la cocina, en el periódico o en la televisión. Por un
instante busca relajarte, respirando profundamente.
Mira dentro de ti y también a tu alrededor; y con un acto de firme
voluntad, sal de ti y vete al encuentro de quienes están a tu lado, ofreciéndoles una sonrisa, o una palabra cariñosa.
Verás, entonces, que como por arte de magia, el cansancio se disipa y
deja lugar a una paz que no se puede explicar. Puedes recitar esta oración:
“De la vida en la arena me llevas de la mano al puerto más cercano, al agua más serena. El corazón se llena, Señor, de tu ternura; y
es la noche más pura y la ruta más bella porque tú estás en ella, sea
clara u oscura.
La noche misteriosa acerca a lo escondido; el sueño es el olvido
donde la paz se posa. Y esa paz es la rosa de los vientos. Velero, inquieto marinero, ya mi timón preparo –Tú el mar y el cielo claro- hacia el alba que espero. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén”.
Oración agustiniana:
“Angosta es la casa de mi alma para que vengas a
ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala” (Confesiones I, V, 6).
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21 de marzo
Jueves de la 5ª semana
Termómetro para la paz
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Si te desentiendes de los conflictos de tu pueblo, no contribuyes a la
paz.
Si giras la espalda al hermano, la giras a la paz, todavía no construyes la paz.
Si criticas la acción de los otros, todavía no te implicas por la paz.
Si respondes con violencia, bofeteas la paz.
Si reculas antes las dificultades, retrasas la paz.
Si opinas sin fundamentos, contaminas la paz.
Si sólo tu opinión es válida, contamines la paz.
Si pones etiquetas a los otros, despides la paz.
Si eres egoísta, perviertes la paz.
Si coges solo tu imagen externa, enredas la paz.
Si quieres tener más de lo que necesitas, vendes la paz.
Si nunca eres voluntario para nada, no hables de paz.
Si hace tiempo que no has hecho silencio, no esperes la paz.
Si no amas, no pidas la paz.
Si piensas que te la traerán ya hecha, desengáñate de la paz.
Cuando coges responsabilidades que nadie quiere, descubres la paz.
Cuando luchas por la justicia, facilitas la paz.
Cuando no criticas por detrás, construyes la paz.
Cuando sabes abrirte a los demás, haces crecer la paz.
Cuando te interesas por los problemas del mundo, haces subir el
valor de la paz.
Cuando dedicas tiempo a servir, elevas la paz.
Cuando devuelves bien por mal, eres apóstol de la paz.
Cuando no tienes miedo de la verdad, eres profeta de la paz.
Cuando te pones al lado de los marginados, pones al margen la violencia.
Cuando, por encima de todo, el otro es persona, dignificas la paz.
Cuando compartes tus bienes, haces creíble la paz.
compartida, pones funCuando encuentras la vida
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damentos a la paz.
Cuando implicas al otro a vivir, siembras la paz por el mundo.
Cuando amas como Cristo ama, en ti florece la paz.
Sólo cuando estés cansado/a de buscarla, la Paz te vendrá a buscar.
Reflexionemos con san Agustín:
«La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es para nosotros un
ejemplo de paciencia, a la vez que seguridad de alcanzar la gloria. ¿Qué cosa no
pueden esperar de la gracia de Dios los corazones de los fieles? Por bien de ellos, el
Hijo único de Dios y coeterno con el Padre, tuvo en poco el nacer como hombre y,
por tanto, de hombre, sino que hasta sufrió la muerte de manos de quienes fueron
creados por él. Gran cosa es lo que se nos promete para el futuro, pero mucho
mayor es lo que recordamos que se hizo ya por nosotros» (Sermón 218 C, 1).
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22 de marzo
Viernes de la 5ª semana
El diamante de la cruz
Un monarca oriental poseía un magnífico diamante, grande y perfecto, que era el orgullo de su imperio. Bajo misteriosas circunstancias, el
diamante apareció un día estropeado. Un arañazo como del grosor de un
fino cabello deslucía su belleza. Publicó un edicto por todo el imperio,
prometiendo un gran premio a quien lo reparara. Nadie se presentaba. Los
mejores cortadores de diamantes tenían miedo de fracasar. Por fin, un artista apareció en palacio, anunciando confiadamente:
–Puedo hacer que su mayor defecto se convierta en su mayor gloria.
