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Transcript
Nietzsche
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1.- Para Twittear:
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Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los
"cómos".
En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo
de razón.
¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre?
Olvida uno su falta después de haberla confesado a otro, pero
normalmente el otro no la olvida.
Toda convicción es una cárcel.
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí
mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.
El que niega su propia vanidad suele poseerla en forma tan brutal, que
debe cerrar los ojos si no quiere despreciarse a sí mismo.
Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido
de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que
ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal
infeliz.
2.- Marco filosófico del pensamiento de Nietzsche.
Nietzsche no estudió filosofía. No fue, por tanto, un filósofo profesional. Sus estudios
y su ocupación fueron la filología, el análisis de los clásicos desde una perspectiva
humanista.
El Vitalismo y el irracionalismo.
Desde los lejanos tiempos en que surge la filosofía como deseo de saber,
un ideal se plantea a la mayoría de los dedicados a esta disciplina: Encontrar una
explicación racional, comprender mediante la razón tanto el comportamiento de
la naturaleza, como los avatares de la ajetreada vida de los hombres a nivel
individual, por una parte, y en el seno de una sociedad, por otra.
A fuerza de intentar llegar a ese ideal de comprensión racional, la razón va
alejándose poco a poco de ser un medio para acercarse a él y va convirtiéndose
en un todo omnipresente, en la única realidad digna de estudio, en la única
dignidad que el hombre posee. La razón como parte de lo humano se convierte
en la razón, caracterizadora, ella sola, de todo lo que el hombre es, puede ser o
puede soñar. El mundo, progresivamente, se ve como un reflejo, casi sin
importancia, de la organización de nuestras ideas en el interior de la mente, la
historia no es sino la necesidad racional que se desarrolla en el tiempo, el hombre
no es sino una abstracta capacidad de conocer y conocerse como conocedor,
dios no es sino la razón absoluta, la comprensión total, la garantía de la
racionalidad que la razón es capaz de explicar, adornándose de infinitud.
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Hegel es la máxima expresión de esta razón totalizadora, la expresión del sistema
que no deja nada por explicar. Apenas algo sin importancia: Que la razón es una
de las dimensiones en las que puede expresarse la vida del hombre, pero la vida
es mucho más amplia, menos ideal, menos perfecta, más dolorosa, más
inexplicable, mucho más irracional.
Y desde todos los rincones donde la vida (social, afectiva, religiosa, biológica)
se recluía para intentar escapar al reduccionismo de la razón, de la necesidad,
surgen los gritos destemplados de una serie de hombres (los más importantes, sin
duda, Feuerbach, Marx, Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche), a veces, como
dice J. A. Ugalde: “Más intuitivos que sistemáticos, más heterodoxos que
conformistas y más creativos que eruditos”. Gritos que, en definitiva, hacen
retornar al hombre y al pensamiento a una realidad que, a fuerza de
racionalizarse, se había desfigurado por completo.
Así surge el vitalismo como una corriente filosófica que sitúa en el centro de su
reflexión el fenómeno de la vida. Un movimiento que ha sido caracterizado
clásicamente por su irracionalismo, pero que no renuncia a la razón. Simplemente
intenta explicar algo tan confuso, tan contradictorio, tan poético y miserable, tan
bello y doloroso como es la vida. Y para ello la razón, la razón científica es un
instrumento inapropiado. La realidad en su continuo fluir no se alcanza con los
conceptos universales, sino con una intuición más o menos irreal o supranacional,
no se puede alcanzar a menudo con el razonamiento establecido y socialmente
aceptado, sino a través de una intuición personal, muchas veces irracional,
producto de una razón entendida de modo menos restrictivo.
También característico de este movimiento es su pluralismo, ya que la vida es
un fenómeno tan complejo que no se puede interpretar en una sola dirección.
Asimismo, es un rasgo importante lo que se ha dado en llamar actualismo: No
existe sino el presente, no hay sino movimiento, vida, devenir. El futuro es una
forma de no ser y, por tanto, hipotecarse al futuro es una forma de morir. “En su
contraposición al instante el devenir es descrito como una sucesión ininterrumpida
en la que los instantes se desplazan sin cesar unos a otros; entre la nada de todo
lo pasado y la nada de lo por venir, el instante puntual y súbito se destaca
fugazmente como única realidad, como único ámbito de la existencia” (Santiago
González Noriega en Varios. A favor de Nietzsche. Taurus. Madrid 1972, págs. 3839).
