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Universidad de Valparaíso Facultad de Medicina Escuela de Psicología Prof. Pablo Andueza 2011 CLASE 7 UNIDAD DOS: ASPECTOS BIOEVOLUTIVOS IMPLICADOS EN EL FENÓMENO HUMANO (4) La familia, el parentesco y el matrimonio Decíamos que en un sistema de muchos machos dominantes, adquiere enorme influencia la familia debido a que los subgrupos son familias maternas estables, emparentadas entre sí, y los machos carecen de parejas de apareamiento estables. Un sistema de un solo macho tiene parejas polígamas permanentes adquiriendo mayor relevancia el matrimonio. Muriendo el macho dominante, salvo que otro macho tome rápidamente su lugar, los clanes de hembras (habitualmente no emparentadas entre sí) se reorganizan. En cualquier caso, las hembras en la organización de monos con un macho dominante tienen mucho menos posibilidades de estar unidos por parentesco que en la organización matrilineal de los chimpancés y de los monos con pluralidad de machos jerárquicos. Cuando un grupo de multimachos crece excesivamente se divide. Los machos se desplazan entre uno y otro grupo pero al cabo de algunos meses, los machos de un grupo estaban incorporados al otro. Es cierto que en el intertanto copulaban en ambos grupos. En otras palabras, como alega Fox "vínculos permanentes basados en el parentesco y relaciones permanentes de apareamiento, se presentan en los primates, pero nunca juntas en el mismo sistema"(p. 135). Sólo en los primates humanos se presentan juntos. Es cierto, no inventamos ni el parentesco ni el apareamiento permanente con una hembra. Pero somos únicos en hacerlas funcionar juntas al interior de una organización. La disciplina antropológica conocida como antropología biosocial o sociobiología, se interesa muy particularmente de dar respuesta a estas interrogantes. Desde la perspectiva biosocial, la vida social y cultural de los seres humanos están determinadas por su evolución y es precisamente desde ella (entiéndase desde el paradigma de la evolución) que debe partir la comprensión del fenómeno humano En antropología biosocial se denomina selección por parentesco al proceso natural que fomentan ciertas especies bajo determinadas presiones ambientales consistente en promover el éxito de sus genes no solamente mediante la producción directa de descendientes sino indirectamente ayudando a animales emparentados que comparten genes con ellos. "Dado que, por ejemplo, mis hermanos comparten 50% de mis genes y mis sobrinos y sobrinas 25%, tal vez me resulte beneficioso sacrificarme y tener muchos de ellos, si el número de genes idénticos a los míos que puedo ahorrar es mayor de los que podría haber producido por mis propios esfuerzos de reproducción, y en particular si todos estos genes relacionados se hubieran perdido de no haber sido por esto" (Fox, p. 196-197). En síntesis, en ciertas etapas de la evolución la selección natural parece favorecer una competencia totalmente externa para tener éxito reproductivo. Una vez instalada por selección por parentesco, no habrá duda que se producirán por evolución que tenderán a promover el bienestar de la parentela aun sacrificando de alguna manera el éxito propio. Esta es la tendencia entre los homínidos de constituir parentelas se complementa con la creciente estabilidad en las relaciones de pareja. La clave del matrimonio humano, para los biosociales, se encuentra en la selección natural que favoreció la reproducción de los especímenes que tendía a construir lazos más duraderos. ¿Qué ofrece el matrimonio a la lucha por la sobrevivencia? La división del trabajo. Los homínidos se ocupaban de una caza cada vez más exigente mientras las homínidas hacían lo propio con la recolección de vegetales y la crianza. En este esquema, los machos necesitaban de las hembras para su alimentación y, por su parte, las hembras necesitan de los machos para complementar la dieta con proteínas a parte de la protección. Es probable entonces que en esta división del trabajo se encuentre la base evolutiva del matrimonio. A lo menos así lo piensa Robin Fox. Pero repitamos algo: el matrimonio y el parentesco exigen desarrollo cerebral pues implican un control sobre las emociones y, más profundamente, sobre la memoria filogenética que, como vimos en otros primates, tiene en su base sobre todo la competencia entre machos. Veremos a propósito del estructuralismo, cómo ciertas estructuras de la mente humana hicieron posible instalar con tanto éxito adaptativo el matrimonio y el parentesco. La primera y más importante es la tendencia de la mente a clasificar, presumiblemente en este aspecto el parentesco ocupó un lugar destacado en la lista. El matrimonio y el parentesco por otra parte favorecieron seguramente el advenimieto del lenguaje cuyos atributos primordiales serían el de nombrar (el solo hecho de ponerle nombre a las cosas constituye una poderosa