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Arq. Carlos María Reinante
Puesta en valor del Teatro Municipal de Santa Fe
Buenos días, realmente es un gusto encontrar caras que yo conozco
desde hace muchísimos años, algunas de Paraná, otras de Córdoba, de
Rosario. Pareciera ser que la gente que trabaja en el patrimonio
cíclicamente nos vamos encontrando a pesar de que van transcurriendo
cada vez más años.
Yo fui invitado a estas jornadas con la voluntad de los organizadores
de circunscribir exactamente la ponencia a la puesta en valor del teatro
municipal que acaba de ser inaugurado el 24 de mayo de 2006, pero me
parece que es una muy buena oportunidad para, lo voy a hacer muy
brevemente, reconocer que esta restauración del Teatro Municipal de
Santa Fe obedece a una pequeña política, no digo una política pública,
pero es la voluntad de esta administración municipal de llevar la cuestión
del patrimonio al rango de una política pública. En realidad, somos los
técnicos los que queremos decirles a los políticos que el patrimonio tiene
que ser una política pública como parte del plan urbano. El plan urbano,
que está siendo en estos momentos puesto a consideración, de la ciudad
de Santa Fe también es una cuestión que deben ustedes saber de modo
que no aparezcan exclusivamente, porque esa fue nuestra primera
experiencia a partir del año 1985 tener la norma de patrimonio en cierto
modo separada o en convivencia con normas ordinarias funcionalistas
herederas de esa concepción iconoclasta de la ciudad, el funcionalismo
nos ha destrozado la ciudad. Entonces, hoy vamos a hablar de esa
condición iconoclasta de la ciudad, como dijo el arquitecto aquí “yo estoy
arrepentido del edificio que hice enfrente”, esa es la actitud iconoclasta,
es la idea de lo que estaba no tenía demasiado valor, pero no es por
culpa de los arquitectos, sino esa condición, lo que Maldonado llama la
esperanza proyectual. Los 70 eran tan febriles, había tantas convicciones
que esta frase de Marina Waisman fue totalmente desatendida: “el
patrimonio es algo que se nos ha cedido en préstamo para devolverlo
intacto a las generaciones venideras”. Quién podía pensar en esto cuando
en realidad lo que se venía jugando era, que se juega hoy, la arquitectura
en el contexto del mercado, qué hace el patrimonio en relación a las
leyes del mercado. Entonces yo, muy rápidamente, debo decir que
estamos intentando plantar la semillita para que sea una política pública,
que atraviese al plan urbano toda la problemática patrimonial, está en el
Concejo Municipal en estos momentos la determinación de las áreas, es
algo que también nos ha dado bastantes dolores de cabeza, es imposible
defender hasta de lo jurídico los objetos independientes si no están en
los contextos de las áreas urbanas, entonces eso está al borde de ser
norma con limitaciones de altura para desalentar la especulación. Hemos
hecho jornadas con las empresas inmobiliarias, con el Concejo Municipal,
explicarles la diferencia conceptual y epistemológica entre desarrollador
urbano y especulador inmobiliario, no es lo mismo un desarrollador
urbano que un especulador de la ciudad. Al especulador hay que avisarle
que no vamos a estar de acuerdo con lotear la Plaza de Mayo, pero si
fuera necesario la lotearían a la Plaza de Mayo. Bien, entonces, yo me
quiero circunscribir solamente a eso, son acciones en el caso del teatro
municipal como parte de un programa, ese programa, ustedes sabrán
porque nuestras ciudades están permanentemente comunicadas, se está
construyendo un puerto que se va a extender al actual, por lo tanto
queda residual gran parte del patrimonio industrial del puerto antiguo,
nosotros pudimos operar en la ordenanza del puerto antiguo
estableciendo cuatro categorías.
Recién le decía a un colega que a raíz de la obra del puerto que va a
tener que ver con un master plan que está el arquitecto Coverti, parecido
al Puerto Madero, pudimos meter en la ordenanza la creación de un
fondo. Ese fondo es muy importante porque es del 6% del monto de obra
total para los casinos, para todo ese negocio inmobiliario que va a ser en
el área central de Santa Fe, entonces el patrimonio pudo meter la pata en
las cuestiones que tienen que ver con eso. Dimos con la coincidencia que
en ese proyecto apareció, por la empresa obviamente, se seleccionaron
dos, nos llaman a los de Patrimonio para que estudiemos de las dos
propuestas cuál era la que más nos satisfacía, dimos un informe técnico a
favor de una, ésa fue la que ganó.