Es el vitalismo, entonces, un movimiento no sólo de análisis de la vida, sino de
exaltación de la vida en toda su gran amplitud y no sólo de exaltación de la vida,
sino de incitación a vivir, a meternos dentro de esa variedad sin sucumbir a la
tentación de quedarnos en una sola parcela para así poder manejarnos mejor,
aún a costa de renunciar a un montón de bellezas, de goces y de dolores,
también, que harían que viviésemos esa vida en total plenitud. (Cfr. F. Savater.
Nietzsche. Barcanova. Barcelona 1982).
En definitiva, lo que el vitalismo intenta es “imaginar un pensamiento que
convierta al hombre en un artista de la vida; arrancar de la filosofía todas las
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malas hierbas, todas las ilusiones idealistas y transmundanas, todos los valores
gregarios y debilitadores de los impulsos vitales; disolver la inmensa panoplia
abstracta de conceptos y categorías concebidas como “sancta sanctorum” de
la verdad, sin renunciar por ello a la metafísica”. (J. A. Ugalde. Op. Cit. Pág. 410)
Si algún filósofo encarna de manera perfecta todas esas aspiraciones y
características, ese es F. Nietzsche.
3.- Biografía.
Friedrich W. Nietzsche (1844-1900) nació en Röcken, cerca de Leipzig, de
padre polaco y madre alemana. Estudia humanidades en una de las más
famosas escuelas de Turingia (la de Pforta). Fue un gran aficionado a la música
desde muy pronto. A los 20 años comenzó a estudiar filología clásica en Bonn, y
un año después en Leipzig. Allí se entusiasmó por la obra de Schopenhauer.
Conoció a Wagner cuando tenía 24 años, por cuya música se apasiona.
En 1869, a los 25 años, es nombrado catedrático extraordinario de filología
clásica en la universidad de Basilea, con un claro interés ya por la filosofía. En esta
época mantiene una intensa amistad con Wagner, con Paul Rée y con el teólogo
radical F. Overbeck. En 1878 rompió su amistad con Wagner, y al año siguiente se
ve obligado a dejar la cátedra de Basilea por enfermedad. Desde entonces, con
35 años, llevó una vida errante, viajando especialmente por el Mediterráneo y los
Alpes suizos, padeciendo vómitos, fuertes dolores de cabeza y oculares. Recobra
vitalidad cuando conoce a Lou Andreas Salomé, aunque ésta nunca le aceptará
como marido. En 1889 sufre en colapso en una plaza de Turín y le internan en una
clínica psiquiátrica aquejado de parálisis progresiva. Pierde definitivamente la
razón y depende ya de los cuidados de su madre y su hermana. Muere en 1900.
Hay que hacer constar, por la importancia que puede tener en su obra que
era hijo y nieto (por ambas partes) de pastores protestantes. Su padre murió
cuando él tenía cuatro años, con lo que su vida transcurrió entre varias mujeres
(madre, hermana, abuela materna, tías), en un ambiente autoritario que
intentaba dirigirlo hacia los estudios teológicos, un ambiente religioso oprimente
que creó en el joven Nietzsche unos enfrentamientos interiores realmente
profundos entre sus actos y las leyes que continuamente le hacía respetar. “El
exceso de pudor de mi madre envenenó el manantial de mi existencia”, nos dice
(Nietzsche, F. Mi hermana y yo. Ed. Hacer. Barcelona 1980. Cap. 2, frag. 3).
Aunque, en realidad, vivía su cristianismo de una manera consciente y agradable.
“El libro de mi infancia fue la Biblia. Leía y pensaba
seriamente en él, antes de que pudiera apreciar cualquier
otro. Debía leerlo, por supuesto, pero no recuerdo haberlo
hecho nunca con resentimiento. Mi adhesión estricta a él ya
todas las ceremonias religiosas que se sucedían, me valieron
el título de pequeño pastor entre los niños del vecindario.
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Como nuestro pastor era tenido muy en alta consideración por
todos los miembros de la familia, tardé en darme cuenta que
dicho título no me lo otorgaban con espíritu de alabanza”.
Períodos de su obra:
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1. Período romántico. Filosofía de la noche. Es la época de Basilea, cuando
Nietzsche se inspira en los clásicos (especialmente en Heráclito) y se interesa por
Schopenhauer y por la música de Wagner. Obra fundamental de este período: El
nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música(1871).