arma simbólica para controlar la naturaleza) y obligar imponiendo reglas que prohiben o mandan hacer ciertas cosas. En palabras de Fox: "las presiones de selección obraron a fin de que un mejor equipo cerebral pudiera adquirir el lenguaje para que se hiciera de una capacidad taxonómica más compleja, y para que tuviera la aptitud de aprehender tipo de relaciones entre clases; igualmente para que lograra un equilibrio mayor en cuanto al control de las emociones y a la obediencia de las reglas". Sigmund Freud, “Totem y Tabú” Freud se propone explicar los orígenes de la historia de nuestra especie mediante interpretaciones psicoanalíticas proyectadas sobre la antropología, y sobre algunos de sus temas preferidos, de los cuales ha sabido gracias a antropólogos contemporáneos suyos como James Frazer: el totemismo, la exogamia y el horror al incesto. Un tótem corresponde a un animal comestible, en ocasiones inofensivo, otras veces peligroso y temido, y más raramente una planta o una fuerza natural, como el agua o la lluvia. El tótem es, en primer lugar, el antepasado de un clan, y en segundo lugar, su espíritu protector. El tótem y las ideas que con él van asociadas dan lugar a un sistema de creencias que se denomina totemismo. Los individuos que poseen un mismo tótem se encuentran ligados entre sí con una suerte de familiaridad, en algunos casos consanguínea (el tótem de transmite hereditariamente), en otras política por el hecho de pertenecer a un mismo clan. Todos se hallan sometidos a la sagrada obligación, cuya transgresión debe ser severamente castigada, de respetar la vida y abstenerse de comer la carne o aprovecharse de cualquier forma del animal simbolizado. De tiempo en tiempo se celebran fiestas y bailes en las cuales los miembros del grupo totémico reproducen o imitan los movimientos o peculiaridades de su tótem. Para Freud, sin embargo, lo que más le interesa del totemismo dice relación con el sexo y el matrimonio, temas privilegiados del psicoanálisis, como es sabido. Según Freud, en casi todos aquellos lugares donde rige el totemismo “los miembros de un único y mismo tótem no deben entran en relaciones sexuales y, por tanto, no deben casarse entre sí”. Es lo que en antropología se denomina la ley de la exogamia: se debe buscar la pareja fuera del clan al que se pertenece. Maravilla a Freud cómo esta última regla es rigurosamente observada en los “pueblos primitivos”. Pero ¿por qué tal severidad? ¿Por qué los primitivos rechazaban, tan sistemáticamente, las relaciones sexuales entre determinados parientes consanguíneos o políticos, todos miembros de un mismo clan totémico? La respuesta de Freud es clara: por el horror primitivo hacia el incesto. La ley de la exogamia es un mecanismo extraordinariamente eficiente para prevenir, en primer lugar, el incesto de fundamento biológico o consanguíneo al impedir al padre o a la madre unirse sexualmente con un o una descendiente suya, poseedora naturalmente de un mismo tótem. Pero al mismo tiempo resguardaría frente a un tipo de incesto de fundamento cultural (o político) cuyos alcances sólo pueden percibirse comprendiendo la fuerza de la hermandad totémica: prevenir uniones entre miembros que aunque no son directamente consanguíneos descienden a la larga de un mismo y único tótem. El totemismo y la exogamia tienen para Freud un mismo origen psicoanalítico: el horror (y la atracción inconsciente) salvaje hacia el incesto. Esta verdadera obsesión primitiva hacia el incesto “constituye un rasgo esencialmente infantil y concuerda sorprendentemente con lo que sabemos de la vida psíquica de los neuróticos. (El) psicoanálisis nos ha demostrado que el primer objeto sobre el que recae la elección sexual del joven, es de naturaleza incestuosa condenable, puesto que tal objeto está representado por la madre o por la hermana, y nos ha revelado también el camino que sigue el sujeto, a medida que avanza en la vida, para sustraerse a la atracción del incesto. Ahora bien, en el neurótico, hallamos regularmente restos considerables de infantilismo psíquico, sea por no haber logrado libertarse de las condiciones infantiles de la psicosexualidad, sea por haber vuelto a ellas (detención del desarrollo o regresión. Tal es la razón de que las fijaciones incestuosas de la libido desempeñen de nuevo o continúen desempeñando el papel principal en su vida psíquica inconsciente. De este modo, llegamos a ver en la actitud incestuosa con respecto a los padres el complejo central de la neurosis.” (Tótem y tabú”, Alianza, 1996, p. 27). El tabú y la ambivalencia de los sentimientos El análisis psicoanalítico freudiano continúa enseguida al momento de estudiar otra institución humana y primitiva como lo es el tabú. Esta palabra de origen polinésico (=extraordinario, inaccesible) entraña una idea de reserva y, en efecto, el tabú se manifiesta esencialmente en prohibiciones y restricciones. Algo