O
sea, han aparecido cosas, por lo menos en Santa Fe, una ciudad
desquiciada desde el punto de vista del patrimonio, ustedes piensen que
Santa Fe arrancó en 1909 demoliendo su propio Cabildo y después
haciendo una especie de falacia urbanística-arquitectónica de armar en el
Convento de los Franciscanos la Sala Capitular, Sala Capitular que jamás
se le reconoció tener al Cabildo, o sea una especie de disparate histórico,
de modo de entender que esas simulaciones son parte de nuestras, diría
Gustavo Vittori, burguesías incultas. Él dice que en realidad todo lo que
nos pasa tiene que ver con las burguesías incultas, si esto fuera Milán, si
esto fuera Barcelona, posiblemente no nos pasaría, es una ironía. Bien, el
proyecto entonces del teatro se inscribe con un conjunto de obras, el 30
de septiembre, día del patrono de Santa Fe, se inauguró el Anfiteatro del
Sur que tuvo unos 50 metros de agua con la inundación del Salado, quiere
decir entonces que hay un montón de cosas que están sucediendo en
relación a esta cuestión.
La
restauración del teatro, tengo que ser breve porque nos dieron
un tiempo a cada uno de nosotros, toma y acá creo que hay gente que le
va a interesar la cuestión teórica, toma un panorama conceptual de poner
en valor un edificio que fue tocado a fondo también por este principio
iconoclasta de los 70, entonces nosotros tenemos el edificio de Plou que
es éste, el triunfo del eclecticismo, el edificio heredado construido entre
1903 y fines de 1905 materializado por la empresa constructora de Juan
Maier e Hijos, que arrancó por supuesto con todo un esplendor y un
boato acorde a la belle epoque en Santa Fe. Estas cuatro imágenes
reproducen los ferroprusiatos que conservamos en Patrimonio de los
propios dibujos hechos por el propio Augusto Plou. Augusto Plou, para
los que no lo conozcan, es un arquitecto académico exquisito, estudia en
las dos escuelas de arquitectura más importantes de Paris en el Boss Art
y en la Ecole Politechnique entre 1875 y 1882 estudia con los textos de
Violette Leduc, en fin con toda la cultura académica que ustedes pueden,
acá están los rosarinos, en Rosario tiene Augusto Plou el edificio de la
Escuela Normal, tiene el edificio en frente a la Plaza Pringles, en Santa
Fe está la Escuela Industrial, o sea es un arquitecto dirían los jóvenes de
puta madre, es un arquitecto espectacular. A ese arquitecto de esa
formación académica, nuestros colegas de los 70 no les tembló el pulso
para hacer modificaciones como las que vamos a ver. La diapositiva
siguiente, nosotros construimos esta metáfora: la ilusión proyectual entre
desarrollo y utopía, es una reforma construida entre 1970 y 1973, donde
había en la fundamentación ideológica del proyecto, encima con un
crédito del Fondo Nacional de las Artes, un préstamo muy importante,
que aggiornó la arquitectura a lo que serían los códigos funcionalistas y
simbólicos de los 70 en la Argentina y en Santa Fe en particular.
Trabajaron
algunos arquitectos desde la esfera del Estado como
Hugo Álvarez, Edgardo Romero, Eduardo Maresca y Juan Carlos Marín,
entre otros colegas nuestros, y se contrata para la Sala Marechal, la
marquesina y en una superficie de 1.200 metros cuadrados a los
arquitectos Artoni, Guzmán, que es su esposa, y Baldo Baldi, un
arquitecto realmente muy fino, fue profesor nuestro en la facultad, en
ese pequeño transito que tuvimos algunos, el caso de Lilia Santiago
también, otros arquitectos de acá, Cristina Ronchi. En un determinado
momento el equipo de porteños remplazó al equipo en la Católica de
Santa Fe cuando esta gente se terminó yendo. El plano que sigue son
justamente cuatro imágenes del proyecto, no de Álvarez, Romeo,
Maresca y Marín, sino de Artoni, Guzmán y Baldi, acá se ve muy bien,
fíjense que la segunda imagen, la de la derecha arriba, está la Marechal
que tiene en estos momentos otra organización, o sea que estaban como
tentando soluciones, acá hay una viga que toma todo el foyer del teatro,
el teatro era una superficie en triple altura que se comprometía
espacialmente con el ingreso, una cosa fantástica por supuesto, los que
tienen 60 años como yo recordarán perfectamente como era el teatro, ahí
funcionaba la Escuela de Arte de la Municipalidad de Santa Fe. La idea de
completamiento, se completa el edificio por San Martín generando ese
muro cribado, esa especie de brisolei, de un tardío brutalismo a lo Le
Corbusier en Santa Fe, estamos hablando de los 70. Tenemos dos
imágenes que eran muy fuertes y que habían sido objeto de cuanta
critica, esto está totalmente documentado, no había arquitecto con cierta
sensibilidad, no había congreso de patrimonio donde no decían qué pasó
con la marquesina santafesina, qué pasó con esto. Porque la marquesina
no solamente se coloca como ustedes pueden estar viendo, sino que se
suprime el plano noble del edificio, no lo marqué en la imagen primera
pero era más o menos, para los que conozcan el edificio, era muy
parecido al ingreso al paraíso por calle Juan de Garay, o sea tiene una
pequeña escalera de mármol de carrara que se sube al plano noble al
plano principal de esa planta baja sobreelevada que tienen los edificios
académicos, el caso del teatro de Paraná también. El resultado es esta
imagen un poco conocida, yo no quiero cargar la tinta, lo digo con mucho
respeto, hemos escrito inclusive, tenemos una versión de toda la
restauración, una versión corta, una versión larga, está en prensa en
estos momentos el libro de la restauración del teatro y realmente, lo digo
sinceramente,
fuimos
absolutamente
respetuosos
de
estas
intervenciones, diríamos más desde el punto de vista teórico hasta las
hemos justificado a las intervenciones de esta actitud iconoclasta a la
que me acabo de referir.