2. Período positivista o ilustrado. Filosofía de la mañana. Termina el período
de Basilea y comienzan sus primeros viajes. Corta con Wagner y abandona la
filosofía de Schopenhauer. Busca la inspiración más bien en Voltaire y en los
ilustrados franceses. Manifiesta actitudes «positivistas» o «cientificistas» desde las
que condena la metafísica (sobre todo la platónica), la religión y el arte. Su
prototipo ahora es el hombre libre. Escribe obras como Humano, demasiado
humano(1878), a base de aforismos, donde denuncia todos los ideales de la
cultura occidental y su verdadero trasfondo: «Allí donde vosotros veis cosas
ideales, veo yo cosas humanas, ay, demasiado humanas».
3. El mensaje de Zaratustra. Filosofía del mediodía. Nietzsche está ahora en
la cima de su pensamiento (el "mediodía"). Escribe la que para muchos es su
mejor obra: Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie(1883-1884).
4. Período crítico. Filosofía del atardecer. Tras el Zaratustra sus obras
cambian de signo. Pasa a una fase no de afirmación, sino de negación y de
crítica (de nihilismo). Arremete en su crítica contra los fundamentos de la cultura
occidental: la religión, la filosofía y la moral tradicional. Es un período mucho más
violento y apasionado.
Las principales obras de Nietzsche son las siguientes:
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El origen de la tragedia en el espíritu de la música (1869-72)
Consideraciones inactuales (1973-76)
Humano, demasiado humano (un libro para espíritus libres) (1876-78)
Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales (1881)
La Gaya Ciencia (1881-82)
Así habló Zaratustra (un libro para todos y para nadie) 1882-85
Más allá del bien y del mal (preludio de una filosofía del futuro (1884-85)
Genealogía de la moral (un escrito polémico) (1887)
La voluntad de poder. Ensayo de transmutación de todos los valores
(una interpretación de todo acaecer) (1882-88)
Ditirambos a los Dionisos (1888)
El ocaso de los ídolos (cómo se filosofa a martillazos) (1888)
El Anticristo (ensayo de una crítica del cristianismo) (1888)
Ecce homo (cómo se llega a ser lo que se es) (1888)
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4.- La crítica de la tradición occidental.El platonismo. Platón, a juicio de Nietzsche, instauró el error dogmático más
duradero y peligroso: el "espíritu puro" y el "bien en sí". Esto trajo consigo la
negación total de la "verdad" del ser. El platonismo, en efecto, significa poner
cabeza abajo el perspectivismo, que es la condición fundamental de toda vida.
Hay tres directrices en su crítica: crítica de la moral, crítica de la metafísica
tradicional, en su aspecto ontológico y epistemológico, y crítica de las ciencias
positivas.
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“La vida acaba donde comienza el reino de Dios”
"Los teólogos, para su existencia, apelan continuamente al orden moral del
mundo; de ese modo nos hacen libres, responsables. Pero de ese modo infectan
la inocencia del devenir por medio del castigo y de la culpa".
“Si Dios ha sido hasta ahora la gran objeción contra la vida, contra la
existencia, nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad ante Dios, de
esta forma "redimimos" el mundo".
4.1. La crítica a la moral.Nietzsche se refiere a la moral como "contranaturaleza", es decir, a la moral
que se opone a la vida, que establece leyes o decálogos en contra de los
instintos vitales porque prefiere la inhibición a la exuberancia.
La base filosófica de la moral contranatural es el platonismo; el mundo de las
ideas sirve al más allá religioso de los cristianos, de tal forma que el platonismo
acabó convirtiéndose en la metafísica cristiana. Esta moral pone el centro de
gravedad del ser humano no en esta vida, sino en la otra, en el mundo de las
ideas, en el más allá salvador.