Se llevó el diamante a su taller y pasaron semanas y meses. Al fin, un día
vino a presentárselo al rey. Conteniendo su respiración, el monarca comenzó a desenvolver el envoltorio. A ver si el artista había fallado un golpe
y había terminado de arruinar su joya más preciada. A ver si el muy pícaro
se la había cambiado por otra. Cuando por fin pudo poner sus ojos en la
joya, el rey volvió a respirar tranquilo.
El artista había transformado aquella grieta del grosor de un fino
cabello en el más delicado y grácil tallo de una exquisita rosa esculpida en
el diamante.
Esta es la historia de la cruz. Un símbolo de vergüenza transformado en
símbolo de salvación. Puede llegar a ser también un símbolo de nuestras vidas.
Las dificultades que en ella se nos presentan pueden ser transformadas en oportunidades de hacer cosas grandes. Al menos, la cruz nos acercará a Dios.
Oración agustiniana:
Dios todopoderoso y eterno en el amor, somos tus siervos, haz que te escuchemos como a nuestro Señor; somos tus hijos, haz que te escuchemos como Padre; que enmendemos nuestros caminos y los ajustemos a tus designios y tu voluntad, para amarte con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas. Amén.
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23 de marzo
Sábado de la 5ª semana
Descubriéndote
Te imagino y la soledad
se me llena de ti
y no es fácil poder decir
lo que llego a sentir.
LLEVO TIEMPO BUSCÁNDOTE
EN MI ALMA Y MI PIEL
LLEVO TIMPO SOÑÁNDOTE
NO TE QUIERO PERDER.
Eres tan frágil como la luz
abres mi amanecer,
si no me alumbras, yo,
no, no me acabo de encender,
y soy un corazón que se derriba,
y late cada vez con menos vida.
LLEVO TIEMPO BUSCÁNDOTE
EN MI ALMA Y MI PIEL
LLEVO TIMPO SOÑÁNDOTE
NO TE QUIERO PERDER.
Llévate mi alma en tu piel,
llevaré tu alma en mi piel.
Rosana
Oración agustiniana:
“¡Ay de mí! Dime por tus misericordias, Señor y Dios mío, qué eres para mí. Di a mi alma: Yo soy tu salud. Dilo de tal forma que yo te oiga. Los
oídos de mi corazón están ante ti, Señor; ábrelos y di a mi alma: Yo soy tu
salud. Que yo corras tras esta voz y te dé alcance. No quieras esconderme
tu rostro. Muera ya para que no muera y pueda así verle” (Confesiones I, V,
5).
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24 de marzo
Domingo de Ramos
Entrada en Jerusalén
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 19, 28-40

tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén.
E nAlaquel
acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos,
mandó a dos discípulos, diciéndoles:
— Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado,
que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", contestadle: "El Señor lo necesita".
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban
el borrico, los dueños les preguntaron:
— ¿Por qué desatáis el borrico?
Ellos contestaron:
— El Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron
amontar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de
los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo:
— ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo
y gloria en lo alto. Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:— Maestro, reprende a tus discípulos. Él replicó:
— Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras.
Reflexionemos con san Agustín:
«El hecho de que después, entregado para la crucifixión, llevó él mismo
la cruz, nos dejó una muestra de paciencia e indicó de antemano lo que ha
de hacer quien quiera seguirle. Idéntica exhortación la hizo también verbalmente cuando dijo: “Quien me ame, que tome su cruz y me siga”. Llevar
la propia cruz equivale, en cierto modo, a dominar la propia mortalidad»
(Sermón 218, 2).
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25 de marzo
Lunes Santo
¿Crees que Dios puede estar por ti?
Dios mira ese niño
que hoy ha perdido a su padre en la guerra.
¿Y crees que Dios puede estar por ti,
tú que tienes padre y madre
y vives lejos de los bombarderos?
Dios vela por aquella persona
que duerme bajo la lluvia,
al lado de un comercio,
vestido de saco.
¿Y crees que Dios puede estar velando por ti,
que duermes en la cama
de una gran casa con calefacción?
