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“MIENTRAS CRISTO VIENE ¿QUÉ HAREMOS?”
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el
labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba
la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros
corazones; porque la venida del Señor se acerca” Santiago 5:7-8.
Introducción
Como muchas veces hemos dicho, la epístola de Santiago es una carta sencilla y que
pretende que los creyentes vivamos las grandes verdades bíblicas y que hagamos del
cristianismo algo práctico. Esta epístola fue escrita a los que se conocen como “las doce
tribus que están en la dispersión”, que se entiende como un número simbólico que
representa a todos los cristianos que sufren persecución en el mundo. Fue escrita
aproximadamente en el año 45 al 49 d.C., en una época de persecución fuerte para la
naciente Iglesia de Cristo.
En este capítulo Santiago, hermano del Señor, habla a los creyentes sobre la inminente
venida del Señor. Nos pide que tengamos paciencia hasta la venida del Señor, y pone como
ejemplo la paciencia del labrador que espera la lluvia (nosotros esperamos al Señor), pero
el labrador espera el fruto después de haber trabajado la tierra (2ª. Timoteo 2:6; Lucas
20:9). Hoy algunos "patudos" esperan al Señor y quieren ser arrebatados sin hacer nada en
la obra.
Paciencia hasta la venida del Señor
Debemos tener paciencia y afirmar el corazón (Jeremías 17:9; Salmos 119:11;
Proverbios 4:23), asi lo dijo el mismo Señor Jesucristo: “Mirad también por vosotros
mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes
de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá
sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo
orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de
estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Lucas 21:34-36.
Paciencia viene del griego jupomone: “constancia en las pruebas, enfrentar las pruebas sin
perder la fe en Dios”. La paciencia perfecciona el carácter cristiano; además, qué
importante es cuidar, guardar, preservar nuestro corazón para Dios en estos difíciles días
que vive la humanidad.
La paciencia es uno de los rasgos del fruto del Espíritu Santo que debe ser vital en la vida
de los creyentes sobre todo en estos días (Gálatas 5:22; Lucas 21:19; Romanos 8:25;
Hebreos 6:12). Hoy muchos se han cansado de esperar al Señor, ya no lo aguardan con
paciencia.
Otras palabras en griego son: anoque: “un retener, tolerancia y longanimidad”; y
makrothumia: “paciencia, mansedumbre, clemencia y largura de ánimo”
Nadie sabe el día ni la hora
¡Jesucristo está a las puertas! Nadie conoce el día y la hora y nadie lo puede saber, no hay
manera de calcular la fecha exacta como lo han tratado de hacer los falsos movimientos
cristianos que han dado origen a muchas sectas (Mateo 24:36; Hechos 1:7). Sin embargo
nosotros no somos ignorantes del tiempo que vivimos, sabemos en el Espíritu que el fin se
acerca (1ª. Tesalonicenses 5:1-4), sabemos bien que Cristo viene, que todo está ya
cumplido y que en cualquier momento sonará la trompeta y la Iglesia será por fin
arrebatada (Mateo 24:4-8; Apocalipsis 22:20). Por lo tanto debemos estar vigilantes, ya
que el retorno de Cristo por su Iiglesia es posible cualquier día.
Mientras Cristo viene ¿Qué hacemos?
Pero mientras el Señor viene ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo lo estamos esperando? No
sólo debemos preocuparnos de esperarlo, sino preocuparnos de cómo lo estamos esperando,
es decir, en que condición; además, como el labrador debemos estar trabajando:
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De
cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su
corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y
a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la
hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será
el lloro y el crujir de dientes”. Mateo 24:46-51.