Así, Nietzsche va a diferenciar entre:
a) La moral de los señores: es afirmativa, es la gran afirmación de la vida, la
creación de valores. Liderazgo, valentía, fuerza, independencia, coraje, apurar la
copa de la vida hasta el último trago, disfrutar de lo que se hace... Nietzsche
define esta moral como la que existía en Grecia hasta la llegada de Sócrates y
Platón, la de los héroes homéricos (Aquiles, Ulises...).
b) La moral de los esclavos: es negativa. Es la moral de la mediocridad, de la
dependencia, da la pobreza, docilidad, compasión, humildad... El esclavo es
cobarde, incapaz de alcanzar lo que quiere. Por eso sufre y quiere echar la culpa
de su fracaso a otro, a otros o al mundo en su totalidad. El esclavo es incapaz de
darse cuenta de que la causa de su fracaso está en él mismo. Todo lo contrario,
el señor, el que ha tenido éxito es el culpable de su fracaso. Entonces el esclavo,
quiere venganza contra todo aquello que causa su dolor, está resentido.
Para Nietzsche, la historia de la filosofía, de la ética, ha sido un triunfo
progresivo de la moral de los esclavos hasta el punto de dominar a los poseedores
de una moral de señores. Parece como si los señores tuvieran que pedir perdón
por disfrutar de la vida, por vivirla en plenitud.
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¿Y qué tiene que ver esto con que Platón se inventé un mundo, una realidad
paralela? Para Nietzsche, Sócrates y Platón eran unos resentidos contra la vida,
típico modelo de moral de esclavos. Como no podían soportar el triunfo de los
señores en este mundo se inventaron otro. Platón echaba la culpa de su fracaso
al mundo real, al mundo de la vida, y de aquí su desprecio al cuerpo o a las
pasiones humanas. Entonces se inventa un mundo racional, ordenado,
jerarquizado, en definitiva, un mundo plenamente no-humano, un mundo que
niega radicalmente todo lo que somos, que niega radicalmente la moral de los
señores.
El cristianismo constituye un segundo paso, una radicalización de la postura de
Platón (ya vimos como San Agustín se basa mucho en la filosofía platónica para
fundamentar el cristianismo). Esta vida es un mero tránsito, un doloroso viaje hacia
un mundo mejor. En este mundo no podemos ser realmente felices, no podemos
alcanzar la plena sabiduría.... nuestro cuerpo nos molesta, nos lleva hacia
pasiones oscuras, hacia el pecado... cuando nos liberemos del cuerpo, de esta
vida terrenal, entonces podremos llegar a la auténtica felicidad. ¿Y qué es lo que
hay que hacer para llegar a ese paraíso más allá de la muerte? Llevar una vida
típica de esclavo: obediencia, docilidad, negación del placer, culpabilidad...
4.2. Crítica ontológica de la metafísica.La metafísica tradicional se asienta en un error básico: la creencia en la
antítesis de los valores.
Los filósofos dogmáticos han creído siempre que las cosas de valor supremo
tienen un origen propio, que no pueden derivar en absoluto de este mundo
terreno y efímero, sino que vienen directamente de Dios, del "otro mundo,"un
mundo distinto de este que, por tanto, posee categorías totalmente
contrapuestas.
La ontología tradicional es estática, porque considera el ser como algo fijo,
inmutable lo que el hombre conoce del ser es mera apariencia.
El filósofo dogmático se ha dedicado a "especular" por encima del
movimiento del mundo, porque piensa que el ser del mundo no se puede estudiar
en el torbellino de esta vida en realidad.
No hay un mundo aparente y otro verdadero, sino el devenir constante del ser
creando y destruyendo el único mundo existente.
La ontología tradicional se basa, a juicio de Nietzsche, en los prejuicios de los
filósofos contra algunas manifestaciones vitales, como el horror a la muerte, a la
vejez, al cambio, a la procreación.
Además, si existe un mundo real y otro aparente, también habrá un ser
humano real y otro aparente, equivocado. Según Nietzsche, la propia ontología
platónica, que niega el devenir del ser, ha puesto los medios adecuados para
que el espíritu acaricie la idea de un orden moral sobrenatural; de esta forma se
quita el primitivo carácter de "inocencia“ que poseía el devenir del ser y se hace
al hombre dependiente de una razón superior a él mismo, bien sea Dios (primera
manifestación dogmática del espíritu), bien sea la razón (segunda manifestación),
bien la ciencia o la historia (tercera y cuarta, respectivamente). Para Nietzsche, el
metafísico platónico y el sacerdote cristiano tienen el mismo pathos dentro del
pensamiento occidental.
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"Inventar otro mundo distinto a este implica tener recelo contra la vida, una
actitud de recelo frente a la vida como devenir”.