así como el “Temor de Dios” cristiano. La prohibición de mirar y tocar ciertos personajes públicos, como reyes o sacerdotes; de injerir ciertos alimentos (carne del tótem); de tener relaciones sexuales con ciertos parientes (tabú del incesto); de visitar ciertos lugares sagrados; etc., son ejemplos de limitaciones a las que se sujetan los primitivos, ignorando sus razones, pero considerándolas como cosa natural, y perfectamente convencidos que su violación traería aparejado los peores castigos. Freud cree encontrar una enorme similitud entre el tabú colectivo salvaje con las prohibiciones tabúes individuales construidas por los neuróticos obsesivos. Para explicar la función del tabú se han dicho muchas cosas: proteger a ciertos personajes o preservar objetos; proteger a débiles contra el poderío de otros; proteger la salud favoreciendo una cierta dieta. Sin embargo, para Freud, la interpretación más profunda de los tabúes, individuales de los neuróticos, colectivos de los primitivos, la ofrece el psicoanálisis. El origen de los tabúes es la actitud ambivalente del sujeto con respecto al objeto o al acto prohibido: la prohibición debe su energía –su carácter obsesivo- a sus relaciones con su contrapartida inconsciente que es el deseo oculto insatisfecho. Si no es así ¿qué necesidad habría de prohibir lo que nadie desea realizar? Lo que se haya severamente prohibido tiene que ser objeto de un deseo. Así las dos prohibiciones más antiguas e importantes aparecen ligadas a las leyes fundamentales del totemismo: Respetar al animal tótem y evitar relaciones sexuales con parientes debieron ser, por tanto, los dos placeres más antiguos e intensos de los hombres. Los orígenes del totemismo y los tabúes: El complejo de Edipo Freud narra la historia clínica de un niño (Juanito) que fue víctima de una neurósis denominada por el autor como zoofobia. Sentía un miedo inconmensurable hacia los caballos al punto de no desear salir del hogar y temer que algún caballo pudiere entrar a la casa y le mordiese. Detrás de esta fobia, se escondía una ambivalencia hacia su padre, de tremendo interés (como lo fue para Juanito los caballos una vez sanado), y un miedo atávico entre otras razones por la competencia en los favores de su madre. Las analogías con el totemismo son evidentes: la identificación completa con el animal y la actitud ambivalente hacia él. El psicoanálisis autorizaría a los investigadores reemplazar el tótem por el padre. “Si el animal totémico es el padre, resultará, en efecto, que los dos mandamientos capitales del totemismo, esto es, las dos prescripciones tabú que constituyen su nódulo, o sea, la prohibición de matar al tótem y la de realizar el coito con una mujer perteneciente al mismo tótem, coincidirán en contenido con los dos crímenes de Edipo, que mató a su padre y casó con su madre” (p. 172173). El psicoanálisis nos revela entonces que el animal totémico es una sustitución del padre, hecho que con el que se armoniza con la ambivalencia de prohibir su época en época normal pero celebrarla en momentos especiales, por ejemplo en sacrificios y comidas totémicas. Esta actitud ambivalente es lo mismo que caracteriza hoy en día el complejo paterno en los niños, perdurando muchas veces en adultos. Totemismo, tabú, animismo, neurosis, etc. pueden reducirse a una insospechada unidad: el complejo de Edipo. En los orígenes de la humanidad pudo haber habido la existencia de un padre violento y celoso, que se reservaba para sí todas las mujeres, expulsando de esta manera a sus hijos en la medida que van creciendo. Los hermanos expulsados se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo fin a la existencia de la horda paterna. De hecho la comida totémica, la primera fiesta de la humanidad, conmemorará este episodio originario. Eliminado el padre, los hermanos serían rivales al tratarse de la posesión de las mujeres, dice Freud, quienes como el padre buscarían su monopolización. La única solución era establecer la prohibición absoluta de a poseer mujeres de la misma horda. Conceptos: Familia, parentesco, matrimonio, división del trabajo, inceso, regla de la exogamia, tabú, tabú del incesto, totemismo. Sigmund Freud (1856-1939) A pesar de ser el mismo graduado en medicina y especialista en neurología, el legado de sus investigaciones no se centra en la medicina como tal, sino que deben su reconocimiento histórico a la elaboración de un método que parte del inconsciente para tratar las enfermedades mentales: el psicoanálisis. Revisaremos en esta clase su libro “Tótem y tabú”. Este ensayo constituye el intento de Freud de aplicar la teoría y el método del psicoanálisis (ya antes descritos por él con fines clínicos) a asuntos de la antropología. La idea que motiva este trabajo es que se podría establecer una analogía entre el desarrollo de las sociedades primitivas y el desarrollo individual del psiquismo humano.