Dios escucha a aquella mujer embarazada
que hoy ha perdido la casa en una inundación.
¿Y crees que Dios estará por ti,
que sueñas con tu hijo
preparándole la ropita,
la cama y la cometa?
Dios se acerca a aquella niña
que se vende cada día de cada año
a un extranjero rico.
¿Crees que Dios está por ti,
tú que tienes un sueldo occidental
y estás sentado en un despacho?
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Dios llora por aquel joven
que hoy ha robado lo suficiente para su dosis,
y se la toma en un rincón.
¿Y todavía crees que Dios llora por ti,
que comes y bebes lo que quieres
y no tienes síndrome de abstinencia?
¿Crees, entonces, de verdad que Dios puede estar por ti,
por tus oraciones y tus cantos,
tus discursos y tus obligaciones,
tu tranquilidad y tu opulencia?
Pues sí, Dios también está por ti.
Pero no para aplaudirte ni felicitarte
por como has elegido estar en esta vida,
sino para ayudarte a ser suficientemente lúcido y valiente
con tal de que recuerdes y te comprometas cada día
por todos aquellos a quienes debes tu felicidad.
¿Es este el Dios que tú escuchas?
Reflexionemos con san Agustín:
«Unge los pies de Jesús. Sigue las huellas de Jesús con tu buena vida.
Seca sus pies con tus cabellos: si tienes cosas superfluas, repártelas a los
pobres, y así enjugas los pies del Señor, ya que los cabellos parecen ser lo
superfluo del cuerpo. Tienes en qué emplear lo que te sobra; para ti son
cosas superfluas, mas para los pies del Señor son necesarias. Sin duda las
necesitan los pies del Señor que andan por el mundo…» (Comentario al
evangelio de Juan, 50, 6).
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26 de marzo
Martes Santo
Buscando a Dios
Mi corazón joven busca sentido para mi vida; mi corazón joven te busca a Ti, Dios mío, y tiene sed y tiene hambre y tiene ganas de ti, como la cierva que busca el agua; o
el niño hambriento, el pan.
¡Cómo lo siento, Señor!, mi corazón tiene sed de ti; mi
corazón busca en ti a Alguien que llene su existencia. Te
busca con pasión y con fuerza, oh Dios vivo, Dios de la vida, y me pregunto a cada paso. ¿Cuándo veré tu rostro, tu
faz, oh Dios?
En mi camino muchas veces no te he buscado y me he
perdido. Mi pecado, mi desorden, mi egoísmo y mi orgullo
cegaron la búsqueda. Mis limitaciones se convirtieron en
lágrimas que mojaron mi pan, y al comerlo me preguntaba
de nuevo: ¿Dónde está tu Dios?
Reflexionemos con san Agustín:
«Si Cristo no se hubiese entregado a sí mismo, nadie lo hubiese
entregado… Judas entregó a Cristo y Cristo se entregó a sí mismo;
aquel trataba del negocio de la venta de Jesús, y Jesús del negocio de
nuestra salvación…» (Comentario al evangelio de Juan, 62, 5).
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27 de marzo
Miércoles Santo
El mono y la mona
Sentados en la rama de un árbol, el mono y la mona contemplaban la
puesta de sol. En cierto momento, ella preguntó:
-¿Qué hace que el cielo cambie de color, a la hora en que el sol llega
al horizonte?
-Si quisiéramos explicar todo, dejaríamos de vivir, respondió el
mono. Quédate quieta, vamos a dejar que nuestro corazón disfrute con
este romántico atardecer.
La mona se enfureció.
-Eres primitivo y supersticioso. Ya no le prestas atención a la lógica,
y sólo te interesa aprovechar la vida.
En ese momento, pasaba un ciempiés.
-¡Ciempiés!, gritó el mono. ¿Cómo haces para mover tantas patas en
perfecta armonía? -¡Jamás lo pensé!, fue la respuesta. -¡Pues piénsalo! ¡A
mi mujer le gustaría tener una explicación! El ciempiés miró sus patas y
comenzó:
-Bueno... flexiono este músculo... no, no es así, yo debo mover mi
cuerpo por aquí...