“Necesitamos las categorías de la razón porque, gracias a ellas, podemos
vivir con cierto "reposo, seguridad y calma" haciendo frente así al devenir
constante del ser”.
"Dividir el mundo en verdadero y aparente, ya sea al modo platónico
cristiano, o bien al modo kantiano, es una sugestión de la decadencia”.
4.3. Crítica epistemológica de la metafísica.Para entender la filosofía de Nietzsche hay que comenzar por comprender
la identificación que hace entre SER y VALOR. La realidad, el mundo en el que
cada uno vive no es algo objetivo, sistemático, ordenado, como habían
pretendido ver todos los filósofos, sino que es algo que depende del sistema de
valores que cada individuo o pueblo viva. ¿Qué quiere decir esto? Para
Nietzsche, lo que consideramos por verdadero, es decir, la realidad en la que
vivimos, depende enteramente del sujeto (Nietzsche va a retomar en cierto
sentido el relativismo de los sofistas), de su opinión. ¿Y de que va a depender la
opinión del sujeto? De la cultura en la que viva, de sus costumbres, de sus
creencias, incluso de la personalidad de cada uno.
Ejemplo: en la escuela, tus amigos, los libros que te lees, te van dando una
determinada escala de valores (qué es lo que consideras importante y qué es lo
que no tiene valor). Y va a ser desde esa determinada escala de valores desde la
que tú te vas a inventar un mundo en el que vivir.
Si recuerdas el pensamiento de Marx, éste decía que las condiciones
materiales van a determinar la manera de pensar de cada uno. Nietzsche va a
decir algo parecido: la cultura, la historia, la sociedad en la que vivas es la que va
a marcar tu forma de pensar y mediante tu forma de pensar vas a crearte o
inventarte un mundo en el que vivir.
¿Pero, el mundo no es algo objetivo, real, igual para todos los seres humanos? NO,
cada cultura, cada época histórica vive en un mundo diferente pues valora o
interpreta la realidad de una forma distinta. Nietzsche dirá que no hay hechos,
sólo interpretaciones de los hechos.
¿Pero no decía Descartes o los ilustrados que la razón era un método válido
para conocer y, por lo tanto, para llegar a la verdad? No, para Nietzsche la razón
es algo que está al servicio de la vida (la vida será un concepto fundamental en
la filosofía de Nietzsche). La razón es una herramienta para vivir, no es otra cosa. Y
su origen y modo de actuar está en la mentira. La razón falsifica la realidad para
que podamos vivir en ella. Veamos esto con un ejemplo:
En el suelo hay una araña. Ésta se da cuenta de que otro animal se
acerca. Para defenderse, para sobrevivir, la araña encoge sus patas y se hace la
muerta. Así, el animal es engañado y la deja tranquila. Este acto de engaño es
para Nietzsche un acto que muestra la inteligencia de la araña y nos ilustra de lo
que realmente es la inteligencia, la razón.
Para Nietzsche la razón funciona con el lenguaje como principal
herramienta. ¿Qué es el lenguaje? Es un instrumento cuya función es la del
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engaño. Es un instrumento que intenta reducir la infinita variedad de
percepciones a un número limitado de conceptos, intenta domeñar la realidad
para ajustarla, simplificarla a sus estrechos esquemas.
¿Qué es entonces la verdad? Las verdades absolutas no existen (sólo son
interpretaciones). Afirmar un sistema de valores como auténtico o una
concepción de la realidad como algo verdadero es un acto doblemente
falsificador. Puesto que cada individuo es un ser distinto y cada vida es diferente
cada percepción es una única interpretación de las cosas. La realidad en sí es
una incógnita (recuerda lo que decía Kant) y nosotros sólo podemos interpretar
subjetivamente lo percibido, metafóricamente, adoptando nuestra propia
PERSPECTIVA.
¿De dónde procede esta concepción engañosa de la verdad?
a) De las necesidades vitales que nos impulsan a vivir en sociedad y que
para evitar la guerra de todos contra todos nos conduce a admitir algo válido
para todo el mundo, una verdad común: LA VERDAD ES UNA MENTIRA
CONVENCIONALMENTE ADMITIDA (exactamente lo que decían los sofistas).
b) La verdad es una mentira convencional y útil para mantener el domino
de los individuos a los que ésta favorece (más adelante explicamos esto).
