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Educación Sexual
Si mi hijo pregunta, ¿qué le contesto? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Por José Luis Castro y Elda Luisa Vieytes
¿Cuál es el rol de la familia, especialmente de los padres como educadores, en el lapso que va desde
el nacimiento, hasta el inicio de la pubertad (aproximadamente los diez años)?
Una pregunta que se plantean los padres es: ¿De qué les voy a hablar, siendo tan chiquitos?
Antes que nada vamos a recordar que educar en la sexualidad, trasciende la información sobre
genitalidad, aunque también la incluye.
La sexualidad humana es un fenómeno pluridimensional que comprende aspectos biológicos,
psicológicos, sociales, afectivos, conductuales, culturales, morales y religiosos, en continua
interacción e interdependencia de unos con otros, para permitirle al hombre ser plenamente feliz.
Ninguna dimensión de la sexualidad tomada aisladamente y/o sobre valorada por encima de las
otras, tiene validez, debido a que le imposibilita, poder desarrollar plenamente su capacidad de
amar.
Las personas nos expresamos, relacionamos, compartimos, sentimos y vivimos el amor humano a
través de la sexualidad; razón fundamental, para encontrar un equilibrio armónico entre los
componentes que la construyen.
Es de vital importancia comenzar tempranamente la formación y enriquecimiento de sus distintos
componentes, no todo junto y en el mismo momento, sino de acuerdo a la etapa evolutiva, tiempos e
inquietudes particulares de nuestro/a hijo/a.
• ¿Cuándo iniciar este camino de educación
para el amor y la sexualidad?
Indudablemente la corteza cerebral no se encuentra totalmente desarrollada al momento de nacer,
continúa su crecimiento y desarrollo a lo largo de la vida y es más intenso durante la infancia.
Vivenciar profundas experiencias de afecto desde el nacimiento y repetidas cotidianamente ayudan
a la parte frontal del cerebro de nuestro/a hijo/a, a ir modelando y estructurando el componente
afectivo que le brindará una confianza y seguridad emocional básica. A través del consuelo y la
estimulación recibida y sentida con el contacto corporal, caricias, seguridad, placidez, es que
disminuye su inseguridad, agresividad y angustia. En esta relación, el niño/a aprende a tocar y ser
tocado, mirar y ser mirado, expresar como se siente, descubrir y ejercitar los límites.
Los padres debemos mantener siempre este marco afectivo y ejercerlo con sabiduría, sabiendo estar
cerca y sin invadir, expresar nuestro amor sin sobrepasarnos pero sin quedarnos cortos. Así nuestro
hijo/a va a tener muchas posibilidades de lograr su madurez psico-afectiva, valorándose y
respetándose a sí mismo, teniendo confianza en sus capacidades, forjando su carácter para la toma
de decisiones prudentes y firmes; también vivenciar o descubrir que sin violencia puede defender
sus convicciones criterios y valores, aceptando y respetando las diferencias.
La educación de la sexualidad es una tarea primordial e irrenunciable que obliga a los padres a ser
ejemplo concreto de la alegría y placer que produce el ser varón y/o ser mujer, porque toda palabra,
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pero sobre todo, las actitudes y gestos de los padres, tiene una particular significación en la vida de
sus hijos.
Cuando aparecen las preguntas de los más pequeños, que muchas veces nos dejan sin aliento, es
importante no perder la calma. Las respuestas siempre tienen que darse (no dejarlas para después),
ser los más claras posibles, veraces, con los términos correctos, satisfaciendo la inquietud del niño/a
y, siempre, en un marco afectivo y valorativo.
En la primera infancia, los/as niños/as están muy pendientes y dependientes del mundo adulto, de
sus opiniones actitudes y mandatos.
El pudor y la vergüenza tienen una presencia importante. Su curiosidad por las diferencias entre
ambos sexos se profundizan, buscan respuestas sobre la procreación y el amor de la pareja. Los
juegos del doctor, de la mamá y el papá, indican la necesidad de ver modelos adultos y roles
masculinos y femeninos.
Ante esto debemos adoptar una actitud de apertura y naturalidad, para ayudar a descubrir, la
verdadera intimidad, el respeto hacia si mismo y hacia el otro, revalorizando el pudor presente en
esta época.
La niñez media y final, a medida que se acerca a la pubertad, se va haciendo cada vez más
explosiva, especialmente en los varones, llena de picardía y humor verde, que manifiestan sus
miedos y angustias; las niñas, si fueron acompañadas en su proceso de crecimiento, por lo general,
ya han asumido su cuerpo y su sexualidad.
En este contexto se desarrollan cuestionamientos, actitudes, curiosidad, juegos sexuales, en relación
con: el propio cuerpo y el de los otros; los afectos y la vergüenza, la intimidad de los adultos; roles
sexuales: varón y mujer; opinión de los adultos.
Una educación integral debe asumir estos temas dándoles un encuadre amplio y sustentado en
valores, de esta manera, este momento que está lleno de contradicciones, podrá cimentar el
desarrollo de una sana sexualidad.
Recibiremos con gusto tus comentarios y sugerencias, escríbenos a
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