Durante media hora trató de explicar cómo movía sus patas, y a medida que lo intentaba, se iba confundiendo cada vez más. Cuando quiso
continuar su camino, ya no pudo seguir caminando.
-¿Ves lo que hiciste?, gritó desesperado. ¡Con el ansia de descubrir
cómo funciono, perdí los movimientos!
-¿Te das cuenta de lo que ocurre con aquellos que desean explicar
todo?, dijo el mono, volviéndose una vez más para presenciar la puesta
de sol en silencio.
Reflexionemos con san Agustín:
«Era necesario el ejemplo de paciencia y el ejemplo de humildad; era necesaria
la señal de la cruz para vencer al diablo y a sus ángeles. Nos era necesaria la pasión de nuestro Señor, pues por ella fue redimido el mundo; ¡cuántos bienes nos
proporcionó la pasión del Señor!» (Comentario al salmo 61, 22).
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28 de marzo
Jueves Santo
El papelito
Un maestro al despedirse de su discípulo, después de haberle enseñado todo lo que necesitaba para defenderse en la vida, le dijo:
"Mi amado discípulo, ya te he enseñado todo lo necesario para salir
triunfante en esta vida; sin embargo me falta darte este último regalo (entregándole un trocito de papel doblado). Y añadió:
Cuando estés en los momentos más tristes de tu vida, lee el papelito. Cuando te encuentres en problemas y sientas que no puedes
más, lee el papelito. Cuando te sientas incomprendido y muy sólo lee
el papelito. Cuando te sientas la persona más feliz de ésta tierra, y
que nada te falta, lee el papelito. Cuando te encuentres en los momentos más angustiantes de tu vi-da, lee el papelito.
Después de escuchar al maestro, el discípulo leyó el papelito y decía:
"Sólo el amor de Dios es eterno, nada más puede perdurar para siempre".
Uno de los principales problemas que tenemos los seres humanos, es
que damos dimensiones de eternidad a los problemas, y creemos que estarán con nosotros para siempre.
Cuando tengas un problema muy serio, te tienes que convencer de
que va a pasar, y que si hay algo que perdura para siempre es el amor de
Dios. Aunque hay situaciones muy duras y tristes para todos, debes saber
que esas cosas van a pasar, y que la vida debe continuar como lo ha hecho
desde la creación del mundo y como seguirá hasta que se termine. Dios no
te abandona.
Reflexionemos con san Agustín:
«Cristo nuestro Señor que en su pasión ofreció por nosotros lo que había tomado de
nosotros en su nacimiento, constituido príncipe de los sacerdotes para siempre, ordenó
que se ofreciera el sacrificio que estáis viendo, el de su cuerpo y sangre… Recibid, pues,
y comed el cuerpo de Cristo, transformados ya vosotros mismos en miembros de Cristo,
en el cuerpo de Cristo; recibid y bebed la sangre de Cristo» (Sermón 228 B, 2-3).
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29 de marzo
Viernes Santo
Si mañana preguntas
Se fue haciendo silencio
en la inane presencia de lo inútil.
Se fue haciendo amistad
con el pez que no sabe si es él
o sólo parte
de un mar que canta dentro.
Se fue la vida en vidas
como pidiendo muerte,
y está transido el aire
de un verde luminoso, cristal de la distancia.
Vuelvo al seno de todo,
me inundo de mi mismo
como trozo del Uno que me vuelve ligero,
gota en gota de agua, grano en grano de arena,
soledad habitada del abismo total,
donde el sol nos reside y entra el túnel
que hiende ese misterio vida azul de la célula.
Ya es hora de partir mas no me voy;
me lleva el Mar a cuestas
y con él el abrazo que nunca me abandona.
Si mañana preguntas por el nombre,
que el viento te replique:
Aquel es, el que ignora si es él.
Estuvo en esta orilla recostado,
paseó por la playa su recuerdo
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y abrazó su ser nadie por ser inmensamente.
Habré entonces pasado.
El mar, de música y de verso,
continuará su charla saltando
en la escollera regalará a la arena su nácar caracola, hará
vivo lo muerto.
marzoYo me habré diluido igual que un marinero.
Pero mirad allende el malva de la tarde,
más allá de las olas. Encontraréis un rastro,
o quizás una estela de espuma.
Sólo eso.