Por eso para Nietzsche, como para Schelling o Schopenhauer, el arte tiene una
gran importancia: es la única forma honesta de transmitir la verdad. En una obra
de arte, el artista sólo nos muestra su verdad, su perspectiva, sin querer
vendérnosla como verdad universal, absoluta, sino tan sólo como una
interpretación subjetiva de la realidad.
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"La razón en el lenguaje: ¡Oh, qué vieja hembra engañadora...! Creo que
no vamos a desembarazarnos de la idea de Dios porque aún seguimos
creyendo en la gramática“.
“La verdad es aquella clase de error sin el que una determinada especie
de seres vivos no podría vivir. El valor para la vida es lo que decide en
última instancia“.
“Cuando el sol se pone, hasta el más pobre rema con remos de oro”.
4.4. La crítica de las ciencias positivas.
Nietzsche critica la ciencia positiva porque es una matematización de lo
real. Está matematización no nos ayuda a conocer las cosas, sino solo a
establecer una relación cuantitativa con ellas.
La pura determinación cuantitativa de las cosas tiende a anular las diferencias
que realmente existen entre ellas, y a que el modelo matemático de la naturaleza
se basa en la cantidad, no en la cualidad propia de cada cosa, y tiende a la
igualación de todas ellas.
Nietzsche no ataca la ciencia en sí, sino una metodología determinada (el
mecanicismo y positivismo de su época). La crítica a la ciencia y a su idea del
progreso tiene dos vertientes:
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a) Ciencia y moral. La ciencia investiga el curso de la naturaleza, pero nunca
puede dar una orden al hombre. La ciencia solo conoce cantidad y número;
nada sabe de la pasión, de la fuerza, del amor, del placer, etc.
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b) Ciencia y Estado. La ciencia -dice Nietzsche-, se ha convertido en nodriza al
servicio de unos intereses creados; concretamente, el Estado tomado a su servicio
con el fin de explotarla para sus fines.
5.- El superhombre y la transmutación de todos los valores.5.1. La muerte de Dios.El punto clave desde el cual los esclavos han dominado a los señores es el
concepto de Dios ¿Qué es Dios? Evidentemente, lo no humano, lo no visible, lo no
mortal, lo que no tiene límites... características estas diametralmente opuestas a lo
humano: visible, mortal, limitado... Dios es la antítesis del hombre, de la vida. A
partir de Él es fácil culminar en una ética de esclavos: hay que obedecerle, hay
que temerle, somos su rebaño. De aquí que Nietzsche se declare ateo, más aún,
diciendo que DIOS HA MUERTO.
La afirmación de la muerte de Dios es el primer paso para recuperar la
moral de los señores, lo dionisiaco. Como hemos visto en los diferentes sistemas
filosóficos que hemos estudiado, Dios acababa por ser la piedra angular sobre la
que se sostenían (recuerda a Descartes o a Kant). Si Dios no existe, todos los
sistemas filosóficos se derrumban, los "mundos inventados" caen por su propio
peso, la verdad, el bien, lo bueno, desaparecen. El ser humano está solo en el
mundo, no hay nada por encima de él. En el mundo ya no hay nada que niegue
la vida. Si no hay Dios, los esclavos ya no pueden subyugar a los fuertes, a los
señores. Ya no hay verdad, la razón no tiene nada en donde agarrarse; ya no hay
una idea de bien que debamos seguir, ya no hay pecado.... estamos en el
nihilismo (de nihil que significa nada, no creer en nada, nada es verdadero).
¿Qué hacemos para salir de él? Incipit Zarathustra, comienza Así habló
Zarathustra, la obra más importante de Nietzsche y una de las más importantes de
la filosofía y de la historia de la literatura universal, según él, un libro "para todos y
para nadie".
5.2. El eterno retorno.La segunda vuelta de tuerca que lleva al renacimiento de la moral de los
señores es el eterno retorno. Supongamos que una noche se te aparece un
duende y te cuenta un secreto: volverás a vivir la vida tal y como la estás viviendo
una y mil veces, así hasta el infinito. No cambiará ni un sólo detalle, ni un instante,
todo será igual. El día de hoy se volverá a repetir segundo a segundo, sin ninguna
alteración. Esta es precisamente la teoría del eterno retorno que defenderá
Nietzsche apoyándose en una serie de especulaciones físicas. Lo cierto es que
hoy existe una teoría acerca del origen del universo llamada "Teoría del universo
Pulsante" que sigue aproximadamente esa misma línea. Pero, lo importante, lo
realmente importante es que este postulado te lleve a plantearte lo siguiente:
suponiendo que lo que te ha dicho el duende es cierto: ¿seguirás comportándote
como lo has hecho hasta ahora?