Entonces,
estos serían los puntos de partida, en una metáfora, si
ustedes me permiten, tenemos tres edificios: el edificio de 1905, el
edificio de los 70 y el edificio del 2005 y decimos como se los
explicamos a los alumnos del curso de patrimonio que entre tres dialogan
y que entre tres tienen que decirse cosas y tienen que decirse cosas
importantísimas ¿Por qué?
Marina
Waisman nos decía: en el acto de restaurar, de poner en
valor es importantísimo estudiar científicamente el bien, porque lo que no
se restaure o lo que no se ponga en valor será clausurado
definitivamente o más o menos definitivamente. Esto tiene que ver,
porque clausurar significa decirle a la sociedad de aquí en más qué debe
olvidar y qué debe recordar, entonces, en esa polémica de lo que se fue,
como por ejemplo el color, se fue la doble altura del foyer, se fueron
muchas cosas, pero había cosas de losa que tenían que quedarse, iba a
ser una especie de disparate teórico que nosotros le devolviéramos al
teatro de Santa Fe el viejo foyer en su esencia del 1905 cuando en
realidad teníamos que, para que ustedes tengan una proporción, demoler
una viga que tiene 14 metros de largo por 70 centímetros de alto, entre
las cosas que se hicieron para poder soportar la Sala Marechal. El
encuadre, entonces, de la intervención es bastante humilde, es dar
solución a las patologías existentes y resolver las necesidades
funcionales y de infraestructura modernizando sus instalaciones. Y
segundo, es una acción excepcional, esto tengámoslo muy en claro,
porque acá hay gente joven.
Restaurar
y poner en valor no es una tarea ordinaria en el
patrimonio, es una tarea excepcional y en lo posible que no se haga
nunca; es decir, en el sentido de si los edificios se mantuvieran no sería
necesario restaurarlos y ponerlos en valor. Lo ideal sería poder tener
una sociedad estable, una sociedad armoniosa, una sociedad equilibrada
que no necesite cada tantos años, cada 60 años, volver a cero y volver a
decir “vamos a arreglar lo que en 60 años destruimos, todo lo que en 60
años no supimos conservar”. Esto quiero decirlo con mucho énfasis
porque la puesta en valor, acá traje los paneles del premio que nos
dieron en Buenos Aires, sacamos el segundo premio compartido a
propósito de una intervención en el patrimonio edificado en el congreso
iberoamericano que se hizo el mes pasado. Arias Incollá (María de las
Nieves-arquitecta), nos refería que era muy distinto tomar desde, el
primer premio que fue un edificio ferroviario que se refuncionaliza para
otra función, que tomar el edificio de Santa Fe y ponerlo en valor, ya
vamos a explicar qué fue lo que hicimos.
El
proyecto de restauración y puesta en valor tuvo estas etapas:
investigación histórica y apoyo documental para el proyecto de restauro,
un relevamiento y cateo de las patologías, de los materiales y de las
técnicas constructivas utilizadas, la confección de pliegos, esto es muy
importante porque en estas obras hay que hacer pliegos, nosotros la
hicimos desde el Estado Municipal, pero por un préstamo de la provincia
tuvimos que licitar cada uno de los rubros, se hicieron 53 licitaciones
también con un criterio, los viejos saben esto, ojo con los proyectos de
restauración llave en mano, no, lo ideal, que es lo que se está haciendo
en el Teatro Colón, es que cada rubro en lo posible se haga por separado
y que el que arregla las aberturas de metal no arregle las aberturas de
madera, cosa que en el dialogo y en el préstamo de los oficios se tengan
que cuidar sabiamente, porque el llave en mano usted sabe lo que es, el
llave en mano es el Casino de Resistencia, ese es un llave en mano.
Y la otra cosa es la técnica del restauro, las 268 aberturas de madera no
tenían que salir del teatro, las aberturas de hierro no tenían que salir del
teatro, esa cuestión es absolutamente importante. Abrimos esta pantalla
de dialogo para decir “comprensión histórica entre documento y
realidad”, esa sería la metáfora que inventamos nosotros para la
intervención del 2005, si la otra era “utopía y desarrollo” y la otra era “el
triunfo
del
eclecticismo”,
nosotros
nos
quisimos
posicionar
epistemológica e ideológicamente en este pensamiento, una comprensión
histórica entre documentos y realidad.