Exclamaréis entonces:
He ahí uno que amó...
He ahí uno que ha sido.
He ahí uno que ha sido.
Pedro Miguel Lamet
Reflexionemos con san Agustín:
«Así, pues, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro Dios, sino más bien poner en ella toda nuestra confianza y nuestra gloria. En
efecto, recibiendo en lo que tomó de nosotros la muerte que encontró en nosotros,
hizo una promesa fidedigna de que nos ha de dar la vida con él, vida que no podemos obtener por nosotros mismos… Llenos de coraje, confesemos o, más bien,
profesemos, hermanos, que Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo llenos
de gozo, no de temor; gloriándonos, no avergonzándonos…» (Sermón 218 C, 2).
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30 de marzo
Sábado Santo
El pozo y el cubo
–¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio? Preguntó el visitante a
un monje de clausura. El monje, que estaba sacando agua del pozo, le
dijo:
–Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?
El hombre se asomó al brocal del pozo.
–No veo nada.
El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de
nuevo a su visitante.
-¡Mira ahora! ¿Qué ves? El visitante obedeció: -Ahora me veo a mí
mismo en el espejo del agua. El monje le explicó:
–Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin
embargo ahora el agua está tranquila. Así es la experiencia del silencio. El
hombre se descubre a sí mismo.
Reflexión:
Nos encontramos en un momento apropiado pues hoy la
Iglesia guarda silencio, a la vez que espera que el Señor resucite. Lo que ocurre es que "buscar el silencio" no resulta fácil,
"hay tantas cosas que hacer". Y, además el "ruido" lo llevo
como muy metido dentro hasta el punto de que tengo la sensación de que forma parte de mi propio ser e intimidad. De ahí
que el silencio nos resulta molesto, porque nos encamina a
nuestra propia verdad; esto es, "el hombre se descubre a sí
mismo" y en tantos momentos, ni siquiera es agradable dicho
descubrimiento.
Y, con todo necesito ese silencio. Imploro para que la vida,
la historia, los acontecimientos, los demás, Dios mismo, puedan hablarme y yo escucharles; porque sé que sólo desde ahí
podré desarrollar mi proyecto personal de vida. ¡Cuán difícil
pero necesario es el silencio en mi vida!
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Reflexionemos con san Agustín:
«Para que la memoria conservara siempre este misterio tan sublime, convenía que el día en que tal acontecimiento tuvo lugar se
distinguiera de las restantes noches… Amadísimos hermanos, puesto que celebramos la vigilia en esta noche en la que recordamos la
sepultura del Señor, mantengámonos en vela durante el tiempo en
que él estuvo dormido por nosotros… Celebremos velando su sueño
temporal, para que, velando él por nosotros, una vez resucitados,
permanezcamos sin cansarnos en la vigilia eterna. Resucitó también
esta noche, y nuestro velar es un estar a la espera de la resurrección…» (Sermón 223 B, 1-2).
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31 de marzo
Domingo de Pascua
¡Ha resucitado!
Lectura del santo Evangelio según san Juan
20, 1-9
E
l primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a
quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían
juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó
primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no
entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las
vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por
el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero
al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Reflexionemos con san Agustín:
«Ved qué alegría, hermanos míos; alegría por vuestra asistencia, alegría de cantar
salmos e himnos, alegría de recordar la pasión y resurrección de Cristo, alegría de esperar la
vida futura. Si el simple esperarla nos causa tanta alegría, ¿qué será el poseerla? Cuando
estos días escuchamos el Aleluya, ¡cómo se transforma el espíritu! ¿No es como si gustáramos un algo de aquella ciudad celestial? Si estos días nos producen tan grande alegría,
¿qué sucederá aquel en que se nos diga: Venid, benditos de mi Padre; recibid el reino; cuando todos los santos se encuentren reunidos, cuando se encuentre allí quienes no se conocían
de antes, se reconozcan quienes se conocían; allí donde la compañía será tal que nunca se
perderá un amigo ni se temerá un enemigo? Henos, pues, proclamando el Aleluya: es cosa
buena y alegre, llena de gozo, de placer y de suavidad…» (Sermón 229 B, 2).
Mis notas para esta Cuaresma
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