Nietzsche va a criticar la concepción de tiempo lineal que, a su juicio, es un
invento del cristianismo. El tiempo cristiano te hace mirar hacia el futuro, hacia un
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evento que está por ocurrir (tu muerte para pasar a la otra vida o el día del Juicio
Final), y eso te hace negar el presente (mi situación penosa atada a un cuerpo
manchado por el pecado, incapaz de obrar bien). Así obramos muchas veces:
"Mañana me pondré a estudiar", "El próximo trimestre de verdad que me pongo
en serio", "cuando me vaya de vacaciones sí que realmente lo pasaré bien".... El
tiempo lineal del cristianismo nos hace centrar nuestra vida en un futuro ficticio,
falso, y nos hace negar el momento, nos impide disfrutar del presente en su
máxima intensidad. Pensar siempre en el pasado o en el futuro es algo propio de
esclavos. Los señores viven el momento, lo apuran al máximo. Y así, Nietzsche
lanza su imperativo (a mi juicio precioso): "No anhelar distantes venturas ni
bendiciones, sino vivir de modo que queramos volver a vivir, y así por toda la
eternidad".
Es una formulación radical, poderosa, del típico carpe diem (si bien no
significa exactamente lo mismo), del vive la vida, del disfruta al máximo hasta el
más mínimo segundo de tu vida, pues tendrás que repetirlo no sólo una, ni dos, ni
tres, sino infinitas veces más. Y esta es una forma de superar el nihilismo en la que
la muerte de Dios nos dejaba. Los grandes sistemas filosóficos y científicos son
falsos, no pueden decirme nada, pero eso no significa que todo caiga en el
sinsentido y en el absurdo. La vida, mi vida, es lo que es realmente importante, y
mucho más cuando he de repetirla infinitamente. Amar la vida, su necesidad de
infinita repetición, ese será el nuevo imperativo del nuevo hombre que está por
llegar.
5.3. El superhombre.El resentimiento, la mala conciencia y la moral judeocristiana habían
debilitado en el hombre sus apetencias, su voluntad y su orgullo, lo habían
domesticado acostumbrándolo a una moral gregaria. La muerte de Dios nos
dejaba en el nihilismo. ¿Cómo es el hombre que ha "matado a Dios"? Es el
hombre descreído, nihilista, perdido, es, según Nietzsche, el último hombre, pues el
hombre es algo que está por superar. Entonces se abre un nuevo camino para
una nueva llegada: la aparición del superhombre.
El superhombre será precisamente esa posibilidad de superar el nihilismo.
Claro que esa superación sólo se da en una voluntad que afirme, en una
voluntad que se ponga en disposición de producir unos valores totalmente
nuevos (que según la ontología nietzscheana será producir un nuevo mundo).
Ahora son el juego, la risa y la danza los síntomas de la creación, de la afirmación
jovial y alegre de la propia vida, del azar y del devenir.
En Así habló Zarathustra, existe un pasaje en el que se nos habla de las tres
transformaciones por la que tiene que pasar el hombre para convertirse en
superhombre:
1. En primer lugar está el camello, que carga sobre su joroba una carga
muy pesada y que además pide más carga para castigar su soberbia y humillarse
hasta el máximo. Se encuentra dominado por la moral de esclavos: respeta la ley
moral y la ley de Dios y en su personalidad domina el tú debes (Kant era para
Nietzsche "un cristiano alevoso"). El camello es deudor de una promesa con Dios
que no puede pagar y tiene que vivir con esa carga.
2. Luego viene el león, que quiere conquistar su propia libertad. Es el que
tiene fuerzas suficientes para destruir cualquier valor de un solo zarpazo. En el
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predomina el yo quiero y simboliza la lucha contra la moral de esclavos. Sin
embargo, el león no puede crear nuevos valores.
3. Finalmente, está el niño, cuya inocencia le permite obrar sin conciencia
de que está pecando, con total jovialidad, tomándolo todo un juego, disfrutando
del presente sin pensar en nada más... ese es el que puede crear nuevos valores,
ese es el superhombre.
¿Pero qué valores son los que hay que crear? Dado que los valores en los
que vivimos son los propios de la moral platónico-cristiana, moral de esclavos por
excelencia, lo que hay que hacer es invertir todos los valores. Lo que hasta ahora
se consideraba como malo, ahora será lo bueno y viceversa. La moral de señores,
la moral del superhombre, será una inversión de la moral de los esclavos en la que
vivimos. Hay que destruir todos los valores de la cultura occidental, todas sus
tradiciones, creencias, etc. e invertirlas. Esta será la dura crítica de Nietzsche a la
cultura occidental.
5.4. La voluntad de poder.Schopenhauer decía que mediante la intuición llegábamos a saber que lo
que existe detrás de toda la realidad es la voluntad de vivir. Nietzsche tomará
esta idea pero le dará un matiz diferente: la voluntad de poder.
La voluntad de poder es algo similar a una fuerza, impulso o creación, algo
que está dentro de todos los seres vivos y que domina nuestra conducta aunque
nosotros no nos percatemos de ello (recuerda el inconsciente de Freud).
Nietzsche la va a vincular siempre con la vida creadora y con las manifestaciones
vitales.
A la hora de crear nuevos valores que sustituyan y superen a los antiguos, el
superhombre sólo cuenta con la voluntad de poder. La voluntad de poder
significa voluntad de dominio, de fuerza, de potencia vital. Ahora bien, la
voluntad de poder no es exactamente la ley del más fuerte (como creyeron los
nazis), sino el poder de los creadores, un poder que sin ningún esfuerzo se adueña
de la situación por su propia grandeza.
La voluntad de poder se opone a la voluntad de igualdad. Cuanto más
poderosa y creadora sea una vida, más impondrá la jerarquía y la desigualdad,
mientras que cuanto más débil e impotente, más tratará de imponer la igualdad.
La voluntad de igualdad es el intento de reducir todo lo que es original y
excepcional a ordinario y mediocre. De aquí que Nietzsche esté en contra de la
democracia (¿por qué va a valer el voto de todos por igual si es tan evidente que
no todos somos iguales?), de los valores de la Ilustración (los Derechos Humanos
nos hacen a todos iguales) o de las propuestas socialistas y comunistas (que
igualan a proletario y capitalista).
6. Valoraciones finales.Nietzsche es el filósofo maldito por excelencia. Durante su vida, su filosofía
fue condenada al más duro ostracismo por parte de la comunidad filosófica. Sin
embargo, probablemente será el filósofo que más influencias ha tenido en el siglo
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XX. Es más, con Nietzsche se abre una nueva etapa de la filosofía y quizá también
de la historia de la humanidad en general: la postmodernidad.
Prácticamente todos los autores que han querido arremeter contra los
valores propios de la Modernidad (representados por la Ilustración) han recurrido
a Nietzsche. Así, sus influencias van desde los vitalismos posteriores a él: Henry
Bergson y Ortega y Gasset, el existencialismo de Martin Heidegger y Jean-Paul
Sartre (también Miguel de Unamuno), hasta llegar incluso a la filosofía de la
ciencia con el anarquismo epistemológico de Paul Feyerabend o al pragmatismo
de Richard Rorty. Y es que Nietzsche es, sin duda, el filósofo más original del siglo
XIX y va a ejercer una demoledora crítica a toda la filosofía occidental abriendo
un nuevo campo para el pensamiento: la vida.
Por otro lado, se le ha criticado numerosos aspectos de su doctrina, siendo
Nietzsche uno de los filósofos más polémicos que hayan existido. Sobre todo se
han comentado las nefastas influencias que tuvo en el movimiento nazi y en los
fascismos en general, si bien habría que decir que estos hicieron una
interpretación burda y simplista de su filosofía. También se ha criticado el hecho
de que en su vida, Nietzsche estuvo quizá muy lejos de llegar a ser el superhombre
que él mismo predicaba y, a fin de cuentas, él también hizo filosofía, también hizo
un planteamiento filosófico (por muy asistemático que fuera) del mismo corte que
lo que él pretendía criticar. Es dudoso que la filosofía de Nietzsche supere el
nihilismo, ya que la parte constructiva de su filosofía es tan ambigua y llena de
posibles interpretaciones que todavía sigue dando lugar a complejas disputas
entre sus exegetas (intérpretes, estudiosos).
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